Hello! Año nuevo y traigo este emocionante capítulo. Espero lo disfruten. Gracias por leer. Gloria, Karina y nuestra invitada que siempre me leen, espero sus comentarios. Agradezco a quienes me han enviado mensajes privados, gracias. De verdad eso me ayuda a saber que estoy haciendo una buena historia y a querer continuar. Los quiero.


Capítulo XVIII

Jihoo miraba una y otra vez el mapa de su celular. No tuvo tiempo de asearse o desayunar, llegó con el tiempo justo. Llevaba poco equipaje así que lo llevaba consigo. Sentía cansancio debido a la diferencia horaria, apenas iniciaba el día en Suecia y en Corea empezaba a caer la tarde. ¿Qué estaría haciendo Jandi? Tal vez se habrá ido de su casa, a pesar de que le dijo que podía quedarse. De repente sentía la necesidad de verla, saber de ella. Desde que salió de Corea Jandi ocupaba gran parte de sus pensamientos, sobre todo después de haberla tenido tan cerca como jamás pensó alguna vez que sucedería. Por momentos, esa noche, imaginó que de verdad él era su esposo y ella le pertenecía, algo sumamente guijarro, pues sabía que no era así, pero en ese preciso instante sintió que de verdad eran marido y mujer. Durante todo el vuelo no hizo más que recordar esas pocas horas de intimidad.

-¡Quédate!- Escuchó que le decía. ¿Había escuchado bien? ¿No era una broma como la vez anterior? Ella le dijo que había escuchado todo lo que le dijo él sobre la confianza, y después, lo invitó a entrar.

-¿Puedes quedarte con tu esposa esta noche?- Pero, ¿Qué había dicho? Estaba totalmente desconcertado y a la vez ansioso por su petición. ¿Qué exactamente quería de él en ese momento? No lo sabía, y sin embargo sus pies parecían moverse solos, caminando lentamente hacia la mujer hermosa que tenía delante, con el cabello suelto y solo un camisón como prenda, dejando ver parte de la belleza de su cuerpo. Ella lo miraba anhelante y con un claro nerviosismo, más no se movió de su sitio esperando a que él estuviera más cerca. Estando a escasos milímetros, pudo sentir su respiración entrecortada.

-¿Quieres me quede? ¿Aquí contigo?- le preguntó mirando alternativamente sus ojos y sus labios. En respuesta ella tomó sus manos y lo arrastró hacia la cama sentándolo en ella. Después fue a cerrar la puerta mientras él permanecía en el mismo lugar sin quitarle la vista de encima. Caminó hacia él y entonces se sentó montada sobre sus piernas y le rodeó el cuello para sentirlo más cerca. Una sensación de deja Vu lo invadió, la última vez que ella estuvo en esa postura, las cosas terminaron muy mal. El sonido sensual susurrado de su voz al hablarle, le quitó cualquier pensamiento negativo.

- ¡Si! Quiero que te quedes Senador Yoon. Quiero ser tu esposa esta noche- En aquella ocasión, ella estaba mal emocionalmente y él ya no sentía deseo por ella, pero ahora… no necesitó que ella se lo pidiera de nuevo. La tomó de la cintura y la pegó a su pecho, mientras ella entrelazaba sus manos en el cabello de su nuca y sin poder contenerse, ambos acercaron sus labios en un beso cargado de pasión. Jandi sentía un calor recorrerle el cuerpo y se estremecía al sentir como él quitaba sus manos de la cintura para acariciar sus piernas desnudas y después sentir como las metía debajo del camisón para tocar su espalda. El beso se hacía cada vez más intenso. Sus corazones palpitaban fuertemente al unísono. Jihoo sentía un deseo incontrolable por esa mujer que tenía sentada en sus piernas. ¿Qué estaba pasando? No podía detenerse a pensar en estos momentos. En lo único en lo que podía pensar, era en hacer legalmente suya a su esposa. Sin embargo, después de algunos minutos, el beso se interrumpió y ambos respiraban entrecortadamente, se miraban intensamente preguntándose internamente, si debían continuar o parar en ese momento. Él vio la duda en sus ojos oscuros y también deseo, pero sabía que aún no estaba del todo lista. Había muchas cosas que arreglar antes. Sacó sus manos de debajo del camisón y le pasó un mechón de cabello detrás de la oreja, se veía tan irresistible así sonrojada y agitada. Sonrió un poco y con ternura le dijo.

