Estirado sobre la cama, la luz tenue de la mañana se colaba por las rendijas de la ventana y le molestaba en la cara. Las sabanas estaban revueltas y el ordenador portátil de Akaashi reposaba cerrado sobre el colchón.
Llevaba horas escribiendo sin parar, porque no, cuando Bokuto se había largado simplemente no había podido irse a dormir sin más. Menos después de aquel momento tan intenso en el que de no haberse apartado estaba seguro que se habrían besado... Igual que en el instituto.
Keiji palpó sobre el colchón buscando el teléfono móvil, bajísimo de batería porque el mundo se paraba cuando se ponía a escribir. Lo miró curioso, hacía pocos meses si desaparecía apenas nadie lo notaba…
Un mensaje de Osamu que le preguntaba si estaba viviendo todavía o un grupo de la mafia chino lo había secuestrado y asesinado. Una llamada de Bokuto y dos de su editor jefe, Otro mensaje de Suzumeda asegurándole que si iba aquella tarde con Bokuto a la cafetería les espiaría sin vergüenza... " Como si supieras que es la vergüenza, Kaori" se dijo a si mismo. Estiró el brazo y puso a cargar el teléfono. Así mismo también conectó el portátil a la corriente y se quedó unos minutos estirado en la cama, contemplando la nada y siendo consciente de su respiración. No estaba seguro de gustarle recibir tanta atención.
Un intenso suspiro salió de su boca. No era propio de él vivir a la deriva, pero se sentía que iba de aquel modo sin tener muy claro que hacía. Escribía y esperaba que Suzumeda no se riera demasiado de él.
La imagen de Bokuto sentado en su sofá, sus labios suaves, sus mandíbulas marcadas, el puente de su nariz fino y aquella mirada casi de animal abandonado resonaba en su mente... Se mordió el labio. Siempre había creído que era absurdo eso de que alguien estuviera enamorado de una persona pero quisiera acostarse con otros. Podía recordar las discusiones con Komi en el instituto, diciéndole que aquello era imposible. Le hacía sentir un poco idiota, bueno, inexperto después de todo.
Si no se hubiera levantado del sofá quizá se habrían besado, seguramente sus bocas se habrían pegado como cuando eran adolescentes tontos. La gran diferencia habría residido en como Akaashi no se hubiera detenido allí. Lo sabía.
La idea pasar su mano por el cuello de Kotaro mientras sus bocas se restregaban, descendiendo por el pecho y hasta el vientre... Era solo una fantasía, pero se sentía tan vívida.
Akaashi notó la sangre amontonarse en su entrepierna ante aquella fantasía ¿Había vuelto a tener dieciséis años de verdad? Suspiró tratando de dejar de juzgarse, deslizó la mano hasta su pene y lo agarró.
Le habría gustado hacer aquello con Bokuto, le habría encantado sentir su piel caliente contra su mano, que ahora empezaba a subir y bajar alrededor de su miembro. Acariciaba el glande de forma suave cada cierto tiempo, sintiendo como aquello aumentaba la intensidad del placer.
¿Cuánto tiempo hacia que no se masturbaba? Dios, ni siquiera lo recordaba. Quizá sí, podía confirmarlo ya, había vuelto a la adolescencia.
Sintió la temperatura subir en su propio cuerpo, los músculos de su caderas tensarse obligándole a abrir más las piernas, y sin más la sensación de placer abrumarle cortando el hilo de pensamientos. Un leve gemido escapó de sus labios mientras veía sus sabanas mancharse con su propio semen. Aunque ciertamente, ni siquiera lo pensó. Tan solo dejó que pasara...
Su cuerpo se relajó tras la expansión del placer por su cuerpo y volvió a quedarse medio adormilado unos minutos.
Al regresar a su cuerpo volvió a mirar el móvil para contrastarle a Osamu.
"Si, continuo con vida pero estoy secuestrado en el trabajo. Hoy me veo con Bokuto para ayudarle con algo de estadística que no ha sabido explicarme bien" escribió rápidamente pero borró todo el asunto de Bokuto antes de mandarlo.
¿Estaba mal que se lo ocultase? Una parte de él le decía que si, sin embargo no eran formalmente una pareja ¿Se portaban como una? Sí, pero aquellos límites si no se halaban resultaban tan ambiguos... Quizá Osamu se veía con otras personas. Pensar en aquello casi le hirió, no por las otras personas sino por la falta de franqueza que él mismo también estaba teniendo. Sabía que estaba encaprichado de Osamu, y así mismo era al revés. Así que no decirle nada, era como mentir aunque solo fuera eludir algo. Y lo peor era que no podía engañarse a sí mismo aunque quisiera tenía sentimientos por ambos.
