El lugar de la nueva reunión había quedado al aire y fue por lo qué Harry decidió estar puntual en la salida de la cafetería junto a su amigo Ron, quién al escuchar el relato de Harry sobre su compañero de proyecto había quedado perplejo. No obstante a Ron le había parecido un poco extraña la actitud de Harry, sentía qué había algo más pero no lograba entender qué, tenía una ligera sospecha pero le faltaba unir un par de piezas del rompecabezas.

—Ahora qué lo mencionas, si es extraña la actitud qué Malfoy tomó con Diggory, ninguno se conocía hasta ahora y dices qué te incómodo estar en medio de su discusión —analizó Ron.

—Sí, según Malfoy fue para hacerme cambiar la opinión qué tengo sobre él, y aunque ya le pedí disculpas parece qué no es suficiente —dijo Harry.

—¿Y tú cómo te sientes ante la situación? —preguntó Ron.

—Estoy muy confundido —confesó Harry—, no sé si busca ser mi amigo o enemigo —dijo y se encogió de hombros.

Ron pareció más convencido ante la respuesta, no obstante él ya se había dado cuenta de cómo Cedric miraba a su mejor amigo, y dicha reacción ante Draco lo confirmaba, a Cedric le gustaba Harry.

—No lo vayas a tomar a mal pero… —le tanteó Ron—, creo qué le gustas

—¿Qué? —el rostro de Harry palideció, sus ojos verdes brillaron con asombro.

—A Cedric Diggory —añadió—, no es la primera vez qué te busca y si lo pensamos un poco… ¡Todo es muy claro!

Harry frunció el ceño, no podía gustarle a Diggory ¿O sí? ¿Había sido tan despistado cómo para no darse cuenta?. La respuesta era muy obvia, pero él estaba muy lejos de interesarse por Diggory, más bien a él le empezó a gustar otra persona…

Harry se ruborizó de sólo pensarlo.

—¿Estás bien? —preguntó Ron.

—Eh, sí —titubeó—, no puedo creer qué le guste a Diggory

Harry repasó el asunto a toda velocidad en su cabeza, realmente no podía creerlo, aunque eso no lo hacía gay o bisexual, ¿O sí?. Harry era un mar de confusiones y no quería hacerse más líos de los qué ya tenía respecto a Draco, Cedric o quien fuera, él no era gay, punto.

—Y yo no puedo creer qué sea pareja de Hermione, aunque sea para un trabajo —Ron se emocionó de sólo pensarlo.

Harry soltó una risa, aliviado por el repentino cambio de tema.

Antes de qué alguno agregara algo más a la conversación, se percataron de que los chicos a quienes esperaban caminaban hacía ellos, el corazón de Harry comenzó a latir desenfrenadamente y sus nervios se crisparon, por otro lado Ron no sabía exactamente cómo reaccionar, intentó relajar su cuerpo, pero lo único qué consiguió fue tensarse más.

—Hola —saludó Hermione a los dos chicos.

—Ho–hola —titubeó Ron.

Hermione se detuvo frente a él, por el contrario Harry y Draco quedaron uno frente al otro, el rubio aparentaba tranquilidad, pero por dentro sentía qué en cualquier instante comenzaría a temblar, y el azabache no actuaba muy diferente a él.

—¿Nos vamos? Tenemos qué elegir el tema del proyecto y no tengo mucho tiempo antes de mi clase —dijo Hermione.

Ron asintió, incapaz de articular una palabra, se despidió de Harry palmeando su espalda, el chico supo interpretar su lenguaje corporal por lo qué devolvió la despedida, mirando al pelirrojo durante un instante, segundos después Draco y él se miraban a los ojos nuevamente.

Harry sintió una corriente eléctrica recorriendo la espina dorsal.

—¿Te vas a quedar callado o vamos a hablar del trabajo? —preguntó Draco volviendo en sí.

—Esperaba qué tú dijeras algo —mintió.

Draco rodó los ojos y comenzó a caminar al lado contrario de la cafetería y Harry lo siguió. Se detuvieron en unas palapas sobre el campo cubierto de pasto finamente recortado. Harry tomó asiento en la banca de piedra, dejando un espacio considerable entre ambos, sin embargo Draco no tenía intenciones de mantener distancia, y segundos después estaba sentado a menos de treinta centímetros de él.

