Dr. Stone no me pertenece es propiedad de Inagaki y Boichi, yo sólo tomo prestado a los personajes para fines de esta historia.
Capítulo 3.
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Kohaku miró con recelo al grupo de padres emocionados que murmuraban palabras de alegría, orgullo y emoción, todos ellos mirando a través del enorme ventanal de cristal a sus pequeños e indefensos hijos dormidos o llorando en los cuneros. El extraño sentimiento regresó entonces con mayor fuerza.
Apartó la mirada y suspiró con cansancio.
—Yo te protegeré Taiki —prometió, fijando sus cansados ojos hacia la cuna de su bebé—. Incluso si no tienes un padre, me tienes a mí y pronto también al abuelo y a la tía Ruri.
Kohaku llegó a la conclusión de que le diría la verdad a su padre y a su hermana en cuanto saliera del hospital, bueno, al menos la que no involucrara su desliz con Mozu y el engaño de ese idiota. Muy a su pesar, reconoció que tendría que tragarse el orgullo y pedir un poco de apoyo al menos hasta que las cosas se estabilizaran para ella y Taiki.
Sería provisional, o eso fue lo que se prometió mientras pensaba en sus opciones durante las últimas dos horas.
— ¿Es ese?
Una voz curiosa resonó detrás de Kohaku sacándola de su ensimismamiento y ella lo reconoció.
—Sí. —Kohaku se volvió hacia Chrome.
—Vine tan pronto como pude —en un segundo ya estaba junto a ella, prácticamente pegado al cristal para poder ver mejor hacia el interior—. No se parece a Mozu… afortunadamente. —declaró con evidente alivio en su tono de voz.
Quizá no fuese una broma pero logró sacarle una imperceptible sonrisa a ella. Al menos tenía que concederle la razón y como él, agradecer que el pequeño no tuviera rasgos visibles del idiota de Mozu. Sin embargo, aún si los tuviera, amaría a ese niño de igual manera.
—Supongo que fue una suerte —dijo ella con franqueza—. Lamento hacerte venir a esta hora Chrome.
El destello de la culpa por localizarlo a tan altas horas de la noche asomó en los ojos de Kohaku, de todos, Chrome era la única persona en la que podía confiar en esta situación.
Él negó con la cabeza para desestimar la disculpa.
—Sin embargo, no entiendo por qué fue Senku el que me contactó —las cejas de Chrome se fruncieron en confusión—. ¿Por qué estaba aquí contigo de todas maneras? ¿Ya lo conocías?
Decir que la llamada de Senku para informarle que Kohaku estaba en el hospital fue una increíble sorpresa y de hecho era quedarse corto, más aún, el saber que él estaba acompañándola fue desconcertante. ¿Cómo siquiera era eso posible? Kohaku apenas arribó a la ciudad dos semanas atrás y nunca hubo un solo indicio de que ambos se conocieran, ni por asomo.
¿Entonces?
—Lo conocí hoy, él fue el que me trajo al hospital cuando el trabajo de parto comenzó.
A pesar de ello, Chrome todavía no lograba explicarse el por qué Senku permaneció a su lado durante toda esta locura o por qué hasta ahora lo contactó a él. ¿Por qué no llamar a Chrome cuando todo esto comenzó?
—Necesitaba un taxi para venir al hospital pero no tuve suerte, por casualidad él estaba estacionado frente al edificio y tomé la oportunidad para pedirle que me trajera hasta aquí —explicó Kohaku sin alterar su tono y manteniendo la calma—. Me olvidé del celular en el hotel y no pude llamarte, cuando llegamos una de las enfermeras le pidió que me acompañara… eso es todo.
Kohaku lo dijo de tal forma que se sintió un poco ridículo, de hecho, en retrospectiva si sonaba muy absurdo. Simulando un tremendo desinterés, volvió la mirada hacia el otro lado y se encogió de hombros para restar mayor importancia al asunto.
—Por eso fue Senku el que me contactó.
Kohaku puso los ojos en blanco ante el típico tono analítico de Chrome.
—Sí, aunque no sabía que ambos trabajaban juntos. Supongo que fue otra conveniente casualidad.
— ¿Recuerdas que te hablé de ese colega tiránico? —La vio asentir lentamente—. Bueno, no es tan malo una vez que lo conoces, a pesar de todo admiro su pasión por la ciencia y su diligencia.
