Capítulo 3

2do y 3er día

Rin despertó lento y se cubrió el rostro con una almohada que no le resultó familiar. Frunció el seño un momento y luego recordó que estaba muy lejos de casa entre una familia que no era la suya. Se quedó quieta y pudo oír ruido en el baño, de seguro que Sesshoumaru estaba tomando una ducha.

La noche anterior él los excusó temprano para llevarla a su habitación y luego regresó muy tranquilamente a la reunión mientras ella se aburría con películas hasta que la venció el sueño. Ni siquiera lo escuchó entrar después y estaba muy segura de que no se metió en la cama para dormir.

Se quitó la almohada del rostro para acostumbrarse a la luz y cuando finalmente pudo abrir los ojos notó que el amplio sofá tenía sábanas y cojines desordenados. Al parecer el psicópata bien podía ser un caballero y un buen compañero de negocios. Se sentó y encendió la televisión más bien para dejarle saber a Sesshoumaru de una manera sutil que estaba despierta y que evitara salir sin estar vestido.

Mientras lo esperaba decidió ir al clóset y buscar su ropa del día, algo apropiado para montar. En eso estaba cuando notó que el ruido del agua había cesado y su falso prometido salió a su encuentro. No iba precisamente desnudo, pero tampoco llevaba nada que cubriera su torso perfecto y Rin tuvo que obligarse a no mirarlo demasiado.

- No me vas a decir que no desayune ¿verdad? –lo cuestionó por sacar un asunto de trabajo y romper el silencio.

- Es una puesta en escena, no se trata de que mueras de hambre en el proceso. –le aclaró con la voz de hielo.

- ¿Y cómo van las cosas? ¿Todo un éxito? –le sonrió muy amplio y de manera falsa, pero sólo estaba bromeando y ambos lo sabían.

- Vas de camino a ganarte el Oscar. No sé qué le hayas dicho a Izayoi pero la tienes comiendo de la palma de tu mano. Sigue así.

- Muchas gracias. Es mi encanto natural. –sin decir más fue y se encerró en el baño para tomar un baño y alistarse.

Sesshoumaru negó un poco con la cabeza y se vistió por completo ates de bajar. Él hubiera deseado tomarse más tiempo pero no quería que Rin pensara que la acosaba, era mejor darle su espacio pues aunque ella pareciera no darse cuenta la verdad era que lo tenía en sus manos. De su desempeño dependían muchas cosas para él.

Cuando llegó a la planta baja se topó a su padre y él le hizo una seña para que lo acompañara a su estudio. Sesshoumaru entendió que ese era el momento para plantearle el verdadero objetivo de su viaje. Tenía que hacerlo bien.

…..

Después del desayuno todos fueron a la playa donde ya estaban listos los caballos, todos pertenecían a la familia y vivían en un establo que rentaban para eso, resultaban un gusto algo costoso que se podían dar. Los más mansos se los asignaron a las mujeres y después con la mayor naturalidad del mundo el grupo se dividió en dos, separados por sexos. Rin se extrañó un poco pero de inmediato Sango se acercó para confesarle algo.

- Sí, me pareció raro la primera vez también. Pero es como tradición para ellos. Chicas a la derecha, chicos a la izquierda.

Rin se rio e hizo que su yegua girara hacia la dirección que le acababan de indicar. Así todas comenzaron a andar observando el paisaje y cada pocas casas alguien contaba una historia sobre los habitantes o hacían observaciones de los colores o cosas igual de triviales.

El sol brillaba cálido y Rin pudo relajarse y reírse como hacía mucho que no sucedía aunque una pequeña parte de su mente continuaba tensa temiendo el momento en el que la conversación regresara hacia ella y su vida inventada.

- ¿Cuáles son los planes para la tarde? –inquirió Kagome de repente mientras seguían con su paseo.

- Estaba pensando en ir de compras… pero no sé… quizás deberíamos quedarnos y pasarla en casa. –respondió Izayoi mirando a Rin de reojo, ella entendió la indirecta.

- Suena bien salir. –aseguró sonriendo.

- Sólo si estás segura, no quiero que te esfuerces demasiado.

Rin notó la preocupación y dulzura en su mirada, así como los otros dos rostros femeninos que hacían eco de las mismas emociones. Quiso inventar algo pero no pudo, al final dejó salir la respuesta más natural.

- Estoy bien ahora. Quiero aprovechar el tiempo que tenga.

Antes de que alguna pudiera responderle giró un poco la yegua y aceleró el paso para alejarse unos metros y respirar profundo mientras les enviaba la clara señal a las demás de que no preguntaran más en ese camino.

…..

Unas horas después las cuatro mujeres caminaban por un centro comercial con varias bolsas cada una. Luego del paseo en caballo se reunieron con los chicos para almorzar y después de tomar una ducha y descansar un rato decidieron escapar para husmear en las tiendas.

Rin lo estaba disfrutando como todo lo demás hasta ese momento, tenía años que no salía así con un grupo de mujeres a probarse cosas y comprar ropa que no necesitaba pero de la que igual la había enamorado.

- Miren eso. –murmuró Kagome de repente y todas la siguieron.

Era una prenda impresionante, un vestido de novia de falda amplia bordada con perlas, digno de una princesa, todas pudieron apreciar su belleza, pero Kagome se quedó fascinada con él.

- ¿Acabas de encontrar tu vestido de bodas? –inquirió Sango.

- Totalmente. ¿Sería muy malo que lo comprara y lo guardara un tiempo?

- Es perfectamente comprensible. Además, sería una buena forma de apresurar a Inuyasha. –apuntó Izayoi con una gran sonrisa.

- Debe costar una fortuna.

- Tener el vestido perfecto para ese día no tiene precio, hija. Si el costo es muy elevado, se puede arreglar. –le dijo su suegra y caminó hacia el interior de la tienda.

Rin las siguió poniéndose un poco nerviosa. Estaba cansada y no quería que la cuestionaran en ese momento pero desde el primer instante supo que siendo la única "oficialmente comprometida" inevitablemente hablarían de ella.

Mientras las demás se entretuvieron observando el vestido y fueron víctimas de una vendedora entusiasta, ella sólo observó todo y quiso encontrarles defectos a todos y cada uno de los atuendos para que no desearan persuadirla de elegir uno o algo así… no es que tuviera planes de casarse pero de todas formas le parecía mala suerte intentar ponerse un vestido de novia sin siquiera tener un hombre en su vida.

