Hola mis queridos lectores! ¿Cómo está?

Quiero agradecerles a cada uno de ustedes sus reviews:

Cbt1996: Tienes toda la razón, Kag estaba perdidamente enamorada, y desgraciadamente eso nos ciega muchas veces, por al dicen que el amor el ciego y lo acompaña la locura. Aunque también es cierto que si no tenemos pruebas contundentes, no debemos caer en los chismes, que claro, en este caso si era real el engaño, por suerte Kagome abrió los ojos y está decidida a seguir su vida sin ese parásito. ¿Será fácil ese divorcio? Bankotsu también está decidido a mantenerla a su lado, necesita de alguien que le de reconocimiento, porque estabilidad es un poco difícil, y el por qué, se sabrá más adelante. Te imaginé peleando frente a la computadora jajajaja, pero gracias por no asesinar a mi villano. Ahora, relájate y disfruta este capítulo.

Karii Taisho: Y como te dije la privado, "Siendo las 4:00 pm declaro al señor Bankotsu muerto por lesión cerebral traumática, a causa de muchos sartenazos, 7 para ser exactos. Quién lo asesinó sabía lo hacía, no dejo ni una sola huella de evidencia, solo este sartén". Mujer tu si mataste a mi villano, ahora ¿Cómo continuaré la historia? Jajajaja. Definitivamente viviste este capítulo, y es que tienes toda la razón, aquí el único culpable es él, no Kag, ella solo era una mujer enamorada, y digo "era" porque, como pudiste leer, ya le exigió el divorcio a esa escoria humana. Ahora falta saber si Bankotsu le dará o no problemas a nuestra bella Kag. Mujer, tu talento detectivesco se está desperdiciando, tenemos que hablar con la presidenta para que nombre la secretaria de seguridad del país. P.D. por ahora guarda los sartenes, no los vas a necesitar.

Lin Lu Lo Li: Así es, el corazón nunca entenderá de razón. Por fortuna, ya se dio cuenta de quién es Bankotsu. ¿Crees que la haga flaquear? Después de todo, fueron 7 años y él la conoce, probablemente haya muchos problemas, porque el no está para nada de acuerdo con la separación.

Rosa Taisho: No se me había ocurrido esa idea del gemelo, suena interesante jajajaja; pero nooo, es el mismo Bankotsu que, al conseguir lo quería, mostró su verdadera cara el muy insecto. Si lo odiaste y eso que es solo el comienzo; vendrán muchos problemas, y es que Bankotsu no está dispuesto a perder su "trofeo". El lado triste de todo esto, fue, como dijiste, la muerte del papá de Kagome, el hubiera sido feliz si esa boda no se realizaba, pero ¿Por qué no estaba de acuerdo? ¿Acaso el sabía algo que nosotros no? Es un misterio. Por ahora, mi querida Rosita, guarda los sartenes, no serán necesarios, o eso creo jajaja. Espero que disfrutes este nuevo capítulo.

ValentineHigurashi: Te sentiste muy identificada con esta historia, pues algo que me gusta al escribir es tratar de relacionarlo con la realidad. Las personas narcisistas existirán por siempre y tendrán sus víctimas, pero está en esas personas alejarse de esos manipuladores. Me alegra que, a pesar del dolor, pudiste salir de ese hoyo negro en el que te encontrabas; la recuperación es lenta y difícil, pero lograrás superarlo, hasta que un día solo digas: "fue una capitulo oscuro que me enseñó a ser fuerte". Ánimo, que tú felicidad no decaiga, porque ahora te toca ser feliz.

Shikon de Oz: Ah, no! Con Daniel Valencia noooo, jajaja. Amo a ese hombre. Bankotsu es una basura, y lo seguirás odiando conforme avancen los capítulos.

Al fin, estoy de vacaciones, por un corto tiempo que será muy bien aprovechado para escribir y dibujar (si, entré el mundo de las creaciones), así que, quizás muy pronto tengamos nueva portada para esta historia. Tengo algunas ideas, solo falta plasmarlas.

