¡Celebremos el cumpleaños de Anthony!
Hermosas espero que les guste esta actualización, muchas gracias por sus comentarios y por sus lindos reviwes.
DESTINO
CAPÍTULO 5
La mañana llegó demasiado rápido para la rubia, quien con pereza apagó el reloj despertador que tenía sobre la pequeña mesa de noche junto a su cama. Sus bellos ojos se abrieron con dificultad y observó la hora, todavía tenía tiempo, cerró los ojos unos segundos y juró abrirlos de inmediato, pero cuando lo había hecho habían pasado veinte minutos, ahora sí que no tenía tiempo.
-¡Otra vez no! – Dijo levantándose de un salto de la cama para correr al baño que compartía con Annie, afortunadamente la ojiazul se levantaba más tarde porque el horario de su casa de modas era tres horas más tarde.
Candy corrió de inmediato hasta el cuarto de baño, pero antes de eso entró a la cocina para poner a tostar un pan y merendar antes de irse, cuando salió lista para desayunar el pan se había quemado, pero a pesar de eso lo raspó un poco y puso un poco de mermelada de frutas, tomó un vaso de jugo y salió acomodándose su cabello aún húmedo con la cofia.
Cuando tomó por el pasillo se encontró con Terry, el vecino que al parecer una vez más se había trasnochado, sus ojos estaban enmarcados por unas grandes ojeras y el aspecto despreocupado que lucía lo delataba. Ninguno de los dos se dirigió la palabra, Candy decidió ignóralo porque sabía que si algo le decía ella no tendría la capacidad de controlarse.
-¡Qué mal me cae ese tipo! – Se dijo Candy sin dejar de correr. Terry simplemente giró su rostro una vez que Candy lo había pasado para verla que se subía al elevador.
La diligencia que tomó llegó justo a tiempo para firmar su entrada, librándose de una reprimenda por parte de Ruth quien estaba afuera de la sala de enfermeras con reloj en mano checando su llegada.
-Buenos días. – Dijo Candy con el aire escaso que tenía en sus pulmones. Ruth no contestó y sonrió de lado, sabía que era cuestión de tiempo en la que Candy llegaría tarde y ella estaría gustosa de reprenderla. Dos compañeras de la rubia entraron después de ella y ellas si tuvieron su saludo correspondiente.
Después de asignar las tareas del día y otorgarle nuevamente las más tediosas a Candy, el día de la rubia comenzó igual que todos hasta ese momento, aburrido, tedioso, Candy sentía que ya no podía estar así y por un momento deseó atender una vez más al muchacho llorón que había llegado el día anterior, tanta era su frustración que llegó a pensar que sería mucho más divertido soportar a ese junior pedante y engreído.
-¡Pero qué estás pensando Candy! – Se reclamó ella misma con diversión. – Estoy tan aburrida que solo estoy pensando tonterías. – Pensaba ahora la rubia con desánimo.
-Candy. – Dijo Ruth de pronto, sacándola de sus pensamientos.
-¿Sí? – Preguntó Candy con su habitual sonrisa, como siempre siendo amable a pesar de que aquella su superior era la única que no mostraba ningún signo de amabilidad con ella.
-El doctor Black entrará a operar en un momento más. – Avisó Ruth haciendo que la pecosa se emocionara al creer que la habían elegido para ayudar al médico. – Necesito que estés ahí para secar el sudor del doctor. – Dijo con una sonrisa de satisfacción. Candy asintió intentando que su ánimo no decayera.
-Señorita White. – Se escuchó de pronto la voz del director del hospital. – Acaba de llegar el joven que atendió el día de ayer. – Agregó el doctor Black. – Y ha pedido estrictamente que sea usted quien revise su brazo. – Dijo de nuevo el médico indicando que debía atender primero lo que él le decía.
-Doctor Black, si me lo permite yo lo atenderé… el joven es mi paciente y…
-De ninguna manera señorita Blaine. – Dijo el doctor Black deteniendo las intenciones de Ruth. – Él joven pidió por la señorita White, usted me asistirá en el secado. – Dijo para sorpresa de la rubia enfermera y de la jefa de enfermeras, ya que su posición en el hospital era de más alto rango que el de Candy. Candy la miró sorprendida y asintió al ver que el doctor Black esperaba que cumpliera sus órdenes.
