Harry Potter pertenece a JK Rowling
Bruja Llameante
24: Cabeza de Puerco
Una sonrisa, apareció en el rostro de Beatrice, mientras sus ojos se abrían. Después de haberlo vivido en su vida pasada, CONOCÍA como se sentía ser atacada mentalmente y, siendo tan tarde, de ninguna manera, podría ser Snape. ―Me pregunto si a Ryddle, le gustaron mis protecciones Oclumánticas. ―Y se lanzó un hechizo silenciador a sí misma. De no ser por eso, podría haber despertado a Lavender… y a Fay, también a Parvati, quizás a Sophie… ¡Y a Hermione! Volvió la cabeza, hacia su derecha ¿Su bella castaña estaba durmiendo a su lado, en la misma cama? Se puso de pie y fue a escribir una carta, que le mandaría a Sirius, dentro de algunas horas, cuando la luz del sol estuviera en su punto más álgido. Se levantó, agarró su Capa de Invisibilidad, se la puso encima y se marchó, comenzando a caminar, hacia la Biblioteca. Al llegar, abrió con un Alohomora y luego cerró la puerta detrás de sí, mientras comenzaba a buscar libros de hechizos de defensa avanzados o libros de Defensa Contra las Artes Oscuras… que si valieran las hojas y la cubierta que los hacía ser lo que eran.
Fue a la lechucería, le lanzó el hechizo Colovaria a Hedwig, apenas ella levantó vuelo, se lanzó el Colovaria a sí misma, para que su cabello fuera escarlata y ahora, seguramente se parecía a una jovencísima Lily Janeth Evans. Cuando regresó a la Sala Común, ya Hermione la esperaba con su mochila del día y a ellas dos, se les unió Neville. Ambos no dejaban de sonreír. Finalmente, supo el porqué. ―Ya les dije que gran parte de mi éxito se debió a la suerte.
—Sí, Beatrice, —replicó Hermione suavemente —pero de todos modos es inútil que finjas que no eres bueno en Defensa Contra las Artes Oscuras, porque lo eres. El año pasado fuiste la única estudiante que supo bloquear la maldición Imperius a la perfección, sabes hacer aparecer un patronus, sabes hacer cosas que muchos magos adultos no saben. Viktor siempre decía, que Beatrice sabía hacer cosas que ni siquiera él sabía hacer, y eso que estaba en el último curso del Instituto Durmstrang.
—Bueno, ¿Qué dices? ¿Nos enseñarás? —Preguntó Neville, con cierta desesperación.
Y ella debía de apegarse al guion. —Vale, pero sólo a ti y a Hermione, ¿no?
Hubo una chispa de terror, en los ojos de Hermione. —Verás… —comenzó Hermione con cierto nerviosismo—. Bueno, ahora no vuelvas a subirte por las paredes, Beatrice, por favor…, pero creo que deberías enseñar a todo aquel que quiera aprender. Mira, estamos hablando de defendernos de Vo… Voldemort. ―Neville se estremeció, pero al contrario de si estuviera con Ron, Hermione no se enfureció totalmente con él. ―No seas ridículo, Neville. No sería justo que no ofreciéramos a los demás la posibilidad de aprender.
Beatrice fingió pensarlo un momento, y entonces respondió: —Sí, pero dudo que haya alguien, aparte de vosotros dos, que esté interesado en que le dé clase. Recuerda que soy una chiflada.
―Creo que te sorprenderías de la cantidad de gente a la que le apetecería escuchar lo que tú tengas que decir. —afirmó Hermione muy seria —Mira, —se inclinó hacia Beatrice; Neville, que todavía la miraba con algo de preocupación (por el hecho de traer más personas, que por ser escuchados), se inclinó también para enterarse —¿recuerdas que el primer fin de semana de octubre tenemos la excursión a Hogsmeade? ¿Qué te parecería si le dijéramos a los que estén interesados que se reúnan con nosotros en el pueblo para que podamos discutirlo?
— ¿Por qué tenemos que hacerlo fuera del colegio? —preguntó Neville.
Y una sonrisa, tiró de los labios de Hermione. —Porque no creo que Umbridge se pusiera muy contenta si descubriera lo que estamos tramando —contestó Hermione, y volvió al diagrama de la col masticadora china que estaba copiando.
Beatrice suspiró y se puso a hacer los deberes de Herbología, mientras que distraídamente, preparaba los de Runas Antiguas.
Beatrice estaba deseando que llegara el fin de semana para ir de excursión a Hogsmeade, mientras mantenía charlas por correspondencia con Sirius, enviando una Hedwig hechizada con Colovaria de ida y de venida, como una lechuza parda o gris. Su plumaje blanco, era… era demasiado obvio.
En los días previos a la visita a Hogsmeade, Beatrice había encontrado un hechizo (temporal) que le permitía hablar Pársel, al tiempo que usaba el Muffliato, para que nadie la escuchara hablándolo. Lo último que necesitaba, era que Umbridge la descubriera o que alguien comenzara nuevamente a esparcir rumores de la Heredera de Slytherin: Edición Chica Sexy: Merlín Cut, encontró otra entrada, detrás del cuadro de Morgana y usando el Lumos, descendió hasta la Sala Principal, se deshizo de los huesos del Basilisco, comenzó a limpiarlo todo y usando el Reparo, descubrió varias esferas de vidrio extrañas, armándose por sí mismas. Las revisó y empleó Runas para que levitaran, otra para que hicieran levitar en su interior fuego y la última, para que resistieran el fuego.