- ¿Algo que te guste? –preguntó Izayoi mientras la vendedora iba a buscar el precio y el tiempo estimado de entrega para un vestido igual la que Kagome acababa de ver.

- En realidad, no. –contestó tan natural como pudo.

- ¿Qué tipo de vestido quieres? ¿Ya lo has pensado? –preguntó Sango.

- No lo sé. Antes siempre supuse que sería algo moderno y atrevido, hasta llegué a fantasear con un vestido corto… algo diferente. Pero no lo sé… en ese entonces tenía algunas curvas que mostrar, ahora es difícil. –se señaló a sí misma y su cuerpo delgado con un toque de tristeza en los ojos que no sabía se le notaba.

Las tres mujeres se quedaron en silencio y ella se encogió de hombros sin saber qué más decir, por fortuna la empleada regresó pronto y pudieron volver al asunto de los informes. Nadie volvió a preguntarle sobre sus planes para la boda el resto de la tarde mientras se perdían en otras tiendas.

…..

Sesshoumaru POV

Estaba sentado leyendo la sección de economía del periódico mientras los demás jugaban cartas. Ese día lo pasamos más bien divididos y las mujeres se fueron de compras hacía horas. No me gustaba mucho que Rin se quedara tanto tiempo a solas con ellas, aún temía que no pudiera seguir con la farsa en algún punto aunque hasta ahora todo fuera de maravilla.

- Creo que ya llegaron. –dijo mi padre y vi las luces de un auto acercarse hasta la puerta.

Me pareció extraño porque mi madrastra iba conduciendo y ella no solía estacionarse tan cerca, quizás llevaran demasiadas bolsas con ellas y no desearan cargarlas. Un minuto después se abrió la puerta y entró Sango, tenía el seño fruncido y se dirigió a mí directamente.

- Rin estaba muy cansada y se quedó dormida en el auto ¿quieres cargarla para que no despierte?

Simplemente me puse de pie. Obviamente el teatro seguía funcionando, la chiquilla loca estaba interpretando su papel de mujer enferma magistralmente, pero de todas formas me pareció un poco excesivo que se fingiera dormida. Fui hasta el vehículo y Kagome tenía una de las puertas traseras abiertas, me acerqué y vi a Rin ahí, estaba cubierta con una chamarra extra y en verdad la encontré dormida, no estaba actuando.

Con mucho cuidado la tomé entre mis brazos y mi cuñada se encargó de que no se cayera la prenda sobrepuesta, Rin reaccionó cuando empecé a caminar, la sentí tensarse de repente y temí que estuviera desorientada.

- Te quedaste dormida, te voy a llevar a la habitación. –murmuré en tono bajo mientras subía los escalones del porche.

- Lo siento. –susurró recargando la cabeza en mi hombro.

- Está bien. Todos están preocupados.

Ya no me contestó y entramos a la casa, ahí me topé con otros seños fruncidos, si no tuviera que seguir con esto me hubiera reído. Subí las escaleras y maniobré para abrir la puerta, entrar y cerrarla detrás de nosotros, después acosté a Rin sobre la cama tendida y ella comenzó a removerse como niña pequeña para sacarse los zapatos sin sentarse. Después hizo lo mismo con el fin de meterse entre las cobijas.

- ¿Estamos solos? –me preguntó sin abrir los ojos.

- Sí. Puedes hablar ¿cómo te fue?

- De maravilla, hasta querían comprarme un vestido de novia. –sonrió y me miró. Noté que tenía los ojos vidriosos y las mejillas arreboladas, de verdad se veía como si estuviera enferma.

- ¿Tienes fiebre? –le pregunté no deseando que se enfermara ahora. Podría caernos bien, pero no quería más drama del necesario.

- No. Sólo estoy cansada. Hacía años que no montaba. Sólo déjame aquí y diles que me diste medicina. –bostezó y se giró para darme la espalda.

Salí cerrando la puerta tras de mí y bajé las escaleras, en la sala estaban casi todos, sólo faltaba mi padre, conociéndolo estaba sirviendo bebidas para el resto.

- ¿Crees que esté bien? –inquirió Izayoi.

- Sólo está agotada. Le di algunas medicinas y la dejé en la cama.

- Fue demasiado lo de hoy. Debimos posponer las compras. –suspiró la esposa de mi padre y Kagome le tomó la mano.

- No te sientas culpable, ella se sentía bien. Y creo que se divirtió. –le dijo tratando de sonreír.

- Kagome tiene razón. –afirmé y caminé hacia la cocina.

Fue hasta ese momento que empecé a entender la magnitud de la mentira. En un principio Rin estuvo preocupada por lo que yo le haría a mi familia con esto y jamás me importó. De hecho, no era como que me sintiera mal ahora, pero de cualquier manera apenas comenzaba a comprender lo mucho que ella iba a ganárselos en apenas pocos días y lo difícil que les resultaría cuando todo acabara. Aunque de cómo finiquitar el asunto aún no estaba seguro.

- ¿Te acosan con preguntas? –me dijo mi padre, quien efectivamente estaba sirviendo café en varias tazas.

- ¿Se te ocurre alguna manera de evitarlo? –cuestioné como respuesta, si él tenía alguna idea, sería bien recibida.

- Sinceramente, no. Todos estamos preocupados y esto es algo nuevo. Supongo que tú estás más acostumbrado a conservar la calma cuando es algo simple, como que esté cansada, pero en realidad es difícil de asimilar cuando no lo has vivido. –me dijo sacando un recipiente de cristal con azúcar.

- Ella va a estar bien. –le dije nada más por evitar que siguiera con los consejos.

- Lo sé. –me sonrió como para darme ánimo y supe que no era que lo creyera de verdad, sino que estaba tan convencido de que todo era real que temía que yo estuviera aferrándome a una vana esperanza de salvar a la mujer que amaba. - ¿Cuándo va a empezar con la quimioterapia?

- En un par de semanas, casi en cuanto regresemos.

- ¿Crees que necesiten ayuda extra? Contratar una enfermera es fácil, pero ayer Izayoi me estaba diciendo que no le molestaría en lo absoluto ir a quedarse con ustedes para ayudar en el proceso.

- No es necesario. Y aunque Rin esté maravillada con su recibimiento, no sé si quiera tener compañía todo el tiempo. Además, no estamos viviendo juntos aún. –contesté por mera inercia para evitar eso que él me estaba planteando porque sería el fin de toda mi estrategia.