-Muy bien doctor, Black. – Dijo Ruth de mala gana, sintiendo mucho rencor hacia Candy, quien en esos momentos se dirigía hasta el lugar en donde había atendido al egocéntrico moreno.
Candy caminó hasta la sala donde el joven Ardlay la estaba esperando, por unos momentos sintió arrepentimiento de haber deseado atender a ese joven que lloraba como una niñita.
-Buen día señor Ardlay. – Saludó Candy con profesionalismo. Neal no respondió.
-Puedes decirme Neal, preciosa. – Le dijo Neal de pronto. Candy se sobresaltó al sentir que el joven aquel estaba muy cerca de ella, teniendo que hacerse hacia atrás para evitar su cercanía.
-Veo que ya se siente mucho mejor. – Dijo Candy intentando controlar su enojo y frustración, sabía que aquel joven era muy importante para el hospital, pero bajo ninguna circunstancia le permitiría que se acercara a ella con otras intenciones. Lo había visto molestar a Katherine y ella despreciaba a los acosadores.
-Gracias a ti preciosa. – Dijo una vez más el moreno haciendo un despliegue de galanura, como si sus palabras funcionaran con la pecosa. Candy lo miró ocultando su molestia.
-¡Qué barbaridad! – Dijo la rubia de pronto. – Deje le reviso su herida, no vaya a ser que se le infecte si no se lava una vez más. – Dijo la joven tomándolo del brazo para obligarlo a sentarse en el banco en el que lo había torturado un día antes.
-Pero ya estoy bien. – Dijo Neal seguro que ya no tenía problemas con la herida, ya no había comezón, ya no había dolor.
-Déjeme revisarlo por favor. – Dijo Candy con "inocencia", Neal sonrió con malicia creyendo que así la tendría más cerca.
Candy comenzó a lavar la herida imprimiendo más fuerza de la necesaria, sabiendo bien que en poco tiempo el joven comenzaría a llorar por su brusquedad. Neal intentaba aguantar el dolor que sentía cuando Candy tallaba con borla de algodón una y otra vez. El sudor en la frente del muchacho comenzó a ser excesivo, sin embargo Candy no quería darse por vencida, quería hacerlo llorar de dolor nuevamente para que ya no volviera.
-¡Ya! – Gritó por fin Neal. Candy sintió en su interior una profunda satisfacción al escuchar el grito de niña como ella decía había exclamado el noble joven Ardlay.
-Listo… - Dijo Candy poniéndose de pie, alejándose lo antes posible del moreno para evitar su cercanía. El joven la miró con rencor, todo interés romántico que había tenido en ella se esfumó repentinamente.
-¡Eres una torpe! – Le gritó Neal tomando su brazo vendado para después salir del lugar sin decir adiós. Candy comenzó a reír divertida y después de un momento salió del consultorio.
A partir de ese momento las visitas de Neal se harían más frecuentes, visitas que exigía para que fuese Candy la única que lo atendiera a pesar de que ya no tenía nada qué hacer ahí.
Anthony como cada mañana había salido a cabalgar con sus primos. Estaban a punto de regresar a la mansión, cuando al momento de bajar del caballo, el rubio perdió el equilibrio y se fue de espaldas, colocando su brazo izquierdo como amortiguador para que detuviera el golpe que podría ser más delicado de no hacerlo.
-¡Anthony! – Gritaron tanto Stear como Archie, quienes de inmediato corrieron hasta su primo para ayudarlo a ponerse de pie.
-¿Te encuentras bien? – Preguntó Archie al ver el gesto de dolor del rubio.
-Creo que no, Archie. – Dijo Stear también seguro de que el gesto de Anthony no era un indicio de que se encontraba bien.
-Un momento por favor. – Dijo Anthony recostándose sobre el suelo para sacar su brazo izquierdo que había quedado debajo de su cuerpo. Archie y Stear abrieron los ojos sorprendidos al ver que la posición de la muñeca de su primo no era la correcta.
-Eso no luce para nada bien Anthony. – Dijo Stear ayudándolo a levantarse.
-Creo que no... – Dijo Anthony soportando el dolor que tenía en todo su brazo. El sudor en su rostro comenzó a acumularse a pesar de que la cabalgata en el caballo no había sido extenuante.
-Debemos ir al hospital. – Dijo Archie ayudando también a Anthony a ponerse de pie.
