Dr. Stone no me pertenece es propiedad de Inagaki y Boichi, yo sólo tomo prestado a los personajes para fines de esta historia.
~Capítulo 9. ~
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—Me temo que no puedo aceptar su invitación Asami-san —la eterna curva de diversión en los labios de Byakuya Ishigami se desvaneció ligeramente ante el incómodo momento, mirando apenado a la simpática pero avergonzada mujer frente a él—. Aún tengo exámenes por calificar y la clase de la próxima semana por planear… quizá en otra ocasión.
Una oleada de decepción serpenteó en el interior de la profesora ante el sutil rechazo de su colega, Asami Shimizu había planeado con anticipación aquella invitación por más de un mes, pero al parecer, tal como las demás profesoras que alguna vez estuvieron interesadas en Ishigami, el rechazo fue inminente.
Era de esperar.
—Oh, por supuesto, no se preocupe por eso Ishigami-san… lo entiendo —su resolución se vino abajo, pero entendió que ese era una contienda perdida ¿Qué esperaba? Se trataba de Ishigami Byakuya después de todo—. Le deseo mucha suerte con el trabajo y… hasta luego. —hubo un deje de aflicción en aquella despedida, acompañada de una falsa sonrisa que no alcanzó a iluminar el rostro de la mujer.
Se ruborizó no tanto por el rechazo sino por haber puesto de manifiesto su interés hacia él ¿Con qué cara lo miraría cada mañana al llegar a la sala de profesores de la universidad? Sin nada más que agregar, la profesora Shimizu salió a toda prisa de la biblioteca sin mirar en ningún momento hacia atrás.
Y sólo entonces Byakuya resopló con alivio el aliento que no sabía que estaba reteniendo y, negando pesadamente con la cabeza, decidió retomar su tarea interrumpida. De verdad lo lamentaba, pero en parte sus palabras no fueron simplemente una excusa para evitar una salida.
—¿Puedes dejar de hacer eso, viejo? —Senku dejó a un lado el libro que tan concentradamente estaba leyendo antes de la interrupción, para mirar con evidente fastidio a su padre, su pequeña y respingada nariz se arrugó con molestia al presenciar semejante escena—. Es molesto.
Byakuya le prestó atención a su pequeño con una mirada de soslayo y una genuina sonrisa de diversión, apreciando silenciosamente la ligera arruga en la pequeña y tierna nariz de su hijo, y conociéndolo a la perfección esa era la evidente señal de que algo estaba molestando a Senku.
—¿A qué te refieres, hijo? —aunque por supuesto, el viejo Ishigami podía darse una idea de lo que el pequeño se refería.
Bien, Senku iba a poner las cartas sobre la mesa de una vez por todas y a hablar seriamente con el viejo sobre ese elefante en la habitación.
—Deja de rechazar todas las invitaciones, Byakuya —Senku replicó con fastidio y en un tono casi aprensivo, esta no era ni por asomo la primera vez que el viejo rechazaba la invitación de alguna mujer (ya fuese alguna profesora de la universidad o incluso alguna vecina)—. Deja de poner tontas excusas para no salir ¿Quieres?
Byakuya sintió que esto era una genuina reprimenda por parte de su pequeño hijo de diez años, lo cual era hilarante y también divertido… pero más que nada, hilarante por el simple hecho de que Senku parecía más que reacio a este tipo de temas: "romance". Ahora ¿Él estaba insinuando o sugiriendo que comenzara a salir en "citas"? bueno, eso fue bastante irónico.
—Pensé que no te interesaban estos temas, Senku… o al menos, que los encontrabas repugnantes.
Senku no respondió inmediatamente, estaba examinando el rostro de su padre como para estar completamente seguro de algo. Sin embargo, le dio parcialmente la razón a Byakuya, a él poco podría interesarle ese tema en particular ya que, de hecho, lo consideraba algo innecesario e incluso molesto, pero… también reconoció que ese asunto no se centraba precisamente en él sino en el viejo.