- ¿No viven juntos? Eso es extraño. –frunció el seño y tomó la bandeja antes de abandonar la cocina.

Yo sólo me quedé ahí analizando su reacción. Acababa de equivocarme. Mis palabras despertaron algo que no estaba bien, quizás una duda, tal vez la sensación de que no la cuidaba tan bien como debería. Por un momento la ira me recorrió, esa era la primer falla en un plan que tenía que ser perfecto y no podía repetirlo.

Respiré profundo para calmarme y volver con los demás, después hablaría con Rin para idear un plan para "nuestro futuro", tendríamos que contar la misma historia y arreglar eso que yo acababa de hacer.

…..

Rin POV

Me desperté sin saber qué horas eran y algo incómoda, además me dolía todo el cuerpo. La habitación estaba oscura y vi entre la penumbra el sillón vacío, aunque no escuché ruido en la casa. No deseaba levantarme, pero sabía que tenía que hacerlo, así que me incorporé lentamente hasta ponerme de pie.

Primero tomé mi pijama y el neceser y me encerré en el baño para tomar una ducha caliente y rápida. El agua que destilaba vapor se sintió demasiado bien contra mis músculos adoloridos, de verdad necesitaba recuperar algo de condición física.

Cuando terminé me sequé y me vestí para dormir, también me cepillé los dientes y tomé un par de pastillas para sentirme mejor. En total no debí tardarme más de media hora. Al salir del baño coincidí con Sesshoumaru que entraba, se veía más frío de lo usual y me extrañó ¿sería que algo iba mal?

- Tenemos que hablar. –me dijo y temí lo peor.

- ¿Hay algún problema? –lo cuestioné yendo hacia el clóset para dejar mi neceser. No me pasó desapercibido el hecho de que lo miró y frunció un poco el seño. Bueno, supongo que le llamó la atención el pequeño candado, no todo mundo guarda el cepillo de dientes bajo llave.

- Mi padre me dijo que Izayoi está considerando ir a visitarnos para ayudar cuando te den la quimioterapia.

- Eso es definitivamente un problema. –murmuré asustada.

- Le dije que no era necesario y que de todas formas aún no vivimos juntos. Eso le pareció extraño.

- Pues… no sé. Podemos decir que pensamos mudarnos cuando empiece la quimioterapia. Siempre y cuando Izayoi no insista en ir.

- Puedes decirles que tienes una amiga enfermera o algo así. –sugirió mientras se recargaba en la puerta y cruzaba los brazos.

Yo suspiré y consideré su idea mientras lo observaba, tan increíblemente guapo como siempre. Si no fuéramos compañeros de negocios y él un mujeriego consagrado, bien podría gustarme mucho.

- Suena bien. Mañana me encargo de eso. –le sonreí un poco y escuché a mi estómago protestar. – Supongo que ya cenaron todos.

- Nosotros ya habíamos cenado cuando llegaron. Y las mujeres atacaron la cocina hace rato.

- Está bien, puedo tomar unos chocolates. –acepté resignada aunque más bien tenía ganas de comida real.

- Sería extraño que bajaras ahora. Pero puedo traerte algo. –ofreció sin cambiar un ápice su postura rígida y no supe si lo hacía por lástima o compromiso. Aunque bien podía ser para que los demás lo vieran atenderme.

- Gracias. –acepté sonriéndole de nuevo.

- ¿Leche tibia y galletas? ¿Un emparedado? –sugirió como si estuviera hablando de hacer algo imposible y me reí.

- Detesto la leche como nada más en este mundo. Pero lo demás suena bien.

- Definitivamente estás loca. Nadie detesta la leche. –negó con la cabeza y vi un atisbo de sonrisa en sus labios, se veía aún más hermoso así. - ¿Jugo es aceptable? ¿O también lo odias?

- Jugo está perfecto. Gracias.

Él no dijo una palabra más y se marchó. Yo encendí la televisión sólo por tener algo que hacer y me quedé repasando los acontecimientos del día. La familia de Sesshoumaru era una de esas típicas dinastías antiguas, viejos ricos. La manera tan sencilla en la que Izayoi se ofreció a costear el vestido de novia de Kagome y cómo los paseos a caballo eran lo más natural del mundo me parecía sacado de una película.

Mis padres nunca fueron así de ricos, aunque siempre tuve lujos, un auto desde que pude conducir, vacaciones en varios destinos, entrar a una buena universidad… cosas así que aprendí a valorar sólo después de que murieron y manejé finanzas más allá del dinero que necesitaba para ir al cine.

Además, mientras más los conocía, sólo aumentaba mi curiosidad ¿qué llevó a Sesshoumaru a hacer todo esto? En un principio supuse que serían una bola de estirados, gente estricta que lo presionaba para casarse o algo así. Pero no parecían eso. Todos eran personas relajadas y no podía ni visualizarlos dándole un sermón para que sentara cabeza. Eso sin contar el hecho de que él no era el tipo de persona que se preocupaba por lo que sus padres esperaran de él.

Luego de unos minutos la puerta se abrió de nuevo y él entró con una bandeja, en ella había un emparedado, un vaso grande de jugo de manzana y un trozo de pastel. Tuve que contenerme para no saltar de la cama y abrazarlo, probablemente él me hubiera rechazado.

- Gracias. –le dije sonriendo y recibiendo mi cena. – Oye, sólo por curiosidad ¿cómo es que te desprendiste el trabajo? Eres un adicto, no sé cómo soportas estar lejos de todo. –inferí mientras daba el primer mordisco.

- Trabajo desde la computadora. –me aclaró como si fuera lo más obvio. – No sé cómo puedes tú estar tan desocupada todo el tiempo. –fue con sus ademanes fríos y sacó la ropa de cama para el sofá.

- La vida es corta y si muriera mañana no me gustaría pensar que desperdicié mi tiempo metida en una oficina para ganar dinero y que jamás tuve el tiempo de disfrutarlo. –le contesté de la manera más natural del mundo.

- Pero sólo piensas eso porque estás loca. Si fueras un poco más normal, verías que no puedes estar sin hacer nada por siempre. –replicó sin mirarme mientras acomodaba las sábanas.

- Si algún día tengo tiempo para preocuparme por eso, lo haré.

Después seguí cenando en silencio, no quería darle más detalles de cómo es que cambió la forma en la que veía la vida y el mundo, éramos compañeros de negocios, no amigos. Además de que alguien como él jamás podría entender aunque se lo explicara mil veces.