-No es necesario, creo que sí puedo… - Anthony calló de pronto, la punzada en su muñeca fue intensa, misma que le recorrió hasta el hombro y temió estuviera fracturada porque no pudo moverla correctamente.
-Vamos… - Dijo Stear al ver que su primo ya no se resistía a la propuesta de Archie.
-Buenos días primitos. – Saludó Neal, quien había regresado de molestar a Candy. - ¿Qué sucede? – Preguntó al ver que los Cornwell ayudaban a Anthony.
-Necesitamos ir a un hospital, Neal. – Dijo Stear sin responder la pregunta que había hecho el moreno. Neal sonrió en su interior, recordando el dolor que le había provocado la rubia pecosa, imaginando que podría ser divertido que Anthony tuviera el mismo tratamiento que él había recibido.
-Hay uno aquí cerca. – Dijo dando las indicaciones para que los chicos llegaran sin problema.
-Gracias, Neal. – Dijo Anthony agradecido por la ayuda del moreno.
Los tres jóvenes de inmediato se dirigieron hasta el hospital, los tres vestían sus trajes de montar hasta calzaban sus botas.
-Buenos días señorita. – Saludó Stear en la recepción, los ojos de Katherine se iluminaron al ver al guapo joven de anteojos que estaba frente a ella.
-¿En qué le puedo servir joven? – Preguntó la muchacha con una sonrisa de ensueño. Stear se sintió muy nervioso al ver la atención que le ponía la joven, recordando a su prometida rápidamente.
-Necesito un médico. – Dijo Stear sin aclarar el motivo por el cual requerían uno.
-¿Es para usted? – Preguntó Katherine recorriendo a Stear de arriba abajo. Stear se sintió asaltado de pronto.
-Es para mi primo señorita. – Dijo Archie de pronto al ver que su hermano estaba nervioso por la atención de la señorita. Anthony y él se habían reído un poco observándolo sufrir desde donde estaban. Stear sonrió y se regresó con Anthony. – Su nombre es Anthony Brower Ardlay… - Dijo Archie mientras la recepcionista seguía a Stear con los ojos.
-¿Ardlay? – Preguntó Katherine al escuchar el importante apellido del joven. - ¿Es grave? – Preguntó para comenzar a anotar la historia clínica del paciente.
-Tuvo una caída y queremos saber si hay fractura en su brazo izquierdo. – Explicó Archie con cierta inquietud, podía notarse su genuina preocupación.
-Creo que por lo pronto lo tendrá que revisar una enfermera, el médico de guardia se encuentra en cirugía y los otros médicos no están en servicio. – Dijo Katherine con el mayor profesionalismo que podría mostrar ante los pacientes.
Katherine se acercó a Anthony y a Stear, y la pobre joven no sabía hacia donde voltear, le habían parecido muy guapos los tres chicos, pero los anteojos de Stear la hacían suspirar, le gustaban los chicos intelectuales con ese aire de sabiduría en su rostro.
-Acompáñeme por favor. – Dijo Katherine a Anthony para dirigirlo hasta el consultorio donde recibían a los pacientes más importantes, ese mismo en donde minutos atrás nuevamente había estado Neal siendo martirizado por Candy.
-Gracias. – Dijo Anthony dando el pase a la joven, quien veía a Stear nerviosa y este se hacía el desentendido.
El trabajo de Katherine no incluía llevar a los pacientes hasta su revisión médica, pero la emoción que sintió por el mayor de los Cornwell era evidente entre los tres chicos.
-Vamos Stear, no te va a comer. – Dijo Archie con travesura. – Es una chica muy hermosa, te aseguro que si la invitas un café no sucede nada. – Decía una vez más el elegante joven, quien observaba a la recepcionista sin remordimiento.
-¿¡Qué dices Archie!? - Preguntó Stear sorprendido por lo que su hermano decía. - ¡Yo soy un hombre comprometido! – Decía fiel a su compromiso.
-¡Pero aún no estás casado! – Decía Archie insistiendo en que no tenía nada de malo en ir por un café.
-¡Aun así! Patty merece todo mi respeto. – Decía Stear con rectitud, él respetaba a Patty a pesar de que su compromiso había sido pactado después de haber estado en el colegio. – Tú también deberías hacer lo mismo con la señorita Britter. – Dijo de pronto Stear. Archie suspiró profundamente al recordar a Annie.
