Notas Iniciales: Así es, dos perspectivas en una
II
Estimativa
Desde que fue diagnosticado con el gen licántropo, Ryuuguji Ken recibió una educación callejera especial donde los mayores criminales de la zona le mostraban las leyes que el bajo mundo manejaba, ya que no conocía a sus padres y había vivido rodeado de violencia, no le fue complicado acostumbrarse a su nueva realidad. Las mujerzuelas lo criaron, así que su aspiración más profunda de aquel entonces fue convertirse en guardián de esas calles; servir a su gente. Su estatura le favorecía y también el acuerdo de la Yakuza con la policía, el cual consistía en rastrear a delincuentes menores no afiliados a la organización que perseguían en su momento para arrestarlos, por lo que no tenían razón para retirarlo a una prisión de control especial para los de su condición. Era un adolescente controlado, adaptado a su entorno. Con el nombre de Draken pronto se convirtió en una autoridad respetable, y a nivel personal él se reconocía pleno. Por supuesto, tal hecho jamás le impidió asistir a la escuela, no era un alumno modelo pero no era pésimo por lo que sus circunstancias se encontraban relativamente equilibradas. Tal vez experimentaba cierta discriminación pero aquello no podía importarle menos cuando estaba muy ocupado en su deber como guardián, un solo gruñido bastaba para ahuyentar a esas molestias citadinas que pretendieron enaltecerse en su presencia.
Esa noche terminaba de retornar de sus rondines cuando notó a un grupo de mocosos que aparentemente habían estado merodeando el burdel por alguna clase de reto o morbo hormonal, cuchicheaban entre ellos buscando la manera de distraer a quienes resguardaban la entrada para infiltrarse sin pasar por el escaneo o siquiera obtener una invitación. Fastidiado Ryuuguji no tardó en aproximarse a ellos sin que alguno se percatase hasta que ya era tarde, miradas que se escandalizaron frente al descomunal tamaño del rubio, quien podía cubrirlos con su sombra sin problema.
—Oi, noto que están perdidos. ¿Necesitan a alguien que les muestre la salida? —cuestionó dando uso a un tono tan amenazante que los pobres chicos comenzaron a temblar.
Los porteros del prostíbulo no tardaron en apreciar la escena, por lo que rieron entre sí con la maravillosa actuación de Draken. Nunca los decepcionaba al entretenerlos. Era un hecho que los adultos ya se habían percatado de aquellos escuálidos muchachos que espiaban la posibilidad de convertirse en hombres a una edad tan temprana, pero no los consideraron una amenaza, así que habían decidido dejarlos ser, por ello era que les estaba divirtiendo ver cómo el chico que se había hecho con el título de Guardián en poco tiempo, atendía a los pobres ilusos que pretendían ganarse la experiencia sin consecuencias en esos barrios.
—N-Nosotros sólo e-estábamos… —balbuceó nervioso uno de los niños para tratar de explicarse y salir vivos de esta, más su esfuerzo no le valió nada.
— ¿¡Ah!? —gruñó Draken inclinándose hacia ellos para mostrarles los colmillos. Sólo eso bastó para que echaran a correr despavoridos, dándole a Ryuuguji la satisfacción de que no volvería a percibir sus desconocidos aromas cerca al menos durante una buena temporada.
— ¡Buen trabajo, Draken! —le saludaron los porteros desde la distancia haciendo señas con los brazos. Draken asintió con solemne seriedad mientras se acomodaba su morral (en el cual transportaba estupefacientes) para posteriormente caminar hacia aquellos rostros conocidos que le sonreían sin abstención—. Masawei-san debería darte más crédito por tus servicios extras, desde que llegaste ya no nos preocupamos por pequeñeces como esas. Siempre era tedioso amenazar mocosos picaros con nuestras armas.
—Lo hago con gusto, no hay necesidad de más reconocimiento —dijo con simpleza.
—Siempre tan modesto.
—Estaré dentro tratando de concentrarme por si me necesitan.
—Ojalá no te necesitemos, te mereces un buen descanso, Draken.
El adolescente se despidió de los dos hombres con camisas de hierbas verdes mientras cruzaba la puerta del edificio que vigilaban, andando por el semi-iluminado pasillo sin novedad hasta la cabina donde debía registrarse para adentrarse al lugar. Ahí fue recibido por el hombre que lo había criado y posteriormente adoptado, cuya apariencia era tan común e inofensiva que nadie se esperaría que alguien así estaría relacionado directamente con la Yakuza a pesar de todo.
—Oh, Ken-kun. Bienvenido.
—Sí, estoy en casa, Masawei-san. ¿Tienes algo para mí?
