Capítulo VII: Cambios, Decisiones y Sorpresas.
La escuela se sentía tan grande cuando no había estudiantes correteando en los pasillos. Si siempre fuera así, un lugar pacífico en el cual los alumnos obedecen sin chistar, son rectos y disciplinados, educados, inteligentes, sin duda el mundo sería un lugar mejor.
Aoi Kanzaki regresó a ver a ambos lados del pasillo para cerciorarse de que ningún alumno se estuviera saltando la primera hora de clase.
O en su defecto, que aquel alumno descubriera que la inspectora había llegado tarde en la primero hora.
Era increíble cómo escoger un conjunto de ropa y peinarse tomaría tanto tiempo. Pensar que hay mujeres que hacen eso todos los días le provoca un escalofrío. Ella tendría que levantarse una hora antes de lo acostumbrado únicamente para poder arreglarse todos los días y eso que ese día ni siquiera alcanzó a maquillarse de lo tarde que era.
Pero ni modo, mañana será otro día.
Lo importante era que ya había dado el primer paso.
Sin quererlo, el rubor subió a sus mejillas al recordar los motivos de tomar tal iniciativa.
"Sabes, colores vivos quedarían muy bien en ti. Ya sabes, rojo, anaranjado, azul, fucsia, verde."
Esas fueron las palabras de Inosuke luego de inspeccionar su casa decorada con tonos neutros y monótonos. Sin entender aun por qué y luego de meditarlo por días enteros, se atrevió a comprar un conjunto de esos mismos colores, experimentaría unos días y luego cerraría con broche de oro en el famoso baile de fin de trimestre.
Bailecito que la tenía harta. Todos esos días han sido chillidos al respecto, los pisos de los pasillos llenos de panfletos, montones de chicos declarándose o pidiendo parejas para el baile. Pobres ingenuas, aún creen que el amor es para siempre y que los novios de preparatoria serán los padres de sus hijos.
¡Tonterías!
En el momento menos pensado los encuentras en tu cama teniendo sexo con tu hermana la perfecta.
Sólo recordarlo hace que le hierva la sangre y piense nuevamente que era una reverenda tontería todo el empeño puesto en su vestimenta. ¿Todo eso porque Inosuke Hashibira sugirió aquello?
No, su decisión no era por la sugerencia de Hashibira ni por ningún interés particular en llamar la atención del sexo opuesto.
Su cambio se debía a la vanidad interna de cada mujer y el deseo de verse guapa de vez en cuando, no era nada extraño o fuera de lugar. Eso, vanidad femenina.
Se había repetido esa frase tantas veces que ya hasta se la había empezado a creer.
El timbre que anunciaba el inicio de la segunda hora la sacó de sus cavilaciones y debates internos. Por un momento se tensó, más luego procuró caminar por los pasillos con calma, como quien no quiere la cosa.
–¿Necesita ayuda, señora?
Una voz masculina llamó su atención desde atrás y volteó rápidamente a ver de quien se trataba.
Se llevó una sorpresa al encontrarse con un par de ojos azules que la miraban con curiosidad.
–Profesor Tomioka. –Habló al pelinegro delante de ella. –¿No debería estar en un salón de clase?
El maestro tardó un poco en reaccionar. Ese ceño fruncido y el pelo azul extrañamente arreglado ayudaron a reconocer a la mujer delante de él.
–Inspectora Kanzaki. –Fue lo único que atinó a decir, frunciendo un poco los ojos tras sus elegantes lentes. Mucho color le causaba dolor a su vista.
–¿Qué espera profesor Tomioka? –Habló Aoi retomando su tono autoritario. –Mientras usted está aquí perdiendo el tiempo, hay un aula vacía en la cual se podría estar cometiendo una masacre.
Giyuu lo meditó un momento y siguió su camino aún anonadado por lo que acababa de ver.
Aoi observó estoica como su colega giraba a la izquierda en dirección al curso de los endemoniados alumnos de último año. Una vez que el profesor desapareció de su vista, no pudo evitar hacer un ademán de victoria con los dedos.
Tomioka se había sorprendido tanto de verla que no pudo articular palabra. Él, que es el profesor más apuesto del instituto, por el que el noventa y cinco por ciento de las estudiantes suspiran, se sorprendió al verla vestida así.
No pudo evitar que su ego se alzara. Si así había reaccionado Giyuu…
¡No! Eso no lo hizo pensando en otros, sólo en ella. Únicamente en ella.
Aun así, no podía esperar a que Inosuke la viera.
El camino hacía último año se le hizo más largo de lo normal. Se podía escuchar la bulla de los estudiantes desde medio pasillo, pero, aun así, estaba tan aturdido que algo no funcionaba en su cerebro correctamente.
¿Qué carajo fue lo que vio en el pasillo?
Por la voz y la actitud deducía que era la inspectora Kanzaki, pero ¿qué hacía vestida de esa manera?
Rememoró lo vivido hace unos minutos. Él salió tranquilamente de primer año procurando dirigirse a tercero sin prisas ni contratiempos, hasta que en el pasillo visualizó una blusa de color verde fosforescente y una falda a la rodilla de color anaranjado igual de brillante, luego de ver eso fue imposible que no se fijara en sus zapatos que eran de un color rojo extraño. Es decir, no eran ni rojos ni rosados o morados, estaba seguro de que las mujeres tenían un nombre para ese color. Tienen un nombre para todo.
Para finalizar su cabello, tenía un ¿copete? Parecía que ni siquiera un huracán podría mover un solo cabello, lucía como si se hubiese excedido de gel o de cualquiera de esas cosas que usaran las chicas.
¿Fijador? Alice tenía docenas de ellos y la veía usarlos a diario, pero nunca la vio así.
Ni modo, él no era nadie para criticar algo de lo que no tenía la más remota idea y menos de otra persona.
–Buenos días, jóvenes.
Bastaban aquellas tres palabras para que todo el salón quedase en silencio. Últimamente los alumnos parecían nerviosos y más estresados de lo normal. Era algo entendible, después de todo, los exámenes estaban a un día de empezar y eso vuelve loco a cualquier adolescente.
Empezó a pasar lista con naturalidad, como esperaba casi todo el salón estaba presente. Casi…
–Kocho. –Llamó a la joven despegando su vista de la hoja. La joven no había asistido, de nuevo. –¿Alguien puede dar razón de Kocho? –Preguntó mirando específicamente a sus tres amigos.
–Está resfriada. –Habló Mitsuri.
Eso ya se lo habían dicho, el lunes, el martes, el miércoles y ahora hoy.
–En vista de que los exámenes comienzan mañana, pueden usar esta hora para estudiar o adelantar tareas. –Comentó sentándose en el escritorio. –No quiero indisciplina o chillidos, aprovechen el tiempo libre.
Los estudiantes pretendieron obedecer al hacer grupos. Pero no engañaban a nadie, él sabía que estaban conversando en vez de hacer lo que se les aconsejó. No puede hacer nada, después de todo si no hicieran eso no serían adolescentes normales.
No pudo evitar mirar sigilosamente el puesto vacío de Kocho, alrededor del mismo se hallaban Kanroji, Zenitsu y Tanjiro, platicando amenamente. Sin embargo, faltaba ella y su cantarina risa.
Cuando la regresó a su casa luego de la lluvia de ese día, notó como la nariz le escurría un poco, incluso le recomendó tomar algo caliente y abundante vitamina C para evitar una gripe. A pesar de ello, no fue a clases al día siguiente alegando el resfrío y estaba bien, pero ¿qué clase de resfriado duraba más de cinco días? Los primeros exámenes comenzaban el día de mañana.
Shinobu debe, no, tiene que ir al día siguiente. Es el primer día de exámenes y ningún alumno falta a eso.
Entonces podría preguntarle qué tan malo fue aquel resfriado. Él pudo haberle ofrecido una muda de ropa, pero aquella noche tenía muchas cosas en la cabeza, muchos sentimientos y recuerdos encontrados. No hubiera podido verla como Shinobu si se ponía un cambio de ropa suyo porque le hubiera recordado a Alice luego de hacer el amor. Y con tantas memorias acumuladas aquella noche, no se fiaba de sí mismo para controlarse.
Joder. Ahora además de preocupado, se sentía culpable.
Eso sin mencionar que si la chica estaba enferma dudaba que sus extraños padres estuvieran al tanto siquiera de aquello.
Si tan solo tuviera su número, podría llamarla y… ¿Qué mierda está pensando? Eso no sólo estaría mal, sería una catástrofe, incorrecto y antiético de su parte.
Es sólo un estado mental, si no fuera tan jodidamente parecida a Alice nada de eso estuviera pasando. Sólo sería una alumna más.
El problema era que no era sólo eso, era algo, no, alguien
Sentir cada fibra de su piel rodeada por el agua cristalina la hacía sentir, segura.
Segura de los problemas, del medio ambiente, de sus pensamientos e incluso de sus propios sentimientos.
Llevaba varios días huyendo de ellos.
Su mano tocó el borde de la piscina de su casa y apagó el cronómetro impermeable que medía su tiempo. Su tiempo cada vez era peor, esos dos o tres segundos de diferencia podrían ser la delgada línea que separaba el triunfo de la derrota.
Diablos, siempre que tenía conflictos los resolvía en el agua, entrenando y mejorando su tiempo hasta que se olvidaba de ellos. Nunca la habían afectado tanto al punto de empeorar su desempeño en la piscina.
Era frustrante no poder volver a la normalidad cuando ya tenía que regresar al colegio al siguiente día. La excusa del resfriado no le ayudaría a obtener un diez en el examen de química.
Suspiró y se puso a flotar boca abajo como era su costumbre.
No había mentido respecto a su enfermedad, para el lunes en la tarde ya estaba perfecta. Sin embargo, solo el hecho de pensar en que tendría que ver a Giyuu sin tener en claro sus pensamientos la obligaban a quedarse en cama.
Después de aquella tarde de lluvia, su mente estaba muy liada.
Se suponía que ella se había propuesto firmemente conquistar y poner a sus pies al apuesto profesor de matemáticas, pero había ocurrido todo lo contrario. Ella se sentía cohibida frente a él cuando Tomioka ni siquiera se inmutaba. Claro, él había tenido gestos muy lindos con ella, como escoltarla a su casa, estar con ella en su cumpleaños, alojarla en su departamento sin temor al qué dirán.
Pero, ahora ya no sabía cómo interpretar ello. En un principio, incluso llegó a pensar que Tomioka podría estarse interesando en ella, que empezaba a verla de manera distinta y es que, ¿cómo no iba a verla así si era un fiel retrato de su esposa?
La misma esposa de la cual podría apostar él seguía enamorado.
¡Maldición! Ella debería estar feliz y haber hecho un movimiento a su favor. Su parecido con la tal Alice le daba cierta ventaja ya que podría conquistarlo por ese lado. Total, lo único que ella quería era demostrarle a Douma que ella consiguió un mejor partido que él.
Pero esa situación lejos de alegrarla, le dolía y mucho.
Porque, puede que él sólo se haya acercado a ella por lástima o por el recuerdo de su mujer y ninguna de esas opciones le gustaba en lo absoluto. Lo que le sorprendía era que, lo que más le molestaba, no, más allá de eso, lo que más le dolía, era la segunda opción y la que lamentablemente era la más factible.
No le gustaba sentirse dependiente de alguien, nunca lo había sido. Pero extrañamente necesitaba sentir que Tomioka la pensaba por ella, por Shinobu Kocho. Aunque eso era imposible porque sabe que sólo la piensa por ser el recuerdo de Alice.
El aire le empezó a faltar y luego de una profunda zambullida salió del agua para luego salir de la piscina. Envolvió su cuerpo en una toalla y se adentró a su casa.
Fue a la cocina por un poco de agua y sobre el mesón encontró un libro de recetas abierto en determinada página. Ahora lo recordaba.
Las galletas.
Era verdad, ella iba a hornearlas en agradecimiento, aunque ahora no sabe si valdrá la pena o no hacerlo. Cerró el libro con brusquedad y se retiró enojada ante la expectante mirada de la servidumbre que se detenía al verla pasar.
Ella era Shinobu Kocho y Shinobu Kocho no se confundía por un hombre, ese era un error que juró no volver a cometer jamás.
Rebote del balón se escuchaba perfecta y molestamente si es que se veía desde el punto de vista de quien está sentado en la banca. Maldice mil y un veces que Inosuke lo haya banqueado para "ver cómo se las arreglaban sin él".
Tonterías. El cerdo estaba enojado con él porque a causa de haber suspendido el examen de historia, la bruja de Kanzaki se encargó de reprenderlo.
La semana había sido fatal. Estudiar para los exámenes casi le consume las neuronas y eso que aún faltaba otra interminable semana, en la cual, se venían las pruebas más fuertes como química y matemáticas.
Zenitsu suspiró resignado y alzó la vista al frente hasta encontrar a una sonriente Nezuko en las gradas, esperándolo. ¿Cómo podía desprender un aura tan entusiasta cuando él deseaba que se lo tragara la tierra?
Aunque, él también estaría así si pudiese tener las notas de Nezuko y Kanao, la mayoría eran sobresalientes, nada más un par de notas regulares. No aspiraba a ser como Mitsuri y Tanjiro que se esfuerzan tanto para tener buenas notas ni como Obanai que lo hace con tanta naturalidad; tal vez Shinobu tenía notas regulares, sus altos y sus bajos. Sacudió la cabeza, no debería pensar en eso en un viernes.
Debería estar durmiendo, pero no, el club de soccer y el de baloncesto eran los únicos que no habían suspendido sus actividades. Maldijo de nuevo, el sábado no podría hacerlo porque tenía que ir a la dichosa exposición en la Todai. Si era sincero consigo mismo, no quería ir, pero si no iba tendría que cargar con los reproches de su mamá y cancelar con Nezuko, la misma que estaba muy entusiasmada al respecto. La le dijo que pasaría por él a las diez.
¿Por qué Nezuko estará tan emocionada? A lo mejor cambió de opinión y piensa aplicar para la Todai el próximo año. No, lo mejor en pedagogía se daba en la Universidad del distrito y eso era algo que Nezuko tenía muy en cuenta. Pero entonces, ¿Por qué tan ansiosa? ¿Tendrá que ver con chicos y citas de nuevo?
