Capítulo I: El primer día de clases.

¡Hola a todos! Como lo mencioné en el grupo (y en caso de que no lo hayan visto), he reescrito la historia haciendo varias modificaciones. Espero que este cambio les agrade y no se preocupen, la historia ya está 100% terminada, por lo que la publicación de los capítulos será semanal ;)

No olviden dejar sus comentarios. ¡De antemano muchas gracias!

NOTA: La historia no es totalmente mía sino de una vieja amiga: "Sakura Tachikawa". Yo solo he adaptado este fic con los personajes de Kimetsu no Yaiba.


No lo podía creer.

Sus ojos violeta bailaban de izquierda a derecha mientras leía el mensaje con detenimiento. Se llevó una mano a su boca por inercia.

–No puede ser… –Susurró bajito incapaz de creer lo que veía y leía.

Era el último día de vacaciones y como no tenía ganas de salir había decidido quedarse en casa, aprovechando que era domingo y podría hablar cuanto quisiera con su querido novio. Lo último que esperaba encontrar era un mensaje de él.

Mensaje en el cual terminaba con ella.

–Maldito… –Gruñó luego de volver a leer el mensaje. –Si todo iba bien…–Poco a poco las lágrimas amenazaban con salir de sus ojos.

Había pasado un año entero de dicha y felicidad siendo novia del chico más dulce que podía conocer, además de los tres años de amigos que llevaban. Douma era el tipo de persona perfecto para ella. Era apuesto, caballeroso, considerado y amoroso.

A lo largo de los catorce meses en los que habían mantenido una relación seria nunca se habían mostrado inconvenientes en su relación, incluso en el colegio eran considerados como la pareja perfecta. ¿Qué había pasado para que de la noche a la mañana recibiera un mensaje por Instagram terminando su relación? En dicho mensaje le decía que necesitaba tiempo, que cree que estaban mejor como amigos y que lo mejor era cortar por lo sano.

¡Al diablo con eso! ¿Cómo puede decir eso después de todo lo que pasaron juntos? ¡Se entregó a él! ¡Que idiota había sido!

Por si fuera poco, había entrado a sus fotos después de que le llegaron notificaciones de nuevas imágenes de él. La cámara no mentía, dichas fotos tomadas en la estadía del chico en Londres tenían fechas de hace pocos días y semanas atrás. ¿Por qué no las había subido antes?

La respuesta era sencilla. En dichas fotos el rubio salía con una hermosa inglesa muy, demasiado acaramelados.

Douma era un chico de ensueño para todas las chicas. Era alto, delgado, con un sedoso cabello rubio y unos hermosos ojos que se asemejaban al arcoíris y que podrían llevarte a la locura, siendo ella la que se llevó el premio mayor siendo su orgullosa novia.

Nunca se molestó en disimular su orgullo, al contrario, se jactaba del mismo ya que era la chica más linda del instituto, con excelentes calificaciones, rica y la estrella del club de natación, y claro, la novia de uno de los chicos más deseados del colegio.

Y claro está que ahora sería el hazmerreír.

Trató de alejar los pensamientos de una posible infidelidad por parte de él. Ahora se daba cuenta de que era un falso, pero no podría ser un traidor, ¿verdad?

Su propio Instagram se encargó de despejar las dudas cuando empezaron a llegar los comentarios de las personas etiquetadas en las fotos antes mencionadas, y todos hablaban de lo mismo, de lo bien que se veían juntos y de lo hermosos que eran. Pero lo peor fue ver el ultimo comentario en el cual felicitaban a la nueva pareja.

–Traidor. –Le dolía, por su orgullo, por lo humillada que se sentía y porque a pesar de eso no pudo evitar preguntarse qué tenía esa chica que ella no, y eso era porque le llegó a gustar mucho más de la cuenta el rubio de mirada dulce.

Rápidamente cambio la información de sus redes sociales. Puso su estado sentimental en privado y con gran orgullo (o con el poco que le quedaba) se dedicó a eliminar las fotos que había subido anteriormente con Douma y a eliminarlo de sus contactos.

Estaba molesta y dolida, eso debía saberlo. Pero ella era Shinobu Kocho y nunca haría algo que comprometiera su buena postura. Y aunque quería gritar, chillar, insultar y publicar todo lo que ella había vivido con Douma para que, si la chica no sabía, se entere que clase de basura era y cuan insignificante era ella a su lado. Quería describir a Douma con detalles, que primero pretende ser tu amigo, luego te ilusiona, se acuesta contigo y en un viaje de intercambio te deja por medio de un mensaje en Instagram.

Dios bendiga a sus amigos. Al parecer también les llegó la noticia al ver las fotos de Douma porque su teléfono no dejaba de vibrar anunciando mensajes nuevos. Revisó la barra de notificaciones notando que ya habían mandado varios mensajes en el chat grupal que tenían.

En dichos mensajes Mitsuri maldecía a Douma, mientras que Nezuko avisaba que las dos ya estaban en camino con un bote de helado de chocolate. Otro mensaje que era de su amigo Zenitsu, decía que prometía golpear a Douma la próxima vez que visite Japón, y por otra parte tenía un mensaje de Tanjiro donde le decía que no cometiera ninguna locura y que contaba con todo su apoyo.

Tanto Tanjiro como Zenitsu se disculparon por no acompañarla ahora, pero consideraban que era un asunto que tenían que atender entre chicas.

Rio y poco a poco su rostro se fue deformando hasta llegar a poner una mueca de dolor y enfado.