- Están pensando en quedarse en casa mañana y hacer una parrillada en la playa para disfrutar el sol. –me dijo minutos después mientras se sentaba en el escritorio y revisaba su computadora, yo ya casi acababa de cenar.

- Suena como una buena idea. ¿Crees que pueda escaparme una noche? Hoy me dijeron que hay un mirador con vista al mar y a la ciudad. Quisiera ir.

- Definitivamente no puedes escaparte. Pero estoy muy segura de que puedes convencerlas de organizar una visita. Casi siempre deciden ir, aunque lo hacen más bien en parejas.

- ¿Tú has ido?

- Nunca. –me aclaró ya concentrándose en sus archivos, supe que era el fin de nuestra plática.

- Gracias por la cena. Mañana bajo los platos. –le dije en voz baja y él apenas asintió.

Después de eso dejé las cosas sobre la mesa de noche y apagué la televisión antes de meterme de nuevo entre las cobijas. El baño y la comida me habían ayudado, pero aún estaba cansada y quería reponer energías para el día siguiente, pues mientras más me divirtiera más necesitaría estar concentrada y en guardia para no cometer errores. Eso sin contar que muy en el fondo ansiaba pasarme el día viendo a Sesshoumaru medio desnudo por ahí… aunque no fuéramos nada, no había leyes que me impidieran disfrutar el paisaje.

…..

Era miércoles a medio día y el sol brillaba en lo más alto cuando todo estuvo listo para empezar la parrillada en la playa. Los chicos se encargaron de llevar las cosas y poner el asador, las mujeres ayudaron con preparar los vegetales y el resto de los ingredientes. Eso a Rin le pareció muy propio de una familia tradicional y tuvo que contenerse para no hacer algún comentario que podrían interpretar mal.

Las tres chicas fueron las primeras en entrar al mar mientras Izayoi se quedaba en la arena dándole instrucciones a los chicos de cómo preparar la comida, el único que era casi un experto porque lo disfrutaba mucho era su esposo. Sango, Kagome y Rin nadaron un poco entre las olas que eran pequeñas y sintieron la arena suave bajo sus pies, conversaron de cosas poco importantes y se rieron mucho. Al salir Rin notó las miradas de Inuyasha y Miroku que se clavaban en los cuerpos de sus novias, obviamente Sesshoumaru ni se tomó el tiempo de echarle un ojo pero eso no la extrañó porque su figura delgada carecía de curvas aunque su bikini fuera pequeño.

La siguiente etapa fue destapar algunas cervezas, todos menos la "enferma", y poner música de la cual se quejaron los dos adultos más grandes, pero fue en tono amistoso. Un rato después entre todos los hombres montaron la red de voleibol y delimitaron la cancha mientras las mujeres se entretenían pasándose la pelota.

- Eres buena haciendo esto. –le dijo Sango a Rin y las otras dos asintieron.

- Gracias, tengo algo de práctica, todavía falta quien me derrote. –les sonrió amplio y en automático las demás miraron a Sesshoumaru, al parecer su comentario fue escuchado por todos y los otros chicos no tardaron en empezar a reírse.

- ¡Te venció una chica! –le dijo Inuyasha a su hermano en el tono más lascivo que pudo.

- No es cierto. –le aclaró él con su voz fría y sus músculos perfectos que se mostraban imponentes al sólo llevar un traje de baño que le llegaba arriba de las rodillas.

- Pues jamás me retaste. –le aclaró Rin en tono alto y todos se rieron, ella tomó el balón y se lo arrojó a su supuesto prometido. – Juego corto a cinco puntos. No quiero humillarte demasiado.

La sorpresa general ante su comentario fue evidente, de repente todos se quedaron en silencio pues conocían lo competitivo que era Sesshoumaru y nunca se imaginaron la reacción que podría tener ante tal provocación.

- Estás a tiempo de retractarte. –le dijo él a la chica sin moverse, pero ella ya se estaba poniendo unos shorts y una blusa que la cubría hasta la mitad del vientre, en nada de tiempo estuvo lista en la chancha.

- ¡Y no se te ocurra dejarme ganar!

- Tú te lo buscaste. –le dijo él y los demás se sentaron en la arena para observarlos, expectantes de cómo sucederían las cosas.

Sesshoumaru sacó con fuerza, pero ella fue muy capaz de detener la bola y acomodarla para regresársela, él se la devolvió de un solo golpe pero con tal velocidad que Rin sólo se quitó del camino y dejó que saliera de la cancha.

- ¡Uno a cero! –gritó Inuyasha animado. - ¡Es más lista que tú! –remató riéndose y esta vez su padre lo acompañó.

Rin fue por la bola y regresó para sacar, Sesshoumaru estaba colocado en medio de la cancha, pensando que la chiquilla loca y tan delgada que se le marcaban algunos huesos no podría imprimir demasiada fuerza, estaba equivocado. Ella vio el error que cometió al juzgarla y se aprovechó para sacar un balazo que pegó en una esquina.

- ¡Dos a cero! ¡Bien hecho! –se siguió mofando Inuyasha y ahora casi todos se rieron.

Sesshoumaru fue por la pelota y se la pasó a Rin, ella la recibió con una sonrisa que casi se le borra del rostro cuando vio su semblante colérico debajo de la apariencia de hielo. Por un momento consideró la posibilidad de dejarlo ganar para que no fuera a despedirla, pero supuso que si se caía el teatro, él perdería más. Por eso prefirió emplear todas sus habilidades.

Para este saque él estaba mucho más preparado y lo contestó sin problemas, ella se la devolvió igual y así siguieron durante algunos golpes más, hasta que él la notó en una posición perfecta y no dudó antes de mandarle la pelota con mucha fuerza pero en el ángulo indicado para que picara dentro si la dejaba pasar. Rin la vio venir y supo que estaba perdida, pero por mero reflejo reaccionó y se puso en la trayectoria del balón, el cual impactó en sus brazos dejándole un dolor punzante instantáneo, pero salió disparada hacia arriba y ella pudo acomodarla con un segundo golpe y devolverla con un tercero.

Cuando la vieron hacer eso algunos de sus espectadores escamaron sorprendidos pero no dijeron nada. Sesshoumaru tomó la oportunidad y le mandó otro pelotazo veloz que picó dentro y marcó su primer punto cuando ella no pudo alcanzarlo.

- Dos a uno. –dijo Inuyasha sin tanto entusiasmo.