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Cuando llegó el día sábado, Beatrice siguió a Hermione y a Neville a paso calmado. Llegaron a las afueras de Hogsmeade. Pasaron entre los altos pilares de piedra coronados con sendos cerdos alados y torcieron a la izquierda por la carretera que conducía al pueblo. El viento los despeinaba y el cabello les tapaba los ojos.
Beatrice se quedó afuera del Cabeza de Cerdo, se cubrió con la Capa Invisible y en cuanto iban llegando los futuros miembros del Ejército de Dumbledore, ella se destapaba y los mandaba al segundo piso de Las Tres Escobas. Dean y Lavender, seguidos de cerca por Parvati y Padma Patil con Cho y sus risueñas amigas de Ravenclaw. Luego entró Luna Lovegood, sola y con aire despistado, como si hubiera entrado allí por equivocación. A continuación, aparecieron Katie Bell, Alicia Spinnet y Angelina Johnson, Colin y Dennis Creevey, Ernie Macmillan, Justin Finch-Fletchley, Ron Weasley, Hannah Abbott y Susan Bones. Tres chicos de Ravenclaw que, si no se equivocaba, se llamaban Anthony Goldstein, Michael Corner y Terry Boot; Ginny, seguida por un chico alto y delgado, rubio y con la nariz respingona a quien Beatrice creyó reconocer como miembro del equipo de Quidditch de Hufflepuff, y, cerrando la marcha, Fred y George Weasley con su amigo Lee Jordan, los tres con enormes bolsas de papel llenas de artículos de Zonko. — ¿Un par de personas? —dijo Beatrice con voz quebrada—. ¡Un par de personas!
—Bueno, verás, la idea tuvo mucho éxito. —comentó Hermione alegremente —Esto… —empezó Hermione hablando en voz más alta de lo habitual debido al nerviosismo —Esto…, bueno…, hola. —Los asistentes giraron la cabeza hacia ella, aunque de vez en cuando las miradas seguían desviándose hacia Beatrice —Bueno…, esto…, ya sabéis por qué hemos venido aquí. Veréis, nuestra amiga Beatrice tuvo la idea…, es decir —Beatrice le había lanzado una mirada furibunda—, yo tuve la idea de que sería conveniente que la gente que quisiera estudiar Defensa Contra las Artes Oscuras, o sea, estudiar de verdad, ya sabéis, y no esas chorradas que nos hace leer la profesora Umbridge —de repente la voz de Hermione se volvió mucho más potente y segura—, porque a eso no se le puede llamar Defensa Contra las Artes Oscuras.
— «Eso, eso», dijo Anthony Goldstein, y su comentario animó a Hermione
—… Bueno, creí que estaría bien que nosotros tomáramos cartas en el asunto. —Hizo una pausa, miró de reojo a Beatrice y prosiguió—: Y con eso quiero decir aprender a defendernos como es debido, no sólo en teoría, sino poniendo en práctica los hechizos…
—Pero supongo que también querrás aprobar el TIMO de Defensa Contra las Artes Oscuras, ¿no? —la interrumpió Michael Corner.
—Por supuesto. Pero también quiero estar debidamente entrenada en defensa porque… porque… —inspiró hondo y terminó la frase— porque lord Voldemort ha vuelto.
Beatrice suspiró, mientras que todos tenian reacciones distintas: La reacción de su público fue inmediata y predecible. La amiga de Cho soltó un grito y derramó un chorro de cerveza de mantequilla; Terry Boot dio una especie de respingo involuntario; Padma Patil se estremeció y Neville soltó un extraño chillido que consiguió transformar en una tos. Beatrice se puso de pie y juntó las llemas de los dedos, mientras realizaba un cántico extraño y una llama violeta aparecía ante sus manos. Rápidamente, desenfundó la varita, varios la imitaron, no escucharon el hechizo que susurró, pero comenzó a escribir Runas, alrededor de la llama, antes de que esta se expandiera. Todos se cubrieron, algunos lanzaron el Protego, pero nadie salió herido. Todos vieron horrorizados, como las llamas tomaban formas y colores reconocibles, no que pudieran reinterpretarse. Vieron a Peter Pettigrew cortarse la mano, hacerle una herida en la mejilla a Beatrice, atraer algo de la misma tumba a la cual estaba atada la pelinegra. El Voldemort de fuego, los horrorizó tanto, como el real, los Mortífagos hechizos de fuego negro y finalmente, el contraataque: Llamas violetas y el escape.
Era real.
TODO era real.
—Bueno…, como iba diciendo…, si queréis aprender defensa, tenemos que decidir cómo vamos a hacerlo, con qué frecuencia vamos a reunimos y dónde vamos a…
— ¿Es verdad —la interrumpió Susan Bones, mirando a Beatrice— que puedes hacer aparecer un patronus?
—Sí —contestó Beatrice poniéndose a la defensiva. —Expecto Patronus —Y el Ciervo fantasmal, recorrió el lugar.
— ¡Caramba, Beatrice! —exclamó Lee, que parecía muy impresionado—. ¡No lo sabía!
—Mi madre hizo prometer a Ron que no lo contaría —intervino Fred dirigiéndole una sonrisa a Beatrice—. Dijo que ya atraías suficiente atención.
—Está en lo cierto. Nos atacaron a Hermione, Ron y a mí —murmuró Beatrice, y un par de personas rieron.
— ¿Y mataste un basilisco con esa espada que hay en el despacho de Dumbledore? —inquirió Terry Boot—. Eso fue lo que me dijo uno de los retratos de la pared cuando estuve allí el año pasado…
—Y en primero —dijo Neville dirigiéndose al grupo— salvó la Piedra Filológica…
—Filosofal —lo corrigió Hermione.
