Dr. Stone no me pertenece es propiedad de Inagaki y Boichi, yo sólo tomo prestado a los personajes para fines de esta historia.

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Capítulo 6.

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Profesor Ishigami —el decano irrumpió—. ¿Tiene cinco minutos?

Byakuya más que extrañado por la repentina interrupción de su clase, se disculpó con sus alumnos y salió al pasillo donde el hombre estaba esperándolo.

¿Sucede algo?

La mirada nerviosa del decano no hizo más que anticipar lo que probablemente serían malas noticias para Byakuya, quizá se trataba de alguna junta de emergencia del profesorado de la universidad, pensó. No hubo otra explicación lógica para que uno de sus superiores interrumpiera deliberadamente su lección sobre la breve biografía de Carl Sagan.

El director recibió una llamada de la guardería de su hijo, al parecer la encargada no pudo comunicarse con usted y llamó al teléfono de la institución.

Ante la sola mención de Senku, una señal de alarma emergió en la mente de Byakuya dejando en un segundo plano cualquier otra cosa que no fuese su pequeño bebé de casi nueve meses. Antes de que el decano pudiera siquiera pronunciar otra oración para esclarecer la situación, Ishigami salió corriendo hacia su auto para dirigirse de inmediato a la guardería.

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Llegó tan pronto como el tráfico de la ciudad se lo permitió, acumulando un par de multas que se encargaría de pagar a final de mes.

Byakuya meció a Senku entre sus brazos para tratar de apaciguar el llanto y limpió con delicadeza las gruesas y espesas lágrimas del bebé cuando éstas comenzaron a manchar sus mejillas.

Papá está aquí Senku, deja de llorar. —arrulló.

Ha estado así desde que lo dejó esta mañana y además... —la encargada miró apreciativamente cómo el hombre trató de calmar inútilmente al bebé—. Tenía un poco de fiebre, así que llamamos al pediatra.

La noticia alarmó aún más al hombre.

¿Qué es lo que tiene? —miró con preocupación a la enfermera, afianzando aún más a Senku en sus brazos de manera casi protectora.

Sin dejar de sollozar, el pequeño bebé manifestó su incomodidad al jalar uno de los mechones de cabello de Byakuya.

No presenta ninguna enfermedad viral, pero la fiebre fue causada por el exceso de ropa en el bebé.

¿Exceso de ropa? Si, bueno, siendo un bebé, Byakuya procuró siempre tener bien abrigado a su pequeño ¿Fue eso tan malo?

Ante la confusión en el rostro de Byakuya, la encargada suspiró obviando el hecho de que ese hombre era sin duda un padre primerizo.

Su hijo, usted lo arropó de más con todas esas capas de ropa que tiene. —ella señaló al bebé para que Byakuya lo notara.

Y él lo hizo, fue consciente de que todas esas capas de ropa con las que había cubierto a Senku por la mañana antes de salir del departamento, ya no estaban. Cuando mucho, el bebé ahora sólo tenía ese adorable mameluco de Doraemon que no se resistió a comprar cuando lo vió en la sección infantil del centro comercial.

El pediatra nos dijo que el exceso de ropa incrementa la temperatura en los infantes, por lo que puede provocar un pequeño cuadro de irritación —la mujer de no más de cuarenta años buscó en uno de los bolsillos de su delantal—. Le recetó este medicamento para bajar la fiebre, la dosis está prescrita en la hoja. —instó a Byakuya a tomar la pequeña bolsa del medicamento.

La tomó, mirando fijamente la bolsa y apretando más de lo debidamente necesario. La mujer sólo pudo catalogar la expresión de Byakuya como algo que parecía ser una mezcla de culpa y vergüenza.

Y ella supo por qué.

No es culpa suya —su tono fue suave y sin prejuicios, casi maternal y comprensivo—. Los padres primerizos tienden a sobreproteger a sus hijos porque no tienen la experiencia previa para lidiar con las situaciones que se les presentan… tratan de dar lo mejor de sí mismos y lo mejor para sus hijos.

Ella intentó darle al menos un poco de consuelo al hombre terriblemente abatido que tenía frente a ella.

Pensé que si lo mantenía abrigado…

No fue su culpa —reiteró—. Es algo que se aprende sobre la marcha.

A pesar de las palabras, nada pudo evitar ese sentimiento de culpa asomándose en el pecho de Byakuya. ¿Por qué no se informó más al respecto?

