Hooola. No puedo creer que ya cumplí un año desde que inicié esta historia. Creo que he tardado mucho con ella. Pero agradezco a quienes siguen leyendo. Tener muchas ocupaciones me impide actualizar más rápido, pero estoy tratando de hacerlo sin demorar tanto. Tampoco piensen que la dejaré a medias, ya dije que la voy a terminar. A veces siento que a muchas no les gusta el hecho de que JiHoo y JanDi no tienen una relación de solo momentos lindos, quizás no es mi estilo. Me gustan los matices y que ellos se vayan encontrando a sí mismos hasta lograr compaginar por completo. Quizás porque ambos son muy diferentes. Es mi perspectiva, pero acepto todas sus opiniones. Espero les guste el capítulo y espero esta misma semana subir el siguiente.
Saludos a quienes se toman el tiempo de leer. Gracias!
Capítulo XXII
El taxi avanzaba cada vez más hacia calles más estrechas y alejadas de la ciudad. DoYun se fijaba en el paisaje forestal que cubría ambos lados del Camino. De alguna manera se le hacía conocido, miraba de vez en vez a su madre que no había pronunciado palabra alguna desde que se habían subido al taxi. No pudo saber que dirección había dicho, pues ella solo se la mostró al chofer desde el GPS de su celular.
-¿Le hablaste a Tío YiYo?- le preguntó.
- No tengo señal aquí- contestó sin mirarlo. El asintió como respuesta. Cuando volvió su vista al frente, sus ojos se abrieron horrorizados, y en un instinto de protección, puso sus manos en el respaldo del asiento delantero del auto.
-¿Qué hacemos aquí?- preguntó con los nudillos blancos por la presión de sus puños. JanDi seguía sin mirarlo.
-¿Mamá?- volvió a preguntar. De nuevo no hubo respuesta.
El auto se detuvo y JanDi agradeció al chofer mientras le pagaba sus honorarios. Abrió su puerta y le dijo a DoYun;
-Llegamos, !baja ya del auto! - El no se movía, y la miraba con los ojos cristalinos.
-¡No lo haré! ¡No voy a bajarme!- le respondió alzando un poco la voz y los dientes apretados.
-¡DoYun! ¡Baja ahora mismo del auto!- le gritó de forma autoritaria. Cerró su puerta y rodeó el auto para abrir la del lado de DoYun.
-¡Jovencito, debe bajar del auto!- le dijo el chofer del taxi. DoYun comenzó a temblar al no poder contener las lágrimas. Bajó del auto con la cabeza gacha y los puños apretados. Su cuerpo completamente tenso, delataba su estado de negación e impotencia en el que se encontraba. El Taxi arrancó y se fue dejándolos solos.
-¡Camina!- le dijo JanDi, pero él no se movió de su sitio. -¿No escuchaste?- volvió a decirle.
-¿Por qué me odias tanto? ¿Qué te hice?- le contestó con los dientes apretados y lágrimas corriendo por sus mejillas.
-¡No lo Entiendo! ¡siempre he vivido pensando en ¿Por qué?- continuó diciéndole. JanDi tragó fuerte y volteó el rostro para no mirarlo, involuntariamente sus ojos se cristalizaron, era la primera vez que él exponía sus sentimientos ante ella, y se dió cuenta, que eso también le estaba afectando.
- Esto no tiene relación con que te odie o no. Es por tu seguridad-
-¡Mi seguridad!? - le gritó él levantando por fin la vista para enfrentarla. – ¿O tú alivio? Dijiste que iríamos donde Tío YiYo y me trajiste aquí. ¿Por qué? Me trajiste a este lugar que tanto odio- JanDi volvió la vista hacia él con el rostro endurecido.
-Escúchame bien niño rebelde! Esos hombres en el parque iban por ti, hay gente que te persigue, este lugar es el más seguro, nadie podrá …-
-Mi tío me puede proteger. ¿Por qué no fuimos con él? Tú sabes que le pasó, ¿no es cierto?- la interrumpió DoYun. JanDi vaciló y no pudo sostenerle la mirada. -Solo quieres deshacerte de mi-
-¡No es así!- le contestó de vuelta enfrentándolo. – El lugar dónde está tu tío no es seguro para ti, yo iré a buscarlo, pero no puedo exponerte, es peligroso-
-Sé cuidarme-
-No lo suficiente. Cuando estemos juntos, vendremos por ti. Confía en Mí- se cruzó de brazos y se limpió las lágrimas. La miró entrecerrando los ojos para preguntarle,
-¿Lo prometes Mamá?-
-Lo Prometo-
-Solo dime una cosa…-, dijo cambiando el tono de su voz y bajando los brazos. JanDi lo miró interrogante pero asintió para alentarlo a que continuara.
-¿Te enamoraste de él? ¿Te enamoraste del Tío YiYo?- dijo con ojos anhelantes. Ella lo miró fijamente, la pregunta la tomó desprevenida, ¿que iba a contestarle? Se quedaron en silencio y DoYun volvió a hablar.
