Hola a todos mis queridos lectores.

Gracias a cada uno de ustedes por sus reviews!

Cbt1996: Acéptalo, como escritora es increíble hacer eso, cortar en la mejor parte para mantener el interés del lector. Yo solo aprendí de la Teresa mayor jajaja. Se quieren resistir, pero mira en que quedó el capítulo, así que podemos decir que la tentación fue más grande, además, la misma canción lo dice: "una noche loca, besé otros labios, olvidé tu boca, manché tu imagen, me perdí yo sola": y hay otra que espero ver si adivinas cuál. Ahora la pregunta es ¿Se dejarán llevar por completo, o solo será un pequeño encuentro? Uy, teorías, jajaja, no se cuándo descubrirán quien es esa persona, pero quedarán impactados cuando sepan de quién se trata. Ahora te dejo que disfrutes este capítulo, se que lo harás, me agarrarás a sartenazos seguramente, pero antes de que eso suceda, ya estaré muy lejos del país.

Lin Lu Lo Li: Un final épico, Inuyasha no perdió tiempo, y más al saber que ese "matrimonio" está completamente perdido. Algo me dice que no habrá más arrepentimiento por parte de Kagome, está encontrando en él lo que Bankotsu jamás la hizo sentir; después de muchos años, por primera vez se sintió viva, cosa que el otro se encargó de apagar. Este capítulo será algo impactante, así que espero que lo disfrutes.

Karii Taisho: Este fic tendrá muchas canciones incluidas, al menos en este capítulo hay una que le queda perfecto. Tienes mucha razón, desgraciadamente siempre habrá momentos en que nos gane lo que piensa la sociedad, pero a fin de cuentas, lo que realmente importa es lo que verdaderamente nos hace feliz. Y con ese final (por el cual todos quisiera lincharme) Kag se dejó llevar, y no solo ahí, sino desde que se vieron, como bien dices, ella se sintió libre como el viento, sobretodo porque está en un lugar donde nadie la conoce y por lógica nadie la va a juzgar ni criticar. Sus amigas la apoyan, y la apoyaran siempre en todo lo que está por venir, porque efectivamente, Bankotsu no se la pondrá para nada fácil, será un divorcio complicado. Ay! Lo sientoooo! Pero al fin es viernes! El día tan esperado ya llegó. Solo te diré que guardes los sartenes, no los saques, de todas maneras no me encontrarás fácilmente porque huiré del país. Disfruta este capítulo, se que lo harás.

Shikon de Oz: Para mi todos son importantes, por eso quise traer a Urasue a mi historia. Y no solo a ella, habrá otros personajes que probablemente hagan su aparición. Gracias por leer!

Rosa Taisho: Ay, pero si tú eres la Teresa Mayor, tú nos enseñaste jajajaja, y ahora me quieres agarrar a sartenazos, por eso después de publicar este capítulo, no sabrán de mi, hasta que hayan pasado muchos días. Y para que veas, así me siento con lo que hiciste en No por él, tuuuuu eres la Teresa mayor, y no hay más dudas. Jajajaja Kag quiso burlarse y no le resultó, Urasue (Nana) solo es una amiga de la familia, por eso es que lo conoce desde niño. Nana seguirá teniendo participación en esta historia. Entonces, como dije anteriormente, disfruta el capítulo mientras yo huyo muy lejos del país.

Annie Perez: Hola! Así es, Kagome está descubriendo mucho más que la pasión, ella misma lo admite, se siente viva con Inuyasha, cuando con Bankotsu solo se sentía desplazada, ignorada, despreciada. Por eso se dejó llevar, queriendo volver a experimentar esa pasión que la hace vivir como nunca antes. Espero disfrutes este nuevo capítulo que será impactante.

Valentine Higurashi: Me alegra saber tus convicciones, eso habla de que eres una persona resiliente, que siempre saldrá adelante. Te felicitio. Y ahora, respecto a la historia, efectivamente, suelo tomar situaciones de la vida misma para poder crear todo esto y darle un mejor camino con su final feliz. Con Kagome e Inuyasha será lo mismo, pasarán por muchas pruebas, pero es seguro que el amor y la felicidad triunfarán. Gracias por leer y espero que disfrutes este capítulo.

MegoKa: Ay! Jajajaja perdooon! Pero no tuve más opción que detener ese capítulo justo en ese momento. Solo no me odien con lo que pasa al principio. Ambos se atraen, por el momento física y sexualmente, aunque claro, no descarto que más adelante surjan sentimientos más fuertes que esos encuentros fogosos. Son tantas cosas que pasan por la cabeza de Kag, un debate entre el deseo y lo moralmente correcto, así que lo que pueda o pasar en esa ducha dependerá de ella. Además, también estará con la curiosidad de quién es esa persona importante para Inuyasha. Gracias por leer y espero que disfrutes este capítulo.