Con el peso de la culpa a cuestas, Ishigami agradeció y se disculpó por las molestias antes de emprender el camino de vuelta a casa. Se encargaría más tarde de pedir las disculpas pertinentes y asumir la sanción por abandonar el trabajo repentinamente.

Pero antes de marcharse, la amable mujer lo detuvo al darle alcance en la puerta.

Sé lo difícil que es criar a un hijo sin experiencia previa, y más aún estando solo —la mujer comentó con delicadeza, procurando en todo momento no incomodar a Byakuya debido a su condición—. Aquí tiene mi número de teléfono, si tiene duda sobre cualquier cosa sólo llame, trataré de ayudarlo en lo que sea.

Byakuya tomó dubitativo la pequeña y arrugada hoja de papel de la mano de la encargada, miró incrédulo el número de teléfono antes de que la sombra de una sonrisa apareciera en sus labios.

¡Gracias! —inclinó la cabeza en señal de respeto y agradecimiento a esa amable mujer.

No se preocupe, y espero que el pequeño Senku mejore pronto.

Sin mucho más que agregar, Byakuya se despidió de la encargada para llevar a su bebé a casa.

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La preocupación no se desvaneció así como así.

Byakuya cambió la compresa de agua sobre la frente de Senku aprovechando que él estaba dormido. Los pequeños suspiros de agitación comenzaron a desaparecer cuando la respiración del bebé se volvió regular, una señal favorecedora de que el malestar estaba desapareciendo.

Ishigami colocó el termómetro bajo la axila de Senku para tomar de nueva cuenta la temperatura, notó sin humor cómo el bebé se removió incómodo ante la sensación del frío objeto sobre su piel. En cualquier otra situación, Byakuya hubiese encontrado sumamente gracioso dicho gesto en su hijo, pero no ahora, esa mueca sólo le causó más aflicción.

Esperó un par de minutos más, acariciando los finos mechones de cabello de su pequeño y observando su apacible carita dormitar.

Papá lo siente mucho Senku —Byakuya decidió no acostar al bebé en su cuna por esa noche, así que lo dejó dormir en su cama con un montón de almohadas apiladas a su alrededor—. Fui un tonto.

Quiso darse un golpe por tal irresponsabilidad, estaba muy avergonzado por su estupidez, una estupidez que le costó la salud a su pequeño.

Pero papá te promete que a partir de ahora va a cuidar muy bien de ti y que te protegerá de cualquier cosa.

Sin poder resistir, apartó la compresa para darle un pequeño beso en la frente. Quizá Senku aún no tenía la capacidad para entender dichas palabras, pero Byakuya se prometió a sí mismo que haría cumplir su promesa.

Quizá no era el verdadero padre de Senku, pero ya lo amaba como a un hijo y daría lo que fuera por él.

Le acarició la cabeza una última vez antes de retirar el termómetro para corroborar la temperatura del bebé. Byakuya tuvo un pequeño lapsus de alivio cuando el pequeño instrumento le indicó que el antipirético estaba funcionando.

Sin tener el corazón para despertar a Senku al moverlo a un lado de la cama, Ishigami se sentó en el suelo y acomodó la cabeza en el colchón con la intención de velar el sueño de su hijo por el resto de la noche.

Descansa hijo.

Él estaría siempre ahí para Senku.

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—¿Finales de este año? —Kohaku sorbe ruidosamente su café sin apartar la mirada de Chrome.

Ella, el bebé y el científico son los únicos que ocupan una mesa en la desolada cafetería del edificio de Ishigami Corp.

Taiki la mira atento desde su posición en el regazo de Kohaku, el gorgoteante sonido capta su atención y pierde rápidamente el interés en el sonajero que sostiene con fuerza en su regordeta mano.

El joven científico se encoge de hombros ante la escandalosa cuestión de su amiga y futura cuñada, sin embargo no pasa desapercibido el pensamiento de que dicho gesto en Kohaku es un hábito desagradable y poco femenino.

No le sorprende, a decir verdad.

—¿Para qué esperar? Es decir, han soñado con esto desde que tenían once años.

Chrome se atraganta con su café por el comentario fuera de lugar.

—¡Eso no es verdad! —ignora el ardor en su lengua y garganta al refutar—. Ruri y yo sólo éramos amigos en ese entonces.

El bebé cambia el foco de atención ante la explosiva respuesta del adulto y sonríe con los hilarantes gestos de Chrome al hablar. Taiki apenas ha comenzado a acostumbrarse a la presencia de ese sujeto y a su escandaloso volumen de voz, pero no es algo que le moleste del todo.