Ya vimos el oscuro y triste pasado de Kagome, ahora, nuestra chica le toca seguir adelante, viviendo su presente. Pero en ese presente ¿Estará InuYasha?

Los dejo con el capítulo 4, espero que lo disfruten.


CAPÍTULO 4: SORPRESAS DEL DESTINO

INUYASHA

-¡MALDITA SEA! -grité frustrado- ¡DETENTE O DISPARO!

Corrí tras un carterista que había robado la bolsa de una anciana. Llevaba cuatro meses en la estación de policía de Nara, y la monotonía de este pequeño pueblo me estaba volviendo loco. Hoy, sin embargo, era uno de esos días "emocionantes" que me sacaban de la rutina.

El ladrón se escabullía entre la multitud, pero no iba a dejar que se saliera con la suya. Desenfundé mi arma y apunté hacia él, sabiendo que no tenía la intención de disparar a menos de que fuera absolutamente necesario.

-¡DETENTE AHORA! -repetí, tratando de sonar más amenazante.

Finalmente, el carterista tropezó y cayó al suelo, así que aproveché la oportunidad y me lancé sobre él, inmovilizándolo. Le quité el objeto robado y lo esposé mientras la gente comenzaba a reunirse alrededor, susurrando y murmurando.

-¿Está bien, señora? -le pregunté a la anciana mientras le devolvía su bolsa.

¡Gracias, joven! -respondió ella con una sonrisa temblorosa-. No sé qué habría hecho sin tu ayuda.

Asentí y la ayudé a ponerse de pie antes de llevar al ladrón a la patrulla. El camino hacia la estación fue corto. Al llegar, abrí la puerta trasera del auto para sacar al hombre y llevarlo hasta mi cubículo para hacer su ficha e ingresarlo a la celda.

-Creí que estabas acomodando la documentación de la semana pasada -dijo Miroku al verme entrar con el ladrón.

-Salí a despejarme un momento y me encontré con ese sujeto asaltando a una anciana.

Me senté en mi escritorio listo para iniciar el registro hasta que la siguiente orden de Miroku captó mi atención.

-¡Hachi! Encárgate de los datos de este hombre

Hachi asintió y se acercó para llevarse al ladrón a su cubículo. Miré a Miroku con suma curiosidad. ¿De qué quería hablar?

-Inuyasha, necesito que vengas conmigo -dijo con una expresión seria.

Lo seguí hasta su oficina, cerrando la puerta detrás de mí. Miroku se sentó en su escritorio y me hizo una seña para que me sentara también.

-¿Qué pasa Miroku? -pregunté, tratando de no sonar demasiado ansioso.

-Tenemos un caso que podría interesarte -Me entregó una carpeta con la leyenda CONFIDENCIAL-. Es un poco fuera de lo común para Nara, pero creo que es justo lo que necesitas para salir de la rutina.

Abrí la carpeta y comencé a leer. Se trataba de una serie de robos que parecían estar conectados. Las descripciones de los sospechosos variaban, pero había un patrón en los lugares y métodos utilizados. Lo más interesante es que en todos, habían encontrado rastros de droga.

-Esto parece más complicado de lo que estamos acostumbrados -dije, sintiendo una chispa de emoción-. ¿Por qué me lo das a mí? -pregunté con curiosidad.

-Porque sé que estás aburrido aquí, amigo -respondió Miroku con una sonrisa-. Y porque creo que este caso está relacionado con…

-Onigumo Chiba -terminé su frase con un peculiar toque de adrenalina recorriendo mi cuerpo

Miroku, al igual que Naraku, era mi mejor amigo desde la infancia. A los 19 años, tuvo que mudarse a Nara porque su madre enfermó gravemente y necesitaba cuidados especiales. Tres años después, lamentablemente, su madre falleció. Aunque no tenía otros familiares en el lugar, Miroku decidió quedarse en Nara. Allí completó sus estudios y, con determinación, se unió al cuerpo de policía, ascendiendo rápidamente hasta convertirse en el jefe de la corporación.

-Inuyasha, se lo mucho que te interesa el caso de Onigumo, y cuánto te dolió que Sesshomaru te haya excluido de la investigación.