—No por el momento, así que puedes relajarte en tu habitación. —El castaño admiró la forma en que Ryuuguji escribía su nombre en uno de los espacios en blanco del papel, percatándose de un detalle interesante sobre sus grandes manos—. Te han crecido las garras. ¿Puedes mostrarme la dentadura? —En primera instancia Draken lo miró con irritación pero luego separó dócilmente los labios para mostrarle el interior de su boca—. Oh, con esas cosas seguro que arrancas con facilidad varias extremidades. ¿No has tenido problemas al masticar la comida?
—No pero comienzan a darme asco las pastas y los vegetales.
— ¿En serio? ¿Así que ahora basarás tu dieta exclusivamente de carne? ¿Qué más caro me vas a salir, pequeño bastardo? —dijo con aparente irritación, misma que fue opacada por la sonrisa que surcó sus labios al siguiente instante; realmente no tenía nada que reprocharle al chico cuando incluso se ocupaba de vender droga en sus ratos libres.
—No actúes como si no pudieras comprar cosas ilegales como una pantera, si quisieras.
—Que mocoso tan insolente te has vuelto.
—No más que tú, anciano.
—Sólo tengo 38 años, no soy tan viejo. La vida me ha tratado bien a diferencia de otros.
—Si todo sale de acuerdo a lo planeado, juro que me convertiré en tu mejor mina de oro, sólo espera a que llegue a la adultez.
—Me da miedo sólo pensarlo —bromeó el hombre volviendo a su trabajo mientras Draken se apresuraba más al fondo del negocio.
No tuvo que hacer más que caminar un par de metros para llegar a su guarida personal. Su habitación no era diferente al resto de cuartos destinados al burdel pero contenía todo lo que alguien con una vida sencilla como Draken pudiese necesitar o desear, así que apenas entrar se deshizo de lo que llevaba encima sin molestarse en colocar el seguro. A esas horas la actividad del recinto era evidente pero estando acostumbrado a los ruidos sexuales ni siquiera los consideraba molestos, sólo enfocaba su atención en sus propios asuntos y dejaba de escuchar esos constantes –y a veces viscosos– golpeteos. Tomó sus cuadernos y libros escolares de un estante dispuesto a completar las tareas de sus profesores, pues el resto del día se la pasó vagueando por la ciudad, así que no era su intención atrasarse en su desempeño académico. Para él aquella rutina era su vida perfecta, por ello es que jamás hubiese estado interesado en cambiarla.
Entonces ocurrió ese incidente con Sano Manjirou.
Las patrullas habían entrado al barrio sin previo aviso, haciendo que las noticias corrieran a cargo de los vigilantes que se encontraban en el más bajo rango de la Yakuza, estos se comunicaron con Draken irrumpiendo en su tranquilidad para que fuera a recibirlos y averiguar sus motivos y así lo hizo. Los policías le dijeron que un adolescente con gen vampírico acababa de ser identificado y había huido hasta esa zona con la intención de ocultarse, por lo que le pidieron darle caza siendo conscientes que sus poderes no harían ningún efecto en alguien como él. Al no tener manera de negarse, Draken aceptó la encomienda, le informó a su padre adoptivo que sus hombres no interfirieran aunque compartieran su gen, pues quería hacerse cargo solo para probar sus nuevas fuerzas. De ese modo comenzó a olfatear el lugar para encontrar un rastro discordante a todos los aromas que ya tenía bien identificados.
No le costó mucho hallarlo en uno de los callejones más silenciosos del barrio mientras este se encontraba de espaldas y bebía la sangre de algún idiota que debió cruzarse en su camino para brindarle apoyo, ignorante de su verdadera naturaleza. Draken se tronó los nudillos, preparándose para confrontarlo y sólo ese gesto bastó para llamar la atención del desconocido, el cual tiró a su víctima sin ningún respeto para girarse a quien osaba interrumpirlo en su alimentación, luciendo sin alguna clase de pudor su rostro empapado de sangre, cosa que a Draken asqueó.
—Hey, enano. Me parece que te has equivocado de territorio, más vale que te entregues a la policía antes de que lo haga yo por piezas.
— ¿De qué hablas? —La sonrisa del pequeño rubio se hizo presente mientras se acercaba al más alto, haciendo a un lado los gruesos mechones que se interponían en sus ojos bien abiertos, los cuales no tardaron en emitir un brillo antinatural. Draken frunció el entrecejo, preguntándose con incredulidad si acaso estaba tratando de hipnotizarlo—. Yo no estoy aquí, sé un buen chico y vuelve a tu casa.