Gritó.

Un grito tan escandaloso que seguro todos los habitantes de la cuadra la escucharon. Pero como era de esperarse, ni su madre ni su padre se acercaron a ver qué pasaba con ella. Podía estar siendo atacada, golpeada, violada o asesinada y nadie se acercaría a ver cómo estaba.

–¿Shinobu? –Escuchó que alguien pronunciaba su nombre con algo de timidez.

Bueno, a excepción de su hermana menor Kanao.

–Oh, hola Kanao, lo siento… ¿Te asusté? –Limpiando disimuladamente las lágrimas que habían corrido por sus mejillas.

–No… Sólo me preocupé y vine a ver qué sucedió… –Cerró la puerta tras de ella y entró acercándose a su hermana. –¿Te encuentras bien? –Mostrando una notoria preocupación hacia su hermana mayor, aunque ya sabía muy bien lo que había sucedido. Lo leyó todo en el chat grupal.

–Me siento de maravilla, no pasó nada… Bueno… En realidad, sí, verás…

–¡Shinobu! ¿Qué pasó? ¿Estás bien? –Una exaltada Mitsuri entró a la habitación seguida de una presurosa Nezuko.

–Nada chicas. –Dijo sonriéndoles decepcionada. Por un momento pensó que eran sus papás. –¿Y mis padres?

–Abajo, nos saludaron y siguieron con sus cosas. –Dijo como si nada la joven de cabellos rosados. –¡Ah! Hola Kanao, no vi que estabas aquí. –Saludo Mitsuri con una enorme sonrisa que fue correspondida por Kanao.

–¿Cómo estás Shinobu? –Una tímida Nezuko asomó la cabeza y dejó ver como Mitsuri le había tirado todo lo que llevaba consigo al escuchar el grito de su amiga. –Douma…

–Bien, Nezuko. –Atajó de inmediato su amiga. –Mañana empieza un nuevo año escolar y hay que dejar atrás todo lo amargo e inútil.

–¡Bien dicho! –Apoyó Mitsuri. –¡Este año seré la número uno! ¡Venceré a Iguro! –Soltó de manera decidida.

–Terminarás casada con Obanai. –Repuso Shinobu con burla mientras miraba de mala gana al helado de chocolate. No es que no le gustara, al contrario, adora lo dulce. Pero Douma no merecía que cometiera ese pecado de ingerir tanta cantidad de calorías en su cuerpo.

–¡Estás loca! ¡Lo odio! –Dijo Mitsuri poniéndose morada por la repulsión –¡¿Ahora que te hizo el helado?!

–Del odio al amor… –Canturreó Shinobu. –Y tu helado me está tentando a engordar. –Dijo altiva. –Y ustedes –Apuntó a Nezuko y Kanao. –Deben de ponerse a trabajar con Zenitsu y Tanjiro respectivamente.

–Pero ¿qué dices Shinobu? –Preguntó Nezuko totalmente ruborizada. –Zenitsu y yo solo somos mejores amigos y siempre será así. –Le dolía aceptarlo, pero era la verdad.

Por su parte, Kanao no quiso decir nada al respecto y solo agachó la cabeza. Si supieran…

–Lo que les falta es tener confianza. –Repuso Mitsuri. –Pero si según ustedes no están seguras, lo que puedes hacer Nezuko es darle una oportunidad a Rui y tú Kanao, quédate de por vida encerrada el club de investigaciones farmacéuticas.

–No te voy a tomar la palabra Mitsuri –Protestó Nezuko enseñándole la lengua a su amiga. –Y Shinobu, tú deberías pensar en qué harás ahora que la licenciada Kanzaki no será profesora de matemáticas

–Pues solo espero que tengamos un profesor que no lo haga más difícil. –Masculló mientras se ponía de pie y rebuscaba y revolvía ropa de su armario. –¡Aquí están! –Exclamó eufórica mientras aventaba dos vestidos hacia Nezuko y Kanao. –Miren esos vestidos, seguro que con esos sus amores platónicos no dejaran de verlas. –Sentenció emocionada. –Ah, y claro, con unas zapatillas que debo de tener por aquí…

–Shinobu, no crees que esto es algo… ¿atrevido? –Dijo Kanao algo dudosa mientras veía el vestido que le había dado su hermana mayor. Era un vestido color rojo escarlata, entallado con un escote profundo en forma de V que se ajusta a la parte de atrás del cuello y se veía que llegaba a mitad del muslo. –Sabes que no estoy acostumbrada a esto…

–Tampoco estoy muy segura de esto… Se ve muy insinuante. –Comentó Nezuko con un ligero rubor en su mejilla al imaginarse en un vestido como ese. Se trataba de un vestido negro, corto y con un escote en forma de corazón.

–Vamos, no sean así. –Espetó Shinobu mientras seguía buscando. –Con lo mujeriego que es Zenitsu seguramente caerá rendido ante tus encantos Nezuko, no será muy difícil llamar su atención. Mientras que Kanao… Lo más probable es que cuando Tanjiro te vea se quedará sin palabras y te aseguro que se pondrá muy nervioso.

–Ahora que mencionas a mi hermano… Le dará un farto si me ve con esto y te aseguro que me tapará con el primer trapo que encuentre. –Advirtió Nezuko tratando de liberarse de la situación.

