Capítulo II: Destinos entrelazados

Holaaaa, disculpen si subo hasta ahora el capítulo, pero Fanfiction estuvo mostrando muchos problemas este fin de semana, no sé si fui la única :cc de todos modos aquí se los dejo y nos vemos el viernes sin falta. Besooooos


Esa la sabía, ¿cómo no? Era tan sencilla, se escuchaba sencilla. Pero entonces, ¿por qué no responde?

–¿X más y? –Preguntó regresando a ver a su profesor, el cual asintió con una sonrisa poniéndola aún más nerviosa. No pudo evitar voltear a ver a Mitsuri con súplica esperando a que si fuera una respuesta breve y sencilla como cree, su amiga pueda ayudarla.

–Es absurdo que pregunte eso profesor. –Saltó Mitsuri a la defensa.

–¿Por qué es absurdo, señorita? –Preguntó el pelinegro sorprendido por la reacción de la joven de peculiar cabello rosa.

–Porque lo es. –Contestó segura. –X más Y no es nada, además de X más Y. –Repuso decidida. –Son dos variables sin valor determinado, que, al sumarlas, simplemente quedan igual a la proposición anterior. Eso es algo para alumnos de primer año, por eso dije que era absurdo.

–Correcto señorita… –Revisó su lista. –Kanroji. –Reconoció. –Toda su explicación tiene bases y fundamentos, se nota que es una gran conocedora del tema. Sin embargo, usted misma lo dijo. –Se puso de pie y empezó a recorrer el aula de clases. –Si le hubiera hecho esa pregunta a un alumno de primer año, hubiera sabido responder sin ningún inconveniente. ¿Por qué no lo podría hacer un alumno de último año? –Explicó su punto sagazmente.

–Lo último que vimos el año pasado con la profesora Kanzaki fueron funciones, gráficas y…

–Con lo conocedora que es acerca del tema señorita Kanroji, también tendrá presente que las matemáticas siguen una línea de continuidad. –Interrumpió a la abogada defensora de Shinobu. –Si es que usted olvida algo tan sencillo como suma de variables, hace que me cuestione sobre su conocimiento acerca de gráficas.

Mitsuri estaba molesta. De un momento a otro el apuesto profesor se fue al piso luego de corregirla de esa manera. ¡La profesora Kanzaki nunca la contradecía, siempre la felicitaba! A parte que no ayudó a disminuir su enfado escuchar las risillas tras de ella, pertenecientes a cierto joven de ojos bicolor que la miraba con burla.

Si Mitsuri estaba molesta, Shinobu estaba a punto de estallar. Por si fuera poco, tendría que aguantar el resto del día murmuraciones de las personas por su rompimiento para que ahora también lo hagan por haber quedado en ridículo ante el atractivo profesor de matemáticas.

Frunció el ceño molesta, ella estaba pensando en un plan de seducción efectivo con un hombre mayor y apuesto como él, y el condenado le sale con una pregunta retórica que la hace quedar mal delante de todos.

Bueno, no era mala en matemáticas, simplemente se había puesto nerviosa y por eso no pudo contestar. Sin embargo, reconoció que hubiera sido mejor que Mitsuri no hubiera saltado a defenderla.

Tomioka no pudo evitar regresar a ver la divertida expresión en el rostro de Shinobu. Sonrió con ternura, ¡Dios! Era sorprendente el gran parecido que tenía con Alice. Cuando ella cometía un error o se molestaba por algo, ocultaba su rostro entre sus piernas, contra la almohada o cualquier cosa que tuviera cerca de ella para evitar que la viera con el ceño fruncido y la nariz arrugada.

Tal vez se excedió un poco en su pequeña revancha por hacerle decir que era viudo, quizá debería animarla.

–¿Está bien señorita Kocho?

Si la tierra pudiera tragarse a una persona, que no tenga piedad de ella y la sumerja hasta los confines de esta, no le importa si llega a conocer el mundo descocido que Julio Verne describe en sus historias y es tragada por un dinosaurio. Detesta que sientan lástima por ella.

–¿Por qué no lo estaría? –Forzó una sonrisa mientras sentía como una vena le punzaba por el enojo. Tal vez era contraproducente para su reciente capricho por tener al profesor y tener que hacerse la niña buena, pero no podía evitar cubrirse con su capa de altanera.

–Por nada. –Dijo Tomioka sin más retirándose de enfrente de ella mientras seguía dando las indicaciones de como trabajaría con ellos este nuevo año hasta que la campana sonó.

El resto del día sería un infierno. Vaya manera de empezar el año.


–Kanao, ¿no vas a salir a almorzar? –Preguntó Nezuko al ver que su amiga se iba a la dirección opuesta a la cafetería.

–Sí, pero en un momento las alcanzo, tengo algo que hacer en el salón de investigaciones farmacéuticas. Por favor le avisas a Shinobu. –Respondió Kanao con amabilidad y siguió su camino.

–De acuerdo… –Susurró Nezuko.

–¡Hey, Nezuko! –Gritó Zenitsu apareciendo detrás de su amiga provocándole un gran susto.

–¡Zenitsu, me asustaste! –Reprochó la castaña a su amigo dándolo un fuerte golpe en el brazo.

–¡Oye! Tuve que gritar porque no me hacías caso. –Se quejó el rubio sobándose su brazo, aunque se veía frágil, su amiga sí que tenía fuerza.

–Pero hay otras formas. –Estaba dispuesta a seguir reprochando hasta que vio que Zenitsu llevaba una hoja consigo. –¿Qué llevas ahí?

–Oh, ¿esto? –Respondió con una sonrisa desdoblando el pedazo de papel. –Para esto quería verte, son los días en los que tengo práctica de baloncesto.

–¿En serio? Pues rápido, quiero saber qué días son. –Se lanzó hacia su amigo para arrebatarle la hoja, pero este reaccionó rápidamente y la puso en alto para que Nezuko no la alcanzara.

–Veamos… –Comenzó a revisar el calendario. –Lunes, martes y jueves. –Repitió los días que marcaba el calendario de las prácticas. –¡Bien! Nuevamente no interviene en nuestros viernes.

–Es un alivio. –Contestó Nezuko sonriendo al ver que Zenitsu aún recuerda que los viernes eran de ellos y de nadie más.