¿Quién entendía a las mujeres? Por un lado, Nezuko y su extraña emoción y reciente curiosidad por salir con chicos, por otro Mitsuri no paraba de hablar de Muichiro Tokito. Dios, apostaría sin dudar que hasta habla de él en sueños. Kanao ya ni siquiera le prestaba atención a Tanjiro y Shinobu, la más rara de todos. Se ausentó casi una semana alegando un resfrío y ahora llega, se presenta al examen y se retira alegando un montón de tonterías. Como si huyera de algo o no quisiera ver a alguien. Qué sabe él.
Por lo pronto sólo se limita a ver como Murata, el capitán suplente y alero derecho trataba de superarlo mientras que Tachibana, su alero izquierdo no se la ponía fácil. Si hubiera sido él ya se hubiera librado de ambos.
–¿Estás bien?
Una voz masculina interrumpió sus cavilaciones y lo devolvió a la realidad. Casi se cae de la banca cuando alzó la cabeza y se encontró con un par de ojos azules.
–Casi me da un infarto, pero eso no es de tu incumbencia. –Respondió el rubio de mala manera.
–Es que como te veo en la banca, pensé que tal vez podrías estar lesionado.
Zenitsu podía sentir como una vena se hinchaba en su sien. No le daría una explicación de lo ocurrido a Giyuu.
–Ya ves que no. –"Lárgate" le faltó agregar mientras tomaba su botella de agua para beber un poco.
Tomioka lo observó por unos segundos y simplemente se encogió de hombros. Él sólo había ido a buscar a Inosuke, pero parecía ocupado, por lo que opto sentarse donde su estudiante. Fijó su vista al frente y preguntó:
–¿Llevarás a Nezuko al baile?
Zenitsu escupió su agua y empezó a toser.
Su ex hermano mayor definitivamente no fue buscando socializar con él. ¡Quería matarlo! Primero del susto y ahora mediante un complot con el agua. ¿Nezuko y él llegando de la manita y bailando juntos toda la velada? ¿Giyuu empezaba a consumir drogas? Eso era incesto.
–Está loco. –Fue lo único que contestó luego de recuperar el aliento. Por favor, si él terminó con sus novias de ese entonces para estar libre de acostarse con la más guapa de la fiesta. Es decir, podía hacerlo con o sin novia, pero como no estaba con ella, se evitaba el parlamento y la retórica sobre infidelidad y Giyuu pensaba que iría con Nezuko. –Definitivamente no.
–¿Por qué no? –Preguntó el maestro con incredulidad.
–Porque es Nezuko. –Contestó Zenitsu como si fuera lo obvio.
–Pero es una niña muy linda.
–Sigue siendo Nezuko.
–Al parecer has cambiado Zenitsu. Recuerdo que cuando eran niños no querías que ni yo me le acercara mucho, decías que te ibas a casar con ella… –Habló tranquilamente con la intención de molestarlo. –Me sorprende que te muestres tan tranquilo cuando irá con alguien más.
–Irá con las chicas, solo las cuatro. –Gruñó entre dientes. –Además, es Nezuko y no es que se le acerquen mucho. –Exceptuando a Rui, claro está.
–Será porque siempre estás con ella que nadie se le acerca. –Sugirió escondiendo su malicia en una inocente oración. –El día del baile veré como se desarrollan las cosas.
–¿Piensa ir? –Zenitsu no se esperaba eso.
–Sí, he oído que la temática será de antifaces. –Comentó desinteresadamente.
–No lo puedo creer. –Habló Zenitsu enfurruñado y girándose para encarar a Tomioka. –Lo de los profesores es sólo una formalidad, nunca van. –Habló con fastidio. –Sólo Inosuke, pero él no se mete, por esa razón la bruja de Kanzaki nunca había sido admitida. –Encaró a Tomioka. –¿Qué es esto?, ¿una especie de crisis andropausica o algo así.?
–Tengo veintiséis, es imposible que me esté afectando la andropausia. –Se encargó de corregir. Es mayor a Zenitsu, pero no está senil. –Y tranquilo, estaré con Inosuke. –Habló Giyuu. –Verás que nos iremos pronto, no es que nos llame mucho la atención precisamente presenciar una fiesta de niños. Aunque insisto en que Nezuko podría pasarla aburrida. –Era el momento preciso. –Kocho está enferma, Kanao no se ve muy interesada en el baile y a lo mejor Kanroji tiene novio.
–Shinobu ya está bien, Kanao ya confirmo y Mitsuri no tiene novio, así que sola no estará.
–¿Kocho está bien? –Preguntó pretendiendo que sonara como un asunto trivial. –Creí que seguía enferma, no la he visto por el instituto.
–Se fue apenas terminando un examen.
–¿Por qué? –Preguntó confuso y preocupado, ¿Qué le pasaba a la joven? –¿Se siente mal?
Pero en ese momento el rostro de incredulidad y suspicacia de su Zenitsu lo tomó desprevenido.
–¿Qué te importa? –Preguntó consternado observando como el rostro de Giyuu denotaba, ¿preocupación?
Ante la mirada inquisidora de su alumno, el pelinegro empezó a sentir como algo cálido se alojaba en sus mejillas. Rápidamente se levantó para que Zenitsu no notara como sus mejillas se tinturaban tenuemente de rojo.
–Es mi alumna, es normal que me preocupe. –Pero no es normal que se ruborice al verse descubierta dicha preocupación. –Estudia para las pruebas, Zenitsu. –Fue lo último que dijo antes de emprender su marcha.
Zenitsu no dijo nada, simplemente se limitó a observarlo marchar por el rabillo del ojo.
Si bien él no era un genio en las ciencias académicas, la perspicacia era otra cosa y no le pasó desapercibido el repentino e inusual interés por parte de su profesor. Es decir, en un principio no lo vio, pero luego radicó su interés en… ¿Shinobu?
No, definitivamente el aburrimiento y los exámenes le habían atrofiado el cerebro.
Giyuu nunca, no, jamás se fijaría en una niña nueve años menor. ¿Cierto?
El clima era agradable para ella, aunque posiblemente no lo era para muchas personas que no les gustase sentirse sudorosos. La joven se detuvo frente a un vidrio donde podía apreciar su reflejo. Dios, si hasta con el cabello rosa se veía bien, y eso que siempre lo había considerado horrible por llamar tanto la atención.
En lo demás no podía quejarse, su cuerpo no estaba mal y las ropas que escogió le quedaban muy bien. La blusa blanca que le dio Sachi y el short de mezclilla que escogió Kaori, las sandalias amarillas eran un regalo de Shinobu a quien tuvo por videollamada ayudándola a elegir sus ropas. Después de todo, no en balde su mejor amiga era la chica más glamorosa del colegio.
Y Mitsuri tenía que lucir glamorosa, como una digna aspirante a la Todai.
–¡Iguro!
Mitsuri chilló entusiasmada observando que el muchacho ya la esperaba en la estación. Por un momento temió que no fuera. Es decir, la invitación era para ambos y hubiera sido mal visto que asistiese sola, sumando a eso la cortante y poco entusiasta actitud de Iguro desde que se enteró. Si hasta cuando le dijo el lugar y hora de su encuentro él ni siquiera respondió, y a pesar de ello llegó justo a tiempo.
Le agradece desde el fondo de su corazón su presencia.
Lo que Mitsuri desconocía era que el día era igual de molesto para Obanai como lo era para el resto de las personas. El calor era insoportable, la gente era escandalosa y si a eso se le suma estar en la estación del metro. Era un caos total.
–¿Esperaste mucho?
Su molesta compañera de clases llegaba radiante, con una gran sonrisa como si todo fuera bonito.
–Recién llegué. –Fue su seca respuesta procediendo a encaminarse al andén, a esperar que su metro llegase y siendo seguido de cerca por su compañera.
No tuvieron que esperar mucho y para fortuna de Iguro, por lo menos el tren estaba vacío por lo que ambos consiguieron quedar sentados.
–¿Sabías que la tesis de Muichiro ha sido la mejor de la última década? –Habló Mitsuri a su colega. No le gustaba el silencio, ni siquiera cuando iba sola, menos acompañada.
Empezó. Pensó Obanai con fastidio. Llevaba toda una semana dándole una biografía detallada de su ídolo: Muichiro Tokito. No tenía nada en particular en contra de ese joven, pero, que te lo repitan mañana, tarde y noche era demasiado.
Procuró cerrar los ojos y que su compañera pensara que se había dormido, a ver si así dejaba de hablar. Él sólo quería terminar con ello y volver a su casa, a su usual tranquilidad.
–¿Irás al baile?
¿Baile? Él no perdería su tiempo con algo así.
Zenitsu bostezó por décima vez en lo que lleva de la mañana. Regresó a ver a su acompañante la cual lucía fresca e incluso más animada de lo normal, y eso que el clima estaba del asco.
–Debería ser prohibido levantarse antes de las doce un sábado. –Murmuró el rubio a su pequeña acompañante mientras esperaban a que su metro llegara.
–Sí… –Nezuko no podía decir nada. Ella se levantó a las siete para poder elegir un lindo conjunto, darse un baño y darle a su cabello el tiempo necesario para secarse y plancharlo. Quería verse linda en esa "primera cita", aunque pareciera que Zenitsu ni siquiera lo había notado.
–Nezuko…
Escuchó como la llamaban, sacándola de sus pensamientos cuando una mano la jaló hacía dentro del vagón.
–Nezuko, ya llegó el tren.
Le dijo Zenitsu una vez dentro. El tren estaba a reventar y tuvieron que quedarse juntos, muy juntos. El corazón de la chica comenzaba a latir rápidamente, tanto que parecía que le explotaría en cualquier momento, sin mencionar que su rostro estaba extremadamente rojo.
Nezuko alzó la cabeza para encontrarse con su amigo impávido ante su cercanía. Se sintió frustrada, es decir, tenía su cuerpo contra el de él y parecía no importarle, no parecía notarlo. Por qué Dios no le pudo dar un cuerpo más voluptuoso y a él por qué tuvo que darle uno perfecto, tanto que no se conformaría con alguien como ella. Y pensar que se había vestido linda sólo para él.
Tan absorta estaba Nezuko en sus propios pensamientos que ni siquiera notó como una mano libidinosa se acomodaba para dar rienda a un acto pervertido ayudado por la cámara de su celular.
Pero Zenitsu no estaba absorto en nada, y como hombre tenía esa suspicacia. Cuando vio al hombre frente a Nezuko sacar su celular y acomodarse de tal manera que podría sacar una foto indecente, supo que la víctima sería su mejor amiga.
Nezuko sintió como los fuertes brazos de su amigo rodearon su cintura y la levantaba con facilidad llevándola sigilosamente hacía una esquina del vagón.
Zenitsu analizaba a donde podría mover a Nezuko, puesto que, si sólo la cambiaba de lugar, era probable que otro cerdo intentara algo como eso o peor. Lo mejor sería arrastrarla a algún lugar contra las paredes del vehículo.
Y así lo hizo. Extendiendo sus brazos contra los vidrios del tren para evitar que su peso aplastase a su pequeña amiga.
Nezuko lo miraba ilusionada y anonadada. ¿Qué haría después?
Pero como siempre, nada pasó. Ella sabía que estaba mal ilusionarse, pero al mismo tiempo le era imposible no hacerlo, era una adolescente con las hormonas alborotadas después de todo. Aun así, alzó la vista para establecer contacto visual con su rubio amigo y lo que vio la dejó estupefacta.
Zenitsu hablaba muy alegre y coquetamente con una mujer que, a la vista, era mucho mayor que ambos, guapa, alta. Si la comparaban con esa mujer, ella no era nadie. Era normal que Zenitsu la ignorara cuando estaba con alguien.
Siempre por otra mujer.
–Pero la lavanda no solo es útil para situaciones de estrés e insomnio, también tiene propiedades cicatrizantes y analgésicas. Además de que favorece a la circulación y al buen funcionamiento del sistema respiratorio. –Comentó tranquilamente Kanao.
–Wow… –Fue lo único que pudo decir su acompañante al terminarla de escuchar. –Kanao, en verdad eres increíble. –Le dijo con admiración mientras empezaba a anotar en su cuaderno. –Tengo que tomar nota de eso.
–Tampoco olvides agregar que mejora la digestión, Hideki.
–¡Entendido! –Contestó con entusiasmo mientras anotaba en su cuaderno.
Kanao esbozó una pequeña sonrisa mientras sorbia un poco de su té de azares. Se había comprometido a ayudarle a Hideki con unas asesorías del club de investigaciones farmacéuticas ya que recién había entrado, por lo que se habían citado en una cafetería del centro para estar más cómodos según él.
Observó a su compañero que tenía frente a ella. Era de su misma edad, moreno, cabello rizado, ojos verdes y dulce sonrisa. En las últimas semanas había estado pasando la mayor parte de sus tardes con Hideki, y no es que le molestara, después de todo se había mostrado muy interesado y atento con ella, con él podía ser ella misma y podía hablarle de lo que más amaba. La medicina.
La verdad es que le alegraba sinceramente que estuviera con ella en todo este tiempo, después de todo cuando estaba con él no recordaba a…
–Kanao. –La llamó sacándola de sus pensamientos. –¿Pasa algo?
–¿Eh…? –Parpadeó un par de veces hasta que reaccionó. –Ah, no, no pasa nada, lo siento… ¿Qué me decías?
–Te preguntaba cómo es que sabes tanto de plantas medicinales. –Le preguntó con interés.
–Oh, bueno… –Dejó su taza aun lado mientras tomaba una servilleta para limpiar delicadamente sus labios. –Cuando era niña, mi hermana Shinobu era muy buena con todo lo que tenía que ver con plantas medicinales. –Empezó a relatar con nostalgia. –Al verla tan sumida en su trabajo, eso despertó mi interés, por lo que le pedí que me enseñara y así lo hizo.
–¿Shinobu en un laboratorio? Creí que siempre le había interesado la moda y la natación. –Comentó extrañado el chico.
–No… Es solo que creció y perdió el interés. –Tuvo que morderse la lengua para no decir que, cuando Kanae murió, Shinobu ya no quiso seguir con eso, después de todo era algo que hacían ellas dos juntas. –Así que yo soy la única que conservó el gusto por esto.
