Dr. Stone no me pertenece es propiedad de Inagaki y Boichi, yo sólo tomo prestado a los personajes para fines de esta historia.

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Capítulo 2.

Le echó varios vistazos de camino al hospital y maldijo en voz alta un par de veces por la pésima suerte que tenía con el tráfico ese día en particular, sumado claro, a los horridos gritos de dolor y desesperación de la mujer en su asiento trasero. Pese a ello, Senku no le dirigió la palabra sino hasta cuando se percató de que estaban cerca del hospital.

—Estamos a dos cuadras ¿quieres que le avise a tu esposo para que venga? —La miró a través del espejo retrovisor mientras modulaba su tono para parecer cuando menos un poco amable—. Creo que al padre de ese niño no le gustaría perderse el nacimiento de su hijo.

En el fondo, Senku sabía que esa no era más que una excusa barata para librarse de esta extraña situación y delegar la responsabilidad al pobre sujeto que tuviera por pareja a esa mujer. Si bien accedió a llevarla al hospital, eso no quería decir que tuviera que responsabilizarse de esa polizona.

—Él no tiene un padre. —Kohaku respondió con un ladrido—. Fui inseminada artificialmente.

Interesante.

—Es entendible, la reducción de problemas congénitos y la manipulación de rasgos genéticos asegura una mejor calidad de vida en el producto —comentó abstraído de la conversación con el afán de no dar mayor importancia al asunto—. No es una mala opción cuando la fertilidad es mínima en el hombre o cuando la producción de óvulos en una mujer está por terminar y aún no consigue una pareja estable, o incluso con mujeres con ciertas preferencias sexuales que desean tener hijos.

En este punto, si las contracciones del parto no limitaran la movilidad de Kohaku sin soltar un alarido, quizá podría golpear a este sujeto por insinuar que cuando menos ella no tenía pareja debido a una inestabilidad emocional, a que estaba cerca de la menopausia o incluso que ella era lesbiana.

Eso estaba insinuando sin mayor descaro ¿cierto?

— ¡Apresúrate bastardo!

—Tranquila Leona, ya estamos aquí.

Kohaku volvió a soltar un gruñido ante el odioso sobrenombre con el que comenzó a llamarla, pero se tragó cualquier réplica cuando él maniobró hacia la izquierda con brusquedad para estacionarse. Ni siquiera esperó a que él se quitara el cinturón cuando ella abrió la portezuela para salir del auto.

— ¡Oye espera!

Senku observó a esa obstinada mujer hacer su camino hacia la entrada del hospital sosteniendo su vientre y procurando no caer por el dolor. Él consideró que estaba un poco impresionado por la voluntad de esa chica pero también por su terquedad y falta de sentido común. Lo cierto es que ahora no tenía idea de qué hacer, por un lado, podría retirarse del lugar y dejar a la desconocida afrontar la situación por su cuenta ó al menos contactar a algún conocido y familiar para que fuese su problema y no el suyo.

Por la forma tan vaga e imprecisa con la que respondió la cuestión sobre el embarazo, seguramente ella estaba sola con todo este asunto y probablemente… no… Senku estaba seguro al 10,000 millones por ciento de que este era el primero. Peor aún, ella le aseguró que no tenía preparación previa para esta situación debido a su falta de consciencia al no ir a uno de esos cursos de maternidad.

Idiota.

—Mujer problemática.

Con la decisión tomada y un suspiro de resignación, salió del auto para darle alcance y tomar al menos parte de la responsabilidad en tanto contactara a un familiar cercano o algún conocido que pudiera hacerse cargo de ella.

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—¡Un médico por favor, estoy a punto de dar a Luz!

La recepcionista miró a Kohaku por encima de la montura de sus anteojos y dejó a un lado el expediente del paciente que había despachado tan sólo diez minutos atrás. Notó el ligero temblor en la voz de la chica así como el evidente gesto de dolor que dejaba entrever su semblante.

— ¿Es tu primer embarazo? —cuestionó afable.

—Sí, es mi primer bebé —Y quizá el único. Pensó ella. Quería tener a este niño pero el dolor era insoportable y no quería experimentar algo como esto de nuevo—. Por favor, necesito un doctor.

—En un momento vendrán por ti. ¿Vienes sola?

Por enésima vez en ese día, el peso de las palabras le recordó a Kohaku lo sola que estaba en esta situación. No tenía a su padre o a Ruri con ella para acompañarla porque ellos ni siquiera estaban al tanto de su regreso a la ciudad y mucho menos de la noticia de que serían abuelo y tía respectivamente, tampoco pudo darle aviso a Chrome por su descuido al dejar el maldito celular en el cuarto de hotel en el que se estaba quedando. Y ni pensar en el idiota de Mozu, quien sería la última persona en estar con ella para afrontar esta situación, el infierno se congelaría primero antes de que ella aceptara su compañía.