Ay! Creo que todas quisieron matarme cuando vieron que ese lemon no se concluyó, lo sientooo, no fue… bueno, si fue intencional jaja, pero por fin llegó el tan ansiado viernes y aquí está lo que sucedió después. Por si acaso, huiré del país, y nos veremos hasta el próximo viernes jajaja.


CAPITULO 6: UNA NOCHE MÁS

KAGOME

La sensación del agua cayendo sobre nuestros cuerpos desnudos y sus caricias envolvían mi mente, haciendo que solo pudiera pensar en el placer que estaba a punto de volver a experimentar.

-Yo… no… -intenté recuperar un poco la cordura. Sin embargo, cuando Inuyasha se separó de mí, esa cordura se fue al carajo-. No te detengas, Inuyasha -lo vi sonreír triunfante ante mi respuesta.

No esperé más y lo besé con desesperación; tenía la necesidad de revivir esa noche de lujuria y pasión. Inuyasha acarició mi cuerpo como si nuestra vida dependiera de ello; me pegó a la pared y fue dejando un camino de besos mezclados con el agua, bajó directo a mis pechos, los lamió, los acarició, la calidez de su lengua en mi piel me hacía arder más y más de deseo.

-Eres exquisita… -dijo entre jadeos-. Quiero probar… algo más que… tu piel.

Un nuevo gemido de satisfacción surgió de mis labios cuando Inuyasha bajó hasta mi entrepierna. Pasó su lengua por mis pliegues y mis piernas comenzaron a temblar; apenas había sido una caricia y ya estaba sumergida en medio de una gran excitación. Inuyasha tomó mi pierna y la colocó sobre su hombro, lo que me permitió abrirme más para él. Sentí un placer indescriptible mientras continuaba con sus caricias, haciéndome olvidar de todo y enfocarme en este momento.

Sus movimientos me llevaban más allá de lo que había experimentado antes. Mi cuerpo respondía con una urgencia que no podía controlar, y mis manos se aferraron a su cabello, guiándolo con desesperación. Él sabía exactamente cómo hacerme sentir deseada y amada, y cada segundo a su lado me acercaba más al clímax.

Finalmente, cuando estaba a punto de explotar de placer, unos golpes en la puerta me hicieron regresar a la realidad.

-¿Kagome? ¿Estás bien? -preguntó Inuyasha con preocupación en su voz.

Inhalé y exhalé aire para tratar de controlar mi respiración.

-S-si. En un momento salgo.

¡Maldición! La frustración me invadió al darme cuenta de que todo había sido solo una fantasía, una cruel y excitante fantasía. Me apoyé contra la pared, tratando de recuperar la compostura. Mis manos temblaban y mi respiración aún estaba agitada por la intensidad de mis propios pensamientos.

-¿Qué me pasa? -me pregunté exaltada, tratando de entender por qué mi mente me había jugado una mala jugada que se había sentido tan… real.

Claramente sabía la respuesta. Era el deseo incontrolable que sentía por Inuyasha, la necesidad de revivir esos momentos de lujuria que habíamos compartido. No podía seguir negando que lo deseaba, que mi cuerpo anhelaba sus caricias, su toque; todo de él.

Di un último suspiro profundo logrando por fin, controlar mi respiración agitada; cerré la regadera y me envolví en la toalla, ahora tratando de calmar mis pensamientos. Me miré en el espejo, viendo el deseo reflejado en mis propios ojos.

-Esto no puede seguir así -me dije a mí misma en un susurro.

Necesitaba salir inmediatamente de esa habitación, tenía que escapar antes de cometer alguna locura, así que me vestí rápidamente; sin embargo, el deseo aún ardía en mi interior; no me quedaba más opción que aceptar lo que estaba sintiendo.

Salí del baño y encontré a Inuyasha sentado en la cama, con una toalla alrededor de su cuello. En su rostro, se podía ver claramente una expresión de preocupación y al mismo tiempo de confusión. Me miró fijamente y un silencio sepulcral se instaló entre nosotros, cargado de tensión y podría asegurar que deseo. O tal vez sólo era mi imaginación traicionándome de nueva cuenta.

-¿Está todo bien? -preguntó Inuyasha muy preocupado.

-¡Eh! Si, gracias -desvié la mirada. Tenía miedo de mirarlo a los ojos y terminar lanzándome sobre él.