—Eso, sí…, de Quien-vosotros-sabéis, el cual poseyó al Profesor Quirrell. —concluyó Neville. Hannah Abbott tenía los ojos redondos como galeones.
—Por no mencionar, —intervino Cho —las pruebas que tuvo que superar en el Torneo de los tres magos el año pasado: se enfrentó a dragones, a la gente del agua, a las acromántulas y a todo tipo de cosas…
—Miren —dijo sobreponiéndose, y todos callaron al instante—, no… no quisiera pecar de falsa modestia ni nada parecido, pero… en todas esas ocasiones conté con ayuda…
—Con el dragón no —saltó Michael Corner—. Aquello fue un vuelo excepcional…
—Y tampoco te ayudó nadie a librarte de los dementores este verano —aportó Susan Bones.
—Sí, bueno… —los interrumpió Hermione—. Siguiendo con lo que decíamos… Lo que importa es: ¿estamos de acuerdo en que queremos que Beatrice nos dé clases? —Hubo un murmullo general de aprobación. Zacharias se cruzó de brazos y no dijo nada, aunque quizá fuera porque estaba demasiado ocupado vigilando el instrumento que Fred tenía en la mano.
— ¿Tienes algún plan de estudios? —Preguntó Luna Lovegood, con su acostumbrada voz etérea.
—Les enseñaré los hechizos que se piden para los T.I.M.O.S... y cualquier otra cosa, que tenga que ver con DCAO, que se me venga a la mente. Patronus, Protego, Impedimenta, Expelliarmus, «¿Para qué quiere la profesora Potter que yo aprenda el patetico Lumos?» Porque sus versiones más avanzadas, como el Solem, me deslumbrar a mis enemigos. —explicó la pelinegra trenzada, todos estaban decididos y maravillados —Pero tengan esto último en la cabeza: Los T.I.M.O.S son lo más importante para la mayoría nosotros, en este momento. Pues la mayoría estamos en cuarto año, así que verán una amplia variedad de hechizos de ese tipo, por mi parte.
—Muy bien. —dijo Hermione, que pareció aliviada al comprobar que al menos se habían puesto de acuerdo en algo —Entonces, la siguiente pregunta es con qué frecuencia queremos reunimos. Creo que, como mínimo, deberíamos reunimos una vez por semana…
—Un momento —terció Angelina—, tenemos que asegurarnos de que esto no interferirá con nuestros entrenamientos de Quidditch.
—Eso —coincidió Cho—. Ni con los nuestros.
— ¡Ni los de cualquier otra casa, si ya entendí! —dijo Beatrice en voz alta.
—Estoy segura de que podremos encontrar una noche que le vaya bien a todo el mundo —afirmó Hermione impacientándose un poco—, pero pensad que esto es muy importante, estamos hablando de aprender solos a defendernos de Vo-Voldemort y de los mortífagos…
—Hermione, solo llámalo por su verdadero nombre —dijo Beatrice cansada, todos prestaron atención y ella repitió el hechizo que hizo el propio Ryddle en la Cámara de los Secretos, hace ya, tantísimos años.
Tom Sorvolo Ryddle
Todos miraron el nombre fijamente, sin entender nada, pero Ginny comenzó a transpirar.
Las letras cambiaron de lugar.
Soy lord voldemoRT
Todos jadearon. —Primera lección: Solo es un anagrama y las guerras de sangre y el manifiesto Sangre Pura, solo es algo que Ryddle recogió. Es hijo de la última hija de la caída en desgracia: Casa Gaunt. Su madre se llamaba Merope Gaunt, una bruja tan aterrorizada de su padre y hermano mayor, que la creyeron una Squib. Finalmente, conoció a un Muggle acaudalado y cuando su padre y hermano, fueron arrestados, ella liberó su magia, le dio al Muggle una Poción de Amor y así nació el bastardo. Es un anagrama. Un nombre falso. Sólo eso.
—Personalmente creo que lo que intentamos es muy importante, con seguridad lo más importante que haremos este curso, más incluso que los TIMOS. —Zacharias Smith, miró a su alrededor con gesto imponente, como si esperara que los demás gritaran «¡No exageres!». Pero como nadie dijo nada, prosiguió—: Personalmente no me explico cómo el Ministerio nos ha endilgado una profesora tan inepta en este periodo tan crítico. Es evidente que no quieren aceptar que Quien-ustedes… —frunció el ceño y miró el aire ante él —Tom S. Ryddle ha regresado, pero ponernos una profesora que intenta deliberadamente impedir que utilicemos hechizos defensivos… u ofensivos…
Hermione retomó el mando. —Personalmente creo que lo que intentamos es muy importante, con seguridad lo más importante que haremos este curso, más incluso que los TIMOS. —Miró a su alrededor con gesto imponente, como si esperara que los demás gritaran «¡No exageres!». Pero como nadie dijo nada, prosiguió —No me explico cómo el Ministerio nos ha endilgado una profesora tan inepta en este periodo tan crítico. Es evidente que no quieren aceptar que Tom S. Ryddle ha regresado, pero ponernos una profesora que intenta deliberadamente impedir que utilicemos hechizos defensivos… Creemos que la razón por la que Umbridge no quiere entrenarnos en Defensa Contra las Artes Oscuras es que se le ha metido en la cabeza la idea de que Dumbledore podría utilizar a los estudiantes del colegio como una especie de ejército privado. Cree que podría movilizarlos para enfrentarse al Ministerio.