Si, quizá Senku tenía un lado bueno después de todo. La manera en la que se mantuvo firme hasta el final y le brindó apoyo durante el nacimiento de Taiki era digna de agradecer. De hecho, realmente iba a tener que hacer algo sobre ese compasivo impulso de ayudarla y acompañarla.
Sin embargo, hasta ahora se dio cuenta de que Senku no estaba en ningún lugar. Lo vio por última vez al despertar cuando una de que las enfermeras se llevó a Taiki de la habitación para ponerlo en uno de los cuneros, hablaron un poco hasta que ambos se dieron cuenta de que conocían a Chrome y él le propuso contactarlo para que fuera al hospital, no lo vio después de eso.
—Por cierto ¿dónde está Senku? No lo he visto desde que regresé de asearme. —Sus ojos azules y ansiosos estaban puestos sobre Chrome.
— ¿Oh? Ah claro, él se marchó apenas llegué. Estaba esperándome en la recepción, me indicó el número de la habitación pero cuando subí tú ya no estabas, le pregunté a una enfermera y me dijo que te encontrabas aquí.
Sí, bueno ¿qué esperaba ella? Kohaku se negó a admitir que el extraño sentimiento por la ausencia de Senku era algo remotamente parecido a la decepción. Dejó escapar un profundo suspiro pero enmascaró la expresión de ese sentimiento con cansancio.
Después de todo, era sólo un desconocido que se tomó la molestia de hacerle un favor.
Para consternación de ambos, Taiki rompió a llorar ruidosamente cuando despertó. Kohaku lo miró fijamente sin saber si irrumpir en la habitación y cargarlo para tratar de calmarlo o llamar a una enfermera para que lo revisara y se lo entregara. La respuesta a su dilema no se hizo esperar cuando una enfermera se acercó al bebé y lo cargó para alimentarlo con una fórmula, de inmediato el barullo se calmó y Kohaku suspiró aliviada.
Ver a su pequeño tan vulnerable y con las lágrimas corriendo por sus mejillas despertó el instinto protector en ella y reiteró su promesa de proteger a esa criatura a cualquier costo.
El científico miró de soslayo a su amiga, sin estar del todo seguro si romper la pequeña burbuja en la que Kohaku se encontraba al admirar con ojos resplandecientes a su ruidoso bebé. Bien, era ahora o nunca.
—Ruri también está en camino. —Se apresuró a decir antes de que la determinación se apagara.
Hubo un silencio, sólo roto por el tintineo de los balbuceos que venían del otro lado de la habitación y el distante rumor de la voz de otros padres que seguían hablando entre ellos.
— ¿Le dijiste a Ruri? —chilló Kohaku sorprendida—. Dime que no le dijiste a mi padre también.
El pensamiento de que tuviera que enfrentar a Kokujo sacudió a Kohaku, ella todavía no estaba lista para enfrentar a su padre, al menos no esa noche. Cuando menos, esperaba poder darles la noticia a ambos una semana después.
Chrome hizo un extraño ruido ahogado y acto seguido negó con las manos.
—Sólo a Ruri y fue más como una explicación de por qué debía salir casi a media noche.
Tenía un punto. Obviamente Ruri se preocuparía por Chrome al verlo salir a tan altas horas en medio de la noche y él siendo el sujeto honesto que sabía que era, no tendría el corazón de arrojarle una mentira, especialmente cuando tenía un terrible sentido para mentir.
Kohaku mantuvo el labio torcido en una mueca debido a la frustración que la estaba carcomiendo, su voz interior le ordenó que golpeara a Chrome por tal imprudencia y la parte más lógica de sí misma le dijo que sin importar cuánto intentase evitar la situación, ésta tarde o temprano saldría a la luz. Más temprano que tarde según parecía.
La réplica de Kohaku murió en sus labios cuando notó a la distancia el hermoso y preocupado rostro de Ruri, a saber, era la primera vez en dos años que la volvía a ver. Duró sólo un latido para que ella estrechara a Kohaku entre sus brazos.
Kohaku apenas logró separarse de ella, no porque no pudiera sino porque el gesto de su encuentro llenó su corazón de la calidez y la felicidad que necesitaba. Contuvo la respiración cuando vio el rostro de su hermana y una oleada de culpa y vergüenza la bombardeó. Seguía tan hermosa o quizá mucho más de cómo la recordaba, pero sin duda era la misma hermana comprensiva y amable que siempre había sido con ella.