Draken no pudo evitar reír en cuanto el otro se detuvo y cerró los ojos creyendo su objetivo cumplido, su reacción no tardó en desconcertar al más bajo, quien alzó la vista hacia el rostro sonriente de Ken en el instante que éste volvió a tomar su previa posición de combate.
—Qué pena me das. Tus pequeños trucos no funcionan conmigo.
— ¿No? —Mikey se mostró severamente irritado—. Ya veremos.
—Entiendo que es la primera vez que te enfrentas a alguien como yo, no te culpo por vivir debajo de una piedra —se mofó—. Por lo tanto, creo que lo mejor para ti es que vuelvas a tu hábitat.
Apenas terminar su frase, Ryuuguji lanzó un veloz puñetazo que el Sano esquivó sin dificultad, más los ataques de Draken no se detuvieron ahí, siguió lanzando golpe tras golpe con la esperanza de al fin impactarlos contra el rubio cenizo para atestiguar los frutos de su propio desarrollo, pero gruñó al darse cuenta que este tipo era particularmente hábil. De todos los sujetos con gen vampírico que había enfrentado, Mikey era el primero que sabía cómo distribuir su velocidad sin dejar un hueco débil en su defensa, lo cual le demostraba que había sido instruido en artes marciales y peleas callejeras por igual; lo admiraría más sino estuviera impaciente por terminar su trabajo e irse a preparar los deberes escolares que tenía pendientes en su habitación del burdel. Mikey saltó hacia atrás para establecer una distancia segura, relamiéndose los labios por lo impresionante de la técnica de combate que el contrario le estaba mostrando.
—Me gustas —lo elogió Manjirou con una sonrisa sincera—. Eres fuerte y con una gran habilidad, preferiría más que fuéramos amigos en lugar de estar aquí luchando entre nosotros.
— ¿Tú y yo amigos? No me hagas reír, pronto ni siquiera volverás a pasearte por las calles.
—No sería divertido dejarme capturar por esos oficiales, no es mi culpa tener hambre. —Mikey se llevó una mano a los labios, acariciándolos en un gesto melancólico—. No está bien, simplemente no encuentro a la persona que sea capaz de saciarme, todos mueren al instante y mi sed incrementa. Cada noche es más difícil retener el impulso de cazar, jugar con mis presas. Es un sentimiento desesperante, se eleva y me impide razonar. No puedo seguir así. Dime… —Los intensos ojos negros del pequeño rubio miraron en dirección a Draken—, si tú no eres como las personas comunes, ¿es posible que funcione si bebo tu sangre? ¿Qué tal si me muestras el cuello?
Manjirou se lanzó hacia el más alto con una maniobra casi desesperada, Draken lo bloqueó instintivamente y empujó a una distancia prudente para ejecutar una patada que pudiera noquearlo pero no funcionó, Mikey contraatacó de la misma forma y Ryuuguji se reconoció sorprendido de que alguien igualara su fuerza así. Había comprobado que los golpes a puño limpio del otro no eran tan potentes, así que se dio cuenta con esta demostración que su fuerza monstruosa se concentraba en sus piernas, por lo que sería imprudente tratar de darle batalla con estas. Volvió a los puñetazos hasta que por fin consiguió enviarlo contra el muro, donde se apresuró inmovilizarlo con la fiereza que lo caracterizaba sin importarle agrietar los ladrillos.
—No sé qué mierda estabas balbuceando pero esto se termina aquí —gruñó Draken desafiante.
— ¿Ni siquiera me dirás tu nombre? —inquirió Mikey con suavidad, en apariencia ajeno al dolor que le causaba encontrarse sujeto del cuello y a un metro del suelo sin ninguna posibilidad de escape—. Eres el primero en desafiarme de esta manera. El único que ha podido acorralarme. Me gustaría mucho saber quién es la persona que me ha vencido de forma justa.
Entrecerrando los ojos con suspicacia, Ryuuguji Ken reflexionó sobre la posibilidad de que con esto ese enano quisiera tenderle una trampa, pero luego de unos segundos considerándolo se permitió darle el beneficio, después de todo no parecía que fuera a soltarse ni tampoco dar uso a otro de sus poderes vampíricos; parecía completamente sometido a su poder, así que no podría suceder nada mientras no se le ocurriera bajar la guardia.
—Draken.
—Hablo de tu verdadero nombre, a mí también me conocen como Mikey pero soy Sano Manjirou. Soy el líder de una pandilla pequeña… bueno, lo era, ya que los asesiné a todos en cuanto sentí la necesidad de cambiar. —Draken no pudo negar haber sentido intriga con aquella historia y se cuestionó si por ese motivo era que ahora estaba siendo perseguido—. Me entregaré, sólo me gustaría conocer tu nombre antes.