-No haré nada hoy señora Yoon, no tiene nada de qué preocuparse. Puedo acompañarte a dormir. ¡Ven! – le dijo y entonces como hizo ella antes, la tomó de las manos y la arrastró a la cama para que se metiera en ella. El se quitó la camisa y los pantalones debajo de la sábana, quedando solo en boxers. Y se acostó boca arriba mirando detenidamente el techo.

- ¡Perdóname! De verdad quería estar contigo hoy, no sé qué me pasó- El sonrió y volteó hacia ella.

- No te disculpes. Entiendo que aún no estés lista. Es demasiado pronto para nosotros. Pero, desde ahora podremos intentar llevarnos mejor, si estás de acuerdo-

- Eso quiero, aunque…-

- Aunque… ¿Qué?-

- No sé si pueda dormir- El sonrió de medio lado y la abrazó para acurrucarla en sus brazos.

-Cierra tus ojos- le ordenó- te haré dormir con una melodía vieja.

-¿Piensas que fue un error?- El la miró con extrañeza ante su pregunta. – Dijiste que no eras de cometer un error dos veces- El sonrió ante su declaración y recordó lo que dijo la primera vez que se besaron. Le tomó la barbilla y volvió a besarla.

- Esto no es para nada un error. Es algo que deseaba. No sé qué pasará en adelante, pero ahora solo quiero disfrutar estos momentos, contigo. Ahora si, a dormir Nutria- y cerrando los ojos empezó a cantar una melodía.

El taxi avanzaba por una reducida calle empedrada, las casas de estilo sueco le daban un escenario pintoresco. Hubiera deseado visitar esa ciudad como un turista. Tal vez en otra ocasión podría hacerlo y traer a Doyun con él y quizás, a Jandi. El auto se detuvo en la entrada a un callejón, entendía por qué el taxi no seguía la ruta, solo caminando o en bicicleta se podría entrar por ese camino.

-¡Jag Kom Hit!* - dijo el hombre en Sueco. Jihoo asintió y le pagó sus honorarios. Tomó sus pocas pertenencias y bajó del vehículo. Comenzó a caminar buscando el punto en el mapa del GPS, la luz parpadeante lo llevó a una casa que no tenía ningún tipo de anuncio o letrero. No se veía gente a los alrededores o algún tipo de recibidor. Pero sabiendo lo que era, no le extrañaba que no tuviera algo para llamar la atención o indicar que era un edificio de beneficencia social. Apenas se asomó al enrejado que rodeaba el lugar, se abrió la puerta principal. Un hombre Rubio de mediana edad salió a su encuentro.

-¿Senador Yoon?- le preguntó. Jihoo asintió con la cabeza.

-¡Le estábamos esperando! Pase por favor- dijo el hombre abriendo el enrejado para que Jihoo entrara. Él lo siguió hasta entrar a la casa. No había muchos muebles y al lugar parecía faltarle higiene, había polvo y los pisos estaban manchados. Escucho llanto de bebés en uno de los cuartos. Se preguntó si en ese cuarto habría estado el hijo de Junpyo. Se fijó en cada detalle del lugar, después tendría que volver para buscar algo de información. Llegaron hasta una habitación custodiada por hombres con pasamontañas y armas largas. Memorizaba lo que iba viendo, ningún guardia en la entrada, dos en el interior de la oficina principal, uno en cada cuarto de la casa. El lugar era como una oficina, se fijó en que dentro había otra puerta de la que minutos después vió salir a un joven con varias carpetas que de inmediato le entregó al hombre que venía con él, después salió del cuarto dejándolos solos. Supuso que dentro era una especie de archivero. Habían computadoras que monitoreaban cada habitación del lugar. Pudo ver la puerta de entrada donde estuvo él antes, por eso supieron de su llegada. Habían más de tres habitaciones con niños, al parecer en una habían bebés de menos de un año, en otro habían de edad preescolar y otra de niños más grandecitos. No pudo ver más porque le habló el hombre.

