[Drabble]

Inexpertos

—Sage & OC/Venus—

Sage sonaba tan nervioso como lo estaba ella, en su silencio.

—Dicen que, cuando dos personas se gustan, suelen…

El sonrojo en la hermosa cara de Venus, se acentuó.

¿Suelen qué? ¿Besarse?

Advertencias: WHAT IF. / Presencia de OC (NO-SELF INSERT). / Ubicado en un "semi universo alterno".

Disclaimer:

Saint Seiya © Masami Kurumada.

The Lost Canvas © Shiori Teshirogi.

Inexpertos © Adilay Vaniteux/Rashel Vandald.

Aclaración: Este fic participa en el FLUFFTOBER 2024 realizado por el grupo en Facebook "Es de fanfics".

Día 1: Primer día de novios.

Notas:

Desde el primer fanfic que hice de esta "ship" me quedaron ganas de darle un poquito más de atención. La verdad, sí me da curiosidad y espero sea de su agrado leerlo.

Aclaración:

—» Venus de Piscis es uno de mis personajes originales, santa de piscis en el siglo XVI, de The Lost Canvas; su primera aparición fue en el fanfic "Planes de Guerra".


NO PLAGIEN, NO RESUBAN Y TAMPOCO TRADUZCAN SI YO NO LO HE AUTORIZADO. —Gracias.



Él tenía 21 años… ella tenía 20 años.

A las edades que ambos tenían, muchos otros, hombres y mujeres, ya tenían hijos. A las edades que ambos tenían, la palabra "timidez" era sólo eso. Una palabra.

—¿Y…? ¿Qué se supone que hagamos ahora? —preguntó Venus, mirando, con un enorme sonrojo en su rostro, las olas chocar contra las rocas, a unos metros abajo.

Esta tarde, ella había estado sentada al borde de un risco, mirando el mar; Sage de Cáncer había llegado y… de pronto, él le había dicho que estaba enamorado de ella. Venus no era una cobarde; pero tampoco era nada observadora; ella nunca se imaginó que él la viese de ese modo, por lo que su confesión la tomó por sorpresa; de hecho, Venus en un principio le pidió a Sage que no jugase así con ella, pero él se sentó a su lado sin ser invitado y le dijo que estaba siendo honesto.

Y que, si ella no le correspondía, estaría bien. Qué no volvería tocar ese tema.

»Es que… tú también… me… gustas, Sage —susurró ella cada palabra, y aún así, él la oyó.

Y ahora estaban aquí.

Uno sentado al lado del otro.

Sin saber qué más hacer.

—Bueno… —Sage sonaba tan nervioso como lo estaba ella, en su silencio—, dicen que, cuando dos personas se gustan, suelen…

Tensándose, el sonrojo en la hermosa cara de Venus, se acentuó.

¿Suelen qué? ¿Besarse?

De pronto, la usual fiereza de la santa de piscis se convirtió en nervios y se dijo que, en definitiva, si alguna vez hubo una hermosura femenina en ella; sus combates, sus entrenamientos… la habrían asesinado hace tiempo.

Tenía muchas sus cicatrices y actuales raspones en todo su cuerpo, especialmente en su rostro…

Y, si Sage se acercaba lo suficiente solo para ver que, detrás del gran fleco rubio que cubría parte de su rostro precisamente para no ser observada todo el tiempo sin la necesidad de cubrir su cara con una incómoda máscara… había sólo una piel descuidada, unos ojos cansados y unos labios resecos…

¿Él…? ¿Él se decepcionaría?

Venus de Piscis no era ninguna cobarde.

Y aún así temblaba ante la posibilidad de que, al estar así de cerca, él no la considerase atractiva.

Nunca antes le había importado lo que los hombres pudiesen pensar de ella; de hecho, para Venus siempre fue una meta que no se le viese como una mujer hermosa sino una pesadilla.

Tímida. Muy tímida. Ella apretó sutilmente sus manos sobre el suelo rocoso donde estaba sentada.

Durante años, ella misma se encargó de eliminar cualquier rastro de "perfección" de su ser. Al hartarse de las miradas y el acoso, Venus se cortó su melena, dorada y rizada, hasta que las puntas apenas tocaban su nuca; no cuidaba su piel; no usaba ningún tipo de maquillaje ni perfume, no endulzaba su voz, es más, la hacía más ronca adrede… no vestía siquiera como lo hacen todas las mujeres… vestía como un hombre, y por eso solía casi siempre llevar la armadura de piscis. Hoy era una excepción, porque había esperado estar sola.

Estaba sucia. Llena de polvo y heridas. Usando ropa de hombre.

¿Qué había visto Sage en ella? En definitiva, su físico no podría ser.

¿O sí?

Suelen, ¿qué? —musitó ella, dejando fluir por primera vez en meses, su verdadera voz. Sin forzarla a sonar más grave.

Venus aún no tenía el valor de mirar a Sage a los ojos. Trataba de mantenerse serena a pesar de haber desvelado sus propios sentimientos hacia un hombre que, a su modo, se había grabado en fuego en su corazón, en todos estos años de compañerismo.

Cabe mencionar que, Sage jamás la ha hecho sentir incómoda ni inferior por ser una de las pocas mujeres santas, y la única en este siglo, en ostentar una vestidura dorada. La única santa en negarse en usar una máscara y tener el permiso de Athena para no hacerlo. Sage nunca le ha hecho comentarios desagradables y jamás le ha dado motivos para creer que, en estos momentos, él sólo estaría jugando con ella para llevársela a la cama.

Ella le creía. Quería creerle.

Oyó a Sage carraspear su garganta, antes de responder.

—Ellos suelen… tomarse de las manos.

Venus sintió que su cuerpo se relajaba considerablemente al mismo tiempo que, su rebelde y temblorosa mano derecha, se estiraba con timidez hacia él.

Ella aún no podía mirarlo. Su corazón latía muchísimo. Y este casi saltó de su pecho cuando sintió a Sage sujetándola con una delicadeza imposible de creer.

—Aunque no lo creas… —dijo él, sonando ameno y relajado, manteniendo las manos de ambos en el aire—, estoy muy feliz.

Pasando saliva con mucho esfuerzo por garganta, Venus no pudo evitar sonreír tontamente. ¿Por qué de pronto quiso gritar con emoción y correr en círculos como lo haría una chiquilla?

—También yo —susurró en respuesta, esperando que él le creyese.

—FIN—


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