—…Ryuuguji Ken —se rindió a confesar sin dejar de mirarlo a los ojos.
Aquello pareció gustarle al pequeño rubio ya que Draken lo sintió estremecerse y enseguida lo escuchó emitir un sonido complacido mientras volvía a sonreír con dulzura, casi como si acabara de recibir la mejor noticia del universo, por lo tanto la más conmovedora.
—Kenchin…
—No, es Ryuuguji Ken. No te atrevas a darme un sobrenombre como ese.
—Ya lo decidí —dijo de pronto con convicción, acariciando los dedos que mantenían apresado su cuello al mismo tiempo que su expresión poco a poco se tornaba maniaca, absolutamente aterradora—. Quiero que seas mío. —La repentina declaración contrarió de sobre manera a Draken—. Por favor sé mío. Entrégame tu sangre y tu cuerpo, a cambio te lo compensaré.
— ¿Ah? No seas ridículo, enano. No hay nada que poseas que pueda necesitar, y aun si así fuera, no lo aceptaría, te has equivocado de persona, no soy tu hombre.
—Mm, con que te gusta jugar difícil. No me desagrada eso, hace que quiera tenerte más.
— ¡Suficiente! —espetó—. Te llevaré en este instante con tus verdugos.
En cuanto Draken dejó de aprehenderlo contra la pared, Mikey se balanceó hacia adelante y atrás en un movimiento fluido para que sus piernas se posaran contra la misma de manera adecuada, tomando impulso y abalanzándose sobre el otro, consiguiendo capturarlo entre su menudo cuerpo y el suelo, clavando sin misericordia sus colmillos en el cuello contrario. Draken sólo fue consciente de lo que sucedía hasta que una sorpresiva parálisis atacó su cuerpo entero, siendo incapaz de defenderse una vez aquel punzante dolor evolucionó a una sensación placentera. Tenía conocimiento de que esto ocurría porque los colmillos de alguien con el gen vampírico inyectaban una sustancia parecida al éxtasis, con el fin de que su presa no se resistiera a que drenasen su sangre por completo. Sin embargo, de algún modo logró apretar sus hombros con pura fuerza de voluntad, aunque para su sorpresa Mikey no bebió de él hasta dejarlo seco sino que se detuvo para lamer lascivamente su cuello, cerrando con ello la herida abierta.
—Nunca había probado una sangre tan dulce —susurró causándole escalofríos—. A este punto ya te hubiese matado si fueras alguien más, pero continúas consciente e incluso trataste de empujarme lejos con tus manos. Después de lo que vi a través de tu sangre puedo dar crédito a tu naturaleza, ya que no te comparas ni siquiera a los adultos que comparten tu condición, eres alguien especial en todos los sentidos. ¿Quizás un superdotado? Y lo mejor, has llevado un estilo de vida interesante, lo único que yo he sufrido toda mi vida han sido problemas familiares.
—Te mataré, bastardo —lo amenazó Draken mordiendo las palabras, aborreciendo ser expuesto con tanta facilidad por ese enano engreído.
—No te preocupes, Kenchin. Cumpliré mi palabra, iré a prisión. Sin embargo, no lo haré sólo, no cuando finalmente te encontré.
Los ojos de Ryuuguji se abrieron conmocionados por lo que aquellas palabras podrían significar, así que trató con todas sus fuerzas levantarse. Mikey se hizo a un lado para darle espacio, procediendo acomodarse en cuclillas y observar con cierta adoración la movilidad que conservaba Draken, considerando el entumecimiento que solían experimentar quienes se exponían al veneno de sus colmillos. No cabía duda que era una criatura excepcional.
—No dejaré… que hagas lo que te plazca, maldito…
— ¿Es que no te gustaría tomar unas vacaciones? Tu rol como guardián sin duda es agotador.
—No me gustan las jaulas… y yo no soy un peligro para la sociedad como tú.
—Descubrámoslo juntos, Kenchin. Ya verás que será una experiencia divertida.
—…Vete a la mierda —escupió con dificultad.
—Puedo hacer que los guardias te liberen cuando quieras, ¿sabes? —Mikey se puso de pie, pasando de largo al más alto para dirigirse a la salida del callejón, listo para utilizar su técnica de hipnosis con el primer transeúnte que se cruzase en su camino para enviarlo llamar a los oficiales, pero antes se giró un momento a sus espaldas para sonreírle de forma traviesa a quien ocupaba el callejón junto a él—. Quiero tener la oportunidad de que nos conozcamos mejor.