-Ok, si tú lo dices -dijo no muy convencido, pero agradecí que no insistiera. Tomó su ropa y se dirigió al baño-. Me daré una ducha, no tardo.

Asentí y me senté en la orilla de la cama. Suspiré y puse mi mano en mi pecho, sintiendo mi corazón latir aceleradamente. La frustración y el deseo se mezclaban en mi interior, creando una tormenta de emociones que apenas podía controlar. ¿Cómo había llegado a este punto? ¿Cómo había permitido que mi deseo por Inuyasha se volviera tan… intenso?

El sonido del agua de la ducha me distrajo, era mi momento para escapar y olvidarme de todo, pero mi mente me traicionó y comenzó a imaginar de nuevo. ¿Qué estaría haciendo él ahora? ¿Pensaría en mí como yo pensaba en él? A pesar de que esa noche habíamos tomado de más, mi cuerpo aún recordaba sus caricias, y cada fibra de mi ser anhelaba volver a vivirlo. Cerré los ojos con fuerza, tratando de calmarme, sin embargo, los recuerdos de aquella noche juntos seguían volviendo. Ni siquiera me di cuenta cuanto tiempo pasó hasta que Inuyasha salió del baño, únicamente con el pantalón puesto. Su torso desnudo brillaba ligeramente por el vapor, y la visión de sus músculos bien definidos hizo que mi corazón se alborotara aún más. Me quedé inmóvil, sin palabras, disfrutando de aquel excitante panorama, incapaz de apartar la mirada de su atlético cuerpo.

-¿Mejor? -preguntó con voz ronca y aún con un tono de preocupación.

-Sí -respondí, aunque mi voz era débil y temblorosa.

Inuyasha se acercó y se sentó a mi lado en la cama, su cercanía hacía que me costara aún más controlar mis impulsos. Me miró a los ojos, y pude ver una mezcla de deseo y confusión en su mirada. No podía seguir así, no podía seguir ignorando lo que estaba pasando.

-Inuyasha, yo... -murmuré, sintiendo cómo la tensión se hacía más palpable en el aire.

-¿Necesitas hablar? -su pregunta me descolocó-. Tus ojos están tristes, no tienen el brillo de… aquella noche.

Me ruboricé al instante, sintiendo el calor en mis mejillas. Bajé la mirada, incapaz de sostener la suya. ¿Cómo era posible que un desconocido como él, se fijara en esos pequeños detalles? Sin darme cuenta, comencé a contarle lo triste de mi existencia.

-Mi vida dio un giro de 360 grados -comencé a decir-. Soñé con una vida perfecta y todo se fue al carajo por culpa de alguien que logró manipularme a su antojo.

-¡Es un imbécil! -exclamó con solo escuchar aquellas primeras palabras.

-¿Qué? -dije confundida.

-Tu esposo… o exesposo, da igual. Realmente es un completo hijo de puta al dejar ir a una mujer como tú. -Sus palabras hicieron que mi corazón se acelerara más de lo que estaba y un pequeño escalofrió recorrió por completo mi espina dorsal.

-¿Cómo puedes decir eso si no me conoces? -Él miró con intensidad.

-Cierto, tal vez no te conozco -respondió con voz baja-, pero sé lo suficiente. Eres hermosa, Kagome -dijo acariciando mi mejilla.

-Él no lo cree así -me separé un poco de Inuyasha y bajé la mirada-. Esa noche que tú y yo nos encontramos en el bar, obtuve las pruebas suficientes para encarar sus infidelidades. Y no lo voy a negar, me dolió, sentí que mi mundo se derrumbaba, pero decidí no dejarme caer por alguien que no me valoró, por esa razón fui a ese lugar.

-¿Fuiste en busca de venganza? ¿Algo así como pagarle con la misma moneda?

-No. Solamente quería despejarme, olvidar mis problemas por un momento.

Una pequeña lágrima rodó por mis mejillas, Inuyasha lo notó y la limpió con su dedo índice. Me encontré con sus hermosos ojos dorados, cargados de comprensión y deseo. ¿Acaso me deseaba tanto como yo a él? Esto debería ser una locura.

-Entonces apareciste tú y…-continué-… me dejé llevar por el momento y el alcohol. Lo que pasó el resto de la noche, ya lo sabes

-Ese tipo no sabe el gran error que cometió. -Inuyasha comenzó a acercarse lentamente a mis labios-. Tienes un cuerpo maravilloso, Kagome. Eres hermosa, sexy, tienes unos labios exquisitos, y… eres una diosa en la cama -susurró contra mis labios-. Me hiciste sentir cosas que nunca antes había sentido.

