Dr. Stone no me pertenece es propiedad de Inagaki y Boichi, yo sólo tomo prestado a los personajes para fines de esta historia.
Capítulo 8.
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Pero ¿Qué había sucedido? Chrome miró la pequeña roca que tenía en sus manos, ahora con una gama de colores totalmente diferente a la que poseía hacía aproximadamente veinte minutos. Cualquier rastro de brillante oro se había esfumado y en su lugar quedaba solamente esa amalgama de brillo y coloración extravagante que emuló a la perfección los colores del arcoiris.
No, en realidad el púrpura ahora era el color predominante en la roca. Su pequeña mina de oro ya no estaba ¿Qué iba a hacer ahora?
—¡Pero qué tonto eres! —se reprendió, agitando en sus manos el mineral rocoso iridiscente.
El pequeño cambió su mirada hacia el artífice de su molestia y el causante directo de su desgracia, sus ojos cafés se estrecharon acusadoramente a la botella vacía de vinagre que hasta entonces yacía olvidada en el suelo de esa desolada y fría orilla del camino.
No fue su culpa, en realidad Chrome no pudo distinguir el contenido de la botella cuando la encontró en el césped, y quizá fue demasiado irresponsable de su parte el pensar usar el líquido transparente como un medio de limpieza al creer ingenuamente que se trataba de agua.
Qué equivocado estaba.
Sin embargo, echando un segundo vistazo al pequeño tesoro en sus manos se dió cuenta que incluso ahora esa roca poseía un encanto atrayente que antes no tenía. El dorado era majestuoso y lo hacía parecer incluso lo suficientemente valioso para poder intercambiar o sacar algún provecho vago de él, pero ahora, el tono púrpura e iridiscente le proporcionó la gracia de un misterio escondido y único… casi mágico.
—¡Qué malote! —exclamó con genuina emoción.
Definitivamente esa era la adición perfecta para su colección ¡la última pieza que encontró sin querer! Por supuesto que la conservaría.
Chrome nunca supo de dónde venía su fascinación por ese tipo de rocas, jamás se lo cuestionó. Quizá su interés fue una compensación y un alivio a la tristeza de su corazón, la única manera en la que un niño sin hogar podía pasar el tiempo en los cambiantes orfanatos en los que estuvo los primeros años de su vida.
O al menos así fue antes de que Jasper y Turquoise lo acogieran. Ellos, un matrimonio que no había podido concebir un hijo en todos esos años. Chrome los apreciaba y estaba sumamente agradecido por tener una segunda oportunidad, aún cuando Turquoise fuese en ocasiones demasiado protectora y apegada a las normas.
No importaba, ellos se habían convertido en su familia.
—¿Qué tenemos aquí? —la voz sarcástica profirió desde la orilla de la carretera—. Pero si es el niño raro de las rocas.
Chrome entonces salió del ligero ensimismamiento, mirando más allá de sus propias manos que aún sostenían con anhelo y emoción su pequeño tesoro, se dio cuenta de que aquella voz significaba problemas.
—¿Qué quieren? váyanse. —tras esa petición implícita, Chrome guardó su tesoro en el bolsillo de sus pantalones reconociendo que nada bueno podría seguir a continuación.
Él conocía al dueño de esa molesta voz, malas noticias sin lugar a dudas.
—¿Escuchaste eso Kioshi? el huérfano te está dando órdenes. —Yoshio, el otro niño, siseó hacia su hermano.
Chrome pudo identificar las malas intenciones en el tono de Yoshio, claramente una certera provocación hacia su hermano. No le sorprendió, a decir verdad, los hermanos Ikeda se habían convertido en sus verdugos personales no sólo en el colegio sino también cada vez que la situación se presentaba.
Lo afrontaría como las veces anteriores, el despliegue de palabras se acabaría pronto y él podría regresar a casa antes de que el clima frío empeorara, después de todo, el invierno estaba casi a la vuelta de la esquina y Turquoise no dudaría en darle tremenda reprimenda si pescaba un resfriado.
Sin embargo esa tarde la suerte parecía no estar de su lado.
—Por supuesto que lo escuché Yoshio, creo que alguien necesita una pequeña lección para quitarle lo insolente.