A partir de ese momento las cosas fueron confusas. Como bien lo amenazó no le costó nada a Mikey hacer que los arrestaran juntos y fueran llevados a la patrulla, esposados y amordazados. Draken esperó que los miembros de la Yakuza interfirieran y lo sacaran de aquel absurdo aprieto, pero para su desgracia cada uno de los integrantes que se presentaron ante los oficiales, carecían del gen licántropo, por lo que fue fácil para Manjirou hipnotizarlos también. Estuvo obligado a observar con impotencia cómo eran llevados por las distintas carreteras hasta la estación de policía, donde fueron recluidos en la celda más cómoda llegada la madrugada, ya que dentro de poco los adultos comenzarían a reunir adolescentes con el gen licántropo que serían trasladados a la prisión de control de Tokio. Ahí, Mikey siguió pasando desapercibido por los policías, siendo tratado como otro del grupo, lo cual hacía rabiar internamente a Ryuuguji, odiando que las personas comunes fueran tan imbéciles por no repeler los efectos de esos molestos poderes.
Sin poder evitar que lo encadenaran junto a él en un mismo asiento, se agitó estresado para después tratar de dormirse lo más posible el tramo que les tomaría de camino al edificio mencionado. De hecho, Draken estaba tan acostumbrado al aroma de otros genes licántropos que fue el único que en ningún momento se mostró incómodo con la situación, en realidad se sintió un poco en casa con todos aquellos chicos de su edad alrededor. Si no fuera por el tipo vampírico a su lado podría comportarse más dócil, así que en su intento por calmar sus instintos asesinos luego de despertar, pateó el asiento de enfrente tan fuerte que el chico de cabello largo lo miró mal. Por desgracia estaba demasiado enojado para disculparse y continúo gruñendo hasta que les fueron asignados sus números de habitación en el recibidor y caminaron aquel asfixiante tramo a solas.
— ¿Tu familia sabe que estás ingresando a prisiones llenas de licántropos por diversión? —quiso saber rompiendo el silencio, en cualquier caso estaría condenado a lidiar con él hasta que Masawei notara su ausencia y comenzara a mover sus influencias para llevarlo de vuelta, mientras tanto podría tratar de conocerlo y así encontrar un punto débil con el cual vengarse.
—No, en realidad ninguno sabe de mí desde que acabé con todos los de mi pandilla.
— ¿Por eso decidiste fastidiarme a mí? —Draken no pudo reducir la cólera en su voz.
—No es mi intención fastidiarte, aunque por desgracia es un precio a pagar. Si hubiera dejado que me entregaras, no habría podido hablar contigo así. Estaría encerrado en un lugar repleto de plagas como yo, sólo pensarlo me provoca jaqueca. —Aquello llamó la atención de Ryuuguji.
— ¿No toleras a otros de tu calaña?
—Junta a dos caprichosos egoístas en una misma sala y no pasarán dos segundos antes de que se maten por quién se queda con el mejor sillón —ejemplificó rápidamente—. Dando uso a sus artimañas más sofisticadas, de modo que no parezca que uno de los dos causó la muerte del otro.
—Me impresiona que te expreses así de los tuyos.
—Bueno, somos seres solitarios. —Llegados a su recamara compartida, ambos rubios entraron sin más preámbulos, Draken cerró la puerta mientras Mikey iba a tirarse con los brazos extendidos sobre el colchón inferior de la litera—. Sabemos comandar a toda una legión, manipular a cuanto imbécil se nos pone enfrente, pero en la intimidad sólo aceptamos a nuestro Consorte.
— ¿Qué es un Consorte?
—Nuestra pareja de vida —explicó Mikey levantándose para mirar a Draken directo a los ojos, con un anhelo tan hondo que el receptor terminó retrocediendo conmocionado—. Alguien destinado a nosotros por ser todo lo que no somos. Un ser fiero, amable y leal. Alguien capaz de saciar nuestra hambre con su sangre.
— ¿Y piensas que yo soy eso?
—Me gustaría que lo fueras —admitió con facilidad.
—Ni siquiera me conoces, ahora mismo podría estar buscando sacarte información para golpear tu debilidad y asesinarte con ello.
—No me importa, voy a responder a todas tus preguntas porque es lo justo, ya que yo tomé información de ti antes sin siquiera pedírtelo.
—Eso es…
— ¿Inesperado? —adivinó Mikey dibujando una sonrisa en sus labios—. Descubrirás que tengo algunos códigos de honor que me hacen alguien confiable.
—Yo diría "engañoso".
—Probablemente.