-Annie parece que es especial Stear. – Dijo Archie seguro que Annie era una joven que merecía su amor. – Pero aún no sé si ella es la joven con la que pretenden comprometerme. – Dijo mirando a su hermano con frustración.
-Entonces no debiste invitarla a salir. – Dijo Stear reprochándole su atrevimiento.
-¡Lo sé! Pero no pude contenerme. – Dijo Archie recordando los ojos azules y las pantorrillas de Annie. Stear sonrió de lado.
-Tú nunca puedes contenerte. – Dijo burlándose de su hermano, quien simplemente lo empujó para reclamarle su comentario. La risa de Stear se escuchó en la pequeña sala de espera y Katherine no pudo evitar mirarlo con admiración. Archie golpeó con el codo a su hermano y este se hizo el desentendido.
Katherine había ido a buscar a Candy, ya que sabía que ella había atendido antes al molesto joven Ardlay.
-Candy. – Le dijo entrando a la sala de enfermeras.
-¿Qué sucede Katherine? – Preguntó Candy extrañada de que ella estuviera ahí. - ¿Pasa algo malo? – Preguntó la rubia al ver que la joven se acercaba a ella como queriendo evitar que alguien más la escuchara.
-Candy, el joven Andley está en el consultorio privado. – Dijo Katherine con discreción.
-¿Otra vez? – Pensó Candy de mala gana. Katherine vio su sorpresa y se apresuró a explicar el motivo por el cual había ido por ella.
-Ruth está en la sala de operaciones junto al doctor Black, eres la única que puede atenderlo. – Agregó reconociendo que Candy era la única que estaba libre en ese momento.
Candy suspiró y miró el reloj, era muy temprano para atender a la misma persona dos veces y en el mismo día, sin embargo pensó que sería mejor que continuar haciendo bolitas de algodón cuando ya había demasiadas en reserva.
-No te preocupes Katherine, iré a verlo en un momento. – Dijo la rubia dispuesta a hacerlo esperar un rato para ver si desistía y se iba de inmediato. Katherine sonrió agradecida y corrió de inmediato a su puesto, no quería tener un problema con el director si salía de la cirugía y no la encontraba en su lugar.
Candy caminó el mismo recorrido que había tenido minutos antes, haciendo tiempo para que el reloj siguiera su curso, sabía que a ese joven le molestaba que lo hicieran esperar, pero también sabía que pondría el grito en el cielo cuando por fin llegara.
-Buenos días nuevamente señor Ardlay. – Dijo Candy sin preocuparse a ver al que ella suponía era el mismo muchacho de antes. Tomó la ficha médica que Katherine había llenado y se giró sin voltear a verlo, solo para escuchar lo que quería esta vez.
-Buenos días señorita. – Respondió Anthony con su voz cautivante a pesar del dolor que sentía en su muñeca. Candy se sorprendió porque el saludo de quien estaba frente a ella había sonado diferente y hasta amable. La rubia por fin levantó la vista y se encontró con los ojos azules más hermosos que había visto en su vida, por unos segundos se quedó sin aliento y su mente se quedó en blanco total.
Anthony había observado a Candy desde que había entrado al consultorio, sus ojos la habían recorrido discretamente, a pesar del dolor punzante que tenía en su brazo no podía dejar de admirar la delicada belleza de la joven que acababa de entrar, parecía un ángel vestido de blanco que había llegado a cuidar de él.
-¡Es hermosa! – Pensó Anthony al ver a la rubia, mientras su estómago sentía un vuelco en su interior, buscando a partir de ese momento sus ojos para poder apreciar mejor su rostro. – Tranquilo Anthony, podrías incomodarla. – Se reprendió él mismo cuando vio la indiferencia de la pecosa.
-Señor Andley… - Dijo Candy con nerviosismo, intentando ponerse firme y profesional ante lo que sintió en su pecho al ver el hermoso rostro del joven frente a ella, no tenía nada que ver con el joven moreno y pedante que había estado ese mismo lugar hacía unas horas antes.
-Anthony Brower Ardlay… - Dijo Anthony presentándose, intentando que Candy revelara su nombre, sin embargo la rubia al escuchar el nombre completo de aquel joven de inmediato puso una barrera en su rostro, al recordar que seguramente era familiar del molesto chico que la acosaba.