–Para eso entrará Kanao a escena, para que desvíe la atención de Tanjiro hacia ella y así no notará que coqueteas con Zenitsu. –Shinobu soltó una pequeña risa risueña al ver el gran sonrojo que provocó en ambas. –Pero, aunque sea algo difícil seguro que encontramos una forma de llamar la atención de esos dos despistados. Primero debemos de empezar con el uniforme para mañana. –Comentó decidida. –Y Mitsuri, en tu caso amiga la verdad no sé cómo ayudarte. A menos que seduzcas a Obanai para que baje su rendimiento académico. –Dudó por unos momentos. –Aunque creo que ni eso funcionaría con él.

–No, Iguro es demasiado extraño. –Bromeó Mitsuri, alegre de ver a Shinobu con entusiasmo.

Aunque actuaba con normalidad y pretendiendo no molestarle nada la situación de hace unos instantes, las lágrimas caían involuntariamente por su terso rostro directo a la delicada seda de las ropas que tenía en la mano. Intentaba esconder el dolor de su orgullo herido y su propia humillación, pero aun así dolía. Una vez más las infidelidades volvían a convertirse en motivos de amargura en su vida.

–Shinobu… –Masculló Mitsuri dándose cuenta de la situación de su amiga.

–¡E-entonces decidido! –Ahora se animó Kanao sorprendiendo a todas ya que solía ser muy callada. –Este año Mitsuri superará a Obanai, Nezuko logrará que Zenitsu se fije en ella, yo… trataré de tener novio. –Ignoró la punzada en su pecho al recordar su último encuentro con Tanjiro. –Y Shinobu aprobará matemáticas con excelencia.

–¡Amén! –Dijo solemnemente Nezuko apoyando a su amiga.

–¿Shinobu? –Preguntó Mitsuri.

Shinobu se hallaba sumida en sus pensamientos. Más allá de ayudar a Nezuko y Kanao a tener novio, o de apoyar a Mitsuri en su afán de superar a Obanai Iguro, o en que debía aprobar matemáticas con excelencia, pensaba en que no se dejaría humillar por Douma ya que si él pudo cambiarla por alguien que recién conoció…

–Amén. –Dijo con una sonrisa secándose las lágrimas, no tenía caso llorar por él.

¿Por qué no puede ella hacer lo mismo?


Inhaló profundamente y exhaló de manera lenta y pausada. No es que le fascinara el olor a smog y la contaminación, es solo que llevaba tantos años fuera de la ciudad que incluso el olor del aire le resultaba un agente externo y totalmente desconocido.

Después de todo, ¿cuánto tiempo llevaba fuera del país?, ¿cinco?, ¿diez años? Si tomaba en cuenta que salió de Japón a los diecisiete para irse a vivir a Francia con su abuelo, entonces quería decir que hacía ya nueve años desde la última vez que pisó suelo nipón.

Había cambiado tanto… o tal vez él fue quién cambió. Era lo más seguro puesto que desde ella ya nada volvería a ser igual.

Sacudió su cabeza con fuerza. Ya habían pasado tres años desde ese día. Ya debía de haberlo superado, o por lo menos estar en vías de recuperación. Pero no, ahora que vuelve a su lugar natal es como si los recuerdos que había querido dejar enterrados en Paris se volvieran en su contra y lo obligaran a recordar.

A recordarla a ella…

–¡Tomioka! –Una alegre y sonora voz lo sacó de sus pensamientos obligándole a pestañear y volver a concentrarse en lo que miraba. –¡Lamento la tardanza! –Un hombre con un rostro apuesto destacaba entre la multitud a la par con su fornido cuerpo.

Giyuu Tomioka solamente pudo fruncir el ceño, señal de falso enfado que había perfeccionado a lo largo de sus veintiséis años de vida y dirigió sus felinos ojos azules observando directamente a su recién llegado amigo de la infancia.

–Déjame adivinar… ¿Te quedaste dormido o se te olvidó Hashibira? –Preguntó acomodándose su largo cabello negro con una mano mientras con la otra apretaba la mano de su amigo y lo acercaba para golpear su espalda en señal de saludo.

–¡Ey! No me cuestiones bastardo… –Exclamó Inosuke. –Aunque para serte sincero fueron ambas. –Dijo con una sonrisa sin vergüenza en su rostro.

–Supongo que entonces debo de agradecerte que hayas recordado recogerme. –Contestó el pelinegro con simpleza dejando ver una muy pequeña sonrisa.

–Para eso están los amigos. –Soltó Inosuke despreocupado mientras le arrebataba una de sus maletas a su amigo. –Me alegro de que hayas decidido volver. –Dijo cambiando su semblante de repente a uno más serio. –Te hará bien salir del claustro al que te sometiste.

–Sí, después de todo, algunas veces tienes razón. –Bromeó el pelinegro mientras empezaba a caminar jalando su otra maleta.

–Sí, claro, algunas… –Inosuke cayó en cuenta de lo dicho por Giyuu. –¡Oye! ¿Quieres que te mate aquí mismo imbécil? ¡Siempre tengo razón!

Tomioka volteó a ver a Inosuke que iba refunfuñando mientras enumeraba con ambas manos las veces en las que había acertado en la vida y Giyuu como todo buen amigo se encargaba de refutarle sus gloriosos momentos. Después de todo, no llevaba conociéndolo unas semanas, era su amigo de toda la vida, el único al que puede llamar invaluable puesto que ha estado a su lado en las buenas, las malas y las terribles… Aunque sea un completo cabeza hueca.

–¿Seguro que estará bien? –Preguntó Giyuu interrumpiendo la lista de logros que Inosuke enumeraba. –¿Nadie se molestará por esto?