— ¿Por qué no confiaste en mí?
—Lo sien… —La voz de Kohaku se cortó cuando miró directamente los ojos heridos de Ruri y se dio cuenta de que incluso sin querer la había lastimado.
Una capa completamente borrosa impedía su visión y ella no tardó en sentir las lágrimas caer por sus mejillas. Estaba muy arrepentida. Guió sus ojos atormentados a los de su hermana cuando ambas se separaron.
—Chrome me lo dijo todo después de recibir la llamada de Senku —Ruri miró al pequeño bebé que dormía detrás del cristal—. ¿Por qué no me lo dijiste? Si no querías que papá se enterara yo no se lo habría dicho.
Si su mirada la entristecía, sus palabras definitivamente la apuñalaron. Pero la comprendía, Ruri tenía todo el derecho a estar así. Kohaku tuvo suficientes oportunidades para decirle la verdad y no lo hizo, era por mucho, quizá la peor hermana.
—Sabía que papá no lo aprobaría… y no quería que me odiara más de lo que ya lo hace. —Kohaku dejó salir el aliento que no sabía que estaba conteniendo.
Ruri sin embargo atisbó en los ojos de su pequeña hermana lo que Kohaku vio en la suya: Tristeza. Detrás de las palabras se escondía un denso manto de tristeza y quizá, miedo. La peor parte fue el grado de aceptación con la que Kohaku abrazó la idea de que su padre la odiaría tras saber la verdad.
—Él no te odia.
El miedo estaba controlando y distorsionando los pensamientos de Kohaku, hasta el punto de ser incapaz de ver más allá de ella y de su propio padre. Ruri no podría odiarla y tampoco Kokujo.
—Iba a decirles la verdad, pero las cosas se adelantaron y terminaron de esta manera —La mirada de Kohaku se centró en Taiki—. No fue mi intención mentirte Ruri-nee y disculpa por hacer que Chrome te mintiera también, sé que fue muy difícil para él pero sólo lo hizo porque yo lo obligué.
Hasta el momento tenía razón, nunca fue su intención y tampoco quiso ocasionar problemas entre Chrome y su hermana. Fue demasiado arrogante de su parte pensar que podría controlar la situación y mantenerlos a todos engañados. Kohaku frunció el ceño al sentir una punzada de culpa.
Suspiró con cansancio cuando pensó acerca de todo lo que estaba pasando, hasta este momento creyó estar completamente sola, sin darse cuenta de que las únicas personas que alguna vez significaron todo en su vida estaban aquí con ella a pesar de haberles mentido o arrastrado a este desastre.
—No tengo nada que perdonarte —Ruri tomó las manos de Kohaku entre las suyas y conectó sus miradas antes de hablar—. Pero por favor, no quiero que me ocultes nada de nuevo.
Con ella mirándole mientras una sonrisa tocaba sus labios e iluminaba sus brillantes ojos, la resolución de Kohaku se quebró. Todo lo que quería hacer era contarle la verdad y darle un abrazo para recuperar los dos años de ausencia y la falta de comunicación.
Ruri se volvió en dirección a la enorme ventana de cristal y fijó su mirada en el pequeño cuerpo acurrucado en las suaves mantas del cunero. El amor y la ternura la abrumaron por igual.
—Es precioso Kohaku.
Ante las palabras de su hermana y la mirada enternecida que le estaba dando a su hijo, Kohaku sintió un extraño y conmovedor sentimiento de tranquilidad cuando se dio cuenta de que Ruri estaba fascinada con Taiki. Muy en el fondo esperaba que su padre tuviera la misma reacción cuando conociera a su nieto y no lo repudiara desde el fondo de su corazón, Kohaku podría soportar el desprecio de su padre pero no el desprecio de éste hacia su pequeño.
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Taiki estaba aprendiendo rápidamente cuándo y cómo pedir atención, después de una semana, estaba adaptándose maravillosamente a la vida. Kohaku sin embargo apenas podía seguirle el ritmo a su hijo.
Saltó de la cama cuando el pequeño bebé demandó una vez más, luego de una hora, su preciado alimento. La habitación estaba cada vez más iluminada, un indicativo de que podrían ser más de las seis de la mañana.
Exhausta y con el cerebro dando vueltas debido a la falta de sueño, se levantó para alimentar a Taiki.