-¿Qué le sucede señor Ardlay? – Preguntó Candy acercándose a él con indiferencia, intentando que sus nervios no se notaran, queriendo ser profesional como ella sabía lo era. - ¡Es muy guapo Candy! – Se decía en su mente, traicionándose a sí misma con sus pensamientos. - ¡Concéntrate Candy! Si son familia de seguro es igual de odioso que el otro. – Se decía la rubia sin escuchar atentamente lo que Anthony le decía, sus pensamientos estaban en el atractivo rostro del joven, pero cuando este levantó su mano y la mostró, Candy abrió los ojos al ver que el daño era serio.
-Casi no puedo moverla. – Dijo Anthony sin quitar su mirada de Candy. El rostro de Candy se encendió al escuchar una vez más su voz aterciopelada. - ¡Dios es tan hermosa! ¡Hasta sus pecas son bellas y adorables! – Decía Anthony perdido en el rostro de la bella enfermera que lo atendía, quien tomaba su mano para revisarla, en ese momento ambos sintieron una descarga eléctrica que era imposible de ocultar, sin embargo Candy intentó ignorar aquel sentimiento que brotaba en su interior, ella no podía enamorarse, se lo repetía una y otra vez mientras buscaba con sus manos si había fractura en la varonil y fuerte mano del joven que no dejaba de mirarla fijamente.
-Tranquila, Candy… de seguro piensa que estoy pensando que es muy guapo… - Decía Candy con el rostro serio, parecía concentrada en lo que hacía pero la verdad es que no podía hacerlo. - ¡Digo... sí está guapo! – Decía Candy con emoción en su pecho intentando calmar su corazón.
-¿Cree que hay fractura, señorita? – Preguntó Anthony queriendo escuchar la voz de la rubia, ya que había dicho muy poco y hasta ese momento solo le había gustado su apariencia, pero Anthony era de los chicos que buscaba más que una cara o cuerpo bonito, la inteligencia de una mujer era algo indispensable para que él sintiera algo más que una simple atracción momentánea, aunque en esos momentos hubiera cambiado todo por la joven frente a él, pero sabía que a la larga no era conveniente, no para él que estaba harto de las falsas sonrisas, harto de las poses de señoritas que solo pensaban en su apariencia y en lo povechoso del matrimonio, no para él que buscaba algo más de lo que un matrimonio por conveniencia podría ofrecerle.
-¿Fractura? – Preguntó Candy como si hubiese sido atrapada en una travesura. - ¡Dios que fuerte! – Pensó Candy cuando sus manos se dirigieron hasta su antebrazo y después a los músculos de su brazo. – Mueva su brazo por favor. – Pidió Candy sin saber mucho lo que hacía, no podía concentrarse en lo que estaba haciendo. - ¡Dios! – Pensó Candy al sentir los músculos tensarse en el brazo de Anthony.
-¿Y bien? – Preguntó Anthony divertido, en esos momentos su dolor era lo de menos. - ¿Cómo ve mi brazo? – Preguntó con travesura, queriendo jugar un poco con la bella enfermera que parecía muy entretenida con su brazo más que con su muñeca. Candy se avergonzó por la pregunta de Anthony, sintiéndose descubierta una vez más, pero buscó en su interior todo el control que pudiera tener en ella para ser toda una profesional.
-Lo siento, necesito saber cómo está su hombro. – Dijo Candy con seriedad. Anthony la miró y sonrió de lado. – Me dice que cayó de espaldas y se detuvo con su brazo, la lastimadura puede venir desde más arriba. – Se excusó Candy por su comentario, la rubia decía la verdad debía revisarlo muy bien antes de decidir qué hacer. Anthony le creyó por completo al recordar que su hombro realmente le molestaba.
Anthony sonrió y comenzó a quitar su saco de montar, para después desabotonar su camisa y sacar únicamente el brazo lastimado, a pesar de ser una joven dedicada a la salud ante todo era una dama y él debía ser un caballero.
El rostro de Candy se encendió hasta las orejas, admiró el brazo bien formado del joven y con nerviosismo lo tomó mientras sus orejas se sentían arder, lo mismo que sus mejillas. Candy levantó el brazo de Anthony con cuidado de no moverlo bruscamente y causar un mayor daño. Anthony aguantó el movimiento pero no pudo evitar que un sonido de queja saliera de su boca cuando lo regresó a la posición original.
-¿Está muy mal? – Preguntó Anthony cuando vio que Candy se quedó muy seria.