-Bien Senador, tome asiento- le dijo el hombre de forma amable y en perfecto coreano, por lo que él se sentó en una silla frente al escritorio.

-¡Disculpe! No me presenté. Mi nombres es Miguel Lundberg. Soy el encargado aquí- dijo sonriéndole y extendiendo su mano a modo de saludo. Jihoo lo dejó con la mano extendida, no pensaba estrechar la mano de ese criminal que atentaba contra los niños inocentes. El tipo al ver que no iba a ser correspondido, bajó su mano y rió nervioso, mientras Jihoo permanecía serio e impasible. El hombre volvió a hablar.

-Su Agente nos platicó de su problema. Tenemos la solución. No sé de qué edad le gustaría, pero aquí está el catálogo- Sacó una carpeta con muchas fotografías de niños de diferentes edades. Jihoo sentía que se le revolvía el estómago y se le calentaba la sangre. ¿De dónde habían salido todos esos niños? ¿A qué familias se los habían arrebatado?

-Algunos están aquí. Pero otros los tenemos en otras ciudades fuera de Suecia, el traslado es lo de menos- Jihoo tragó saliva para ocultar la rabia que lo estaba consumiendo, y le habló con calma ocultando sus emociones.

-Me gustaría un bebé coreano, recién nacido, que venga de una familia pudiente. Ya sabe, son los que tienen el mejor cuidado prenatal y los más sanos. Por el dinero no tiene que preocuparse- El hombre sonrió mostrando una dentadura amarillenta y descuidada. Jihoo tenía ganas de vomitar.

-Tengo el perfecto para usted. Los padres son primerizos y muy influyentes. Mi contacto tiene experiencia. Los hemos estado monitoreando desde la concepción, jajaja esos ricos son tan fáciles de trabajar- Jihoo se puso todavía más serio. Cada palabra dicha por ese hombre le daba más asco. Nuevamente el hombre se puso nervioso y carraspeó, Jihoo lo intimidaba de sobremanera.

-¿Cuándo podría terminar el negocio?- le preguntó Jihoo como si estuviera ansioso.

-¡Oh! Hemos calculado que a más tardar en una semana, Senador. La mujer está a punto de reventar jajaja- volvió a reír. Jihoo quería golpearlo. Ya tendría oportunidad de hacerlo. Por lo que solo torció la boca en un intento de sonrisa, tenía que disimular su molestia y enojo hacia ese tipo. No soportaba más tiempo allí, así que se dispuso a retirarse poniéndose de pie.

-Entonces, espero su llamada. Y apresúrese, no me gusta esperar. Espero máximo dos semanas, de lo contrario, olvídese del negocio-

-¡Claro Senador! No se preocupe, todo estará listo pronto. Somos los mejores en esto-

-¿Han hecho negocios con más gente de Corea a parte de Mi? Necesito saber si cumplen-

-¡Sí, claro! Senador, ya lo hemos hecho. Y déjeme decirle que uno de nuestros mejores clientes fue de Seúl, y ha sido quien ha pagado la más alta suma de dinero-

-Bien- dijo Jihoo. Puedo igualar la cantidad de ese cliente y elevar la oferta, si el producto final es de mi agrado, así que espero no me decepcione- le dijo con seguridad. El hombre abrió los ojos desorbitados de la impresión por la oferta de Jihoo y sonrió nervioso.

