A mi Señor Jesucristo, gracias Dios por permitirme regresar.
Salmo 28:7Mi corazón salta de alegría, y con cánticos le daré gracias. Debemos dar gracias a Dios porque él nos da las fuerzas que necesitamos en medio de cualquier circunstancia.
Naruto no me pertenece, los personajes e historia son una creación de Masashi Kishimoto.
El dolor de seguir adelante.
Aquella noche los miedos de Tsunade shishuo se hicieron realidad. Yo dormía cuando la llamada de mi maestra me despertó sobresaltándome de tal manera que pegué tremendo brinco. Con rapidez tomé el rollo invocado donde Tsunade shishuo me pedía ir urgentemente donde ella, me alisté lo más esencial y me presenté lo más pronto que pude. A pesar de mi velocidad Tsunade shishuo me reprendió por haber tardado.
-¡Te dije que no tardaras!
-Pero si solo fue hace…
-¡Me vale un rábano!, ¡debías estar lista!
-Dormía, no iba a venir con ropa de…
-¡Debiste venir cuanto antes, desnuda o en pijama, me daba igual!, ¡debiste dormir vestida!, ¿no eres médico o que carajos, ya se te olvidó o qué?
-Perdone shishuo es que…
-Cierra la boca- susurró, el humor de perros que se cargaba era mejor que cualquier frase usada para convencerme de callar. –Ven conmigo- me llevó por aquel montón de túneles secretos que de no haber recorrido una y otra vez me hubiera perdido fácilmente a esas horas de la noche -, pasó lo que pasó, te lo dije a ti y a ellos muchas veces, pero no, no me escucharon, ¡por Dios!, ¡como deseo matar a alguien!
Tragué grueso rogándole a Dios que el sueño se me fuera tan rápido como podía ser el mismo puño de mi maestra en tal estado de alteración.
-¡Donde está el estúpido de Jiraiya cuando se le necesita!, ha de estar en un burdel tan borracho que lo mataría sin el más mínimo esfuerzo, eso sería muy aburrido, ¡caray, ni para eso sirve!
-Tsunade shishuo- murmuré temblando de miedo y pidiéndole a Dios que mi maestra no encontrara al antes mencionado, pues en el estado de ira que se encontraba ni sus grandes sapos lo salvarían -, ¿qué pasa?
-¡Cómo que qué!, ¿qué no me escuchaste ya?, ¿eres tan tonta como para no deducirlo?
-Bue…bueno…- temblé, y la seguí de cerca, deseando dar media vuelta y volver.
-¿Que qué va a pasar?, ¡que Kushina está por parir y va a mandarnos al demonio!, ¡eso es lo que carajos pasa!
-¿Dice que va a nacer el bebé?- realmente deseaba que mi entusiasmo no la hubiera enojado, pero la verdad es que tenía tantas ganas de al fin conocer al bebé que tontamente no medí mis palabras y alegría.
-¡Acaso estas sorda!, ¡que sí, que va a nacer!- y doblamos en una esquina, tan oscura como las anteriores.
Tsunade shishuo siguió vociferando durante todo el camino hasta el lugar preparado secretamente para que Kushina san diera a luz. El parto se había adelantado un par de semanas, nada de riesgo, a no ser que se tratara de un jinchuriki, claro.
-Mucho se los advertí a ese par de tontos…
-Tsunade shishuo, no hable así, es el Hokage y…
-¡Hokage y un cuerno!, ¡es como cualquier otro hombre cuando se trata de fornicar!, ¡que se cuidaban, sí como no…! pero no, como van a escuchar a la vieja senil de Tsunade, no, como no…métodos naturales y un demonio…
Mi maestra había puesto el grito en el cielo desde que supo lo del embarazo, explicando una y otra vez los riesgos que el embarazo conllevaba, y el parto, obviamente; no daba buenas expectativas, con justa razón, pero la pareja estaba tan feliz que realmente dudo mucho que su pésimo humor y más tristes expectativas les mermaran la dicha de saberse padres.
Kushina san y Hokage sama habían vivido resignados a la idea de no formar una familia, al menos no más allá de ellos dos. Desde siempre Tsunade shishuo (era la encargada de la salud de Kushina san desde que llegó a la aldea para ser la portadora del kyubi) les había dado pocas, por no decir nulas, esperanzas de que pudieran tener hijos, el ser portadora de un bijuu complicaba esa parte del desarrollo de las mujeres que habían sido jinchuriki, aun así recomendaba-exigía tener los cuidados que cualquier pareja debía tener para evitar embarazos, no quería tomar riesgo alguno.
Continuamente les decía con esa sinceridad dolorosa, pero profesional, que era muy difícil que se diera un embarazo, que sí, que había casos que si se daba, pero que una cosa era embarazarse y otra que el embarazo llegara a término, y de ser así después venía lo complicado de una labor de parto por demás difícil y riesgosa; obviamente que también estaba la razón de estar en guerra, y otro sin fin de malas noticias que solo hacían que ellos ladearan la cabeza con tal tristeza y resignación que me partía el corazón.
Finalmente, sorpresivamente cierto día descubrimos por error el embarazo de Kushina san, es una anécdota graciosa donde el cuarto Hokage terminó en el hospital, pero en fin, cuando se confirmó la noticia Tsunade shishuo aceptó dichosamente (aunque nunca lo admitió) tener la responsabilidad de llevar el control del embarazo y me pidió ayuda para el parto.
Dentro de lo que cabía aquel fue un embarazo "normal", con mejores hechos que las expectativas que inicialmente teníamos; Kushina san tuvo muy buena salud, eso a pesar de su estado de jinchuriki y de estar en guerra, pero mi maestra nunca se confió, llegué a pensar que estaba paranoica o era demasiado pesimista al respecto, pero fue hasta esa noche que supe que ella tenía razón.
Había pasado bajo mucho estrés por la guerra y postguerra; tenía peor humor del normal y siempre se le veía con el entrecejo junto, lo que hacía que las personas se alejaran de ella a un radio de varios metros. Justo unas semanas antes se corrió el rumor de que el alto y estricto control que se tenía del tema de Kushina san había estado bajo los ojos de un traidor que robaría la valiosa información y la vendería a alguna aldea enemiga que se serviría de la debilidad de la aldea y aprovecharía para romper con la poca quietud que se gestaba. Después supe que se trataba de aquellos pergaminos que el cuarto nos pidió retomar ese día donde Rin fue tan gravemente herida.
El rumor cada día cobraba más y más fuerza, por lo que la cercanía del parto, las reuniones y otros tantos pendientes más, pusieron paranoica a mi maestra, fue cuando casi mataba al pobre de Kakashi kun al saberlo escuchando nuestra conversación.
Sinceramente hasta esa noche, cuando, al entrar al fin al recinto y ver a Kushina san con la mueca de dolor atada con sellos ninjas, emanando aquel poderoso e hiriente chacra y siendo rodeada por los varios anbu fue que entendí que no era solo paranoia, o al menos no injustificada.
-Tsu…Tsunade sama…
-Kushina- mi maestra cambió completamente la mueca de enojo a una de preocupación -, aguanta un poco más, ya hemos llegado.
-Gra…gracias.
-¿Cómo está?, ¿falta mucho?, ¿puedo ayudarle en algo?- preguntó el Hokage ansioso.
-Sí, quítate de encima y cuida los sellos, ese es tu trabajo, déjame hacer el mío –dijo con autoridad, el Hokage se apartó y me miró buscando alguna buena noticia, intenté sonreír, pero mi maestra me llamaba -¡Sakura, que vengas!
-Sí, voy.
-Tsunade, prométeme que estarán bien.
-Minato, te prometo que haremos todo cuanto podamos para salvar a tu bebé y a tu esposa.
-Gracias.
Honestamente intentamos todo lo posible por tener un parto natural y normal, pero el estado de Kushina san era por demás delicado.