Si, de hecho ella estaba completamente sola.

—Estoy…

—Oye Leona te dije que me esperaras ¿estás sorda?

Senku llegó justo antes de que ella pudiera responderle a la enfermera. Jadeó audiblemente debido al cansancio que el recorrido representó para él, su condición física siempre fue su talón de Aquiles y un obstáculo en su vida, la inteligencia fue su bendición… la resistencia y la fuerza no tanto como le hubiese gustado.

Kohaku lo miró dubitativa sin lograr entender por qué seguía ahí, o para el caso, ¿por qué decidió acompañarla hasta la recepción? Suponía que quizá él no comprendió del todo que ella sólo requería un medio de transporte hacia el hospital más cercano, no un acompañante.

— ¿Qué haces todavía aquí? —siseó por lo bajo—. Mira, te pagaré por traerme hasta aquí. Sólo… sólo déjame un número de cuenta para depositarte el dinero o un número de teléfono para contactarte después, no es necesario que te quedes y esperes a que yo salga.

Un enfermero llegó con una silla de ruedas para Kohaku, ella no lo pensó ni dos segundos antes de sentarse. Honestamente el dolor comenzaba a ser muy molesto y le impedía estar de pie por mucho tiempo. Su respiración estaba volviéndose cada vez más irregular y las contracciones tan seguidas que a estas alturas lo único que podía hacer era concentrarse en recordar cómo mierda respirar para calmar el malestar.

Senku sólo gimió ante su comentario obviando el hecho de que ella estaba teniendo una idea equivocada de él, la remuneración por el viaje no le interesaba en absoluto ni ahora ni después de que ella saliera del hospital. De alguna manera el verla en semejante aprieto apeló al lado solidario que no sabía que tenía, muy en el fondo quizá sólo tuvo un poco de compasión por esta desconocida ante su inexperiencia y el temor que vio reflejado en sus ojos mientras la miraba a través de ese espejo retrovisor.

Aún si aparentaba la determinación y fortaleza que sabía que no sentía, hubo pequeños destellos de vulnerabilidad que delataron su estado de conmoción e incertidumbre.

— ¿Viene con ella? —intervino la enfermera clavando la mirada en Senku.

—Sí.

—No.

Dijeron ambos al unísono, Kohaku más en un gruñido entrecortado que otra cosa.

—La habitación está lista, la subiré de inmediato. —Otro enfermero informó antes de arrastrar a Kohaku con la silla de ruedas hacia la sala de parto que se encontraba en el tercer piso.

—Entonces ¿viene con ella o no? Necesitamos a un familiar o conocido que la acompañe. —insistió la enferma con un tono más áspero, quizá porque estaba comenzando a perder la paciencia.

—Sí, ella viene conmigo. —Técnicamente no estaba mintiendo.

La mujer chasqueó los dedos para llamar la atención de otra enfermera, indicándole a ella que se encargara de llevar a Senku al tercer piso y alistara todo para que pudiera ingresar a la habitación que se le había asignado a Kohaku.

—Lo llevaré a la habitación de su esposa para que pueda acompañarla durante el nacimiento de su bebé. —La joven mujer lo tomó del brazo para que la siguiera hacia el ascensor.

¿Qué? ¿Estaba escuchando bien? Oh no, eso era una completa equivocación.

—Ella no es mi esposa. —replicó casi de inmediato para dejar en claro la equivocación.

—Lo siento, lo llevaré con su novia entonces.

Él bufó audiblemente. Trató inútilmente de explicar la situación y sugerir que contactaran a algún familiar de la chica, sin embargo a pesar de sus intentos la enfermera que lo arrastraba por el estrecho pasillo de lo que él supuso era el tercer piso no le prestó atención, o al menos fingió no hacerlo.

Se detuvieron en la intersección de uno de los pasillos cuando la mujer le pidió amablemente que se pusiera los guantes, la bata, el molesto gorro y el cubre bocas.

—Oye, ya te dije que yo no soy el papá de ese niño.

Ella volvió a ignorarlo.

—Por favor, es por aquí.

Esta mujer no entendería ¿verdad?

Con las manos en las caderas y un tic en la ceja izquierda, Senku siguió a esa molesta mujer a regañadientes.

—El doctor llegará en unos minutos. —Ella se deslizó a un lado para que él entrara y lo empujó por el hombro cuando lo vio dudar.

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Como era de esperar la situación era un caos.

Él miró a Kohaku, y la vista que ella le regaló no fue muy agradable. Su rostro y su expresión era todo menos angelicales, los pocos mechones rubios sobresalieron del gorro y se pegaron a su sudorosa frente y cuello, las mejillas de la chica se encendieron por el esfuerzo que estaba poniendo en sobrellevar la situación y sus ojos… apenas pudo mantener su mirada con la suya antes de volver a cerrarlo por el dolor.