Luna Lovegood soltó: —Bueno, es lógico. Al fin y al cabo, Cornelius Fudge tiene su propio ejército privado.
— ¿Qué? —saltó Beatrice, absolutamente desconcertada por aquella inesperada información.
—Sí, tiene un ejército de heliópatas —afirmó Luna con solemnidad.
—Eso no es cierto —le espetó Hermione.
—Claro que sí —la contradijo Luna.
— ¿Qué son heliópatas? —preguntó Neville, perplejo.
—Son espíritus de fuego —contestó Luna, y sus saltones ojos se abrieron aún más, haciéndola parecer más chiflada que nunca—, unas enormes criaturas llameantes que galopan por la tierra quemando cuanto encuentran a su paso…
—No existen, Neville —aseguró Hermione de manera cortante.
— ¿No estábamos intentando decidir cuántas veces nos íbamos a reunir para dar clase de defensa?
—Sí, —se apresuró a confirmar Hermione— exacto. Tienes razón, Ginny.
—Bueno, a mí una vez por semana no me parece mal. —opinó Lee Jordan.
—Siempre que… —empezó a decir Angelina.
—Sí, sí, ya sabemos lo del Quidditch. —concedió Hermione con voz tensa —Bueno, la otra cosa que queda por decidir es dónde vamos a reunimos… —Aquello era mucho más difícil, y el grupo se quedó callado.
— ¿En la biblioteca? —propuso Katie Bell tras un largo silencio.
—No creo que la señora Pince se ponga muy contenta si nos ve haciendo hechizos en la biblioteca. —comentó Beatrice.
— ¿Y en algún aula que no se utilice? —sugirió Dean.
—Sí. —afirmó Ron —Quizá la profesora McGonagall nos deje la suya. Nos la prestó cuando Beatrice tenía que practicar para el Torneo de los tres magos. —pero Beatrice estaba seguro de que esa vez la profesora McGonagall no sería tan complaciente.
Pese al convencimiento de Hermione de que los grupos de estudio y trabajo estaban permitidos, él tenía la impresión de que considerarían aquél excesivamente subversivo. —Bueno, ya buscaremos un sitio —dijo Hermione—. Cuando tengamos el sitio y la hora de la primera reunión os enviaremos un mensaje a todos. —Rebuscó en su mochila, sacó un rollo de pergamino y una pluma y vaciló un momento, como si estuviera armándose de valor para decir algo—. Creo que ahora cada uno debería escribir su nombre, para que sepamos que ha estado aquí. Pero también creo —añadió inspirando hondo— que todos deberíamos comprometernos a no ir por ahí contando lo que estamos haciendo. De modo que, si firmáis, os comprometéis a no hablar de esto ni con la profesora Umbridge ni con nadie.
Fred cogió el pergamino y, decidido, firmó en él, pero Beatrice se fijó enseguida en que varias personas no parecían muy dispuestas a poner su nombre en la lista. —Esto… —empezó Zacharias con lentitud, y no cogió el pergamino que George intentaba pasarle—Bueno…, estoy seguro de que Ernie me dirá cuándo es la reunión. Es que… ¡somos Prefectos! Y si alguien encontrara esta lista… Bueno, quiero decir que… ya lo has dicho tú misma, si se entera la profesora Umbridge…
—Acabas de decir que haber formado este grupo es la cosa más importante de este curso —le recordó Beatrice con una sonrisa suave y los ojos brillantes.
—Sí, ya… —repuso Ernie—. Sí, y lo creo, pero…
—Ernie, ¿de verdad piensas que voy a dejar esta lista por ahí? —le preguntó Hermione con irritación.
—No. No, claro que no. —contestó Ernie un poco aliviado —Yo…, sí, claro que firmo. —Después de Ernie nadie puso reparos, aunque Beatrice vio que la amiga de Cho la miraba con reproche antes de escribir su nombre.
Cuando hubo firmado el último, Zacharias, Hermione cogió el pergamino y lo guardó con cuidado en su mochila. En ese momento, el grupo experimentaba una sensación extraña. Era como si acabaran de firmar una especie de contrato. —Bueno, creo que ha ido muy bien —opinó Hermione alegremente unos momentos más tarde, mientras ella, Beatrice y Neville salían de Cabeza de Puerco a la intensa luz de la mañana, llevando en la mano sus botellas de cerveza de mantequilla.
Beatrice agarró de gancho a Hermione y se la llevó directo a Hogwarts, siendo seguidas por Neville, quien vio a Beatrice, caminar hacia la estatua de Daisy Dodderidge, habló en Pársel y la pared se hizo a un lado, quedaron unas escaleras, Beatrice concentró una bola de fuego violeta y la arrojó a la oscuridad, encendiendo tres antorchas, se veían muchas más y fue descendiendo las escaleras, hasta encontrar… — "La Antesala de la Cámara de los Secretos" —Susurró maravillada.
— ¡Este lugar será genial, para las clases! —dijo la voz de Neville, maravillado. Beatrice se giró y se lo quedó mirando, sorprendida de que su novia y su amigo, la hubieran seguido. —Perdón por haberte seguido...
—Olvídate de eso, Nev. —dijo Beatrice —En tercer año, comencé a buscar otras posibles entradas y encontré un par de ellas en cuarto, en medio de todo lo del Torneo de los Tres Magos.
— ¡Es hora de limpiar! —dijo Hermione, mientras que los tres, se pusieron manos a la obra.