- Mamá, no deberías estar sola. Sé que amaste mucho a Papá, pero sé que podrías querer al Tío YiYo, creo que deberías intentar ser feliz de nuevo- respiró hondo y pasó junto a ella para encaminarse hacia el imponente edificio que se alzaba frente a ellos. Sabía lo que le esperaba, el castigo más fuerte era el congelador, y ese era el que recibiría por haberse escapado.
- Espero cumplas tu promesa- le dijo. Caminaba resignado hacia el lugar de su tortura, pero confiaba en que en cuanto su Madre hallara a su Tío, saldría de allí, él se lo prometió.
-¡DoYun!- escuchó la voz de su Madre llamándolo. Se giró para verla.
- La respuesta es Sí- Se le iluminaron los ojos, y una sonrisa dibujó su rostro, sobre todo porque su Madre también sonrió, era la primera vez que le sonreía.
- Prometo que regresaré por ti, ya no voy a abandonarte- DoYun asintió en respuesta y sus ojos se humedecieron, podía sentir por primera vez, un apoyo por parte de ella y eso lo emocionó de sobremanera. Aún había esperanzas para ellos. Respiró hondo, y con nuevas energías, corrió hacia la escuela que tanto odiaba, sabiendo que podría soportar cualquier cosa, pues ahora, ya no estaba solo.
Caminaba entre la poca gente que aún se encontraba en el lugar. Algunos juegos mecánicos habían dejado de funcionar y sus dueños empezaban a cubrirlos con lonas para evitar su deterioro y prepararlos para el siguiente día. El sol tenue del atardecer provocaba sombras que dificultaban la visión, JiHoo sabía que muy probablemente ya no se encontrarían ahí, pues ya hacía mucho que había pasado la hora de encuentro. Aún así, tal vez podría encontrar algo que lo ayudara a localizarlos. ¿Cómo pudo ser tan confiado? El… se dejó llevar simplemente por el egoísmo de ser parte de una familia por un día. Pero olvidó que no eran una familia común. Agotado se sentó en una butaca cerca de algunos vendedores ambulantes que recogían su mercancía mientras hablaban en voz alta sin importarles ser escuchados, su plática era de cosas cotidianas sucedidas en el día, hasta que una parte llamó su atención.
-¿Será que el niño se encuentre bien?-
-Ese Hombre casi lo mata-
-Yo estuve a punto de intervenir pero la mujer fue muy oportuna-
-¿Ella estaba con ellos?-
-Creo que no, parecía ser su Madre-
-¿Tu crees?-
-Yo Creo que si, porque luego se fue con el niño…- En ese momento JiHoo ya no quiso seguir escuchando y mejor quiso preguntar directamente.
-¡Perdón! ¡Discúlpenme la interrupción!-
-¡Senador!- dijeron ambos abriendo los ojos y haciendo profundas reverencias al reconocerlo.
-¡Si, así es, bueno…eh..! ¿Saben ustedes hacia donde se fueron la mujer y el niño de los que hablaban?-
-Hacia allá- dijeron al unísono, al tiempo que señalaban con el dedo hacia el restaurante de hamburguesas.
-¡Gracias!- contestó JiHoo dirigiéndose hacia la fonda de comida. Apenas entró, la dueña del lugar fue a su encuentro.
-¡Senador! Hay una mesa especial para usted, le daremos la orden especial- le dijo la mujer mientras limpiaba su delantal y se estrujaba las manos con un trapo.
-Está bien… no vine a comer, ¡Gracias!- le contestó apenas sonriendo. La Mujer cambió su gesto y torció un poco la boca.
-Me preguntaba si… un Mujer y un Niño pararon por aquí hoy- Ella torció los ojos y contestó con desgano.
-Muchas mujeres y muchos niños entran y salen durante el día Senador-
-¡Claro! Pero un niño de cabello rizado como de esta altura- le mostró poniendo su mano a la altura de su pecho.
-¡Oh! El niño de cabello rizado. Si, nunca pasaría desapercibido al igual que su Madre. Bueno, estuvieron aquí por poco tiempo, pidieron comida para llevar y se fueron. Igual estaban con ellos dos personas mayores- JiHoo sacó un billete de alta denominación y se lo entregó a la mujer, quien abrió los ojos sorprendida, olisqueó el billete y se lo guardó entre los pechos.
-Muchas gracias por la información- La mujer le sonrió y puso sus manos en las caderas.
-Cuando guste Senador. Estamos para servirle- le dijo mientras le guiñaba un ojo. JiHoo hizo una reverencia y salió del lugar. Decidió llamarle al Señor Park.