Se entristeció al recordar el pasado. Cuando era niña siempre le había gustado estar detrás de su dos hermanas y ver como hacían sus propios remedios medicinales. Recuerda una vez que enfermó y había una fuerte nevada, por lo que no se podía conseguir un médico en esos momentos. Shinobu e incluso sus padres estaban muy preocupados por ella, hasta que llegó Kanae con uno de sus remedios para estabilizarla en lo que paraba la tormenta.
No cabía duda de que, si Kanae no hubiera fallecido, habría sido una excelente doctora, y lo más seguro era que Shinobu no hubiera perdido su interés por la medicina siguiendo los mismos pasos.
Hideki no pasó desapercibido el semblante triste que puso su ahora asesora. Se sintió un poco mal por haber preguntado, tal vez le hizo recordar algo muy triste, y ahora se daba cuenta de que no le gustaba ver opacos esos ojos que lo habían hipnotizado.
–Ya veo… Eso explica porque eres tan buena, llevas años en esto. –Le dijo con una sonrisa tratando de hacerla olvidar lo que sea que haya recordado.
– Y… ¿Tú por qué te cambiaste al club de investigaciones? Tenía entendido que estabas en el equipo de baloncesto. –Preguntó sabiendo por Zenitsu que antes estaba en su equipo.
–Yo… Solo me guie por lo que en realidad me gusta. Entré al equipo de baloncesto porque a mi padre le gusta, pero no es algo que me apasiones. –Se justificó apenado. –Pero me alegra haberte conocido en este club, he aprendido bastante y sin ti estaría perdido.
–Es bueno escuchar eso, es un honor tenerte en nuestro club. –Le sonrió con amabilidad.
–Mientras no haga explotar nada, ten por seguro que haré mi mayor esfuerzo.
Inesperadamente Kanao dejó escapar un risueña risa dejándolo sin habla. Era la primera vez que escuchaba su risa y ese sonido hizo que su corazón se acelerara más de lo normal. No cabía duda de que Kanao tenía un lado risueño y le encantaba.
Kanao detuvo su risa al sentir la mirada de su compañero sobre ella mientras este le sonreía. Lo único que alcanzó a hacer fue devolverle la sonrisa tratando de disimular el extraño sonrojo que se apoderaba de su rostro.
Ambos compartieron sonrisas cómplices sin ser conscientes de que alguien los observaba.
El campus de la Todai era inmenso, no en vano era la mejor universidad del país. La organización del evento era sin duda la mejor, no podía describirlo de otra manera.
No sería ningún esfuerzo para él estudiar en esa universidad.
–¡Wow!
Pero dudaba de sobre manera que ella encajase en esa universidad.
La vio revolotear de stand en stand, recibiendo los recuerdos, contestando las preguntas, felicitando a los expositores. Parecía un niño en Disneylandia, seguro que ya mismo entra a la tienda de recuerdos del campus.
–¡Iguro vamos, la conferencia está a punto de comenzar!
De pronto sintió como era literalmente jalado por Mitsuri a través de los patios hasta llegar a la sala de conferencias donde se anunciaba que el Doctor Muichiro Tokito daría su gran conferencia.
Las luces del escenario se iluminaron casi inmediatamente después de que se sentaron en sus butacas, y luego de ser presentado por el decano de la facultad de ciencias experimentales, finalmente apareció el joven genio.
Peliazul y bajito, en realidad, apenas parecía mayor que ellos y no parecía tan nerd sin los lentes con los que lo promocionaban. Obanai regresó a ver a Mitsuri de soslayo. ¡Por favor! Si parecía estar al borde del llanto, conmovida, como si delante de ella estuviera un cantante o músico de moda.
La charla empezó, acompañada con maquetas y diapositivas que indicaban lo exhaustiva que había sido su investigación y el tiempo que le había tomado. Cuando terminó, observó como Kanroji fue la primera en levantarse y aplaudir fervientemente. Claro está que luego los demás presentes la imitaron no quedándole más remedio que levantarse también.
De un momento a otro, varios profesores de la universidad se habían acercado a felicitar a Tokito por su presentación al igual que los presentes particulares. Obanai giró a su izquierda a pesar de estar consciente de que no iba a encontrar a la joven de cabellos rosados ahí. Se sorprendió cuando no la vio en el tumulto de personas felicitando al peliazul.
¿Dónde se habrá metido? No la veía cerca, podría diferenciarla entre toda la multitud. Es decir, ¿cuántas personas podrían tener el cabello naturalmente rosado?
Esperó un momento prudencial, dándole tiempo. A lo mejor fue a los sanitarios. Pero nada, finalmente se rindió, no le quedaba más que buscarla. Desechó la idea casi más rápido que cuando la tuvo, Kanroji no era una niña ni él su niñera como para buscarla. Ya cumplió, fue a esa charla y todo lo que el director les pidió, su trabajo ahí terminó.
Salió de la sala de conferencias y se disponía a salir de la Universidad, pero, primero se dirigiría a los sanitarios, por sus propias necesidades, más no por ver si es que Kanroji estaba cerca. Una vez cumplido su ciclo se dispuso a marcharse.
–Pero si les he dicho que el Doctor Tokito me ha dicho que le espere en su despacho.
Esa voz…
–Señorita, no podemos dejarla pasar cuando la vimos intentar colarse sin autorización.
No podía ser…
–¿Kanroji?
Sí, ahí estaba su desaparecida compañera de clases, peleando con los miembros de seguridad de la Universidad. Tal vez aun podía marcharse sin que lo notase. Ese no era su asunto.
–¡Iguro!
Demasiado tarde, nuevamente se veía arrastrado por sus locuras. Sintió las vistas de ambos clavadas en su espalda. Él se detuvo cuando dijeron su nombre, sería imposible negar que él era Iguro.
–Iguro. –Ahora la joven se dirigía a él. –Llegas tarde. – ¿De qué hablaba? –El Doctor Tokito dijo que nos vería aquí después de la charla.
Genial, lo estaba involucrando.
–Vámonos, Kanroji. –Trató de persuadirla de marcharse, pero la muchacha lo fusiló con la mirada.
–Tenemos que entrar. –Le dijo haciendo énfasis en la primera palabra.
–Sólo pueden entrar estudiantes, si la señorita hubiera sido tan amable de mostrarme su identificación no habría ningún problema. O tal vez el caballero la tenga.
–Yo no estudio aquí. –Fue la simple y llana respuesta de Obanai.
Mitsuri no podía creerlo. Sabía que Iguro era cruel, pero ¿entregarla de esa manera? Ella que estaba haciendo hasta lo imposible por hablar con Muichiro Tokito. Con temor, giró a ver al guardia que la miraba con coraje. ¡Mierda! Estaba frita.
–¿Algún problema?
Una cuarta voz se unió a los presentes que se giraron a ver de quién se trataba.
Mitsuri sintió como el color carmesí invadía su rostro al ver a su ídolo parado frente a ella.
–Doctor Tokito. –Saludó el guardia. –Esta joven asegura que usted la citó en su oficina, pero no me quiere dar identificación de estudiante y el joven ni siquiera estudia aquí. Hasta parecen de preparatoria.
El peliazul observó a los jóvenes con desinterés. Los había visto en su conferencia y la muchacha parecía al borde del llanto. Esperen, ese color de cabello…
–Sí, claro, olvidé mencionártelo. –Dijo Muichiro al guardia. –Ellos son alumnos de preparatoria, que vienen a conversar conmigo de parte de mi maestro. –Dijo serenamente.
–Oh, lo lamento mucho entonces, jóvenes. –Se disculpó el guardia retirándose. –Con su permiso, doctor Tokito.
–Propio. –Lo despidió el peliazul. –Pasen por favor. –Invitó a los jóvenes a su despacho luego de que se fue el guardia.
–Lamentamos la molestia. –Habló Obanai disculpándose por lo ocurrido. Aunque sólo fue una vil víctima de la locura de su compañera. –Nos retiramos ahora para no molestar.
–Tú debes ser Obanai Iguro, ¿verdad? –Preguntó Muichiro sentándose tras su escritorio.
El aludido se volteó sorprendido. ¿Cómo y de dónde lo conocía el ídolo de Kanroji?
–No me mire así, mi profesor me ha hablado mucho de ambos. –Siguió el peliazul. –De ti y de Mitsuri Kanroji, están participando por la beca, ¿verdad?
–Sí, pero, disculpe, no conozco a ningún Tokito. –Habló Obanai indicando que era un desconocido para él.
–Ah… Es cierto. –Muichiro se levantó y se dirigió al minibar de su despacho. –Mi profesor es Ubayashiki, me ha dicho que vendrían y me extrañó no verlos al final de la exposición. Jamás esperé encontrármelos aquí… Puedo ofrecerles una taza de té.
–Gracias. –Obanai sabía que sería grosero rechazar su amabilidad ahora que sabe quién es el muchacho.
–¿Señorita Kanroji?
Mitsuri ni siquiera se había sentado, estaba demasiado ocupada procesando todo lo que acababa de ocurrir. En un momento había pasado de pelear con un guardia y ser apuñalada por la espalda por Iguro, a estar dentro del despacho de Muichiro y estar a punto de beber té preparado por él.
Obanai la miraba curioso. La joven se había pasado la semana hostigándolo con sus: "Muichiro esto; Muichiro aquello", que su más grande sueño era conocerlo, que moriría tranquila si hablaba con él, y ahora, hasta parecía que el shock de verlo tan cerca le había imposibilitado el habla. Con un poco de suerte y era un daño severo o permanente.
–Yo…
Pero la suerte nunca estaba de su lado.
–¡Gracias! –Dijo alto, demasiado e hizo rápidamente una reverencia. –Lamento las molestias doctor Tokito, y también mi falta de educación al no presentarme aún. Soy Mitsuri Kanroji y he sido fan suya desde que ingrese a la misma preparatoria en la que usted estudió. –Tomó aire. –Mi sueño es llegar a ser como usted algún día, es un ídolo para mí y su exposición de hoy fue sublime y…
–Ya, ya. Por favor siéntate. –Pidió Muichiro como si nada. –Agradezco que me tengas en tan buen concepto, pero tengo entendido que tú eres muy buena alumna, al igual que Iguro. Ten. –Le dio la taza de té.
–Gracias, lamento haberlo molestado doctor Tokito.
–No ha sido molestia para nada, ahora platíquenme sobre su proyecto. –Pidió observando con interés el cabello de la joven. Parece algodón de azúcar. Pensó.
Como si le hubieran dado cuerda, Mitsuri empezó a explicar detalladamente en qué consistía su trabajo. Obanai se limitaba a asentir y a completar cuando su compañera se trababa en mitad de una oración.
La plática se alargó por más de media hora finalizando con una oferta por parte de Tokito de ayudarlos en lo que se les ofrezca.
–Ya saben dónde encontrarme para cualquier consulta. –Habló el peliazul con serenidad acompañándolos a la puerta.
–Sí, como dijiste que era preferible los fines de semana, empecemos por este. –Mitsuri lo meditó un momento. –No, este fin de semana es el baile de fin de trimestre.
–Pones un baile por encima del proyecto. Como siempre me sorprendes, Kanroji. –Habló Obanai, que se había mantenido en silencio por casi toda la plática.
–¡Es el baile de fin de trimestre, no puedo faltar! –Exclamó eufórica la joven. –Se lo debo… al baile. Es el mejor baile del año porque no es abalado por la escuela, los profesores ni van y los que van no se meten ni nada. En el siguiente trimestre es el paseo, y al final pasamos a la graduación, la cual si es abalada por el colegio. –Explicó. –Por lo que este baile es el mejor.
Obanai la miró como si hubiera dicho la mayor de las groserías.
–Recuerdo esos bailes. –Habló Tokito. –Concuerdo contigo, la escuela, que buenos tiempos.
Ahora entendía porque ese par se llevaban tan bien.
–¿Por qué no va, doctor Tokito? –Preguntó Mitsuri. –Después de todo es abierto al público y usted fue alumno. –Rápidamente negó con la cabeza. –No creo que el doctor tenga tiempo para…
–Perderlo en una fiesta estúpida. –Completó Iguro. –Gracias por recibirnos. –Se despidió el joven.
–Sí, ¿tú irás, Iguro?
–No tengo tiempo de sobra. –Fue su única y parca respuesta.
–Las mejores investigaciones se realizan en el campo de acción y un amigo me insiste en que vaya, así que creo que iré. –Dijo el doctor, sorprendiendo a ambos jóvenes.
–¡Genial! Entonces nos vemos ahí, doctor Tokito.
Ambos se retiraron siendo despedidos por la extraña desgana del doctor, pero aun así se sentía amable.
–Jamás pensé que fuera tan amable, cortés y caballeroso. –Habló Mitsuri con aires soñadores. –Estoy enamorada.
El joven rodó sus ojos bicolor ante la confesión.
–Ahora que lo recuerdo, estuviste a punto de entregarme al guardia. –Le reprochó.
–No mentía. –Se defendió el muchacho.
–Es una lástima que no vayas a la fiesta, no sabes de lo que te pierdes. –Dijo con indiferencia.
–Sí claro. –Contestó con sarcasmo. –Pero tu adorado Muichiro sí irá.
–Sí, él es muy lindo, irá a la fiesta. –Recordó Mitsuri. –Algún día quisiera llegar a ser como él y sobrepasarlo.
¿No se supone que quería sobrepasarlo a él? No al enano peliazul, él no es para nada especial. No entiende como Kanroji puede admirarlo tanto si dentro de poco tiempo él será tanto o más brillante que él.
–Buena suerte. –Dijo con burla poniéndosele en frente para que detuviese su andar. –Pero recuerda que, para eso, primero tendrías que ser mejor que yo.
Ahí estaba, frente a ella, con su actitud arrogante y altiva. El viento jugaba con su cabello y el sol estaba en su contra haciendo que resaltara su oscuro color, al igual que con sus ojos y su tez clara. Poco a poco sintió como el calor se aglomeraba en sus mejillas. ¿Por qué se ruborizaba? Muichiro había sido muy amable y nunca se ruborizó con él ¿por qué lo hacía por la frialdad de su némesis?
–Nunca lo olvides, Kanroji.