Rin tomó la pelota y se la arrojó a Sesshoumaru, él esbozó un atisbo de sonrisa que no demostraba nada de alegría. Después del saque Rin empezó a buscar una estrategia porque se dio cuenta de que iba a necesitarla. Sesshoumaru era un buen atleta y no le estaba dando nada de espacio, al contrario, utilizaba su superioridad física para acorralarla y ya podía sentir los moretones formándose en sus brazos. De repente él, con intenciones de hacerla fallar, le mandó una bola muy cerca de la red y ella corrió como si fuera a regresarla con toda la fuerza que tenía, pero en el último instante le dio un toque muy leve que le lastimó los dedos y apenas pasó la red… cayendo al suelo.

- ¡Tres a uno! –informó Inuyasha sonriendo, aunque para ese punto Izayoi ya estaba más bien preocupada.

Rin tomó la pelota por sí misma y regresó para sacar. Sesshoumaru al devolvérsela decidió que era suficiente de andarse con juegos y lo hizo con toda su fuerza, irremediablemente Rin no pudo ni quitarse y recibió el golpe en las costillas. El impacto la sacó de balance y se arrodilló en el suelo.

- ¿Estás bien? –escuchó una voz femenina alterada y sólo levantó la mano para que nadie se acercara.

Inhaló profundo un par de veces y luego se puso de pie con los ojos fijos en Sesshoumaru, él se veía complacido. Por un momento le enojó que utilizara esos trucos sucios, pero eso sólo hizo más fuerte su convicción de ganarle.

- ¿Cómo vamos? –preguntó en voz alta y viendo a sus sorprendidos espectadores.

- Tres a dos. –contestó Inuyasha.

- Vamos a hacerlo más interesante. –le dijo a Sesshoumaru con el tono adecuado para que todos oyeran. – Si yo gano, me llevas esta noche al mirador.

- Perfecto. Cuando pierdas voy a reclamar el lado izquierdo de la cama. –replicó él con una mirada que le dio a entender que a ella le tocaría pasar las noches en el sillón lo que les quedara de tiempo ahí.

- Hecho. –anunció y fue a buscar la pelota.

- Sé prudente. –lo reprimió un poco su padre mientras Rin regresaba, él no dio señal alguna de haberlo escuchado.

Sesshoumaru tomó la bola que ella le pasó y sacó, así se trenzaron en varios minutos de sólo devolvérsela, como creando expectación y esperando por un momento de debilidad del otro. La siguiente en marcar un punto fue Rin que utilizó su velocidad y agilidad para hacerlo fallar.

- ¡Cuatro a dos! ¡Ya casi muerdes el polvo, idiota! –gritó Inuyasha que estaba emocionado pero algo enfadado con la actitud de su hermano, él al igual que todos los otros presentes jamás se hubiera atrevido a utilizar tal fuerza jugando con una de sus novias, estuviera enferma o no.

Sesshoumaru se tomó muy en serio la provocación y devolvió el primer servicio otra vez con todo el poder de sus músculos impactando la bola contra el hombro izquierdo de Rin, quien tuvo que dar un paso hacia atrás para no caer pero de inmediato pateó la pelota hacia su "prometido" y se puso en guardia, ignorando el dolor. Nadie dio una actualización del marcador.

El siguiente punto tampoco tardó mucho en caer y lo hizo él utilizando la misma estrategia, esta vez Rin soportó el dolor en su vientre y se tomó un minuto para recuperar la respiración antes de devolverle el balón. Estando así empatados Sesshoumaru le sonrió un poco, sólo para demostrarle lo superior que era y ella sintió el fuego arder en sus propios ojos. Nunca había perdido un encuentro de voleibol y esa no sería la primera vez aunque le doliera el cuerpo y tuviera la respiración agitada.

Sesshoumaru sacó con fuerza y ella respondió con agilidad, se contestaron cuatro veces más antes de que él la viera de nuevo como una presa y regresara el balón con tanta fuerza que por mero instinto Inuyasha se puso de pie y Miroku lo imitó, aunque todo pasó tan rápido que nadie tuvo tiempo de moverse más.

Rin vio venir la pelota y supo que la golpearía de nuevo, sintió el impacto de lleno en el pecho pero su mente iba un paso más adelante y se las ingenió para meter el pie y así salvarla de caer el suelo. Eso fue suficiente para levantarla, luego la golpeó de nuevo contestándola. La bola viajó y cruzó la red cayendo en un punto al azar a tres metros de un Sesshoumaru totalmente desprevenido. Rin había ganado.

- ¡En tu cara, idiota! –le gritó Inuyasha mientras esta vez sí se acercaba a la chica que creía iba a ser su cuñada. - ¿Estás bien? –preguntó agachándose, a su lado, ella estaba sentada sobre la arena con la respiración agitada, pero sonreía.

- Perfectamente. Acabo de ganarme un viaje al mirador.

- No entiendo qué le ves a ese imbécil. Voy a traerte agua. –se puso de pie y fue a buscar la bebida. Los demás miembros de la familia estaban sorprendidos de todo el espectáculo. Por un lado les pareció muy poco apropiada la manera en que Sesshoumaru trató a su prometida, y peor aún, cómo ella lo permitió. Pero los fascinó la manera en que ella lo manejó y cómo estaba contenta después de todo.

Muy pronto Inuyasha volvió y le entregó una botella de agua helada a la joven e iba a ofrecerle ayuda para levantarse pero su hermano apareció de la nada y prefirió retirarse. Sesshoumaru le extendió una mano a Rin y ella la tomó sin dudarlo.

- Bien jugado. –la elogió con su semblante helado y los demás decidieron ocuparse de sus propios asuntos, se pusieron a echar la carne al asador.

- Nunca había sido tan difícil ganarle a alguien. ¿A qué horas nos vamos?

- Después del anochecer.

- Excelente. Ahora, si me disculpas, aún tengo energías para nadar y me quiero quitar la arena. –lo soltó y se quitó las prendas extras que llevaba para sólo dejarlas botada es en su camino al agua.

La verdad era que todo le dolía, especialmente los sitios donde él al golpeó deliberadamente. Hubiera deseado más bien tomar un baño, un analgésico y acostarse un rato pero no quería darle la impresión de ser débil. Por eso fue y se metió en el agua cálida del mar con la esperanza de que por lo menos se le relajaran los músculos.

…..