Luego del baloncesto, nada de amigos, citas o celulares. Sólo juegos, música, películas y comida chatarra. Era raro que, a pesar de no ser nada extraordinario como para emocionarse, le entusiasmaba la idea de pasar tiempo con su amigo un año más.

–Mi mamá preguntó que cuando ibas a visitarnos, así que, ¿te parece bien que el primer viernes sea en mi casa? –Preguntó totalmente despreocupado. –Le diré que prepare nuestro platillo favorito. –Como era su costumbre, pasó su brazo por los hombros de su mejor amiga. –¿Qué dices?

–Digo que te alejes de Nezuko.

Una serena y molesta voz masculina intercepto a la pareja de amigos, haciendo que se voltearan. Nezuko estaba ruborizada y Zenitsu no podía estar más divertido. Ambos conocían esa voz a la perfección.

–Ayaki. –Soltó falsamente desafiante. –¿Qué tal?

–Agatsuma. –Contestó el castaño de ojos azules. –Te dije que la soltaras. –Insistió con un tono de desagrado.

–Yo abrazo a mi amiga cuando quiera porque, hasta donde sé Ayaki, no está saliendo contigo, ¿o sí? –Se dirigió a la chica con tono juguetón con el solo propósito de burlarse de Rui, cosa que logró muy fácilmente. –Nezuko, ¿cómo le ocultas a tu mejor amigo algo tan importante? –Añadió casi sin aguantar la risa por la situación.

–N-no digas tonterías, Zenitsu… –Susurró las castaña incomoda por la cercanía que tenía con Zenitsu.

No era desconocido para nadie las rivalidades entre Zenitsu y Rui Ayaki, aunque el interés del rubio era más para fastidiar al chico de ojos azules que por la competencia en sí misma. Eran los capitanes de los dos clubes más populares de la preparatoria, por lo que era frecuente verlos discutir.

–¿Cómo te fue en las vacaciones, Rui? –Preguntó Nezuko de forma risueña, mientras se soltaba del agarre de Zenitsu para tratar de relajar el ambiente.

–¿Qué te puedo decir...? –Suspiró pesadamente mientras se acercaba a la castaña y tomaba sus manos entre las suyas con delicadeza. –Fue un suplicio no verte todos los días, Nezuko. –Dedicándole un suave sonrisa. Aunque Rui siempre aparentaba ser un chico frio y distante, con Nezuko era más cálido.

Quiso acercarse para darle un abrazo, pero cuando estaba en el proceso, ella ya había vuelto a los brazos de Zenitsu.

–Dado que Nezuko dijo que no salía contigo, no tienes derecho a tocarla… –Guardó un silencio dramático. –Mientras tanto, se quedará aquí conmigo.

–Maldito Agatsuma… –Susurró el castaño al ver la sonrisa de victoria de Zenitsu y el rubor en las mejillas de Nezuko.

Para nadie era un secreto que Rui deseaba obtener más victorias que el capitán de baloncesto, puesto que por algún motivo tenía la infantil idea que de ese modo ganaría el corazón de Nezuko, de la que se había enamorado a primera vista.

Rui no podía comprender como un tonto como Agatsuma atraía a alguien tan pura como Nezuko. Sin embargo, no planeaba dejarse ganar, no en eso, no en ella.

No iba a perder a Nezuko Kamado ni mucho menos dejarla a merced de un playboy como lo era Zenitsu.

–Aquí están los horarios del equipo de soccer, Rui. –Uno de sus compañeros de equipo lo obligó a voltear y, como capitán, debía hacer acto de presencia. –Una cosa más, Agatsuma. –Se regresó a ver al rubio. –Este año no solo el equipo de soccer hará la mejor participación en el festival deportivo, sino que Nezuko será mía y voy muy en serio con eso.

Zenitsu rodó los ojos aflojando su agarré con su amiga al ver que Rui ya les daba la espalda.

–¡Ja! Mi equipo volverá a hacerse con el oro este año. –Bufó molesto. Rui era ese tipo de persona que lo podía irritar con solo ver su rostro.

–¿Otra vez tuviste un encuentro con Rui? –Habló una voz a su espaldas. –¿O por qué estas tan pegado a Nezuko? –Diciendo eso ultimo como reproche.

Los dos amigos voltearon para encontrarse con el ceño fruncido de Tanjiro.

–¿Pues qué más va a ser Tanjiro? Además, no tienes por qué ponerte así si fui yo quien protegió a Nezuko… ¿Puedes creer que ese imbécil me amenazó con que Nezuko sería suya? –Se excusó el rubio aún sin soltar a su amiga.

–¿En serio? Ahora sí voy a poner a ese tipo en su lugar, ya le he dicho que deje en paz a Nezuko… –Dijo Tanjiro encaminándose hacia donde se había ido Rui.

–Tranquilo hermano. –Le interrumpió Zenitsu acompañado de una carcajada. –Sabes que siempre pongo en su lugar a ese tonto… ¿No fue así Nezuko?

–A-así es. –Dijo levemente ruborizada.

–Y solo para asegurarme, tampoco te gusta Rui este año, ¿verdad? Digo, para no burlarme tanto de él.

–Claro que no. –Contestó rápidamente. Ella veía al castaño como su amigo y le encantaría que él y Zenitsu pudieran llevarse bien, pero eso era muy difícil.

–Entonces tampoco nos aburriremos este año. –Sentenció para darle una mirada cómplice a Nezuko, quien correspondió.

–¡Superior Zenitsu! –Unas voces chillonas llamaron la atención de los tres, que regresaron a ver para encontrarse con las compañeras de Nezuko y chicas de otros salones.

–Les sentaron bien las vacaciones, chicas. –Halagó Zenitsu al mismo tiempo que soltaba a su amiga como si quemara y se empezaba a alejar dispuesto a coquetear con las chicas.

Nezuko lo observó resignada. Zenitsu solo pretendía ponerse celoso de ella cuando Rui estaba cerca y quería fastidiarlo y, a pesar de saberlo, no podía evitar emocionarse cada vez que lo hacía. Era una tonta enamorada de su promiscuo y coqueto mejor amigo. Lo observó reírse con las chicas provocando el mismo efecto en las jóvenes.

Con ese carisma, ¿quién no caería rendida? Apenas lo veían pasar no podían evitar el embrujo que soltaba sin querer con sus ojos dorados. Recordaba que, cuando habían entrado al bachillerato, todas las superiores quedaron fascinadas con él, dejando de ser el tierno Zenitsu de su infancia para pasar a ser el rompecorazones más conocido del colegio con mucha experiencia.