-¡Keh! ¡Ni me lo recuerdes! -exclamé con un dejo de frustración.

-Me estoy jugando el pellejo al darte este caso -dijo con seriedad, mirándome fijamente-. Más te vale poner todo tu empeño para resolverlo y que te puedan reincorporar al caso oficialmente.

-No te preocupes -respondí con seriedad-. No te fallaré, amigo

-¿Amigo? -levantó la ceja-. Le recuerdo que soy su jefe -ambos reímos ante su comentario.

-¡Cállate, comisario libidinoso!

-Solamente me encargo de la protección de todas las bellas señoritas de Nara -comentó con picardía.

-Eres un descarado, Miroku

-Y tú no te quedas atrás. Me enteré de que anoche saliste con Mikami.

En un principio me sorprendió que él supiera sobre ese desliz, pero empecé a reír al recordar que en un pueblo pequeño es fácil de que todos se enteren de lo que uno hace.

-Estaba aburrido -dije encogiendo los hombros.

-Solo no vayas a perder la cabeza como lo hiciste en Osaka. -lo miré molesto al recordar esa noche que me costó el puesto.

-Lo único que puedo decir es que no me arrepiento. -Sentí un escalofrío recorrer mi espina dorsal al escuchar en mi mente los gemidos de aquella hermosa mujer.

-¿Acaso te enamoraste, coqueto?

-¡Ja! Eso jamás, soy un alma LIBRE. -respondí haciendo énfasis en la última palabra.

-No eres tan libre como quisieras. Te recuerdo que tienes a…

-¡Ya lo sé! -lo interrumpí, sabiendo a quién se refería-. Pero ese pequeño detalle no se ha quejado de mis escapadas.

-No tienes remedio -sonrió mientras negaba con la cabeza.

-¡Ya déjame en paz! -me levanté de la silla y tomé la carpeta-. Más tarde revisaré esto. Iré a dar una ronda por las calles.

Salí rápido de su oficina antes de que pudiera decir algo más. Subí al auto y dejé la carpeta en la guantera. Necesitaba un poco de aire fresco y, aunque no lo admitiría, también necesitaba despejar mi mente de los recuerdos de Osaka y de las constantes tensiones con Sesshomaru.

Mientras conducía por las tranquilas calles, observaba a la gente pasar, ajena a los problemas que enfrentábamos en la estación de policía. La monotonía de este lugar me hacía anhelar la acción de las grandes ciudades, pero también me daba una extraña paz que no había sentido en mucho tiempo. Me estacioné cerca de un parque y me quedé unos minutos observando a los niños jugar y a los ancianos caminar despacio, disfrutando del sol. Saqué la carpeta de la guantera y comencé a revisar los detalles del caso.

-No voy a fallar -me dije en voz baja-. Este caso será mi redención.

Encendí el motor con la intención de dirigirme hacia la zona donde se habían reportado los robos; sin embargo, algo, o, mejor dicho, alguien captó por completo mi atención.

-¿Kei?


KAGOME

Por fin, después de cuatro largos meses llenos de ansiedad por todos los sucesos en mi vida, podía respirar paz y tranquilidad. Mi hermana y yo habíamos acompañado a Sango a visitar a su tía en un poblado cercano a Osaka. El aire fresco y la serenidad del campo eran justo lo que necesitaba para despejar mi mente y encontrar algo de equilibrio.

Estábamos en un hermoso parque, rodeado de árboles en plena floración, con senderos que serpenteaban junto a un lago tranquilo. Mis pensamientos vagaban mientras caminaba, disfrutando del sonido de los pájaros y la risa de los niños que jugaban cerca.

-Sango, este lugar es maravilloso -le dije mientras nos sentábamos en una banca bajo un cerezo en flor-. Es justo lo que necesitaba.

-Lo sé, Kag. Aquí siempre encuentro paz -respondió Sango con una sonrisa.

-Sí, alejarse de todo es lo mejor a veces -agregó Kikyo respirando el aire del lugar-. Tal vez, encuentres algún galán por esto lugares, hermana.