Habían pasado varios minutos ya y Rin continuaba a solas en el agua, fue entonces cuando Izayoi decidió que era suficiente y les anunció a los demás que iría a nadar también. Se quitó el vestido que llevaba encima del traje de baño de una pieza y fue en busca de Rin. Ella era la que estaba más alterada por lo sucedido, le pareció inconcebible que Sesshoumaru tratara así a su prometida, en realidad, no le gustaría verlo hacer eso con ninguna mujer.

Entró en el mar y fue hasta ella, Rin le sonrió y se acercó hasta la parte donde ya ninguna de las dos podía pisar. Vio a la chica, o por lo menos su rostro, y la notó genuinamente contenta, por eso decidió proseguir con precaución.

- Fue un excelente juego. –la elogió.

- Gracias. Él es muy competitivo y dio una buena batalla, me gusta eso.

- ¿No estás lastimada?

- Me duelen un poco los dedos, falta de costumbre, pero voy a estar bien.

- De acuerdo. –murmuró no muy convencida. – La comida ya está casi lista.

- ¡Oh! Viniste a buscarme. Muchas gracias, Sesshoumaru debió hacerlo.

- Yo quise venir. –le sonrió y fueron nadando unos pocos metros hasta que pudieron pisar en entonces cuando el agua dejó descubiertos los hombros de Rin, Izayoi exclamó sorprendida.

- ¿Qué pasa? –preguntó la más joven sin tener idea de qué estaba mal.

- Mira tu hombro. –la señaló y ella siguió el camino.

- Vaya… -susurró apenas al notar la marca púrpura que era más que visible, luego alzó los brazos y también vio moretones, al final se paró en las puntas de los pies y miró su pecho, otra marca.

- No puedo creer que te hiciera eso. –dijo Izayoi en extremo enojada esta vez.

- No, espera. –la detuvo colocando su mano sobre el brazo de la mujer mayor que parecía dispuesta a ir y darle un mal momento a Sesshoumaru. – Mi piel se marca con mucha facilidad… es… es por la enfermedad.

- Pero… -intentó contradecirla pero Rin negó con la cabeza e Izayoi notó una gran tristeza en su mirada.

- En verdad. Siempre me pasa ahora. Me llevé peores golpes cuando jugaba de verdad y nunca sucedió esto.

- Deberías ir al doctor. Tiene que haber alguien bueno en el pueblo. Puedo preguntar…

- No. –le rogó de inmediato y con algo de pánico. – De verdad. Los moretones no significan nada que no sepa ya. Estoy enferma, es grave y la verdad es que quién sabe si en un año estaré aquí aún. Pero ahora no quiero saber nada de médicos, sólo quiero ser normal y divertirme.

- Rin… -los ojos se le llenaron de lágrimas y la abrazó por un momento y con mucho cuidado.

- Lo siento, debí ser un poco más prudente con eso del juego.

- Él también. –le aseguró en un tono que no ocultó nada su enojo hacia Sesshoumaru.

- Lo conozco, se va a sentir mal en el instante en que se dé cuenta. –soltó la mentira tan natural como pudo pues dudaba que a él le importara en lo absoluto. - ¿Puedo pedirte un favor?

- Claro, lo que sea.

- ¿Puedes acercarme una toalla? No quiero que los demás lo noten y me hagan preguntas… entiendo que se preocupen, pero no me gusta la compasión y no quiero asustar a nadie.

- Espera aquí.

Izayoi fue con determinación y con cuidado de no delatar la situación con su simple semblante mientras Rin se quedó nerviosa en el agua esperando porque el juego no les hubiera traído problemas graves. Su relación tenía que ser totalmente perfecta y el estar cubierta de moretones causados por él… no resultaba bonito. Sin embargo dijo por lo menos una verdad en todo aquello… su piel se marcaba con infinita facilidad. Suspiró aliviada un minuto después cuando su "futura suegra" regresó y ella salió a su encuentro para envolverse con la toalla.

- Gracias, en verdad. Voy a subir a bañarme y ponerme algo de ropa.

- ¿Quieres descansar? Podemos llevarte la comida… -ofreció con amabilidad.

- No es necesario, pero gracias. Estoy de regreso en veinte minutos.

Rin rodeó un poco a los demás para evitarse explicaciones que Izayoi podía dar y entró a la casa. Todos la miraron y luego a la otra mujer esperando por una explicación, inclusive Sesshoumaru.

- Va a bañarse, regresa pronto. Podemos esperarla y mientras, mantener la comida caliente. –les dijo y más de alguno miró a Sesshoumaru como esperando algo, su hermano fue el más desesperado.

- Ahora es cuando tienes que ir detrás de ella para ver que esté bien, idiota. –le refutó.

- Sería buena idea, hijo. –afirmó su padre y él sólo se encaminó al interior de la casa sin expresar nada pero algo enfadado por tener que hacer eso.

…..

Rin POV

No perdí tiempo ni en mirarme al espejo, sólo entré al baño y abrí el agua caliente, me quité el traje de baño y entré en los chorros cuando apenas estaba tibios. Utilicé cantidades grandes de jabón y shampoo, pero me bañé en apenas unos minutos, luego me envolví el cuerpo con una toalla seca y salí a la habitación, lo primero que noté ahí fue a Sesshoumaru sentado en el escritorio haciendo algo en su computadora, por mero instinto me abracé a mí misma, no esperaba tenerlo tan cerca estando apenas cubierta y a solas.

- ¿Qué haces aquí? –pregunté sin cruzar el umbral, si algo pasaba por lo menos podría encerrarme en el baño.

- Insistieron en que viniera a asegurarme de que estás bien. –me respondió sin despegar los ojos de la pantalla.

- ¿Izayoi te dijo algo? –inferí asustada y debió notarlo en mi voz porque de inmediato volteó a verme, entonces frunció el seño y se puso de pie, bueno, yo llevaba los hombros y brazos descubiertos.

- ¿Qué te pasó?

- Te dije que mi piel es sensible. –suspiré y vi que estuvo a punto de tocarme y un escalofrío me recorrió. De repente el estar casi desnuda frente a él ya no me daba miedo. Tenía que estar loca.

- Izayoi te vio. ¿Qué te dijo?

- Está furiosa. Intenté calmarla, le dije que es por la enfermedad, que en realidad no es para tanto. Creo que sí la tranquilicé un poco, porque quería llevarme el médico. –suspiré y vi la furia arder en sus ojos por un segundo.

- Tu idea del juego fue bastante mala ¿cómo se supone que voy a corregir esto? –preguntó con su voz helada y despertó una chispa en mí.