El pequeño podía conjeturar de qué se trataba todo eso y no le agradó.
—Por supuesto que no me interesa el romance, ni un milímetro… ni ahora ni nunca —Senku dejó muy en claro mientras se encogía de hombros con aparente desdén, la sola idea le resultó totalmente ilógico y sin sentido—. Pero esto no se trata de mí, sino de ti, viejo… y de todas esas pobres excusas que pones cada vez que alguna mujer te invita a salir —su mirada se estrechó acusadoramente en el mayor de los Ishigami—. Obviamente no tienes exámenes qué calificar ni clases qué planear, entonces ¿Por qué no aceptaste la invitación a cenar?
El pequeño lo miró con reprobación y expectación por una respuesta más que sensata. Pero tras un prolongado momento, el hombre se encogió de hombros y dejó los papeles a un lado para regalarle una patentada sonrisa a Senku.
—¿Está mal que quiera pasar mi tiempo libre con mi hijo? —Byakuya extendió la mano para revolver los peculiares cabellos de Senku, ganándose un bufido por parte del niño.
Esa no era la respuesta que Senku esperaba, de hecho, era la que menos quería escuchar de Byakuya. Entonces el entendimiento llegó como un certero golpe a la cara: él era la causa.
De alguna manera el chiquillo sospechó de aquello desde el principio, que él era un obstáculo para que Byakuya pudiera rehacer su vida. El hombre estaba tan dedicado a su cuidado que ni siquiera parecía darse tiempo para algo más… ni siquiera su vida personal y la posibilidad de encontrar a una potencial pareja, o formar una verdadera familia.
—No me uses a mí como una excusa —Senku resopló con molestia, cerrando el libro con más fuerza de la que debería y después cruzando sus bracitos en el pecho. La premisa en sí no se sintió para nada bien, de hecho, lo dejó con un sabor amargo en la boca y una punzada de molestia—. Es molesto. Si sigues así, terminarás solo.
Y Senku no quería eso y mucho menos que la causa de la soledad de Byakuya se debiera a él, por ser una carga para el hombre. El viejo ya había dedicado una década completa de su vida a cuidados y atención, haciéndose cargo de un niño con el que ni siquiera compartía una gota de sangre. No era justo, al menos no al criterio del pequeño Ishigami, quien en cierta medida sentía que le había robado tiempo importante a Byakuya.
De repente, Senku tuvo la imperiosa necesidad de mirar fijamente sus manos, sin atreverse a levantar la vista hacia su padre. El peso de la culpa punzando esa ligera fibra en su interior. Recordando con melancolía todos esos momentos que ambos compartieron a lo largo de esos años.
—Nunca me sentiré solo sabiendo que te tengo a ti, hijo. Tal vez seamos una pequeña familia, pero nos tenemos el uno al otro, y ten por seguro que este viejo siempre estará ahí para ti, cuando más lo necesites —una amorosa sonrisa se deslizó por los labios del mayor de los Ishigami, sus palabras como una afectuosa promesa que cumpliría sin importar qué. Byakuya revolvió una vez más los alocados mechones verdosos del niño para llamar su atención—. Además, tu querido padre pronto se irá a Estados Unidos ¿Está mal que quiera pasar todo el tiempo que pueda con mi amado y adorado hijo? —el hombre lo miró con ojos de cachorro y un patentado puchero en los labios, dándole énfasis a su afligida declaración de un próximo distanciamiento.
No era jugar sucio.
Byakuya realmente intentaba pasar el mayor tiempo posible con Senku antes de marchar hacia Estados Unidos donde comenzaría su estadía y capacitación como próximo astronauta para las colaboraciones de investigación del programa espacial de JAXA en la Estación Espacial Internacional. Un logro que no solamente podía atribuirse únicamente a Ishigami, sino al pequeño y engreído chiquillo que él adoraba como nada más en ese mundo. Si bien los extravagantes inventos y rigurosos entrenamientos que Senku prácticamente le obligó a realizar en los últimos meses no sirvieron del todo, la determinación y la pasión de su hijo por ayudarlo a cumplir su sueño fueron los catalizadores directos para lograr su objetivo.