Cómo podría olvidarlo si hay algo en lo que nunca podrá igualarlo. Ni ella ni el mismísimo Muichiro.
Obanai Iguro podría ser arrogante, frío, cabezota, orgulloso, hasta un poco idiota e inteligente.
Pero también era jodidamente atractivo.
El viento hacía mover levemente la falda de su vestido. Empezaba a hacer frío y la piel de gallina no tardó en aparecer en su piel. Nezuko se movió buscando resguardo del viento, quedando frente a frente a una vidriera oscura en la cual se podía reflejar claramente.
De qué había servido ponerse linda para él, si ni siquiera lo notó. De nada le sirvió haberse matado de hambre para que no se le saliera ninguna "llantita" ni haber madrugado para plancharse el cabello. ¡Nada! Absolutamente nada sirvió, porque desde el metro, cuando la tomó por la cintura para encontrarse con esa rubia guapa con nombre de mes, ella ya no había sido relevante para él puesto que la tipa los acompañó todo el recorrido y se despidieron intercambiando números.
¿Qué pasó con su cita? Es decir, ella sabía que no era una cita verdadera en la que se darían un casto beso al final, pero era su cita de amigos, para la cual se había arreglado tanto.
Ya se estaba empezando a cansar, no podía seguir así para siempre. Ella quería ser maestra de kínder, casarse y tener sus hijos, en ese orden. Lo malo es que siempre había imaginado ese futuro a lado del muchacho de rubios cabellos y ya empezaba a cansarse.
Se había convencido de que Zenitsu sólo estaba con otras chicas para pasar el rato, como lo ha hecho hasta ahora, y que después se daría cuenta de que la amaba y le pediría ser su novia y luego seguiría con sus planes a futuro.
Tal vez Zenitsu nunca la vea como algo más que una amiga y ella lo esperaba en vano.
Ya se estaba cansando, de esperar. Aunque Shinobu le reproche que no haya hecho nada para cambiar su situación, no puede simplemente ir frente a Zenitsu declarársele y luego ser rechazada y botar a la basura quince años de amistad.
–¿Estás perdida, linda?
Tan absorta estaba en sus propios pensamientos que no se dio cuenta de cuánto tiempo había pasado y ahora tenía a un apuesto universitario frente a ella mirándola con preocupación.
–No, espero a mi amigo, ya viene. –Indicó la castaña.
–¿Eres aspirante? –Preguntó otro chico llegando donde ella estaba.
–No. –Habló la joven.
–Deberías, ven a ver el stand de astronomía. –Pidió el primero que habló.
–¡No! Visita el de derecho, por favor.
–Ustedes siempre quieren llevarse a las chicas guapas a sus facultades. –Reclamó otro. –Por favor visita el de economía.
–Te invito un trago.
–No seas idiota. –Reprendió otro. –Yo te invito un café.
Nezuko no se dio cuenta cuándo, pero de un momento a otro estaba rodeada por universitarios que insistían en que los acompañara, cada uno diciéndole halagos y cosas dulces. Empezaba a sofocarse. ¿Dónde estaba Zenitsu?
–Fresa y chocolate, gracias por su compra.
Zenitsu recibió los helados y agradeció antes de marcharse. Estaba feliz, por fin había terminado ese día de tantas obligaciones. Recorrieron de cabo a rabo la universidad, visitaron stand por stand, recibieron información y aun así no podía decir que ya se decidió por alguna carrera en especial.
Al contrario, parecía aún más confundido.
Lo único bueno de la universidad hasta ahora eran las chicas. Si bien no todas eran hermosas, había unas que no estaban nada mal, como la chica con la que se encontró en el metro. Después de todo, la Todai no era sólo para genios, sino también para ricos y bien los acaudalados o eran guapos o eran muy feos.
Valdría la pena ir a la Todai para estar con chicas extremadamente guapas, total, con tal de que siga jugando baloncesto como hasta ahora, tendrá beca de manera vitalicia e influencias al momento de calificar. Como en el instituto, de no ser por el baloncesto seguiría repitiendo tercer año.
Empezó a buscar a su acompañante, se supone que Nezuko estaba entusiasmadísima al respecto y apenas ha abierto la boca. Cuando Abril, la chica que los guio desde que salieron del metro se despidió, ni siquiera le contestó y así ha estado hasta ahora, callada y enfurruñada, pero de seguro y se alegra cuando vea que llega con un helado de fresa sólo para ella.
Volvió a la plaza y no la encontró donde la había dejado. Era imposible, Nezuko no se iría sin decírselo. Y ¿si le había pasado algo malo? Revisó su celular, ninguna llamada perdida o texto. Recorrió nuevamente el lugar con la mirada encontrando a un tumulto de universitarios aglomerados cerca de un edificio.
Decidió a cercarse a ellos a preguntar por su amiga, nunca espero hallarla en medio de todos esos tontos. Los helados se le cayeron al recordar las palabras de Giyuu.
" Será porque siempre estás con ella que nadie se le acerca".
Esas malditas palabras taladraron en su cabeza.
–Nezuko. –Dijo colándose en medio de todos esos jóvenes hasta que se colocó protectoramente frente a la castaña. – ¿Se les ofrece algo con mi novia, caballeros?
Bastó esa pregunta para que, cómo hormiguitas empezaran a dispersarse en varias direcciones sin decir palabra.
Cobardes. Pensó Zenitsu. Regresó a ver a Nezuko y la encontró ruborizada y con los ojos abiertos.
–¿Te dijeron algo grosero? –El rubio vio como la joven negaba mudamente. –Por eso te dije que me esperaras quietecita. –Le regañó.
Nezuko lo escuchaba a medias. Las palabras: "Mi novia" aún estaban siendo procesadas por su cerebro. Parecía un sueño y se había oído tan bonito, aunque lo haya dicho para que pudieran irse.
–Vámonos. –La dijo Zenitsu tomándola de la mano. Los moscones aun revoloteaban a su alrededor.
La castaña se dejó guiar por inercia observando como muchas de las chicas con las que Zenitsu había coqueteado temprano, los miraban con recelo. Por primera vez no pensó y se aferró al brazo de su amigo sin importarle nada ni nadie, imaginando lo bonito que sería si así estuvieran para siempre; de la mano como novios universitarios, luego una pareja de recién casados y, por último, cuando sus manos lleven a pequeños rubios o castaños.
Su vida de ensueño.
Zenitsu por su parte ni siquiera era consciente que aún no soltaba la mano de su amiga. Estaba muy ocupado pensando en cómo sería cuando dejara a Nezuko sola en la preparatoria y después pase a la universidad.
Es decir, dejó a Nezuko sola cinco minutos y ya estaba rodeada por veinte tipos. ¿Cómo sería un día sola cuando él no esté para espantarlos? La castaña no ha tenido novios, caería fácilmente en las palabras bonitas de cualquier galán que solo se la llevaría a la cama, él sabía de esas cosas y la imagen de Nezuko en esos asuntos, le aterraba.
Su peor pesadilla.
–¡Mira Zenitsu! ¡Qué lindo vestido!
Zenitsu regresó a ver a la joven cuando se soltó de su brazo para acercarse a un aparador que exponía diversos maniquíes forrados en vestidos.
–¡Es perfecto para el baile! –Nezuko estaba alucinada. Era un bonito vestido corto hasta el muslo, color azul marino, escote en v y espalda totalmente descubierta. Además, tenía un par de zapatos negros que irían perfectos.
La versión del vestido para Zenitsu era totalmente diferente. El tamaño de ese vestido apenas cubría nada, él podría usarlo como camiseta y le quedaría corto. El color era muy escandaloso, Nezuko era blanca, resaltaría mucho y el escote, mejor ni lo mencionaba.
–No te quedaría. –Fue lo único que dijo el rubio siguiendo su camino.
–¿Por qué? –Preguntó sorprendida.
–Es muy llamativo, resaltarías mucho.
–De eso se trata. –Contestó quedamente siendo regresada a ver por un sorprendido Zenitsu, parecía que hubiese dicho un sacrilegio.
–No, Nezuko. –Dijo decidido. –Este te quedaría mejor. –Dijo señalando uno que estaba junto al que su amiga escogió. Era uno blanco con estampado de flores multicolores que le llegaría hasta las rodillas, no tenía escote ni nada que mostrar más de lo debido.
–Es muy infantil. –Contradijo Nezuko.
–¿Ah sí? –Zenitsu se hizo el desentendido. –Para mí que te quedaría bien.
¿Acaso no entendía que se la comerían con la mirada si iba vestida así? Si con esa falda hasta las rodillas estuvo a punto de ser secuestrada, y si no fuera por él, quién sabe qué hubiera pasado.
–Para la fiesta de mi primito.
Suficiente.
–¿Esto es por los novios y citas de la otra vez? –Preguntó exasperado. – ¿Por eso quieres ir vestida como una…?
–¿Una qué, Zenitsu? –Preguntó la joven castaña tomando por el lado equivocado el enojo de su amigo. –¿Una de tus novias?
–Sí. –Negó con la cabeza, perdiendo los pocos rastros de paciencia que le quedaban. –¿Tan desesperada estás?
Nezuko abrió los ojos desmesuradamente. ¿Qué acababa de decir?
–¿Desesperada? ¿Yo? –Preguntó ofendida. –Me dices desesperada a mí, a quien sólo le ha gustado un chico en toda la vida. ¿Qué hay de malo con que quiera que me mire y me note por ir en un bonito vestido?
–¡Todo! ¡Tiene todo de malo! –Expresó el muchacho repentinamente más molesto que antes. –A los chicos no nos gustan ni las desesperadas ni las niñas que quieren creerse mujeres usando un vestido de prostituta.
PUM.
–Eres un tonto. –Exclamó Nezuko con la voz quebrada y lágrimas saliendo por sus ojos mientras una de sus manos sostenía su cartera con fuerza y la otra estaba suelta. –¡Te odio Zenitsu! –Dicho lo cual se echó a correr, lejos del rubio.
Zenitsu estaba en shock. Hace un momento estaba de la mano de su mejor amiga y después estaba en medio de una acalorada discusión con Nezuko, la misma que le había dado una fuerte y sonora cachetada y se había echado a correr. No fue tras ella, había muchas cosas que le impedían hacerlo.
La primera, era que le había dicho desesperada y le había insinuado que luciría como prostituta. Se pasó, lo entiende, pero ella también ¿Por qué le preguntó sobre ese diminuto vestido? parecía de esquineras. Luego metió a sus novias y él lo de las citas y novios. Las cosas se salieron de control y terminó insultando a su mejor amiga.
"Te odio, Zenitsu"
Esas palabras retumbaban en sus oídos fuertemente. Ella había dicho que lo odiaba. ¿Odiaba que se preocupase por ella? Él sólo la cuidaba y veía por su bienestar. Pero está bien, si Nezuko lo odiaba, allá ella.
Se dio media vuelta y caminó decidido en dirección contraria a la que se fue su amiga.
"Te odio, Zenitsu"
¿Cómo podían tres palabras enojarlo tanto?
No, era más que eso.
¿Por qué esas tres palabras que sabe fueron dichas por el coraje del momento dolían tanto?
–¿Estás segura de que ya has aprendido todo?
–¡Sí! Creo que ya tengo asegurado ese diez, y todo gracias a ti, Tanjiro.
–No es nada Katsumi, sabes que me comprometí a ayudarte. –Le contestó amablemente el pelirrojo.
Tanjiro se sentía satisfecho, por fin había logrado que Katsumi aprendiera todo sobre la guerra fría, lo cual le quitaba un gran peso de encima. Por fin podría atender unos pendientes, empezando por hablar con…
–Bueno. –Interrumpió sus propios pensamientos. –En vista de que hemos terminado, me paso a retirar. –Anunció parándose de la banca donde estaban sentados.
–¡Espera! –Chilló la rubia tomándolo del brazo. –No puedo dejar que te vayas así, tan siquiera déjame agradecerte. –Le dijo guiñándole un ojo. –Vamos a tomar una malteada, yo invito.
Con Kanao siempre es té. Pensó Tanjiro.
–No creo que sea necesario…
–¡Por favor! –Volvió a chillar. –No me hagas este desaire.
Tanjiro la observó por un momento, la verdad no tenía ganas de seguir compartiendo más tiempo con ella. No es que sea malo ayudarla, es solo que, desde que comenzó a apoyarla con sus asesorías, su relación con Kanao se había ido al suelo, y ahora que por fin estaba libre, solo quería ir a buscar a su amiga y arreglar las cosas.
Pero, por otra parte, Katsumi en verdad no quería dejarlo ir, y sería muy descortés de su parte si le rechazaba la invitación.
–Bien. –Suspiró.
–¡Gracias! –Abrazó con fuerza el brazo de Tanjiro mientras lo guiaba para salir del parque donde estaban.
Katsumi no podía estar más satisfecha. En las últimas semanas había logrado su objetivo: mantener alejada a Kanao Kocho y tener a Tanjiro solo para ella. La verdad es que se había sorprendido al notar que el pelirrojo era bastante accesible, casi nunca le decía no a algo, y eso era porque usaba sus encantos para persuadirlo.
Descubrió que la debilidad de Tanjiro era ser bastante amable, así que ella lo usó para su beneficio haciéndose pasar por una indefensa y torpe niña que necesitaba de su ayuda. La verdad es que la historia universal se la sabia al derecho y al revés, pero fingir que era torpe, fue solo para tener la atención del chico.
Ahora tenía que dar el siguiente paso: Hacer que Tanjiro la invitara al baile, y eso pensaba lograrlo ya estando en la cafetería.
Después de caminar un par de cuadras, por fin llegaron a la cafetería más cercana. Entraron y tomaron asiento en una de las mesas que estaban frente al ventanal que daba hacia la calle.
–¿Cuál es tu malteada favorita? –Preguntó Katsumi tratando de sacar conversación.
–Hmm… –Pensó por un momento. –Supongo que de chocolate.
–¿En serio? Yo considero que la de vainilla es mejor porque…
Y aquí vamos otra vez. Pensó Tanjiro. La verdad la razón por la que no le gustaba compartir tiempo con Katsumi fuera del estudio, era porque hablaba bastante y decía cosas que al final ya no eran necesarias o no tenían sentido. Dios, hasta se lanzaba un monologo si una simple polilla pasaba frente a ella. Jamás imaginó conocer a alguien que hablara más que Mitsuri.
