Hola hermosas, espero que estén muy bien. Muchas gracias por estar presentes en la continuación.

Les recuerdo que la historia NO es para menores de edad, ni para personas sensibles al tema adulto, está escrita sin fines de lucro, simplemente por diversión y no está permitida publicar en otras plataformas.

Gracias por su comprensión.

DESTINO

CAPÍTULO 6

El resto de su jornada laboral fue tranquila, la rubia había pasado el resto de su turno organizando el material médico y los suministros y contrario a lo que pasaba siempre por su mente ese día pareció pasar volando.

-¡Qué barbaridad! Ya es muy tarde… - Se dijo la joven una vez que observó el reloj de la pequeña bodega en la que se encontraba. – Cassie y Annie estarán preocupadas por mí. – Se dijo una vez que se levantó del sitio donde había permanecido acomodando cajas.

Caminó hasta la salida de la bodega y se introdujo en los pasillos del hospital, una sonrisa apareció en su rostro al recordar cómo había iniciado su mañana. Sus labios parecían tener vida propia porque aunque quisiera negarlo aquella felicidad que había adquirido sin buscarla, se había escondido en un pequeño hueco que tenía olvidado en su corazón, un hueco que la recibió gustosa provocando una sonrisa a pesar de estar encerrada en la bodega.

-Nos vemos mañana Katherine. – Le dijo Candy a la joven recepcionista, quien con una sonrisa se despidió de ella.

Candy desprendió la cofia de sus cabellos para guardarla en su bolso, acomodó los traviesos rizos que quisiera o no estaban alborotados y alisó su uniforme cerciorándose que todo estuviera en su lugar. No muy lejos de ahí unos ojos azules la veían impresionados por su belleza.

Anthony había permanecido horas esperando a que la rubia terminara su turno, ni él mismo comprendía el motivo por el cual había esperado tanto, jamás había hecho una tontería como aquella, sin embargo algo en su interior le impedía simplemente levantarse de ahí e irse como si nada hubiese pasado. Pudo irse y regresar otro día, pero temió no volver a verla, ella le había dicho que cualquier otra enfermera podría hacerse cargo de su cuidado y él lo sabía, pudo simplemente preguntar el nombre de quién lo atendió, pero simplemente no se lo diría ella, su nombre no saldría de sus labios, no sería esa sonrisa que ella le había dirigido escasamente por la mañana.

-Hasta mañana. – Escuchó una vez más que la joven se despedía del personal presente con una sonrisa, dirigiendo sus ojos a los pacientes sin dejar de sonreír, su objetivo era la salida del hospital y él se levantó para abordarla.

-Señorita pecosa. – Dijo Anthony para sorpresa de la rubia, quien de inmediato pegó un pequeño salto al no esperarse que aquel joven que había atendido a media mañana estuviese todavía por ahí.

-Ya le he dicho que me gustan mis pecas. – Dijo Candy intentando sonar molesta, pero ella simplemente estaba sorprendida porque no sentía molestia alguna en su comentario y por la sorpresa tan inesperada que había recibido. Su corazón se alocaba sin permiso y sus piernas parecían tensas.

-Y creo recordar que le dije que también me gustan sus pecas. – Le dijo Anthony con una bella sonrisa. Candy no podía respirar al verlo sonreír de esa manera, no podía pelear simplemente con él cuando su rostro le dirigía aquella sonrisa, aquella mirada. La rubia se obligó a mirar a otro lado para no delatar a su alocado corazón, el cual brincaba gustoso sin saber ella el motivo por el cual estaba así. Anthony sonrió al vislumbrar el sonrojo en la joven a pesar de que su mirada parecía estar molesta. – Disculpe que la moleste pero…

-¿Se siente mal? - Preguntó Candy de pronto al recordar que ella lo había atendido por la mañana y que quizá el motivo por el cual estaba ahí era porque había sentido algún tipo de molestia. - ¿Quiere que llame al médico para que lo revise personalmente? – Preguntó Candy preocupada, no quería que uno de sus pocos pacientes tuviera un problema, específicamente ese paciente que estaba frente a ella y que la hacía ponerse nerviosa sin saber el motivo.