- ¡El juego fue brillante! –le reclamé alzando la voz. – Fueron tus estúpidos intentos de asesinarme los que causaron todo el problema.

- Nos pueden oír. –me advirtió acercándose más y esta vez tomó mi brazo y lo alargó examinando el moretón. - ¿Cómo te quitas esto?

- Se quita solo en unos días. Ahora, por favor, déjame sola porque tengo que buscar algo que los cubra un poco. Y por cierto, gracias, se acabó mi oportunidad de usar traje de baño. –mi tono fue de enfado, pero su piel cálida se sintió tan bien sobre la mía que no lo alejé.

- ¿Hay algo más que deba saber?

- No. Sólo sé paciente, Izayoi va a estar enojada. Ya se le pasará, supongo. –me encogí de hombros y él asintió antes de alejarse y salir.

Cuando estuve sola suspiré y me quité las ideas de la cabeza. ¿Hacía cuánto tiempo que no estaba con un hombre? Al parecer demasiado porque hasta el cubo de hielo que tenía por supuesto prometido estaba despertando mis instintos. Me tomé un par de minutos para recomponerme y luego busqué en el clóset hasta que di con un vestido de mangas y falda cortos, eso cubriría la mayor parte del problema. Antes de diez minutos bajé sonriendo y preparada para las reacciones de los demás.

Cuando salí de la casa la mesa estaba lista y vi a todos sonreírme con miradas preocupadas que se clavaron en las partes de los moretones que eran visibles, pero nadie dijo una palabra y continuaron con su conversación. Le agradecí a Izayoi en silencio por haberme ahorrado dar explicaciones, porque obviamente sólo ella pudo hacerlo, Sesshoumaru jamás pensaría en ese detalle ni le importaría sacarme del apuro.

…..

Sesshoumaru POV

Eran las ocho de la noche en punto y los demás se estaban preparando para pasar la noche en casa viendo una película que no me apetecía en lo absoluto, aunque de todas formas no fuera una opción quedarme a verla. Yo estaba listo y casi a un lado de la puerta esperando porque rin bajara, ahora tendría que llevarla al estúpido mirador luego de perder el encuentro de voleibol con ella. Ese partido lo recordaría por siempre porque nunca antes perdí un encuentro uno a uno, jamás. Y mucho menos con alguien de su tamaño y fuerza.

Un minuto después, cuando empezaba a preguntarme si ella en realidad se tardaría o no, la vi bajar… y me sorprendí. No esperaba verla tan arreglada. La noche en que nos conocimos supe que hizo esfuerzos extras para verse bien por lugar en el que la cité, pero hoy era un simple paseo al mirador, sin embargo su belleza sutil e inocente casi me deja sin aliento.

Llevaba puesta una falda rosa a la rodilla y una blusa blanca de tirantes encima, además se había colocado un suéter corto color lila que combinaba con los zapatos. Su cabello largo iba suelto y se había puesto un poco de maquillaje. La chiquilla loca podía verse bien cuando así lo deseaba.

Le sonreí apenas como signo de aprobación e hice una nota mental de agradecerle por cubrir todas las marcas que le dejé en el cuerpo. Nunca lo admitiría, pero ahora podía darme cuenta de que fue un error emplear tal fuerza y que ella se había ganado mi respeto no por ganar, sino por haber soportado todo y aún así seguir con nuestro contrato. Podría faltarle un poco el juicio y ser muy rara, pero también era valiente y muy fuerte.

- Te ves preciosa. –la halagó Izayoi sonriendo, las otras dos mujeres asintieron fascinadas y vi que mi padre me miraba recriminándome algo, seguramente el que ella se esforzara por complacerme después de lo que yo le hice.

- Gracias. ¿Hace mucho viento allá? –inquirió mientras se acercaba hasta mí.

- Nada que un abrazo no puedo remediar. –apuntó Kagome y casi puse los ojos en blanco. Era demasiado cursi.

- ¿Me prestas las llaves de tu auto? –le pregunté a mi padre sabiendo que por el atuendo de Rin, ese sería un mejor medio de transporte del que yo tenía planeado.

- Espera. –dijo Inuyasha y sacó algo de su bolsillo para arrojármelo. Lo atrapé por puro instinto y vi que eran llaves. –El mío está obstruyendo el de papá. Sólo no le des malos usos. –me advirtió en tono severo y lo ignoré, ni siquiera valía la pena contestarle.

- ¿Son cómodos los asientos de atrás? –le preguntó rin de repente con la mirada curiosa, él se desconcertó.

- Eh… supongo. –dijo apenas sin entender por dónde iba el asunto. Siempre fue un poco tonto.

- Entonces no prometo no darles un mal uso. –concluyó rin y salimos cerrando la puerta detrás de nosotros. – Tu hermano es maravilloso. Muy divertido y un caballero. –lo alabó y sólo continué caminando en silencio, no iba a ponerme a discutir con ella las razones por las que Inuyasha era un imbécil, además lo que rin pensara de él o de mí no era importante. Ella sólo era mi compañera de negocios temporal y nada más. - ¿Está lejos?

- Treinta minutos a lo mucho. –le aclaré abriéndole la puerta del copiloto, ella se pasó y me sonrió, fue entonces que noté el tono rosa de su brillo labial y me pregunté a qué sabría.

…..

El mirador resultó ser el sitio más simple de todo el mundo y aún así, rin se maravilló porque excedió sus expectativas. Era algo así como un punto en lo alto de una montaña angosta a la que había que subir por un camino curvado, estaba casi solo y el viento soplaba de repente, pero la vista valía todo.

Desde ahí pudo apreciar los puntos brillantes de la ciudad, cada alumbrado público y cada casa, los centros nocturnos con luces de neón anunciándose y las chimeneas que eran poco comunes. Y del otro lado también se veía el mar, negro como el cielo, ambos se fundían dejando un espacio tan oscuro que parecía la nada absoluta.

- ¿Por qué nunca habías venido? –le preguntó a Sesshoumaru estando recargada en la barda de piedra que le llegaba arriba de la cintura, sus ojos en ningún momento se despegaron del paisaje.

- No había una razón para hacerlo. –contestó él que estaba de pie a su lado, rígido como siempre.

- El estar aquí es la razón. –le explicó rin tranquila.

- No lo entiendes. –argumentó él y ella por fin lo miró.

- No, yo lo entiendo muy bien, eres tú el que no ve nada. Sólo respira y olvídate de todo por un momento. Si dejas tu vida en pausa cinco minutos nada va a cambiar.