Sus halagos y la cercanía de su cuerpo provocaron que el fuego en mi interior se encendiera mucho más. Sentir sus labios muy cerca de los míos y su respiración mezclándose con la mía, fueron suficiente para que mi cuerpo se tensara.

-No sé qué tienes tú, Inuyasha, pero me haces sentir viva -confesé, antes de cerrar la distancia entre nosotros y besarlo con toda la pasión que había estado conteniendo.


INUYASHA

No podía creer lo que estaba escuchando. ¿Cómo alguien podría ser tan estúpido para alejar a una mujer tan hermosa y sensual como Kagome? Es que, si alguien me dijera que la diosa Afrodita había bajado a la tierra, no tendría ninguna duda de que se referían a Kagome Higurashi. La forma en que, aquella noche, su cuerpo respondió al mío, la pasión en sus ojos y la suavidad de su piel… todo en ella era pura perfección. No solo era increíblemente atractiva, sino que también había una profundidad en su mirada que revelaba una fortaleza y una vulnerabilidad que me desarmaban por completo. Y hoy, verla con ese sensual vestido rojo, encendió la llama de deseo en mi interior que se había apagado después de esa noche.

-Ese tipo no sabe el gran error que cometió. -le dije mientras me acercaba lentamente a ella. Necesitaba probar sus labios nuevamente-. Tienes un cuerpo maravilloso, Kagome. Eres hermosa, sexy, tienes unos labios exquisitos, y… eres una diosa en la cama -susurré sobre sus labios-. Me hiciste sentir cosas que nunca antes había sentido.

Y no mentía. Cada una de mis palabras eran sinceras. Y claramente no voy a negar que había estado con otras mujeres antes que ella, y siempre era lo mismo: alcohol, sexo y nada más. Pero ella era fuego, pasión, lujuria, excitación, deseo; algo que quería volver a probar. Un mínimo roce entre nuestros labios fue suficiente para sentir como su cuerpo se tensaba y un pequeño gemido involuntario escapó de sus labios.

-No sé qué tienes tú, Inuyasha, pero me haces sentir viva -exclamó, antes de cerrar la distancia entre nosotros y besarme con pasión.

Su reacción me tomó por sorpresa, por un momento creí que escaparía aterrada, pero, al contrario, ella también se estaba entregando al deseo de poseer nuestros cuerpos una vez más. Nos desplomamos sobre la cama, dejando que la pasión se apoderara de nosotros. Ese beso me estaba sumergiendo en un torbellino de sensaciones que nos elevaba a un éxtasis celestial.

El contacto de su piel contra la mía era electrizante. Sentía su respiración acelerada y el ritmo de su corazón contra el mío, marcando un compás delirante y deseado. De pronto, ella se colocó a horcajadas sobre mí, y se quitó la playera, dejando expuestos sus hermosos y redondos pechos. Mis manos recorrieron su cuerpo, sintiendo su piel caliente bajo mis dedos; su respiración se volvió más pesada, y su cuerpo se arqueó, como si necesitara más contacto. Tomé uno de sus pechos con mi boca y succioné su pezón, provocando que Kagome soltara un ligero grito de satisfacción.

-Kagome... -susurré entre jadeos, tratando de mantener un poco de control-. ¿Estás segura de esto?

Sentía su deseo emanar por cada uno de sus poros, pero no quería que el arrepentimiento llegara después. La necesitaba convencida y segura de lo íbamos a hacer.

-¡N-no! -exclamó con dificultad, pero su cuerpo se movía contra el mío con una determinación que contradecía sus palabras.

La duda en su voz me hizo detenerme por un momento, aunque sus movimientos dijeran lo contrario. La miré a los ojos, buscando una confirmación que no fuera solo física. No quería hacer nada que ella no deseara realmente.

-Podemos parar, si es lo que quieres...

-Ni se te ocurra -tomó mi rostro entre sus manos. Sus ojos brillaban de un deseo voraz-. No se que tienes Inuyasha, pero mi cuerpo te desea, te necesita con urgencia. -Sonreí ante aquella confesión.

-Me pasa lo mismo. -Giré para quedar ahora sobre ella y deposité un beso en sus labios-. No suelo ir más allá de una noche con nadie-. Pasé mi lengua por su cuello-. Pero tú… deseo tu cuerpo como un loco. -Volví a besarla y Kagome mordió mi labio inferior de una manera tan sensual que avivó más el fuego en mi interior-. Te deseo y no pretendo que lo entiendas, deseo que lo sientas.