Chrome tuvo un mal presentimiento entonces, las palabras de Kioshi estaban cargadas de una amenaza explícita. Y quizá adivinando el siguiente movimiento de los hermanos, el niño se apresuró a recoger su caja de tesoros.
Chrome abrazó protectoramente su colección de piedras y minerales contra su pecho, decidiendo así que esos pequeños matones no tocarían ni una sola pieza de su invaluable tesoro.
Esa pequeña y simple caja contenía años de búsquedas incansables, lágrimas, esfuerzo, dedicación, pero sobre todo, los sueños y esperanzas de un niño en uno de los momentos más difíciles de su vida. Esa colección tenía más que nada un valor sentimental para el chiquillo.
—¡Aléjense! déjenme en paz —la voz de Chrome adquirió un tono que rayó incluso en la desesperación pues en el fondo sabía que ni siquiera eso bastaría para salir de esa situación—. Nunca les he hecho nada ¿Por qué siguen molestándome?
Él nunca lo entendió ¿Cuál fue la determinante para atraer su atención de esa manera? ¿Por qué los niños tenían que ser malos con otros niños sin razón alguna? ¿Disfrutaban eso acaso? ¿Como un retorcido pasatiempo? ¿Por qué lo hacían? ellos lo tenían todo… unos padres y el amor de una familia ¿Por qué?
—No eres más que un niño raro que se la pasa coleccionando basura sin valor —masculló Yoshio acercándose sin vacilación a Chrome—. Un pobre diablo que vive acogido por dos extraños que lo aceptaron por lástima, porque no podían tener un hijo propio ¿No es triste? no eres más que un sustituto que tienen por obligación para llenar ese vacío.
Los hermanos habían escuchado acerca de los rumores sobre Chrome por sus padres, cuando éstos de vez en cuando charlaban sobre el asunto entre comidas, estigmatizando o criticando la situación como si se tratara de una aberración.
—¿Y eso en qué les afecta a ustedes? no son más que unos abusivos. —Chrome decidió no reprimirse, de todas maneras fuese como fuese, los hermanos llevarían a cabo lo que estaban planeando.
¿Para qué mantenerse callado? Kioshi y Yoshio Ikeda eran de lo peor.
—¿Cómo te atreves? —Kioshi le dió alcance a su hermano, ambos ahora peligrosamente cerca de Chrome.
El niño ni siquiera dudó un segundo al tomar a Chrome del cuello de la camisa y apretar su agarre en la tela de ésta para después quitarle la caja al que se aferró hasta el último momento. La conmoción de Chrome al caer al suelo quedó en un segundo plano cuando el sonido de las rocas resquebrajándose bajo los pies de los hermanos Ikeda se hizo presente.
Chrome lanzó un grito de terror cuando vió la manera tan cruel en la que su colección estaba reduciéndose a prácticamente nada y sobre todo, a la satisfacción plasmada en el rostro de Kioshi y Yoshio al cometer tal atrocidad. ¿Por qué?
Entonces sin detenerse a pensar en nada más, Chrome alcanzó algo en el suelo y lo arrojó en dirección a los hermanos, por imposible que pareciera en ese momento, el alarido seguido de un siseo fue la confirmación de que había dado en el blanco.
Se detuvieron, Yoshio mirando incrédulo la mancha de sangre que escurría por su mano proveniente de la herida punzante en su cabeza, mientras que Kioshi reflejando la ira en su mirada ante tal agresión hacia su hermano.
—¡Lo vas a pagar!
El rostro de Chrome adquirió un tono blanco de miedo ante la amenaza de Kioshi y cerró los ojos esperando el golpe que seguramente no tardaría en llegar.
—¿Qué rayos creen que están haciendo?
Chrome levantó la vista para mirar a quien había proferido semejante grito a la distancia, y lo que encontró lo dejó en un estupor total.
—No te metas mocosa, o también te daremos tu merecido. —siseó Yoshio.
—¡Ja! ¿A quién llamas mocosa, matón? —la niña rubia, que Chrome pudo notar que tenía aproximadamente la misma edad que ellos, profirió al acercarse.
—No digas que no te lo advertí.