-Quiero que saques a todos, tenemos que sacar a ese niño pero ya- me musitó suavemente para que solo yo escuchara.
-Una cesárea, ¿aquí?, ¿en estas condiciones?
-Sí, aquí mismo, y cuanto antes. ¿No escuchaste que prometí que haríamos todo para salvarlos?, ya sabes lo que debes hacer, será como en una batalla, no tenemos mucho a la mano.
-Pero…
-Por favor, Sakura san- me dijo Kushina san tomándome de la manga -, haga todo lo que Tsunade sama diga…- y lanzó un grito doloroso -, solo…solo salve a mi hijo, yo no…yo no importo, soportaré todo y…- otro grito más.
-Leí de esto- dijo el Hokage acercándose al escucharla gritar tan fuerte -, decían que dolía, pero, ¿es normal que sufra tanto?, ya tiene mucho así, ¿también es normal que tarde tanto?
Tsunade shishuo me miró y supe lo que quería.
–Hokage sama, por favor, ¿puede retirarse?, tendremos que…
-¿Se ha complicado, cierto? - Asentí queriendo aparentar optimismo. Él me tomó de la mano –prométeme que me dirás como están ellos dos cuando termine, por favor.
-Lo haré.
-Gracias. Cuida de mi esposa y de mi bebé.
-¡Sakura!
-¡Sí!- cerré la puerta y corrí donde Tsunade shishuo.
-Concéntrate, sabes que es muy delicado, trata de no perder mucha sangre y chacra, ni ella ni tú.
A partir de ese instante todo pareció empeorar, Kushina san estaba más y más débil y el chacra rojo e hiriente que emanaba era más y más intenso. En medio del ir y venir las manos comenzaron a temblarme, y un miedo espantoso me nacía de vez en vez al sentir aquella extraña y aterradora energía que parecía murmurarme en el oído frases aterradoras y espeluznantes, con esa voz gruesa y silbante que sigue causándome pesadillas.
Conforme avanzó el procedimiento, el chacra maligno se volvió intenso, inundando el sitio de la pesadez de la muerte que acompaña al kyubi, era tan fuerte que sentía como pequeñas y lacerantes lanzas se me incrustaban en la piel, trataba de sanarlas rápidamente, igual que mi maestra, de no ser por nuestra habilidad hubiéramos salido gravemente heridas.
-¡Hokage sama!- gritaron a pocos metros, detrás de la enorme puerta, yo podía escucharlos aún con el silbido de la voz del kyubi susurrando sus amenazas de muerte y destrucción -¡tiene que venir inmediatamente, es una invasión señor, ninjas de la roca vienen hacia acá!
Y la voz del zorro comenzó a reír, a carcajearse ante nuestra mala suerte, tragué saliva y trate de concentrarme y escuchar la información ignorando su risa burlona.
-¡Lo sabía, por un demonio, se los dije!- gritó Tsunade shishuo.
-¿Qué…qué pasa?- murmuró dolorosamente Kushina san, entre dormida y despierta.
-Sakura, concéntrate, no dejes que esté tan consciente.
-Si- me acerqué aún más a ella y le aplique una dosis más elevada de chacra para aminorar el dolor y dormirla más.
El cuarto Hokage entró, por un momento por poco y cae ante la impresión de vernos sobre, su esposa, cortando, haciendo y deshaciendo tejidos mientras ella murmuraba lastimosamente entre la consciencia y el sueño.
-Minato, debiste quedarte fuera.
-Lo…lo siento –murmuró apenas se recuperó del estupor -, debo…debo irme. Tsunade, cumple con tu promesa.
-Haré todo cuanto pueda, ¡ahora largo!
-Si- y desapareció.
Apenas minutos pasaron cuando comencé a sentirme un tanto mareada, la presión, el chacra y la falta de aire puro me estaban adormeciendo los sentidos y la voz enfermiza del zorro me ponía peor, fue cuando felizmente se escuchó el llanto del pequeño Naruto ¡gracias a Dios había nacido!
-Al fin, es un varón.
Giré y miré el pequeño y regordete bulto rozado, tenía el cabello rubio y lloraba insistentemente, quise verlo, pero mí mentora me llamó la atención, yo tenía bastante en que ocuparme, debía estar administrando chacra a Kushina san para restaurarle la herida y mantenerla semidormida.
-Ha…ha na…nacido…¿pue…puedo verlo?- dijo al escucharlo llorar.
-Sí Kushina, este es tu hijo.
-Es…es…hermoso- dijo Kushina san al tenerlo a un costado, con un gran esfuerzo giró y le dio un tierno beso, llorando de felicidad, dolor y cansancio. -¿está sa…sano?
-Es perfecto, ¿cómo le pondrás?
-Será…Na…- y repentinamente se desvaneció.
-¡Kushina!, ¡Kushina!- Tsunade shishuo gritó envolviendo al bebé en mantas -¿qué demonios pasa Sakura?
-No lo sé…ella…ella…¡no responde!- la energía del bijuu se intensificó rompiendo con el tierno momento, el olor a muerte se impregnó por toda la cueva y la voz del zorro ya no era un susurro en el oído, ahora parecía gritar tan fuerte los improperios y deseos morbosos de matar que estaba segura que todos lo escuchaban jactándose de la muerte de la que lo mantuvo preso por varios años.
-Déjame revisarla…oh Dios…está muerta…- susurró Tsunade sama.
Y antes de poder llorar una explosión nos revolvió de pies a cabeza. Cuando desperté el cuerpo de Kushina san flotaba ligeramente sobre nosotros, el ambiente estaba peor ante el terrible chacra, un miedo espantoso me invadía de pies a cabeza y el llanto del bebé no dejaba de sonar. Por un momento me alegré de escucharlo llorar, Tsunade shishuo lo había alcanzado a salvar y no dejaba de administrarle su sanadora técnica.
-Sakura- me llamó débilmente entre el polvo y los llantos del bebé.
-Estoy bien – mentí, una de las estacas de los sellos me había atravesado el pecho, me la saqué y comencé a sanar tosiendo sangre. Estaba muy cansada y todo me daba vueltas, el dolor del pecho, las cortadas y el golpe me tenían aturdida.
Y como si no fuera suficiente todo se puso peor, los anbu entraron y el cuerpo de Kushina san terminó por caer junto a mí, entonces lo vi, tan grande, horrible, tangible, amenazante y fuerte como siempre, era el Kyubi, gruñendo, destruyendo, silbando en mi mente aquel mar de frases horribles de muerte y venganza. Me aferre al cuerpo de Kushina san y traté de protegerlo de las rocas que caían, ella había muerto, pero no podía concebir dejarla tirada como un papel sin valor.
-Sakura, ¡Sakura!
-¡Aquí Tsunade shishuo!
Mi maestra luchaba por encontrarme entre el polvo y la negrura, había convocado a Katsuyu, -¡ven, tenemos que largarnos de aquí, solo nos quedan segundos!
Segundos, solo fue eso cuando tome la mano de Tsunade shishuo y desaparecimos. Reaparecimos algunos kilómetros lejos, alcance a ver como la cueva era destruida por el demonio de nueve colas, rompiendo el sitio como si se tratara de un cristal del cual emergía con toda la fortaleza que le caracterizaba, nunca había sentido tanto miedo en toda mi vida.
-Tenemos que encontrar cuanto antes a Minato.
-¿Cree que no lo ha visto?
-¡Por supuesto que sí!, ¡toda la maldita aldea lo ha de estar mirando!- me gritó, el bebé empezó a llorar y yo coloqué el cuerpo de Kushina san en un lugar seguro, las lágrimas me corrían, pero sabía que no podía quedarme haciendo solo eso -, Minato es el único que puede sellar a esa cosa, tendremos que ayudarlo.
-¡Sellarla!, ¿dónde?, Kushina san…
-En su hijo, esa es la clave.