Kagome cerró los ojos al escuchar mis palabras, creí que había cometido un error y que en ese momento me dejaría solo; sin embargo, cuando ella los volvió a abrir, una pequeña sonrisa de satisfacción y cargada de deseo, apareció en sus labios, que temblaron ligeramente al hablar.

-Una… Sólo una noche -susurró enredando sus dedos en mi cabello.

-Sólo una noche más -respondí con la misma urgencia.

Devoré sus labios con una pasión arrolladora; sus piernas abrazaron mi cintura mientras sus manos acariciaban mi espalda. Volví a besar y acariciar sus pechos, su piel se sentía tan suave y cálida bajo mis dedos. Los besos y las caricias que nos estábamos propinando eran una declaración de deseo intenso. Sus suaves gemidos y el modo en que su cuerpo se arqueaba hacia mí, me estaban enloqueciendo.

-Me vuelves loco, Kagome -murmuré contra su piel, sintiendo su respiración agitada en mi oído.

Ella arañó mi espalda, dejando un rastro de fuego en mi piel. Me estremecí, disfrutando cada segundo de este momento. Kagome se movió con desesperación, buscando más contacto, más intimidad. Ambos estábamos perdidos en una marea de deseo del que no queríamos escapar.

-Te necesito... -susurró con anhelo y desesperación-. Te necesito ahora.

Sus palabras encendieron aún más la pasión en mí. Con un movimiento rápido, deslicé mi mano entre nuestros cuerpos, explorando su calor y humedad. Su respiración se volvió más rápida, y sus gemidos más intensos. No había duda alguna en sus acciones; ella me deseaba tanto como yo la deseaba a ella.

Dejé sus pechos y fui bajando, dejando una estela de besos en su abdomen; le quite el estorboso pantalón aventándolo al suelo, y regresé a su entrepierna. Pasé mis dedos sobre sus pliegues, abriéndolos lentamente hasta encontrar su núcleo de éxtasis listo para mí. Kagome soltó un gemido profundo cuando mi lengua tocó su punto más sensible. Mi deseo se intensificó, necesitaba probar el néctar de esta mujer que despertaba mis más oscuros deseos.

Comencé a lamer con pasión y lujuria mientras Kagome se retorcía de placer; sus gemidos eran una excitante melodía para mis oídos. Esta vez, volví a atender su botón de placer con mi lengua mientras seguía acariciando cerca de su entrada para comprobar que estaba lista para mí, totalmente mojada. Introduje en ella dos de mis dedos y Kagome soltó un fuerte gemido de placer, indicándome que lo estaba disfrutando.

-¡Eres… exquisita! -exclamé mientras la embestía con mis dedos.

Ella no podía hablar, lo único que salía de su boca eran gemidos y sonidos entrecortados que resonaban en toda la habitación. Kagome arqueó su espalda y sus manos encontraron refugio en mi cabello, aferrándose con fuerza mientras seguía explorando cada rincón con mi lengua. La intensidad de sus gemidos aumentaba a medida que aceleraba el ritmo de mis dedos, sabiendo que estaba llevándola al borde del clímax.

¡Inuyasha! -gritó entre jadeos, su voz estaba llena de placer y necesidad.

Sus gritos me impulsaron a seguir, a darle todo el placer que podía ofrecerle. Sentí cómo sus músculos se contraían alrededor de mis dedos, su cuerpo temblaba y finalmente, con un grito de puro éxtasis, Kagome alcanzó el orgasmo derramando toda su esencia en mis dedos y en mi boca. Ver su expresión de placer absoluto me llenó de satisfacción.

-Eres completamente deliciosa -dije hasta probar la última gota de su néctar.

Me levanté lentamente, dejando que su cuerpo se recuperara del intenso orgasmo. Me incliné sobre ella, susurrándole al oído.

-Aún no hemos terminado, preciosa -dije con una sonrisa lujuriosa-. Esto es solo el comienzo.

Ella me miró con ojos aun llenos de deseo, y su respuesta fue un beso ardiente que prometía que esta noche aún tenía mucho más por ofrecer.

-Ya lo creo -se mordió el labio inferior y eso la hizo ver más sensual-. ¡Es mi turno! -exclamó con picardía.

Giró sobre mí y se acomodó a horcajadas. Su cuerpo desnudo era una visión de perfección: su piel tersa y radiante en la luz tenue de la habitación. El calor de su piel contra la mía intensificaba el deseo que ambos sentíamos. Apoyó sus manos en mi pecho, sus dedos presionaron suavemente mientras comenzaba a moverse sobre mí. La sensación de su cuerpo, con el roce de su piel y la presión de sus movimientos, me hizo desear más. A pesar del obstáculo de mis pantalones, sus movimientos eran increíblemente sensuales, generando un calor abrasador entre nosotros.