-¡Al fin Amo! La señora estaba muy preocupada por Usted. Fue a buscarle con el niño-
-¿JanDi fue a buscarme?-
-Eso fue lo que nos dijo. Nos pidió que le dijéramos si usted aparecía-
-No se preocupe, yo le llamo. Ustedes estén tranquilos. ¿Dice que DoYun sigue con ella?-
-¡Así es amo!-
-Bien, ¿Sabes si fue al Senado?-
-Ella sólo dijo que usted estaría en un lugar peligroso-
-¡De acuerdo!, me comunico más tarde. Por favor, si la Señora llega a casa, me avisan de inmediato-
-Así será amo-
-Bien, gracias-
Respiró hondo y volteó al cielo que ya empezaba a teñirse de negro, los lienzos rojizos y naranjas empezaban a desaparecer. Buscaba una respuesta, quería encontrar a su ahijado, pero nuevamente necesitaba verla a ella. Su deducción tenía que llevarlo a sentir repudio y coraje hacia su persona, y sin embargo, solo quería encontrarla, saber que estaba bien, que no estaba con él. Recordó el momento en que con ojos suplicantes, le pidió que fueran un matrimonio normal, eso tenía que bastar para que sus temores se disiparan. Ella era La Viuda Negra, pero también, era la Mujer que se entregó a él, y la que se preocupó cuando DoYun estaba perdido. Su celular comenzó a sonar, no se demoró en contestar, tal vez era ella al fin.
-¿Hola?-
-Senador Yoon, es un gusto escucharle-
-¿Quién habla?-
-Por favor disculpe mi falta de educación, pero creo que… no necesito presentación, usted ya debe saber quién soy- JiHoo apretó la mandíbula. Sabía quién era.
-¿Para que me llamas?-
-Bueno, necesito negociar algo con usted…-
-No me interesa hacer negocios con personas como usted-
-Creo que no ha entendido Senador… no le estoy pidiendo que hagamos la negociación, más bien, usted necesita hacerla conmigo-
-¿Cómo dices?-
-Yo tengo algo valioso para usted, pero quiero hacer un intercambio. Revise sus mensajes, acabo de enviarle una foto- JiHoo busco en mensajes recientes y apareció uno nuevo de un número desconocido, al abrirlo el calor invadió su cuerpo e instintivamente apretó los puños, su rostro se endureció y volvió a la llamada.
-¿Qué quieres?-
-Ahh, ahora si nos entendemos. Vera, primero anoté esta dirección, debe venir solo o no hay Intercambio-
-Escucho- JiHoo anotó la dirección cuidando de no equivocarse.
-La tengo. Ahora escúchame bien. No te atrevas a lastimarla, si encuentro un solo rasguño, no hay trato y tu acabarás muerto, ¿me entendiste?-
-Jajajajajaja, ¡Vaya Senador! No sabía que tenía ese tipo de carácter, pensé que usted era más… pacífico. Pero no se preocupe, estamos cuidando muy bien a su princesa-
-Te veo ahí- dijo JiHoo y colgó la llamada. Fue directamente a su vehículo y lo arrancó tan rápido que dejó una marca en el pavimento donde antes estaban las llantas de su vehículo. El tiempo era crucial y ese malnacido podía hacerle algo.
Entró de forma altanera al lugar, no podía perder el tiempo, JiHoo tal vez ya estaba con Takeshi o estaba por llegar, tenía que actuar rápido. Los guardias le hicieron una reverencia mientras ella se dirigía a donde estaba prisionera Jae Kyung.
-Déjenme pasar, necesito ver a la prisionera- Les dijo a los que custodiaban la habitación.
-Lo siento señora, pero tenemos órdenes de que nadie pase a menos que lo autorice el Señor Kaneshiro-
- Escúchame bien engendro, tus días están contados si le digo al Señor Kaneshiro que desobedeciste una de mis órdenes, ¿entiendes eso?-
-Esta bien Señora- dijo el hombre apenado y le abrió el paso. Buscó con la mirada la figura de Jae Kyung, la encontró acurrucada en un rincón, estaba desaliñada, su cabello le cubría casi todo el rostro, la ropa deportiva estaba sucia. Una bandeja de comida intacta estaba frente a ella. Se acercó y pudo ver marcas de llagas en las muñecas, debido a la soga que las tenía atadas, posiblemente intentó quitárselas sin éxito, lastimándose. Se agachó frente a ella para observarla mejor, no tenía mordaza, sin embargo tenía partido el labio inferior y se veía una marca roja en su mejilla derecha, parecían heridas recientes.
-Deberías comer o morirás de hambre- Jae Kyung abrió los ojos cuando escuchó su voz, fijó su mirada en ella y se pegó más a la pared.
-¡Tu!… ¿tú estás con ellos?- preguntó con la voz temblorosa. Ella levantó los hombros y se puso de pie.
- Yo no estuve involucrada en tu secuestro, si es lo que quieres preguntar-
- Entonces… ¿Qué haces aquí?- JanDi se cruzó de brazos de espaldas a ella.