-Como usted diga, Senador-

-Entonces me voy- dijo dándose la vuelta, mientras que el hombre casi tropieza por correr a abrirle la puerta.

-Nos comunicamos luego Lundberg- le dijo de espaldas y caminando hacia la salida.

-Buen viaje Senador- Jihoo escuchó cerrarse la puerta detrás de él y respiró hondo. Salió lo más aprisa que sus pies le permitieron y de inmediato tomó un taxi. Miraba constantemente hacia atrás para ver si nadie lo seguía. Al llegar al hotel fue directo a su habitación y se dió un baño relajante bajo la regadera. Se quedó un momento con la llave abierta dejando que el agua corriera por su cuerpo. Cerró los ojos y apoyó sus manos en la pared. Quería que el agua borrara todas las imágenes que vio en ese lugar. Sabía que muchos de esos niños iban a ser comprados por familias poderosas, pero no todos eran para Padres hambrientos de amor por un hijo, muchos iban a parar a depredadores sexuales y otros a un destino mucho peor, mientras que su verdadera familia lloraba por ellos al no saber dónde estaban. Esperaba que el hijo de Junpyo hubiera ido a una familia amorosa, pero sobre todo que estuviera vivo e íntegro. Pensó en Doyun y le aliviaba saber que estaba en buenas manos a pesar del maltrato de su Madre y del lugar donde en estos momentos se encontraba. Deseaba más que nunca sacarlo de ese lugar y llevarlo consigo. El agua seguía recorriendo por sus músculos refrescándolos. Su mente seguía atormentándolo, otra familia lloraría cuando le quitaran a su bebé para dárselo a él, aunque no sería por mucho tiempo, pues lo devolvería en cuanto supiera de dónde lo habían sustraído y saber quién era el encargado de llevar a cabo el robo. Tenía que ser alguien influyente y de mucha confianza para la población elitista de Corea. Se preguntaba quién habría sido el que pagó mucho dinero, y que habrá sido del infante. Ya lo averiguaría. Cerró la llave del agua y salió del baño envolviendo medio cuerpo en una toalla. Se sentó en la cama preparándose mentalmente para lo que haría. Solo esperaba lograr el objetivo antes de ser descubierto.


Extendió las bolsas de compras en la cama de su habitación. No quiso regresar a la Casa Yoon, no quería levantar sospechas y mucho menos volver a encontrarse con Jae Kyung. Tenía que seguir con lo planeado. Se tiró boca arriba sobre el colchón con los brazos extendidos, mientras recordaba lo vivido esa madrugada con su esposo, iba a atesorar el momento como algo único y sagrado. Lamentaba profundamente haber dudado, evitando así, la consumación de su matrimonio. Deseaba tanto regresar el tiempo y no haber parado. Cerró los ojos y casi podía sentir los labios de él sobre los suyos, sus manos recorriendo sus piernas y su espalda. Su aliento al momento de abrazarla. Se abrazó a si misma y se puso en posición fetal. Lo Anhelaba tanto, al maldito lo estaba extrañando. Quería saber de él, necesitaba escucharlo. Se incorporó de un salto y fue a su bolso para buscar el celular que permanecía apagado. Lo encendió con temor de una llamada indeseable, pero quería llamarle. Con las manos temblorosas por los nervios marcó el número. Sonó una, dos, tres… si llegaba a cinco colgaría, cuatro, ¡ya está! Seguro está ocupado o no quiere contestar, cinco. Iba a oprimir el botón de apagado cuando se oyó una voz del otro lado.

-¿Hola? ¿Jandi?- suspiró aliviada. Ahí estaba él cumpliendo su promesa de contestar cada vez que ella le llamara. Pero ahora, ¿Qué iba a decirle?. Silencio.