—¡Por favor Chrome! Has amado a Ruri desde el momento en el que la conociste, no puedes negarlo y mucho menos a mí.

No, él no puede hacer tal cosa, negar su amor por Ruri ¡Eso jamás!

Las mejillas del joven hombre se tiñen ligeramente con un tono rojizo, confirmando así la declaración de Kohaku. Dos meses desde la noche en la que le pidió matrimonio a Ruri y ella aceptó, Chrome irradia felicidad inconscientemente cada vez que el tema sale a colación.

—Ella quiere una ceremonia tradicional y sencilla. —Y él se encargará de cumplir cualquier deseo de su ahora prometida.

—No esperaba menos de Ruri-nee.

La alegría e ilusión de su hermana por la próxima boda es tal, que el corazón de Kohaku se hincha de felicidad por ella y por Chrome.

—¿Qué hay de ti? —él cuestiona discretamente.

Chrome siente genuina curiosidad por un tema que ha querido discutir con ella desde hace un par de meses.

—¿Yo qué?

Él deja el vaso de café vacío a un lado y suspira con resignación, nunca ha sido bueno hablando de esos temas y menos con Kohaku, de todas las personas en el mundo, quien no tiene interés en el departamento del romance.

—¿Le darás un padre a Taiki? ¿Piensas encontrar a alguien algún día? —Chrome aparta la mirada un poco avergonzado.

La dirección de las charlas en el ámbito amoroso siempre van en dirección a él y Ruri, nunca hacia Kohaku con una potencial pareja.

Simplemente es extraño.

—Chrome… —El tono de Kohaku se convierte en una advertencia implícita.

Kohaku se sorprende brevemente por la osadía de su amigo al cuestionar semejante tontería. Esa es una conversación que no está dispuesta a tener ahora y mucho menos con el sujeto que ha llegado a considerar casi como un hermano.

—Sé que Mozu es un idiota y que jamás estarás con él.

Ella se apresura a tapar los oídos de Taiki en cuanto el nombre de Mozu sale de los labios de Chrome. El bebé simplemente balbucea tratando de alcanzar las manos de su madre para apartarlas de su cabecita. Es incómodo y el sonido apagado de las voces comienza a asustarlo.

Chrome levanta una ceja en incredulidad por tal comportamiento en su amiga. Y le resulta absurda la idea de que Kohaku pudiera siquiera considerar que Taiki comprendiese lo que ellos están diciendo.

—El hecho de que no quiera a Mozu en mi vida y en la de mi hijo, no quiere decir que quiera a otra persona con nosotros —frunce el ceño con molestia ante la sola idea de involucrarse en algo tan tonto como una relación. Taiki es ahora lo único que ocupa un lugar en su corazón—. Tengo a Taiki y eso me basta. No tengo tiempo para algo como eso.

—No me refiero a tenerla ahora, con el tiempo quizá conozcas a alguien y…

—No —ella es tajante al respecto—. Mi hijo es mi prioridad Chrome. Me alegro mucho por Ruri y por ti, pero no es algo que quiera para mí ni ahora y quizá tampoco en el futuro.

De no ser por el incidente con Mozu, quizá Kohaku nunca hubiese considerado el ser madre después de todo.

El silencio se instala y persiste después de esa conversación, Chrome entiende que no debe presionar más sobre el asunto, al menos no cuando nota la molestia e incomodidad presente en el rostro de Kohaku. Quizá, piensa él, la negativa de Kohaku hacia una relación o a involucrar más de lo necesario sus sentimientos con alguien se debe a la mala experiencia con Mozu.

Aunque en retrospectiva, su rechazo o falta de interés real se remonta tiempo atrás, tal vez Mozu sólo reforzó dicha postura en ella.

El descanso de veinte minutos está por terminar y Chrome anticipa que es tiempo de regresar al trabajo si quiere evitar la cátedra de Senku sobre la importancia de la productividad.

—Debo regresar al laboratorio —informa Chrome tras terminar su café—. Antes de que Senku baje y me lleve a rastras.

No exagera, al menos no del todo.

—Oh, ¿Podrías entregarle esto? —Kohaku busca en su bolso y saca una carpeta de papeles—. Vine a entregárselo, dejó la carpeta sobre la mesa esta mañana. Quería dársela pero debo llevar a Taiki al departamento para su siesta.