Se inclinó hacia mí, y sus redondos pechos se aplastaron contra mi torso desnudo con una perfecta intensidad. Me besó con una pasión ardiente mientras bajaba lentamente. Sus labios y su lengua trazaban un camino de sensaciones ardientes, dejando pequeñas lamidas que encendían cada rincón de mi piel hasta llegar al elástico de mis pantalones. Lo tomó entre sus dientes de una forma seductora, deslizándolo lentamente hacia abajo con una gracia que me hizo estremecer. Me apoyé sobre mis brazos para poder ver lo que ya anticipaba. Tomó mi miembro entre sus manos y comenzó a dar suaves y delicadas lamidas. Los toques de su lengua y sus caricias me hacían estremecer de placer; su ritmo era lento y deliberado, aumentando la intensidad de la excitación en mi cuerpo. Mirar su dedicación y la forma en que disfrutaba de lo que hacía solo intensificaba el apetito sexual que sentía por ella.

-¡Maldición, Kag…! -solté en un gruñido al sentir su boca abrazar mi miembro.

Sus labios se envolvían alrededor de mí, alternando entre suaves besos y succiones, y cada movimiento estaba lleno de una sensualidad que me hacía perder la noción del tiempo. Sentí que mi control se desvanecía a medida que su habilidad y pasión me llevaban al límite de mi resistencia. Cada vez que Kagome profundizaba sus movimientos, el placer se volvía más intenso. Su técnica era única, y el calor que sentía me envolvía por completo. La mirada de concentración y deseo en sus ojos me mantenía en un estado de anticipación y éxtasis. Sus movimientos de hacían cada vez más rítmicos, más insistentes, y su habilidad para combinar su lengua y sus labios era incomparable.

-¡Joder! -gruñí entre gemidos-. No creo soportar más.

Tomé con firmeza su cabello para marcar el ritmo, guiando sus movimientos mientras el placer alcanzaba niveles incontrolables. Cada vez que sus labios y su lengua se movían sobre mí, el éxtasis se intensificaba, llevándome al borde del clímax. Sus manos se aferraban a mis muslos mientras continuaba con una precisión que me hacía perder la cabeza.

El calor y la presión se volvían abrumadores, y mi cuerpo reaccionaba a cada uno de sus movimientos. Su habilidad era impecable, y el deseo que ambos compartíamos alcanzaba una intensidad que solo podía culminar en un clímax explosivo. Nunca antes una mujer me había hecho enloquecer de esta manera. Kagome, a pesar de no conocerme del todo, sabía perfectamente cómo tocarme y cómo hacerme perder el control. Mis gemidos se volvieron más intensos, y mi cuerpo estaba al borde del colapso. Cada vez que ella me tocaba, el placer se hacía casi insoportable. Finalmente, no pude contenerme más.

-¡Kagome! -grité con mi voz extasiada, y mi cuerpo se tensó mientras me derramaba en su boca.

Ella continuó moviéndose mientras bebía con devoción, lo que solo intensificó mi orgasmo. Los espasmos de placer recorrieron mi cuerpo, y mi respiración se volvió errática mientras el éxtasis se desvanecía lentamente. Su expresión de satisfacción, mientras se retiraba y se acercaba a mí con una sonrisa, lo decía todo. Me besó suavemente, con el sabor de nuestro encuentro todavía presente en sus labios.


KAGOME

La pasión y la lujuria se habían apoderado de mi razón y de mi cuerpo. Lo que acababa de hacer era una experiencia completamente nueva para mí; el sexo oral era algo que nunca había intentado, ni siquiera con Bankotsu. Pero con Inuyasha, todo era diferente. Las caricias y los besos encendían un deseo ardiente que nunca había conocido antes. Me sentía viva y deseada, y esa sensación me daba el coraje para dejarme llevar por completo, de experimentar mucho más allá de mi propia satisfacción.

-Insisto, eres una diosa en la cama -dijo Inuyasha con una sonrisa lujuriosa.

La conexión entre nosotros era intensa, casi eléctrica, como si nuestros cuerpos y almas se sincronizaran en ese momento de pura pasión. Me sentía poderosa y deseada, y nada podía detenernos.

-Esta noche te follaré como nadie lo ha hecho -dijo con voz ronca, llena de deseo-. Te haré olvidarte de ese imbécil y solo gritarás mi nombre por el placer.