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Desde que había comenzado el curso, Beatrice nunca había estado tan contenta como aquel fin de semana. Neville y ella pasaron gran parte del domingo poniendo al día los deberes; aunque no era una tarea precisamente divertida, como volvía a hacer un soleado día de otoño, sacaron sus cosas fuera y se tumbaron a la sombra de una gran haya, junto al borde del lago, en lugar de quedarse trabajando en las mesas de la sala común. Hermione, que como era lógico llevaba al día sus deberes, cogió unos ovillos de lana y encantó sus agujas de tejer, que tintineaban y destellaban suspendidas en el aire delante de ella, mientras tejían gorros y bufandas sin parar.
Beatrice experimentaba un sentimiento de inmensa satisfacción cuando se acordaba de que estaban tomando medidas para oponer resistencia a la profesora Umbridge y al Ministerio, y que él era un elemento fundamental en la rebelión. No paraba de recordar la reunión del sábado: la gente que había acudido a él para aprender DCAO; la expresión de los rostros de los demás cuando escucharon algunas de las cosas que Beatrice había hecho; los elogios que Cho le dedicó, alabando su actuación en el Torneo de los tres magos… Pensar que había tantos chicos y chicas que no lo consideraban un mentiroso ni un loco, sino alguien digno de admiración, le levantó tanto el ánimo que todavía estaba contento el lunes por la mañana, pese a la inminente perspectiva de las clases que menos le gustaban. Hermione y ella bajaron del dormitorio hablando acerca de la idea que había tenido Angelina de trabajar en una nueva jugada, bautizada como «voltereta con derrape», en el entrenamiento de aquella noche, y hasta que llegaron al otro extremo de la iluminada sala común no se fijaron en un nuevo elemento que ya había atraído la atención de un pequeño grupo de estudiantes.
En el tablón de anuncios de Gryffindor habían colgado un enorme letrero, tan grande que tapaba casi todos los demás carteles: la lista de libros de hechizos de segunda mano que estaban a la venta, los habituales recordatorios de Argus Filch sobre las normas del colegio, el horario de entrenamiento del equipo de quidditch, las ofertas de intercambio de cromos de ranas de chocolate, los últimos anuncios de los Weasley para contratar cobayas, las fechas de las excursiones a Hogsmeade y las listas de objetos perdidos y encontrados. El nuevo letrero estaba escrito con grandes letras negras, y al final había un sello oficial junto a una pulcra firma cargada de florituras.
POR ORDEN DE LA SUMA INQUISIDORA DE HOGWARTS
De ahora en adelante quedan disueltas todas las organizaciones y sociedades, y todos los equipos, grupos y clubes. Se considerará organización, sociedad, equipo, grupo o club cualquier reunión asidua de tres o más estudiantes.
Para volver a formar cualquier organización, sociedad, equipo, grupo o club será necesario un permiso de la Suma Inquisidora (profesora Umbridge).
No podrá existir ninguna organización ni sociedad, ni ningún equipo, grupo ni club de estudiantes sin el conocimiento y la aprobación de la Suma Inquisidora. Todo alumno que haya formado una organización o sociedad, o un equipo, grupo o club, o bien haya pertenecido a alguna entidad de este tipo, que no haya sido aprobada por la Suma Inquisidora, será expulsado del colegio. Esta medida está en conformidad con el Decreto de Enseñanza n.° 24.
Firmado: Dolores Jane Umbridge Suma Inquisidora.
— ¿Significa esto que van a cerrar el Club de Gobstones? —le preguntó uno de ellos a su amigo.
—No creo que haya problemas con el Club de Gobstones —dijo Ron con tristeza.
—Pero no creo que nosotros tengamos tanta suerte, ¿no te parece? —le comentó a Beatrice cuando se apartaron los de segundo. Beatrice estaba leyendo una vez más el letrero.
—Esto no puede ser una coincidencia. —afirmó apretando los puños —La profesora Umbridge lo sabe.
—No puede ser —replicó Neville de inmediato, frunciendo el ceño. —En aquel pub había gente escuchando. Y seamos realistas: no sabemos con certeza en cuántas personas de las que se presentaron podemos confiar. Cualquiera de ellas pudo ir corriendo a contárselo a la dichosa Umbridge… Y él que había pensado que lo creían, que lo admiraban incluso…
—Es imposible porque hice un embrujo en el rollo de pergamino en que firmamos todos. —explicó Hermione gravemente —Créeme, si alguien se ha chivado a Umbridge, sabremos exactamente quién ha sido y te aseguro que lo lamentará. Parecerá que el acné de Eloise Midgeon se trata solamente de unas cuantas pecas. Vamos a desayunar y veamos qué piensan los demás… ¿Habrán colgado el letrero en todas las casas?
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En cuanto entraron en el Gran Comedor comprendieron que el letrero de la profesora Umbridge no había aparecido únicamente en la torre de Gryffindor. En el comedor se percibía un rumor de una intensidad peculiar y una agitación mayor que la habitual: los alumnos iban y venían por sus mesas, comentando unos con otros lo que habían leído.
Beatrice, Neville y Hermione acababan de sentarse cuando Ron, Dean, Fred, George y Ginny formaron un corro a su alrededor.
— ¿Lo habéis visto?
— ¿Creéis que lo sabe?
—Por supuesto que ella lo sabe —dijo Beatrice, mientras usaba un hechizo especial. Un hechizo del plano astral Gyuvurath y los bolsillos de todos los involucrados (excepto la persona que habló y que ahora había sido maldecida), llegó un pergamino, con el lugar y la hora, en donde sería la primera clase.