El bebé mira a su madre con ojitos soñolientos, en ese punto, ya no le presta atención a los adultos y su cabeza comienza a tambalearse ligeramente buscando un lugar seguro para descansar.

Chrome toma la carpeta que Kohaku mantiene extendida sobre la mesa y ojea el contenido, reconoce los diseños y la letra de Senku en los bocetos del nuevo proyecto en el que están trabajando para JAXA.

Y él está muy confundido, pero no quiere hacer de esto un intenso interrogatorio. Hasta el momento Chrome sólo ha escuchado rumores de Ruri sobre las persistentes visitas de su colega al departamento de Kohaku, sin embargo la carpeta en sus manos es la prueba tangible de que algo está pasando.

No le agrada por varias razones.

Una pequeña voz en el interior de la cabeza de Chrome le grita que debe hacer algo al respecto, no por un sentimiento malicioso sino por el afecto y la hermandad que tiene hacia Kohaku.

Senku podrá ser un amigo y colega, pero Kohaku prácticamente y políticamente es su hermana.

—No te preocupes, se lo entregaré. —Y quizá, pueda tener una pequeña charla con Senku.

Kohaku asiente antes de levantar a Taiki, quién ahora se encuentra entre el limbo de la vigilia a causa del sueño, acomodándolo en el carrito plegable que Kokuyo le obsequió.

—Te debo una Chrome —muchas en realidad, pero se encargará de pagar cada uno de los favores que él le ha hecho—. Despídete del Tío Chrome, Taiki. —Una petición que cuelga en el aire cuando el bebé decide adelantar su siesta.

Kohaku se despide de Chrome no sin antes reiterar el agradecimiento por el favor y se marcha.

El científico la despide con un gesto y una sonrisa típica en él, pero mira de nuevo la carpeta con una mueca cuando tiene la certeza de que Kohaku se ha alejado del lugar.

No quiere parecer un entrometido pero siente que es lo correcto.

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Chrome está enojado por algo que él ignora, Senku se da cuenta y sabe que no se trata únicamente de su imaginación. La mirada despectiva y suspicaz de su colega durante la reunión con Ryusui para discutir los actuales y nuevos proyectos e inversiones le dieron el primer indicio.

El segundo indicio se manifiesta cuando su colega le entrega la carpeta olvidada en el departamento de Kohaku durante su visita matutina a Taiki. Senku tiene la noción de que Chrome trata de comunicarle algo con mensajes confusos.

Pero él no tiene tiempo para esa clase de juegos y Chrome tampoco, por lo que su colega le da únicamente un críptico mensaje y la promesa de una futura charla.

¿El asunto? Senku no lo sabe y por el momento no tiene interés en ello.

Llega a su departamento poco más de las diez de la noche, omitiendo esta vez la visita nocturna a Kohaku y Taiki. El trabajo exprime cada gota de energía de su cuerpo y ni siquiera la promesa de una humeante taza de ramen es suficiente para obligarlo a arrastrar su patético trasero hacia el otro lado de la ciudad al departamento de la Leona.

Puede sobrevivir con una ración instantánea que compró en el supermercado la semana pasada.

Apenas es consciente de todo el trayecto que ha recorrido del trabajo hasta su desolado departamento, pero la grata satisfacción de la calidez y suavidad de su cama lo recibe con los brazos abiertos y desactiva el modo autómata de su cerebro.

Senku está listo para caer en la inconsciencia cuando el celular sobre su mesita de noche comienza a sonar sin descanso. Desmotivado, desea ignorar el llamado al intuir que seguramente se trata de Luna.

Una relación a distancia no es la mejor idea cuando la diferencia horaria es tan grande. Le ha dicho muchas veces que se limite a hablar a horas en las que él está preferiblemente despierto.

Una y otra vez la llamada se repite. Ella no va a darse por vencida y Senku lo sabe.

Resignado, decide tomar la llamada sin mirar el nombre en el identificador.

—Oye, te he dicho que llames en un horario prudente —medio gruñe sin alzar la voz o demostrar del todo su malhumor—. Estoy muy cansado ¿Podemos hablar mañana?

"Lamento llamarte a esta hora Senku".

Esa no es la voz de Luna.

—¿Kohaku?

"Es Taiki" —su voz está distorsionada pero Senku logra identificar algo remotamente parecido a un sollozo—. "No ha dejado de llorar y tiene un poco de fiebre… lo siento no sabía a quién más llamar".