Unos sentimientos románticos y otros sexuales o quizá todo se mezclaba entre los recuerdos del Keiji del pasado que se había quedado con una ilusión rota y las ganas de una vida totalmente diferente. Lo cual no implicaba que no le gustase la que vivía, solo que miles de realidades alternativas se abrían en su mente creativa. Todos aquellos Akaashis Keijis vivían, de forma significativa aquellas posibilidades del "Y si…" pero la vida era la que era.
—Pero a quien pretendo engañar — se dijo a sí mismo en voz alta. Y añadió de nuevo al escrito que aquella tarde se vería con Bokuto. Ni siquiera el mensaje en sí mismo implicaba un engaño propiamente, pero como siempre se juzgaba sin contemplación.
Toda aquella excitación no borraba ni un poco el afecto hacía Osamu, y en parte buscaba aquel concepto romántico en él. Encontrarle al lado cuando se despertaba, cocinar juntos, charlar le las novelas o los besos lentos debajo de la lluvia… Se rascó la cabeza. En sus novelas todo era mucho más sencillo. Sus protagonistas inmiscuidas en triángulos amorosos, no dudaban de verdad. Aunque la excitación y el erotismo de lo prohibido resonaban en las historias, nunca era lo que les hacía dudar del amor que sentían. Quizá porque los héroes y los villanos de sus historias eran personajes polarizados, sencillos y planos. Ojalá tener la profundidad de un charco de la calle, la vida sería más sencilla.
Akaashi se levantó y puso las sabanas en la lavadora sin pensarlo, preparó café y se dispuso a llamar al editor jefe.
—Perdón por no contestar — dijo después de un saludo simple de su jefe —. Tengo ya la mitad de la novela nueva, la que esperabas desde hace tanto pero…
—Ahora mismo no es lo que me interesa — contestó con voz seca. Aquel hombre sabía ser desagradable —. Lo que me interesa saber es cómo piensas recoger el premio que le dieron a tu última historia.
"El susurro de los sueños perdidos" había sido un éxito. Sí. La historia de cómo una mujer de treinta y tantos que hacía un viaje emocional y espiritual para reconectar con ella después de haber dejado de lado sus propios sueños por un amor fallido. Exploraba temas como la rendición, la introspección que te permite revelar tu propia identidad y todas aquellas cosas envueltas en un ambiente onírico. Literalmente era la historia de Suzumeda explicada desde la perspectiva de Akaashi. Tenía un toque profundamente comercial y ya llevaba tres premios seguidos en los que la editorial había recogido el premio en el nombre de Sanjo Himari.
—No voy a ir yo — aclaró Keiji. Aunque se daba cuenta de que cosas en él cambiaban significativamente. Su vínculo con Osamu le había cambiado y reencontrase con Bokuto le había recordado cosas de él que había olvidado. Sin ir más lejos se había masturbado hacía cinco minutos cuando usualmente ya no hacía aquellas cosas… No se sentía listo para recoger aquel premio.
—Deberías hacerlo, a las fans les encantará encontrar un autor sensible que se esconde detrás de un nombre de mujer.
— No, a las fans les horrorizará que me eligierais un nombre de mujer para vender más copias — aseguró Akaashi.
No era aquello lo que le retenía, simplemente no quería que se asociara su cara a su obra. En cierto modo, se avergonzaba del mismo modo que le avergonzaba sentir todas aquellas cosas hacía Bokuto todavía. El Bokuto del que él se había enamorado podía parecerse al que existía en la actualidad, pero era otra persona totalmente diferente. El tiempo existía después de todo y cada día cambiaba a la gente.
—El manuscrito nuevo, te lo enviaré en cosa de un mes seguramente — aclaró calculando que trabajase solo un par de horas al día. Sabía que si le daba una fecha limite tan corta era posible que no le cargara con tareas de corrección de otros autores.
Colgó tras despedirse y ver un mensaje de apoyo de Osamu para la sesión de estudio con Bokuto. Añoraba oír su voz, pero a Osamu no le gustaba particularmente hablar por teléfono. Contestaba a las llamadas, si no había más remedio, pero le daba tedio. "¿Quieres venir a cocinar para mi esta noche?" le pidió deseando que así fuera.
NA:Este capitulo es más corto, sí pero es que Mercurio ya deja de retrogradar y gracias perra porque me tenías mal. Espero poder volver a dormir.