—Tenemos algunos temas de interés, ¿Cuál prefieres? —preguntó Draco.

—Hagamos una lista y decidamos —sugirió Harry.

El azabache sacó su libreta blanca cubierta de manchas de colores, la cual había captado el interés del rubio y no fue la excepción cuando Draco la vio por segunda vez.

—¿Cómo la hiciste? —preguntó el rubio.

—Dibuje las manchas con pintura sobre un lienzo de papel blanco —respondió el chico, encogiéndose de hombros.

—¿Me cobrarías mucho por hacerme una igual?

—¿Qué? ¿De verdad quieres una? —preguntó.

—Sí —Draco asintió.

Harry se lo pensó por un momento, si el rubio tenía la intención de jugar él también lo iba a hacer y mejor.

—Te pintaré una igual a cambio de qué me disculpes por haber sido grosero contigo, es algo justo y estaríamos a mano —dijo Harry.

Draco volvió la mirada hacía él no creyendo lo qué le decía y soltó una risita.

—Sí cómo no —respondió sarcástico.

—Es en serio —afirmó Harry.

El rubio volvió a mirarle, pero esta vez no había maldad en él, más bien cierta curiosidad.

—¿Tanto así quieres mis disculpas? —preguntó.

—Dijiste qué tendría una opinión acertada de ti, pero no ibas a disculparme, y yo quiero tener la conciencia tranquila —enfatizó Harry.

Draco le miró divertido, y con una ceja levantada.

—Vaya forma —el rubio rodó los ojos, volvió la mirada hacía el cuaderno y entonces tomó una decisión.

—Aceptaré tus disculpas si el dibujo es mejor qué este —dijo el rubio.

—Trato —respondió Harry al instante.

—¿Qué tan seguro estás?

—Mucho —afirmó el chico de anteojos.

Se miraron a los ojos, retandose a decir algo más y lo único qué hicieron fue soltar una risilla, se sentían extraños de llevarse de esa forma, Draco se debatía con sus sentimientos de una manera no muy positiva, tenía qué admitir qué Harry comenzaba a agradarle, no obstante era consciente de qué no necesitaba una pareja ni a alguien a su lado para ser feliz, su vida no lo era desde hacía un tiempo y a pesar de su intención de volver a creer en esa felicidad sincera cómo la qué en ese momento sentía con Harry, no quería verla derrumbarse.

—Ya veremos si la tienes para entonces —le retó Draco.

Harry no respondió, pero le miró seguro de sí, él también se sentía extraño ante todas esas sensaciones qué Draco dejaba en su pecho, no sabía cómo llamarlo, pero al menos estaba comenzando a aceptar qué el rubio le traía emociones a su ser.

Al final eligieron el tema de la pintura para su proyecto pues había sido la razón principal de llevarse mejor, así qué tomarían acción e investigarían en salas de arte, museos, datos en internet, libros y cualquier fuente qué les pudiera servir.

Nunca se había planteado la idea de ser gay o bisexual, hasta qué lo vio atendiendo el mostrador de la cafetería, y por lo tanto, nunca se había imaginado teniendo sexo con un hombre y cuando se visualizó a si mismo siendo follado por Draco se le puso tan dura qué no tuvo opción qué meter la mano debajo de sus vaqueros y darse placer.

Cuando volvió la racionalidad a su mente, el único sentimiento qué lo embargó fue la culpabilidad.

—No puede gustarme un hombre, no puede gustarme Draco —se dijo así mismo.

Harry estaba tumbado boca arriba sobre su cama, las sábanas estaban ligeramente arrugadas y manchadas de espeso semen, su mano todavía sostenía su reciente erección, lentamente soltó su larga y gruesa polla sobre su abdomen, dejando algunos chorros de líquido perlado.

Al estar más recuperado se dirigió al baño a tomar una ducha de agua helada, el reloj marcaba las 11:30 de la noche, pero él no podía quedarse así, ahora tenía pavor de mirar a Draco a los ojos, además el rubio no se veía gay por ningún lado. No obstante Harry tenía claro qué el ser gay no le daría una oportunidad con él, era mejor olvidarse del asunto y dedicarse al dichoso proyecto.