Suspiró ignorando lo que decía su compañera. Por eso echaba de menos a Kanao, aunque en algunas ocasiones se quedaban en silencio, a él le gustaba compartir esa tranquilidad con ella, era la única que lo escuchaba y aconsejaba cuando era necesario.
Paseo su vista por el lugar. Era algo moderno, pero acogedor, con razón a muchas personas les gustaba llegar a este lugar. Detuvo su inspección al ver un broche muy, pero muy familiar para él y entonces la vio. Era Kanao.
Por un momento se alegró al encontrarla ahí, lo más seguro era que estaba con alguna de las chicas, podría llamarlas y compartir mesa con ellas, pero grande fue su sorpresa al ver que no estaba con ningunas de sus amigas, sino que, con un chico, y no era precisamente Zenitsu.
Era él. Kanao estaba con su compañero del club que los interrumpió la última vez que hablaron, y estaba… ¿Riendo? ¿Kanao estaba riendo? Eso no podía ser, Kanao solo reía con él y ahora alguien que apenas conoció lo consiguió sin mucho esfuerzo. Volvió a observarlos y ahora ambos se sonreían sonrojados… ¿Pero qué demonios pasaba?
Otra vez esa punzada en el pecho.
No podía molestarse, después de todo fue él quien la rechazó, fue él quien le pidió que quedaran como amigos. Ella tenía derecho a conocer a otras personas. Entonces… ¿Por qué se sentía molesto?
–Katsumi. –Dijo a secas interrumpiendo a su acompañante, la cual se sorprendió por su cambio tan repentino.
–¿Si…?
–¿Irías al baile conmigo? –Le dijo sin pensar.
La rubia se quedó sin habla por primera vez. No sabía cómo, pero lo había logrado. ¿A caso su discurso sobre la malteada de vainilla lo cautivó? Al diablo con eso, iría con Tanjiro al baile.
–¡SÍ! –Gritó con emoción y sin dudarlo se lanzó a abrazar a Tanjiro.
Esa escena llamó la atención de todos, en especial la de una chica de ojos rosados, y de esa forma logrando el objetivo de Tanjiro.
Shinobu escuchó suspirar a Nezuko por décima vez en lo que iba de la mañana, mientras que Kanao solo jugaba con su comida. A su alrededor tenía diferentes emociones. A su derecha una Mitsuri que desprendía un aura radiante y alegre; a su izquierda, una Nezuko que parecía estar al borde de las lágrimas y frente a ella una Kanao que tenía expresión de funeral.
Y ella queriendo irse a su casa lo más pronto posible, pero no puede hacerlo por sus amigas.
–En serio Mitsuri, deja de soñar despierta, y ustedes, –Dijo Shinobu señalando a Kanao y Nezuko. –no es el fin del mundo.
–Pero Zenitsu me odia. –Gimió cabizbaja Nezuko.
–Creí que fuiste tú la que le gritó eso. –Rememoró Mitsuri. –Además le pegaste.
–Si... –Contestó bajito. –Por eso debe odiarme él ahora, no ha querido hablar conmigo.
–No son una pareja de tortolitos como para que él te busque. –Le recordó Shinobu. –Su salida ni siquiera podría considerarse una cita. –Hizo una mueca de disgusto. –Y tú Kanao ¿por qué no dices nada?
–No tengo nada que agregar. –Contestó encogiéndose de hombros.
–Claro que sí, puedes decirnos libremente que Tanjiro es un idiota. –Bufó molesta Mitsuri. –Mira que armar tremenda escenita en la misma cafetería que estaban fue un estupidez. Yo en tu lugar les hubiera aventado el té hirviendo.
–Si yo hubiera estado en la cafetería, habría sacado a mi hermano a patadas de ahí, no es justo lo que te hizo. –Dijo Nezuko dejando de lado sus pesares para animar a su mejor amiga.
–Ellos no merecen que ustedes se depriman de esa manera. –Intervino Mitsuri. –Es decir, Nezuko, tú sufres desconsoladamente mientras Zenitsu no pierde tiempo sondeando a ver con quien comparte su cama en la fiesta. Y tú Kanao, te la pasas lamentándote internamente cuando Tanjiro va a estar contento en la fiesta con la insoportable esa.
–¡Mitsuri! –Reprendió Shinobu a la joven de cabellos rosados. –Por favor, es bueno que tú hayas tenido un buen fin de semana, pero ellas no.
–Tal vez. –Expresó Mitsuri exasperada. –Pero yo en lugar de ellas estaría planeando una ligera revancha en vez de llorarles todo el día. Es decir, Zenitsu ofendió a Nezuko por el vestido corto y ahí nos insultó a todas las que los usamos. Y luego está Tanjiro que fue capaz de invitar a alguien más al baile estando Kanao presente.
–Pero Nezuko no haría algo así. –Agregó Kanao quien por fin habló.
–Le dijo desesperada y prostituta. –Le recordó Mitsuri. –¿No le enojó eso?
–Sí. –Respondió Nezuko. Es cierto, le molestó, pero lo que más le dolió fue lo otro.
–La idea de Mitsuri no es tan mala. –Las tres jóvenes regresaron a ver a Shinobu como si hubiera perdido el juicio. –No solo por el lado feminista que toma Mitsuri, sino también para darles una lección a los dos. Zenitsu tiene que dejar de ver a Nezuko como una niña y Tanjiro tiene que escarmentar por haber cambiado a Kanao.
–¿Cómo? –Preguntó Kanao.
–¿Recuerdan los vestidos que les mostré? –Preguntó Shinobu sutilmente. Ambas parecían estar enumerando sus vestidos. –El negro para Nezuko y el rojo para Kanao.
–Ah… –La joven Kamado recordó. –¡Ese!
–No, yo no…
–Son perfectos para la ocasión. –Interrumpió rápidamente Shinobu a su hermana. – Además, ya mandé a pedir los antifaces para nuestros atuendos, pero me reservaré los detalles. –Observó como Nezuko estaba a punto de contradecirla. –¿Quieres que Zenitsu te mire como algo más que una amiga? –La aludida asintió. –Entonces, primero tendrá que verte como la guapa mujer que eres.
–Shinobu, sabes que a mí no me gusta ese tipo de ropa… –Dijo avergonzada.
–Pero es la única forma de que Tanjiro se arrepienta por haberte cambiado por Katsumi. –Agregó tratando de convencer a su hermana, pero Kanao seguía con su expresión de inconformidad. –Bien. –Suspiró resignada. –Pero al menos déjame ayudarte a elegir tu vestido.
–De acuerdo –Contestó ya más tranquila Kanao.
–¿Y por qué yo sí tengo que usarlo? –Se quejó Nezuko haciendo un puchero.
–Porque Zenitsu merece un escarmiento mayor, y ese vestido negro es la clave para lograrlo. –Le contestó Shinobu guiñándole un ojo.
–Cabe recalcar que debes de mantener tu pose de ofendida, aunque tú le hayas pegado él, se lo tenía merecido por insultarte y por idiota. –Habló esta vez Mitsuri.
–Y no se angustien, estoy segura de que en estos momentos nuestros tontos amigos están pensando en cómo acercarse a ustedes. –Calmó Shinobu.
–Gracias. –Dijo Kanao con un pequeña sonrisa. Estaba muy contenta por tener una hermana y un par de amigas como esas, sin ellas estarían hundida en su profunda depresión.
–¿De qué? –Preguntó Mitsuri.
–Por apoyarnos tanto. –Agregó Nezuko.
–Para eso estamos las amigas. –Confirmó Shinobu, regresando a ver a Mitsuri. –Tú también, para la próxima dinos que irás sola a una de esas aburridas conferencias. –Mitsuri casi se atora con su bebida.
–Se hubieran aburrido. –Justificó la pelirosa.
–Aunque no entendamos qué es lo que pasa o no prestemos atención, te acompañaremos. –Le recordó Shinobu. –Creí que tú madre te acompañaría, pero fuiste sola.
–De acuerdo. –Contestó Mitsuri nerviosa. Si supieran que no fue sola…
–Pero si nos dices eso Shinobu, tú también. –Habló Nezuko más tranquila. –Has estado muy extraña últimamente, te vas temprano, como si le huyeras a algo.
–O a alguien. –Completó Kanroji.
Esa revelación la tomó por sorpresa. Nunca se hubiera imaginado que sus amigas y hermana lo hubieran notado de esa manera. Es decir, ella no estaba huyéndole a nada ni a nadie.
–Tonterías. –Tenía que pensar en algo rápido, la excusa de "ir a estudiar" no iba con ella. –Estaba ocupada con algunos pendientes para el baile. Además, recuerden que a partir del próximo trimestre empiezan los intercolegiales y no había tenido tiempo de practicar. –Una verdad a medias, ya que sí nadaba, pero no por el intercolegial.
–¿Eso es verdad Kanao? –Preguntaron Mitsuri y Nezuko al mismo tiempo.
–Sí… Yo la he visto en la piscina. –Y es que era verdad, pero ella también sospechaba que su hermana ocultaba algo.
–Por supuesto que es verdad. –Shinobu procuró sonar lo más segura posible. –No se preocupen.
–Cualquier cosa, sabes que cuentas con nosotras. –Le hizo saber Nezuko
–Siempre. –Reafirmó Mitsuri mientras Kanao asentía en forma de apoyo.
–Gracias. –Dijo sonriéndoles a ambas lo mejor que pudo y se levantó del piso del jardín. –Ahora me tengo que ir, mi entrenador privado llegará en poco tiempo y odia la impuntualidad… Nos vemos en casa Kanao. –Se despidió.
Shinobu se despidió ondeando su mano elegantemente hasta desaparecer por la puerta. No le gustaba mentirles a las únicas personas que han estado con ella incondicionalmente, pero tenía que hacerlo. No estaba segura de cómo reaccionarían ellas si les contaba lo que le sucedía.
Sobre todo, ahora que todo en su cabeza está hecho un lío.
–¡Gompachiro, bola! –Gritó Inosuke lanzándole un balón en la cabeza a Tanjiro.
–¡Es Tanjiro! Casi diez años de conocerte y no dejas de llamarme así. –Le riñó enfadado el pelirrojo mientras se sobaba la cabeza. –Y ya te dije que no me gusta el baloncesto, deja de lanzarme las pelotas.
–Entonces presta atención, estás igual de distraído que Monitsu.
–¡Ya te dije que…! –Zenitsu estaba dispuesto a protestar, pero se dio cuenta de que era imposible hacer cambiar de opinión a Inosuke. –Agh, olvídalo.
Inosuke observó por un momento a sus alumnos que yacían sentados en las gradas, sabía que algo les sucedía.
–¿Ya me van a decir qué los atormenta tanto? –Preguntó el profesor de gimnasia mientras botaba el balón que tenía.
–¿Por qué deberíamos de decírtelo? –Contestó molesto Zenitsu.
–Porque tienes un ojo morado, y sé que Gompachiro no te golpearía solo porque sí. –Dijo con burla. –Por cierto… ¿Por qué no están con ustedes las enanas? –Preguntó refiriéndose a Nezuko y Kanao.
Inosuke pudo observar cómo ambos se tensaban, haciendo que sonriera con satisfacción. Había dado en el blanco.
–Ellas… Están ocupadas. –Contestó como si nada Tanjiro.
–Podré ser idiota, -Se contuvo las ganas de lanzarle el balón a Zenitsu al ver que este asentía dándole la razón. –pero sé cuándo algo pasa. Nezuko nunca se pierde los entrenamientos de Monitsu y Kanao siempre te espera para que se vayan juntos, Gompachiro.
–¿Y tú desde cuando eres tan observador? –Le reprochó Zenitsu.
–Desde que ninguno de los dos le presta atención a ninguna de mis ofensas. –Se burló.
–Sólo tuvimos una pequeña discusión. –Trató de justificar Tanjiro.
Inosuke los volvió a observar detenidamente. Por el momento no le iban a soltar todo ya que no se veían con ánimos.
–Monitsu. –Llamó al rubio. –Te doy permiso de que interrumpas el entrenamiento y acompañes a Gompachiro a buscar a sus amiguitas, tienes 15 minutos. –Dijo yéndose a la cancha donde entrenaba el equipo de baloncesto.
Los dos amigos observaron cómo su profesor se marchaba mientras insultaba a un miembro del equipo por no lanzar un buen pase. Ambos suspiraron.
–¿Quién se cree ese cerdo? –Se quejó el rubio.
–¿Aun te duele? –Preguntó Tanjiro a su amigo refiriéndose a su ojo.
–Pfff, para nada. –Contestó Zenitsu con sarcasmo.
–Solo quiero asegurarme, si no para darte otro.
–¡Ya! ¡Lo siento! Me pasé. Y si te conté lo que pasó fue porque reconozco que en parte estuve mal. –Dijo resignado. –Pero ella tampoco tenía porque darme la abofeteada.
–No, te merecías que alguien te partiera la cara. –Le comentó molesto.
–Empiezo a pensar que tus ganas de asesinarme no solo son por Nezuko, sino para desquitarte. –Insinuó. –También tienes una cara de perros… ¿Es por lo de Kanao?
–No digas tonterías. –Trató de evadir el tema.
–No, tú no seas tonto… Te molesta que Kanao esté con alguien más cuando tú fuiste quien la rechazó. ¿Por qué no aceptas que sigues enamorado de ella?
–No lo estoy. –Negó casi de inmediato. –Es mi amiga, no quiero perder la amistad que tenemos. –Se justificó mientras Zenitsu rodaba sus ojos.
–Sí claro, y como es tu amiga por eso sentiste celos cuando la viste con otro y te lanzaste a los brazos de Katsumi por enojo… Más obvio no pudiste ser al armar tremenda escenita. Ni siquiera cuando terminaste con Akane te veías tan abatido.
–Es que no lo entiendes… –Se quejó Tanjiro revolviendo sus cabellos con desesperación.
–¿Qué se supone que debo entender? –Cuestionó el rubio poniéndose de pie por inercia siendo imitado por Tanjiro. –Sigues enamorado de Kanao y te dan celos de qué esté con otro, por lo que ahora saldrás con otra chica para olvidarla. Fin. –Afirmó dispuesto a salir a tomar aire.