-¿Qué?- murmuré mirando al pobre bebé, sollozaba y se le veía aun rojo y arrugado -, ¿no es muy pequeño?
-Es la única opción.
-Pero…
-Katsuyu, divídete, busca al Hokage e informa de nuestra posición, tráelo.
-Sí, Tsunade sama.
-¿Yo que hago?
-Cúrate esa herida del pecho lo suficiente para que ayudes con lo del sellado, te necesitaré entera porque requiere de mucha energía y estaremos expuestos, después necesitaré que vayas a la aldea. Habrá muchos heridos, además no creo que el kyubi sea el único problema, ya escuchaste a los anbu de la invasión, vendrán apenas nos deshacemos de esa cosa.
-Sí, Tsunade shishuo.
-Estate atenta, que te estaré llamando cada vez que me pegue la gana. Katsuyu, también procura al vago de Jiraiya, lo necesito más que nunca.
-Sí, Tsunade sama.
El corazón se me estrujó al pensar en todos los que estaban en la aldea, desde ese punto podía ver como el zorro avanzaba destruyendo en solo segundos lo que toda una vida había visto, cerré los ojos no pudiendo soportar ver tal destrucción.
Pero debía seguir adelante, por muy doloroso que fuera.
El resto de la historia no es difícil contarla, es como muchos la han narrado, el cuarto logró dar con Tsunade shishuo, después de una cruel batalla donde muchos shinobis y anbu murieron, ellos dos pudieron sellar aquel monstruo en el pequeño y frágil cuerpo de su hijo Naruto, Hokage sama dio su vida por eso, por salvarnos.
No pudimos regresarlo de la muerte, sanarlo, Tsunade shishuo estaba muy débil y yo apenas podía con mantener al bebé intacto, así que tampoco pudo hacer mucho, no logré tampoco decirle de su esposa, ni escuchar el sonido lejano y débil que pronunció al tratar de darme el nombre que deseaba para su hijo.
Después de eso Tsunade shishuo se encargó del nene hasta que Jiraiya san llegó, se lo entregó y el hizo aparecer uno de sus sapos que lo transportaron a su mundo para asegurarse que durante la invasión a la aldea no fuera robado o asesinado.
Apenas pude hacerlo logré llegar hasta mi casa, yacía en ruinas humeantes, el corazón me latía en las manos y la cabeza, moví el lugar pero no había nada, corrí calle abajo, donde el montón de gente yendo al refugio me impedía moverme adecuadamente, la alarma seguía sonando como desde que el zorro atacó. De entre la muchedumbre pude ver a mi padre con mamá colgando de sus brazos.
-Hija, Dios, ¡gracias a Dios que estas bien! -mamá corrió a abrazarme y yo lloré del gusto abrazándola fuertemente. Entonces la examiné, estaba herida y sangraba de uno de sus brazos.
-¿Estás bien?, ¿qué ha pasado?
-Pasó que el zorro se liberó, eso es lo que pasó –gruñó mi padre -, tu madre salió herida por una de las explosiones, no ha querido ir al refugio por esperar por ti.
-Mamá…
-Yo estaba dormido cuando la explosión nos sorprendió, la casa todavía no estaba tan destruida logrando protegerme del impacto, pero como tu madre estaba esperándote fuera porque te vio salir a solo Dios sabe dónde a esas horas de la noche, recibió la onda de choque y se lastimó al chocar contra el muro.
-Madre…no debiste.
-Te vi salir, pero no quise preguntarte, te veías muy alterada. Sé que no podías decirnos, era algo importante y secreto, Tsunade san me había comentado que era algo normal en un médico, pero estaba muy preocupada por ti y quise esperarte fuera como lo hacía cuando eras pequeña y te quedabas estudiando noche.
-Mamá…
-La ha herido la explosión, de haber estado en casa no hubiera sido tan grave- dijo mi padre, reprendiéndola –, pero quería esperarte, como siempre.
-Pero la casa…
-Está hecha pedazos, lo sé- dijo él -, pero eso fue después de salirnos de ahí.
-Mamá, es mi culpa que tú...
-No, no lo es, fui imprudente, pero estaba tan preocupada por ti. Mírate, ¿segura que estas bien?- me dijo señalando mi pecho, donde la mancha de sangre se dejaba ver claramente.
-Sí, solo es una herida superficial, voy a estar bien.
-¡Pero estas sangrando y te ves agotada!
-Estaré bien. Por favor deja que te examine.
-No, no, no te preocupes mi niña, estoy bien, no ha sido nada, tu padre ha exagerado con eso.
-No es cierto, ha golpeado contra el muro de frente, se ha dado duro. He intentado ayudarla pero…
-Lo hiciste querido, todo lo que pudiste. Tu también estas herido, ya hiciste suficiente con sacarme de la casa con bien.
-Mamá…
-Déjame, estoy bien.
Le di un chequeo rápido, todo parecía normal –superficialmente parece que estas bien, pero tendré que descartar alguna hemorragia interna y…
Un temblor espantoso nos sacudió interrumpiendo mi examen médico. El ruido de más y más explosiones se escuchó, el suelo retumbo y el alarido de miles de voces angustiantes se escuchaba, se formó un caos total, con gente que iba y venía diciendo que nos invadían y que mataban a los nuestros como niños indefensos.
-Sakura san, Sakura san- era una de las Katsuyu apareciendo en uno de mis hombros -, se le solicita urgentemente, Tsunade sama me pidió que se reportara en el campo, hay muchos heridos y enemigos, hay que mermar su avance hacia los civiles.
-Sí, en un momento, solo tengo que revisar a mi madre.
-Estaré bien, ve hija, haces más falta allá que aquí.
-¿Segura?, deja que termine de examinarte al menos.
-¿No has dicho que estoy bien?, ve, estaré aquí cuando vuelvas.
-Está bien, cuídense -. Le di un beso a mamá y a papá, quien prometió cuidarla y llevarla al refugio donde me esperarían.
Mamá murió horas después en el refugio a causa de una hemorragia interna, papá hizo cuanto pudo, pero no logró salvarla. No volví a verla con vida otra vez; no hubiera sido fatal de atenderla a tiempo, de esperar un poco, si ese temblor no hubiera pasado, si Katsuyu san no hubiera aparecido.
A veces me pregunto si todo sería diferente de solo haber esperado ese tiempo, o llegar unos cuantos minutos más a tantos lugares donde deseaba estar, ¿qué tanto cambiaria de lo que pasó esa terrible noche?, la peor noche de mi vida.
El resto de la historia pasó entre sanar heridos, luchar contra enemigos y tratar de mantenerme en pie y entera ante el terrible caos que era la aldea. Todo estaba en ruinas, humeando, salpicando de sangre y polvo por donde pasaba. Me sentía dentro de una pesadilla, la misma pesadilla que la voz del zorro me contó al oído cuando trataba de salvar la vida de Kushina san.
Tratando de mantenerme un poco cuerda estaba dividida entre el dolor, la desesperación, la angustia y la desazón de la duda del estado de mis seres queridos. Sabía que papá y mamá estaban en el refugio, mi padre se aseguraría de eso, también sabía que Sasuke estaría bien, supe por un mensaje en código que dejó en uno de los faroles del parque donde solíamos pasear que estaría en el frente luchando contra la invasión. No supe si sentirme dichosa o no, pero seguí luchando contra la muerte y la traición, no tenía tiempo para ponerme a llorar por todo lo que veía y sentía.
Sólo me restaba saber de mis alumnos, el desasosiego de pensar en ellos no dejaba concentrarme del todo, tenía un mal presentimiento, Rin chan, Obito kun y Kakashi kun no dejaban de repetirse una y otra vez en mi mente, sin poder evitarlo recordaba la voz del zorro murmurándome el "van a morir, todos ustedes basura shinobi, todos van a morir y yo me jactaré de eso".