-¡Estás loca! -comencé a reír- Aun no se ha resuelto nada sobre el divorcio, además, no tengo ganas de tener ningún tipo de relación con nadie.

-¿Ni siquiera otro encuentro fugaz con ese tal Inuyasha?

En cuanto Kikyo regresó de España, la puse al tanto de mi decisión de separarme de Bankotsu y de mi desliz con Inuyasha.

-No, Kikyo. Eso fue un error -respondí, bajando la mirada-. Fue producto de la desesperación y las copas de más. No quiero volver a pasar por algo así.

-¡Pero no puedes negar que lo disfrutaste picarona! -exclamó Sango con diversión.

Ambas se rieron mientras un ligero rubor aparecía en mis mejillas. Me parecía increíble que, a pesar del tiempo, aún recordaba sus suaves y delicadas caricias por todo mi cuerpo.

Estábamos tan inmersas en nuestra plática que no nos dimos cuenta de que un hombre se nos acercó peligrosamente.

-¿Qué hacen tan bellas mujeres aquí solitas? -su mirada escondida bajo una gorra y su risa maquiavélica nos asustó demasiado-. ¿Quieren acompañarme a un lugar más… privado?

-No nos moleste, por favor -respondió Kikyo con fastidio, mientras Sango y yo nos mirábamos con preocupación.

El hombre tomó a Kikyo por la cintura, pero mi hermana reaccionó al instante, dándole un fuerte codazo en las costillas y liberándose de su agarre. El hombre gruñó de dolor y retrocedió, sacando una navaja del bolsillo de su pantalón. Antes de que pudiera actuar, otro hombre apareció, apuntándole directo a la cabeza.

-¡Maldita, perra! -exclamó

-Suelta el arma y pon las manos donde pueda verlas -ordenó alguien más con voz firme.

Ni siquiera el sonido de la navaja al caer al suelo me sacó del shock en el que me encontraba. Ahí estaba él, no había duda, esa cabellera platinada, sus ojos dorados. Sí, él era ese hombre con el que pasé la mejor noche de mi vida.

-¿Inuyasha? -susurré, incrédula.

Una mezcla de sorpresa y confusión me invadió. ¿Cómo era posible? Lo último que esperaba era encontrarme con él aquí, en este pequeño lugar y justo en el mismo parque, en medio de todo este caos. Inuyasha, sin apartar la vista del hombre, lo inmovilizó con facilidad y lo esposó. Luego, se giró hacia nosotras, sus ojos dorados estaban llenos de preocupación.

-¿Se encuentran bien? -preguntó, dirigiéndose a Kikyo y luego a mí. Al notar mi expresión, una leve sonrisa apareció en su rostro. ¡Maldita sea! Me reconoció.

-Sí, muchas gracias oficial -respondió Kikyo observándolo con cierta curiosidad.

-Muchas gracias por su ayuda -añadió Sango

-Me alegro, señoritas. Ahora es necesario que acudan a la delegación a hacer la denuncia correspondiente. -dijo sin quitar su mirada de la mía.

Mi corazón latía con fuerza al sostener su mirada. A pesar de tenerlo frente a mí, no podía creerlo, era como si el destino se empeñara en cruzar nuestros caminos una vez más, pero ¿Para qué?

-No creo que… sea necesario -me animé a decir. Sango y Kikyo me miraron sorprendidas por mi actitud nerviosa.

-Claro que sí es necesario, hermana -replicó Kikyo.

-Oficial, en un momento estaremos en la delegación. -Aseguró Sango-. ¡Muchas gracias por su ayuda!

-Es mi trabajo, no hay problema -nuevamente se enfocó en mí y decidí desviar mi mirada hacia cualquier lugar.

Inuyasha nos observó por un momento más antes de asentir.

-Bien, las espero en la delegación. Es importante que formalicen la denuncia. -dijo finalmente, antes de regresar a su patrulla con el agresor.

Las tres nos quedamos en silencio unos instantes, todavía procesando lo ocurrido. Sentía mi corazón martillear en mi pecho mientras mis pensamientos se agolpaban, tratando de entender cómo había terminado en esta situación.