-De ninguna manera. – Dijo Anthony acercándose un poco más a ella. Candy dejó de respirar al sentir que ese aroma a hombre se colaba una vez más por su nariz, aroma que la envolvía y la seducía sin saberlo. – Ha hecho usted un gran trabajo, sin embargo quisiera agradecerle su amabilidad invitándola a tomar un café. – Dijo haciendo una breve reverencia con educación. Candy se sintió halagada por la invitación, jamás nadie la había invitado un café o por lo menos ella nunca lo había permitido.

-Tranquila Candy, está tratando de ser amable… - Se decía la rubia con impaciencia. – No puedes aceptar una invitación, es parte de tu trabajo. – Se decía por otro lado, una lucha entre aceptar y declinar se debatía en su mente mientras Anthony la observaba sin dejar de sonreír esperando una respuesta a su favor. – No tiene nada qué agradecer, atenderlo es parte de mi trabajo. – Dijo Candy intentando ser amable e indiferente al mismo tiempo, ¡Dios! Cuánto le costaba ignorar aquella petición, sin embargo sus planes debían seguir firmes, él era un chico burgués (cómo decía su hermano Tom) y ella era simplemente una joven enfermera sin posesiones en la vida, venía de un mundo totalmente diferente al que aquel joven había vivido. El rostro de Anthony no mostró decepción alguna, contrario a lo que ella esperaba y por alguna razón la decepción la sintió la rubia.

-Bien, entonces permítame acompañarla hasta su casa. – Dijo Anthony comenzando a caminar junto a ella.

-No es necesario, tomaré una diligencia. – Dijo Candy intentando deshacerse de él, no era que no le agradara su compañía, precisamente ese era el motivo por el cual quería alejarse de él ya que se sentía peligrosamente cómoda a su lado y eso hacía encender sus alarmas, la voz de Tom en su interior se manifestaba recordándole que debía cuidarse de los chicos, sobre todo de los chicos guapos con dinero que se dedicaban a buscar jóvenes inexpertas para enamorarlas, romperles el corazón y después botarlas.

-Entonces permítame. – Dijo Anthony para sorpresa de Candy, quien de inmediato levantó su brazo sano y llamó a una elegante diligencia para la rubia. Candy abrió los ojos porque no era precisamente el tipo de carruaje que ella detendría para que la llevara a casa.

-Muchas gracias joven Ardlay. – Le dijo Candy sin tener más opción que abordar el carruaje, con ello evitaría que él se quedara esperando hasta que pasara uno más acorde a sus posibilidades económicas.

Candy sentía la extraña necesidad de poner distancia entre ella y el joven rico que no la dejaba en paz, pero lejos de incomodarla estaba provocando una alegría latente en su pecho, una alegría que antes sentía momentánea y que ese día había sentido de manera constante, una sensación extraña para una joven huérfana y con una vida complicada.

-La señorita le dará la dirección. – Dijo Anthony subiendo sorpresivamente junto a ella. Candy lo miró sorprendida mientras el cochero esperaba las indicaciones. Anthony la miró fijamente sin dejar de sonreír.

Una vez que Candy le dio la dirección, el cochero inició su marcha. Candy se sentó frente a Anthony y este permitió que así lo hiciera, la verdad era que no quería incomodarla, simplemente quería que ella le dijera su nombre y hasta ese momento la joven no lo había mencionado.

-¿Por qué está acompañándome? – Preguntó Candy ya con cierta molestia, comenzaba a sentirse incómoda y hasta un poco acosada.

-Disculpe mi atrevimiento. – Dijo Anthony consciente de que tal vez su presencia le incomodaba, pero hasta ese momento no se había planteado la idea de que podría estar siendo demasiado insistente. – Simplemente me gustaría saber su nombre. – Dijo Anthony desde su posición, sin acercarse más a ella, marcando una línea entre ellos, una línea que al parecer la rubia no quería cruzar y él por supuesto lo respetaría.

-¿Para qué quiere saber mi nombre? – Preguntó Candy con curiosidad, no comprendía el motivo por el cual un caballero con aquel quisiera saber su nombre. Candy era demasiado despistada y no quería darse cuenta que había llamado la atención de aquel caballero tan elegante.