Fueron varias horas que me mantuve asistiendo a los heridos y peleando en batalla, tratando de encontrar a ese trio de pequeños, pero no los veía por ningún lado, alegrándome y preocupándome por igual, el solo imaginarlos como unos cuerpos más entre los muchos tirados me hacía temblar.
Cerca del derruido hospital de Konoha los busqué recordando el delicado estado de Rin, pero no había nadie ahí, al menos no vivo. Fue en ese momento que Katsuyu me dio la feliz noticia de que su "otro yo", los había visto cerca del rio.
-¡De verdad!, ¿están bien?
-Aparentemente, estoy un poco lejos, pero sé que son ellos. Van rio arriba.
-¿Rio arriba?, ¿para qué irían rio arriba?
-Lo ignoro, Sakura san.
-Gracias Katsuyu, por favor, síguelos en cuanto puedas, quiero saber de ellos e ir a verlos apenas tenga tiempo.
-Lo haré, Sakura san.
Mis temores se cumplieron, una vez más llegué tarde, cuando finalmente di con ellos había logrado seguir difícilmente el rastro que dejaban, seguramente Kakashi kun hacia lo posible porque no los siguieran, afortunadamente contaba con la ayuda de mi amigo Sai, que me había encontrado unos minutos antes. Con su ayuda y la de Katsuyu logramos llegar cerca de la represa, unos cuantos kilómetros atrás.
-Parece que es verdad lo que dice Sasuke, tu alumno es bueno. Pero se ha descuidado un poco.
-¿Qué?- traté de acomodarme el cabello que se agitaba constantemente por el viento.
Sai recomendó movernos en una de sus criaturas voladoras, con eso sería más fácil ubicarlos, yo odiaba volar, él lo sabía desde que éramos niños y compartíamos equipo, Sasuke tampoco gustaba mucho de volar en sus aves de tinta, pero de tantas veces que lo hicimos terminamos por acostumbrarnos.
-Allá, en la puerta de la represa, ¿ves ese charco negro y rojo qué humea?
-Sí.
-Son cuerpos de ninjas enemigos, debió matarlos con una técnica de fuego o algo así, aun humean y la peste es espantosa.
-El chidori- murmuré y realmente me preocupé, pues hasta ese momento no había creído que Kakashi kun había sido el artífice de tantos muertos que encontramos apenas comencé a buscarlos en el rio.
-Debió tener prisa porque esta vez dejó el rastro muy evidente, no hay duda feíta, tu alumno si fue el que los mató a todos. Realmente es un gran ninja. Me vendría bien alguien como él en el anbu, ¿crees que esté interesado?
-¡No va entrar en el anbu!, ¡primero lo mató antes de que se enliste con locos como tú!, ¡no digas tonterías!
-Bien, no te enojes, yo solo…
Una nueva explosión nos sacudió, caí del ave que terminó por desaparecer, creo que de no ser por Sai simplemente hubiera muerto al caer de tal altura, pero él logró reponerse e invocar otra ave y salvarme de la muerte segura.
-¿Qué…qué pasó?
-Que salve tu enorme y mantecoso trasero una vez más.
-¡Sai!
Él rio –me alegra que ya estés consiente, tienes un par de minutos dormida, me empezaba a preocupar.
-¿Un par?- asintió –Sai, ¿qué rayos?
Me incorporé como pude y me mareé al sentir el vértigo de la altura, sentí la fresca brisa del agua golpeándome el rostro, y me sorprendí al ver aquel mar de agua revolviéndose debajo de nuestros pies.
-¡Qué demonios!
-Volaron la presa. Realmente es bueno tu alumno. Con esto ha detenido la invasión, por poco nos mata también, pero es bueno sin duda.
-¡Volaron la presa!
-¿Qué, la explosión te afecto el oído?, ¿o no ves?
-¡Donde demonios están!, ¡no los ves!, ¡por un demonio, volaron la presa!, ¡dime que están bien, por favor!- la presión hizo mella en mis nervios y empecé a temblar, Sai debió notarlo, pues se puso serio.
-Los he buscado, pero no doy con ellos otra vez.
-¿Otra vez?, ¿los has visto ya?- le jalé del saco con insistencia, pero estaba renuente a contestar -¡los has visto ya!- grité desesperada -¡contéstame!
-Sí, apenas antes de que despertarás.
-¿Cómo, dónde, están bien?
-Fea…
-Sai…dime que están bien, por favor, son solo niños…
-Lo siento. Uno de ellos cayó al agua, simplemente es imposible que esté vivo.
-¿Qué?- mis ojos enormes empezaron a llorar -¿quién?, ¿Rin, Obito, Kakashi?, ¿cuál de ellos?, ¿dónde están los otros?, ¡porque no les ayudaste!
-Cálmate fea, o harás que también caigamos.
-Perdona…- y empecé a llorar tratando de controlarme, el cuerpo me temblaba y el pecho me subía y bajaba, el dolor de cabeza era insoportable y la herida del pecho se abrió un poco, pero decidí no invertir mucha energía, quizá lo necesitaría para sanar a mis alumnos, debía ser precavida.
–Para cuando lo vi caer fue muy tarde, estaba muy lejos y no pude llegar. Por lo que vi no iba solo.
-¿Cómo dices?, ¿eran dos?, ¡dijiste que solo era uno y ahora que son dos!, ¿perdí a dos de ellos en…?
-¡Cálmate Sakura!, estas alterando a mi ave, tranquilízate, has un esfuerzo por favor. Trata de escucharme, por el tamaño del cuerpo no creo que fuera uno de tus alumnos, debió ser un adulto, tal vez un ninja enemigo que los perseguía o algo así.
-Oh Dios, por favor, por favor…
-Después de eso les perdí el rastro, es difícil, escalaban una especie de muro de piedra, pero el agua está muy revuelta y casi choqué contra una roca que salió de la nada, mi ave a intentado revolar la zona para encontrarnos, pero es muy peligroso y no he dado con pista de ellos.
-Sai…por favor.
-Sí, no te preocupes, los encontraré, tengo otro par de aves buscándolos.
-Gracias.
Posteriormente de varios minutos que me parecieron horas, llegó una pequeña águila gritando, el corazón me dio un vuelco cuando Sai me miró con su sonrisa extraña, ¡nunca estuve más feliz de verlo sonreír! Fue difícil dar con ellos, y más aún acercarnos, pero pudimos hacerlo sin tomar grandes riesgos.
-¡Es Kakashi kun!- grité apenas alcance a visualizar el bulto gris que subía lastimosamente -¡también Rin!, ¡que dicha!- y lloré de felicidad hasta que noté la ausencia de Obito -, eso…eso quiere decir que…Obito…él…
Lloré igualmente, pero de tristeza al imaginarlo caer en ese mar de agua sucia y espuma, bajé el rostro y miré buscándolo, como si fuera posible verlo en cualquier punto de la agitada y peligrosa agua. Traté de controlarme, pero me era en extremo difícil al pensar que Obito no pudo sobrevivir al impacto, mucho menos al arrastre del agua.
-Por favor, sálvalos Sai- murmuré tratando de sonar serena.
Afortunadamente Sai llegó a tiempo y cumplió su promesa de salvarlos. Apenas unos segundo más tarde y hubiera sido fatal, todavía recuerdo cómo fue que limpiándome las lágrimas vi que el cuerpo de Kakashi se desprendía del borde del acantilado, apenas un par de metros antes de llegar y estar a salvo. Grité y grité deseando poder llegar hasta ellos y evitar su caída, nunca me habían parecido tan eternos un par de segundos, Sai logró tomarme fuertemente del brazo y me apresé a su cuerpo con fuerza, el ave haría una maniobra peligrosa y veloz, no podía soltarme por ningún motivo.