—Eres muy escandaloso ¿sabías? —Ella entrecerró sus ojos en él con un gesto juguetón y cálido.
No podría enojarse con ese bebé aunque quisiera, ni siquiera por no poder conciliar el sueño en las noches o el cansancio en general por los cuidados que necesitaba darle. Caminó hacia la improvisada estancia del pequeño apartamento de Chrome y se sentó en el sofá para estar más cómoda.
Internamente le agradeció a Chrome y Ruri que le ayudaran con la mudanza y en especial a su hermana por guardar el secreto a su padre. Kohaku sin embargo le prometió a Ruri que hablaría con Kokujo esa misma semana y honestamente lo haría, aunque tal como hizo con su hermana, omitiría un par de detalles sobre Taiki y específicamente sobre Mozu.
Tratando de apartar la preocupación por la inminente reunión con su padre, Kohaku tomó la pequeña mano de su bebé en la suya y cerró los ojos ante la suavidad de su piel. No recordaba la última vez que había tocado a alguien con tanta bondad, pero justo ahora sólo quería saborear la sensación de su gentil caricia en Taiki.
Cuando abrió los ojos se dio cuenta de que él estaba mirándola en silencio mientras se alimentaba, sus preciosos ojos azules nunca perdieron el contacto con ella, como si estuviera apreciándola en silencio o tratando de descifrar quién era ella en realidad. El sonido de un "plop" cuando Taiki soltó la mamila del biberón cortó esa extraña conexión.
Siguiendo las instrucciones de Ruri, Kohaku acomodó al pequeño sobre su hombro para darle un par de palmaditas con la intención de hacer soltar a Taiki un eructo. Siendo mayor que ella, Ruri le aseguró que era algo que su difunta madre solía hacer para evitar que sufrieran cólicos.
Colocó a Taiki en un portabebés que Ruri insistió en regalarle, y aprovechó que él se quedó dormido para ir al baño a asearse y arreglarse un poco. Tenía que estar lista para encontrarse con su hermana en una hora más y juntas conversar en la mejor manera de decirle la verdad a su padre.
Terminó rápidamente con la ducha pero se detuvo cuando notó una leve inconsistencia al momento de vestirse, definitivamente algo no estaba bien con ella. Sabía que el embarazo le había afectado un poco, un cambio insignificante en realidad, pero nada de lo que pensó se comparó con esta situación.
Kohaku bufó cuando trató de abrochar los últimos botones de una de sus blusas favoritas, ésta para su sorpresa no se cerró o al menos si lo hizo, provocó que la tela se estirara y presionara aún más la zona de su pecho.
Imposible. Se dijo.
Miró su reflejo de perfil en el espejo y tal como lo sospechó, ahí estaba uno de esos cambios. Levantó una ceja ante la incredulidad de su actual condición pero no tuvo tiempo de pensar en una posible respuesta cuando el sonido de un par de golpes resonó por el departamento. Se apresuró a abrir la puerta antes de que el alboroto despertara al bebé.
— ¿Quién te dijo donde vivía? —Kohaku cuestionó sobresaltada ante la presencia del recién llegado.
—Chrome me lo dijo. —Senku respondió con un tono vago y una socarrona sonrisa mientras hurgaba en su oreja con el dedo meñique.
Por supuesto, Chrome.
Se hizo el silencio después de eso y ninguno de los dos se movió del umbral de la puerta.
— ¿Vas a invitarme a entrar o no Leona?
Senku se hizo eco con ese tono sarcástico y molesto que la irritaba, recordándole a Kohaku que por alguna extraña razón todavía seguía bloqueándole la entrada. Aunque frustrada por la manera poco elocuente de pedir una invitación, ella se apartó del camino para que pudiera entrar.
Con las manos en las caderas, él fue a sentarse al sofá más cercano que había en la pequeña estancia y Kohaku lo siguió tomando asiento en el otro sofá predispuesto en el lado izquierdo.
— ¿Vienes por el pago del favor que me hiciste?
Senku bufó audiblemente y ella frunció el ceño ante su actitud tan infantil.
—El dinero no me interesa —dijo a la defensiva mientras negaba con la cabeza, en su boca se formó un pequeño puchero—. Pero ya que esto es tuyo, creí que lo querrías de vuelta.
Kohaku notó entonces lo que él sostenía en la mano derecha.
—Creí haberla perdido.