-¿Estas ahí? ¿Paso algo? ¿Estas bien?- No sabía qué decirle. Era tanta su ansiedad de escucharlo, que olvidó un motivo suficientemente creíble para hacer la llamada.

- Salí de compras y no tengo la combinación de la alarma para entrar- cerró los ojos y se tocó la frente. ¡Que tonto se escuchaba eso!-

Oh! ¡Perdóname! Olvide dejarte la clave. ¿Pero no te la dieron el Sr Park o la Señora Jung? Tendré que hablar con ellos- dijo un poco fastidiado y con algo de enojo.

-¡Nooooo! Quiero decir. Yo estoy en Shinwa no necesito regresar, ¡déjalos! No les digas nada, ya me la darás cuando regreses- se sentía mal de haber metido en ese lío a esas personas que habían sido tan amables con ella.

- ¡Está bien!… ¿Tienes alguna otra urgencia?- Ella se sintió decepcionada, el parecía querer terminar la conversación. Se enojó por ello.

-Solo eso Bombero. Fue una estupidez haberte llamado. No te interrumpo más en tus asuntos- Estaba a punto de colgar la llamada cuando escuchó nuevamente su voz

-¡Espera! Jandi.- Ella se detuvo al escucharlo hablarle con urgencia.

-¿Qué quieres Bombero?- habló todavía molesta.

- ¿Puedo llamarte más tarde? Ahora no puedo hablar mucho, pero, quisiera platicar contigo con más calma-

- Como quieras- le respondió, pero ya no estaba molesta. El realmente se interesaba en ella. Eso la hizo sonreír.

-Bien, entonces… te llamo más tarde. ¡Por favor! Ten cuidado- Le dijo con tono preocupado. Jandi no cabía de la emoción. Recuperar al Jihoo de la secundaria le estaba costando trabajo, pero ver que poco a poco volvía a ser el mismo con ella, la llenaba de alegría y esperanza.

- Lo haré bombero y… tu también ten cuidado-

-Lo haré. ¡Gracias por llamar!-

- Es lo que hacen las esposas ¿no?-

- jajajaja, ¡Si, tienes razón!- su risa fue un bálsamo para su alma. Qué lindo era escucharlo reír. – Yo… ahora sí me voy. Adiós, esposa-

- Adiós , esposo- La llamada se cortó. Lo imaginó mostrando esa sonrisa aniquiladora. Sin proponérselo suspiró mirando el celular como si él estuviera dentro del aparato. Quería alejarse de él, pero cada vez se le hacía más difícil. Iba a guardar el celular cuando empezó a sonar. ¡Diablos! Debió apagarlo enseguida. Con mala gana contestó.

- ¿Qué hay?, Está bien. Estaré ahí en una hora. Debo atender unos clientes de Shinwa- colgó la llamada. Su mundo de arcoíris había llegado a su fin. La realidad volvía a ella de un golpe, había trabajo que hacer. Sacó la ropa de las bolsas de compras y las extendió en la cama. Una chaqueta blanca, pantalones caqui, zapatos a juego y unos guantes blancos fueron puestos en orden. Se quedó un momento mirando la ropa como si el dueño estuviera usando las prendas. Se acostó encima de la ropa y se imaginó a él abrazándola. Una pequeña lágrima se escapó de sus ojos. Desde el principio el destino no quiso que estuvieran juntos, y ahora, tampoco sería así. Presentía que algo muy malo sucedería, algo que los separaría sin remedio.