—Es decir, sólo un estúpido no vería a través de tus mentiras. —Ryuuguji se aproximó al pequeño rubio, quien no se mostró en ningún momento intimidado por su tamaño o la sombra que ensombreció su figura sin tanta complicación—. Realmente hiciste todo esto porque estabas aburrido, ¿verdad? No lo provocaste únicamente por tu condición vampírica.
Unos instantes los dos involucrados en la conversación compartieron miradas, tensas y desafiantes, al menos hasta que una sonrisa amistosa se formara en el rostro del más bajo, quien sintiéndose mucho más interesado por el chico que había elegido para que lo acompañase, no pudo evitar divertirse a costa de sus propios descuidos.
— ¿Intuición lobuna? —quiso saber.
—Es un sexto sentido que se enlaza a nuestro instinto.
—Pues no estás en un error —confesó—. Es cierto, he estado muy aburrido, por eso quería vivir una aventura tipo manga shonen como el protagonista que se embarca al peligro después de un trágico acontecimiento, conoce aliados y combate en la batalla final contra el villano, causante de todos sus males.
— ¿Acaso por esa idea tan absurda fue que asesinaste a los de tu pandilla?
—Claro que no, no sería un protagonista respetable si yo fuera el autor de dicha tragedia.
— ¿Y entonces?
—A ellos los maté porque no me servían en mi nueva travesía. —Su respuesta hizo a Draken apretar los puños con furia—. No es como si hubiese llegado a encariñarme con ellos, estaban conmigo porque yo era fuerte e inspiraba respeto en nuestros oponentes. Nadie quiere luchar contra alguien invencible. Pensé que al beber sus sangres se rellenaría un poco este hueco que siento por la carencia de desafíos en mi vida, los convertí en mis presas, me tomé la molestia de darles tiempo de huir y esconderse. Así que fue muy desafortunado que la policía me atrapara en el acto.
—Así que huiste.
—Pero es cierto lo que dije en un principio, Kenchin. Quiero que tú seas mi Consorte.
—No —Draken suspiró estresado—. Ya te dije que no soy tu hombre, aborrezco la idea de servirle a alguien que ni siquiera sabe el lugar que le corresponde en el mundo. No pienso además concederle mi sangre a alguien que mata por diversión.
—Es una lástima porque ya no tienes opción —espetó de forma burlona.
— ¿Qué quieres decir con eso?
—Ahora que hemos sido encerrados, no hay manera de que me alimente de los humanos que hay alrededor, hacerlo no tardaría en levantar sospechas.
Draken se quedó quieto procesando la información que acababa de recibir, su expresión cruzando de la sorpresa, la confusión, el shock y la agitación mientras que Manjirou seguía sonriendo complaciente, en espera de que el entendimiento de su compañero de cuarto finalmente explotara, lo cual ocurrió de la forma más llamativa posible; se daba cuenta que pese a su actitud tranquila, Ryuuguji Ken era capaz de perder los estribos una vez rozando las cuerdas correctas,
— ¿¡AH!? ¡No seas ridículo! Puedes alimentarte de ellos como has hecho hasta ahora.
—No puedo —Mikey habló con gran paciencia, como si le explicara las tablas de multiplicar a un niño—. Desde que comencé a chupar sangre, consumo entre cinco a ocho humanos por noche, sin esperanza de que vuelvan a la consciencia después de mi ataque.
—Deberías ser capaz de consumir sólo la sangre necesaria.
—Esa es mi pauta mínima, ya que soy un chico con gen vampírico en crecimiento. Además, si les quitara, digamos, la mitad de su sangre no tardaría en provocarles enfermedades como la Anemia y el caso sería el mismo. Y debo decir que no me gusta desperdiciar una buena comida.
— ¡Pues aprende a medirte!
— ¿Es que quieres que me muera, Kenchin?
—Si te alimento yo mi fin sería el mismo.
—Por supuesto que no. —Mikey se puso de pie para aproximarse al más alto, quien retrocedió por inercia al ver el rostro contrario relativamente más cerca a sus ojos—. Estaba seguro de haberte quitado al menos la mitad de tu sangre cuando te ataqué. Sin embargo, mírate, conservas la vitalidad y fuerza que un humano normal no podría aun siendo el más saludable del mundo. Si no me equivoco, sólo tuviste que descansar unos minutos, así que eso debe significar algo.
—Cualquiera con el gen licántropo podría mantenerse en pie con un breve descanso incluso después de que alguien como tú le drenase la sangre, es parte de nuestra naturaleza.
— ¿Ah, sí? —Mikey se hizo hacia atrás con aquella información, manteniendo un semblante infantil y optimista—. ¿Quieres que hagamos la prueba? —Draken entrecerró los ojos, temiendo a lo que ese enano se podría referir con dicha pregunta—. Todos los que conforman este grupo poseen el gen licántropo, ¿no? Me bastaría beber la sangre de otro para comprobar tu teoría.