-Está fuera de su lugar. – Dijo Candy con mayor seriedad, su rostro estaba pensativo y Anthony esperaba que le dijera más. – Pero puedo arreglarlo... – Dijo de pronto con una gran sonrisa. Anthony dejó de pensar en su dolor y se quedó observando a la bella enfermera.
-Muy bien… - Dijo Anthony dispuesto a confiar en la pecosa. Candy abrió los ojos sorprendida.
-¿Quiere que lo arregle? – Preguntó Candy con sorpresa, ya que sabía que podría meterse en problemas por hacerlo.
-Usted dijo que podía arreglarlo señorita… - Dijo Anthony intentando conocer el nombre de la joven. Candy no respondió, sabía lo que el joven Ardlay pretendía, pero ella no caería en su juego por muy tentador que este pareciera, ya le había dado su nombre a Neal y había resultado una mala idea.
-Puedo hacerlo… - Dijo Candy con cierto reto en su mirada, no sería la primera vez que arreglara un brazo dislocado, ella lo había hecho varias veces cuando Tom se había caído del padre árbol, incluso lo había hecho con ella misma.
-¿Y bien…? – Preguntó Anthony como retándola a hacerlo, imaginando que la fragilidad de aquella hermosa criatura se interpondría. Candy lo miró reconociendo el reto en los hermosos ojos de su paciente, imaginando que él no la creía capaz de hacer algo como eso.
-Muy bien. – Dijo Candy con una sonrisa decidida. – Pero le advierto que dolerá bastante. – Dijo Candy segura que haría llorar nuevamente a un Ardlay. – Creo que me convertiré en el terror de los Ardlay. – Pensó Candy con diversión mientras se colocaba detrás de Anthony para sujetarle el brazo y acomodarlo antes de que se enfriara del todo.
Cuando Candy se acercó a Anthony no pudo evitar que el rico aroma que desprendía el joven se colara en su nariz, obligándola a cerrar sus ojos para deleitarse con su perfume natural, un aroma que tal vez si emanara de alguien más le hubiera molestado, pero sorprendentemente para ella el aroma de su cuerpo era exquisitamente maravilloso. Algo similar pasó en Anthony, quien el aroma que Candy desprendía del agua de rosas que utilizaba todas las mañanas se filtraba en su nariz y a pesar del dolor que sentía lo cautivaba.
-¡Huele a rosas! – Se dijo Anthony dejándose llevar por el dulce aroma a los pétalos de aquella flor que él admiraba. Anthony amaba las rosas, era el recuerdo más vivo que lo conectaba con su madre y el que el cuerpo de Candy desprendiera ese perfume lo hizo sonreír olvidando por un momento lo que estaba a punto de suceder. - ¡Dios! – Dijo Anthony en su mente una vez más, pero esta vez no fue por el delicioso aroma a rosas, sino porque Candy había colocado su brazo en su lugar y le había dolido bastante.
-¿Se encuentra bien? – Preguntó Candy preocupada al ver que Anthony había cerrado los ojos y los había apretado mientras el sudor en su frente se hacía presente a pesar de que dentro del consultorio no hacía para nada calor y el color de su rostro se desvanecía. Anthony no podía responder, el dolor que había sentido se intensificaba punzante en su brazo para después recorrerle la muñeca que continuaba sin poder moverla.
-Duele… - Dijo Anthony simplemente en cuanto pudo articular palabra. Candy lo miró con remordimiento, temió haberlo lastimado.
-¿Puede mover el brazo? – Preguntó Candy con temor de que no pudiera hacerlo. Anthony hizo el intento y pudo hacerlo por sí mismo a pesar del dolor que sentía. – Con cuidado. – Dijo Candy recomendándole que no lo hiciera muy bruscamente o podría volver a desacomodarlo. – Ahora es importante inmovilizarlo. – Dijo Candy para comenzar a vendar el brazo de Anthony, quien se había quedado en silencio, observando detenidamente a la joven, llenándose de su aroma a rosas para olvidarse del dolor que tenía en su brazo. – Ahora vamos a ver su muñeca. – Dijo Candy recordándole al rubio que aún no atendía esa parte de su brazo.
-Creo que hoy me quiere hacer llorar señorita… - Dijo Anthony ya un poco más repuesto del dolor que tenía, no mucho, pero quería hacerse el fuerte frente a la joven y demostrarle que era valiente y no un simple niño rico y llorón. Candy sonrió de lado, pero no dijo su nombre.