Jihoo miraba su reloj de pulsera, casi era media noche. Se encontraba escondido frente a la casa de adopción clandestina. Vestía de negro con pantalones ajustados, camisa de manga larga y guantes. Llevaba una bandana pasamontañas negra para cubrirse el rostro. Un cinturón de faja donde llevaba sus armas y una linterna, zapatos negros de suela insonora. Esperaba no tener que herir a alguien, eran poco guardias, así que entrar y salir sería fácil. El hombre que lo atendió fue el último en salir, un guardia vigilaba la entrada. Se movió sigilosamente hacia una ventana lateral para entrar. Las ventanas no tenían protección, así que usó un trapo para amortiguar el sonido al romper el vidrio y meter la mano para abrir el cerrojo. Estaba en una habitación que parecía una bodega, habían bancos rotos, juguetes, artículos de limpieza y otras cosas que no se detuvo a ver. Abrió la puerta con cuidado de no hacer ruido, el pasillo se hallaba solitario, rápidamente recordó cómo se veía el lugar y donde estaba la oficina. Sabía que tenía que caminar desde la entrada, dos pasillos y cinco cuartos hasta el final y doblar a la izquierda. Todo estaba en silencio. Se escondió en la entrada de un cuarto cuando escuchó voces que venían de la oficina. Pasaron junto a él dos hombres corpulentos con rifles de alto calibre cada uno. Esperó a que se perdieran en los pasillos y corrió hasta la habitación que le interesaba. La puerta tenía seguro, así que utilizo un alambre para abrir el seguro del cerrojo, siempre cuidando de que no lo vieran. Agradecía a Woobin cuando les enseñó a abrir las puertas. Estando dentro, se quitó el pasamontañas, y fue a revisar la computadora. Como lo suponía tenía clave. Decidió ir al cuarto de archivo, que para su sorpresa, no tenía seguro, así que entró sin problemas. Encendió su linterna y comenzó a buscar algo que se relacionara con los robos de niños. Se fijó que los estantes estaban divididos por países. Habían dos secciones, "seleccionados"y "productos". Pensó que tal vez el bebé de Junpyo estaba en los productos, pensando en que se referían a los que ya tenían en su poder. Inmediatamente fue hacia donde decía "Corea del Sur" y buscó el año de nacimiento del bebé.

-2011…2011…2011, decía en voz baja y alumbrando con su linterna. ¡Si!- dijo una vez halló el cajón correcto. Lo abrió rápidamente para buscar Seúl. Las carpetas estaban numeradas y al final tenían una letra. Se imaginó que era el apellido del niño, buscó la letra G. Había varias, ¿Cómo iba saber cuál era?. Se detuvo a ver los números. -¡Claro! El número se refería a la fecha del robo y tal vez los últimos dígitos se referían al consecutivo según el orden de sustracción. El bebé tenía la misma fecha de nacimiento de Doyun, día en que se realizó el robo, 7 de Junio de 2011. Curiosamente sólo había una carpeta de ese día. Al parecer sólo se robaron al bebé de Junpyo en esa ocasión. Tenía que ser esa. La guardó dentro de su camisa y cerró el cajón. Se puso de nuevo el pasamontañas y apagó su linterna para salir. Iba hacia la salida cuando escuchó gritos y golpes. Retrocedió sus pasos y se detuvo en los monitores que mostraban cada habitación de ese lugar. En la entrada principal venían arrastrando a una pequeña de no más de 8 años, ella forcejeaba, pero sus intentos eran inútiles ante los hombres corpulentos que la sujetaban con fuerza. Jihoo apretó los puños, le daba tanta rabia e impotencia ver esa escena. Quería salir y quitársela a esos monstruos. Vio que la metían a un cuarto y le daban golpes para hacer que se callara, la niña cayó desmayada en el suelo y entonces los hombres salieron dejándola sola. Jihoo se acercó al monitor y tocó la pantalla. Se veía tan indefensa, pronto eso acabaría, denunciaría a esos tipos después de conocer su contacto en Corea.

-¿Quién estará extrañándote ahora?- le preguntó al monitor. Salió sigiloso de la habitación, empezó a avanzar hacia el cuarto de donde había entrado. Escuchó pasos y se escondió en un pasillo.