Byakuya no podía sentirse más orgulloso de su pequeño, ese niño risueño que estaba totalmente fascinado y comprometido con la ciencia.
—Qué exagerado y cursi. —el pequeño respondió sin más, pero tratando de ocultar lo mejor posible la calidez que las palabras de su padre habían causado a su corazoncito. En un intento de actuar lo más desinteresado posible, Senku frunció las cejas y tomó de nueva cuenta su libro para fingir retomar su lectura.
Unas pequeñas cascadas dramáticas salieron de los ojos de Byakuya ante el tono burlón y actitud desapegada de su pequeño. Su modo "padre dramático" ante los "rechazos" amorosos del pequeño.
—Solamente soy un padre preocupado. —Byakuya se defendió.
—Ya no soy un niño, puedo cuidarme solo, viejo. Y créeme que no te extrañaré. —el pequeño se encogió de hombros como si no fuera nada.
Byakuya no supo qué le sorprendió más, que Senku se comportara como todo un pequeño adulto o ese corazoncito de Grinch que aparentaba tener para no admitir abiertamente que en efecto lo extrañaría. De cualquier manera, le resultó completamente adorable.
—Auch, a veces no puedo creer lo frío que puedes llegar a ser con papá, Senku. —Byakuya se llevó las manos a la altura del pecho en un gesto sumamente dramático.
Y ante las palabras y gesto histriónico del hombre, Senku hizo una mueca y rodó los ojos.
—Lo haces sonar como si fuera un monstruo sin corazón, Byakuya. —el niño se mofó con un tinte de sarcasmo.
Sí bueno, a diferencia de Byakuya, para Senku los sentimientos o la demostración abierta de éstos nunca fueron su fuerte ni por asomo. En su caso, los gestos y las acciones eran mejores que las palabras en el ámbito emocional.
—Aunque, tal vez te visite de vez en cuando. —Senku miró con una astuta sonrisa a su padre tras soltar dichas palabras.
Entonces, los ojos de Byakuya se iluminaron, rejuveneciendo de alegría ante la promesa de las visitas de su hijo durante su estadía en América. Por supuesto, Senku quizá nunca admitiría que lo extrañaría, pero al menos el hecho de que se tomara la molestia de visitarlo era su manera de decirlo.
—Claro —el pequeño siguió—. Cuando a la tarjeta de plástico mágica se le acaben los fondos. —y su sonrisa se volvió más astuta.
Oh, ese pequeño.
Byakuya no pudo evitar soltar una estridente carcajada de diversión por tal atrevimiento de Senku… sí, definitivamente, ese chiquillo era todo un caso. Pero jamás cambiaría un solo momento con él.
Senku nunca fue una excusa para evitar las citas ni mucho menos, él era la prioridad de Byakuya y realmente quería aprovechar todo el tiempo que tuviera con el niño antes de marcharse.
Hay un enorme elefante en la habitación, Ruri puede estar segura de eso, pero le es difícil exteriorizar esa cuestión (o más bien, duda) que se cierne peligrosamente sobre Kohaku. Las señales de alarma están comenzando a sonar en el interior de su mente y sabe que no se trata simplemente de un simulacro, hay motivos y ahora puede comprender (en parte) la actitud errática y paranoica de Chrome en toda la situación.
Ella debería ¿Verdad?
Ruri no sabe exactamente cuántos minutos han pasado desde el momento en el que llegó al departamento y fue testigo del momento incómodo y fuera de lugar con el que se encontraron esa fría y caótica mañana.