Sus palabras encendieron una corriente eléctrica en mi interior. Mi corazón latía con fuerza y mi cuerpo respondía a sus palabras con una lujuria que nunca antes había experimentado. El deseo ardía en cada rincón de mi ser, y la promesa de Inuyasha solo avivaba más el fuego que nos consumía a ambos. Sin embargo, en medio de toda está pasión, una pequeña duda comenzó a infiltrarse en mi mente. El peso de mis decisiones y el arrepentimiento comenzaron a asomarse, como una sombra que amenazaba con empañar el momento. Ya no se trataba solo de mi, también estaba de por medio aquella llamada misteriosa que recibió, seguramente de alguien especial como alguna novia o prometida.

Me sentí atrapada entre el deseo ardiente y una pequeña voz en mi interior que me preguntaba si esto era realmente lo que quería, que nada de esto estaba bien, que estaba por romper su relación solo por una calentura. Inuyasha noto cuando quise detenerme; entonces besó mi cuello haciendo pequeñas succiones y me giró sobre la cama, arrodillándose y acomodando mi trasero a la altura de su cintura.

-Tú eres lo único que quiero esta noche -dijo con firmeza notando mi inseguridad-. Ya no hay espacio para dudas ni arrepentimiento. Solo permítete sentir y disfrutar esta noche.

Sin previo aviso, me penetró de una sola estocada, un movimiento firme y potente que me hizo gritar de placer. La sensación fue tan intensa y sublime que cualquier rastro de remordimiento desapareció de inmediato. El deseo y la lujuria se apoderaron de mí nuevamente, y me dejé llevar por la ola de éxtasis que Inuyasha me ofrecía. Cada impulso, se convirtió en un viaje de sensaciones que me hicieron olvidar todo lo demás, sumergiéndome en un mar de placer y entrega total.

-Eres más estrecha de lo que recuerdo. -Susurró en mi oído al sentir mis paredes abrazar su endurecido miembro.

-Quizás eres tú que… ¡ah!... -sus movimientos me estaban volviendo loca de placer-… me llenas por completo.

Sus embestidas eran intensas y rítmicas, logrando llevar mi placer a nuevos niveles. Me aferré a las sábanas, perdida en el torbellino de sensaciones; Inuyasha se inclinó sobre mí, susurrando palabras de deseo, avivando aún más la lujuria que ardía dentro de mí. Su mano se deslizó por mi espalda, enviando corrientes eléctricas de placer por todo mi cuerpo. Tomó mi cabello entre sus manos y lo jaló con firmeza, provocando que mi espalda se arquease y chocara contra su torso; el contacto de su piel caliente contra la mía aumentó mi excitación. Sentí cómo sus músculos se tensaban con cada movimiento, y sus susurros llenos de deseo en mi oído eran una melodía erótica que me llenaban por completo.

-Eres tan jodidamente perfecta, Kagome -murmuró entre jadeos, su voz ronca y llena de lujuria-. No quiero que esto termine nunca.

Sus palabras encendieron aún más mi pasión. Me aferré a sus brazos, sintiendo cómo sus embestida me llevaba más y más cerca del borde. Su ritmo aumentó, y mi respiración se volvió más entrecortada, mezclándose con nuestros gemidos que resonaban en la habitación. Estaba completamente entregada a él, a la intensidad de sus movimientos y al placer exquisito que me hacía sentir. Inuyasha se inclinó sobre mí, mordiendo suavemente mi hombro, y sentí cómo una ola de placer recorrió mi cuerpo. Mis piernas temblaban y mis gritos se volvieron más desesperados, cada uno siendo una súplica silenciosa para que no se detuviera. Sus manos se movieron por mi cuerpo con una urgencia casi feroz, explorando cada rincón de mi piel como si quisiera grabar cada centímetro en su memoria.

Dejé caer mi cuerpo sobre la cama, agotada pero aun deseando más. Inuyasha salió de mí lentamente, y una mezcla de placer y anhelo me recorrió al sentir su ausencia. Me giró con firmeza y me acomodó entre sus piernas, volviendo a posicionarse para penetrarme de nuevo mientras yo acariciaba su cuerpo con devoción. Mis manos recorrieron su espalda, sintiendo cada músculo tensarse bajo mis dedos, y bajaron hasta sus caderas, atrayéndolo más cerca de mí.

-Estoy lista para más -susurré con mi voz llena de deseo. Este hombre sacaba mi lado sensual que creía no tener.

-Perfecto, preciosa... -jadeó, y lamió mis pechos con urgencia.