- Vine a sacarte de aquí- Jae Kyung no entendía bien la actitud de JanDi, pero aún así agradecía que fuera a ayudarla.
-¿Cómo harás eso? ¿Todas las entradas están vigiladas?-
- De eso me encargo yo. Por lo pronto come que necesitas fuerzas-
-¡Gracias JanDi! Pensé que me odiabas-
- No te equivoques. No estoy haciendo esto por ti- Jae Kyung arrugó el entrecejo. JanDi se giró para quedar frente a ella.
- ¿No te dije que comieras?- Le dijo levantando una ceja.
- ¿Por qué me odias? ¿Qué te hice?-
-Deja de hacer preguntas estúpidas, no hagas que yo me arrepienta. Así que come de prisa porque no tenemos mucho tiempo-
-No tengo hambre-
-¡Mejor entonces! ¡Vámonos!- JanDi sacó una llave y movió la cama con dosel, levantó la alfombra y con la llave quitó un candado de una puerta en el suelo, abrió y llamó a Jae Kyung. Esta se acercó a ella sin poder contener su asombro. Entraron a una especie de túnel subterráneo.
- ¿A dónde lleva esto?- preguntó Jae Kyung
- Nos llevará fuera de los límites del clan japonés. Si tenemos suerte, tendrás tiempo de sobra para pedir ayuda e irte-
-¿No te quedarás conmigo?-
-¡No puedo! Sería muy obvio-
-¿Tu construiste ese túnel?-
-Jajajajaja, yo nunca fui prisionera. Ese túnel existe porque yo así lo pedí, pero las personas que lo hicieron ya no están, así que solo yo sé de su existencia, lo pedí para aligerar mi trabajo- Después de varios minutos caminando y alumbradas con un pequeña linterna que JanDi tenía, comenzaron a ver un poco de luz natural.
-Ya casi estamos en la salida- le Dijo. Jae Kyung se detuvo y le tomó el brazo.
-JanDi, ¡Gracias!- Ella se soltó de su agarre.
- No me agradezcas, ya te dije que no lo estoy haciendo por ti- Ella la miró y sonrió comprensivamente.
-Es por él, ¿no es cierto? Le amas- JanDi no respondió.
-Hay que seguir avanzando. No te retrases- le dijo para no contestar a su pregunta. Cuando ya se vislumbraba la salida, JanDi la instó para que corriera.
- Puedes terminar el recorrido tú sola, yo debo regresar, cuida que no te vean y pide ayuda rápido-
-JanDi… debo decirte algo importante-
-No pierdas tiempo, tienes que irte-
- JanDi… sé quién mató a JunPyo- le dijo poniéndose frente a ella. Ella se quedó en silencio, sus ojos se cristalizaron al recordar a quien fuera el amor de su vida.
-Yo también- contestó controlando su voz quebrada. Pero… no pierdas el tiempo y ¡por favor!. No le digas a nadie que yo te ayude, mucho menos a JiHoo-
-¿Por qué?-
-¡Solo, haz lo que te digo!, ahora, ¡Corre!-
-Pero… hay algo más… - insistía Jae Kyung, ella la tomó de los hombros y la empujó para que se fuera. Se escucharon ruidos de pasos.
-No hay tiempo. ¡Vete ya!-
-Pero… debes saber…-
-¡Solo vete!- le dijo casi gritando. Jae Kyung asintió dudosa, parecía aún decidida a decirle algo pero no había tiempo. Cuando al fin la vió dirigirse a la salida, se dió la vuelta y regresó por el mismo camino del túnel. Llegó a la habitación y cerró de nuevo la puerta, la cubrió de nuevo con la alfombra y la cama de dosel. Se sacudió el polvo. Fue al armario y tomó varias sábanas, las envolvió y las puso entre las cobijas de la cama simulando un cuerpo durmiendo. Respiró profundo y se acomodó el cabello. Abrió la puerta y habló con los guardias, no la molesten, tuve que sedarla, estuvo muy impertinente- Ellos intentaron mirar adentro y JanDi volvió a hablarles.
-¡No escucharon!-
- Si, perdone Señora-
-Llegas tarde- Takeshi, la miraba desde el enorme sillón de la sala de estar, sentado con las piernas cruzadas y fumando su habitual puro.
-Ya estoy aquí, ¿no?- sacó una bocanada de humo para después ofrecerle un cigarrillo. Ella lo aceptó gustosa, le urgía uno.
-¿Hablaste con ella?- JanDi se sentó frente a él y cerraba los ojos a cada aspiración del humo en sus pulmones, tenía que actuar lo más natural posible. Solo esperaba que ella ya se encontrara muy lejos, si no todo sería en vano.
