- No... - desvió su rostro. - No podemos...

- Te extraño... te extraño demasiado. - murmuró, mientras volvía a envolverla en sus brazos.

- Amor... - se acomodó en su pecho. - No es el momento, ni el lugar.

- No te imaginas cuánto he deseado tenerte a mi lado estos días... cuánto te he deseado en las noches.

- Inuyasha. - sonrió. - No empieces.

- ¿Recuerdas la última vez que lo hicimos?

- ¿Cómo olvidarlo? Es increíble que hayan pasado dos meses sin... eso.

Cerró sus ojos, recordando aquel momento.

Inicio del flashback.

- Amor... - suspiró, mientras los labios de él recorrían su cuello con delicadeza.

- ¿Te gusta, hermosa?

- Me encanta. - se mordió los labios.

Sus cuerpos estaban unidos en uno, en un suave vaivén, el cuál les permitía sentir y acariciar cada parte de la anatomía del otro.

- Te amo. - mordió el lóbulo de su oreja.

- Yo igual... te amo demasiado.

- ¿Segura? - sonrió, arqueando una ceja.

- ¿Por qué lo dices? - se sorprendió.

- Iris in imbicil. - rio, replicando la frase que ella le había lanzando en la discusión de la tarde.

- Oh... - se sonrojó. - Lo siento... no quise...

- Shhhh. - apoyó sus labios sobre los de ella. - ¿Cómo pensaste que me lo iba a cobrar?

Sonrió pícaramente, comprendiendo a lo que se refería, por lo que, se elevó un poco, mordiendo su labio inferior. Inmediatamente, salió de su interior, volteándola y apretando fuertemente su trasero.

- ¿Estas dispuesta a disculparte? - susurró en su oído, acomodando su miembro en su entrepierna.

- Con creces. - lo miró por sobre su hombro, al mismo tiempo en que un sonoro gemido abandonaba sus labios en el momento en que él la penetraba con intensidad.

Fin del flashback.

- Por favor... ven esta noche conmigo. - murmuró contra su cuero cabelludo.

- No... - respondió en el mismo tono, alejándose unos centímetros. - Si voy... ¿Qué pasará después?

- No lo se. - acarició su mejilla.

- ¿Quieres volver conmigo?

- ¿Vas a ir a terapia?

- Estamos en el mismo lugar que el día en que nos separamos, mi amor. - dio un paso hacia atrás. - Tengo que marcar mi ingreso... sólo me quedan unos minutos.

- Comprendo... ¿puedo escribirte?

Ella asintió.

- Gracias... por traerme, Inuyasha... ten un buen día.

- Kag. - volteó. - Te amo.

- Yo también te amo. - sonrió melancólicamente, mientras aquellas lágrimas volvían a mojar sus mejillas.


Hizo un esfuerzo descomunal para no voltear, a sabiendas de que, si lo hacía, probablemente no resistiría y se lanzaría a sus brazos. Su cuerpo temblaba, aunque supo disimularlo bien.

Ven conmigo esta noche...

Jamás se imaginó escuchar aquella frase luego de su separación, mucho menos la misma mañana en la que habían vuelto a verse después de muchos días, los cuales, para ella, habían sido eternos.

Quiero... quiero ir contigo, pero... ¿Qué va a pasar al amanecer? ¿Regresaré a casa sola, reprochándome el haberme entregado nuevamente a ti?

Meneó su cabeza, tratando de alejar todos esos pensamientos de su mente, al mismo tiempo en que marcaba su ingreso y emitía un pequeño suspiro. Tomó su móvil, tratando de regular su respiración al notar que sus manos aun temblaban.

- Sango... - murmuró, observando el mensaje. - Pobrecita.

Inicio del flashback.

- ¿Cómo te encuentras? - le extendió una taza de te.

- Bueno... no se como explicarlo. - suspiró, bebiendo un sorbo. - La casa... aunque pequeña, se siente muy vacía, además...

- Has vuelto a tener ataques de ansiedad, ¿verdad?

- Hace unos días tuve uno y... fue horrible. - meneó la cabeza al recordar lo mucho que le había costado el volver a controlarse, sobre todo al verse sola en aquella situación. - ¿Qué hay de ti? No te ves mejor que yo. - sonrió.

- No lo estoy. - le devolvió la melancólica sonrisa. - Todo esto... no ha sido fácil... las gemelas demandan demasiado tiempo, fue por eso que te cite a esta hora. - señaló el reloj. - De lo contrario, no te hubieran dejado tranquila.

- Sabes que no me molestan, pero comprendo lo que me dices... tal vez necesites un poco de tiempo para ti, ¿Qué hay de Miroku? ¿él no puede cuidar a las niñas?