Kohaku está dando vueltas de un lado a otro por todo el pequeño departamento mientras termina de alistar a Taiki, y posteriormente cuando el bebé está limpio, vestido y alimentado, le pide de favor a Ruri que lo sostenga un par de minutos en tanto es turno suyo el terminar de arreglarse. Ruri, por supuesto, lo hace sin poner objeción alguna porque adora cargar a ese pequeño torbellino y jugar con él como alguna vez lo hizo con Kohaku en el pasado. No puede negar su evidente disposición y apego por los niños y en el futuro ella espera también poder cargar en brazos al pequeño fruto de su amor con Chrome.
—Lamento no haberte llamado anoche, Ruri-nee —el tono de Kohaku es sincero y también ligeramente avergonzado mientras toma asiento junto a su hermana y sostiene nuevamente al bebé en brazos—. Entré en pánico y no sabía qué hacer —mira a Taiki con tal devoción, agradeciendo internamente la mejoría del bebé esa mañana—. Afortunadamente Senku fue de gran ayuda y nos llevó de inmediato al hospital cuando le llamé, casi siento culpa por obligarlo a dormir en el sillón. —una traicionera sonrisa se forma en sus labios al recordar la manera tan incómoda pero encantadora en la que encontró a Senku y Taiki esa mañana.
Y de repente un sentimiento cálido e inexplicable cosquillea nuevamente en su interior como las veces anteriores en las que ha tenido esa sensación, es extraño, pero por el momento Kohaku no quiere darle más vueltas al asunto y decide dejarlo pasar sin más problema.
Por su parte, Ruri se debate en tocar el tema ahora que ha sido Kohaku quien ha sacado a relucirlo. Honestamente, ella está extrañada por la presencia de Senku en el departamento de Kohaku, concisamente, en el hecho de que el científico pasara la noche ahí. Ruri sabe de las visitas de Ishigami al departamento, pero hasta el momento todo se había quedado en visitas cortas u ocasionales cenas, nada más. Quedarse a dormir, aún si Senku lo hizo en ese incomodo sofá, comienza a inquietarla ligeramente por las implicaciones que aquello conlleva, incluso si Senku o Kohaku toman esa amistad como algo meramente platónico.
Con el pasar del tiempo y la convivencia, la condición platónica parece estar cambiando.
Incluso el tono y la mirada de su pequeña hermana al referirse a él, parece distinta o adquiere un sentimiento diferente a la inicial donde para Kohaku, la simple presencia o mención de Senku le generaba ligera molestia o incluso incomodidad.
Y eso no es bueno.
—¿Qué tan cercanos son Senku y tú, Kohaku? —Ruri decide por fin romper el silencio.
Kohaku está tan absorta en sus propios pensamientos sobre Taiki, que la cuestión de Ruri la toma por sorpresa. De todas las cuestiones existentes, esa es la última que espera escuchar de su hermana. Por lo general Kohaku siempre ha sido un libro abierto para ella, así que no entiende a qué se debe esa repentina pregunta.
—De alguna extraña manera, somos amigos —ella se apresura a responder para dejar las cosas en claro y dejar morir cualquier extraña idea o insinuación de su hermana, porque en el fondo y mirando más allá de cualquier otro motivo, Kohaku sabe a lo que Ruri quiere llegar—. Sólo eso. —y ella no permitirá que su hermana malentienda las cosas.
Por supuesto, no hay nada más en esa peculiar relación que han entablado a lo largo de los meses desde su peculiar encuentro. Kohaku reconoce que ese molesto científico es un dolor en el trasero cuando su lado escoria sale a relucir, puede ser muy infantil e incluso un idiota; pero también reconoce que Senku es un gran ser humano a quien admira debido a su incansable determinación y amor hacia la ciencia, alguien constante que no descansará hasta cumplir sus objetivos.
—Kohaku ¿Estás segura que tú y Senku…?