Anthony sonrió por la inocencia de la rubia, podía observar en su bello rostro que ella misma no comprendía el motivo de tal interés, aquella ingenuidad derritió el corazón del galante joven.

-Simple curiosidad. – Respondió Anthony sin atreverse a revelar las emociones que despertaba en su pecho, después de todo acababa de conocerla, era la primera vez que se veían y era un tanto loco pensar que se había enamorado de ella a primera vista. – Tan solo te gusta, Anthony… - Se retó él mismo al comprender que sonaba como disparate sus emociones. Candy se forzó a sonreír pareciendo ante el joven que se sentía incómoda, sin embargo su expresión era más una desilusión por no obtener la respuesta deseada.

-Mi nombre es Candice… Candy White… - Respondió Candy deteniéndose en el momento preciso que mencionaría el apellido Britter, reprendiéndose ella misma por querer utilizar aquel distinguido apellido para agradar a tan distinguido joven. - ¡Candy! ¡Tú no eres una Britter! – Se regañó mentalmente, jamás se había aprovechado de los beneficios que le había traído ese apellido, ella siempre se había presentado como Candy White, pero por una fracción de segundos pensó en revelar un parentesco que no tenía con la familia que la había patrocinado desde su más tierna infancia. Anthony sonrió complacido, sus labios lucían una curvatura de triunfo, de satisfacción, sobre todo porque por fin había escuchado de sus labios aquel nombre que le había parecido maravilloso, encantador.

-Candy White… - Repitió Anthony extendiendo se mano como si se acabaran de presentar. – Es un placer Candy White… Yo soy Anthony Brower... Anthony... - Dijo Anthony tomando su mano para después besarla lenta y delicadamente. El corazón de Candy una vez más buscó la salida de su pecho, chocando con su pared torácica sin encontrar una salida. – Muchas gracias por haber cuidado de mí. – Dijo una vez más sin dejar de verla fijamente. Aquella mirada ponía nerviosa a Candy, a ella que jamás nadie había hecho que sus piernas temblaran por una simple mirada, una simple sonrisa, a ella que enfrentaba al irreverente de su vecino, al pesado del moreno Ardlay y al revoltoso de su hermano Tom. Candy retiró la mano de los labios de Anthony como si estos le quemaran la piel… y así era, sus labios eran como fuego quemándole el dorso de su mano.

-Disculpe si la hice sentir incómoda, señorita White. – Dijo Anthony al sentir que ella evadió su contacto. - ¡Cochero! – Dijo Anthony al conductor del carruaje para que este se detuviera. Candy abrió los ojos sorprendida al sentir que el carruaje se detenía y rápidamente Anthony bajaba de la diligencia. – Hasta luego… - Dijo Anthony con un breve despido, haciendo una seña caballerosa con el sombrero que llevaba puesto. Los labios de Candy quedaron entreabiertos al no saber qué decir, mientras sacaba su rostro por la ventanilla del carruaje para observar detenidamente al caballero que como la había abordado la había abandonado.

Anthony hizo una reverencia frente a ella y se quedó ahí mirándola hasta que el carruaje se alejó por completo de su visión.

-¿Pero qué sucedió? – Se preguntó Candy confundida, ella quería que Anthony se bajara del carruaje, pero al mismo tiempo no, bueno si, pero no… la pobre rubia se sentía tan confundida en lo que sentía en su interior. - ¿Y ahora cómo voy a pagar el carruaje? – Se preguntó Candy resignada a tener que pagar el doble de lo que generalmente pagaba por día, ya que ella tenía designado un presupuesto para su transporte al trabajo.

Candy se recargó en el asiento del coche resignada a que tal vez al día siguiente tendría que caminar desde el hospital hasta el departamento, lo único que tenía que hacer era asegurarse de salir temprano y no entretenerse más tiempo en su preparación. El coche llegó pronto a la dirección que ella le había dado.

-Muchas gracias señor. – Dijo Candy con una sonrisa, extendiendo la cantidad que ella creía era lo que debía cobrar un coche como aquel.

-De ninguna manera señorita White. – Dijo para su sorpresa el cochero, quien con una sonrisa negó pago alguno a lo que ella le ofrecía. – El joven Ardlay se encargó de pagar el servicio. – Dijo una vez más el amable cochero, quien inclinó su sombrero de copa y se despidió con una sonrisa amable de la joven pecosa.