- Él es un idiota. - respondió en un tono de triste enojo. - Últimamente ha estado más ausente de lo normal. - dejo la taza sobre la pequeña mesa. - ¿Inuyasha nunca te dijo nada?

- ¿He?

- Sabes que ellos se reúnen una vez a la semana, tal vez... Miroku pudo haberle comentado algo...

- Sango, ¿Qué insinúas?

- Tal vez... la vida de familia no es para él, quizás extraña su vida de soltero.

- Sango.. hace 9 años que están juntos. - sonrió. - ¿Realmente crees que él va a reemplazarte por otra mujer?

- Justamente por eso, Kag. - suspiró. - En 9 años pasaron muchas cosas, tú bien lo sabes...

- Y también se que te ama. - colocó su mano sobre la de ella. - Si pudieron superar su primera crisis, podrán superar esto.

Fin del flashback.

- Buenos días, Sango, por supuesto que quiero, iré ni bien termine mi turno en el hospital, si necesitas algo, sólo llámame.

Envió el texto y guardó las cosas en su casillero, al mismo tiempo en que se quedaba observándo su tatuaje.

- Miyuki... ¿Cómo hubiesen sido nuestras vidas contigo? - murmuró, mientras sus ojos se llenaban de lágrimas en ese instante.

Inicio del flashback.

- ¿Crees que será niño o niña? - preguntó, mientras observaba su pequeño vientre en el espejo del cuarto.

- Mmmm, no lo sé, ¿tú que sientes?

- ¿Cómo? - lo miró.

- Bueno, dicen que las madres pueden deducir cuál será el sexo de su bebé.

- Es sólo una leyenda. - sonrió, devolviendo su mirada al espejo, al mismo tiempo en que él se ponía de pie y la abrazaba. - Pero... si es por eso, creo que será niño.

- Bien, un príncipe es todo lo que necesito. - comenzó a acariciar su barriga. - ¿Has pensado en algún nombre?

- Tengo algunos en mente, pero hay uno en particular...

- Te escucho.

- Miyuki.

- ¿Miyuki? ¿es nombre de niño?

- Si, significa... luz brillante y... - colocó su mano sobre la de él. - Él es la luz que le faltaba a nuestras vidas, ¿no crees?

- Me parece perfecto. - la volteó, besándola tiernamente. - Ustedes son la luz de mi vida...

Fin del flashback.

- Y... después de eso... - aspiró una gran bocanada da aire. - Ya no estabas con nosotros...

- ¿Kag? - limpió sus lágrimas a toda velocidad al escuchar su nombre. - Oh, lo siento, pensé...

- Hola, Ayumi. - sonrió falsamente. - Lo lamento, estaba terminando de guardar mis cosas para ir a ayudarlas.

- Tranquila, no pasa nada. - le devolvió la sonrisa. - Venía a comentarte que... Mayumi está aquí.

- ¿Mayumi? - se sorprendió. - Pero... el siguiente control de ella era en... - se quedó en silencio, comprendiendo lo que sucedía. - Dios mío... - llevó la mano a su pecho. - ¿Ya le dijeron?

- Ella ingresó con mucho dolor en la zona abdominal... se le deberá aplicar una cirugía de emergencia... o ella podría morir.

- Pero... ¿Qué sucedió?

- Aborto. - susurró. - Aún no sabemos las causas, pero el bebé... ya sabes.

- Si, comprendo perfectamente. - tomó su cabello, elevándolo en una cola alta de caballo.

- El problema es que su madre quiere que la duerman y ella... ella quiere ver a su hijo. - suspiró. - No sabemos que hacer.

Salió de la sala, seguida por Ayumi, quién la guio hasta la habitación de Mayumi.

- ¡Tú no entiendes!

Abrió la puerta, encontrándose con la jovencita, completamente atravesada por la ira y el dolor, la cuál observaba fijamente a su madre.

- ¡Señorita Kagome! - sus labios se arrugaron cuando sus ojos verdes se fijaron en ella. - Por favor... - extendió sus brazos hacia ella y, sin dudarlo, se acercó a la cama, abrazándola con fuerza. - Quiero ver a mi bebé...

- Mayumi... - su madre se pronunció.

- ¡Es mi hijo! - chilló. - Usted me comprende, ¿verdad? - buscó suplicante la mirada de la mujer. - Usted entiende a lo que me refiero...

- Claro que te entiendo. - le sonrió, mientras acariciaba la parte posterior de su cabeza. - Sólo déjame ver que puedo hacer, ¿si?

- Por favor...