—Olvídalo —gruñó Draken al momento—. No participaré en algo tan ruin.
—Pero si no quieres apoyar mi supervivencia ofreciéndome tu sangre, ¿de qué otra manera puedo quedarme para continuar con nuestra convivencia?
—Simplemente sácanos de aquí de la misma manera que nos metiste.
—Ay, Kenchin —se burló Manjirou—. Si hago eso buscarás la manera de irte y yo quiero que estemos juntos un tiempo para conocernos y hacer que te encariñes conmigo. —Draken guardó silencio con aquella respuesta, incapaz de afirmar o negar nada—. Está decidido entonces.
Manjirou se retiró hacia la litera nuevamente, deteniéndose antes de tomar posesión del colchón inferior con una nueva idea adueñándose de su cabeza, motivo por el que se giró hacia su compañero de habitación que no se había movido del mismo lugar desde que se atrevió invadir su espacio personal con intenciones de intimidarlo.
—Por cierto, ¿cuál cama te gustaría tomar? ¿La de arriba o la de abajo?
—Me gusta sentirme preparado y seguro mientras duermo… me quedaré con la de abajo.
— ¡Muy bien! —exclamó con creciente alegría para enseguida saltar con una gracia impresionante a la cama superior, comentando lo mucho que había deseado tener esa experiencia mientras se estiraba y removía hasta encontrar la mejor posición. Draken por su parte no estaba seguro de qué pensar sobre ese singular rubio, si no supiera lo que era gracias a su olfato y añejo conocimiento, podría considerarlo un chico relajado. Inconscientemente se llevó la mano al cuello donde había sido mordido, descubriendo que no quedaban indicios de este hecho, no pudo evitar preguntarse cómo es que era posible si un mordisco así quedaría grabado de por vida en la piel del receptor—. Elegí no dejarte marca a menos que aceptaras convertirte en mi Consorte —dijo Mikey como si hubiese sido obvio o quizás escuchado sus pensamientos, Draken se tensó frente a la última posibilidad—. No me molesto en cubrir evidencia de mis ataques cuando considero a alguien simple comida, apuesto a que no sabías que podíamos hacer eso también.
—Ciertamente es un dato nuevo.
—Creí que habías tratado con suficientes personas con gen vampírico para poseer esta información.
—No es algo tan básico.
Mikey tarareó pensativo, tentado a continuar haciendo preguntas al respecto pero absteniéndose ante el picor de sus colmillos, los cuales acarició con la lengua con la intención de consolarlos, ya que no habría sangre dispuesta para él dentro de poco y no pensaba presionar a Ryuuguji de concederle sus venas por el momento.
— ¿Tienes una idea de a quién podríamos utilizar para nuestro experimento?
—Ya te dije que no voy a participar en esta locura, sólo haz lo que tengas que hacer para sobrevivir. Pero si te descubro, no dudes que lucharé contra ti. Protegeré a los de mi clase, así no sepa el tipo de lacras que son todavía.
—Eres tan honesto —comentó Mikey con una sonrisa maliciosa—. No me desagrada.
Ryuuguji bufó nada conmovido por sus palabras, prefiriendo enfocarse en contemplar los estantes vacíos que se mantendrían de la misma forma durante toda su estancia, lo cual le preocupaba. Era necesario que contaran con cambios de ropa, además de los juguetes que él usaba para morder y así controlar las ansias que le generaban sus cambios corporales, tendría que solicitarles algunos a los encargados del edificio por su propio bien, no quería ni pensar lo estresante que sería convivir con el enano que tenía de compañero en ese reducido espacio. Con esa idea se dirigió nuevamente hacia la salida, llamando la atención de Mikey.
— ¿Te vas ya? No creo que hayan servido tu comida aún.
Pero Draken no se molestó en responder a las dudas de Manjirou, quien sonrió entretenido con la actitud esquiva de su nuevo compañero de habitación, convencido de que sería interesante llegar a conocerlo mejor y con suerte derrumbar sus barreras. Ryuuguji emergió a los pasillos olfateando en su búsqueda por alguno de los guardias encargados de administrar el edificio, aromas que lo llevaron a lo que parecía ser el comedor, donde para su fortuna se topó con un rostro que no había visto en mucho tiempo, tan inmerso en su terrible situación para mirar a cualquiera de sus demás compañeros recién internados en el edificio.
— ¿Mitsuya?