Ella tomó la pequeña mochila que Senku le estaba tendiendo. Después del alboroto y su estadía en el hospital, se olvidó por completo de ese accesorio al creer que en efecto quizá el personal del hospital olvidó entregárselo con el resto de su ropa. De hecho, Kohaku todavía estaba esperando el aviso de alguno de los empleados sobre el paradero de esa mochila y en su defecto, de las pertenencias que contenía dentro.
Sin importarle la atenta mirada que él estaba dándole, no perdió el tiempo en verificar que todo se encontrara ahí y suspiró aliviada cuando se dio cuenta de que sus pertenencias estaban intactas.
—La encontré en el asiento trasero de mi auto, creo la dejaste olvidada cuando saliste corriendo. —Le dirigió una mirada cómica al recordar el absurdo episodio.
Senku se reclinó en el sofá y plegó las manos detrás de la cabeza antes de volver la mirada hacia ella.
—No sé que hubiese hecho de haberlo perdido —decidió ignorar la molesta sonrisa que se perfilaba en el rostro de Senku. Odió admitirlo, pero ahora que podía mirarlo sin estar agonizando de dolor, pudo notar lo atractivo que era—. Mira Senku, honestamente no sé cómo agradecer lo que hiciste por Taiki y por mí.
—Oye Leona, no pretendo que me remuneres nada, al menos no por ahora. —Él se encogió de hombros restándole mayor importancia al asunto.
— ¿A qué te refieres con "por ahora"? —Ella lo miró con sospecha.
Una caprichosa y casi siniestra sonrisa curvó los labios de Senku y por la agraviada mirada en la cara de Kohaku, él pudo decir que entendió lo que estaba tratando de decirle. Ella podría devolverle el favor en un futuro cuando él encontrara la manera de hacerlo, primero tendría que medir sus cualidades y sopesar las opciones para una futura remuneración.
—En la medida de tus habilidades y por supuesto de mis necesidades —explicó—. Es un trato justo.
— ¡Ja! entonces eres de "ese tipo" ¿no es así Senku? —Kohaku le dio una mala mirada, pero a pesar de sus palabras, por su tono se dio cuenta de que las intenciones tenían un diferente significado, quizá inclinándose a algo más práctico—. No puedes evitar que ese pequeño lado escoria salga a relucir un poco ¿verdad?
—Mira esto como una ley de equivalencia —a pesar de las palabras, la intención no fue ofenderlo y él lo entendió—. Por cierto ¿dónde está tu cachorro? —Senku miró a su alrededor buscando algún indicio de ese niño.
No tenía por qué preguntar por él, sin embargo la imagen de la insistente mirada del chiquillo prevalecía en su mente más de lo que quisiera admitir. Muy en el fondo sentía un poco de curiosidad por la vida que de una u otra forma ayudó a traer al mundo.
— ¿Taiki?
— ¿Le pusiste Taiki? —Senku le disparó a Kohaku una mirada divertida tan sólo para molestarla, el nombre en realidad no tenía nada de malo.
—Significa "Grandes esperanzas", es un nombre perfecto para él.
Ella sonrió ante eso, había mucho significado y verdad en el nombre de su bebé.
Se inclinó más cerca para confrontarlo pero no se dio cuenta de lo que estaba haciendo hasta que Senku por alguna razón que ella no entendió del todo evadió su mirada.
— Leona estás invadiendo mi espacio personal.
No, de hecho él no estaba evadiéndola a propósito sino que su mirada se centró en la abertura de su blusa cuando ella se inclinó hacia él. Kohaku se apartó con las mejillas ligeramente calientes por su estúpido descuido y trató de cerrar inútilmente la molesta blusa. En contra de todo pronóstico, la expresión en blanco y desinteresada de Senku le indicó que no se sentía incomodo o avergonzado ante la situación.
—Es normal después del nacimiento del bebé que los pechos se hinchen, generalmente se debe a la producción de leche materna. Los efectos desaparecerán después de un par de días o después del periodo de lactancia.
Genial. Ahora estaba más incomoda que antes ¿por qué demonios le estaba diciendo eso y con un tono tan mundano? como si estuviera hablando de cualquier cosa o simplemente del clima.
—Voy a cambiarme. —Kohaku no lo miró cuando se fue hacia el baño.
Él no podría estar más de acuerdo.