Se quedaron en silencio y él observó la ciudad notando luces, del otro lado agua y cielo sin una línea divisoria, nada más. Luego de unos minutos el viento sopló y ella se estremeció un poco, Sesshoumaru se quitó la chaqueta y se la puso sobre los hombros.

- Gracias. –contestó ella y le sonrió. - ¿Cuánto tiempo más podemos quedarnos?

- Hace casi una hora que estamos aquí. Pero no hay prisa por regresar. –replicó él sin mucho interés.

- Estás aburrido a muerte. Podemos irnos ya, cumpliste tu parte del trato y me la pasé muy bien. Gracias. Podemos ir a cenar por ahí si quieres. –se encogió de hombros. – La verdad no tengo muchas ganas de ir a ver su selección de películas.

- Por lo menos en eso eres sensata. Conozco el lugar perfecto. –esbozó una media sonrisa y caminaron al auto en silencio.

rin disfrutó el descenso mientras Sesshoumaru se concentraba en el camino. Después el pasear por la ciudad también fue relajante, aunque ella seguía cansada y adolorida, de todas formas se la estaba pasando bien. Un rato después llegaron a un restaurant callado y a media luz, era un sitio que a él le agradaba porque era pacífico y podía escaparse ahí para cenar a solas a veces, era la primera vez que llevaba a alguien. Se sentaron en una mesa con vista al mar e hicieron su orden, de fondo además de la melodía se escuchaban las olas.

- Sé que eres un adicto al trabajo y que estás metido en una compañía grande, pero no tengo idea de qué haces en realidad. Pareces abogado. –soltó ella de repente sólo por hacer conversación.

- Localizo empresas con problemas financieros y las presento a mis colegas, tomamos la decisión y las compramos para mejorarlas y luego venderlas en pedazos. –le explicó de manera sencilla algo que en realidad era mucho más complicado y luego dio un sorbo de su copa.

- Suena aburrido. –afirmó con sinceridad y él apreció que lo hiciera, por lo general las mujeres fingían interés sólo por agradarle, era refrescante estar con alguien a quien no le importara eso.

- Es un reto en realidad. Mucho más que pasarse los días tomando cursos de cocina. –la criticó un poco pero sin malas intenciones.

- Nunca he tomado un curso de cocina, no me gusta. Pero prefiero aprender a pintar que estar sentada en una oficina pensando en cómo comprar una tienda. –rin le guiñó un ojo y en ese momento les llevaron sus platillos.

Comenzaron a comer sumidos en un cómodo silencio y sin prisa ni presión de ningún tipo, Sesshoumaru se sorprendió de lo sencillo que podía ser convivir con ella, era diferente a cualquier otra interacción que hubiera tenido antes.

- No sueles llevar tu teléfono contigo ¿nadie se pregunta si ya te descuarticé? –la cuestionó cuando iban por la mitad.

- Todos están acostumbrados a mi forma de ser. Pero diario en algún punto tengo que dar señales de estar viva. –le mintió encogiéndose de hombros, pues en todos los días que llevaban juntos nadie la había buscado en lo absoluto, y eso no cambiaría aunque se quedaran ahí toda la vida. - ¿Hay alguna exposición de arte o algo así en el pueblo?

- Hay un museo de artes plásticas que tiene buena fama.

- ¿Y crees que sí pueda escaparme para ir ahí? ¿O tengo que ganarte de nuevo? –Rin se mordió el labio con un gesto nervioso, su comentario fue una broma, pero en realidad temía la respuesta.

- Podemos ir mañana, especialmente si deciden ver más películas, o peor, ir al cine.

Ella se rio sorprendida de que él en realidad pudiera hacer una broma, quizás debajo de todo ese hielo había un hombre de carne y hueso. Antes de que la joven replicara se acercó un hombre ofreciendo rosas y Sesshoumaru le hizo una seña para que se las mostrara a Rin, ella lo cuestionó con la mirada.

- Evidencia. –contestó él simplemente y ella asintió escogiendo la rosa blanca más abierta.

- Prueba de nuestro amor. –le dijo al fin mientras él paga y luego se rio de nuevo. - ¿Nuestro contrato de confidencialidad incluye blogs anónimos? Porque podría sacarle mucho jugo a esto. –señaló la flor y luego dio un sorbo de su agua mineral.

- Lo siento. Tienes que reprimir tus impulsos.

- Pero tienes que admitir que es buen material.

- Te concedo eso. –finalizó él y ella se rio una vez más.

Después de eso no hablaron mucho y decidieron no quedarse a hacer sobremesa, principalmente porque ella estaba agotada, tanto, que de camino a casa la venció el sueño y él decidió llevarla cargando al interior.

Al entrar en la casa Inuyasha, Kagome, Miroku y Sango estaban ahí con copas frente a ellos sólo conversando y de inmediato dejaron de hablar y sólo los miraron preocupados.

- ¿Se encuentra bien? –preguntó Sango algo alarmada.

- Sólo está cansada. –replicó Sesshoumaru sin detenerse.

- Me pregunto por qué. –le contestó su hermano en tono amargo y con el seño fruncido.

- Inuyasha… -murmuró Rin alzando la cabeza por el hombro de su "prometido". – Lava los asientos traseros antes de usarlos de nuevo. –luego volvió a su posición muy cómoda y todos se echaron a reír mientras la pareja recién llegada desaparecía por las escaleras.

Al entrar en la habitación Sesshoumaru la sentó sobre la cama y ella le entregó su chamarra para después tomar su pijama y su neceser y dirigirse al baño, todo lo hizo abriendo los ojos apenas para lo más mínimo. No se tardó mucho en salir pero cuando lo hizo él también se había mudado de ropa y estaba sacando las sábanas para el sillón. Rin fue y se metió en la cama antes de murmurarle unas últimas palabras medio dormida.

- Puedes dormir aquí. Confío en ti.

Él la escuchó y calculó la oferta por unos segundos. Estaba cansado de dormir en ese espacio reducido y la cama le parecía tentadora, aunque no quería cruzar los límites de su relación de negocios. Al final decidió que bien valía la pena intentarlo, al fin y al cabo Rin no era el tipo de mujer con el que podría suceder algo más.

Continuará...

Holi! Quiz{as está un poco largo, pero ojal{a les haya gustado. Mil gracias por todo su apoyo. Un abrazote. Y si tienen un minuto, déjenme sus impresiones!

Nos leemos el próximo sábado