— ¿Qué piensan hacer? —Preguntó Fred.
—Seguiremos adelante de todos modos, desde luego. —dijo Beatrice con serenidad.
—Sabía que dirías eso. —repuso George, sonriente, y le dio una palmada en el brazo.
— ¿Los prefectos también? —preguntó Fred observando inquisitivamente a Beatrice, Neville y a Hermione —Por supuesto. —afirmó Hermione con frialdad.
Una sonrisa apareció en los labios de Beatrice, cuando apareció una lechuza parda, pero su aura mágica… era su amada Hedwig, entregándole una carta de Sirius. —Chimenea a las 22:00.
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—Hoy vamos a continuar con la Solución Fortificante. Encontrarán sus mezclas como las dejaron en la última clase; si las prepararon correctamente deberían haber madurado durante el fin de semana. Las instrucciones —agitó su varita —están en la pizarra. Ya pueden empezar. —la profesora Umbridge pasó la primera media hora de la clase tomando notas en su rincón. Beatrice estaba deseando escuchar cómo interrogaba a Snape, pero prefería más, estar atenta a su poción. Continuaba la preparación de la poción, mientras que Hermione les indicaba a ella y a Neville, como continuar la preparación.
La profesora Umbridge acababa de levantarse— ¡Ja! —exclamó en voz baja al ver que la profesora caminaba dando zancadas entre dos hileras de pupitres hacia Snape, que estaba inclinado sobre el caldero de Dean Thomas —Bueno, parece que los alumnos están bastante adelantados para el curso que hacen. —comentó la profesora Umbridge con brusquedad, dirigiéndose a Snape, que estaba de espaldas —Aunque no estoy segura de que sea conveniente enseñarles a preparar una poción como la solución fortificante. Creo que el Ministerio preferiría que fuera eliminada del programa. —Snape se enderezó lentamente y se volvió para mirarla —Dígame, ¿cuánto tiempo hace que enseña en Hogwarts? —le preguntó con la pluma apoyada en el pergamino.
—Catorce años —respondió Snape. La expresión de su rostro era insondable.
—Tengo entendido que primero solicitó el puesto de Defensa Contra las Artes Oscuras, ¿no es así? —inquirió la profesora Umbridge.
—Sí —contestó Snape con serenidad.
—Pero ¿no lo consiguió?
Snape torció el gesto y respondió: —Es obvio.
Beatrice bajó rápidamente la mirada a la poción y Hermione le indicó qué hojas de qué árbol colocar dentro, para recuperar la poción y el número indicado de hojas: tres. Luego, agregó sales rosadas del himalaya.
La profesora Umbridge anotó algo en sus pergaminos. —Y desde que entró en el colegio ha solicitado con regularidad el puesto de Defensa Contra las Artes Oscuras, ¿verdad?
—Sí —contestó Snape, imperturbable, sin mover apenas los labios. Parecía muy enfadado.
— ¿Tiene usted idea de por qué Dumbledore ha rechazado por sistema su solicitud?
—Afirma que soy uno de sus más queridos alumnos y un genio en pociones. Él no quiere que yo muera o... —miró fijamente a Umbridge —sufra un accidente inesperado e irreparable, que me impida seguir mi vida. Por eso, no me lo ha otorgado. —Umbridge palideció. —Aunque no veo qué importancia puede tener eso.
— ¡Oh, ya lo creo que la tiene! —replicó la profesora Umbridge, dándole una de sus enfermizas sonrisas al hombre, que tembló de repugnancia. Nunca… nunca antes, había sentido temor, delante del Señor Oscuro, pero esta mujer… —Sí, el Ministro quiere conocer a la perfección el… pasado de los profesores.
Y entonces se dio la vuelta, fue hacia Pansy Parkinson y empezó a interrogarla sobre las clases. Snape giró la cabeza hacia donde estaba Beatrice y sus miradas se encontraron durante un momento. Beatrice bajó rápidamente la vista hacia su poción, que se había espesado, dando lugar a una masa asquerosa, y desprendía un intenso olor a goma quemada. —Otro Excelente, Potter. —dijo Snape calmadamente, mientras agitaba la varita y una muestra de la poción, fue a parar a una botella.
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La profesora Umbridge entró en el aula luciendo su lazo de terciopelo negro y su típica expresión de suficiencia. —Buenas tardes, chicos.
—Buenas tardes, profesora Umbridge —respondieron sombríamente los alumnos.
—Guarden las varitas, por favor. —Esa vez no hubo ningún revuelo porque nadie se había molestado en sacarla. —Abran Teoría de Defensa Mágica por la página treinta y cuatro y leed el tercer capítulo, titulado «Razones para las respuestas no agresivas a los ataques mágicos». En…
—… silencio —dijeron a coro por lo bajo Beatrice, Neville y Hermione. Beatrice sacó de su bolsillo, más de una treintena de papeles pequeños y con un rápido agitamiento de varita, los mandó a todos los miembros del grupo.
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Algunas horas después, quizás a las 21:30, Beatrice miró como las llamas se volvían verdes y las llamas tomaban la forma del rostro de… — ¡Sirius! —exclamó.
— ¡Hola! —saludó sonriente.
— ¡Hola! —corearon Beatrice, Neville, Ron y Hermione, y se arrodillaron en la alfombra que había delante de la chimenea. Crookshanks se acercó al fuego, ronroneando ruidosamente, e intentó, pese al calor, acercar su cara a la de Sirius.
— ¿Cómo va todo?