Candy se quedó parada en la acera frente al edificio en el que vivía, todavía sin comprender qué había sucedido ya que el cochero la había llamado por su nombre y además le había informado que el joven Ardlay se había encargado de pagar el servicio.

-¿Cómo supo mi nombre? – Se preguntó Candy sin moverse de la acera, hasta que pareció comprender que Anthony ya sabía su nombre antes de que ella se lo dijera. - ¿Pero cómo es qué lo supo? – Se preguntó nuevamente, girando su cabeza hacia la calle en la que se había bajado, como si desde esa distancia pudiera observar el rostro sonriente de Anthony quien le aseguraría que efectivamente él ya sabía cuál era su nombre. - ¿Con qué motivo insistió en saber mi nombre? – Se preguntó ahora en voz alta.

-Si insistió es porque le interesas. – Dijo una vendedora que había visto a la rubia desde que se bajó del coche. Candy la observó confundida. – Si un hombre insiste en saber tú nombre es porque le interesas muchacha. – Le dijo un vez más, el sonrojo de Candy no se hizo esperar y la vendedora simplemente le sonrió amable.

Candy caminó hasta el edificio con la misma duda que tenía en su pecho y con las palabras de la vendedora que le hicieron sonreír como una chiquilla de seis años, esperó el elevador.

-¡Vaya! ¿A quién tenemos aquí? – Se escuchó al abrirse las puertas del ascensor. Candy no puso atención al joven que le hablaba, estaba muy distraída con sus pensamientos y pasó por alto la voz de burla con la que le hablaban. - ¡Pecosa, chaparra y además sorda! – Dijo Terry molesto por haber sido ignorado. Las puertas del ascensor se cerraron y este subió hasta el piso en el que vivía la rubia.

Candy caminó aún distraída hasta que llegó a su departamento, abrió la puerta y dejó sus pertenencias en la mesa de centro que había en la sala. Se deshizo de su abrigo y de sus botas y por un segundo pensó en que Annie la reprendería si las dejaba en ese lugar, así que las cargó hasta su habitación. Se dirigió hasta el espejo que tenía frente a su cama y observó su imagen.

-¿Será verdad que le habré gustado? – Se preguntó sin querer creer lo que había dicho la vendedora. – Si no por qué tanta insistencia en que le dijeras tú nombre si ya lo sabía… - Le dijo una voz interior que se amigaba con la vendedora sobre la acera. - ¡Por supuesto que no Candy! Los niños ricos no se fijan en las jóvenes como tú o como yo, ellos están listos para casarse con una joven burgués y cabeza hueca igual que ellos. – Escuchó la voz clara de Tom al recordar que él le había dicho que se cuidara mucho de los jóvenes con dinero en la gran ciudad. Candy sonrió con tristeza al recordar las palabras de su hermano, dándole la razón, minimizando su belleza ante el espejo, como si su nariz respingada, sus graciosas pecas y sus hermosos ojos verdes no fueran suficientes para atrapar la atención de un guapo joven de dinero.

-Él es demasiado guapo, Candy. – Dijo suspirando mientras acariciaba su rostro y se alejaba un poco para ver su figura en el reflejo.

Candy jamás había sido vanidosa, jamás había puesto atención en las miradas que provocaba al caminar por la calle y mucho menos vestida de enfermera, ella creía que un vestido elegante, una bonita sombrilla y un caminar estudiado era lo que llamaba la atención de los jóvenes con dinero, alguien así como Cassie quien cuando caminaban juntas era a la que observaban frecuentemente, lo que Candy no sabía que de las tres jóvenes ella era la que más admiradores generaban al pasar, ella siempre se minimizaba creyendo que la belleza de Annie y la elegancia de Cassie opacaban el resplandor que ella irradiaba con su sonrisa, la alegría que ella desprendía con solo su caminar.


Anthony después de que se había quedado observando la diligencia en la que la rubia se asomaba sin comprender el motivo de su huida, se dirigió hasta el corporativo Ardlay, sabía que sus primos debían haber estado esperándolo después de que se había quedado prácticamente toda la mañana en el hospital.