—Oh, ¡Draken! —le reconoció aquel muchacho con cabellos teñidos de plateado, quien dejó de acomodar las mesas para acercarse al rubio—. Yo sabía que en algún momento tenías que notarme. ¿Qué haces aquí? Creí que estarías instalado permanentemente en ese barrio Yakuza.
—Se suponía, ocurrieron cosas.
— ¿Es algo que puedas compartir? —quiso saber frunciendo el entrecejo. Draken miró a sus espaldas y olfateó para asegurarse que ese enano no estuviera ni remotamente cerca, entonces rodeó a Mitsuya Takashi de los hombros con un brazo, empujándolo lejos de la entrada para comunicarle su situación entre susurros.
— ¿Notaste al enano que vino conmigo? Tiene el gen vampírico.
—Me di cuenta, los licántropos como nosotros no podemos hipnotizar gente. ¿Por él estás aquí?
—Se ha obsesionado conmigo, creo que quiere convertirme en una especie de soporte alimenticio, ya que me ha dicho que por más que bebe sangre no puede saciarse.
—Vaya, ese es un serio problema.
— ¿Y tú por qué estás aquí? —Draken dejó de abrazar a su amigo de infancia para normalizar el volumen de su voz—. Creí que el medicamento había logrado erradicar tu gen.
—Al parecer hubo un problema con la dosis que me asignaron. De un momento a otro mi cuerpo comenzó a mutar. —Mitsuya le mostró los colmillos a Ryuuguji que, aunque no eran tan visibles como los suyos, sin duda resaltarían con los de una persona común—. Por suerte no ataqué a nadie en ese estresante proceso pero me preocupé por la seguridad de mis hermanas, así que le pedí a Hakkai y Yuzuha que llamaran a mi doctor, él me revisó y determinaron que lo más conveniente para evitar accidentes sería que me recluyeran una temporada, ya sabes, por temas de integridad y eso, la casera teme que vaya a perder el control.
— ¿Todavía hay esperanza de que se revierta?
—Eso han dicho, a diferencia de otros con mi condición, los profesionales han sabido manejarlo. Sin mencionar que camino aquí no me percibí amenazado en ningún momento.
—Me alegra saberlo —dijo Ryuuguji genuinamente entusiasmado con el caso de quien fuese un amigo importante en su proceso de adaptación. Le debía mucho a este sujeto tan amable y perspicaz, dudaba hubiese sido lo mismo sin él. Y aunque en un punto le dolió dejar de frecuentarlo por su cambio de ubicación, veía que había servido de mucho a su mejora personal.
—En todo caso, ¿necesitas ayuda?
—Por el momento no, sólo te aconsejo te vigiles la espalda, podría atacar en cualquier momento.
— ¿Hablas de mí? —cuestionó el rubio más bajo desde la puerta ligeramente abierta. Ambos chicos ya lo habían escuchado aproximarse, por ello no fue una sorpresa escucharle, aunque Mitsuya se inclinó por analizarle con más cuidado que antes—. ¿Eres amigo de Kenchin?
—Lo es —espetó Draken sin darle tiempo a Takashi de responder—. ¿Tienes un problema?
—Genial, en ese caso mucho gusto. —Mikey le tendió la mano tras haber roto la distancia que los separaba, gesto que Mitsuya correspondió tranquilamente.
—Lo mismo digo. Me parece curioso que decidieras pasar unas vacaciones dentro de un sitio como este, creí que los de tu condición aborrecían las feromonas licántropo que despedimos inconscientemente.
—De hecho es la primera vez que convivo con personas como ustedes —confesó Mikey con naturalidad—. No quiero causar daño así que, ¿serías tan amable de guardarme el secreto?
—Draken debe gustarte mucho para que hagas algo como esto.
—Bueno, me pateó el trasero antes.
—Es una linda manera de enamorarse —bromeó Mitsuya para absoluta conmoción de Draken y diversión del chico vampírico que no dudó echarse a reír a carcajada limpia.
— ¡Tú si me comprendes! Ahora entiendo porqué Kenchin te tiene tanta confianza.
—Me halaga que lo creas.
—Eres mi amigo del alma Mitsuya, obvio que te tengo en alta estima —dijo Draken casi por automático, algo que sorprendió a ambos espectadores—. Si algo te ocurriera haría que el infierno se desatara en la tierra —agregó mirando de soslayo a Mikey, quien comprendiendo la indirecta sonrió con malicia y entretenimiento a partes iguales. Takashi debió comprender las implicaciones de igual forma por lo que no se interpuso en el tenso intercambio de miradas.
Todo indicaba que algo de extrema magnitud estaba a punto de ocurrir entre los muros de aquella fortificada prisión de control.
