Capítulo IV

Jandi se encontraba en la Oficina principal de la Mansión Gu. Estaba cansada de tanto firmar documentos. Miro su reloj. Eran casi las 6, pronto llegaría Doyun. Harta salió al balcón a fumar un cigarrillo. A Junpyo nunca le gustó que fumara, decía que eso quitaba clase, sonrió de medio lado. El humo entraba a sus pulmones envenenándolos, como ya lo estaba su propia alma, pero le producía placer y calma. Desde donde estaba, tenía una vista espectacular de la entrada a la Mansión, que seguía siendo una bella obra de Arte. Pudo ver a lo lejos, la entrada de una Limusina Blanca acercándose. Echo un ojo a su reloj de pulsera, 6:01. Sonrió y tiró su cigarrillo a medio terminar. Jihoo seguía siendo puntual.

Era extraño estar en la Mansión Gu, después de 2 años. La última vez que estuvo aquí, todavía El estaba vivo.

-Vamos Doyun!- le dijo al niño tomándolo de la mano.

-¡Tio! ¿Vendrás por Mi mañana? ¿Me llevarás a tocar el violín? Quiero que veas cuánto he progresado.-

-Le preguntaremos a tu Madre primero. Si ella te da permiso, vengo por ti!- le respondió revolviéndole el cabello.

-¡Mama!- gritó Doyun corriendo hacia su Madre, que venía bajando las escaleras y luego abrazándose a ella. Jandi lo abrazo de vuelta sin mucho entusiasmo. Jihoo solo entrecerró lo ojos.

- Mama! Tío Yiyo está preparando un concierto, quiero ir a los ensayos, ¿me das permiso? –

- Yo vendría a buscarlo y lo traería en punto de las 6 como hoy, no necesitas preocuparte por nada. Estará bien atendido.

- Por favor Mamá! ¿Si?- le decía Doyun con ojos de cachorro. Jandi permanecía seria y sin inmutarse les dijo.

- Lo siento! Pero mañana inicia su internado. –

Jihoo abrió los ojos consternado.

-¿Internado?, ¿Cuándo lo decidiste?

-Mamá! No entiendo. Yo estoy en el colegio Shinwa ¿por qué vas a cambiarme?

- Te recuerdo que yo soy quien decide sobre Doyun y no requiero de la opinión de nadie- dijo dirigiéndose a Jihoo y luego volteando hacia el niño ordenó, - Ve a tu recámara!, no tienes que hacer preguntas tontas. -

- Pero ¡Mamá!-

-¡Obedece Doyun!-

El niño miro por última vez a su tío con ojos vidriosos y salió corriendo hacia su cuarto.

Jihoo tenía los puños apretados.

-¿Qué te sucede? ¿por qué le haces esto? ¿Te estorba? –

Jandi terminó de bajar las escaleras y se dirigió a la sala de estar. Se sentó en el sillón y tomó un vaso de agua que ya estaba puesto para ella.

-Tengo muchas responsabilidades ahora, no tengo tiempo para ser… niñera. – dijo despreocupadamente

Jihoo Bufo – ¡Eres su Madre Jandi!. No una cuidadora! Acaba de morir su Padre! Es cuando más te necesita!No lo alejes de ti!

-El tiene que superar esto! No puede ir llorando por los rincones! Es el Heredero, tiene que forjarse como tal! En el Internado le darán la educación que necesita. –

Jihoo la miraba estupefacto. Cuando los frecuentaba pudo darse cuenta de que Jandi estaba cambiando, dejando de ser la niña dulce y empatica que conoció, la chica dispuesta a sacrificarse por los demás y despojarse de todo para ver felices a quienes amaba, esa chica que le robó el corazón a su amigo desde el primer día que la conoció, con esa fuerza y esa voluntad para enfrentarlo por defender el bien común. Esa Jandi de la que El mismo se enamoró, había sido sustituida por un ser egoísta y frío!

-¿Qué te pasó Jandi?, ¿Qué te hicieron para que… ni siquiera puedas ser el apoyo y el consuelo que necesita tu único Hijo!?

Jandi no lo miraba, permanecía viendo al lado contrario de él. Tampoco hablaba.

Jihoo respiro hondo, ¡de pronto! una idea se le vino a la mente. No dejaría que el hijo de Junpyo sufriera la misma suerte que su Padre. Su amigo siempre desprecio el hecho de que no lo dejaran disfrutar plenamente su niñez.

-Yo puedo cuidarlo!- dijo Jihoo

Jandi volteo a verlo… y levantó una ceja de incredulidad.

-Puede vivir conmigo y yo me encargaré de su educación. –

Se puso de pie y fue hacia él .

-¿Por cuánto tiempo?-

- El que sea necesario. Podrás venir a verlo las veces que desees. Y cumpliré con las normas que impongas para que sea un digno Heredero de Shinwa. –

Jandi ya estaba muy cerca de él.

-Solo hay una manera para que yo acepte que te encargues de su educación. –

Jihoo se quedó en silencio y la miraba con el entrecejo fruncido.

-Solo acepto tu propuesta… si te casas conmigo!-