–Considero a Katsumi una buena amiga, por eso me atreví a invitarla al baile. Además de que es bonita. –Dijo eso con un poco de duda.
–Sí, lo es. –Admitió. –Pero muy escandalosa para mi gusto. Prefiero a alguien como Kanao, es más linda y transmite cierta tranquilidad.
–¡Oye! –Se quejó Tanjiro provocando la reacción que esperaba Zenitsu.
El rubio simplemente negó con la cabeza. Su amigo era un tonto por no querer aceptar sus sentimientos.
Por estar tanto tiempo sumidos en sus propios pensamientos, ambos ya se hallaban del otro lado del colegio sin darse cuenta. ¿Ahora que hacían?
–Perdón. –Se disculpó una voz que chocó con ambos reconociéndola la instante.
–¿Shinobu?
–Zenitsu, Tanjiro. –Exclamó la pelimorada sorprendida de ver a sus dos amigos. Pero se sorprendió aún más cuando observó el ojo morado que tenía el rubio.
¿Qué hacían ahí? A esa hora Zenitsu debería estar entrenando, mientras que Tanjiro se supone debería estar en sus asesorías. Pero sus dudas fueron aclaradas cuando vio que ambos observaban a todas las direcciones.
No había que ser un genio para saber a quienes buscaban.
–No están conmigo, por lo que no están escondidas ni han corrido al verlos. –Les dijo burlesca.
–¿Quiénes? –Preguntó Zenitsu, procurando hacerse el desentendido.
–No sabemos de qué hablas. –Se encogió de hombros Tanjiro.
–Ay chicos. –Vio primero a Zenitsu. –¿Buscas disculparte? –Inquirió dudosa, si lo hace ahora su plan para el baile no sería igual de efectivo.
–¿Yo? ¡Ella me pegó!
–Yo te hubiera tirado la bolsa encima, no sólo te hubiera cacheteado. –Comentó sin interés. –Pero, entonces ¿no piensas disculparte?
–No tengo porque hacerlo… ¡Auch! –Se quejó al recibir un zape por parte de Tanjiro.
–Ya hablamos de eso Zenitsu. –Le reprochó el pelirrojo.
–Aunque, -Interrumpió Shinobu. –por el golpe que tienes en el ojo, puedo deducir que Tanjiro ya se hizo cargo de ti.
–¿Y por qué solo me regañas a mí? –Se quejó Zenitsu.
–Porque Tanjiro es libre de estar con quien quiera, aunque sea con una rubia chillona, pero cada uno sus gustos. –Se burló.
–Kanao fue la que me alejó, así como ella tiene derecho de tener otro amigo, yo también puedo salir con Katsumi.
–En serio que ustedes los hombres no saben razonar bien. –Suspiró resignada.
–Ahora ya debería de quedarte claro que no venimos a buscarlas. –Concluyó Zenitsu.
–Entonces asumiré que rodearon el colegio sólo para recibir aire. –Agregó Kocho divertida.
Ambos se ruborizaron y en su mente se dibujó el mapa de la escuela. Era cierto, habían rodeado el colegio desde las canchas de baloncesto.
–Bueno, así es más divertido. –Finalizó Shinobu. –Nos vemos, chicos.
Los ojos de Tanjiro apreciaron que, entre todo el júbilo y la burla de su amiga, su mirar estaba extraño, es decir, no estaba opaco, pero era como desanimado, confundida.
–Shinobu. –Cortó el caminar de la muchacha. –¿Estás bien?
–¿Qué les ha dado a todos por preguntarme eso? –Agregó entre risas. –Estoy bien Tanjiro, en serio. –Dicho lo cual, Shinobu siguió su camino.
–¡Ja! Eso es tan creíble como el hecho de que queríamos recibir aire y por eso rodemos el instituto. –Se burló el rubio viendo como su amiga se iba, Tanjiro simplemente se limitó a pensar en qué le pasaba a Shinobu.
Decepción, ¿Decepción?
Por extraño que sea, eso fue lo que sintió cuando al bajar del tercer piso a los patios se encontró con un lugar vacío. Es decir, Kanroji, Kanao y Nezuko seguían ahí, alistándose para irse. Pero, Kocho, ella ya no estaba.
Un gran suspiro acompañado de varias respiraciones agitadas lo hizo caer en cuenta de que había corrido desde el tercer piso hasta la salida del edificio. Apenas caía en cuenta de que había corrido todo el camino hacía allí y, ¿para qué?
¿Qué hubiera hecho de encontrar a Kocho?
¿Reclamarle? ¿Preguntarle qué había hecho para que le huya de esa manera? Porque no se presentaba a sus clases, además de que faltaba a las prácticas de natación. No podía ser más obvio. ¿Disculparse? ¿Sin saber por qué?
¿Qué sacaba actuando de esa manera?
Verla.
Simplemente eso, eso era lo que quería. Asegurarse que todo estuviera bien, de que sus ojos no estuvieran tristes.
¿Había algo de malo con eso? No, porque era solo preocupación de profesor-alumna.
Si era así, entonces ¿por qué no se conformaba con las palabras de sus amigos, quienes le aseguraban que estaba bien?
¿Por qué necesitaba cerciorarse personalmente?
–¿Giyuu?
El aludido se volteó rápidamente, esperanzado. Pero, se encontró con sus dos alumnos que lo miraban extrañado.
–Tanjiro, Zenitsu. –Habló normalmente. –No olviden estudiar para el examen.
Tanjiro lo observó por un instante.
Interesante, los ojos de Giyuu lucían igual de confundidos y perturbados que los de Shinobu, hace unos momentos.
Menuda coincidencia.
–¿Pasa algo? –Preguntó Tomioka al notar la insistente mirada de sus alumnos.
–Kanao, ¿podrías prestarme tus apuntes de la clase de inglés? Hoy no presté mucho atención.
–Sí, puedes traérmela mañana, si quieres.
Ese par de voces femeninas hicieron que tanto Tanjiro como Zenitsu se tensaran como la cuerda de un violín, obligándolos a voltear de donde provenían.
–Nezuko... –Un murmullo salió de los labios de Zenitsu y observó el rostro de su amiga igual de sorprendido que el suyo. Tal vez, era una buena oportunidad para que ella se disculpara.
Sus ojos se abrieron desmesuradamente cuando la castaña pasó de largo apartando la mirada de la suya y andando como alma que lleva el diablo.
–Kanao… –Tanjiro al ver pasar a su amiga quiso detenerla, pero ella ni siquiera se molestó en voltear a verlo, se pasó de largo como si él no existiera.
Tras ellas iba una Mitsuri que no se preocupó en fruncirles el ceño y decirles "idiotas" para después enseñarles la lengua.
Se quedaron viéndolas hasta que las tres desaparecieron.
–Lucen enfadadas. –Comentó el mayor. –¿Quieren un consejo? –Preguntó Tomioka a sus espaldas.
–No lo necesito. –Dijo rápidamente Zenitsu y volteando bruscamente se dirigió a las canchas de baloncesto para reanudar su entrenamiento, dejando solos a Giyuu y Tanjiro.
–Tanjiro… –Lo llamó Giyuu un poco dudoso. Tanjiro es con quien no había tenido la oportunidad de estar a solas. Lo más probables es que lo odie, y no podía culparlo, después de todo fue él quien lo abandonó.
–Con su permiso. –Contestó de forma fría y cortante encaminándose a la salida. No estaba de ánimos para tener un encuentro con Giyuu.
Tomioka suspiró con resignación. No esperaba que lo perdonaran, pero al menos le gustaría explicarles algún día el por qué de sus decisiones.
Sin querer recordó el llanto de Shinobu aferrada a su brazo, ese es su último recuerdo de ella. Por algún motivo añora volver a verla sonreír.
Sonreírle.
Para asegurarse que todo está bien, claro está. Sólo tenía que ser paciente y esperar hasta la mañana siguiente.
Era el día en que le toca rendir su examen.
El olor a canela y chocolate fundido invadía el área a su alrededor, el calor del horno estaba en su punto anunciando que las galletas pronto estarían listas.
Se había inspirado bastante en hacerlas, precisamente porque eran para su apuesto profesor, Giyuu Tomioka.
–Quince minutos y afuera. –Finalizó complacida.
Era inevitable seguir evitándolo. La mañana siguiente será el examen de matemáticas, el último examen del trimestre y tenía que verlo, aunque aún no quisiera hacerlo. No es que tuviera opción precisamente, pero tenía que agradecerle lo que había hecho por ella y disculparse por haberlo utilizado como instrumento de revancha contra el idiota de Douma, aunque él nunca lo supiera.
Ahora siente curiosidad, quiere saber qué es eso que siente y que desplazó a su propio orgullo.
Era muy contradictorio, porque aún le dolía la traición de Douma, por la humillación que sintió cuando fue dejada de esa manera. Aún quería vengarse.
Por otro lado, Giyuu Tomioka o lo que es igual, quien hasta hace poco era su instrumento para lograr sus fines.
A pesar de saber sobre el parecido entre ella y la difunta señora, no puede aprovecharse de ello, no quiere que él la vea como otra persona.
Él, precisamente que ha sido el único que la ha visto como Shinobu, sería terrible que se hubiera acercado a ella sólo por su parecido con otra.
Una persona a la que él amó tanto.
Por alguna extraña razón, algo dentro de ella se contraía al pensar en ello.
A pesar de eso, debía agradecerle, por eso hacía esas galletas.
Se siente tan patética porque al mirar su reflejo en el espejo, se ve igual de vulnerable como cuando cayó enamorada de Douma. Aunque a él nunca le cocinó.
¿Por qué hacía todo eso por él?
–Ay Giyuu, ¿qué siento por ti? –Preguntó en voz alta.
–¿Shinobu? –Llamó a Kanao quien entraba a la cocina. –¿Qué haces?
–¡Kanao! –Se sorprendió al ver a su hermana. –Creí que llegarías más tarde. –Comentó mientras les rogaba a todos los santos que su hermana no haya escuchado lo que dijo.
–Sabes que por el momento no tengo ganas de aparecerme en casa de Nezuko. –Respondió tranquilizando a Shinobu, al parecer no había escuchado nada.
–Sigo pensando que sería buena idea que uses el vestido que te enseñé. –Le dijo con un ligero tono de reproche.
–Yo no busco vengarme. Si él quiere estar con alguien más está en todo su derecho, no es como si fuera mi novio. –Respondió tratando de no demostrar su decepción.
–No, pero sí eres su mejor amiga, y se me hace injusto que te haya hecho a un lado por alguien que apenas y conoce. Lo suyo es una amistad de años. –Se quejó Shinobu.
–A este punto pienso que debería aceptar la invitación de Hideki. –Dijo como si nada notando la expresión de sorpresa de su hermana.
–¿Por qué no me dijiste que Hideki te invitó? Eso mejora las cosas. –Comentó con entusiasmo.
–¿Por qué mejora las cosas? –Respondió Kanao con otra pregunta.
–Porque de esa forma Tanjiro recibirá su lección, y no lo digo tanto por eso. –Se apresuró a hablar ya que su hermana estaba a punto de protestar. –Tú misma lo has dicho, cada uno tiene derecho de salir con quien guste, por lo cual pienso que tienes derecho de darte una oportunidad de ir con Hideki.
–¿Crees que sea buena idea? –Preguntó dudosa.
–¿Y por qué no? Hideki es un chico muy apuesto, te aseguro que te divertirás con él.
Kanao se quedó atrapada en sus propios sentimientos. De cierta forma Shinobu tenía razón, así como Tanjiro puede salir con Katsumi, ella debería de poder ir con Hideki si este ya se lo había pedido, esto también considerando que el moreno era muy buen amigo, siempre le prestaba atención y con él podía hablar de cualquier cosa.
Estaba decidido.
–Está bien. –Habló Kanao sorprendiendo a Shinobu. –Mañana le diré que acepto ir con él.
–Bien dicho. –Le felicitó la pelimorada. –Cuando se terminen de cocinar mis galletas, nos iremos inmediatamente a buscarte un hermoso vestido. –Dijo con entusiasmo.
–Hablando de galletas… ¿Por qué estás preparando? –Cuestionó Kanao extrañada. Hace tiempo que su hermana no le daba por hacer algo así.
–Yo… –Trató de pensar en una excusa rápido. –Estaba aburrida y quería probar una nueva receta. –Se felicitó internamente. –Pero eso no importa ahora, ve a cambiarte el uniforme que saldremos pronto por tu vestido.
Kanao aceptó no muy segura, últimamente su hermana actuaba de forma muy sospechosa.
Shinobu, por su parte, suspiró al ver que su hermana se retiraba. No le podía decir que esas galletas eran para su profesor, eso no lo tomaría nada bien.
Cuando esté cien por ciento segura de sus sentimientos, tal vez su hermana sea la primera en enterarse, pero por el momento todo ese asunto del profesor Tomioka sería su secreto.
–Diablos.
Maldijo el pelinegro cuando el nudo de su corbata se deshizo. Suficiente, ese día no iría con corbata. Se estaba comportando extraño, seguramente porque era el último día de exámenes y le tocaba tercer curso.
El curso de Shinobu.
Por quien se ha preocupado los últimos días y ¿por qué no? Extrañamente, de alguna manera, la ha extrañado.
Su presencia, su porte de mujer adulta, su carita y… ¡es su alumna!
Mejor deja de pensar tonterías y se termina de ir al instituto.
Toda su retórica y su monologo se fueron a la mierda esa mañana cuando se acobardó de seguir a su salón y se desvió hasta la más grande encrucijada de su corta y joven existencia.
Ese asunto era entre la alarma de incendios y ella.
El nefasto aparato la incitaba a tomarla y jalar de ella, así ya no tendría que ir a presentar el examen.
No, no podía huir así nada más, tenía las galletas en la bolsa, pero no quería verlo.
Y, ¿si por algún extraño suceso le pregunta por qué no fue a las clases con él, ni a las de repaso para el examen?
Sobre todo, no podía mostrarse frente a él tan confundida como estaba en esos momentos.
Así que lo haría, aunque nunca había hecho algo tan serio como fingir una emergencia. Es decir, no era tan obediente como Nezuko o Kanao, pero tampoco era una delincuente juvenil. Sus faltas no han pasado de accesorios fuera del reglamento, faldas cortas y bordados en las blusas.