Cada noche era lo mismo, se recostaba sobre su cama individual, cubría su cuerpo blanquecino con las sábanas y divagaba en sus pensamientos, principalmente en su madre y su hermana, a quienes no veía desde qué cambió de universidad, y no había tenido algún tipo de contacto con ellas. Mentiría si dijera qué no las extrañaba, aún poseía sus números telefónicos pero no se atrevía a llamarlas por vergüenza.

Draco soltó un suspiro recordando aquel fatídico día qué lo dejó sin familia y sin hogar. Si tan sólo no se hubiera dejado llevar, las cosas serían muy diferentes. No obstante no se arrepentía de vivir sin las absurdas ideas de su padre.

Gracias a esa libertad podía elegir vivir sin tener qué preguntarle a su padre si era correcto actuar de tal forma o no, sin embargo no dejaba de asustarle los temas del amor, recordaba con regularidad a quienes lo habían lastimado, y le dolía admitir qué su felicidad no volvería, Joseph Bernard Walker se la había llevado con él, y Draco estaba convencido de qué si otra persona llegara a enamorarlo preferiría irse qué estar a su lado, y por esa razón Harry no podía interesarle, le dolería en el alma perderlo y se marcharía la seguridad y felicidad qué tanto le costó volver a sentir.

Hermione siempre le decía qué confiara, qué ninguna persona era igual a otra, qué todos los seres humanos eran diferentes y por ello es qué eran un mundo tan diverso de pensamientos, gustos, creencias y demás. Pero a ella no le había tocado vivir lo qué él, y podía hablar a la ligera, sin tener conciencia de lo qué era vivir una situación tan patética y humillante.

Lo mejor sería alejarse de Harry, y hablar única y exclusivamente del proyecto, aunque eso no lo quitaba del camino, pues era consciente de qué el azabache entraría más de una vez a la cafetería y por si fuese poco continuarían compartiendo equipo de fútbol.

La vida seguía siendo cruel con él, pero ¿Qué podía hacer? ¿Cuál sería ese mejor camino para él?

Draco no supo exactamente en qué momento se quedó dormido, hasta qué despertó bañado en sudor, el cuerpo entero le temblaba, no era la primera y estaba seguro tampoco sería la última vez qué tendría la misma pesadilla, aquella qué le hacía revivir ese encuentro tan doloroso con Joseph y su padre.

Hermione entró despavorida a su habitación, la chica estaba pálida pero no se notaba demasiado a causa de la oscuridad qué reinaba en la habitación del rubio.

—¡Draco! ¿Estás bien? —preguntó la chica colocándose de rodillas sobre el colchón y tomó lugar junto a su mejor amigo.

Draco no respondió de inmediato, respiraba con dificultad, se enderezó con la ayuda de Hermione, quién no tenía idea de cómo actuar, sólo lo abrazó y recargó en su pecho, y Draco estalló en llanto, no era necesario aclarar el por qué de su dolor, Hermione conocía la historia tanto cómo él y con ello las numerables pesadillas qué lo atormentaban. La castaña derramó lágrimas durante los minutos qué tuvo a su amigo en sus brazos, si bien no podía solucionar su problema, al menos quería estar ahí para él, hacerle saber qué no estaba sólo y qué contaba con ella pasara lo qué pasara.

Varios minutos después Draco se apartó de su amiga y le miró agradecido.

—Gracias —dijo él en voz muy baja pero gracias a qué el silencio reinaba a esa hora de la madrugada en el edificio, Hermione logró escucharlo.

—Siempre estaré para ti Draco, te quiero mucho —dijo la castaña.

—Y yo a ti, pero más te vale no divulgar mi lado sensible —bromeó Draco, restando tensión al momento.

Ambos se rieron y Hermione asintió.

—Prometido

Hermione salió de la habitación, dejando a Draco más recuperado, inclusive le obligó a cambiar su playera de la pijama qué estaba empapada de sudor.

Cuando Draco se cambió de ropa, estaba más tranquilo y feliz de tener a su lado a una amiga cómo Hermione. No quiso ver la hora, seguramente era muy tarde y no faltaba mucho para qué su despertador sonara, por lo qué cerró los ojos y se dejó llevar por el mundo de los sueños.