–Por supuesto que no hermano. –Le tranquilizó su amigo. –Mi jefe es el mejor director, apenas le empecé a hablar de ti y de tus logros y me dijo que podías entrar a la institución cuando quieras.

–Creí que ya tenían un profesor de matemáticas en tu colegio. –Repuso Giyuu.

–Sí, pero soy una excelente persona que no dejó de pensar en su prójimo y le conseguí a la señorita Kanzaki un aumento. –Dijo orgulloso por su buena obra.

–Recuerdo que dijiste que ella era muy poco… Tratable.

–Y lo es, el favor se lo hice a los estudiantes. –Dijo con una sonrisa. –Además, estoy seguro de que con ella como inspectora general este año nadie desacatará las reglas.

–En pocas palabras, quieres que alguien haga tu parte del trabajo como instructor de educación física. –Dedujo rápidamente Tomioka.

–Bingo. –Contestó sonriéndole a su amigo de manera cómplice. –¿Vienes a mi casa?

–No, compré un piso en el centro, cerca del colegio. –Informó tranquilo.

–¿Está bien que estés solo?

–Por supuesto que sí Inosuke, ya no soy un niño. –Espetó un poco molesto por el comentario.

Eso fue lo último que comentaron respecto al delicado tema de antaño. No es que aún no haya hablado de eso con alguien, de hecho, fue el mismo Inosuke quien viajó a la capital francesa hace ya tres años para acompañarlo en los peores momentos.

Sin embargo, a pesar de la casi hermandad que mantenía con su amigo, no pudo desahogarse completamente. Por lo que tardó tres años en decidirse a abandonar su doloroso pasado y empezar de nuevo en su ciudad de origen.

Consiguió trabajo de profesor por medio de Inosuke y sus influencias con el director del colegio. Por fin podría ejercer su labor como docente de instrucción media superior, un sueño que había dejado de lado desde que…

–De acuerdo, no te enfades. –Pidió pasando sorpresivamente su brazo sobre los hombros de Giyuu. Ya habían terminado todo el trayecto a la dirección que le indicó en silencio, por lo que asumió su molestia. –Te extrañe maldito bastardo, tardaste en volver. –Le dijo volteando a otro lado, le daba mucha vergüenza expresar sus emociones.

–Gracias, Inosuke. –Dijo el pelinegro sorprendiendo a Inosuke. –De verdad.

–Tsk… No agradezcas, idiota. –Soltó despreocupadamente. –Sólo quita esa cara de perro mojado, recuerda que Alice hubiera querido…

–Estoy cansado, me voy a dormir. –Atajó de inmediato mientras dejaba el equipaje en la sala. –Después de todo, mañana empiezan las clases y quiero estar listo. Gracias de nuevo Inosuke, sabes dónde está la puerta.

¿Con qué motivo iba a terminar de escuchar algo que ya sabía de memoria?

"Ella no quería que estuvieras así".

Como si no lo supiera. Pensó con fastidio mientras hundía su cabeza en su almohada y se daba media vuelta para quedar con la mirada fija en el techo y se incorporó de la cama quedando frente a un espejo de cuerpo completo.

No le gustó lo que vio, porque a pesar de tener apariencia física atractiva a simple vista, se le ve cansado, da lástima y se ponía así cada vez que alguien lo mencionaba. Pero se supone que para eso había viajado a Japón.

Tenía que superarlo, tenía que cambiar.

Debía empezar una nueva vida, por ella, pero sobre todo…

Por él…


–Menuda coincidencia que nos ha tocado a todos juntos este año. –Un joven de cabellos pelirrojos le comentó al rubio que iba junto a él bostezando.

–Sí, nunca nos había pasado algo parecido. –Se refregó los ojos. –Pero bueno, es el último año. –Comentó cansado. –¿Por qué hay que venir el primer día de clases Tanjiro?

–Porque si no solo te dejan con el asiento frente a la mesa del profesor. –Explicó Tanjiro Kamado a su compañero de clases. –Y eso no te conviene Zenitsu. –Se burló.

–Me muero de sueño. –Comentó volviendo a bostezar.

–¿Sabías que la maestra Aoi Kanzaki ya no será la profesora de matemáticas? –Sonrío al ver que la actitud de su amigo era la esperada, puesto que abrió los ojos desmesuradamente y sonreía de manera infantil y emocionado.

–¡Sí! –Exclamó eufórico. –¡No más problemas con la bruja esa psicópata de los números! Vieja solterona, a ver si así consigue un mar…

–¿Un qué, señor Agatsuma? –Esa molesta voz femenina los obligó a voltearse para encontrarse con el mismísimo verdugo del instituto.

–Buenos días licenciada Kanzaki. –Saludó Tanjiro con su característica amabilidad.

–Buenos días, señor Kamado. Tan impecable como siempre. –Lo felicitó. –Y usted Agatsuma, ¿qué espera para arreglarse? –Cuestionó molesta. –La camisa por dentro, corte o meta las vastas del pantalón, las medias no son tobilleras y la corbata va en el cuello, no en la cabeza.

Cual general a soldado, Zenitsu se empezó a arreglar rápidamente mientras veía aterrado la estoica postura de la peliazul que lo miraba ceñuda conforme torpemente el rubio se arreglaba su uniforme. Todo normal, hasta que llegó a la corbata, la misma que por el apuro desanudó y ahora no sabía cómo anudar.