A pesar de todo, ella se percató de su presencia.

— ¿Qué haces aquí? —Kohaku le cuestionó con repentina irritación.

—Una de las enfermeras me arrastró hasta aquí.

Senku omitió el molesto malentendido sobre su supuesta paternidad, fue inútil tratar de dar explicaciones a oídos sordos y ella no tenía por qué enterarse de ese insignificante detalle. Sin dar mayor detalles se acercó a la cama y se sentó en una silla predispuesta junto a ésta.

Kohaku no tuvo la intención ni las ganas de cuestionar más sobre su presencia y su afán por quedarse con ella. En el fondo supo que más que un desinteresado acto de solidaridad del extraño, su presencia fue más bien quizá por obligación, o en el peor de los casos por lastima.

— ¿Dónde está el doctor? —Por el momento dejaría pasar el tema, tenía cosas más importantes en las qué preocuparse—. Ve por el doctor.

—Él estará aquí en unos minutos, no se preocupe. Pero mientras tanto estamos monitoreando al bebé así como su presión arterial y ritmo cardiaco.

Senku apenas fue consciente de la mujer que se encontraba tomando notas en la esquina de la habitación, a primera vista no se fijó de ella cuando entró.

— ¿Pasa algo malo con mi bebé enfermera? —Kohaku se tensó ante la sola idea de que algo estuviera mal con su hijo.

Inmediatamente se reprendió por la falta de cuidado que tuvo durante los primeros meses. ¿Cómo pudo arriesgar de semejante manera la vida de su bebé?

—Es sólo un procedimiento estándar. Se monitorea la frecuencia cardiaca del feto durante las contracciones para detectar anomalías que indiquen una falta de oxigenación —Senku la miró fijamente tratando de ponerla al tanto de la situación con su explicación—. Si hubiese alguna complicación ya te habrían informado.

Esperó que al menos eso la tranquilizara un poco, sería un problema que su presión arterial se elevara debido a la angustia. Percibió la mirada de sorpresa que ella estaba dándole pero decidió ignorarla.

La mandíbula de Kohaku se tensó cuando otra oleada de contracciones la abrumaron, no podría soportar eso por mucho más tiempo, a comparación de hace una hora, el dolor estaba incrementando con el pasar de los minutos así como la necesidad de pujar con cada una de ellas.

—Por favor… llame al doctor… el bebé… —jadeó.

La enfermera la miró con indulgencia pero negó con la cabeza antes de hablar, guardando el bloc de notas tras apuntar y corroborar que los estándares de monitorización estaban bien.

—Él vendrá en unos minutos, necesita medir la dilatación para comenzar con la etapa de expulsión.

— ¡Al menos deme un analgésico o un calmante! —La mano de Kohaku chocó contra el colchón con evidente frustración, ocasionando que no sólo la enfermera se sobresaltara ante tal arrebato—. Quiero algo que calme el dolor.

Senku también la miró con incredulidad.

—Tonta, si te administran Fentanilo o Morfina sólo alargarás aún más el periodo de expulsión y quizá podrías interrumpir algunas funciones en el bebé.

— ¡Eso no! No quiero lastimar a mi bebé. —Es lo último que haría—. Puedo aguantar el dolor.

La declaración de Kohaku envió una extraña dolencia a través de Senku ante su determinación.

Si bueno, la mente de Kohaku podía entender pero su cuerpo no escuchaba razones. Otro quejido, más fuerte que los anteriores salió de sus labios, acompañado de un par de lágrimas, de inmediato apretó los ojos para no derramar más de ellas y para contrarrestar la oleada de dolor e incomodidad.

—Aunque claro, todavía se pueden administrar en una pequeña concentración para no correr riesgos.

Kohaku clavó los ojos en la enfermera con insistencia, pidiendo silenciosamente que aplicara un pequeño aliciente que la tranquilizara al menos un poco. La mujer mayor comprendió la tácita mirada de la chica y le suministró una pequeña dosis.

— ¿Mejor? —cuestionó.

Kohaku sólo dignificó su repuesta con una ligera e imperceptible sonrisa. El dolor al menos menguó en intensidad y se volvió más soportable.

La enfermera se disculpó antes de salir de la habitación para ir por el doctor, cuando la puerta se cerró, el silencio se apoderó del lugar. Kohaku miró al extraño sujeto que todavía -y por razones que estaban más allá de su comprensión- se negaba a apartarse de su lado.

—De verdad no tienes que quedarte. No te conozco y seguramente tienes cosas mejores que hacer.

—Ishigami Senku —se presentó—. Bien ahora ya no soy un extraño.