Suspiró resignada. Solamente estaba celosa, algo normal en los últimos años de su vida puesto que con ella nunca hubo cambio alguno. Era su mejor amigo y por sobre todas las cosas, siempre estaba al pendiente de ella y nunca había intentado coquetearle, ¡ni siquiera en la etapa de desarrollo cuando las chicas adquieren curvas! Aunque debía admitir que Dios no había tenido mucha gracia con ella, puesto que la había dejado como una tabla: Nada por delante ni por detrás.

Jamás podría compararse con esos cuerpos voluptuosos, ni treparse a él como una gatita seductora, ni mucho menos ponerse las ropas provocativas que le sugería Shinobu. Ella no existía como una mujer para Zenitsu, para él siempre será la hermanita de Tanjiro y su mejor amiga.

–Nezuko, ¿te encuentras bien? –Le habló Tanjiro a su hermana posando una mano en su hombro. No pasó desapercibido el hecho de que se haya quedado viendo fijamente donde estaba Zenitsu.

–Ah… Sí hermano, no te preocupes. –Sonrió para tranquilizarlo. No quería que su hermano supiera sobre los sentimientos que tenía hacia Zenitsu… Aunque Tanjiro no era nada tonto.

–Bien… ¿No irás a almorzar? –Dijo para desviarse un poco del tema.

–Sí, ya iba camino a la cafetería, ¿qué hay de ti?

–Igual, pero quería ver a Kanao. ¿Dónde está ella?

–Me dijo que estaría en el salón de su club, ¿quieres que la vaya a buscar? –Le dijo tratando de disimular su emoción. La verdad es que le emocionaba que Kanao pudiera llegar a ser la novia de su hermano y más ahora que por fin estaba soltero.

–No, yo iré, no te preocupes. –Dándole unas palmadas en su cabeza. –Shinobu y Mitsuri ya están en la cafetería, los están esperando. –Comentó para emprender camino hacia donde estaba Kanao.

Tanjiro quiso ignorar las expresiones que ponía su hermana cada vez veía a Zenitsu con otras chicas. Él sabía perfectamente lo que Nezuko sentía por él, no hacía falta que ella se lo dijera, su hermana solía ser muy obvia. Aunque a veces le daban ganas de darle un puñetazo en la cara a Zenitsu, se contenía para no exponer los sentimientos de su hermana.


–Parece que ya están más sanas… –Susurró suavemente mientras roseaba agua sobre algunas matas de manzanilla. La verdad es que le costó un poco revivirlas ya que por las vacaciones las descuidó.

Kanao dejó a un lado el atomizador y recorrió con la mirada el salón en el que estaba. Agradecía que los de limpieza tuvieran cuidado a la hora de limpiar el equipo de laboratorio, sin ello, el club de investigaciones farmacéuticas no podría funcionar.

Una sonrisa triste se formó en su rostro. Le gustaba ser la líder del club, pero todo sería mejor si Shinobu estuviera con ella manejándolo y así podría tener más tiempo para atender el club de arreglos florales. Por desgracia era muy difícil persuadir a su hermana mayor.

Tomó uno de sus libros para ya retirarse. Tenía que alcanzar a su hermana y amigas en la cafetería, si no ya no tendría tiempo para almorzar.

Al tomar su libro, una pequeña flor rosada cayó al piso. Al notarlo, Kanao inmediatamente la recogió y la tomó con delicadeza como si se tratara de un tesoro. Y así era, o al menos para ella. Al verla su mirada se tornó melancólica al recordar su origen.

Esa flor se la regaló Tanjiro hace cinco años cuando lo conoció. Los mismos cinco años que llevaba sin su hermana Kanae.

–¡Kanao! –Ese grito la hizo salir de sus pensamientos y fijó sus rosados ojos hacia la puerta. –Me dijo Nezuko que estarías aquí, así que vine a… –Tanjiro ya no terminó de hablar al ver la flor que tenía Kanao en sus manos. –¿Eso es lo que creo qué es? –Preguntó acercándose.

–N-no… bueno… en realidad, sí… no le tomes mucha importancia. –Se apresuró a decir guardando nuevamente la flor entre las páginas de su libro.

–Kanao, si te gusta que te regalen flores me lo hubieras dicho y pude haberte regalado muchas más. –Le dijo de forma amable mientras tomaba el libro para sacar la flor. –Si quieres puedes tirar esta y yo…

–¡No! –Dijo Kanao arrebatándole el libro a Tanjiro, cosa que le sorprendió, ¿A caso la hizo enfadar? –N-no lo tomes a mal… es que… esta flor tiene un valor muy grande para mí, por eso no quiero perderla… –Se excusó abrazando el libro tratando de esconder su rostro, no quería que la viera sonrojada.

Tanjiro la observó detenidamente por unos segundos y después recordó el motivo por el que la buscaba.

–Oye Kanao... –La llamó para atraer su atención. Lo cual funcionó ya que ella volvió a alzar la mirada. –Te buscaba porque desde ese día no he tenido la oportunidad de hablar contigo a solas.

Al escuchar eso, Kanao se sintió palidecer y abrazó su libro más contra ella. Era un tema que no quería tocar, y de ser posible olvidarlo. Pero también tenía que afrontarlo.

–Yo solo quería decirte que me siento muy honrado por ser el chico que te gusta y la verdad es que tu declaración me tomó por sorpresa. Sin embargo… –Su corazón se negaba a decir lo siguiente, pero la razón era más fuerte que él. –No puedo aceptar tus sentimientos. Mi rompimiento con Akane aún es reciente y no creo ser la persona ideal para ti en estos momentos. Además de no estar listo para otra relación.

Se formó un momento de silencio y al no recibir respuesta, Tanjiro continuo.

–A lo que quiero llegar es que no me gustaría que esto cambie nuestra amistad. Eres mi mejor amiga desde hace cinco años y te aprecio bastante. –Concluyó formando una sonrisa triste.

Por su parte, Kanao ya imaginaba algo así y le agradecía bastante por el tacto que tenía hacia ella. La última vez que lloró fue cuando su hermana falleció, ¿por qué tendría que llorar por algo así? Era buena ocultando sus sentimientos y esta ocasión no sería la excepción.

Al menos podría decir que lo intentó y no se quedaría con la duda.