–La corbata, señor Agatsuma. –Indicó al rubio, el cual empezó a jugar con el pedazo de tela como si fuese un niño pequeño. –Debería darle vergüenza que estando en su último año aún no pueda anudar una corbata.

–Es que… –No sabía qué decirle, él nunca anudaba su corbata, y cuando era estrictamente necesario siempre había alguien que la anudaba por él... –¡Nezuko!

Divisó a lo lejos a su salvadora, la cual regresó a verlo y tenuemente ruborizada lo saludó con una sonrisa. No dudó y corrió hacia su mejor amiga que iba acompañada de Kanao, Shinobu y Mitsuri. Cuando llegó a su lado la estrechó fuertemente entre sus brazos ruborizando más a su amiga.

–¿Qué pasa Zenitsu? –Preguntó Nezuko sorprendida por el repentino abrazo.

–La vieja…

–¡Agatsuma! –Lo regañó la peliazul llamando la atención de las jóvenes recién llegadas.

–Hazme el nudo, por favor. –Pidió resignado el rubio.

–¿Qué vamos a hacer contigo? –Suspiró resignada la castaña mientras se pasaba su bolso atrás y ponía manos a la obra en el nudo de la corbata de su amigo. –Ya está. –Sonrió complacida.

–Muy bien, ahora sí parece una persona decente. –Sentenció Aoi dando su aprobación. –Más le vale empezar a acostumbrarse, no permitiré faltas a las reglas de la institución. –Anunció solemnemente. –Como por ejemplo… Kocho ¿Qué con esas argollas?

–Oh, ¿le gustan? –Preguntó con una sonrisa despreocupada. –La verdad es que son mis favoritas y por eso me atreví a traerlas hoy. –Fingió no entender a donde se dirigía la cosa a pesar de saberlo muy bien.

–El tamaño y el color están fuera del reglamento. –Explicó al borde de su paciencia. –Pero eso es algo que ya sabe señorita. Los aretes y accesorios para el cabello son de colores neutros.

–Que llamen un poco la atención no afectará en nada al uniforme. Es más, le aseguro que combinan a la perfección. –Aseguró de forma tranquila la pelimorada.

–¡No me importa! –Exclamó con vehemencia.

–Licenciada, no se altere. –Animó Shinobu.

No pudo evitar recorrer con la mirada disimuladamente a la peliazul, aunque no había nada que no haya visto ya. Llevaba una falda larga oscura que le llegaba por debajo de las rodillas. Un suéter tejido de color blanco, medias largas y zapatos mocasines que deberían de ser penalizados. Y luego estaba su cabello que era únicamente recogido por una pinza.

–Mire que si sigue así no encontrará un marido que le regale argollas tan bonitas. –Terminando así con la paciencia de la supervisora.

–¡Suficiente! Entrégueme los aretes Kocho, a partir de hoy hasta fin del año escolar quedan confiscados. –Extendió la mano exasperada y esperó a que Shinobu le entregara refunfuñando las dichosas argollas. –Los demás quedan advertidos, no seré condescendiente con ninguno.

Dejó a los jóvenes perplejos mientras la veían marcharse a lo lejos.

–Está loca… –Murmuró Zenitsu.

–Sí… –Susurró Shinobu.

–Oh, vamos. –Intervino esta vez Tanjiro. –No sean crueles con ella, no es tan mala como piensan.

–¡Para ti es fácil decirlo Tanjiro! A ti siempre te está halagando por lo buen estudiante que eres. –Repuso Zenitsu lloriqueando mientras abrazaba a Nezuko.

–¡Agatsuma, a un metro de distancia de la señorita Kamado! –Gritó Aoi luego de voltearse y verlos abrazados.

–Agatsuma esto, Agatsuma aquello… –Bufó molesto el rubio. –Ni que fueras mi novia. ¡Es Nezuko! –Soltó sin ser consciente de lo que esas palabras causaban en la pequeña Nezuko. –¿Verdad, Nezuko?

–Sí… –Susurró decepciona.

–Tanjiro, me dijiste que ella ya no era profesora. –Reclamó a su amigo.

–No me dejaste terminar de explicarte. –Le reprochó esta vez Tanjiro.

–Exactamente, ya no es profesora. –Habló un chico de cabello negro y ojos bicolor que iba pasando cerca de ellos.

–Ahora es la inspectora general. –Terminó la frase Mitsuri por inercia.

–Segunda como siempre, Kanroji. –Se burló Obanai de la joven pelirosa.

–Disfruta mientras puedas Iguro, que este año sin lugar a duda seré la mejor egresada. –Le advirtió Mitsuri decidida.

–Admítelo Kanroji, siempre irás detrás de mí.

–Mis argollas… –Se lamentó Shinobu ignorando las disputas de sus amigos. Realmente sentía que ese no sería su día.

Pero sus pensamientos se vieron interrumpidos cuando de repente sintió como alguien la empujaba y perdía el equilibrio. La gravedad estaba a punto de ganar una batalla contra ella. Cerró los ojos esperando el impacto que en pocos segundos llegaría según sus cálculos.

¡¿Quién pudo ser tan tonto para empujarla?!

–Lo siento. –Una gruesa voz masculina habló a la vez que sentía como una fuerte mano apretaba su delgado brazo evitando la caída. Abrió los ojos y alzó la cabeza para ver a su agresor que a la vez era su salvador. Sin embargo, no esperó encontrar al hombre que tenía enfrente. –Alice… –Susurró la persona que la sostenía.