—Te espero entonces… matón. —ella reiteró, sin embargo esta vez sin ningún atisbo de broma implícita en sus palabras.
El tono indiferente quizá sorprendió brevemente al niño, sin embargo aquello no le hizo retroceder en su decisión de darle a esa chiquilla un merecido escarmiento por haberlos interrumpido. Al otro lado, manteniéndose al margen, Kioshi sonrió con sorna hacia la niña, totalmente confiado en que su hermano tenía las cosas bajo control.
Qué ilusos.
—¿Estás loca? vete de aquí niña, ellos podrían lastimarte… son unos monstruos. —le gritó Chrome en advertencia, lo último que quería era involucrar a esa chiquilla en sus problemas y que terminara malherida.
—Cierra la boca, te estoy salvando el trasero. —replicó sin embargo, dejando perplejo a Chrome.
¿Quién demonios era ella y por qué exudaba esa confianza?
En ese instante Kioshi le propinó una certera patada en las costillas a Chrome que lo hizo gritar de dolor,
—¡Oye, te dije que lo dejaras! ¿estás sordo acaso?
—Te lo has buscado, mocosa. Debiste hacerle caso a este fenómeno y seguir tu camino.
La niña frunció ligeramente el ceño.
—Ustedes son tan desagradables.
Y sin esperar más, Yoshio intentó arremeter contra ella con un golpe, ese era el plan después de todo; pero dicho plan se vino en picada cuando la niña reveló al fin lo que llevaba escondido tras la espalda y bloqueó sin problema el ataque.
Un alarido de dolor escapó de la boca del chiquillo cuando la espada de madera impactó de lleno en su mano, cada dedo crujió debido a la fuerza del impacto y él supo entonces que esa chiquilla no era la mocosa debilucha que supuso que era.
Yoshio acunó su mano contra su pecho, sintiendo las punzadas de dolor comenzar a extenderse en oleadas por el resto de su brazo. ¿Se le había roto? ¡imposible! fue apenas un golpe.
Intentó mover los dedos pero éstos se negaron a responder.
—¡Me rompiste los dedos! —exclamó el chiquillo con evidente dolor e incredulidad.
Sin embargo ella apenas se inmutó ante tal acusación, manteniendo incluso en ese momento una postura de defensa. La espada de madera aún fuertemente arraigada entre sus dedos.
—¿Qué dices Yoshio? —Kioshi miró horrorizado la manera en la que su hermano gemía de dolor en el suelo y las lágrimas comenzaban a acumularse en sus ojos—. ¡Levántate y dale a esa maldita su merecido!
Pero el niño ni siquiera respondió al llamado de su hermano, no mientras yacía de rodillas en el suelo, inmóvil y con la mano hinchada, tratando de sobreponerse al dolor.
—Entonces lo haré yo, inutil. —bramó Kioshi, acercándose a la niña para vengar a su hermano.
—Oye niño ¿puedes ponerte de pie? —ella se dirigió a Chrome con esa cuestión—. Voy a darle su merecido a este tonto, asi que quiero que aproveches ese momento para huir de aquí ¿entiendes?
—Como si eso fuese a pasar, mocosa.
—Sólo levántate y corre. —la niña ignoró las palabras del chiquillo para hablarle de nueva cuenta a Chrome y dejarle en claro lo que debía hacer.
—Pero…
Sin embargo Chrome no pudo terminar su alegato cuando el estallido de otro impacto resonó en el ambiente, pero eso no fue lo que le sorprendió, sino la manera en la que esa chiquilla esquivó el golpe con tal agilidad que pareciera que sus pies ni siquiera estaban tocando el suelo. Y quizá, también la rapidez con la que ella pudo mover la espada de madera para derribar a Kioshi y después asestar un certero golpe en el estómago que lo dejó ligeramente aturdido por la falta de aire.
—¡Corre! —ella gritó—. ¡Vámonos de aquí, ahora! —reiteró cuando notó que él no estaba acatando la orden.
Entonces Chrome se despejó completamente cuando ella lo agarró por el brazo y lo obligó a levantarse para salir de ahí cuanto antes. Tiró de él sin problema alguno como si no pesara nada y comenzó a correr prácticamente arrastrándolo por el camino.