-Valió totalmente la pena… - Se dijo con una gran sonrisa al recordar todo el trabajo que había quedado retrasado por culpa su accidente. – Candy White… - Repitió el nombre de la joven, nombre que le había estremecido el alma cuando ella misma lo pronunció, definitivamente había valido la pena esperar a que ella lo pronunciara de su misma boca.

Anthony había averiguado el nombre de Candy con Katherine, solo por si no tenía la suerte de encontrarla después de terminar su turno, temió por unos momentos quedarse dormido mientras esperaba el cambio de turno y se adelantó a conocer la información, sin embargo el escuchar de los propios labios de la rubia su nombre lo hicieron sonreír aún más.

-¡Hasta que llegas Anthony! – Dijo Stear preocupado una vez que Anthony llegó. – Tienes muchos papeles que firmar, órdenes que enviar… - Decía el inventor con nerviosismo, seguro de que tendrían qué quedarse horas extra gracias al accidente de Anthony.

-Lo siento chicos, no era mi intención perder toda la mañana… y parte de la tarde… – Dijo Anthony con falso pesar, ya que él mismo se quedaría hasta la hora que fuese necesario con tal de tener a tiempo el trabajo de ese día.

-Lo sé Anthony, lo siento no fue mi intención hacerte sentir mal. – Dijo Stear creyendo que había sido muy imprudente con su comentario. – Sé que no ha sido tu culpa. – Dijo una vez más comprensivo. Anthony sonrió sin poder evitarlo, sus labios se curvaron con felicidad al recordar una vez más el rostro del motivo por el cual había perdido toda la mañana.

-Creo que Anthony no se quedó en el hospital. - Dijo Archie con cierta sospecha en su voz.

-¿Dónde si no? – Dijo Stear mirando al rubio, inspeccionando a su primo para ver si su hermano tenía razón o no con lo que decía.

-¿Cómo les fue en su cita? – Preguntó el rubio de pronto para desviar un poco el tema de conversación.

-No nos cambies el tema. – Dijo Stear queriendo saber lo que Archie había asegurado momentos antes.

-Nos hubiera ido mejor si hubieras ido tú. – Dijo Archie respondiendo la pregunta de su primo. Stear torció los ojos y Archie lo miró con reproche.

-¿Qué sucedió? – Preguntó Anthony queriendo saber todo, sobre todo porque no quería que lo cuestionaran, no todavía, no cuando no tenía nada con aquella enfermera y menos porque ella había puesto una barrera entre ellos, una barrera que había comenzado a dudar si era prudente derribarla.

-Nada, solo que Stear de inmediato se presentó como un hombre comprometido. – Dijo Archie mirando a su hermano con molestia.

-¡Tenía que ser honesto, Archie! – Agregó Stear levantando las manos en señal de frustración, poniendo mayor énfasis en el motivo por el cual había dicho que era un hombre felizmente comprometido. – La hermana de Annie es hermosa y cualquiera podría enamorarse de ella. – Dijo de nuevo revelando sus motivos. – Así si yo decía de inmediato que soy un hombre comprometido ella no permitiría un coqueteo natural de mi parte y ella no se enamoraría de mi como la recepcionista del hospital. – Dijo una vez más, aclarando el punto que había hecho que se presentara como Stear próximo a casarse con la señorita Patricia O´Brian.

-¿En verdad hiciste eso? – Preguntó Anthony con diversión, le parecía imposible que Stear se hubiese presentado de esa forma.

-Poco faltó. – Dijo Archie con queja.

-Si Anthony hubiera ido él se hubiera enamorado inmediatamente de la señorita Britter. – Dijo Stear indicando que sería buena idea que Anthony se enamorara de ella.

-¿Y si ella es la señorita que desean comprometer con Archie? - Preguntó Anthony con cierta malicia en su voz, él no quería que le colgaran milagritos como la tía Elroy intentaba hacerlo con Elisa.

-¡De ninguna manera! – Dijo Archie de inmediato, buscando una excusa que les aclarara que era Annie a la que los señores Britter se hubiesen referido en el pasado. – Es Annie… tiene que ser ella. – Decía el preocupado chico.