Pero lo haría, pensaría en la palanca de emergencias como en ese botón rojo que es imposible no tocar y la jalaría como quien se quita una bandita.
Listo. Uno, fijó el objetivo. Dos, puso su mano sobre el instrumento criminal y tres…
–¡Kocho! ¿Qué cree que está haciendo?
Shinobu se quedó de piedra por un par de segundos, pero luego de comprender lo que ese grito significaba, se relajó. Nunca pensó que se sentiría aliviada de que sea precisamente la inspectora Kanzaki quien la encontrara infraganti.
–¿Perdón? –Preguntó volteándose mientras pensaba en lo irónico del caso. En otras circunstancias estaría pensando en que sus vestidos de Prada irían a parar a manos de Mitsuri después de su muerte, pero... –¡Santo cielo!
¿Qué carajo tenía en frente? Dios mío, ese atuendo era terriblemente horripilante. Esa blusa de botones con ese espantoso estampado que parecía un garabato hecho por niños de preescolar con esa falda entubaba cuadriculada y zapatos plateados.
Quería vomitar y llorar al mismo tiempo, necesitaba hacerlo. Esa ropa parecía comprada en un bazar, reconoce que hay mucha ropa bonita y económica, pero eso… seguro y a la inspectora le pagaron para que se lo llevara. Con temor fijó su mirar en su cabeza. Por dios… ¿acaso una pareja de águilas había decidido anidar ahí?
Y su rostro, por favor, la sombra oscura tan concentrada sólo se usa cuando se va a una fiesta de noche.
¿Por qué no se enteró antes? Ahora que lo piensa, Mitsuri armó un gran alboroto últimamente respecto a los cambios de la inspectora, pero como su amiga tiende a exagerar todo, no le tomó mucha importancia y seguía yéndose temprano sin tomarse la molestia de verla siquiera.
–Sus disculpas son inútiles. –Lo meditó un momento. –Su patética disculpa es inútil frente a esta prueba irrefutable de intento de vandalismo.
–Bien… –Agregó Shinobu nerviosa pero ansiosa, en pocos minutos la llevaría a inspección, donde trataría de localizar a sus padres inútilmente para finalizar dándole el sermón del año y finalmente la suspendería.
Para cuando todo eso acabe, el examen y tal vez hasta el año escolar finalizaran.
–A mi oficina, Kocho. –Ordenó Aoi apremiándola complacida. Ahora la chica más popular del instituto se había quedado sin palabras frente a su atuendo y maquillaje, sin duda alguna se había superado a ella misma esa semana.
Todo el mundo la regresaba a ver por la calle, Inosuke le sonría y se ruboriza cuando la ve pasar, aunque nada de eso era por él. No podía esperar estrenar su vestido en el baile; capaz y hasta la confunden con una estudiante.
–Señorita Kanzaki... –Shinobu musitó. La bruja no se merecía su compasión, pero lo que estaba haciendo con la moda le hacía doler los ojos con sólo verla. –Su atuendo…
–¡¿La has visto esta mañana?!
Una voz masculina las sacó a ambas de sus ensueños y se quedaron quietas al darse cuenta de que la sala de profesores estaba ocupada y estaban hablando alto. Demasiado y esa voz sólo podía tener un dueño que ambas mujeres reconocieron al momento.
Inosuke Hashibira.
–Qué pregunta más estúpida. –Habló la misma voz de antes. – ¡¿Cómo no verla?! Pero hoy, Aoi Kanzaki se lleva el premio.
La aludida se concentró en lo que hablaban puesto que ella era el tema principal y Shinobu como buena estudiante, imitó a su inspectora quedándose quieta y callada.
–Inosuke…
Esa era una segunda voz masculina que le hablaba como si reprendiera a un niño. Shinobu conocía a esa voz a la perfección, era Giyuu.
–Giyuu, por favor. –Siguió riéndose Inosuke. –Es decir, la he visto toda la semana en una especie de metamorfosis invertida.
–A lo mejor se siente bien vistiendo así. –Justificó el pelinegro. –Comodidad.
–Yo me siento bien cuando estoy únicamente en ropa interior y no por eso vengo así al instituto. –Explicó Hashibira. –Estoy seguro de que cuando la gente la ve por la calle se preguntan si va a un circo.
–Inosuke, no te burles.
–Me dices eso y mírate, te cuesta contener tu propia risa. –Se burló el instructor de gimnasia de su mejor amigo. –Frente a esto, Aoisita era guapísima en sus ropas de monja-solterona-amargada.
–Por favor. –Pidió Tomioka conteniendo su risa lo más que podía.
–Es verdad, prefiero mil veces a Aoi de las Mercedes antes que a una versión de payaso de circo. Hoy especialmente, estoy seguro de que si un bebe pasara a su lado lloraría, parece la mujer del Wasón con todos esos colores en la cara.
En ese momento Tomioka se rindió y acompañó a su amigo en las carcajadas.
Las dos mujeres afuera estaban estupefactas. Shinobu, en otras circunstancias se hubiera muerto de la risa, pero la imagen frente a sus ojos se lo impedía. Parecía que una simple brisa se llevaría a la peliazul, estaba perpleja y ni siquiera pestañeaba… Parecía estar al borde del llanto y no era para menos.
–No digo que se vista bien, pero no deberíamos burlarnos de la señorita Kanzaki.
Palabras sin sentido luego de que el daño estaba hecho, pensó Shinobu.
–Señorita Kocho. –Aoi la llamó con un hilo de voz. –No pierda el tiempo y vámonos a mi oficina.
–No puedo evitarlo, cuando voy a impartir una clase y ella pasa, los alumnos se contienen las risas por miedo. Pero, una vez que se retira se revuelcan, Tomioka.
Shinobu asintió quedita, sintiendo algo que jamás pensó que sentiría por Aoi Kanzaki:
Lástima.
–Cómo sea, ahora me voy, tengo examen con el curso de Tanjiro y Zenitsu. –Explicó el pelinegro recogiendo las copias de las pruebas.
Se supone que debió estar en el salón hace media hora, pero Inosuke lo detuvo.
–Algo pasa con los enanos, ¿verdad? –Cuestionó Hashibira.
–Supongo. –Contestó Tomioka colocándose los lentes. –Pero tú deberías de saber qué pasó, después de todo eres quien más tiempo pasa con ellos.
–Ver a Nezuko y Kanao así de aplastadas por culpa de esos dos es molesto, pero tienes razón. –Concluyó el profesor de gimnasia. –Además, si me entero de lo que sea que hicieron, los golpearé.
–Y yo te golpearía a ti por no dejar que resuelvan sus problemas solos. –Acotó Giyuu. –Ahora me voy.
–¿Por qué tanta prisa? –Indagó Hashibira. –Estamos en exámenes, puedes ir a la hora que sea y parece que estás ansioso por llegar a tercer curso.
Tomioka se paró en seco, ¿estaba ansioso? No, no lo estaba. ¿O sí?
–Es el último día, mientras más pronto acabe, mejor. –Justificó.
–Claro… –Asintió Inosuke no tan convencido. –¿Estás ansioso por la fiesta?
–Ya te dije que no iré. –Le recordó Tomioka.
–Pero no hemos salido juntos desde que volviste. Le hablé a Muichiro, creo que hasta él vendrá. –Inosuke trataba de persuadirlo. –Le dijiste a Zenitsu que irías.
–Sólo lo dije para molestar.
–Oh vamos Giyuu, no son tan malas. Estaremos fastidiando un rato a los estudiantes, luego vamos a embriagarnos a un bar nudista y empezamos las vacaciones felizmente.
Giyuu le dio una mirada reprobatoria y siguió su camino, no cabía duda de que Inosuke aun no aceptaba el hecho de que era un adulto responsable o que se suponía que lo era. El concepto de diversión de su amigo era embriagarse hasta perder la consciencia. Él no es ningún santo, pero no se arriesgaría a esos espectáculos cuando sus alumnos están delante de ellos.
–Y con esa boca juzgas a Zenitsu.
–Yo soy mayor de edad. –Se defendió Inosuke.
No podía dar esa mala impresión a los alumnos, él les llevaba de nueve años en adelante, sin mencionar que no era algo que le llamase la atención precisamente ni tampoco tenía un motivo para hacerlo
–Buenos días jóvenes. –Entró saludando mientras los muchachos dejaban de hacer lo que sea que hacían para acomodarse. –Por favor, los pupitres vacíos. Sólo el bolígrafo y corrector encima. –Ordenó dirigiendo una rápida mirada al salón.
Al parecer todos los asientos estaban ocupados, Zenitsu y Tanjiro se veían malhumorados; recorrió su vista en las filas de abajo. Iguro lucía soberanamente aburrido, más abajo, dos asientos vacíos.
–¿Dónde están Kanroji y Kocho? –Preguntó el pelinegro curioso porque faltasen ambas.
–Perdón. –Una voz femenina entró súbitamente al salón. –Shinobu está en inspección con la inspectora Kanzaki. No podemos interrumpirla.
–A su puesto Kanroji, empezaremos la prueba en dos minutos.
Giyuu procesaba la información conforme entregaba las pruebas a los estudiantes. Kocho no estaba ahí, estaba en inspección. ¿Qué habrá hecho para que ni siquiera la dejen salir a rendir examen?
Llegó a su puesto vacío y lo miró con desdén para luego dirigirse a su escritorio. Había esperado una jodida semana a que llegara el día del examen donde estaría forzado a verla. Había extrañado verla, escucharla… ¿Qué estaba pensando? Aunque era verdad.
Maldita sea, y se estaba haciendo costumbre preocuparse por ella más de la cuenta.
Pero es bueno si compara el hecho de que se estaba acostumbrando a su presencia más de la cuenta.
Es bueno, pero es malo, que analogía más compleja.
El ambiente en la oficina era lúgubre. No podía evitar sentirse nerviosa y presionada. Nunca había estado en el despacho de los profesores, inspectores o directores y ahora lo estaba. Todo por culpa de su maldita cobardía.
En ese mismo momento se debatía entre querer irse a rendir el examen o quedarse donde estaba.
Quiere ver al profesor, pero al mismo tiempo no quiere hacerlo.
Esa mañana, ante la sola idea de reencontrarse con él su corazón había empezado a latirle más fuerte y se formó un nudo en su estómago. ¿Qué era eso? ¿Por qué le asustaba? ¿A caso se debía a que no había experimentado esa sensación antes o porque ya la había experimentado?
Como sea, lo que le aterraba era sentirse tonta porque el profesor Tomioka no parecía estar afectado por su situación o su ausencia. Mitsuri le dijo que preguntó por ella una vez y nunca más, mientras que ella lo había extrañado todos los días.
Si, porque esa molesta sensación de añoro y ganas de verlo se debían a que lo extrañaba y eso no estaba nada bien.
E allí el porqué de sus sentimientos encontrados.
–Kocho, vuelva a su salón.
Escuchó como le ordenaban desde el sanitario. Desde que llegaron, la inspectora Kanzaki se había metido al baño y no había salido de ahí todavía. La pelimorada miró su reloj de muñeca, aun llegaría a tiempo… El pánico la inundó de nuevo. No podía irse.
–¿Está bien, señorita Kanzaki? –Preguntó estando cerca de la puerta, escuchando como el agua corría del fregadero.
–Si Kocho, ahora a su salón. –Ordenó irritada la peliazul.
–Pero… –Shinobu no podía irse, no todavía.
–¡Largo! –Exclamó exasperada la inspectora, saliendo del baño con su rostro y sus cabellos mojados.
El maquillaje se corría por las mejillas de la inspectora, y sus ojos estaban rojos. Shinobu no podía distinguir si era agua o lágrimas lo que escurría a lo largo de su rostro.
No pudo evitar compadecerse de esa pobre mujer nuevamente, las palabras que utilizó Inosuke para referirse a ella fueron muy duras. Es decir, correcto, tenía un ojo ciego para la moda, maquillaje y estilo de cabello, pero, no merecía escucharlo de esa manera.
–No llore. –Fue lo primero que se le ocurrió decir.
Aoi se incorporó automáticamente, se sentía humillada pero no al punto de querer que la chica más linda y popular del instituto sintiera lástima de ella.
–Creí haberle ordenado que se fuera a su salón, señorita. –Como pudo, llegó a su escritorio y tomó una toalla para secarse la cara frustrada porque las manchas negras de sus ojos no salían por más que restregara.
–Tenga. –Shinobu extendió una botellita blanca por el escritorio. –No importa cuánto restriegue, no saldrá con agua.
–¿Qué hace eso en su cartera? –Inquirió, a pesar de tomarlo. –Debería confiscarlo y revisar su cartera.
–Pero si hace eso no podría ayudarle. –Canturreó Shinobu como quien no quería la cosa.
–¿Ayudarme? ¿Tú? –Cuestionó intrigada. –¿Cómo se supone que puedes ayudarme tú? Además, no hay nada en qué debas ayudar.
–Usted, es muy bonita inspectora. –Confesó Shinobu mientras se ponía de pie y le ayudaba a retirar el maquillaje correctamente. –Con un poco de ayuda, quedará hermosa. Será un cambio extremo.
–Ya intenté cambiar y sólo conseguí ridiculizarme a mí misma, cuánto no se habrán burlado los estudiantes.
–Sí, reconozco que parecía… –No podía compararla con nada. –Un niño que apenas empezaba a conocer la gama de colores que existen y no es para menos, desde siempre sólo ha combinado blanco y negro. Con un par de tips básicos podría defenderse muy bien y cerrar la boca de los hombres que se burlan de usted.
Aoi estudió las palabras de su joven estudiante. Tal vez Shinobu Kocho no destacaba por un excelente promedio en las materias escolares, pero si había algo de lo que podría estar segura es que, en estilo, ella era la mejor entendida.
–¿Qué ganas con esto, Kocho? –Aoi no era estúpida y la pelimorada no figuraba en su lista dorada precisamente y sabía que ese sentimiento era mutuo. Así que ¿por qué le ayudaría?
–Hacer mi buena obra del día. –Si Aoi supiera que ya le había hecho un favor. –Tal vez, hacer como si este incidente nunca hubiera ocurrido y con un poco de suerte, recuperar mis argollas.