–Gracias. –Habló por fin agradeciendo mientras extendía su mano para tomar la de su amigo. –Gracias por dejarme seguir siendo tu amiga.

Tanjiro la miró sorprendido y después sujetó su mano con fuerza. Contrario a lo que su corazón gritaba, sentía que estaba haciendo lo correcto.

–¿Te parece si nos vamos a almorzar? No quiero que se nos acabe el tiempo. –Le dijo para desviar el tema ya que sentía que le incomodaba a Kanao.

–Sí, vamos. –Suspiró aliviada.

Aunque sin saberlo, en un futuro Tanjiro se arrepentiría por su decisión.

Ambos se dirigieron a la cafetería. Durante el trayecto a Kanao le extrañaba el inusual silencio de su amigo. ¿A caso ya no podía verla de la misma forma que antes?

–Tanjiro… –Lo llamó un poco temerosa. –¿Está todo bien?

El pelirrojo salió de sus pensamientos para prestar atención a su amiga.

–Eh… ¡Sí! –Respondió de inmediato. –Es solo que… ¿Has visto al nuevo profesor de matemáticas?

–¿Hmm? –A Kanao le extrañó esa pregunta. ¿Qué tenía que ver el profesor Tomioka? –Sí, me da clase a la tercera hora… ¿Por qué?

Vio a su amigo con intenciones de decir algo, pero inmediatamente apretó sus labios.

–No es nada. Solamente me parecía un poco… Interesante. –Dijo mientras una amarga sonrisa se formaba en su rostro confundiendo a un más a Kanao.

Mientras tanto, la mente de Tanjiro era un caos en esos momentos. Después de casi diez años Giyuu aparecía como si nada hubiera pasado. Jamás imaginó volver a verlo y mucho menos como su profesor.


–¡Lo siento! –Se disculpó Mitsuri por quinta vez en el día, mientras que Shinobu aún parecía no prestarle atención.

–Está bien. –Contestó mientras revolvía su almuerzo sin apetito.

–No te enojes, te defendí del profesor. –Bufó Mitsuri inflando sus mejillas.

No era solamente esa humillación, era que además de eso tuvo que enfrentarse a las brujas que murmuraban al verla pasar por lo que le hizo el imbécil de Douma, le habían quitado sus argollas y había hecho el ridículo ante la fantasía de cualquier chica de 17 años, que era tener un apuesto profesor de matemáticas. ¿Se podría tener un peor primer día?

–No es eso Mitsuri, ¿no te das cuenta de la clase de día que he tenido? –Aclaró a su amiga. –Por cierto, ¿dónde están los demás?

–Creo que se fueron a ver algo acerca de los clubes. –Contestó Mitsuri sin interés.

–Yo también debería informarme acerca del club de natación. –Recordó Shinobu repentinamente. –Creo haber escuchado que tendremos nuevo entrenador.

–¿Nuevo entrenador de qué? –Nezuko se unió a la conversación con su bandeja de comida.

–Del club de natación. –Comentó Shinobu desganada, revolviendo su comida por enésima vez. –¿Dónde están Kanao, Tanjiro y Zenitsu?

–Kanao me pidió que te avisara que iría un momento al salón de investigaciones, Tanjiro me dijo que pasaría por ella, y Zenitsu… Creo que ya deberían de saberlo. –Mordiendo con coraje su pan.

–Oye, el pobre pan no tiene la culpa de que te hayas enamorado de un playboy. –Le reprochó Mitsuri al ver como Nezuko mordía su pan.

–¿Tanjiro fue por Kanao? –Preguntó Shinobu con un ligero brillo en sus ojos, eso sonaba bien.

–Siiii. –Chilló emocionada Nezuko. –Akane fue una pesadilla, así que no me gustaría tener a alguien que no sea Kanao como cuñada.

–¿De qué cuñada hablan? –Preguntó Tanjiro acercándose con Kanao, ambos colocaron su bandeja de comida en la mesa y se sentaron.

–De nadie en especial hermano, no nos hagas caso. –Respondió Nezuko nerviosa, por poco la escuchaban.

–¿Pues de quién más va a ser? Estaba hablando de Ka… –Mitsuri no pudo terminar de hablar ya que Nezuko le había puesto una manzana en la boca a tiempo.

–¿Seguras que no pasa nada? –Preguntó Tanjiro al ver la reacción de Nezuko. Por otra parte, Kanao estaba totalmente ruborizada, ya sabía de qué hablaban. Aunque para su desgracia acababa de ser rechazada.

–Sí hermano, no le hagas caso a… ¡Hmmp! ¡Hmmp! –Esta vez fue Nezuko quien fue abruptamente interrumpida. Mitsuri le estaba poniendo el pan en la boca como venganza.

Shinobu estaba ajena a la discusión que habían empezado a tener sus amigos. Sus cavilaciones iban más allá de eso ya que solo pensaba en todo lo que había pasado en una sola mañana.

–Mira a Kocho, seguro está pensando en Douma.

–Está tan ensimismada en sus propios pensamientos como para escuchar como pelean sus amigos. –Sin embargo, los comentarios a su alrededor penetraron directamente sus oídos.

Eran susurros, cotilleos malintencionados por supuesto, después de todo, Shinobu Kocho no sólo significaba ser admirada por muchos, sino también envidiada por pocos.

–¿Crees que sea verdad lo que dicen? –Otra voz femenina contestó a la anterior. –Eso de que Douma le fue infiel en Londres.

–¡Por supuesto que lo es! –Una tercera voz se les unió. –¿No viste cómo su estado sentimental ya no aparece en su perfil? Y luego las fotos que subió Douma con esa extranjera, al parecer no se había dado por enterada. ¡Pobrecita! –Exclamó sarcásticamente, disfrutando del dolor ajeno.

¡Suficiente!

–¡Ustedes cállense viejas desocupadas! –Al parecer Mitsuri y sus demás amigos también habían escuchado lo mismo que ella. –En vez de estar hablando del novio de otra, búsquense uno ustedes. –La joven de cabello rosado no tenía pelos en la lengua cuando de defender a sus amigos se trataba.

–No deberían hablar de lo que no saben. –Habló Nezuko quien era más tranquila que Mitsuri en esos casos, por lo que simplemente se limitó a comentar de manera tranquila y pausada mientras tomaba su jugo.

–Chicas, por favor… –Intervino Tanjiro poniéndose de pie, Kanao permaneció sentada. Intervendría cuando fuera necesario.