-¿Cómo lo sabes Archie? – Preguntó Stear, seguro que también podría ser Cassie. Archie abrió los ojos con preocupación, comenzando a respirar con dificultad.

-Tiene que ser así… - Decía buscando una posible razón. – Ellas tienen que saber de ese compromiso. – Decía Archie alegando.

-Tal vez si, Archie. – Dijo Anthony con verdadera empatía, quería que su primo sintiera esa seguridad que tenía en que Annie fuese la joven de la cual sus padres hubiesen recibido la propuesta hecha. – Podrías preguntarle y todo arreglado. – Dijo Anthony seguro de que su primo podría simplemente averiguar y salir de dudas.

-¿Y si no es así? – Preguntó Archie con preocupación, le dolía el estómago simplemente de pensar que no fuese Annie la elegida para ser su prometida, porque tenía que confesar que con Cassie a pesar de su belleza no movía nada en su interior.

-¿La otra señorita Britter está comprometida? – Preguntó Anthony con seriedad. Archie levantó los hombros en negación a la pregunta.

-No es como que se hubiera presentado ante Stear como "Mucho gusto Cassie Britter comprometida". – Dijo haciendo burla de lo que su hermano había hecho horas antes.

-En eso tiene razón, ella también hubiese dicho que está comprometida. – Dijo Stear dándole la razón a su hermano.

-A menos que ella no esté de acuerdo con el compromiso. – Dijo Anthony, advirtiendo que Archie no estaba de acuerdo con el compromiso que querían imponerle y que por eso jamás lo había mencionado a las chicas con las que había salido últimamente.

-Pero yo no estoy comprometido. – Dijo Archie de pronto. – Los señores Britter solo hicieron la mención, jamás se llegó a un acuerdo. – Agregó nuevamente el pobre chico.

-Tranquilo Archie, tan solo puedes preguntarle a Annie. – Dijo Anthony palmeando su espalda. Archie asintió no muy convencido, en el fondo temía que realmente la chica con la que querían comprometerlo no fuese Annie sino realmente Cassie.

-Mejor dinos ¿Por qué llegaste hasta ahora? – Preguntó Stear con los brazos cruzados, parecía que no se había conformado con la interrupción hecha por él mismo momentos antes. Anthony abrió los ojos sorprendido.

-Te lo dije antes, Stear. – Mencionó Anthony con tranquilidad, la misma tranquilidad que Albert le había enseñado para manejar los negocios. – Debía quedarme para ver cómo evolucionaba. – Agregó sin mencionar nada más.

-¿No tuvo nada que ver la hermosa enfermera que te atendió? – Preguntó Archie con malicia. Anthony abrió los ojos sorprendido, preguntándose en qué momento su primo había visto a la señorita White.

-¿Enfermera? – Preguntó Anthony intentando hacerse el desentendido. Archie asintió.

-Generalmente las enfermeras son chicas bonitas y guapas. – Dijo Archie con tranquilidad, aquella manera de expresarse dejó a Anthony tranquilo al darse cuenta que hablaba en general.

-La verdad no me fijé. – Dijo Anthony con naturalidad. – El dolor en mi brazo era insoportable. – Agregó una vez más, sus primos lo miraron comprensivos y dejaron de molestarlo.

-Bien, dejemos ya eso y volvamos al trabajo. – Dijo Stear decidido a dejar a Anthony para que terminara de leer los documentos y pudiera firmarlos sin problemas.

Tanto Archie como Stear salieron en silencio de la oficina del rubio, quien tomó los papeles que estaban sobre su escritorio comenzando a leerlos uno por uno, sin embargo entre documentos y documentos, una sonrisa y unos hermosos ojos verdes se cruzaban por su mente, su nombre se repetía de vez en cuando y una sonrisa boba aparecía en su semblante.

-Anthony. – Dijo Stear interrumpiendo a su primo. Anthony no escuchaba que el joven inventor había tocado la puerta tres veces sin respuesta.

-¿Qué pasó? – Preguntó Anthony al ver que de pronto Stear movía su mano frente a sus ojos.

-¿Qué qué pasó? – Preguntó Stear con burla. - ¿Estás seguro que no te golpeaste la cabeza? – Preguntó Stear con cierta preocupación.