Gracias a la agilidad de Sai y al vuelo espantoso de caída libre del ave, lograron llegar a tiempo y salvarlos de caer. Al verlos recostados a mi lado no pude sino llorar de alegría y darle un beso a Sai en agradecimiento.
-¿Kakashi kun…Kakashi kun, Rin chan, Rin chan, ¿están bien?
Los dos se removían poco a poco y me sentí sumamente contenta de verlos a salvo. Con sentimientos encontrados ante la felicidad de salvarlos y la desdicha de perder a Obito, traté de concentrarme y empecé a revisarles pidiéndole a mi amigo llevarlos cuanto antes a un lugar seguro donde atenderles, pues el estado de ambos era muy delicado.
-Kakashi kun, Rin chan, estarán bien, ya pasó.
-Har…Haruno…sensei…es usted.
-Sí, soy yo, por fin llegué- le contesté, pero él ya estaba dormido -, al fin estoy aquí.
Días pasaron hasta que logré restablecerlos, Kakashi kun fue el que se recuperó primero, realmente estaba preocupada por él, tenía grandes cantidades de veneno en su sistema y casi nada de energía, además de varias heridas y un olor a muerte insoportable, siempre tuve el temor de que no volviera a ser el mismo de antes, debió pasar por muchas cosas horribles para terminar así.
Rin siempre estuvo muy delicada, pero nos regaló la dicha de recuperarse lo suficiente para tener un buen tiempo de convivencia sana con ella, y, a diferencia de Kakashi kun, aunque su salud nunca fue la misma, su espíritu sí.
Un día antes de que Rin muriera la había encontrado feliz y casi igual que antes de aquella batalla de los pergaminos, ¡estaba tan feliz!, estaba tan contenta que nunca pensé que se tratara de un "pico de energía", pase toda la mañana y medio día con ella, comimos juntas y hablamos del futuro, del suyo y el mío, como si el cruel destino no me deparara perderla.
Le hablé de mi futura boda, pues tenía planes de que sería en unos cuantos meses, fue mucho después que comprendí el "¿y le ha dicho a Kakashi kun que se casará?", "no creo que le agrade mucho eso de vestirse para ser parte del cortejo…", nunca pensé que aquellas palabras iban más allá de la simple aversión que Kakashi kun siempre ha mostrado por cualquier tipo de evento social, Rin siempre fue más perspicaz e inteligente que yo.
-Hablando de Kakashi kun- dije de lo más feliz al terminar de almorzar -, espero y venga hoy, realmente quiero que esté con nosotros, si ya no el desayuno y la comida, al menos la cena-. Rin sonrió ante mi insistencia, había esperado por él todo el día y cada vez que sacaba a Obito en la conversación yo evadía el tema retomando el de Kakashi kun.
-Yo igual, aunque también quisiera que Obito estuviera aquí.
Nunca pude esclarecerle la situación de Obito, el solo pensar en hacerlo me rompía el corazón, y deseaba tenerla feliz, ella había sufrido mucho y estaba delicada, cualquier sobre salto podía ser serio y mermar su ánimo y salud; además, estaba cansada de lidiar con culpas, promesas rotas y reclamos por no estar donde debía aquella noche y aquel día.
Solo quería ser feliz ese pequeño lapso de tiempo que compartía con ellos dos.
Finalmente, Kakashi kun llegó y no pude ser más dichosa al darle al fin una buena noticia, fue un bonito rato el que compartimos hasta que se me requirió en urgencias. Después de eso no supe más de ellos, regresé muy tarde y ambos dormían, Kakashi kun despertó y después de prometerme una y otra vez que estaría bien, regresó a casa.
Esa noche no pude dormir bien, quedé de guardia en el hospital y soñaba la voz horrible del zorro repitiéndose en mi mente, susurrándome aquel montón de frases espantosas de muerte, venganza, odio y destrucción, con el "todos van a morir y yo me jactaré de eso", con la pesadilla de ver mi aldea destruida, con el horror de ver tantos cuerpos muertos, ensangrentados, con la imagen de ver caer a Rin chan y Kakashi kun al abismo y el miedo de no poder llegar a tiempo.
-Sakura san, Sakura san, despierte, despierte- fue cuando una de las enfermeras de guardia me despertó. Rin había muerto.
No pude creerlo, no quería creerlo, una y otra vez leía el expediente médico, el reporte, la examiné minuciosamente varias veces, siempre con el mismo resultado, nada, había muerto mientras yo descansaba; nuevamente no hice nada, nuevamente no estuve para salvar la vida de otro ser amado.
Desde entonces no pude dormir, no quise atender a nadie. Mi mente era un ir y venir entre las culpas, primero Kushina san, luego Hokage sama, después mamá, posteriormente Obito kun y ahora Rin chan, eran demasiadas muertes, demasiadas culpas, tantos "y si hubiera…"; deseaba romperme a llorar, tirarme al suelo y quebrarme hasta no quedar más, hasta no tener más lágrimas para sacar, pero no podía.
No se me permitía hacerlo, ni ellos, ni yo. Era una kunoichi, era médico, y mi deber estaba antes que todo, simplemente no podía quebrarme. Las voces de mi padre, de Sasuke y de Tsunade shishuo se repetían continuamente, con él "no quiero verte llorar", "debes ser fuerte", "sé que duele, pero hay que seguir adelante, muchos más nos necesitan", repitiéndose, torturándome una y otra vez, como si no fuera suficiente ya con las culpas que cargaba.
Esperé por Kakashi kun apenas di la noticia a Iruka, no sé cuántas horas pasé parada en la puerta del hospital hasta que lo vi llegar. Había repasado una y otra vez lo que le diría, pero todo se borró apenas lo miré.
-Lo siento Kakashi kun, nuevamente he fallado.
Traté de alejar cualquier rastro de dolor, de llanto, quería ser profesional, cuando me preguntó por ella, leí por centésima vez el reporte y ni siquiera noté cuantas veces lo repetí hasta que al fin me enteré que él no estaba.
-Kakashi kun, debes odiarme también, ¿verdad?, yo lo haría…
-Sakura san, Sakura san, es una emergencia, venga, la necesitamos.
-Sí- era otra enfermera, con otro caso, con alguien más muriendo, debía ir, debía seguir adelante, por mucho que doliera.
-o-
Nunca supe cómo ni cuándo Haruno sensei fue que supo la noticia de la muerte de Rin, tampoco le pregunté cuando me lo dijo. Ese día volví muy temprano al hospital, la noche anterior Rin me había dejado con la desazón de su extraña conversación, no logré dormir tranquilo soñando un montón de incoherencias que ni siquiera recuerdo.
Encontré a Haruno sensei en la puerta, justo como el día anterior, pero a diferencia de un día antes su expresión era por demás distinta, se le veía triste, pero de lo que realmente me preocupe era del cansancio de su rostro, se veía terriblemente agotada, como si todos los días de arduo trabajo se le vinieran encima en unas cuantas horas, parecía haber envejecido un par de años en una sola noche.
-Has venido Kakashi kun- su voz tan seria y apagada como su expresión.
-Buen día Haruno sensei.
-Me alegra tanto que has llegado…he esperado por ti aquí por horas- susurró y se acercó a mí, luego intentó tocarme el hombro, pero se detuvo y miró a otro lado.
-¿Horas…?
Asintió débilmente -Kakashi…- intentó hablar, pero se quedó tan muda que después de unos minutos me sentí tan incómodo que tuve que preguntar.
La cuestión brotó tan fácil que parecía no dolerme tanto como efectivamente me dolía decirla, estaba tan asustado y preocupado por la respuesta que francamente no deseaba preguntar, pero Haruno sensei estaba tan extraña que no podía significar otra cosa.
-Rin, ¿cómo está?
El solo escuchar su nombre pareció despertarla del extraño sueño en el que se había sumido, su mirada ausente y agotada me encontró.