-No sería al primer Ardlay que haría llorar el día de hoy. – Dijo Candy con travesura, recordando al llorón de Neal. Anthony comenzó a reír por el comentario de la pecosa, imaginándose a quién se refería.
-No todos los Ardlay somos unos llorones. – Dijo Anthony, mientras Candy lo miraba fijamente, tomando su muñeca para comenzar a ponerla en su lugar. El dolor fue intenso, pero Anthony no se quejó, se mordió la lengua antes de emitir un sonido de dolor que reconfortara los oídos de la rubia frente a él.
-Listo. – Dijo Candy una vez que terminó de inmovilizar el brazo de Anthony. – Deberá tenerlo inmovilizado por lo menos cuatro semanas. – Dijo la rubia segura de que era necesario moverlo lo menos posible.
-Eso será difícil. – Dijo Anthony seguro que así sería, él era un joven inquieto que siempre estaba moviéndose, amaba la equitación y era parte de su rutina diaria aunque esta misma le había ocasionado uno que otro accidente, nada grave pero al fin y al cabo eran accidentes. – Además no creo que alguno de los empleados hagan un trabajo tan profesional como usted señorita…
-Puede venir al hospital para que cualquiera de las enfermeras pueda hacer cambio de vendaje. – Dijo Candy sin mencionar su nombre. Anthony sonrió, se había dado cuenta que ella no quería revelar su nombre.
-Tenga por seguro que volveré para que usted lo haga. – Dijo Anthony dirigiéndose a la salida. Candy lo miró sorprendida y se obligó a reprimir el sonrojo que estaba a punto de estallar en su rostro. – Muchas gracias señorita pecas… - Dijo Anthony haciendo una venia frente a la rubia, quien de inmediato se encendió al escuchar lo que ella creía una ofensa hacia su persona.
-¡Me gustan mis pecas! – Dijo Candy creyendo que por fin había salido el muchacho malcriado que había en todos los juniors que hasta el momento había conocido.
-No es una ofensa… - Dijo Anthony con una deslumbrante sonrisa, mirando a Candy fijamente. La rubia contuvo el aliento al ver el maravilloso rostro del joven heredero, era imposible no notar el atractivo con el que había sido dotado desde su nacimiento. – Me gustan tus pecas… - Dijo tuteándola por fin, mientras para sorpresa de Candy tomaba su mano para llevarla hacia sus labios y besar su dorso con elegancia.
El rostro de Candy se incendió con aquella delicada acción, mientras Anthony le dedicaba nuevamente una espectacular sonrisa para después girarse y retirarse del lugar, dejándola con el corazón alborotado a más no poder.
-¡Le gustan mis pecas! – Se dijo Candy a sí misma, sorprendida por la reacción de su corazón al escuchar aquellas palabras en su mente, ya que ella estaba acostumbrada a todo tipo de burlas con respecto a sus pecas. Tom y sus demás hermanitos la molestaban cuando querían hacerla enojar o cuando ella los retaba por sus travesuras.
Anthony salió casi flotando del lugar, jamás había conocido a una chica tan fascinante como la enfermera pecas y conforme caminaba al encuentro de sus primos una idea pasaba por su mente.
-¿Cómo te fue Anthony? – Preguntó Stear poniéndose de pie en cuanto lo vio llegar.
-¿Tan malo fue? – Preguntó Archie al ver que Anthony tenía el brazo totalmente inmovilizado.
-Algo así… - Dijo Anthony sonriendo a pesar de que le dolía bastante. Los analgésicos aún no funcionaban pero lo que sentía en su interior valía la pena ese sacrificio.
-¿Ya podemos irnos? – Preguntó Stear, quien seguía incómodo por las miradas que le dirigía Katherine desde que habían llegado. Anthony y Archie comenzaron a reír.
-Stear se siente ultrajado por la recepcionista. – Dijo Archie con burla. Stear lo miró molesto.
-Adelántense ustedes. – Dijo Anthony de pronto ante la confusión de sus primos. – Me pidieron que me quedara más tiempo para ver cómo evoluciona mi brazo. – Dijo con tranquilidad, sin sentir remordimiento por la pequeña mentira que había dicho, la verdad era que no quería que Archie viera a la hermosa enfermera que lo había atendido, sabía muy bien que no podría ocultar sus dotes de galán frente a alguien tan hermosa.