-¿Por qué lo dices? – Preguntó Anthony, cambiando su semblante una vez más para continuar con la firma de documentos.

-¿Qué por qué lo digo? – Preguntó Stear indignado. – Solamente porque llamé a la puerta en tres ocasiones sin tener respuesta, te llamé desde el marco y solamente una boba y extraña sonrisa apareció en tu rostro logrando que hicieras preocuparme por si te hubieses golpeado la cabeza al caer del caballo. – Dijo Stear sin tomar aire. Anthony sonrió con amabilidad a su primo.

-No te preocupes Stear, estoy bien. – Dijo el rubio volviendo a sonreír encantadoramente.

-¿Es una chica, verdad? – Preguntó Stear seguro que esa sonrisa tan espectacular se debía a una mujer. Anthony volvió a sonreír incapaz de ocultar la respuesta que le salía por sus pupilas.

-¿Tan obvio soy? – Preguntó rindiéndose a su primo mayor, él sabía que Stear era mucho más leal que Archie en cuanto a mujeres se refería, sobre todo porque Stear ya estaba comprometido y él había aceptado el compromiso.

-No tanto… - Dijo Stear con burla. – Te confieso que no me di mucha cuenta antes, pero cuando toqué la puerta repetidamente y temí por tu salud y al abrir me encontré con que estabas sonriendo como un bobo… - Dijo ante la mirada de queja de Anthony. – Comprendí que el comentario de Archie había sido por una razón. – Dijo colocándose frente al escritorio de Anthony, mientras sus manos se acomodaban detrás de su nuca para escuchar lo que Anthony tenía qué decir.

Anthony suspiró una vez más, mientras imitaba la acción de su primo, recargándose en su asiento y colocando su brazo libre sobre su nuca.

-La verdad no sé qué pasó, Stear… - Dijo Anthony mirando al techo de su oficina, como si estuviese mirando al mismo cielo. Stear lo veía con una sonrisa en su rostro, por primera vez lo veía enamorado, lo había visto pensar en otra chica antes, pero jamás lo había visto enamorado.

-Estás enamorado… - Dijo Stear con seguridad. Anthony se reincorporó frente a su primo con los ojos abiertos y la mirada confundida.

-¿Qué estás diciendo? – Preguntó Anthony como si lo que dijera Stear fuese una mentira.

-Puedo verlo en tus ojos Anthony. – Dijo Stear reincorporándose frente a Anthony. – Jamás había visto ese brillo en tus ojos, jamás había visto esa mirada y esa sonrisa en tu rostro, simplemente al evocar el recuerdo de una mujer. – Decía con emoción. - ¿Es hermosa? – Preguntó una vez más el inventor. Anthony miró a Stear dudando en responder, aún estaba asimilando las palabras del chico de gafas.

-No puedo estar enamorado tan pronto… - Fue lo que respondió el rubio, intentando descifrar sus propias emociones. El latido de su corazón estaba agitado, su sonrisa no había dejado de fluir en todo el día y sus pensamientos estaban anclados en el pecoso rostro de la joven enfermera.

-¿Pues de quien te enamoraste? – Preguntó Stear creyendo que le mencionaría a una chica que había conocido días antes. Anthony lo miró un tanto preocupado, él jamás se había enamorado y no conocía ese sentimiento, pero sin duda alguna no podía decir que se hubiera sentido de esa manera antes.

-No estoy enamorado Stear. – Dijo Anthony recomponiéndose frente a él, dejando de sonreír y continuando con el papeleo. Stear sonrió seguro de que así había sido, sin embargo se negó a seguirlo interrogando, sabía que tarde o temprano él mismo se acercaría a él y por fin descubriría quién era la chica a la que su primo había entregado su corazón por primera vez.

-Está bien Anthony… - Le dijo Stear poniéndose de pie para salir de la oficina.

-¡Lo digo en serio! – Decía el rubio poniéndose también de pie, como si con ello pudiera hacer que sus palabras fuesen reales.

-Solo venía a decirte que te apures con esos papeles porque ya casi es hora de la cena. – Dijo Stear cerrando la puerta ante las quejas de Anthony.