-Kakashi kun…- dijo despacio, como si fuera lo más difícil del mundo, y volvió a mirar otro punto distante, pero esta vez en el lustroso piso de la entrada.
-Sensei.
Pareció despertar de nuevo, levantó el rostro y me miró sin ningún rastro de felicidad, era como si nunca hubiera sonreído antes –murió.
-¿Qué?- mi corazón se congeló y sentí como si los antiguos mareos me volvieran, miles de imágenes de Rin me bombardearon, escuchando su dulce voz aun resonando en mi cabeza.
-El deceso fue hace unas horas- sacó un expediente, mirándolo como si fuera lo más importante del mundo -; hora de la muerte 03:45 am, causa de la muer…
Haruno sensei siguió leyendo y releyendo el informe, ignorando por completo que poco o nada entendía lo que decía, tal vez ni siquiera notó como la dejé ahí, corriendo entrando al hospital, llegando a la habitación de Rin, donde su nombre aún colgaba en la puerta, donde entre imaginando aun verla sentada a la orilla de su cama, mirando por la enorme ventana, con sus cabellos castaños agitándose por el viento mientras sonreía y preguntaba por Obito, justo como siempre.
Pero ya no estaba.
Me quedé mirando ese punto en la ventana hasta que noté que había alguien en la habitación, justo del lado contrario se encontraba el primo de Rin, Iruka.
No solo era su primo, sino también su tutor. Ambos habían perdido a sus padres en la guerra, quedando huérfanos desde pequeños, al estar solo los dos como únicos sobrevivientes de su familia decidieron unir sus tristezas y vivir en esa pequeña casa que guardaba tantos recuerdos para ellos; apenas su edad se lo permitió Iruka fue su tutor legal (a pesar de que apenas le ganaba con unos cuantos años). Iruka es buen hombre que siempre estuvo al pendiente de ella, tuvo algunas heridas el día del ataque, pero se recuperaba en el hospital, visitándola con cierta regularidad.
-Se la llevaron hace tiempo. – me dijo con tristeza.
-¿Dónde…dónde está?- le pregunté tontamente, se le veía cansado, con los ojos rojos y llorosos.
-Donde están todos los que esperan a que se les entierre, me han dicho que estará lista en un par de horas.
Fue en ese momento cuando finalmente comprendí o asimilé que realmente ella había muerto. Cuando mi maestra me leía una y otra vez el expediente no podía creerlo, me negaba a creerlo pensando que quizá tendría una esperanza, tal vez había entendido mal, por eso corrí a buscarla, pero ya no había duda, ella se había ido. Fui donde la ventana, abriéndola para que el aire entrara, mirando con asombro el patio del hospital, pensando que Rin tenía razón al querer salir de ahí.
Cuando finalmente me sentí un poco mejor salí del cuarto llevando al cansado de Iruka con el pretexto de tomar algo, lo había escuchado llorar un par de minutos, no logrando evitar verter yo mis propias lágrimas, Rin se merecía eso y más.
Sinceramente todo ese tiempo no reparé en Haruno sensei, la había dejado parada en la entrada leyendo como por tercera vez el expediente de la muerte de Rin, no fue sino hasta que la escuché dándole órdenes a una enfermera que la recordé.
La seguí con la mirada hasta que pareció notarnos, se acercó, su rostro aún se veía terriblemente cansado, pero sus ojos ya no estaban tan ausentes.
-¿Cuándo será?
-Mañana en la tarde- susurró Iruka. -La sepultaré en el lago. Se lo prometí, varias veces me pidió llevarla al lago cuando sanara, es lo mínimo que puedo hacer para honrar su memoria.
-"¿Has ido a ver el lago?...he escuchado rumores de que es muy bello…yo iré en cuanto salga de aquí."
-También me preguntaba por su amigo Obito, me pedía insistir en que se le trasladase con él, quería estar con él. –Pausó limpiando una pequeña lágrima que se le escurrió y sorbió con exagerado ruido un poco de café -. Temía que estuviera solo, o por lo menos así lo interprete.
-"También me dijo…que todo estaría bien…le creo…ya no tengo miedo…supongo que al fin lograré estar con él…"
Iruka pausó tragando un poco del café caliente y continuó –ayer vine muy temprano a verla, lucia radiante y hermosa, pensé realmente que mejoraba, me marché con una idea entusiasta sobre su recuperación, nunca pensé que…; bien, ayer volvió a pedirme estar con su amigo, yo ya sabía desde hacía mucho que él había fallecido, pero no pude decírselo, seguí lo que usted me pidió, Sakura san- ella asintió e Iruka dejó la taza a un lado de la silla -, a pesar de saber todo eso no pude evitar prometerle que haría todo porque así fuera, supongo, supongo que lo mínimo que puedo hacer por ella es cumplir con mis dos promesas- y lloró otro poco tapándose con las manos.
Haruno sensei asintió a punto de llorar, pero no lo hizo, por el contrario, sonrió y apoyó la moción de Iruka –me parece correcto, ¿verdad Kakashi kun?
Justo después de asentir llegó otro ninja médico llamándola con tanta urgencia que tuvo que retirarse; un tiempo después de que Iruka se marchó me quedé esperando ver a mi maestra, pero pocas veces logré hacerlo, además, cada vez que intentaba hablarle surgía una emergencia; cansado de esperar y de sentirme tan mal, decidí retirarme, dándole una fugaz mirada a Haruno sensei, que causalmente pasó corriendo al lado de una camilla, fue solo un momento, pero podría apostar que me miró y asintió.
No tuve ganas de nada al llegar a casa y simplemente me recosté llorando un poco a la espera del día siguiente, cuando sería la despedida de mi amiga Rin.
El día siguiente fue un hermoso día, el sol brillaba y daba la calidez necesaria para sentirse un poco mejor y esperanzado con la frágil paz que nuevamente se restauraba. Al menos lo era para el resto de la aldea, para mí solo era el día del funeral de mi dulce amiga Rin.
Logré ver a Iruka acompañado de sus compañeros de equipo, estaban en una nave donde los restos de Rin esperaban. Al poco tiempo Haruno sensei llegó acompañada de su novio Sasuke, con esa poca asistencia el funeral empezó, apenas terminadas las emotivas palabras de despedida emprendimos el viaje navegando en el lago.
-Realmente tenía razón, es muy bello- pensé mirando las aguas tranquilas, limpias y azules que eran ahora las aguas del lago que apenas semanas antes rugían rabiosas, espumeantes y peligrosas, revolviéndose entre la sangre, las cenizas, las ramas y la tierra de la destruida Konoha.
-"…que gracioso es pensarlo así, hemos hecho un lago en Konoha"
-Kakashi- me habló Iruka despertándome de mis pensamientos -, perdona que te pregunte, pero…es que solo quiero saber para…que ella…- tembló nervioso, sin saber muy bien cómo expresarse -, ¿dónde fue que Obito murió?, perdona, es que…solo quiero cumplir con mi promesa- dijo bajito, mirando el agua.
Sentía la mirada tristona de todos, la imagen de Obito cayendo entre las agitadas aguas me perturbó, pero logré contestar.
-Lo siento…no sabría dar un punto específico. Cuando cayó el agua estaba muy agitada, su cuerpo fue arrastrado, pudo quedar en cualquier parte. Lamento no ser de gran ayuda.
-Está bien- susurró Haruno sensei y sentí su mano en mi hombro -, no tienes porqué disculparte.
-No te preocupes- susurró Iruka-, confiemos en que ellos sabrán encontrarse, ¿no era siempre así? - la nave avanzó un poco más hasta que Iruka decidió que era hora de despedirse -, creo que este lugar está bien.
La barca se detuvo y apenas las aguas se tranquilizamos bajamos aplicando el chacra necesario para caminar.