A través del auricular puede escuchar la preocupación e impotencia en la voz de Kohaku. El sueño ha quedado en un segundo plano entonces, cuando escucha el nombre de Taiki.

—Estaré ahí en unos minutos, Leona.

No escucha réplica por el apodo, un indicativo de que ella no está en condiciones para reprochar.

"Gracias".

La línea muere al otro extremo y Senku se alista para salir y cruzar la ciudad en un par de minutos.

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Kohaku decide olvidar la silla para bebés y en su lugar sostener a Taiki en el asiento trasero del auto de Senku para tratar de apaciguar un poco el llanto del niño.

—Llegaremos al hospital en unos quince minutos. —observa a Kohaku asentir a través del espejo retrovisor mientras él pone en marcha el auto.

—Lamento haberte llamado a esta hora Senku.

—Deja de disculparte, Leona —todavía puede ver la culpa asomarse en la mirada de Kohaku—. Ahora, deja de perder el tiempo en disculpas y ponte el cinturón.

Ella obedece sin chistar o refunfuñar por la manera tosca de Senku de pedir las cosas, aunque ella ya está acostumbrada a eso. Fue hasta ese momento que nota su descuido con el cinturón de seguridad, internamente agradece que Senku esté con ella para corregir el desastre en el que se ha convertido.

Senku observa de tanto en tanto, el bebé no deja de llorar y arrugar la nariz y ojos en el proceso. Sin temor a equivocarse, quizá se trate de alguna infección.

Taiki está cada vez más inquieto y Kohaku cae en la desesperación al sentir la impotencia de su situación.

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Llegan al hospital con un retraso de cinco minutos por el tráfico y esperan unos diez minutos más antes de que el pediatra en turno del área de urgencias los atienda.

El diagnóstico clínico recalca principio de Gastroenteritis.

—Podrán llevárselo a casa esta noche —el doctor prescribe la receta con las indicaciones y se la da a Kohaku—. Ya le he suministrado un antipirético para bajar la fiebre. La infección deberá desaparecer en un par de días si siguen el tratamiento al pie de la letra.

—Gracias. —musita Kohaku antes de ponerse de pie.

Senku sostiene a Taiki, quien se ha quedado dormido nuevamente después de que el doctor le suministró el medicamento para controlar la fiebre. Sigue a Kohaku hasta la salida del hospital en completo silencio, el estado de ánimo de la Leona está por los suelos después de todo.

—Debí ser más cuidadosa —Kohaku comenta mientras toma al bebé en sus brazos cuando llegan al auto—. Tiene esta manía de arrojar los objetos al suelo y metersélos a la boca.

—Es un bebé de cinco meses, es la manera en la que los mocosos exploran su entorno —Senku abre la puerta y le ayuda a subir al asiento trasero con cuidado—. Escuchaste al Doctor, es un cuadro de infección leve, tu cachorro estará bien en un par de días.

No quiere sonar tan despreocupado al respecto, de hecho no lo está, pero de los dos y por el aparente estado de Kohaku, tiene que ser él quien mantenga la calma para tratar de apaciguar la preocupación de la Leona.

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Senku remoja el paño en el agua fría, pese a que el pediatra suministró el medicamento para la fiebre, él también considera que es conveniente aplicar compresas caseras a Taiki para acelerar el proceso de curación.

—Ten, colócalo en la frente del cachorro. —exprime el exceso de agua y le da el paño a Kohaku, quien se encuentra recostada junto a Taiki en la cama.

Por esa noche Kohaku decide dejar al bebé junto a ella para tenerlo en observación. Una mueca se instala en sus labios cuando nota la manera en la que su bebé arruga el entrecejo manifestando su malestar y se le rompe un poco más el corazón.

Senku retira el termómetro electrónico de la axila del bebé y corrobora que la fiebre está bajando poco a poco, lo cual es un respiro para él y también para Kohaku. Sin embargo eso no quiere decir que puedan bajar la guardia.

—El medicamento y las compresas están funcionando, la temperatura de Taiki se normaliza. —se toma la libertad de sentarse en la orilla de la cama y lanzar un sonoro bostezo.

Kohaku lo mira y es capaz de notar lo cansado que está, es más de media noche y él sigue ahí con ellos.

—Senku —lo llama, ganándose un pequeño murmullo de su parte como contestación—. Me encargaré de Taiki, ve a descansar.

Él lo considera seriamente, la gloria del descanso está a una sola palabra.