No se detuvieron y ella en ningún momento lo soltó.
Los siguientes cinco minutos fueron cruciales en su recorrido hasta llegar a un parque, Chrome sentía que podía desmayarse en cualquier momento.
—¿Estás bien? —la niña cuestionó cuando se detuvieron cerca de uno de los juegos.
Chrome la miró después de caer al suelo y a diferencia de él, ella parecía apenas afectada por el recorrido y la carrera. ¿Quién rayos era?
—Lo estoy —aseguró, ignorando por completo la leve punzada en sus costillas debido a la patada de Kioshi—. Estás loca, pudieron haberte golpeado.
—Pero no lo hicieron y de todas maneras no habrían podido hacerlo —ella se jactó, aunque sin presunción exagerada—. En cambio a ti… creo que ahora estarías muerto si no hubiera llegado a tiempo. Estaba regresando de mi entrenamiento cuando vi cómo esos niños te empujaron al suelo y comenzaron a romper tus cosas… lo lamento, por no haber podido salvar tus cosas.
Hubo cierto tinte de aflicción en la voz de la niña que Chrome pudo notar, como si en verdad el hecho de no haber podido salvar su colección le entristeciera, pero no tenía por qué, no eran de su propiedad ni tenían algún valor sentimental para ella.
Y fue hasta entonces que cayó en cuenta de por qué ella traía consigo una espada de madera.
—Era mi colección de rocas y minerales, ellos siempre me han molestado por eso, piensan que soy raro —sí, le dolía el haber perdido todo después del esfuerzo que había invertido en todos esos años—. Me ayudaba a pasar el tiempo cuando estaba en los orfanatos.
—¿Eres huérfano? —no hubo desdén, repulsión u otro tipo de sentimiento malintencionado en las palabras de la niña.
—Vivo con mis tutores ahora. —aclaró sin saber por qué se tomaba la molestia.
—Me alegro que encontraras una familia —le sonrió—. Me llamo Kohaku por cierto. —ella le tendió la mano para ayudarlo a levantarse del suelo—. Mi casa está a sólo un par de cuadras de este parque, acompáñame, tengo un ungüento que te ayudará con la hinchazón.
Él aceptó la mano extendida de Kohaku, sin embargo dudó sobre acompañarla a su casa, no era buena idea después de todo. Ni siquiera quería imaginar lo que dirían los padres de esta niña si llegaba con él.
—Creo que no es buena idea y podrías tener problemas por haberte metido en una pelea.
Era racional pensar de esa manera y en todo caso, era completamente su culpa. Definitivamente el padre de esta niña no dudaría en tomar cartas en el asunto por ella y meter a Chrome en serios problemas.
—Créeme, no sería la primera vez… Creo que mi padre se ha acostumbrado tanto a los problemas en los que me meto que ya ni siquiera parece sorprendido cuando se entera de ellos.
¿Pero qué estaba diciendo? sin embargo la confianza con la que habló le dejó en claro a él que ella no estaba jugando y que cada palabra era cierta.
Kohaku notó la duda en él.
—Mira, mi padre no te culpará de nada. Él sabe la manera en la que suelo resolver las cosas y yo le diré la manera en la que todo sucedió, ahora vamos, tú de verdad necesitas algo para el dolor.
Sin decir nada más, Kohaku volvió a tomar el brazo de Chrome para comenzar a caminar en dirección a su casa y no aceptaría un "No" por respuesta de ese testarudo chiquillo.
—Tienes una fuerza de gorila ¿sabías? —le aseguró él, tratando de seguirle el paso.
—Quizá debí dejar que ese par te diera una buena paliza… —contestó ella, enviándole una estrecha mirada por encima del hombro pero sin soltarlo—. ¿Vas a decirme tu nombre o qué? al menos quiero saber el nombre del niño debilucho al que le salvé el trasero de esos matones.
—Chrome. —murmuró.
—¿Chrome? ¿Como el navegador?
—No, tonta, como el elemento. —se apresuró a dejar en claro.
Kohaku se volvió ligeramente hacia él con una expresión incrédula y confundida. Se encogió de hombros, bueno ¿Quién era ella para juzgar el nombre de alguien?