–Miren quienes lo dicen. –Se burló una de las chicas. Ella era Ume, considerada también una de las más bonitas del colegio. –Kanroji, la que no puede mantener un novio más de un mes y la pequeña Kamado, que besa por donde su "mejor amigo" pisa.

–Sólo sangras por la herida, Ume. –Escupió Mitsuri con superioridad. –Aunque intentaste seducir a Douma este tuvo buen gusto y prefirió a Shinobu. –Le recordó con una sonrisa. –Y Zenitsu te utilizó como juguete de una noche. Yo no me preocupo por los chicos como lo haces tú, porque al menos yo sabré labrar mi fututo sin depender de un hombre para mi propio sostén. No es algo que pueda decir de ti.

–Desgraciada…

–Suficiente. –Shinobu se puso de pie tan digna como siempre. –Mitsuri, por favor, no desperdicies saliva en tonterías. –Dijo lo último mirando al grupo de chicas. –Y a ustedes no tengo por qué darles explicaciones de mi vida privada. –Acomodó el broche que sostenía su cabello y procedió a recoger los libros que tenía en la mesa. –Pero si quieren una opinión de mi parte, cualquiera es mejor que un trio de chismosas que tienen vidas tan aburridas que se entretienen a costa de la mía. Que tengan buena tarde, permiso.

Se dio vuelta dignamente y salió de la cafetería con la frente en alto. No perdió los estribos, no gritó, no insultó, ni siquiera insinuó una palabra ofensiva. Simplemente se expresó de manera pulcra y adecuada, no le importaba lo que el trio de arpías diga de ella puesto que las había callado con clase. Ya no le importaba lo que los demás dijeran de ella, quizás al principio le habían llegado a afectar esas sandeces, pero con el tiempo entendió que lo realmente importante era lo que pensaban sus amigos y su hermana.

–Nosotras iremos tras ella. –Dijo Mitsuri yendo hacia donde se fue Shinobu seguida de Nezuko y Kanao. Tanjiro simplemente vio con preocupación a sus amigas.

–¿Qué pasó? ¿Dónde fueron? –Preguntó Zenitsu quien acababa de llegar.

–Siéntate, ya te contaré. –Le pidió Tanjiro a su amigo.


–¿Estás bien, Shinobu? –Preguntó Nezuko arrastrando a sus amigas con ella.

–Sí, Nezuko. –Contestó Shinobu llegando al baño de chicas. –Nada más espero que con eso no vuelvan a preguntar, que piensen lo que sea. A menos que quieran quedar como ella… ¿Cómo se llamaba?

–Es Ume, de tercero C. –Recordó Nezuko.

–No debieron intervenir, le hubiera ganado si nos íbamos a los golpes. –Se quejó Mitsuri.

–Y te hubieras metido en problemas. –Hizo consciencia Kanao.

–No, porque hubiera venido la licenciada Kanzaki y me hubiera puesto a llorar mientras le decía lo mucho que Ume me molestaba y me hubiera creído. –Repuso convencida. –Privilegios de ser buena alumna.

Los labios de Nezuko se curvaron alegres. En el fondo, ninguna de las cuatro era problemática en la escuela.

Las cuatro destacaban por sus actividades extracurriculares; Mitsuri por ser la segunda mejor de todo el instituto, Kanao por su amplio conocimiento en el mundo de la farmacéutica y arreglos florales, Shinobu y ella tal vez no tenían las calificaciones perfectas de Mitsuri, pero destacaban por lo aceptables que eran. Se podría decir que Zenitsu era la oveja negra del grupo ya que Tanjiro también destacaba por su buen rendimiento académico.

–Ya aprendieron la lección, por lo que el resto del día nos dejarán en paz. –Dijo Shinobu repentinamente mientras se lavaba las manos. –¿Nos vamos? El descanso está a punto de terminar.

Todavía ella tenía que pensar en qué haría para llamar la atención de su profesor de matemáticas. Aunque presentía que ya lo hacía, nada más tenía que descubrir qué era y usarlo a su favor.

–Sí… –Secundaron todas al mismo tiempo.

Parece que ya pasaron la parte negra del día, ahora a esperar que el sol volviera a salir.


La primera semana de clases había estado bastante tranquila. Había logrado controlar a muchos alumnos que quisieron salirse con la suya desde el principio del curso. La escuela que tenía a su cuidado era completa calma y tranquilidad. Sin duda mucho mejor que cuando era profesora nada más, ahora hasta le placía tomarse un té en sus momentos de total calma y tranquilidad.

–¡Aoi!

¿Era mucho pedir un momento de calma y tranquilidad?

–¡Aoi! –Repitió el llamado un agitado Inosuke que acudió corriendo hacía ella.

–Te escuché la primera vez Hashibira, no es necesario gritar. –Informó molesta. –Ahora dime qué quieres porque el tiempo no me sobra.

–Estabas tomando té muy tranquilamente. –Le refutó.

–¿Qué quieres? –Volvió a cuestionar procurando mantener la calma.

–Que pongas un suplente para mí en las dos últimas horas del viernes. –Dijo con toda la naturalidad del mundo.

Otra vez queriendo haraganear. Típico de Hashibira.

–No. –Negó rotundamente la peliazul.

–¿Por qué no Aoi? –Preguntó desesperado.

–Señorita Kanzaki. –Corrigió. –Y porque no es ninguna necesidad de fuerza mayor la que te hace pedir salir temprano ese día.

¿Que no era una necesidad de fuerza mayor? ¿Acaso no sabía qué había ese día?

–Disculpa que no comparta tu opinión querida Aoi, pero estás loca. –Sentenció aterrado. –¡Es el partido de Kawasaki Brave Thunders contra Alvark Tokyo!

–¿Dijiste Kawasaki Brave Thunders contra Alvark Tokyo? –Preguntó sorprendida Aoi, dejando de lado su enfado de hace unos momentos.

–¡Es un evento de trascendencia nacional! –Ignoró a la peliazul por concentrarse en dar la mejor explicación posible para hacerse merecedor del permiso. –Y estarán en aquí en la ciudad. Tengo que salir temprano para que el tráfico del medio día no me impida llegar a tiempo, además que tengo que rogar por los boletos y…

–¡¿Cómo se me pudo haber olvidado? –Bufó frustrada Aoi interrumpiendo a Inosuke que la miró sorprendido.