—No muy bien. —contestó Beatrice mientras Hermione apartaba a Crookshanks para que no se chamuscara los bigotes —El Ministerio ha aprobado otro decreto por el que quedan prohibidos los equipos de Quidditch…
—Mundungus te siguió, nos comentó del grupo, si lo único que se te ocurre hacer en la primera excursión es organizar un grupo ilegal de Defensa. En fin, antes que nada, Ron, me he comprometido a hacerte llegar un mensaje de tu madre. —Sirius se acercó, cuando escuchó la voz de Sirius, había bajado, en busca de algo de comida.
— ¿Ah, sí? —dijo Ron con aprensión.
—Dice que ni se te ocurra, bajo ningún concepto, formar parte de un grupo secreto e ilegal de Defensa Contra las Artes Oscuras porque te expulsarán del colegio y arruinarás tu futuro. Dice que ya tendrás tiempo de aprender a defenderte por tus propios medios más adelante y que aún eres demasiado joven para preocuparte por esas cosas. Del mismo modo aconseja a Beatrice y a Hermione, —Sirius dirigió la mirada hacia ellos —que no sigan adelante con el grupo, aunque admite que no tiene ninguna autoridad para ordenarles nada, pero simplemente les ruega que recuerden que sólo quiere lo mejor para ellos. Le habría gustado explicarte todo esto por escrito, Ron, pero si hubieran interceptado la lechuza, habrías tenido graves problemas, y no te lo puede decir en persona porque esta noche está de guardia.
— ¿De guardia? ¿Dónde? —preguntó rápidamente Ron.
—Eso no es asunto tuyo, son cosas de la Orden. —respondió Sirius, haciendo una muy mala imitación de Molly Weasley, que no salió para nada bien —Así que me ha tocado a mí hacer de mensajero y asegurarme de que le comunicas que te he transmitido el mensaje, porque me parece que no se fía de mí.
— ¿Qué quieres, que te diga que no voy a participar en el grupo de defensa? — murmuró finalmente.
— ¿Yo? ¡Claro que no! —exclamó Sirius con sorpresa—. ¡Creo que es una idea excelente!
—¿Ah, sí? —dijo Beatrice, y se le levantaron los ánimos.
— ¡Por supuesto! ¿Acaso crees que tu padre y yo nos habríamos quedado de brazos cruzados y habríamos aceptado las órdenes de una arpía como la profesora Umbridge? Bueno, estarían mejor si los expulsan, pero son capaces de defenderse, que si se quedan sentados a salvo en el colegio sin hacer nada. —consideró Sirius. —Y bien, —continuó Sirius— ¿Cómo piensas organizar ese grupo? ¿Dónde van a reunirse?
—Ya limpiamos y acondicionamos la Cámara de los Secretos de Salazar Slytherin, la descubrí hace dos años —dijo Beatrice con una gran sonrisa.
—. Bueno, ya lo pensaré y les… —Se interrumpió antes de terminar la frase. De pronto, su expresión se tornó tensa y alarmada. Beatrice se levantó, extendió los dedos índice y corazón, dobló los dedos anular y meñique; formando una pistola y una diminuta llama violeta, apareció en la punta de sus dedos; Sirius se volvió hacia un lado y tuvieron la sensación de que intentaba encontrar algo en la sólida pared de ladrillo de la chimenea. Sirius había desaparecido. Beatrice se quedó mirando las llamas y luego se volvió hacia Neville y Hermione, quienes saltaron, lejos de llamas y atrajeron a Ron hacía atrás. Entonces Hermione soltó un grito ahogado y se puso en pie de un brinco sin apartar la vista del fuego. Entre las llamas había aparecido una mano que buscaba a tientas como si quisiera coger algo; era una mano de dedos cortos y regordetes llenos de feos y anticuados anillos. Beatrice arrojó una llamarada violeta y un grito estridente y femenino, se escuchó.
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—La profesora Umbridge ha leído tu correo, Beatrice. No hay otra explicación.
—Lo sé. —dijo Beatrice furiosa, mientras sacaba un montón de papeles, los cuales quemó —Mensajes de Fuego. —en las manos de Hermione y Neville, aparecieron papeles: «14:00, estatua de Daisy Dodderidge»
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Los alumnos descendieron por unas escaleras, iluminadas por antorchas de llamas violetas y al llegar al final, vieron otro letrero escrito con las mismas letras anaranjadas, llameantes y brillantes, que habían visto usar a Beatrice, para decirles el verdadero nombre de Voldemort. Pero el letrero decía: «Varitas siempre a la mano» todos desenfundaron sus varitas y Beatrice apareció por detrás.
— ¡Expelliarmus! —Todos se giraron sobresaltaron, mientras se giraban en redondo, solo para perder las varitas —Ya no tienen sus varitas, ¿Qué harán ahora? —los hijos de Muggles atacaron de frente, yendo con los puños, Beatrice saltó hacia atrás. — ¡Excelente respuesta, chicos! —Y todos se detuvieron. —Los que perdieron las varitas: Concentren magia en sus manos, imagen las varitas yendo hacia sus manos... —las varitas lo hicieron —Felicidades: Acabando de hacer magia sin varita. ¡Todos lo hemos hecho, desde muy pequeños! Hechizo de Convocación. —todos se sonrieron —Aprenderán el Expelliarmus, mientras que intentamos que TODOS entiendan, que deben de esquivar, no sólo intentar frenar con un Protego, porque no todos los Hechizos, Encantamientos, Maleficios o Maldiciones, podrán resistir el Protego. No sólo aprenderán el Protego, sino también otros dos tipos de hechizos escudo.