-Lo hice. Ella no sabe nada- El se Levantó del sofá y se acercó a ella, la tomó del brazo que tenía el cigarrillo, y con fuerza tiró de ella para levantarla, la pegó a él rodeando su cintura con el otro brazo. JanDi podía sentir su aliento a alcohol y nicotina, una mezcla que antes le excitaba y que ahora le causaba repulsión. Expulsó una bocanada de humo justo en su rostro, quería hacerle ver que ella aún tenía el control.
-¿Qué hiciste anoche? ¡Te esperé como un imbecil! ¿Qué tanto te tenía ocupada?- le decía con los ojos encendidos.
-Negocios de Shinwa, ¿no te lo dije?-
- ¡Escúchame, Florecita! Necesito confirmar que sigues conmigo, porque si compruebo que estás cambiando tu lealtad… no podrás evitar tu castigo- JanDi le sostuvo la mirada, había aprendido muy bien a esconder sus emociones, lo aprendió justamente de Él mismo. Solo un hombre podía traspasar esa barrera descifrándola, y no era el que en estos momentos estaba frente a ella.
- ¡Pruébame!- le dijo. Él sonrió con arrogancia.
-¡Ven conmigo!- Takeshi y JanDi salieron del edificio colonial y se subieron a un auto bugatti negro, propiedad del japonés. Solo ellos dos, sin guardias o choferes. El aceleraba cada vez más, JanDi comenzó a sentir miedo pero intentó no demostrarlo. Fumaba su cigarro para controlar los nervios y miraba al costado para evitar ver cómo rebasaba los autos que parecían estar detenidos, debido a la alta velocidad a la que viajaban. Les había sorprendido la noche y Takeshi encendió las luces de helio del vehículo. Por fin comenzó a bajar la velocidad, lo que hizo que JanDi comenzara a soltar el aire que había estado conteniendo. Le sorprendió ver que estaban en una playa, la luz de la luna iluminaba el mar haciéndolo un hermoso paisaje nocturno. El auto se detuvo frente a un muelle, lo estacionó de espaldas al mar listo para salir en cualquier momento.
-¿Qué hacemos aquí?- Takeshi miró su reloj de mano y luego volteó hacia ella sonriendo.
-¡Ten paciencia! Aún no llega nuestro invitado- JanDi arrugó el entrecejo. A los pocos minutos, las luces de un auto se acercó a donde ellos se encontraban, debido a que se estacionó frente a ellos, no podía ver qué vehículo era, solo podía ver las luces que encandilaban sus ojos. Takeshi volvió a sonreír y le guiñó un ojo, luego le dio un beso corto en los labios y habló muy cerca de su rostro en un susurro.
-Ya está aquí- dijo, y abrió la puerta de su vehículo para salir. En cuanto Takeshi salió, la puerta del conductor del vehículo frente a ellos también abrió su puerta. Casi se le corta la respiración cuando en medio de la oscuridad pudo ver la silueta de un Hombre alto, delgado y el dorado de su cabello podía verse con las luces de los autos. Abrió los ojos de par en par y el pulso se le aceleró provocando que su temperatura corporal bajara estrepitosamente.
¡No podía ser él! ¡No! ¿Que diablos pretendía Takeshi?
-Al fin nos encontramos Senador. Es grato que haya acudido a mi llamado tan pronto-
-¿Dónde está?- escuchó que le dijo. No había dudas, era él, su voz era inconfundible, apenas la había escuchado hace unas horas susurrándole palabras sensuales mientras hacían el amor. Miraba a los dos hombres desafiándose uno frente al otro. Takeshi sacó su puro y empezó a fumarlo con serenidad.
-Estará aquí pronto- ¿De quién hablaba? ¿No sería de Jae Kyung? Ella la había ayudado a escapar, ¿será que no lo había logrado? ¡Demonios! Odiaba no saber que estaba pasando.
Las luces de varios vehículos iluminaron el lugar donde se encontraban. De ellos fueron descendiendo varios hombres armados con pasamontañas y para su sorpresa dos de ellos llevaban a una Jae Kyung amordazada, con una venda en los ojos y atada de manos, que forcejeaba tratando en vano de liberarse. ¿Pero qué demonios? ¡La habían atrapado! Vió como Takeshi la miraba de reojo y sonreía. Él lo sabía, el maldito sabía que ella la había liberado. JiHoo intentó acercarse a Jae Kyung pero fue detenido por varios hombres.
-Te dije que no le hicieras daño-
-¡Y hemos cumplido!- contestó Takeshi. - ¿Quiere ver? ¡Quítenle la mordaza! – Ordenó – Jae Kyung fue liberada de la mordaza y solo podía verse un pequeño moretón en el labio inferior. JiHoo apretó los puños.
-Está herida-
-¡JiHoo! ¿Eres tu?- habló Jae Kyung débilmente.
-Estoy aquí. Pronto te irás conmigo-
-¡No! ¡JiHoo! ¡No accedas a nada de…!- En ese momento volvieron a colocarle la mordaza.