—Es raro, creo que te queda.
Ahora fue el turno de Chrome de encogerse de hombros ante tal afirmación. No dijeron nada más durante los siguientes minutos, Kohaku guiando el camino y él tratando de seguirle el paso.
Sin embargo algo captó la atención de Chrome durante el trayecto, algo que se sentía pesado en su bolsillo y entonces lo recordó. Al meter la mano se percató del pequeño tesoro olvidado, una ligera y brillante sonrisa se instaló en sus labios.
—Oh, ¿Es eso lo que coleccionas? —la aguda vista de Kohaku se clavó en la diminuta y brillante roca que Chrome sostenía en sus manos—. Es una piedra muy brillante y el color es bonito.
Él le dio la razón, definitivamente era muy bonito, como cada tesoro que había recolectado y que ahora no era más que polvo en el suelo.
—Sí, esta era la última pieza de mi colección pero ahora es lo único que me queda de ella.
—¿Y no puedes hacer otra? —le dijo de repente, como si fuese la cosa más normal del mundo—. Si dices que es lo que te gusta, entonces no veo el por qué no hacer otra, ahí… —señaló la piedra brillante—. Tienes la primera pieza. ¿Vas a renunciar a ella por culpa de un par de mocosos? Si es así entonces dame esa tonta piedra para arrojarla a la basura y olvidar todo el asunto.
Chrome la miró por unos segundos, apartando su tesoro de ella por si se le ocurría cumplir con su amenaza, no la dejaría, porque esa insulsa piedra representaba mucho para él.
—Aleja tus manos de mi tesoro, Gorila. —le sonrió de vuelta cuando captó la idea.
—¿Quién quiere tu aburrida piedra? ¡Y no me llames Gorila!
Un ligero coscorrón golpeó la cabeza de Chrome, pero poco le importó. Ahora sabía cuán fuerte era esa chiquilla y aquel gesto, lejos de ser intimidante o agresivo no fue más que la confirmación del pequeño vínculo que se había forjado entre ambos.
Ella de alguna loca y extraña manera era su salvadora… una pequeña y arisca Gorila de la que debía tener un poco de cuidado.
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Una melancólica sonrisa se extendió en el semblante de Chrome al recordar el día en el que conoció a Kohaku, cuando ambos eran apenas unos chiquillos de once años.
Él jamás olvidaría ese encuentro ni el vínculo que lo unía con esa testaruda mujer, Kohaku no sólo era su futura cuñada, ella se había convertido en una hermana para él incluso mucho antes de que la relación con Ruri se formalizara.
Como una constante en su vida, Kohaku no sólo le salvó en aquella ocasión sino en todas las posteriores a esa, e incluso le brindó el apoyo que necesitaba para enfrentar y poner en claro sus sentimientos hacia Ruri. De una u otra forma, cuando ella se presentó frente a él con la noticia de un bebé en camino y un idiota que no valía la pena a cuestas, Chrome no dudó ni un segundo en brindarle la ayuda que necesitaba en ese momento.
Aunque la culpa por ocultarle la verdad a Ruri sobre el origen de Taiki todavía se hacía presente cada noche al dormir; pero confiaba en ella, en que Kohaku haría las cosas bien y le diría la verdad a su padre y a su hermana prontamente.
—¿Te ocurre algo? estás poniendo una cara extraña.
La sonrisa de Chrome murió en el instante en el que la voz de Senku se hizo presente, y el agradable recuerdo se empañó con el motivo de su actual malhumor. Lo que de hecho también le recordó la plática pendiente que tenía con él y la que había aplazado lo suficiente.
Encontrarlo esa mañana en el departamento de Kohaku y saber que en contra de cualquier pronóstico él se quedó a dormir ahí, fue suficiente para querer poner las cartas sobre la mesa de una buena vez.
Chrome miró a Senku desde su posición en el lado del copiloto, de alguna manera accedió a ir al laboratorio en el auto de Ishigami cuando éste se lo ofreció de dudosa manera. A pesar de su cuestión, los ojos de Senku jamás abandonaron la vista del camino.
Esta era la oportunidad que Chrome estaba esperando.