–¿Te gusta el baloncesto? –Preguntó incrédulo, eso sería irreal. Ver a Aoi Kanzaki con el rostro afligido y las manos en la cabeza, era como si se enterara de una nueva ley de matemáticas o de conducta que pudiese poner en práctica en el colegio.

–Bromeas, ¿verdad? –Preguntó ella recuperando la compostura. –¿A quién no?

–Bueno sí, pero… ¿tú?

La peliazul captó la indirecta y se ruborizó avergonzada de sí misma por dejarse llevar por sus impulsos deportivos.

–Bueno, encuentro entretenida la práctica de ese deporte y Alvark Tokyo desempeñan un muy buen papel jugándolo.

–Estás mal, los Kawasaki son los mejores y seguro que ganarán este año. –Dios mío, no podía asombrarse más en un solo día. Ahora hablaba de baloncesto con ella, ¡con Aoi Kanzaki! –Pero espera, ¿entonces también lo juegas? –Imaginarse a Aoi en la cancha de baloncesto tratando de botar un balón con ese feo vestido y los zapatos de monja que usa… Mejor reprimió su propia risa.

–El permiso es denegado profesor Hashibira. Ahora si me disculpa, creo que ambos tenemos asuntos que atender. –Sentenció molesta por las risas de Inosuke.

Mierda, él tenía que ir a ese partido cueste lo que cueste.

–Aoi…

–Ni una palabra más. –Ordenó.

¿Qué hacía ahora? Ya había hablado con el director y este le dijo que se arregle con Aoi, pero ella no estaba dispuesta a ceder. Observó los papeles del escritorio de la inspectora Kanzaki y se fijó en los horarios de todos los maestros que yacían pegados en la pared, había algo interesante.

–Te llevo. –Soltó imprevistamente deteniendo el andar de la Aoi.

–¿Qué?

–Tienes las dos últimas horas libres el viernes y es el partido de apertura. –Se acercó sigilosamente a ella. –Quién sabe cuándo volveremos a tener a los Alvark Tokyo tan cerca y en un partido tan eufórico como lo es contra Kawasaki. –La peliazul apartó la mirada, sin embargo, no se movió de su lugar. –Piénsalo. Puedo asegurarte conseguir asientos con predilección, tú tienes libres esas dos últimas horas y solo tienes que poner a Uzui en mi lugar, el viernes.

Era cierto, era una oportunidad en un millón de poder ver un partido de tal importancia en un lugar que estaba tan cerca. ¡Eran los Alvark Tokyo!

Su mente le decía que no debía, pero… los Alvark. Además, una vez no mata a nadie.

–De acuerdo. –Suspiró derrotada.

–¡Sí! –Gritó eufórico Inosuke dando de saltos.

–No grites, que será la primera y última vez.

–Lo que digas Aoi. –Ya tenía lo que quería, él siempre se sale con la suya. Aunque tuviera que portarse como un lambiscón frente a la solterona profesora. –Tenemos una cita.

–No es una cita. –Corrigió.

A él le parecía tan malo como a ella, sin embargo, era mejor eso que perderse el debut del campeonato nacional.

–Lo que digas. –Soltó tranquilo, seguro de que esa no sería la última vez que no tendría que preocuparse por los juegos entre semana.


–Se preguntarán por qué los cité aquí, jóvenes. –Inquirió el licenciado de computación e informática.

–De hecho, a mí no me cabe duda del por qué, pero lo que no me explico es qué hace ella aquí. –Cruzado de brazos y con el deje prepotente que lo caracterizaba mientras la señalaba con el pulgar.

–¡Iguro! –Exclamó molesta por el menosprecio de su compañero. –Es deducible que estoy aquí por el mismo motivo que tú.

–Entonces no me equivoco y no tienes idea del porqué estamos aquí. –Sonrió con suficiencia. –Eso sí que fue deducible.

Lo mataba y de la manera más lenta y tortuosa que se le ocurriera. ¡Que sujeto más arrogante!

–Calma chicos. –El veterano profesor intentó calmar la situación de sus dos mejores estudiantes. Después de todo, necesita la entera colaboración por parte de ambos. –Déjenme explicarles la situación.

–Es por la beca que la Universidad Imperial de Tokio está ofreciendo, ¿verdad? –Preguntó sagazmente el azabache.

–Así es Iguro. –Estaba complacido por la perspicacia de su pupilo. –Se les estarán entregando becas completas para los estudios universitarios a los alumnos cuyos proyectos destaquen entre los de todos los demás egresados a nivel nacional. Es una oportunidad que se nos permite otorgar solo a dos alumnos por institución, es un proyecto en pareja.

Ninguno de los dos emitía palabra, por lo que prosiguió con su explicación.

–Normalmente esta información se hará oficial la semana que entra, pero quisiera que ustedes, como los mejores alumnos de esta institución, ya tuvieran un pie adelante y hayan seleccionado el tema, de hecho, de ser posible ya estuvieran empezando a trabajar.

–Me parece lógico. –Corroboró Iguro a su maestro.

–¿Kanroji? –Mitsuri no se movía. Estaba sorprendida por la oportunidad que se estaba presentando en sus narices. Nunca pensó en que no podría entrar a la universidad por factores intelectuales, de hecho, estaba segura de sus aptitudes académicas, sin embargo, las económicas eran otra historia.

Era la oportunidad de su vida.

–Te están hablando. –Le susurró Obanai sacándola de su ensimismo.

–¡Si profesor! –Exclamó exaltada. –Le agradezco mucho la oportunidad que me está dando, prometo no decepcionarlo.

–Lo sé señorita Kanroji. –Sonrió complacido. –¿Iguro?

–También le agradezco el que me tenga dicha consideración.

Ese era un sí, ¿verdad?

–Cuento con ustedes muchachos. Sé que dejarán en alto el nombre de la institución. –Dicho lo cual se levantó y dejó a sus mejores prospectos solos en la sala. Se notaba el entusiasmo de Kanroji y debe admitir que percibe la despreocupación de Iguro.

Tendrá que confiar en ellos.

–Supongo que ahora tendremos que dejar nuestras estúpidas competencias a un lado y concentrarnos para lograr un buen proyecto. –Lo dijo en serio, para ella esa oportunidad era única en la vida y si para eso tendría que pretender que no le importa el promedio de Iguro. Lo haría.

Sin embargo, él empezó a reírse.