-Muchos quedaron en este sitio, ¿cuántos descansaran bajo nuestros pies? - susurró el Uchiha, seguramente recordando a su primo. Si bien Sasuke nunca me ha caído bien, debo admitir que se le veía afectado por la pérdida de su primo.
Sus palabras no hicieron sino revivir los recuerdos de aquellos que yo mismo había dado muerte para llegar hasta la represa, por unos instantes la pesadilla de los recuerdos me inundó la mente, mirando de nuevo la sangre húmeda y caliente en mis manos eternamente sucias por el hedor y el color de la muerte. Desperté cuando vi como cargaban el cuerpo de Rin envuelto en ese mar de sábanas limpias, tan blancas como el algodón. Nos colocamos alrededor de ella.
-Mi querida Rin, prima, eras mi única familia, te extrañaré, pero sé que estarás bien, al fin estás con tus padres y los míos en compañía de tu querido amigo Obito. Descansa, hasta siempre, dulce Rin.
Dicho esto, bajaron su cuerpo y lo soltaron. Viendo su cuerpo caer lentamente hacia el fondo del lago no podía sino solo recordar su tierna sonrisa; los recuerdos que compartimos juntos desde que nos conocimos.
-Hasta siempre…Rin.
Podía escuchar las voces de ella y Obito llamándome, sus voces en ocasiones felices, otras tristes, enojadas, pero siempre ahí, siempre a mi lado, siempre los amigos que me acompañaron desde el día que formamos nuestro equipo, los que se fueron mucho antes de que hubiera querido, a quienes aún extraño.
Viendo la imagen de ellos dos reflejados en las quietas y cristalinas aguas del lago me consolaba pensando que donde sea que estuvieran estarían juntos, Rin finalmente reposaba junto a Obito; las palabras de Iruka me llenaron de una dulce y amarga resignación. El cuerpo descendió más y más hasta que fue imposible verlo en la gran profundidad de las aguas del lago. Haruno sensei sacó de la barca varias flores y comenzó a repartirlas entre las aguas, poniendo una alfombra multicolor que duró poco tiempo flotando.
-Iruka- susurró regándolas en el agua viendo como poco a poco se anegaban -, sé que sus flores favoritas eran las magnolias…pero, nunca supe cual color, por eso traje de cuantos pude.
-Gracias, Sakura san.
-¿Tú lo sabes?
-No…tampoco me lo dijo.
-Lo siento Rin chan, no supe cuál era tu color preferido, - y dicho esto tomó la última flor, tan blanca como la nieve y se hincó dejándola en el agua -, pero, a pesar de eso, espero y te gusten.
-No se preocupe Sakura san, todas las flores le gustaban.
-Si…
Aun no terminaban de llenarse de agua los pétalos de las flores cuando se nos pidió retirarnos. Al llegar a tierra subimos a aquel peñasco donde ella y yo caíamos, era la parte más alta y se podía ver claramente todo el lago. Desde lo lejos las flores que Haruno sensei había dejado apenas y eran pequeños puntos multicolores que desaparecían uno a uno hasta no verse más, haciendo el lugar de descanso de Rin un punto desconocido entre el gran tumulto de aguas.
Ahí nos quedamos un tiempo hasta que el cansancio y el calor de media tarde mermaron los ánimos y los pocos que asistimos comenzaron a retirarse. Iruka, que aún seguía convaleciente, se retiró a petición de Haruno sensei, que lo veía con preocupación. Poco a poco se fueron yendo hasta que solo quedamos Haruno sensei, su prometido y yo.
-Sakura, es tiempo de irnos- dijo Sasuke interrumpiendo la quietud que había quedado tras la partida de los otros.
-¿Qué?- susurró ella, parecía despertar de un letargo formado por la terrible seriedad que quedó desde que los otros se marcharan.
-Es muy tarde, debes comer y descansar un poco.
-Oh…¿es hora de comer?
Sasuke suspiró tocando su hombro –lo fue hace 2 horas, desde que los últimos se marcharon.
-Tanto ha pasado- susurró de nuevo, como si realmente no lo creyera, él asintió -, oh, perdona Sasuke kun, no lo había notado. Por favor, déjame otro poco, estaré bien y regresaré a casa.
-Pero…
-Estaré bien, lo prometo- y una ligera y fugaz sonrisa le salió -, ve a descansar. Iré en un momento más.
-Está bien. Cuídate- y dicho esto la besó.
Pocos minutos después de que él partiera se acercó a mí, yo estaba sentado a la orilla del acantilado, dándole la espalda. Se sentó a un costado, sin hacer mucho ruido, nos quedamos un tiempo así, sin hacer ruido alguno, solo escuchando el ruido del viento entre las ramas de los árboles.
- Rin tenía razón- dijo ella rompiendo el silencio -, honestamente es un sitio muy hermoso- asentí y tomó una especie de chal gris que llevaba en el bolso y se envolvió en él, lo recuerdo bien porque no hacía tanto fresco para usarlo y pensé que hacia un poco de calor por el sol que aún estaba en el cielo raso –, he estado pensando otra cosa de Rin, Iruka tenía razón: al final cumplió su promesa.
-¿Hum?
-Rin volvió con Obito.
-Ah…Yo también lo creo…
-Si…si lo piensas así, no es tan triste, ¿verdad Kakashi kun?
-Hum…- asentí.
Su voz se quebraba cada vez más, empecé a notar como temblaba ligeramente, trataba de disfrazarlo envolviéndose una y otra vez en su chal, sonriendo con esa triste línea.
-Por…porque, siendo así…pensando que Obito kun y ella están juntos…al menos…al menos nos queda pensar…que no están solos…¿verdad?
-Sí, sensei.
-Siendo así…siendo así, al menos, al menos nos queda ese consuelo…siendo así…siendo así no hay porque sentirse tan triste…al menos, al menos no están solos, al menos nos queda esa esperanza, ¿cómo fue que dijo Iruka? "confiemos en que ellos sabrán encontrarse, ¿no era siempre así?", y lo era ¿verdad Kakashi kun?
-Hum…si sensei.
-¿Se han ido todos?, ¿no es cierto?
-Hum…-asentí.
Y empezó temblar cada vez más rápido, preocupándome más y más.
-Kakashi kun, tu…tu no me juzgaras ¿verdad?
-¿Qué?
-¿Tu no lo harás, verdad?
Asentí sin saber a qué se refería.
-Se han ido todos, ¿cierto?, y tú no me juzgaras ¿verdad?
Y volteó a verme y asentí de nuevo, y, como si le hubiese dado permiso empezó a llorar, fue entonces que reparé que desde aquel día que desperté y me dijo lo de Obito no la había visto llorar de nuevo.
–Gracias. Me da tanta alegría que sea así, porque ¿sabes?, estoy cansada, cansada de no poder llorar, me he cansado de tantos días de no poder hacerlo, ¿está bien que llore un poco, verdad? - nuevamente asentí, entonces ella empezó a gemir débilmente hasta avanzar poco a poco, cada vez más fuerte.
-Se han ido, solo estamos tú y yo, ¿verdad?, sé que no hay porque estar tan tristes, ellos estarán juntos, ¿cierto?, no debería ser tan triste, hice lo que pude, hay cosas que no están en mis manos, pero…no puedo…¡ya no puedo más!- gritó y abrazó a las piernas y hundió su cabeza entre las piernas, gimoteando más y más, diciendo frases que no lograba entender del todo.
-Estoy cansada, primero de llorar, después de no hacerlo, ya no sé de qué…
-Sensei…
-Hora de la muerte, 03:45 am, causa de la muerte…
Un nudo terrible me nació en la garganta al verla tan mal, se había ido la serenidad que tenía, o la mirada seria y resignada que le acompañaba desde que empezó a recitarme la causa de muerte de Rin el día anterior.