-Kag, ¿estás bien? -preguntó Sango, tocando mi brazo.

-Sí -mentí.

-Es él, ¿verdad, Kag? -la pregunta de Kikyo me heló la sangre-. Él es Inuyasha -Parecía que mi mente estaba dando vueltas mientras trataba de asimilar lo que acababa de suceder.

-¿Qué? ¿Cómo lo sabes? -dijo Sango sorprendida, mirándome con preocupación.

-No creo que haya muchos hombres con el cabello plateado y ojos dorados. Además, mira a Kagome, está nerviosa. Obviamente no esperaba volver a ver a ese desconocido -explicó Kikyo, con su habitual franqueza.

Era difícil negarlo cuando mis emociones estaban escritas en mi rostro.

-Sí, es él -admití finalmente, suspirando-. Nunca creí que volvería a verlo. -Sango asintió comprensiva, mientras Kikyo me observaba con una mezcla de curiosidad y preocupación.

-¿Qué piensas hacer? -preguntó finalmente Kikyo, rompiendo el silencio incómodo que se había instalado entre nosotras mientras caminábamos hacia su auto.

-Nada. Seguir con mi vida como si no supiera de su existencia -respondí con total seguridad pensando que, tal vez, Inuyasha haría lo mismo.

Llegamos a la delegación y observé el bullicio típico de un lugar de ese tipo: teléfonos sonando, agentes conversando y un ambiente cargado de seriedad. Inuyasha ya nos estaba esperando en su escritorio; debo admitir que se veía increíblemente bien, a tal punto que mi mente me traicionó, y me imaginé quitándole esa ajustada camisa de manga larga negra, mientras él empujaba todo lo que estaba en su escritorio para hacerme suya una vez más.

-¡Kag, vamos! -la voz de Sango me sobresaltó, me sonrojé al instante y sacudí mi cabeza tratando de borrar esos pensamientos de mi mente.

Mi amiga y yo nos sentamos a esperar mientras Kikyo hacía la denuncia correspondiente. Se suponía que debía ser algo rápido, sin embargo, me sorprendió que después de que mi hermana terminó con el trámite, llamaran a Sango.

-¿Por qué necesitan que Sango también haga la denuncia? -pregunté, confundida.

-El oficial mencionó que, dado que todas estábamos presentes, sería mejor tener los testimonios para asegurarnos de que el reporte sea completo -respondió Kikyo mientras se sentaba a mi lado-. Aunque creo que solo lo hace para averiguar más de ti.

-¡Estás loca! -repliqué-. Te aseguro que ni se acuerda de mí -expresé cruzando los brazos.

Observé a Sango mientras hablaba con Inuyasha. Ella parecía tranquila y serena, como siempre, mientras le explicaba lo sucedido. Intenté mantener mi mente en calma, pero era difícil sabiendo que dentro de poco tendría que hablar nuevamente con él.

Finalmente, Sango terminó y se acercó a nosotras.

-Kag, es tu turno.

Mi corazón comenzó a latir más rápido y sentí cómo la tensión se acumulaba en mis hombros. Tomé una respiración profunda y me levanté, caminando hacia el escritorio de Inuyasha con pasos nerviosos. Sus ojos dorados se encontraron con los míos, y por un instante, el tiempo pareció detenerse.

-Siéntate, por favor -dijo con una voz suave pero firme, señalando la silla frente a él.

-Gracias -respondí tratando de ocultar mi nerviosismo.

-Me alegra volver a verte "Kei".

¿Kei? ¿Quién demonios era Kei? ¿Y por qué me está llamando de esa manera? Más que sorprenderme, estaba molesta porque seguramente me estaba confundiendo con alguien más.

-¿Disculpe? Creo que me está confundiendo

-Mmmm, creo que no. Estabas sentada en la barra del bar, con un sexy vestido gris que rompí cuando nos fuimos a follar a… -sus palabras fueron interrumpidas bruscamente por mi reacción.

-¿TE QUIERES…? -los que estaban alrededor me voltearon a ver cuándo levanté la voz, lo que me causó demasiada vergüenza- ¿Te quieres callar de una buena vez? -dije entre dientes, sintiendo cómo las mejillas me ardían.