–Como quieras. –Se le hacía gracioso como hablaba, como si realmente fuera tan importante una beca. Con su coeficiente intelectual bastaba.

La risa y la despreocupación le hacían pensar que tal vez, ojalá esté equivocada, pero parece que a Iguro no le importa mucho la beca, ni siquiera la competencia.

Presentía que no iba a ser nada fácil trabajar con Iguro y eso le asustaba.


Dios.

Se odiaba a sí misma por haber faltado a la primera práctica del año la semana pasada. Además de que se avergonzaba porque en su condición de superior, ahora era ella la capitana del equipo. La misma que no debía dejarse abatir por cosas tan banales.

Después de todo, ¿qué importa si te esmeras todo un día preparando un pastel de cumpleaños para tu madre cuando esta ni siquiera se digna en volver a casa esa noche? Ya hacía una semana de eso y aún le molestaba recordarlo. Sobre todo, porque Kanao también le había puesto mucho empeño.

Por si fuera poco, ahora parecía que el profesor Tomioka la ignoraba.

–Lamento mucho la demora chicas y haberme ausentado la… –No esperaba encontrarse con esa escena. –… semana anterior…

Las chicas estaban ahí, sorprendentemente todas y puntuales. Algo raro ciertamente. Sin embargo, no pudo pasar por alto cierto detalle, puesto que llamaba bastante la atención.

Todas las miembros del equipo, desde las que ahora estaban en segundo año hasta las nuevas, usaban un traje de baño que no era el del instituto. Uno más bonito que otro, la mayoría bikinis de dos y tres piezas, otros en cambio sin tiras y escote profundo, muchos al cuello, escotes en la espalda, pechos, brazos. ¡Había uno que apenas y cubría las partes sagradas de una niña! Y era en serio, porque quien lo usaba era una niña de primer año seguramente, porque no la conocía.

Sus compañeras se quedaron de piedra al ver a su capitana saliendo de los vestidores con su bata de toalla encima de su bañador negro, el oficial del colegio mientras ellas vestían sus estrafalarias prendas.

–Capitana… –Sólo había dos chicas además de ella con el uniforme del equipo, el reglamentario.

–¿Qué sucede aquí? –¿Acaso la nueva entrenadora permitió venir con cualquier traje de baño? ¿Por qué nadie le dijo nada al respecto? –¿La entrenadora sabe de esto?

–Esto… –Se ponían nerviosas ante ella, ventajas de ser alumna de último año.

–Contesten. –Ordenó Kocho aún sin poder concebir este hecho.

–Lo que pasa superior es que… –Ahora se ruborizaban, ¿Qué se traían esas chicas?

–Pero ¿qué es lo que pasa aquí?

Una voz masculina se escuchó tras de ella asustándola, sobre todo porque reconocería esa voz donde fuera. Lentamente giró sobre sus talones y se encontró a quien menos lo hubiera imaginado, como nunca lo hubiese pensado.

–Profesor… Tomioka. –Susurró quedamente por la sorpresa que le embargaba en esos momentos de ver a su apuesto profesor con una bata toalla igual a ella y unos bermudas negros con apliques azules.

Que guapo era, con su torso y abdomen bien formados y definidos, además de estar completamente al descubierto. Tragó seco. Incluso aunque pareciera imposible, lucía mucho más guapo y joven sin los delicados lentes que usa normalmente.

–¡Profesor Tomioka! –Chillaron sus compañeras sacándola de su ensueño. – ¡Buenas tardes! –Hicieron la reverencia en señal de saludo.

–Buenas tardes, señoritas. –Saludó con su usual serenidad. –Señorita Kocho. –Ahora se dirigió a ella. –Estoy complacido de que esta vez sí nos acompañe, he escuchado de boca de sus compañeras todos los triunfos que ha otorgado a la escuela. Espero pueda trabajar conmigo con la misma eficiencia.

¿Trabajar con él? Eso quería decir…

–¿Usted es el nuevo encargado del equipo? –Sabía que era sobreentendido, pero aun así debía preguntar.

–Así es, sea buena conmigo. –Pidió esbozando una pequeña sonrisa logrando que nuevamente sus mejillas se tiñesen de rosa fuerte, además de los suspiros de sus compañeras menores. –Señoritas, ¿a qué debo el hecho de tenerlas sin el uniforme del colegio?

–El mío estaba sucio. –Gritó una.

–El mío también. –Secundó otra.

–No encontré el mío.

–Mi hermano lo quemó. –¿Qué dijo?

–Pues debo decir que es una pena todo lo que les ha pasado a sus trajes de baño. –Dijo denotando aflicción en su rostro.

–Si verdad. –Una de las chicas le sonreía mientras sus compañeras procuraban acomodar sus bikinis para que resaltaran mejor ya sean sus pechos, curvas o trasero. –Empecemos la práctica. –Apremió dirigiendo a todas las miembros del club a la piscina.

–Un momento. –Las detuvo en su andar. –Lamento informarles que sin el uniforme no pueden estar en mis clases.

–¡¿Qué?! –Exclamó en coro casi todo el equipo.

–Por favor retírense todas aquellas que no cumplan con la norma. –Observó que ninguna se movía, tal vez estaba siendo demasiado suave con esas chicas. –Retírense por hoy o quedan suspendidas por dos semanas.

Las chicas no quisieron tentar a su suerte y se fueron. Después de todo, enfrentarse a esos serios ojos azules que las miraban con rudeza era difícil. Tampoco querían arriesgarse a estar dos semanas sin ver al apuesto profesor.

–Qué vergüenza. –Masculló Shinobu cruzándose de brazos molesta.

–Por lo que veo solo quedan tres. –Dijo resignado. –Ni modo, empecemos.

Shinobu lo miraba alejarse mientras dejaba su bata en la silla y sacaba su silbato y un cronómetro del bolsillo de esta. Las dos chicas ya estaban esperando sus órdenes en la línea de salida a pesar de que ella seguía ahí parada observándolo detenidamente.

–¡Kocho! –Llamó su atención. –Dese prisa, quiero tomar su tiempo.

Asintió y rápidamente se dirigió a colocar sus bata en su casillero, también se puso sus gafas y su gorro encaminándose al bloque de clavados.

–Lista. –Informó colocándose en posición de salida.

–Espero no sea igual de lenta como lo es al prepararse. –Comentó Tomioka como motivación.