Conocía lo suficiente a Senku para saber que nada malo estaba sucediendo, o al menos quiso darle el beneficio de la duda al respecto. Él no era como el idiota de Mozu o como cualquier otra escoria que se hiciera llamar un jugador, de antemano, Chrome sabía sobre la evasiva actitud y postura de Ishigami acerca de las relaciones y lo molestas e innecesarias o incluso "ilógicas" que éstas resultaban para él.
Entonces, ese miedo que tenía en el interior era totalmente infundado ¿Cierto? Ese repentino interés de Senku con pasar parte del tiempo con Kohaku se debía únicamente a su extraño e inusitado interés por Taiki ¿Verdad? Porque ese bebé lograba robarle el corazón a cualquiera, incluso a un sujeto sin aparentes sentimientos como Senku.
Esa era la respuesta lógica y la única que Chrome esperaba tener tras esta charla que se llevaría a cabo a continuación.
Sin embargo antes de que Chrome pudiera lanzar las cartas sobre la mesa, el sonido del pitido del celular de Senku lo interrumpió.
"No ha dejado de sonar desde que estábamos en el departamento" pensó Chrome al recordar el fugaz destello de memoria de ese infernal tono.
Senku se apresuró a tomar el aparato en sus manos, pero tras una breve inspección al identificador de llamadas y una mueca resultante ante quien quiera que se tomaba la insistente molestia de marcar cada cinco minutos, el científico guardó el celular en la guantera para silenciar brevemente el incesante sonido.
¿Por qué no se tomaba la molestia de responder la llamada? ¿A quién estaba evitando de esa manera tan infantil?
Tuvo una vaga idea sobre quién podría ser, pero realmente esperaba que no fuese el caso pues de ser así y dadas las circunstancias, las cosas serían peores.
—¿Por qué no respondes, Senku? Ese molesto aparato ha estado sonando sin parar.
Senku no respondió pero soltó un ligero gruñido, eso y la breve y esquiva mirada de Ishigami confirmó las sospechas de Chrome: era ella.
—Se trata de Luna ¿No es verdad? —inquirió Chrome con ligera acusación en su tono—. Estás ignorando sus llamadas.
—Ha estado llamando desde anoche y le he dicho sobre la diferencia horaria de Estados Unidos y Japón.
—Son las siete de la noche ahí y aquí apenas son las ocho de la mañana ¿Cuál es la excusa?
Se ganó una particular mirada de Senku, sin embargo no le importó, en el fondo Chrome tenía razón ¿Cuál era el motivo por el que estaba ignorando las llamadas de la que se suponía era su novia? Consideró que hubo algo deshonesto en la actitud de Senku para con Luna.
No sabía cuál era la historia detrás de esa relación pero de algo sí estaba seguro, amor nunca fue la razón por la que Ishigami Senku decidiera mantener a Luna a su lado. Quizá, había algo de cariño o al menos una pizca, pero no lo suficiente para hacer a Senku tomar en serio esa relación.
Según tenía entendido, Luna y él llevaban un par de años de relación… siempre de la misma manera, estancados en la monotonía de ese vago sentimiento sin querer dar un paso hacia adelante o terminar ese limbo interminable de un "tal vez".
Chrome nunca fue nadie para cuestionar las decisiones y la relación de su colega y amigo, pero ahora no estaba del todo seguro.
—En realidad no la hay —respondió al fin Senku, sin dignificar alguna mirada a Chrome—. Luna tiende a hablar de más y estoy manejando, no tengo tiempo para una conversación que me lleve al menos unas cuatro horas. Y anoche simplemente quería dormir.
Bien, Chrome podría creer la primera excusa sobre el tiempo prolongado de la llamada, sí, lo vió un par de veces cuando Senku aceptaba tomar las llamadas de Wright en el laboratorio. Decir que en esas ocasiones la paciencia de Senku por la desesperación de poner fin a la diatriba de su novia lo llevó a ocasionar al menos un par de accidentes en el laboratorio era poco.
Sin embargo…
—¿Qué hacías en el departamento de Kohaku? —Chrome fue tajante al respecto, más como una reprimenda que simple curiosidad—. No, olvídalo, mejor dicho ¿Por qué te quedaste a dormir?