- Regreso en un momento. - miró a Ayumi. - ¿Puedes quedarte y hacerle compañía? - la joven asintió. - Señora, ¿podría acompañarme un momento?

Kagome y la madre de la joven salieron al pasillo, mientras esta última, cerraba las puertas a sus espaldas.

- Dígame enfermera.

- No quiero sonar irrespetuosa, pero Mayumi está pasando por el peor momento de su vida, no tengo dudas de eso, y... lo último que necesita es discutir con usted.

- Oh, lo lamento si se vio mal, pero... no quiero que ella se quede con esa última imagen, siento que será traumático para ella.

- Esto ya es un trauma, señora. - respondió con seriedad, pero sin perder la calidez de su voz. - Créame que el hecho de no mostrarle a su bebé no significará que dolerá menos... si realmente es su deseo... deje que vea la carita de su niño.

Yo hubiese deseado poder ver al mio...

La mujer desvió la mirada, con sus ojos llenos de lágrimas, sin embargo, permaneció en silencio.

- Este camino será muy duro de transitar, señora. - sus ojos volvieron a encontrarse. - Y... le suplico que no la deje sola en esto, ayúdela... ella llevará un dolor indescriptible, tal vez por el resto de su vida, pero... tiene que asegurarse de que la vida no se convierta en una tortura para ella.

- Gracias. - murmuró, reprimiendo aquel llanto que amenazaba con salir en cualquier momento.

- Iré a hablar con el doctor, ¿de acuerdo?

Volteó y salió por el pasillo, atravesando diferentes habitaciones, hasta llegar a la sala de obstetría, en donde el hombre se preparaba para la cirujía.

- Doctor Jinshi.

- Señorita Kagome. - se colocó el barbijo. - ¿Está lista?

- Yo... no estoy lista, no todavía. - desvió la mirada.

- Kagome...

- ¡Lo sé! No hace falta que me lo digas.

- ¿Te harás cargo de las consecuencias? - ella asintió. - Bien, dile a Denisse que venga en tu lugar y fíjate bien que discurso prepararás para el supervisor porque ya no te tendrá tanta paciencia.

- Gracias...

El hombre salió mientras ella comenzaba a masajear sus cienes.

Si tan sólo pudiese mostrarles lo que se siente... quizás ellos vean esto todo el tiempo, pero cuando lo vives...

Nuevamente, reprimió su llanto, saliendo y dirigiéndose a la zona de Neonatología, en donde se quedaría en lugar de su compañera.


Extra: Misma historia.

Abrió sus ojos, extendiendo su mano sobre la cama, encontrándose completamente sola, como cada mañana desde su casamiento. Suspiró y se puso de pie, trastabillando de inmediato.

- Bebé... hoy no, por favor...

Tuvo que correr al baño, en donde pasaría los siguientes diez minutos presa de las nauseas matutinas.

- Te juro que te molestaré demasiado, llenándote de besos, cuando por fin estés entre mis brazos. - sonrió, acariciando su vientre. - Realmente esto es duro.

- ¿Señorita Rin? - la voz de Hanna la sacó de sus pensamientos. - ¿Se encuentra bien?

- Si, no te preocupes. - se puso de pie. - Sólo lo mismo de todas las mañanas. - rio. - Bebé molestando a mamá.

- El desayuno esta listo. - sonrió.

- Muchas gracias, bajaré en un segundo.

La joven de cabello dorado se retiró, mientras ella se dirigía a su armario, eligiendo el vestido que usaría ese día. Una vez lista, tomó su móvil y su mirada se apago al encender la pantalla.

Ni siquiera un mensaje...

Ingresó a los mensajes y comenzó a teclear, sin embargo, se detuvo sin más y borró lo que había escrito.

- Estoy cansada de tener que ser yo quién se preocupa por él.

Salió de la habitación y se dirigió a la cocina, en donde su comida ya estaba servida.

- Hanna...

- ¿Si?

- ¿Podrías desayunar conmigo?

- ¿Qué? - volteó.

- No quiero que te sientas ofendida, pero... me gustaría que te sentarás conmigo.

- Por favor, no me ofende. - sonrió. - Sólo me sorprendió.

- Lo siento, pero... me siento sola. - miró a su alrededor. - Esta casa es demasiado grande para nosotros.

- Bueno, ahora llegará un bebé, ya no será una casa silenciosa.

De igual forma, por como van las cosas... seremos sólo el bebé y yo y... no quiero eso, no estoy dispuesta a esa vida.

Comenzó a revolver el té, al mismo tiempo en que aquella frase daba vueltas en su mente.

No te conviertas en un fantasma en tu propia relación.

Kagura...