–No soy lenta en nada profesor. –Escuchó la orden y se sumergió en el agua, olvidándose por un momento de sus ideales de conquista y concentrándose en demostrar de qué estaba hecha.


La clase fue mucho más tranquila que la anterior, por lo menos no hubo ninguno de los varios calambres que sí hubo la vez pasada. Hasta incluso un ahogamiento tuvo que asistir; lo que hacían las chicas para ser el centro de atención.

Ahora que trabajó con pocas el resultado fue más productivo. Sin contar que se percató por qué Shinobu Kocho era tan famosa entre sus compañeras, haciendo un tiempo increíble sin siquiera cansarse. Sin duda lo asombró.

Pero de lo que más cayó en cuenta fue que por primera vez en mucho tiempo pudo verla sin que le recordase a su difunta mujer. No obstante, había que recalcar que pudo deberse al hecho de que había un gorro cubriendo sus cabellos y gafas sobre sus ojos.

–Supongo que no tiene caso pensar en eso ahora. –Susurró para sí mismo creyéndose solo en el área de la piscina.

–¿Qué cosa?

Se asustó apartándose por instinto, hacía ya quince minutos que se despidió de sus alumnas y se supone debería encontrarse solo. No debería estar viendo unos ojos púrpura que lo miraban insistente.

–Kocho, ¿qué hace aquí todavía? –Preguntó sorprendido.

–No es educado contestar con otra pregunta. –Corrigió Shinobu mientras se volvía a colocar las gafas y se lanzaba al agua. –¿Qué le parece que hago? –Cuestionó antes de emprender marcha al lado contrario de la piscina.

La respuesta era obvia.

–Pero el entrenamiento terminó. –Gritó a la pelimorada al otro lado de la piscina que se encarrilaba nuevamente al regreso. –¿No cree que debería irse a casa? –La ayudó a salir del agua.

–No creo que importe. –Se sentó en el borde y se quitó el gorro y las gafas.

–Sus padres se preocuparán. Si fuera mi hija me preocuparía. –Se sentó a su lado.

Shinobu se le quedó viendo, estudiándolo por un momento. Parecía que no se iría antes que ella y si va a ser su director del club el resto del año y se va a poner así siempre que se quede hasta tarde, debe tener un justificativo.

–Lo más probable es que no estén en casa. –Confesó como algo casual y sin importancia. –Y si lo están, dudo que hayan notado mi ausencia. A excepción de mi hermana menor. –Se rio con ganas de la realidad, cayendo en cuenta de que tan ruda y amarga puede ser.

No tenía que decir tanto.

–¿Por qué dices eso? –Preguntó sintiéndose un poco en confianza con ella ya que le estaba diciendo esas cosas.

–Porque desde hace mucho tiempo que mi hermana y yo hemos pasado a tercer plano para nuestros padres. –Confesó sintiéndose en confianza de decirlo. –Primero están ellos mismos, luego el dinero, las apariencias y sus hijas. –Lo pensó por un momento. –¡Sorpresa! Eso nos deja en cuarto lugar. –Nuevamente escondió su amargura bajo una capa de armoniosas risas.

Era notorio el deje de nostalgia y resentimiento que guardaban las palabras que Shinobu procuraba esconder bajo capas de risa y falso entusiasmo. Tiene que admitir que la primera impresión que dio la joven no fue la más ideal, se comportó como una caprichosa y altanera; y bueno, lo era. Pero parece tener un motivo suficientemente fuerte para hacerlo.

Se la veía frágil y a la vez lo suficientemente fuerte para seguir adelante pretendiendo que no le importa.

–Tal vez a ellos no les preocupe. –Se sacó su toalla de encima de sus hombros y delicadamente la coloco sobre el esbelto cuerpo de la joven que empezaba a denotar frío. –Pero a su hermana le puede preocupar y… A mí, me preocupa que estés fuera hasta la noche.

Le inspiraba empatía. Le recordaba a las veces que él en su adolescencia salía hasta altas horas de la madrugada y al volver a casa encontraba a su padre profundamente dormido. Ni una llamada al móvil menos un regaño al siguiente día. Ni siquiera notaba si estaba o no.

Shinobu ni siquiera podría recordar que alguien ajeno a su hermana y amigos denotara preocupación por ella. Se sentía bien… se sentía…

¿Querida?

–¿En serio? –El pelinegro se levantó y la ayudó a ponerse de pie ofreciéndole su mano con caballerosidad quedando frente a frente mientras se cubría con la toalla.

–Por supuesto. –Aseguró. –El saber que una jovencita como tú esté sola por la calle a la noche… –Levantó su mano y acaricio sus cabellos de arriba hacia abajo con ternura. –Claro que me preocuparía.

Después de todo era una niña carente de atención que le recordaba mucho a su antiguo amor y ¿por qué no?, a él.

–Vamos, te acompaño a casa. –Al pasar por su lado no pudo evitar el impulso de besarle el cabello con ternura.

Ni tampoco pudo evitar que percibiera un perfume olor a glicina sacándolo de su equivocación, puesto que él esperaba oler manzanilla. De nuevo recordó que ella no era quien le parecía.

No se movía de la sorpresa por haberse sentido importante para alguien ajeno a sus amistades en mucho tiempo. Observaba embobada al profesor dirigirse a la salida. Lo siguió, pero se dio cuenta de que aún estaba en traje de baño y debía cambiarse antes, por lo que apresuró el paso.

Nuevamente se molestó consigo misma por actuar de esa manera ante él. Se supone que ella era la atacante, la seductora. No la que se ruborizaba y atontaba.

Luego de cambiarse, prontamente recuperó la compostura y salió de los vestidores lo más altiva que pudo. Caminaba rápido, pero con elegancia única de ella.

Por fin lo divisó, nuevamente con sus lentes puestos y las manos en los bolsillos de su pantalón. La luna jugaba en su contra al posarse sobre el profesor haciendo que sus negros cabellos parecieran plateados y sus azules ojos se tornaran entre grises celestes. Tenía que recordar.

Ella es la seductora, no la seducida.

Ya no cabía ninguna duda, esto será muchísimo más difícil de lo que pensó jamás.

Claro que sería más fácil si su corazón no empezara a alocarse con verlo ahora. Tenía que enfocarse, recordar lo humillada que se sintió y de esa manera recordar que quiere vengarse.

Su juego apenas comienza y no está dispuesta a perder.


Próximo capítulo: viernes 19 de julio de 2024