-¿Pero qué haces?- le preguntó a Takeshi queriendo abalanzarse sobre él por lo que le estaba haciendo a su amiga. Pero nuevamente fue detenido por varios hombres.
-Te mostré que está bien, pero como verás, habla demasiado. Entonces, hablemos del intercambio- JiHoo entrecerró los ojos y miraba alternativamente entre él y Jae Kyung. Luego asintió con la cabeza.
-¡Dime que quieres!- le dijo con urgencia. Takeshi sacó humo de su puro y luego lo tiró al suelo. Sonrió a medias y levantó una ceja.
-Veo que no me equivoqué al pensar que esta chica te importaba Senador, podría ser… ¿que tengas sentimientos por ella?- JanDi escuchaba atenta la conversación de ambos hombres. No había querido salir del vehículo porque podría poner en peligro la vida de JiHoo. Pero notaba la angustia en el bello rostro de su esposo al ver a Jae Kyung en esas condiciones. De pronto sintió molestia. ¡Esa tonta Se dejó atrapar!, y ahora El tenía que exponerse por ella. Lo dicho por Takeshi hacía que se le acelerara el pulso, ella también quería escuchar su respuesta. JiHoo apretó la mandíbula sin perder el contacto visual con el hombre frente a él.
-Eso es algo que a ti no te incumbe, solo dime que quieres y acabemos esto- contestó JiHoo ofuscado.
-Bien, quiere ir al grano. Usted tiene algo que me pertenece. Es propiedad de los Kaneshiro y lo quiero de vuelta- JiHoo arrugó el entrecejo y negó con la cabeza.
-No entiendo que pueda tener que le pertenezca-
-Un anillo, con un diamante en el centro, entréguemelo- JiHoo recordó que el único anillo que le había sido entregado había pertenecido a su Madre, pero no tenía un diamante. ¿De qué anillo hablaba Takeshi? Al ver la confusión en el rostro de JiHoo, Takeshi levantó las cejas y ordenó a dos hombres que lo inmovilizaran. JiHoo se vio atrapado sorpresivamente.
-¿No tiene idea de lo que estoy diciendo Senador- JiHoo no respondió.
-Tendré que hacerlo recordar entonces- Takeshi se acercó a él y le dió un puñetazo en el rostro y otro en el estómago, lo que hizo que él se doblara de dolor y cayera de rodillas en la arena. Volvió a golpearlo y comenzó a escupir sangre. JanDi no soportaba ver esa escena, su esposo estaba siendo golpeado brutalmente. Salió del vehículo y se interpuso entre JiHoo y Takeshi con los brazos extendidos.
-¡Déjalo! Él no sabe nada-
-Jan…Di- dijo con dificultad JiHoo, ella no se giró. Permanecía frente a él dándole la espalda, quería detener esa tortura.
-Yo creo que más bien, no quiere decir nada. Así que muévete Florecita, he esperado mucho tiempo por hacer esto-
-No lo haré, para ya. ¡Vas a matarlo!- El arrugó el entrecejo y la miró fijamente.
-¿Te importa este imbecil? Si muere, te conviene, porque herederas todo su imperio, es algo, que queríamos ¿no?- Ella respiró hondo debía mentirle para detenerlo, no iba a permitir que siguiera lastimándolo.
-Si, es lo que queríamos. Pero lo necesitamos aún-
-¿Lo necesitamos? O ¿Tu lo necesitas?- JanDi tragó saliva tenía que decir algo que convenciera a Takeshi
-Me atrapaste, he estado jugando con él. ¿Qué puedo hacer? Es mi naturaleza – Takeshi soltó una carcajada
-Por eso me encantas Florecita, sin embargo, debo probar tu lealtad-. Hizo una señal con la mano y acercaron a Jae Kyung poniéndola junto a JiHoo.
-Alguien ayudó a escapar a nuestra invitada, y … fuiste la última en visitarla. Fue suerte que pudimos atraparla antes de que cruzara nuestros límites- Takeshi jaló a JanDi hacia él, pegándola de espaldas a su cuerpo y comenzó a tocarle los pechos descaradamente. JiHoo quiso soltarse, y quitarle las manos sucias a ese malnacido de ella.
-Acaso, ¿tú la ayudaste Florecita?- le dijo en el oído.
-¡Suéltala! ¡Cerdo!- le gritó. El Volteó su mirada hacia él y sonrió.
-Senador, ¿aún no has entendido? Aquí el que sobra es usted. Florecita es Mía desde hace mucho tiempo. Usted nunca ha sido de su agrado- JiHoo arrugó el entrecejo y miró a JanDi buscando una explicación. Ella sentía que lloraría en cualquier momento, odiaba el toque de ese hombre, pero a la vez, no soportaba ver que le hicieran daño al hombre que tenía enfrente, así que una vez más, tuvo que mentir.
-¿No te lo dije Bombero?, Tú no eres mi tipo- Dijo, pero él negó con la cabeza.