Taiki comenzó a llorar cuando la puerta del baño se cerró con más fuerza de la debida, Senku escuchó a Kohaku gritarle desde el interior que cargara al bebé para que dejara de llorar en tanto ella salía.
Fingiendo un sonoro suspiro de cansancio, se levantó del sofá siguiendo el sonido del llanto hasta la habitación de Kohaku.
—Eres muy escandaloso ¿sabías? —Él hizo un puchero antes de cargarlo y acomodar la cabeza del bebé sobre su hombro, lo que pareció apaciguar un poco el estridente llanto—. Eso es, deja de rugir o podrías romperme los tímpanos.
Senku dio media vuelta para regresar al sofá de la estancia. No tenía mucha experiencia con los niños pero había visto hacer esto a Taiju con su hija una vez, aunque mentiría al decir que alguna vez quiso intentarlo.
— ¿Por qué rayos te tardas tanto Kohaku? —le dijo cuando pasó por la puerta del baño.
Escuchó un par de murmullos que no pudo entender y que prefirió ignorar.
— ¿Vas a tardarte mucho Leona? Necesito llegar al trabajo.
Se sentó en el sofá y trató de acomodar a Taiki, tener algo tan pequeño en sus brazos lo ponía incomodo ante la sensación de que podría soltarlo o aplastarlo en cualquier momento. Senku observó cómo el bebé empezaba a parpadear intentando permanecer despierto, aunque ciertamente estaba perdiendo esa batalla.
Él se tomó un momento para pasar su mirada sobre Taiki, sí, era casi idéntico a su madre, incluso con los irritantes gritos que soltaba. La comparación le hizo reír.
Pero la risa se cortó cuando escuchó el sonido de un ligero golpeteo.
—Senku ¿podrías abrir? Debe ser mi hermana.
Kohaku gritó desde el interior del baño.
—Bien —resopló levantándose con el bebé aún en brazos—. Pero esto también está sumándose a la lista de favores.
Abrió la puerta y encontró a un hombre mayor parado en el umbral junto a una mujer que Senku identificó como Ruri, la novia de Chrome.
El hombre barrió a Senku con una mirada sorprendida pero que después se convirtió en severa. Eso probablemente debió haber asustado a Senku, pero en vez de eso se sintió intrigado.
—Así que tú eres el bastardo que deshonró a mi hija. —Kokujo rugió como si el simple pensamiento lo enfermara.
— ¿Qué? —Senku lo miró con el ceño fruncido y después dejó escapar un lento aliento de cansancio ante la hostilidad de su tono.
El grito de Kokujo fue suficiente para despertar a Taiki, quien de inmediato comenzó a llorar.
—Mira viejo no sé de qué estás hablando pero hazlo en voz baja, ya lo despertaste —Senku trató de apaciguar al bebé meciéndolo, pero fue inútil—. Maldición, ahora está de mal humor.
Sin esperar la respuesta de Kokujo, le dio una última mirada de fastidio y se dio la vuelta para ir por Kohaku.
— ¿Qué demonios? —Kokujo se volvió totalmente inquieto hacia Ruri.
Ella negó y se limitó a darle unos golpecitos en el brazo.
—Sólo deja que Kohaku te explique todo papá y por favor trata de mantener la calma.
Dicho esto, Ruri se adelantó y pasó de su padre para unirse al caos del interior. De todo corazón, esperaba que todo saliera bien y su padre no hiciera un enorme alboroto por lo que Kohaku iba a contarle.
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Continuará…
N/A:
Otro capítulo terminado esperando que sea de su agrado :3
De nuevo, una disculpa por los errores que pueda tener y por el posible Ooc de los personajes.
Estuve un poco indecisa sobre el nombre del bebé de Kohaku, estaba entre Yoshio (Coraje) y Taiki (grandes esperanzas), al final me gustó más "Taiki" como nombre definitivo porque siento que representa más lo que Kohaku siente por ese bebé, de alguna manera es un comienzo y tiene puestas sus esperanzas y expectativas en su hijo, así como la promesa de que a pesar de ser hijo de Mozu lo criará bien para que en un futuro no sea como él.
En fin, al parecer me estoy entusiasmando en escribir esto porque los tiempos de actualización son cortos, pero depende un poco de mi estado de ánimo… no puedo garantizar que el capítulo 4 esté listo la siguiente semana pero podría intentarlo.
Bueno hasta la próxima y déjenme saber sus opiniones sobre esta historia : )