–No… te preocupes. –Estaba sorprendida, anonada y… ¡ruborizada! Solo por ver ese par de zafiros que la miraban entre sorprendidos y anhelantes tras unos elegantes y delicados lentes. Su salvador era un pelinegro de un mirar más profundo que el mismísimo océano.

–Alice… –Repitió ese nombre femenino mientras comenzaba a hiperventilar, los ojos se le agrandaban y su boca se abría a manera de sorpresa.

Era Alice, ese era el rostro de Alice. Los mismos grandes ojos púrpuras, el mismo cabello color negro, brillante, lacio a lo largo y al final unas puntas que formaban hermosos bucles con un tono morado al final. Nariz pequeña, gruesas pestañas, mejillas naturalmente rosadas, labios finos, delicados… apetecibles; no media más de 1.55 y su cuerpo…

Esa chica llevaba el uniforme del instituto para el que trabajaba ahora.

Cayó en cuenta de la realidad y delicadamente esperó a que la chica en sus brazos se incorporara para soltarla como si quemase. Observó el rostro confuso de la menor que acababa de ayudar y le sonrió para tranquilizarla. Sus expresiones eran similares.

Era Alice, pero a la vez no lo era.

–Perdóname, te he confundido. –Se disculpó forzando una sonrisa y siguiendo su camino.

Shinobu regresó a ver el lugar por donde se había ido ese pelinegro, pero no vio a nadie además de sus amigos. Sintió su cara arder y la sacudió rápidamente. Ella no se ruboriza o avergüenza por nada ni por nadie, menos por un hombre. Por lo que giró sobre sus talones y se dirigió hacia donde sus amigos.

–¿Dónde estabas Shinobu? –Preguntó Nezuko dándose cuenta de que recién llegaba su amiga.

–Fui a ver si Kanzaki me devolvía mis argollas. –Mintió sagazmente aprovechando el despiste de sus amigos.

–Pero la amargada esa no te los devolvió, ¿verdad? –Preguntó Zenitsu poniendo su codo sobre Nezuko de forma desinteresada.

–Así es. –Dijo forzándose a sonreír. –¿Mitsuri no ha asesinado a Obanai?

–No todavía. –Habló esta vez Kanao. –Ya pasaron a la etapa en la que se ignoran.

–Pero si apenas es el primer día de clases. –Bufó frustrada Shinobu.

–Tratándose de ellos dos no es novedad. –Dijo Tanjiro un poco apenado por sus dos compañeros.

Todos rieron al verlos ignorarse hasta que Obanai se dio la vuelta y empezó a caminar en dirección al salón de clases haciendo reaccionar a su compañeros.

–Bueno, hora de iniciar con el martirio. –Comentó Zenitsu seguido de un enorme bostezo.

–Nezuko, será mejor que te apresures a llegar tu salón, no me gustaría que se te hiciera tarde. –Se dirigió Tanjiro a su hermana dándole palmadas en su cabeza.

–Hermano ya no soy una niña. –Reprochó Nezuko por las acciones que tomaba su hermano hacia ella. Tenía que entender que ya era una adolescente, acababa de pasar a segundo año.

–Para nosotros siempre serás la pequeña Nezuko. –Agregó el rubio con inocencia mostrando una sonrisa de oreja a oreja.

¿Acaso Zenitsu era idiota o qué? Tanto Shinobu como Mitsuri se contuvieron para no lanzarse a golpes con Zenitsu. Ellas sabían perfectamente como esas palabras lastimaban a su amiga, pero mejor se contuvieron por el bien de todos. Simplemente Shinobu empujó a Zenitsu "sin darse cuenta" para poder despedirse de su hermana.

–¡Oye! –Se quejó Zenitsu ya tirado en el piso. –¿Qué hice? –Preguntándole a Tanjiro, pero esto solo alcanzó a suspirar con resignación.

–Que te vaya bien hoy Kanao, y también a ti Nezuko. Las veremos a la hora del almuerzo. –Les dijo Shinobu dedicándoles una dulce sonrisa.

–Gracias hermana. –Devolviéndole la sonrisa.

–Muchas gracias Shinobu. Kanao, hay que irnos. –Habló Nezuko y se apresuró a irse jalando a su amiga del brazo sin darle tiempo de reaccionar.

–¡Kanao! –Gritó Tanjiro al ver que su amiga era arrastrada por su hermana. –También te deseo mucha suerte. –Dijo por fin levantando el pulgar y regalándole una amable sonrisa que hizo sonrojar por completo a Kanao.

–¿Son tan tontos como para no darse cuenta de lo que Kanao y Nezuko sienten por ellos? –Susurró Mitsuri al oído de Shinobu.

–Al parecer sí, pero antes de pensar en eso… Hay que entrar todos al salón. –Diciendo lo último para todos.

Finalmente llegaron al salón y con desgana observaron como la mayoría de los asientos se encontraban ocupados.

–Rápido Tanjiro, por aquí. –Zenitsu jaló a su amigo del brazo y casi arrastrándolo lo llevó a los únicos dos asientos contiguos que quedaban libres en la parte de atrás.

–¿Era necesario ejercer tanta fuerza? –Se quejó Tanjiro tomando asiento mientras sobaba su brazo. –Además, yo no tengo problema con estar al frente.

–No seas llorón, si no nos dábamos prisa Mitsuri y Shinobu nos los ganaban… Además, no puedo alejarme de ti porque eres el único que me despierta si me quedo dormido.