-¡Sáqueme de aquí!- escuchó a alguien que le habló detrás de la oreja, lo que hizo que se sobresaltara y volteara. Estaba justo en la puerta de un cuarto que solo tenía una ventanilla con barrotes. Unos ojos oscuros y enrojecidos por el llanto lo miraban con súplica. Se dió cuenta que era la niña que había visto por el monitor. Asustado se acercó a ella.

-¿De donde eres?- le preguntó

-Seúl, estaba llegando del colegio y antes de entrar a mi casa, unos hombres me llevaron en un carro. Y ahora estoy aquí- decía la niña llorando

-¿Con quien vives?-

-Con mi Mamá, mi hermano y mi abuela-

-¿Cómo se llama tu Mamá?- Myu Min Huk

-Buscaré a tu Madre lo prometo- los pasos se acercaban a donde él estaba. Lo que lo puso en alerta.

-Debo irme, pero buscaré ayuda- La niña asentía con la cabeza mientras seguía llorando. Jihoo sentía que se le partía el alma. Se dió la vuelta para irse, la voz de la niña lo detuvo.

-!Espere!, busque a la Señora, "La Viuda Negra"- Jihoo arrugó el entrecejo. – Ella lo puede ayudar- Jihoo asintió no muy convencido. Los pasos se oían más fuertes.

-Tu nombre. Dime tu nombre- le preguntó con urgencia.

-Myu Min Hi-

-No lo olvidaré, lo prometo- salió de su escondite, pero uno de los hombres que llegó a la celda de la niña logró verlo.

-¡Hay alguien aquí!- gritó y puso en alerta a su compañero. Ambos corrieron hacia él para alcanzarlo sacando sus armas y disparándole. Jihoo corría a toda velocidad esquivando las balas. Dobló por varios pasillos, no sabía dónde estaba la salida. Si no la hallaba pronto, estaría perdido. En otro pasillo salieron otros hombres disparándole haciendo que cambiara de dirección. Se detuvo detrás de una pared. Tendría que regresar por donde llegó, pues no conocía otra salida. Sacó su arma y respiró hondo, los enfrentaría y se arriesgaría para pasar. Puso la punta de la pistola en su frente y cerró los ojos por un segundo. Recordó a Junpyo dándole el sobre con la esperanza de que hallará a su hijo, a Doyun suplicándole que lo sacara del internado, a Jandi abrazada a él pidiendo que la ayudara a dormir. Vino a su mente la promesa que le hizo de llamarla nuevamente. Tenía que salir de ahí con vida. Abrió los ojos y con determinación se dijo a sí mismo.

-Esta noche no vas a morir Yoon Ji Hoo, tu esposa te espera- y saliendo de su escondite empezó a disparar a todo el que se encontrara en el camino, mientras avanzaba hacia la salida. Más hombres salían no sabía de donde. A toda velocidad corría por los pasillos, recibió un disparo en el brazo y cayó estando ya cerca de la bodega de donde había entrado, como pudo se levantó y abrió la puerta, los hombres ya estaban muy cerca de él. Salió por la ventana y afuera habían más hombres, se fue por el lado contrario. El dolor en el brazo empezaba a molestarlo, corría más lento, estaba sangrando mucho. Con la mano del brazo sano se cubría la herida de bala. Caminaba más errático por el cansancio y por la herida. Cuando al fin sintió que ya los había perdido, se detuvo y se arrodilló en el pavimento de una calle oscura. Tenía la cabeza abajo tratando de regular su respiración. El sonido de un casquillo detrás de él hizo que el miedo lo invadiera. Finalmente siempre iba a morir ese día. Cerró los ojos esperando el disparo. A los pocos segundos, escucho la detonación. Jihoo permaneció quieto pero no sintió nada. Abrió los ojos y vió como un hombre caía delante de él.

-¡Siempre queriendo hacer las cosas solo!- se giró hacia atrás y un sonriente Woobin le extendía la mano para ayudarlo a ponerse de pie.