La cuestión no pareció inmutar a Senku, sino que simplemente le hizo fruncir el ceño como si no entendiera el significado tras esas cuestiones, el motivo oculto.
—La Leona me llamó anoche cuando llegué a mi departamento, estaba preocupada porque no sabía lo que le estaba pasando a Taiki —el ceño se esfumó y en su lugar apareció una expresión que Chrome no pudo identificar del todo pero que se asemejaba a preocupación—. El cachorro enfermó y ambos lo llevamos al doctor, me quedé con ellos hasta la madrugada para monitorear al bebé y ayudar a Kohaku, créeme, esa Leona estaba al borde de un colapso nervioso.
La imagen de Kohaku con ese semblante de culpa y aflicción por la condición del bebé removió un extraño sentimiento en Senku. De alguna manera odió el hecho de verla en tal estado de vulnerabilidad y sobre todo, al ver a ese bebé de la misma manera.
¿Qué le sucedía?
No pudo negar lo preocupado que estaba por ambos.
—¿Por qué no nos llamó a Ruri y a mí? ¿Por qué a ti? Hubiéramos estado ahí en un par de minutos, somos su familia después de todo. —El tono de Chrome dejó entrever mucho más de lo que sus palabras quisieron dar a entender.
Y Senku entendió esto a la perfección. Con calma, estacionó el auto a un lado de la carretera para afrontar esta absurda situación.
—Entonces es eso lo que te molesta y por lo que has estado actuando así en estos días ¿Cierto Chrome? —por supuesto, ahora todo comenzaba a encajar. Notó esa repentina actitud de su colega después de que le entregara los papeles que había dejado olvidados en la mesa de Kohaku una de esas mañanas de visita—. Qué ilógico. Ni siquiera sé cómo tomar esto o qué pensar al respecto.
—No me malinterpretes Senku, Kohaku es como una hermana para mí y simplemente estoy velando por su bienestar.
—Entonces ¿Estás jugando al papel de hermano? —cuestionó Ishigami con un tono socarrón y una media sonrisa en sus labios.
Repentinamente esto se estaba volviendo interesante. La actitud sobreprotectora de Chrome era hasta cierto punto un aspecto desconocido para él.
—Puedes tomarlo como quieras, pero no estoy jugando. Kohaku podrá ser una Gorila o una Leona como tú la llamas, pero sigue teniendo un lado vulnerable que pocas veces comete el error de mostrar.
Pero por supuesto que Senku lo sabía de sobra, la noche anterior fue la prueba de ello. Kohaku poseía una fiera personalidad, pero en el fondo también era una pequeña gatita cuando la situación lograba romper ese muro de seguridad y fortaleza.
—¿A qué quieres llegar con todo esto Chrome? Habla de una vez, sabes que odio los rodeos. —no quería parecer grosero pero la paciencia comenzaba a agotarse.
—No sé qué es lo que pretendas con Kohaku o si estás utilizando a Taiki como una excusa para acercarte a ella, lo que sea que estés haciendo déjalo ya. Ella no necesita más problemas de los que ya tiene.
—¿De qué demonios estás hablando? No pretendo nada, la Leona y yo sólo somos amigos. —la sola insinuación de Chrome desconcertó a Senku.
¿Qué clase de absurdos escenarios estaba maquinando su mente? Mejor aún ¿Qué clase de persona creía Chrome que era él? ¿Acaso no se habían conocido el tiempo suficiente? Senku, fuera de todo pronóstico llegó a considerar a Kohaku como parte de su vida, como una amiga.
Tenían esa extraña relación de amistad gestándose con el pasar de los días, desde ese inusitado encuentro cuando la ayudó a traer al mundo a Taiki y ese simple suceso desencadenó una necesidad de permanecer como una constante en sus vidas ¿Estaba mal?
—Bien, si es el caso entonces supongo que le has hablado sobre Luna ¿Cierto? Como la amiga que es, Kohaku sabe que tienes una relación de años con Luna.
El semblante de Senku permaneció sin expresión alguna tras la cuestión. Quizá era absurdo, pero es algo que apenas estaba considerando.