-¡Mientes!- le dijo. JanDi apretó la mandíbula y contuvo sus lágrimas. Volteó hacia Takeshi, le tomó el rostro y lo besó apasionadamente. JiHoo sentía que había muerto en ese instante. Ella una vez más, le había rechazado, escogiendo a otro en lugar de él. Cuando se separaron no podía sentir más que asco. Odiaba haber empezado a sentir cosas por ella, ahora se daba cuenta, que nunca podría ser algo más en su corazón. ¡Qué iluso había sido! Takeshi lo miraba con suficiencia, luego dirigiéndose a JanDi le sonrió mientras le decía;
-Ahora sé que sigues de mi lado. Y usted Senador- dijo dirigiéndose a JiHoo - busque ese anillo, tiene un mes, de lo contrario, me llevaré lo que más quiere en este mundo, pero esta vez, será para siempre. ¡Suéltenlos!- ordenó, y tomando a JanDi de la cintura, la condujo hasta su Auto. JiHoo la miraba con rabia y decepción, ella nunca volteó hacia él. Los demás hombres los soltaron y se subieron a los demás vehículos. JiHoo seguía de rodillas en la arena, mirando hacia el auto enfrente de él. Una vez adentro, JanDi le sostuvo la mirada unos segundos y después la desvió hacia un costado.
-JiHoo…- una débil voz lo hizo reaccionar. Con premura le quitó la venda de los ojos y la mordaza que ya estaba floja. Le desató las manos y se fijó que tenía heridas.
-Jae Kyung… ¿estás bien?- Ella en respuesta se abalanzó sobre él y lo abrazó con ímpetu derramando lágrimas de alivio. El le acarició la espalda para tratar de consolarla.
-¡shhh! Ya estás a salvo. Te llevaré a casa- dijo mientras la sostenía para que se levantaran y llevarla hasta su auto. JanDi miraba la escena desde el auto de Takeshi, apretó la mandíbula cuando vió a JiHoo abrazar a Jae Kyung. Cuando se fueron juntos, su cuerpo empezó a temblar involuntariamente, y sin poder contenerla más, una lágrima solitaria salió de sus ojos. Takeshi arrancó el vehículo y comenzó a alejarse del lugar. Odiaba tanto su vida. Pero al fin tenía a Takeshi donde quería, confiando en ella. Llegaron a la Mansión Gu y Takeshi de inmediato se bajó para abrirle la puerta. Cuando descendió del vehículo, él estrelló su palma en su mejilla, haciéndola caer estrepitosamente.
-¡Perdón Florecita! Pero eso te lo merecías por dejar que ese imbecil te tocara. Tú eres mía, ¿entendiste? ¡No lo olvides!- dicho esto se subió a su vehículo arrancándolo a toda velocidad. JanDi se tocó la mejilla y comenzó a golpear el piso con fuerza hasta lastimarse. Dejó fluir libremente el llanto contenido y se recostó sobre el suelo boca arriba, unas gotas de agua comenzaron a mojar su rostro, se avecinaba una tormenta, igual que la que había dentro de su alma. Se sentó y dejó que la lluvia helada la empapara, necesitaba un desahogo, y sentir su cuerpo húmedo, le ayudaba a disminuir el volcán de emociones que la estaban consumiendo.
-JunPyo… eres un maldito- comenzó a decir en voz alta. - ¿Por qué no me advertiste que amarlo iba a ser una tortura? ¿Estarás riéndote de mí? ¡Te odio maldito imbecil!- gritó en la oscuridad envuelta en llanto.
-¡Ayúdame, por favor! Siento que ya no puedo más. ¿Por qué no me dijiste que el anillo era de Takeshi? ¡Ojalá estuvieras aquí para volver a matarte yo misma!- Los relámpagos iluminaban su cuerpo tendido cada vez y su llanto era ahogado por el ruido de la tormenta y el sonido de los rayos que caían uno a uno haciendo el momento más funesto.
JiHoo llegó a su residencia y de inmediato le pidió a la Señora Jung que se encargara de Jae Kyung. La Mujer se asustó al verlo con el rostro ensangrentado y amoratado, pero él le dijo que era más importante ver por el bienestar de su amiga. Una vez que se la llevó, él fue al bar y se sirvió una copa, el señor Park se acercó a él.
-Amo, ¿Quiere que le prepare agua tibia para que se asee?-
-!Si, gracias!- El hombre se dio la vuelta pero JiHoo le habló nuevamente.