–¡Zenitsu! –El rubio le enseñó la lengua a su amiga pelirosa que le gritaba molesta al verlos en los asientos contiguos que, además de eso eran perfectos ya que se encontraban en la esquina posterior del salón, el lugar perfecto para platicar y soplar en los exámenes.

–Mitsuri te va a matar más tarde. –Le advirtió Tanjiro a su amigo.

–Me he sentado contigo desde el primer día de primaria y no pienso cambiar eso. –Respondió Zenitsu cruzándose de brazos.

Tanjiro negó con la cabeza mostrando una pequeña sonrisa, su amigo nunca iba a cambiar. Observó a Obanai dirigirse sin pesar al segundo asiento de la tercera fila mientras saludaba a un par de amigos. Mientras que Shinobu y Mitsuri no les quedaba más opción que sentarse en las dos sillas libres al frente de la clase. No había asientos contiguos, pero Shinobu usó sus sutiles métodos para conseguir el asiento junto a Mitsuri.

Shinobu se acomodó en su asiento desanimada por no haber conseguido lugares en la parte posterior que tanto quería. Recorrió el lugar con la mirada, la mayoría no eran compañeros de años anteriores, solo unos que otros. Al parecer la inspectora Kanzaki no perdió tiempo en mezclar a los estudiantes de todos los paralelos. Se sentía bendita de haber sido puesta con sus amigos, además, solo había un par de arpías que la miraban y murmuraban entre ellas, seguramente de su rompimiento con Douma.

¿Casualidad o destino?

–La inspectora Kanzaki ya viene. –Anunció uno de sus compañeros que miraba por la ventana del edificio. Suspiró resignada.

Sea como sea, las clases estaban a punto de comenzar.


Eso no estaba bien, definitivamente. Había ido a Japón con el único afán de empezar de nuevo y cuando cree que está por hacerlo…

¡BOOM!

Su subconsciente le juega una mala pasada y por unos instantes creyó que Alice estaba con él, a su lado, ¡entre sus brazos!

–Esa niña… –Alzó la vista al techo del edificio. –Se le parece demasiado.

De hecho, si es que hubiera estado con ropa del diario, seguro se dejaba llevar y la abrazaba. Eso por alejar los pensamientos que tenía de sus labios.

–¡Giyuu! –Aquella conocida voz volvió a sacarlo de sus pensamientos haciéndolo voltear para encontrar a su amigo envuelto en calentadores y chaqueta de tonalidad azul marino y rojo. Como todo un profesor de gimnasia, llegó corriendo hacia él. –Pero ¿a dónde vas? ¿A caso se murió tu abuela? –Preguntó sorprendido viéndolo de pies a cabeza.

–¿Muy formal? –Preguntó revisándose su atuendo.

–No si vas a un funeral. –Contestó Inosuke con simpleza mientras observaba la camisa de cuello y mangas largas, el pantalón de tela negro y los zapatos de igual color. –Ni siquiera Aoi se viste con tanto negro y eso que quien sabe cuantos años tenga.

–Inosuke, sabes que yo…

–¿Qué hacen aquí? –Una voz femenina interrumpió al pelinegro que solo observo como el rostro de Inosuke palidecía. –¿Por qué no están trabajando?

–Aoi… –Trató de hablar Inosuke.

–Señorita Kanzaki. –Corrigió inmediatamente.

–Pero Aoi, nos conocemos desde hace años. –Habló con reproche Inosuke.

–Y que yo sepa no tenemos, ni le he dado la confianza para tutearme, señor Hashibira. –Estoica como siempre se mantuvo la pulcra inspectora. –Tengan, sus horarios. –Entregándoles unos papeles.

–Tercero A. –Leyó Giyuu esperando a que le dijeran donde era. Inosuke y Aoi indicaron hacia la derecha. –Entendido. Un placer, señorita Kanzaki.

–Igualmente. –Respondió de forma educada, regresando a ver a Inosuke que no se movía de su lugar. –¿Y usted?

–Tengo libre la primera hora. –Exclamó emocionado con una sonrisa de victoria.

–Primero D no tiene profesor en estos momentos, vaya con ellos. –Ordenó mientras revisaba sus apuntes.

–Pero Aoi, no me…

–¡Señorita Kanzaki para usted! –Gritó perdiendo los estribos. –¡No te quiero ver holgazaneando Hashibira, así que vaya a trabajar!

–Pero…

–¡Es una orden! –Gritó molesta. Cuando era profesora de matemáticas no trataba mucho con el despreocupado de Hashibira. Le enervaba el solo hecho de verlo sin hacer nada, por lo que lo evitaba, pero parece que ahora que será inspectora eso tendrá que cambiar.

Apenas tuvo tiempo de reaccionar luego de soberano grito. Ningún ser humano cuerdo se quedaría con alguien que le gritara de esa forma. Sí que tenía buenos pulmones.

–Vieja amargada. –Masculló molesto antes de entrar al terror de todos los maestros- El terrible primer año que ya desde afuera se podían escuchar los gritos y la bulla de los estudiantes.

Dios bendiga este año.


Entró sin vacilaciones. Empujó la puerta de madera y se encontró con lo habitual, nada que no esperase con antelación. Un grupo de tercer año relativamente tranquilo si se comparaba con los novatos. Uno que otro sentado en la mesa, chicas cotilleando que al verlo dejaron de hacerlo mientras otros apenas y alzaban la cabeza del pupitre.