—Dormiré en el sillón. —pero no se siente bien dejando a Kohaku sola en toda esta situación, mucho menos a Taiki.

Por alguna extraña razón que él todavía no es capaz de comprender, siente la necesidad de quedarse con ellos. Senku considera que el motivo recae en que Kohaku es un completo desastre sin su ayuda.

—No puedes quedarte —ella se levanta con cuidado para no despertar al bebé—. Y mucho menos dormir en mi sillón.

—Tampoco puedo regresar a mi departamento a tan altas horas de la noche —replica—. Podría quedarme dormido y tener un accidente ¿Puedes vivir con eso en tu consciencia, Leona? —el tono ligeramente sarcástico y dramático tiñe su voz.

A pesar de ser un truco para que ella reconsidere su decisión de echarlo del departamento, también es verdad que se siente muy cansado y que podría sufrir un accidente si se queda dormido frente al volante.

—Tú sí que sabes jugar sucio Ishigami.

—Me limito a los hechos y a las estadísticas, Leona —Senku se encoge de hombros mientras esboza una sonrisa socarrona—. Los estudios han revelado que…

Pero ni siquiera alcanza a decir otra palabra cuando una almohada y la sábana casi lo derriban al chocar contra su cabeza.

—Sólo vete a descansar Senku.

Él le da una mala mirada pero acata la orden de Kohaku, no porque ella lo dice sino porque Senku necesita un par de horas de sueño y se conformaría con al menos una o dos horas.

Sin embargo no logra conciliar el sueño y se da por vencido. Decide entonces avanzar con el proyecto en el que Chrome y él están trabajando.

Senku no se da cuenta del tiempo en el que ha estado trabajando hasta que el sonido del llanto de Taiki rompe el silencio del departamento. Mira su celular para verificar la hora y éste reza poco más de las 3:30 de la madrugada.

Deja a un lado lo que está haciendo para ir a ver lo que le pasa al bebé.

—Oye Leona ¿Qué le pasa a Taiki?

Pero ella no responde.

—Kohaku… —intenta de nuevo.

Nada. Ni siquiera el llanto del bebé logra despertarla.

Senku se acerca a la cama para cargar a Taiki cuando éste no deja de patalear, considera despertar a Kohaku pero declina la opción a último minuto cuando observa lo apacible que se ve dormida.

Se siente muy indulgente y quizá pueda dejarla dormir una hora más.

—No hagas ruido enano, despertarás a la Leona. —mece al niño en sus brazos mientras camina con él hacia la cocina.

El sonido familiar de la voz de Senku provoca un sentimiento de seguridad en el niño y de alguna manera decide aplacar su llanto. Ahora que el malestar se ha calmado un poco, Taiki es capaz de prestar atención a su entorno y reconocer a la persona que lo sostiene.

No sonríe como suele hacerlo siempre que ve a Senku, pero en lugar de eso decide tocar su cara y halar de su cabello. Aún sigue irritado por el malestar y Senku lo sabe por el atípico comportamiento.

Senku lo alimenta a pesar de la reticencia de Taiki a tomar la fórmula que Kohaku tenía preparado con antelación. Como indicación del pediatra, la especificación fue la de seguir con la lactancia del bebé.

—Eres tan testarudo como tu madre —él se ríe por la comparación mientras Taiki lo observa sin comprender del todo lo que está diciendo.

Poco a poco el sueño se va apoderando de Taiki hasta que vuelve a quedarse dormido en los brazos de Senku.

Regresa a la habitación de Kohaku para colocar al bebé junto a su madre y en un acto de genuina preocupación por parte de Senku, coloca una manta para cobijarlos a ambos.

—Ustedes dos sí que son problemáticos. —Una sonrisa vuelve a instalarse en su semblante, contrastando con sus palabras.

No puede creer cuánto ha cambiado su vida desde que conoció a Kohaku, pero no es algo de lo que se arrepienta.

A veces.

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Continuará…

N/A.

Ha pasado un tiempo, lo sé…

Por cuestiones de estrés y salud no he podido actualizar, pero bueno aquí está el capítulo.

Espero les gustara y me dejen saber sus opiniones n.n

Pd. ¡Agradezco infinitamente sus comentarios! Y de nuevo una disculpa por tener un poco abandonado el Fic u.u

Pd. 2. Para los que se preguntan por los Flashbacks… si bien son algo random, de alguna manera tendrán que ver con el desarrollo del capítulo. Byakuya aparecerá más adelante también :3

Ahora sí, hasta la próxima!