-Fue igual que con mamá…me fui pensando que estarían bien…cuando volví, cuando volví ellas ya habían muerto…
Había fingido todo ese tiempo, finalmente se desquebrajado tan tristemente que era como ver una pequeña, delicada y fina pieza de frágil cristal quebrarse ante el mínimo contacto.
-…papá me lo dijo, confiaba ciegamente en mí, no llegué a tiempo, murió preguntando por mí, no creí que ella estuviera tan mal…papá casi no me habla…
Sus ojos inundados en lágrimas ni siquiera parecían tener un punto fijo donde mirar, a veces miraba hacia arriba, otras abajo, a la distancia, pero nunca se quedaba más de unos segundos en el mismo sitio.
-…Sai lo vio caer, Obito dio su vida, no pude llegar a tiempo con él…tampoco con él…
Era como si no supiera donde mirar, como si en realidad no mirara nada en particular.
-Rin chan…Rin chan murió y no pude salvarla, se me fue- y se miraba las manos -, se me fue como el agua entre las manos…sin poder evitarlo, por mucho que me esforzara…
Empezó a pasearse los dedos entre los cabellos, despeinándose terriblemente.
-Es demasiado, demasiado para mi…
-Sensei, tranquilícese, sé que es un poco…
-No me digas eso – se tapó los oídos y cerró los ojos negando repetidamente –. Por favor, no me digas eso, estoy cansada de escucharlos decirme esas cosas, sé que no puedo ¡crees que no sé qué no merezco llorarles!…, pero tú me dejas hacerlo, ¿puedo hacerlo, verdad Kakashi kun?, quizá no lo merezco, les falle a los cinco, te fallé a ti también…¿no me juzgaras, verdad?...
Y volvió a verme y yo asentí sin saber a qué se refería.
-…pensé que podría, realmente lo intenté, pero ya no puedo…ya no puedo…Sasuke dice que hay cosas inevitables, que hice lo posible, Tsunade shishuo me dijo lo mismo…Kushina san murió preguntando por su hijo, ni siquiera pudo decirme su nombre…ni siquiera pude cumplir la promesa que le hice a Hokage sama de cuidarla…Hokage sama, ni siquiera pude avisarle que Kushina san…tampoco con él pude siquiera escuchar que nombre quería para su niño…
Pasó un tiempo llorando, gimiendo cada vez más lentamente, hasta quedar solo un murmullo bajo, musitando quien sabe que tantas frases como las anteriores; al cabo de unos minutos parecía más tranquila, fue cuando me miró y volvió a preguntarme con tal desesperación y tristeza que parecía que rompería a llorar una vez más.
-¿Y tú?, ¿tú me odias, Kakashi kun?
-¿Qué?
-Yo comprendería, no te culparía de hacerlo- me dijo rápidamente, limpiándose un poco el escurrimiento nasal, mirándome con los ojos desorbitados y perdidos, quizá ya no lloraba tan fuerte, pero realmente estaba mal, -no estuve para ayudarte, luchaste solo, los viste caer, y yo no estuve para ti, no estuve para nadie ese día.
-Sensei…no la odio.
-Lo sé- susurró despacio, más tranquila, y me sonrió tenuemente -, eres un buen niño, ¿me has perdonado ya?
-Sensei…yo no tengo nada que perdonar.
-Soy un poco egoísta contigo, ¿verdad?, ¿cómo puedes hacerlo Kakashi kun?, ¿cómo puedes cargar con tanto dolor?
Me alce de hombros, sin saber bien que decir.
-Yo no puedo, lo he intentado, de verdad que sí, he intentado como me lo pidió mi shishuo, también como me aconsejó Sasuke kun, como todo mundo me ha propuesto tras lo de mamá, ellos creen que soy fuerte, que puedo con todo, pero no, no lo soy, ¡no puedo!- y empezó a llorar de nuevo, hundiendo el rostro entre las manos, despeinándose más de lo que ya estaba, extrañamente me pareció verla más hermosa que nunca. –¡ya no puedo más!
Perdona que llore así, pero estoy tan cansada de no hacerlo, además, además- hipó -, no hay nadie aquí, solo nosotros, ¿verdad?, y tú no vas a juzgarme, ¿cierto?
-No.
-Puedo llorar un poco más, ¿verdad?, regresaré a casa en poco y no quiero que me vean así, papá se molestará conmigo, sabes, casi ni me habla, sé que el sufre también, pero no habla de nada; así que puedo llorar contigo, tú no te molestas, ¿puedo hacerlo, verdad? –asentí.
Ella siguió llorando, pero ya más tranquila, sin patalear pero soltando intermitentemente frases aparentemente sin sentido en referencia a su madre, Minato sensei, Kushina san, Obito y Rin.
Desde que la escuché empezar a llorar tuve la necesidad de abrazarla, pero no me atrevía, era como si interrumpiera ese pequeño lapso de dolor y debilidad que se había permitido tener.
-Kakashi kun- me dijo entre sollozos, -por favor, prométeme, prométeme que estarás bien.
-Sen…
-¡Prométemelo!- me rogó tomándome fuerte y sorpresivamente de la camisa -, ¡por favor!
-Estaré bien, Haruno sensei.
-Gracias, gracias por tu promesa,- dijo bajito, sus ojos aun lloraban, sus lágrimas resbalaban una tras otra y me miró tan feliz ante mi pequeña promesa que me sentí un tanto culpable ante la posibilidad de romperla-, gracias por tu comprensión. Tú también puedes hacerlo si quieres Kakashi kun, – me dijo, no entendí bien sus palabras -, yo tampoco te juzgaré si lo haces.
No supe bien que hacer, pero ella me abrazó tan fuerte que supe a qué se refería, sentía su rostro convulsionando en mi pecho, mojando mis ropas con sus lágrimas y, efectivamente, el dolor empezó a brotar de mi interior como las lágrimas de mis ojos, entonces la abracé tenuemente, mojando un poco sus cabellos rosas que me raspaban en la cara. Ella se apretó un poco más.
-Está bien llorar, no es cierto que te hace débil; - me dijo llenándome de agua la ropa, tratando de convencerme y convérsese de sus propias palabras -, además no hay nadie aquí, solo nosotros dos.
-Hum…
-Y podemos llorar, solo estamos nosotros dos, nadie nos juzgara, ¿verdad?
Y asentí una vez más.
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Saludos desde Sinaloa, México.
Bien, otro más, espero si les guste la historia, pronto habrá mas romance, no solo drama y muerte jajaja. Saludos.
Nota original:
Con un capítulo más de este drama que es Haruno sensei.
Bien, ahora al fin he cerrado la parte de la guerra y el ataque del kyubi, era necesario cerrar esta parte con la emotiva narración de como la pasó la pobre Sakura, tal vez parezca innecesario, o de "relleno", pero para mí era importante narrarlo, espero y releer la historia de los eventos no haya mermado su interés en el fic, pero deseaba poder contar un poco de la vida de Sakura, como ya había dicho en notas pasadas, a veces quiero que se sepan cosas que Kakashi no puede contar porque no las conoce del todo. De antemano pido disculpas si hay errores en la narración o incoherencias en los hechos técnicos de la práctica de médico, pero hice lo posible por ser "realista", que no es del todo por el mismo tinte de la historia, pero en fin.
Ahora si, en el siguiente capítulo creo yo que al fin será el último de Kakashi kun dando paso al anbu, sé que ya lo había prometido, pero suelo caer mucho en desmentirme, pues me extiendo más de lo planeado y siempre termino rompiendo mi promesa o tardarme más en sacarla adelante; ejemplo es que supuestamente este fic no es de capítulos largos, y este ha sido el más largo de todos, espero no excederme con eso para no aburrirlos o cansarlos con capítulos extensos. Por ultimo solo agradecerles llegar hasta aquí y seguir el fic aunque tarde tanto en actualizarlo, gracias por leer y comentar. Dios me los cuide.
Hasta pronto.