Se formaron en parejas, uno lanzaba un Expelliarmus y otro un Protego.
— ¡Expelliarmus! —exclamó Neville. Había pillado a Beatrice desprevenido, y la varita saltó de la mano de éste—. ¡LO HE CONSEGUIDO! —exclamó Neville, emocionado—. No lo había hecho nunca. ¡LO HE CONSEGUIDO!
— ¡Muy bien! —lo animó Beatrice, y decidió no comentarle que en un duelo real no era probable que su oponente estuviera mirando hacia otro lado con la varita en la mano, pero sin apretarla—. Oye, Neville, ¿por qué no te turnas un rato para practicar con Alicia (Spinnet) o con Hermione? Así podré pasearme por la sala y ver cómo les va a los demás.
Beatrice se colocó en el centro de la estancia. A Zacharias Smith le estaba pasando algo muy raro. Cada vez que abría la boca para desarmar a Anthony Goldstein, su propia varita salía despedida de su mano pese a que Anthony no decía nada. A Beatrice no le costó mucho resolver aquel misterio: Fred y George estaban cerca de Smith y se turnaban para apuntarle a la espalda con sus varitas.
—Lo siento, Beatrice —se apresuró a decir George al comprobar que la pelinegra lo miraba—. No he podido evitarlo. —Beatrice se paseó entre las otras parejas e intentó corregir a los que realizaban mal el hechizo. Ginny se había emparejado con Michael Corner; lo estaba haciendo muy bien, mientras que Michael o lo hacía muy mal o no quería hechizar a Ginny.
Ernie Macmillan blandía exageradamente su varita, con lo que daba tiempo a su compañero para ponerse en guardia. Los hermanos Creevey practicaban con entusiasmo, pero de manera irregular, y eran ellos los responsables de que los libros saltaran de los estantes.
Luna Lovegood también tenía altibajos: a veces hacía saltar la varita de la mano de Justin Finch-Fletchley, y otras sólo conseguía que se le pusiera el pelo de punta.
Beatrice agarró un silbato y explicó lo que harían: Si usaba el silbato, entonces intercambiaban lugares y si chasqueaba los dedos, entonces: El que usaba el Protego, tenía que esquivar el hechizo. —Y… ¿qué pasa, Hermione?
—También creo que deberíamos tener un nombre —propuso alegremente sin bajar la mano—. Eso fomentaría el espíritu de equipo y la unidad, ¿no os parece?
—Podríamos llamarnos Liga AntiUmbridge —terció Angelina.
—O Grupo Contra los Tarados del Ministerio de Magia —sugirió Fred.
—Yo había pensado —insinuó Hermione mirando ceñuda a Fred —en un nombre que no revelara tan explícitamente a qué nos dedicamos, para que podamos referirnos a él sin peligro fuera de las reuniones.
— ¿Entidad de Defensa? —aventuró Cho—. Podríamos abreviarlo ED y nadie sabría de qué estamos hablando.
—Sí, ED me parece bien —intervino Ginny—. Pero sería mejor que fueran las siglas de Ejército de Dumbledore, porque eso es lo que más teme el Ministerio, ¿no? —El comentario de Ginny fue recibido con risas y murmullos de conformidad.
— ¿Están todos a favor de ED? —preguntó Hermione en tono autoritario, y se arrodilló en el cojín para contar—. Sí, hay mayoría. ¡Moción aprobada! —Clavó el trozo de pergamino donde habían firmado todos en la pared, y en lo alto escribió con letras grandes: EJÉRCITO DE DUMBLEDORE.
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—Llegaste muy rápidamente Snape, así me gusta. —el tono de voz profundo de Tom Ryddle Jr. y la Presión Mágica en la habitación, resultaba asfixiante, como si las paredes acabaran de cerrarse a su alrededor y Snape sintió que el oxígeno se le escapaba por los poros de la piel. —Contesta a esto, Snape —el tono oscuro, nunca abandonó la voz del Mago Tenebroso — ¿Dumbledore ha dado órdenes explícitas de enseñarle Oclumancia a Potter?
Snape le miró con extrañeza. — ¿Qué? Pero claro que no, mi señor. Él cree que protege a Potter, manteniéndola en la oscuridad.
Finalmente, el Lord Oscuro, se dignó a darle una mirada directa a su sirviente. Los ojos anaranjados, como las llamas de una fogata y el iris alargado como de reptil, sobresaltaron a Snape. — ¿Entonces has decidido enseñarle por voluntad propia, la Oclumancia? ¡Oh!, eres un magnífico maestro, ¿Verdad, Severus? Por supuesto que sí, en memoria de tu querida, primera amiga Sangre Sucia.
Snape se quedó en blanco, por un momento. Como si no entendiera lo que su (otro) Maestro acababa de decirle. — ¡¿Qué?! ¡Claro que no, mi señor!
— ¡NO TE ATREVAS A MENTIRLE A LORD VOLDEMORT! —Rugió Ryddle furioso contra Snape y velozmente le apuntó con la varita y lanzó un Cruciatus No-Verbal, haciendo que Snape lanzada alaridos de dolor, mientras se revolcaba en el suelo, se agarraba puñados de cabello, su espalda se elevó en el aire, mientras sus piernas se zarandeaban. Sólo gracias a Snape, Beatrice Potter podría haber creado una protección Oclumántica de fuego, que quemó a Voldemort y todavía le generaba un profundo dolor de cabeza.
Pero ya llegaría el momento de su venganza porque NADIE se burlaba se Lord Voldemort.
Absolutamente nadie.