Con una estocada firme, volvió a entrar en mí, llenándome por completo. Mis piernas se entrelazaron alrededor de su cintura, y mis uñas se clavaron en su espalda, provocándole un gruñido de placer. La sensación de su piel contra la mía, su aliento caliente en mi oído, y la fuerza de sus movimientos me hacían perder el control y sentía cómo todo mi ser se derretía bajo su toque. Sus manos se aferraron a mis caderas, guiándome al ritmo de sus embestidas, y me perdí en la intensidad de la conexión que compartíamos.

-¡Inuyasha! -grité su nombre, y fijó su mirada en la mía-. ¡No pares! -supliqué cegada por la lujuria y la pasión.

Sus embestidas se hicieron más rápidas y profundas, llevándome más allá del límite del placer. Nunca había sentido algo así antes. Los movimiento de Inuyasha eran un torrente de sensaciones que se desbordaba dentro de mí. El placer se acumulaba en una intensidad que me dejaba sin aliento.

-¡Oh, Inuyasha! -gemí, con la voz temblorosa por la euforia-. Esto es... increíble.

La ritmo y la fuerza de sus embestidas fueron en aumento, más lujurioso, más salvaje, llevándome a lo más alto del placer, haciéndome gritar más fuerte. Mis manos se aferraron a su espalda mientras mi cuerpo se arqueaba hacia él, y en un arranque de deseo y valentía, logré girar para quedar sobre él.

Ahora estaba a horcajadas sobre Inuyasha, sintiendo su miembro llenándome profundamente. Mi cabello caía en cascada alrededor de mi rostro, y sus manos encontraron mis caderas, guiando mis movimientos con firmeza. Tomé el control, moviéndome a un ritmo frenético, buscando mi propio placer mientras lo llevaba al suyo. La sensación de poder y lujuria era embriagadora.

-¡Inuyasha! -grité entre gemidos.

-¿Lo estás disfrutando? -preguntó jadeante.

Sus ojos dorados me miraban con una intensidad que me hacía temblar. Sus manos se movieron desde mis caderas hasta mis pechos, acariciándolos y provocando que mis gemidos se intensificaran. Mis movimientos se volvieron más rápidos, más desesperados, mientras el placer se acumulaba en mi interior, convirtiéndose en un nudo de sensaciones que amenazaba con desbordarse. Inuyasha gruñía y sus manos apretaban mis caderas con fuerza.

-Sí -logré responder con dificultad.

-¡No te detengas, preciosa! -ordenó.

Con un último empuje, el placer explotó dentro de mí en un orgasmo tan intenso que me dejó temblando y gritando su nombre. Me derrumbé sobre él, mis músculos se contrajeron alrededor de su miembro mientras él alcanzaba su propio clímax, llenándome con su calor.

Nos quedamos allí, entrelazados y jadeando, con nuestros cuerpos cubiertos de sudor y la satisfacción pintada en nuestros rostros. La intensidad del momento había borrado cualquier duda o remordimiento, dejándonos solo con la conexión ardiente que compartíamos.

-Nunca… nunca había sentido esto -logré decir entre jadeos-. Es tan… tan intenso.

-Yo tampoco -susurró antes de besarme profundamente. Sin embargo, su siguiente pregunta me sobresaltó-. Kagome… ¿Te estás cuidando?

-¿Qué? -murmuré, aún sumida en la neblina del placer.

-Se que también soy responsable, pero la locura del momento cegó mi mente y me olvidé de...

-Tranquilo -lo interrumpí-. Aún estoy tomando pastillas anticonceptivas, así que no hay nada de qué preocuparse

Un suspiro de alivio escapó de sus labios, y la tensión que había surgido entre nosotros se disipó rápidamente. La tensión sexual entre nuestros cuerpos volvió a encenderse, más intensa y apasionada que nunca.

-Bueno, entonces... -Vi sus ojos nuevamente arder en deseo-. No hay nada que nos detenga.

Tomó su miembro y lo rozó lentamente contra mi entrada, en un movimiento tan intencional como seductor. La anticipación me hizo estremecer, y un gemido bajo escapó de mis labios.

-Esto puede resultar peligroso -dije suavemente, con una mezcla de deseo y vulnerabilidad en mi voz.

-Preciosa -Sin perder su contacto visual, comenzó a penetrarme lentamente-. Una aventura es más divertida si huele a peligro.

Inuyasha sonrió con gran intensidad cuando dejé caer mi cabeza hacia atrás al sentir cómo su dureza se adentraba en mí con cada empuje. Un escalofrío de placer recorrió mi cuerpo, y me dejé llevar nuevamente por la sensación de ser completada por él.

Continuará...