Anthony al igual que Archie intentaba mantener oculta a la hermosa pecosa, ya que sabía bien que al verla él intentaría conquistarla y por ningún motivo permitiría que lo hiciera, generalmente no le molestaba que se le acercara a otra chica, pero con la enfermera de hermosas esmeraldas y tiernas pecas le había sucedido algo que no podía explicarse, algo que requería respuestas y que él buscaría encontrarlas.
-Entonces nos vamos. – Dijo Stear apresurando a Archie, quien no quería irse y dejar solo a Anthony, pretendía esperarlo solo para molestar a su hermano. - ¡Archie! ¡Tienes una cita! – Dijo el inventor llamando a su hermano, recordándole que había quedado de llevar a Annie por un café. Archie después de pensarlo un momento se dirigió a la salida dejando a Anthony en el hospital.
Anthony sonrió al ver que sus primos se habían retirado del lugar y después de un breve momento se sentó en la sala de espera, dispuesto a esperar que la bella enfermera pecosa terminara su turno o por lo menos pudiese enterarse de cuál era su nombre.
Candy por su lado se había quedado con el corazón alborotado, no comprendía el motivo por el que las palabras de aquel joven burgués le habían afectado tanto, se sentía nerviosa, se sentía emocionada y su corazón no dejaba de bailar con emoción.
-¡Basta Candy! – Se reprendió a sí misma colocando su mano sobre su pecho como si pudiera tranquilizar desde afuera ese órgano interno que se movía sin pedirle permiso. – Es solo un niño rico más. – Intentó convencerse que así era, jamás había conocido a alguien que tuviera un interés en una simple enfermera, sabía que todos los herederos de familias poderosas e influyentes tenían a una prometida generalmente de su círculo social y que se dedicaban a enamorar chicas humildes como ella solo por diversión.
Candy caminó contrario a la sala de espera en donde un Anthony aún adolorido esperaba pacientemente la salida de la rubia. Ninguno de los dos jóvenes se había enamorado en su vida, Candy había jurado que el matrimonio no estaba en su lista a corto plazo y Anthony creía que el amor no se buscaba, sin embargo había algo en el interior de cada uno que les gritaba la soledad que sentían sus almas, soledad que sin ellos saberlo se había identificado al momento que estuvieron frente a frente. El destino tenía senderos caprichosos, pero siempre encontraba el que le correspondía y al parecer acababa de encontrar uno que debía seguir.
Continuará…
Por fin se conocieron los rubios! ¿Qué les pareció este encuentro? Espero que les haya gustado, qué pasará más adelante? volverán a encontrarse? Esperemos que sí porque el Destino ya hizo lo suyo.
AGRADECIMIENTOS ESPECIALES
Luz Mayely León:
Hola hermosa, siento mucho que tu esposo haya estado enfermo, espero que esté mucho mejor. ¿Qué te pareció el capítulo? Espero que te haya gustado.
Te mando un fuerte abrazo y mis mejores deseos para ti y tu familia.
TeamColombia:
Hermosas, mil gracias por sus comentarios, me alegra que les haya gustado el capítulo anterior. Espero que Annie les caiga bien pobrecita, ella no tiene la culpa de haberse enamorado de Anthony antes jijijiji. Les mando un fuerte abrazo.
Rose1404:
Amiga bella, me alegra que te haya gustado el capítulo anterior, espero que este también sea de tu agrado.
Te mando un fuerte abrazo hermosa y espero que estés muy bien, tú y tu pequeño Anthony.
gidae2016:
Hola hermosa! Espero que te haya gustado el encuentro entre los rubios, por fin se conocieron y no tuvimos que esperar más tiempo, ¿Quiénes son los indeseables que conoció Candy? Terry y Neal?
Te mando un fuerte abrazo amiga.
María José M:
Hola hermosa no te preocupes, sé que a veces la vida no nos da el tiempo suficiente aunque lo deseemos, aprecio mucho que te hayas detenido un tiempo para dejarme tu comentario, me alegra mucho que hayas leído y sobre todo que te haya gustado.
Te mando un fuerte abrazo hermosa.
Muchas gracias a todas las personas que se han tomado un tiempo para leer, gracias por ese espacio que me otorgan, en verdad lo aprecio mucho.
GeoMtzR
30/09/2024.
¡FELIZ CUMPLEAÑOS A NUESTRO AMADO ANTHONY!