Ella negó con la cabeza como un gesto de desaprobación ante tan absurda ocurrencia por parte de él.

—Sabes que no es a lo que me refería.

—Olvídalo leona, no pienso marcharme.

Senku se acomodó sobre la silla, cruzando la pierna derecha sobre la otra y llevando ambas manos hacia su nuca para que su cabeza descansara perezosamente con un aire despreocupado. Vio a Kohaku resoplar con evidente molestia por su insistencia y eso sólo lo hizo esbozar una imperceptible sonrisa de satisfacción y humor.

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Cinco horas cuando menos fue el tiempo máximo.

Senku soltó un quejido agravado debido a la presión que Kohaku inconscientemente estaba ejerciendo sobre su mano, por un minuto pensó que quizá sus huesos se romperían. A pesar de la frágil y delicada apariencia en la chica, su fiera personalidad únicamente fue superada por su brutal fuerza.

Para los estándares del joven y enclenque científico, al menos así es.

— ¡Maldición, puedes hacerlo sólo puja un poco más! —Él se inclinó más cerca de Kohaku sin apartar su mano de la suya, muy a pesar del extremo dolor que le estaba ocasionando. Con su otra mano acarició la cabeza de la chica y apartó un par de mechones rubios que comenzaban a pegarse a su frente—. ¡Hazlo!

De alguna manera y a pesar del intenso dolor, las palabras de Senku resonaron en el pecho de Kohaku y le dieron las fuerzas necesarias para seguir con la difícil labor. No pudo verlo pero ella supo que él no hacía más que mirarla a ella. La mano cálida entre la suya, se aferró tan fuerte como podía al sentimiento de apoyo que le transmitía.

El sonido desgarrador de su grito atravesó la habitación acompañado poco después de un sonoro llanto. Entonces todo se congeló.

La presión en la mano de Senku se aflojó pero a pesar de ello no la soltó.

—Lo hiciste bien Leona. —Él sonrío mientras la observaba tratando de no caer en la inconsciencia, una sonrisa de complicidad que ni siquiera él fue capaz de explicar.

Ella no le respondió pero le devolvió la mirada con una expresión tácita que incluso él fue capaz de leer entre líneas.

"Gracias"

El sonido del llanto aún prevaleció.

—Felicidades, es un niño. —Senku apartó la mirada de ella cuando el Doctor recostó al bebé ya aseado sobre el pecho de Kohaku.

Como si fuera algún tipo de interruptor, el llanto descendió hasta convertirse en un ligero murmullo. Observó la manera en la que Kohaku acunó con amor a ese niño y le besó la frente, se sorprendió por lo frágil que era con esa criatura cuando sólo un par de horas atrás demostró ser toda una fiera sin un ápice de delicadeza.

Sin embargo, el momento se rompió cuando ella se quedó dormida junto con el bebé.

Una de las enfermeras lo miró antes de tomar al bebé en brazos y acercarse a él.

—Puede cargarlo antes de que nos lo llevemos. —La mujer ofreció. Acomodando al bebé para que no se despertara.

Y él dudó. ¿Quería? Él no era el padre de esa criatura y sólo estaba ahí con ella por circunstancias específicas situacionales.

—Mire, yo no soy… —Miró una vez más a Kohaku y luego a la enfermera.

Pero antes de que él pudiera replicar, ella le acercó al bebé y él lo tomó entre sus brazos. Era tan cálido y pequeño, indefenso… algo que no le molestó en absoluto. Notó el escaso cabello que tenía, los pequeños brotes rubios que crecerían con el pasar de los días; las mejillas abultadas teñidas ligeramente con un tono rosáceo contrastando perfectamente con esa piel suave y blanca.

Entonces el bebé abrió los ojos y miró directamente a Senku. Incluso desde su posición, él pudo ver que los ojos del pequeño eran de un azul glorioso sólo un tono más oscuro que los de su madre.

Senku nunca expresó un deseo por tener una familia propia, no cuando el único amor verdadero que tenía era la ciencia y el deseo por su aplicación.

Sin embargo, ahora no estaba muy seguro.

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Continuará…

N/A:

Actualización porque si XD

Por lo general mis tiempos de actualización son muy lentos, incluso de meses, pero no resistí a seguir con el segundo capítulo y aquí está :3

Me estoy tomando la libertad de usar el Ooc (Personaje fuera de carácter) espero que no les moleste mucho…

Pd. Disculpen si el capítulo es bastante flojo y tiene errores, lo hice con un poco de prisa así que perdón… también quise regresar a mi viejo modo de escritura, notarán que hay un gran contraste entre este y el anterior capítulo…

En fin, espero sea de su agrado y me dejen saber sus opiniones 7u7

Hasta la próxima.