-¡Señor Park!-
-¡Dígame, amo!-
-Usted y la señora Jung estuvieron con mi esposa esta mañana, ¿Verdad?-
-¡Así es!-
-Dime todo lo que sucedió -
-Estábamos acompañando a la Señora y a su hijo, mientras se divertían en el parque, a la hora del almuerzo, nosotros fuimos al auto a dejar las compras y regalos del Amo DoYun. Cuando volvimos, vimos a la Señora que estaba defendiéndose de unos hombres que la estaban atacando, yo me quedé a ayudarle, mientras que ella iba por el Amo DoYun que estaba siendo atrapado por uno de esos hombres. La señora Jung llamó a la policía, y cuando se escucharon las sirenas, todos corrieron dejándonos solos. La Señora, el Amo y nosotros, llegamos a un restaurante para resguardarnos. Después la Ama hizo una llamada y nos dijo que usted podría estar en peligro, así que se fue con el Amo y nos pidió que nosotros esperáramos aquí, por si usted volvía- terminó diciendo el Señor Park. JiHoo estaba ahora más confundido.
-¿Dónde … dónde está DoYun?-
-No lo sabemos, él estaba con la señora- JiHoo apretó los labios y asintió levemente.
-¿Le traigo algo para sus heridas?-
-¡No! Déjelo así. Mejor prepárame el baño-
-Como usted diga Amo. ¡Con su permiso!- dijo el mayordomo inclinándose y dándose la vuelta para retirarse. No lo entendía. ¿Los habían atacado? Y ¿Dónde estaba el niño? Tal vez estaba con ellos. Golpeó la barra y se pasó la mano por el cabello. Había sido tan tonto. WooBin se lo advirtió y él solo, se dejó llevar. ¡Que estúpido! Una vez aseado fue a la recámara donde descansaba Jae Kyung.
-¡Adelante!- escuchó que le dijo, por lo que abrió la puerta. Ella estaba sentada en la cama pasándose el cepillo por el cabello, tenía una camisa de él como pijama. Estaba descalza. El la miró y le sonrió con ternura.
-¿Cómo estas?- le preguntó de pie frente a ella y con las manos en los bolsillos. No se atrevía a acercarse más. Ella sonrió a medias.
-Estoy bien. La verdad pensé que nunca saldría de ahí. ¡Gracias!-
-Yo no hice nada. Creo que fue suerte que te liberaran. Siento que soy responsable-
Ella dejó el cepillo a un costado y se levantó para encararlo, se puso de puntillas para tomarle el rostro y le besó la frente.
-Tu no tienes culpa de nada, y sé que fuiste a ese lugar para buscarme. Si no fuera por ti, yo aún estaría encerrada- La Mirada de ella era tan intensa que él se sintió un poco incómodo. Desvió la mirada al tiempo que se alejaba sutilmente de ella.
-Creo que es mejor que descanses. Pienso que no debes ir a tu casa aún y quedarte aquí unos días. No me siento seguro de que te vayas, tengo miedo de que te pase algo-
-Está bien, pero en unos días debo volver por lo menos al trabajo, soy la Directora de JK, y no sé cómo está la Compañía en estos momentos con mi ausencia-
-De acuerdo, pero yo te acompañaré- Ella sonrió ampliamente. Y como si de un general se tratara puso su mano en la sien y su cuerpo rígido.
-¡Como usted ordene!- Esto hizo sonreír a JiHoo y le revolvió el cabello cariñosamente. Ella volvió a sonreír sin dejar de mirarlo. Se despidió de ella y salió para su recámara. Se tumbó en la cama mirando el techo. A pesar de que quería sentir rencor por JanDi, se encontraba pensando en ella. Cerró los ojos y recordó todas las caricias y besos que compartieron. La extrañaba y la anhelaba. Su cuerpo y su mente deseaban tenerla otra vez. Sin embargo, verla besando a ese hombre, le revolvió el estómago, quería matarlo y hacerlo desaparecer. ¿De qué anillo hablaba? Y ¿Por qué él tendría eso? Era como si él le debiera algo, cuando nunca se había cruzado con él en toda su vida. Aunque… su rostro se le hacía familiar. Fue a su computadora y revisó de nuevo los correos que le había enviado WooBin. Su rostro cambió de duda a desconcierto, cuando se dió cuenta de que Takeshi Kaneshiro, era muy parecido al antiguo socio de su padre que estaba en la fotografía con un muy joven Lim Wong. ¿Seria su hermano? ¿Su primo? ¿O acaso sería… su hijo? Fue a la biblioteca y comenzó a sacar archivos antiguos de sus padres cuando aún estaban vivos. Después de varias horas, no encontró nada importante. Solo viajes, contratos, recibos de pago, informes bancarios. Una figura encapuchada, se asomó por la ventana de la biblioteca que daba al jardín, y sin que él lo supiera, lo observaba con detenimiento. Se talló los ojos con cansancio y decidió ir a dormir, tal vez mañana tendría más suerte en el senado. Se recostó en la cama, y en pocos minutos, se quedó completamente dormido. La sombra encapuchada entró sigilosamente a la habitación donde él descansaba, se acercó a su cama y lo contempló durante unos segundos. Extendió la mano y le acarició el cabello.
-¡Eres tan hermoso!- exclamó la figura.
-No falta mucho, para que estemos juntos, Mi amor-