—Tu silencio me ha dado la respuesta que ya sabía —acusó Chrome, riendo apenas sin humor—. ¿Por qué? ¿Qué esperas sacar de todo esto Senku? Si es el caso, pierdes tu tiempo con Kohaku.
—Honestamente olvidé mencionarlo y ni siquiera me parece algo relevante en el tipo de relación que tenemos la Leona y yo. —desestimó Ishigami, con un tono plano e inexpresivo.
Era la verdad, nunca consideró aquello de real relevancia y Kohaku nunca se molestó tampoco en indagar al respecto, Senku tomó esto como respeto a su privacidad. Él tampoco cuestionó más de lo necesario, aún cuando sabía que ella le estaba ocultando algo. No iba a presionarla tampoco, eso estaba de más.
—La omisión sigue siendo mentir y Kohaku te pateará el trasero si se entera que te ha dejado acercarte lo suficiente a ella y le has ocultado tu relación.
—Qué molesto eres ¿Cuántas veces quieres que te repita que sólo somos amigos?
—Quizá no las suficientes con las que tú te hiciste creer que eso es verdad, Senku. No puedes negarme que sientes algo por Kohaku y que hace ya algún tiempo que eso dejó de ser simple amistad —el tono de voz de Chrome se volvió serio—. Y te repito, no le causes problemas a Kohaku, ella ha tenido suficiente todo este tiempo.
—¿De qué estás hablando? ¿Qué problemas podría tener la Leona?
Era la segunda vez que Chrome mencionaba aquello con tal convicción. Definitivamente Kohaku estaba ocultando algo que su cuñado sabía a la perfección.
—Olvídalo Senku, sólo deja esto y habla con la verdad, porque si Luna se entera de que has estado pasando demasiado tiempo con Kohaku las cosas se pondrán feas. Luna Wright no parece ser alguien con quien se pueda jugar.
Dicho esto, Chrome se desabrochó el cinturón y tomó sus cosas del asiento trasero con la intención de salir del auto. Por el momento la mejor opción sería conseguir un taxi y dejar a Senku pensar sobre esa conversación.
Senku en cambio sopesó un momento las palabras de su colega, y en parte tuvo que admitir que al menos tenía la razón en esa última parte. Luna a pesar de su actitud afable, inocente, distraída y coqueta, también era una chica insegura y hasta cierto punto, un poco recelosa sobre quienes se acercaban a Senku.
Pero sobre todo, dispuesta a hacer lo que fuese para mantenerlo a su lado.
¿Qué haría si sabía de su cercanía con Kohaku y el bebé? ¿Lo aceptaría? Sin importar lo que dijera Chrome, lo que había entre él y Kohaku era una relación de amistad… nada más.
¿Cierto? Porque esa necesidad de permanecer con ellos, con Kohaku y el bebé, era simplemente por el vínculo que habían formado el día en el que se conocieron… ese sentimiento de protección y afecto hacia madre e hijo que crecía con el tiempo no era otra cosa que algo que un amigo haría sin esperar realmente nada a cambio.
Un sentimiento desinteresado y nada más.
¿Verdad?
.
.
.
Continuará…
N/A:
Ha pasado una eternidad desde la última actualización u.u pero aquí está el capítulo 8, o lo que la Musa me permitió al levantarme un poco el Bloqueo.
Sé que casi no hay nada de Senhaku en el capítulo, pero todo a su tiempo :3
Quería poner un poco en perspectiva la relación de Chrome y Kohaku y la manera en la que se conocieron, y por qué Chrome parece tan sobreprotector con ella. Él la aprecia como una hermana, nada más y está preocupado por lo que sea que Senku y Kohaku tengan.
Amo escribir sobre papi Byakuya y Senku chiquito pero en esta ocasión se las debo, también quiero poner en perspectiva el pasado de otros personajes, en esta ocasión fue Chrome… también planeo mostrar el por qué Senku está con Luna y en sí también poner en perspectiva a Luna e incluso a Mozu…
Papi Byakuya aparecerá pronto también :3
Y bueno, de nuevo perdón por el retraso y la falta de Senhaku o Taiki en el capítulo, será para la próxima (que espero no tarde mucho :/ )
Ya saben que pueden dejar sus opiniones y tomatazos por igual n.n
Hasta la próxima!