–Buenos días. –Saludó a todos, sin embargo, pocos lo regresaron a ver. Carraspeó conforme se sentaba en su propio escritorio. –Buenos días jóvenes. –Repitió el saludo esta vez mas alto atrayendo así la atención de sus pupilos. Además, esbozó una pequeña sonrisa que ruborizó a las chicas del salón.

–Buenos días. –Respondieron los estudiantes más desganados.

–Es tan atractivo. –Susurró Mitsuri. –¿Verdad Shinobu? –Regresó a ver a su amiga que mantenía la cabeza pegada contra el pupitre. La empujó para que reaccionara. –¡Shinobu!

Shinobu alzó la vista para ver a Mitsuri con el ceño fruncido. Justo cuando pensaba en las excusas que daría por su repentino rompimiento con Douma, además de cómo se las ingeniaría para vengarse de él por dicha humillación ésta la saca de su cavilaciones. Mitsuri le hizo señas de que mirara al frente y así lo hizo.

–No puede ser… –Susurró anonada.

Era él, el pelinegro con el que se topó hace unos minutos, el que la empujó y casi la hizo caer, pero al mismo tiempo la detuvo entre sus brazos. ¿Qué hacía en su salón de clases?

Mientras tanto, dos personas al fondo del salón no podían creer lo que estaba sucediendo. Esa persona que estaba frente a ellos era inmensamente familiar.

–¿A caso es…? –Masculló Zenitsu girando a ver a su mejor amigo quien se encontraba igual o más sorprendido que él. –Tanjiro, ¿él es…?

–Sí. –Afirmó Tanjiro con una seguridad indescriptible. Esperaba que cualquier persona fuera su profesor, menos él.

–Para evitar las presentaciones, primero tomaré lista. –Dijo Giyuu serio. No pretendía ser el profesor más estricto que tuvieran, para eso ya habían soportado a la inspectora Kanzaki según lo que le había contado Inosuke, por eso se sentó en la mesa, para dar una impresión más relajada. Sin embargo, tampoco iba a darles mucha confianza, por lo que tenía que ser serio y directo. –Agatsuma, Akira… –Empezó a dictar lista y poco a poco escuchaba las respuestas de los alumnos. –Iguro, Jujo, Kanroji, Kamado, Kocho… –Llamó a Kocho, pero no obtuvo respuesta. –¿Está Kocho?

–Presente. –Susurró una fina vocecilla obligándolo a ver hacia su lado derecho en el cual se encontró con unos ojos púrpuras que lo miraban con insistencia. Era ella… sacudió la cabeza levemente. Era Kocho… Revisó el nombre de la alumna. Kocho Shinobu, nada que ver con Alice. Siguió leyendo la lista.

Shinobu sonrió complacida, nuevamente se había quedado prendado viéndola y eso le gustaba. Aunque no sabe quién es, es apuesto y se ve joven. ¿Quién será?

–Disculpe, pero… ¿Quién es usted? –Preguntó finalmente Obanai.

–Lamento no haberme presentado primero, error mío. –Se disculpó sacándoles suspiros a las estudiantes. –Soy Giyuu Tomioka y seré su profesor de matemáticas en este, su último año de preparatoria. –Se escuchó una ovación por parte de los estudiantes al saberse libres de Kanzaki. –Cualquier pregunta… –No pudo terminar de hacer la oferta puesto que varias manos femeninas ya se encontraban alzadas para cuando dijo la última palabra. –Sí. –Dio pauta a que preguntaran.

–¿Cuántos años tiene? –Cuestionó una de las chicas del salón.

–¿Cuál es su color favorito? –Preguntó otra.

–¿De dónde es?

–¿Qué clase de comida le gusta más?

–¿Cuál es su música favorita?

–Tengo veintiséis años. –Escuchó las exclamaciones de sorpresa de las estudiantes. –Nací aquí en Japón, pero he vivido la última década en París, Francia y azul. –No dejó que las jóvenes siguieran y empezó a contestar. –Tengo debilidad por el salmón y las pastas italianas, y escucho toda clase de música.

Shinobu escuchaba atentamente el perfil que su nuevo profesor estaba dando. Lo observó conforme se ponía de pie y empezaba a caminar para escribir su nombre en la pizarra. Alto, buenmozo, mayor, mucho mayor. Sin duda lo mejor para recuperar su orgullo y darle una bofeteada a Douma era saberla con alguien así.

Solo quedaba una interrogante al aire…

–Sí, Kocho. –Ya se había aprendido su nombre, no podía evitarlo.

–¿Cuál es su estado civil? –Preguntó con voz inocente mientras hacía contacto visual con él. –¿Soltero, casado, viudo, divorciado?

No esperaba esa, imaginaba que las estudiantes preguntarían si tenía alguna novia y él les contestaría que no. Pero no esperaba tener que dar detalles de su vida personal. Siempre podía contestar que era parte de su vida privada, pero eso sonaría algo de alguna estrella de cine.

Además, se supone que él debe irlo superando. Y no lo superará a menos que empiece a hacerle frente como se debe.

–Viudo. –Contestó finalmente con una melancólica sonrisa.

Shinobu sonrió para sus adentros. Entonces, estaba disponible.

Será algo fácil para ella seducirlo.

–Ya que me preguntó algo relacionado a mi vida privada señorita. –Dijo rápidamente. –Ahora usted contésteme una pregunta de la materia.

–Sí…

–¿Cuánto es X más Y?

Tal vez… no sería tan fácil.

Próximo capítulo: Viernes 12 de julio de 2024