La peliazul analizó la situación. Claro, todo en esta vida tenía un precio y ese era el de conservar su imagen y reputación.
–¿Qué ocurrió, Kocho? –Odiaba hacer esto, pero en ese momento la mocosa la tenía en sus manos. –Hoy usted llegó tarde y le prohibí rendir el examen por esa falta.
Shinobu sonrió complacida por los resultados de su brillante plan y empezó a hablarle sobre los principios básicos de la moda. Los tres colores que no podían faltarle en zapatos y que unos Jeans combinaban con cualquier color de blusa, por lo que podría empezar por ahí. El cabello, suelto, y si no estaba alisado, mínimo ponerse una crema para ondularlo adecuadamente o para que no se esponje y el maquillaje era lo de menos, en el día, el rímel, delineador y labial no podrían faltar. Era tan sencillo.
–Empiece por eso, luego iremos experimentando con más colores y estampados. Recuerde que, si usa una blusa estampada, el pantalón o la falda deben ser lisos. –Terminó de explicar Shinobu a la peliazul. –Ahora, mis argollas.
–Vestidos Kocho, eso le faltó. –Contestó Aoi seria, ignorando su pedido. – ¿Qué vestido podría quedarme bien?
–Uno color azul marino, resaltaría su tono de piel y el color de su cabello, debe ser apretado en la cintura, las piernas entalladas y…
Shinobu se fijó bien en el cuerpo de la inspectora dándose cuenta de algo que por lo tapada que estaba normalmente no se había fijado. Se acercó y sin decoró tomó la blusa jalándola hacía atrás para poder tener una visión más exacta de sus…
–Sin escote. –Por Dios, ¡lo sabía! Esa mujer debía ser al menos talla C, aunque fuera con un vestido strapless se notarían. –Strapless, aun así, se notarán. –Sentenció Shinobu decidida. –Zapatos negros, tacón alto. Practique antes de su compromiso y camine con seguridad. Aunque no lo crea, el cómo camina es la carta de presentación ante personas que no conoce, tiene que ser segura y equilibrada, perfecta.
Aoi parpadeó un par de veces ante lo que acababa de escuchar. Kocho sí que era una jovencita decidida y conocedora en ese ámbito y si así era en eso, podía serlo en cualquier cosa. No pudo evitar esbozar una sonrisa y extendió sus manos al igual que la joven que esperaba por sus afanados aretes.
–¿Qué hay del peinado y el maquillaje? –Preguntó antes de soltar su mano.
–Lacio, le dará un aire más juvenil, tiene veinticinco, no es nada vieja y tiene un hermoso cabello negro con acabado azul. –Sentenció. –Y el maquillaje pídalo sencillo, tonos tierra, si le quieren poner rojo o verde, demándelos. No olvide hacerse las uñas, siempre se fijan en eso.
Complacida, Aoi abrió sus manos dejando caer el par de argollas que la muchacha tomó contenta.
–Bueno, ha sido un placer hacer negocios con usted, inspectora Kanzaki. Y no se preocupe, esto queda entre las dos.
Sin saber porque, la peliazul creyó en sus palabras.
–Sabes Kocho. –Empezó a decir haciendo que Shinobu se detuviera. –He cambiado el concepto que tenía de ti.
–¿Ah sí? –Cuestionó intrigada. –¿Qué pensaba de mi antes?
–Niña rica, hija de mamá y papá, despreocupada, indecisa, insegura, malcriada y caprichosa. Aún lo pienso. –Dijo, antes que nada. –Sólo que ahora, además de eso, veo que eres una mujer decidida y a tu manera, fuerte. Es decir, si hablas de la moda de manera tan decidida y acertada, puedes tomar decisiones acertadas en todo Kocho, no dudas, no vacilas y eso está bien.
–Wow. –La joven aludida hasta se ruborizó un poco por las palabras de la llamada General Kanzaki. –Pero ¿y si la decisión no es la correcta?
–Por favor, hay cosas que son obvias Kocho, y las que no son tan claras, igual. En algún momento de tu vida tendrás que tomar una decisión así, y tienes buena edad para equivocarte y aprender. El que no arriesga no gana, mírame a mí, sino hubiera hecho el ridículo casi dos semanas, nunca hubiera aprendido… Ahora vete y no pienses que esta pequeña charla te da derecho a tutearme o a creer que podrás venir con esas argollas de nuevo y te lo advierto, la próxima vez confiscaré ese bolso hasta que tus hijos vengan a reclamarlo.
–Entendido. –Contestó con una sonrisa. –Sabe algo, inspectora Kanzaki, mi opinión sobre usted también ha cambiado. Estoy ansiosa de ver a la mujer tras esos hábitos de monja… Tenga unas felices vacaciones.
–Igualmente. –Deseó la mujer. –Gracias. –Pero esa palabra no pudo ser escuchada por la joven puesto que ya se había marchado. –Gracias por todo.
Sería difícil, pero no imposible. Cabe recalcar que tiene un gran motivo:
Hacer que Inosuke Hashibira se tragara hasta la última de sus burlas.
Los pasillos estaban vacíos, apenas y se escuchaba algún bullicio en la parte de las canchas. ¿Qué hora era? Dirigió su vista a su reloj de pulsera. Dios, ya era muy tarde, todos debieron haberse ido.
Revisó su celular y efectivamente, tenía un mensaje de Mitsuri en el que le avisaba que irían a su casa para alistarse para la fiesta.
De acuerdo, entonces, ella también se iría. Guardó el celular en su bolso y al hacerlo, se encontró con sus galletas.
"…puedes tomar decisiones acertadas en todo Kocho, no dudas, no vacilas y eso está bien."
Las palabras de Aoi retumbaron en su cabeza. Y ¿si se equivoca? Después de todo, no sabe lo que siente y a su vez tiene miedo de aquello que desconoce.
Pero quiere averiguarlo, necesita hacerlo.
Sin pensarlo, se dirigió a su salón y ahí estaba el motivo de sus confusiones, de sus sentimientos, de sus dudas y del latir desbocado de su corazón.
¿Será posible que en dos semanas esté más guapo? O era sólo un juego sucio de su subconsciente, una mala pasada óptica al ver como el sol hacía ver sus cabellos más brillantes mientras miraba a la ventana fumando un cigarrillo.
Su pulso acelerado, su añoro, sus dudas y sus confusiones sólo podían significar una cosa en lo que a ella le concierne.
Era ahora o nunca.
Ahora, no sólo la inspectora Kanzaki, Kanao y Nezuko tendrían un plan en mente. Ella también y lo llevaría a cabo pase lo que pase y en el peor de los casos, aún estaba en edad de equivocarse.
Ya luego se preocupará de las consecuencias.
Nunca llegó.
Shinobu Kocho nunca se presentó y ha estado esperando en la ventana verla salir vanamente. ¿Dónde se habrá metido?
Estaba jodidamente preocupado por esa niña y de aquí no la vería hasta dentro de un mes. Maldición.
¿Por qué sentía esa ansiedad al no verla?
La extrañaba…
Toc Toc
La puerta sonó y él se regresó a verla. ¿Será posible que sea ella?
En dos zancadas alcanzó la puerta, pero cuando la abrió ya no estaba nadie ahí. Recorrió el pasillo, pero no había señales de nada ni de nadie. ¿Quién diablos?
Giyuu se llevó una sorpresa cuando al regresar al salón se dio cuenta de que había ignorado un pequeño bultito sobre el piso. Se agachó a recogerlo, olía muy bien, era algo dulce.
Galletas.
En forma de osos y corazones, olían a canela y tenían chispas de chocolate encima. ¿Otra alumna que se quiere declarar? Pero de ser así, ¿por qué no esperó a que saliera?
Un papel se cayó cuando abrió la delicada envoltura de tul transparente que contenía a los bocadillos. Sin dudarlo lo abrió y una sonrisa se coló en su rostro involuntariamente al leer lo que estaba escrito con tinta morada.
"Nos vemos en el baile. Shinobu"
¿Seis palabras tan simples pueden tranquilizar un poco la angustia? Parece que sí, puesto que ahora se sentía un poco más tranquilo y desconcertado.
Sabía que estaba mal, que no debía ir. Es más, hasta hace cinco minutos no iba a hacerlo.
No debe, pero, quiere.
Sin embargo, ahora es diferente. Quiere preguntarle cómo ha estado, por qué no ha ido a sus clases, al examen, si hizo algo que la molestó y la alejó.
Pero, más que nada quiere verla.
Por alguna razón que desconoce, necesita verla.
Su recámara no era habitable en esos momentos. Ropas tiradas por todos lados, zapatos, accesorios de pedicura y manicura esparcidos por doquier, planchas, rizadores y maquillajes. Su cama había desaparecido sepultada entre tantas cosas, pero el resultado había valido la pena.
–¿Listas? –Preguntó Mitsuri desde el umbral de la puerta.
–Falta lo más importante. –Canturreó Shinobu mientras de su gran armario sacaba una caja. –No podemos ir a un baile de antifaces sin unos, ¿verdad? –Sin más que decir, sacó el contenido de la caja y repartió aquellos antifaces que ella misma escogió a sus mejores amigas.
Dorado para Mitsuri, que iba con un bonito vestido beige corto que dejaba ver sus torneadas piernas y sin escote debido a su gran busto. Incluso se había quitado sus trenzas y se alació el cabello, de no ser por su cabello tan llamativo no se le reconocería.
Rosa para Kanao, iba perfectamente con el vestido que habían comprado ayer. Era un bonito vestido corto color rosa con escote asimétrico, el cual dejaba un hombro descubierto mientras que el otro tenía una tira que se adornaba con una flor. Su cabello lo había soltado y estaba ondulado. Estaba satisfecha por cómo había arreglado a su hermana, perfecta para dejar sin palabras a Hideki y al tonto de Tanjiro.
–Para la chica más hermosa de la noche. –Le dijo a su hermana mientras le entregaba su antifaz, haciendo que su comentario le hiciera sonrojar.
El antifaz negro, para Nezuko. Ella sí que estaba irreconocible, su cabello recogido dejando sueltos dos mechones y su cuerpo envuelto en aquel diminuto vestido negro con escote en forma de corazón. Ella ya sabía que ese vestido le quedaría perfecto, sin mencionar que su tez clara contrastaba con la ropa.
–Una sexy muñequita de porcelana. –Murmuró Shinobu cuando vio con aprobación la transformación de la menor Kamado. –Así Zenitsu jamás volverá a decir que pareces una niña.
Nezuko regresó a ver a su amiga que se colocaba su antifaz morado. Shinobu iba con un vestido corto de escote cruzado con mangas cortas y hombros descubiertos. Dos mechones de su cabello estaban recogidos formando una media coleta. Se veía perfecta.
–Tú pareces una princesa. –Le devolvió el cumplido Nezuko.
–Sí, ya sabemos que yo desentono. –Se quejó Mitsuri. –Ustedes están irreconocibles.
–Te delata tu cabello, Mitsuri. –Corrigió Shinobu. –En lo demás, nadie pensaría que eres la segunda mente más brillante del distrito.
–Las personas sobrevaluan la apariencia. Es decir, creen que porque uno es inteligente debe tener granos, usar lentes, trenzas y frenillos. –Corroboró la muchacha de cabellos rosados. –Mírenme a mí, sólo uso trenzas e Iguro parece sacado de revista el muy desgraciado.
–Sí, y aun así te has puesto linda y también te has quitado las trenzas. –Canturreó Nezuko con el afán de molestar a su amiga. –Si Obanai estuviera acostumbrado a ir a las fiestas, diría que te has puesto guapa para ganarle también en eso.
–Yo no me pondría guapa por él. –Dijo Mitsuri firmemente.
–Claro, y por eso te ruborizas ante la mención. –Dijo con inocencia Kanao.
–Yo no soy como tú y Nezuko que tienen un motivo para su cambio extremo. –Rápidamente negó con la cabeza. –Pero apoyo su motivo por completo.
Todas rieron en coro mientras bajaban a encontrarse con el coche que las esperaba. Shinobu y Kanao vieron a sus padres fingiendo ser un típico matrimonio feliz, tan absortos estaban en ello que ni siquiera se voltearon a verlas salir. Apenas y contestaron la despedida.
Las cuatro se pararon frente al espejo de cuerpo entero del pasillo contiguo al servicio para visitas. Shinobu sacó su celular y sacó una excelente foto de las cuatro. Revisando la foto, Shinobu se dio cuenta de que era verdad, todas lucían hermosas.
Y, al parecer, las cuatro tenían sus motivos para estar así.
–Vámonos, Shinobu. –Apremiaron las tres muchachas a su amiga y se dirigieron al coche.
Todas las miradas se dirigieron a ellas cuando bajaron del auto de los Kocho. Claro que pocos fueron los que las reconocieron inmediatamente.
Ellas iban de morado, negro, beige y rosa. Tras de ellas, una peliazul igual de guapa enfundada en un vestido azul marino.
Los antifaces ayudaban a pasar de incógnitas, pero su presencia se sintió apenas pusieron un pie en el salón del baile.
Hasta Obanai Iguro, dominado por la curiosidad alzó la vista para ver de quienes se trataban.
Zenitsu examinó a las chicas, hermosas. De las cuatro, la que iba de negro era la que más llamaba su atención. ¿Quién sería? No la conoce, todavía, pero para el final de la noche tenía planeado hacerlo. La conocería, completamente.
Por otra parte, Tanjiro quedó sin habla al ver a las cuatro chicas, más específicamente a la que iba de color rosa. ¿A caso era…?
–Si no fueran estudiantes….
Giyuu escuchó como Inosuke se quejaba y alzó la vista para ver a las jóvenes por las que hacían tanto alboroto.
Sin duda, auténticas bellezas en flor de su juventud. Una de ellas se le quedó viendo tras su máscara y se detuvo cuando se encontró con sus ojos azules.
Esos ojos púrpura eran inconfundibles, era ella, enfundada en ese vestido morado.
Parecía una princesa.
Y él, se sentía un méndigo por desear a aquel ser tan prohibido.
Ella le sonrió y su corazón dio extrañamente un vuelco.
Y la noche, apenas comenzaba.
Próximo capítulo: Viernes 23 de agosto de 2024