Tenía la ligera sospecha de que este interrogatorio tardaría más de lo que me pudiera imaginar.


INUYASHA

Verla sonrojada me causó mucha ternura, se veía tan hermosa, tan frágil, tan inocente, que nadie se imaginaría lo increíble que es en la cama.

-Vaya, qué rápido te olvidaste de las formalidades -dije intentando aguantar la risa.

-Tú… Usted debería enfocarse en su trabajo -estaba notablemente molesta, y aun así para mí, se veía jodidamente sexy.

Ella llevaba puesto un vestido suelto pero sexy en color amarillo, que caía con gracia sobre su figura. La tela suave y ligera se movía con elegancia alrededor de sus piernas. Por un momento, recordé la suavidad de su piel, y aunque deseaba volver a poseerla, sabía que sería difícil, especialmente porque me había prohibido involucrarme con mujeres casadas.

- De acuerdo -acepté, enfocando mi mirada en la computadora-. ¿Nombre?

-¡Eh! Yo…

-No pensarás mentirle a la autoridad, o ¿Sí? - -exclamé triunfante. Sabía que no tendría más opción que decirme su nombre. -A menos que…

-A menos que, ¿qué? -me interrumpió

-Que quieras que te registre como "Kei".

-Ni se te ocurra ponerme el nombre de alguna de tus conquistas -respondió amenazante

-Tranquila, preciosa. Kei es el sobrenombre que te puse desde aquella mañana que me abandonaste. -La vi fruncir el ceño confundida. Claramente no entendía a lo que me estaba refiriendo-. Te fuiste antes de que yo despertara, pero al parecer, no te diste cuenta de que dejaste tu anillo de matrimonio, ¿o me equivoco?

-Eso ya no importa -sus ojos perdieron el brillo en el instante que mencioné ese anillo, y aunque desvió la mirada, logré ver la tristeza que la invadió.

-¿Nombre? -volví a preguntar concentrándome en el trámite de la denuncia.

-Higurashi. -suspiró resignada-. Kagome Higurashi

- Bien, Kagome -dije, tratando de mantener mi tono profesional mientras completaba el formulario-. ¿Puedes proporcionarme los detalles del incidente?

Kagome relató lo sucedido, y para ser sincero, me costaba concentrarme. Mi mente se perdía entre su melodiosa voz y los recuerdos de sus gemidos susurrando mi nombre. Ella podría haber sido solo una mujer más en mi lista, pero tenía algo especial que me atrapaba, además del buen sexo, claro está. Puse todo mi esfuerzo en terminar el formulario, tratando de apartar esos pensamientos y enfocarme en mi trabajo.

Al terminar, Kagome firmó rápidamente el documento, pero en un acto reflejo, la tomé de la mano.

-¿Podemos vernos? -No sé qué demonios pasó por mi cabeza para decirle aquello.

-Nos estamos viendo -respondió con sarcasmo-. Oficial, esto que me pregunta, ¿Es parte de protocolo? Porque si no es así, le pido que me suelte porque ya me tengo que ir -intentó zafarse de mi agarre.

-Me estás mal interpretando… únicamente quiero… - y en ese momento deseé tener un buen pretexto para justificarme.

-Al parecer solo quiere incomodarme -se quejó.

-Esa noche no estabas incómoda -le dije con una mirada sugerente. Me divertía hacerla enojar. Sin embargo, Kagome me fulminó con la mirada-. Ok, no diré más. Únicamente quiero devolverte el anillo.

-Puedes quedártelo. -Logró soltarse bruscamente-. Después de todo, ya no lo necesito. -Se dio la vuelta y caminó lo más rápido que pudo hasta reunirse con sus amigas.

"Ya no lo necesito". Esas palabras resonaron en mi mente. Esto podría significar que ya estaba divorciada cuando nos conocimos, o que su esposo descubrió el desliz y puso fin a su matrimonio. Fuera cual fuera la respuesta, para mí significaba una oportunidad más para perderme nuevamente con ella en la cama.

Continuará...