—Lo que sea que estés pensando… no… Senku y yo no tenemos ese tipo de relación —Ruri ni siquiera puede terminar la cuestión cuando Kohaku la interrumpe, bufando por las ridículas especulaciones o insinuaciones de su hermana—. Ya te lo dije, somos amigos y nada más. Además, no tengo tiempo para estas cosas y dudo que Senku esté interesado en estas tonterías.
—¿Por qué dices eso, Kohaku? —Ruri sabe que algo no está bien, puede ver que su pequeña hermana parece extremadamente segura y confiada en su afirmación.
—Senku sólo vive para la ciencia —Kohaku puede dar fe y legalidad de semejante afirmación, por la manera en la que Senku habla de conceptos que ella apenas puede llegar a comprender (así él intente simplificarlas para su entendimiento) puede ver que esa pasión incansable por descubrir y resolver los misterios del universo mismo es lo único que llena su existencia—. ¡Ja! además de venir a asaltar mi cocina y molestar a Taiki, esa cabeza de cebolla sólo tiene tiempo para el trabajo en el laboratorio.
Oh, la simple declaración le deja en claro un par de cosas a Ruri y una de ellas es que Senku aún no le ha hablado a Kohaku sobre su relación con la chica extranjera, pero ¿Por qué? ¿Por qué él no le hablaría sobre Luna? En todo el tiempo que se han conocido ¿Ni una sola vez mencionó a la chica?
En retrospectiva, Ruri sabe que Senku (o al menos del tiempo que le ha conocido e interactuado con él gracias a Chrome) es una persona reservada y más aún si de sentimientos se trata, y, de hecho, fue debido a un incidente en el laboratorio que incluso Chrome supo de la existencia de esa chica quien alegaba fervientemente ser la novia de Ishigami. ¿Sería ese el caso? ¿Cierto? Senku no era un libro abierto como Kohaku lo es.
Él ni siquiera ha tocado el tema con ella, al parecer.
Entonces ¿Ruri debería hacerlo? ¿Sería lo correcto?
Si lo hiciera ¿Cómo reaccionaría Kohaku ante esta noticia? ¿Su relación cambiaría en algo? Quizá, sería Kohaku la que terminara imponiendo ciertos límites entre ambos para evitar futuros malentendidos.
No, no le corresponde a ella esa responsabilidad y por el momento decide guardar silencio con la esperanza de que sea el mismo Senku quien esclarezca pronto ese asunto o de lo contrario sería ella quien tomaría cartas en el asunto.
Ruri está preocupada por la cercanía que ambos están comenzando a tener, en especial porque Senku parece muy apegado a Taiki, y aunque no lo quiera admitir, también a Kohaku. Y por supuesto, tampoco puede cerrar los ojos a la evidente verdad que poco a poco comienza a asomarse, que a pesar de las negativas de Kohaku, sus sentimientos hacia Senku parecían estar cambiando poco a poco.
La simple idea no le agrada del todo a Ruri, no cuando el corazón de Kohaku podría salir herido en todo este asunto. Y ella realmente espera que no sea el caso.
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N/A:
Y Bueno, después de un siglo, traigo un nuevo capítulo de este fic… aunque la verdad ya ni siquiera sé si alguien aún lo espera o si todavía les interesa uwu
Pero en fin, aquí está… el siguiente capítulo lo subiré la próxima semana, el domingo a más tardar y prometo que ese sí tendrá más Senhaku u.u el capítulo de hoy está más centrado en Senku chiquito y papi Byakuya… y también una pequeña perspectiva de Kohaku hacia los sentimientos que está comenzando a desarrollar por Senku… Ruri no está ciega y Chrome ya le había comentado un poco sobre esa espinita que no le gustaba, aunque ciertamente comenzó a tomar eso en cuenta al ver que Senku pasó la noche en el departamento de Kohaku…
Y bueno, disculpen los horrores ortográficos y de redacción que esto pueda tener…
Nos vemos la próxima semana!!!