Anthony se sorprendió por lo dicho por su primo, ya que generalmente ellos cenaban a las 7:30 de la noche y estaba muy lejos de ser esa hora… sus ojos viajaron al reloj que tenía frente a su escritorio y se sorprendió por lo rápido que había pasado el tiempo y él no había avanzado mucho en su trabajo.

-¡Maldición! – Dijo reprendiéndose con dureza por no haber terminado. Pero una vez más la los ojos verdes de Candy pasaron por su mente y una sonrisa lo hizo que volviera a tomar asiento en su lugar. - ¿¡Qué me has hecho pecosa!? – Se dijo tallando su rostro con su mano sana, mirando después su brazo vendado para recordar que debía ir al día siguiente a revisión, en ese momento la incomodidad que tenía en su brazo era mínima comparada con las ganas que tenía de volver a ver a la joven enfermera. – Cuantas ganas tengo de que sea mañana pecosa. – Se dijo suspirando, sorprendido porque su corazón comenzó a latir de manera acelerada tan solo por pensar en que pronto la volvería a ver.

Continuará…

Y la historia avanza y como muchas querían Anthony está desesperado por volver a ver a Candy, hasta se quedó en el hospital para volver a verla y conseguir su nombre. Espero que Candy no lo tome como acoso jijijiji.


AGRADECIMIENTOS ESPECIALES

María José M:

Hola mi hermosa amiga! Espero que estés muy bien, muchas gracias por dejarme siempre un comentario.

Tienes razón, el encuentro entre los rubios fue algo accidentado, pero era necesario para que se conocieran, pero te prometo que no habrá más accidentes a caballo, nuestro rubio favorito está a salvo de esas bestias jijijjiiji.

Igual que Archie (creo que quisiste decir) Efectivamente entre Archie y Anthony hay cierta rivalidad con las chicas y no con respecto a Anthony, sino que Archie compite con quien consigue a la chica más hermosa y este cree haber ganado al conocer a Annie, vamos a ver como reacciona cuando Anthony le presente a Candy jejejejeje.

Todas quisiéramos ser Candy en esos momentos! pero Candy es una profesional y no se fijó en esa maravillosa distracción... ¿Oh sí?

Mil gracias por tus lindas palabras, me alegro que te guste lo que escribo. Te mando un fuerte abrazo y sobre todo mi más profundo agradecimiento por escaparte para leer el capítulo jajaja.

TeamColombia:

Hola hermosas! y porque ustedes pidieron leer más, aquí está el nuevo capítulo, espero sea de su agrado, muchas gracias por sus lindos comentarios y por su ansiedad de continuar fielmente en la lectura, me agrada que a pesar del tiempo sigan con ese interés por mis Anthonyfics!

Julie-Andley-00:

Hola hermosa! ¿Cómo estás? Creo que ya había notado algo extraño en los comentarios, pero lo asumía que era por el tiempo que tienes con tu propia historia, espero que pronto se resuelva ese problema y puedas dejar tu comentario sin problema.

Te mando un fuerte abrazo amiga.

Luz Mayely León:

Hola hermosa, me alegra leerte como siempre y saber que continúas en la lectura. Creo que la frialdad de Candy tiene razón de ser por los consejos de su hermano Tom, aunado a que la pecas no se cree bonita y mucho menos que alguien de dinero y tan atractivo como Candy se fije en ella, pero creo que Anthony es muy astuto para captar su atención.

Espero que estés muy bien amiga y que tu esposo esté totalmente recuperado. Te mando un fuerte abrazo hermosa.

gidae2016:

Hola hermosa! Me alegra que te haya gustado el encuentro entre los rubios, la verdad que a pesar de que ha sido muy accidentado era la manera en la que tenían que encontrarse esta vez, era su Destino jajajaja.

Hermosa, no eres la única que aún no supera lo del caballo, creo que en general todas lo hemos vivido hasta la que ama a Terry primero amó a Anthony y sufrió con tan injusta muerte.

Poco a poco la historia avanza y los rubios tendrán muchos más encuentros, y no habrá nada que impida que su amor florezca.

Te mando un fuerte abrazo hermosa, que estés muy bien.

Muchas gracias a todas y cada una de las lectoras anónimas, gracias por darme ese espacio en su tiempo y regalarme un poquito de ustedes.


GeoMtzR

01/10/2024.