Notas: En este capítulo pasan muchas cosas. Estoy empezando a traducir esta historia a inglés, espero empezar a postearla en noviembre.

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Al llegar a la casa de los Phillips, su cuñado enseguida lo hizo pasar a su despacho para que pudieran conversar tranquilamente.

Después de sentarse cómodamente, comenzaron a hablar de los pormenores legales de la familia Bennet. Con procupación, Sr. Gardiner le preguntó, "¿Sabes si Bennet disponía de las 5.000 libras del contrato matrimonial de Lydia?"

El Sr. Phillips suspiró, "No puedo afirmarlo con total certeza, ya que no pude acompañar a Bennet a Londres. Lo único que sé es que al momento de su muerte no tenía prácticamente dinero ahorrado."

Después de una pausa, el Sr. Gardiner agregó, "Sé que es muy probable que no tengamos éxito, pero podríamos indagar con algún empleado del banco."

El Sr. Phillips negó con la cabeza, "Ya he mandado una nota al Banco, pero aún no he tenido respuesta. Quizás puedas ir en persona." Suspiró, "La otra opción es esperar unos meses, ya que, si hay una deuda, los acreedores van a querer cobrarla."

Los dos caballeros guardaron silencio; ambos estaban pensando que medidas era conveniente tomar. Si bien Gardiner disponía de un poco más de 5.000 libras que estaba ahorrando para el futuro de su esposa e hijos, no estaba dispuesto a usarlos para saldar una deuda de su cuñado. El Sr. Phillips directamente no contaba con ese dinero.

Gardiner suspiró y fue el primero en hablar, "Tienes razón. Si efectivamente hay una deuda, de un modo u otro nos vamos a enterar."

Posteriormente siguieron conversando sobre los detalles del testamento del Sr. Bennet.

Era indiscutible que Jane era la nueva propietaria de Longbourn. Pero lo que a ambos caballeros le preocupaba era que sus otras sobrinas solo heredarían 1250 libras cada una, y solo después de la muerte de la Sra. Bennet.

Si bien el Sr. Gardiner sabía que era costumbre que los primogénitos heredaran la propiedad, le parecía una situación muy injusta. El Sr. Phillips le explicó que como Longbourn ya no estaba vinculado; si deseaba, Jane podía venderlo y repartir el dinero con sus hermanas en forma más equitativa. Aunque el Sr. Phillips estaba convencido que era muy difícil que Jane decidiera seguir esos pasos.

Pese a que sabía que su cuñado tenía razón, el Sr. Gardiner decidió hablar con Jane y con su hermana – Fanny Bennet - para sugerirles que hicieran eso.

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A pesar de la muerte de su marido, la Sra. Bennet estaba relativamente contenta. Hacía muchos años que no sentía afecto por su marido y no tenía que marcharse de Longbourn. Además, su querida Lydia se había casado con un militar muy simpático y guapo, su cuñada le había dicho que Lizzy se había comprometido con su hermano, el coronel Weston, y el Sr. Bingley con sus 5.000 libras al año, había regresado a Netherfield Park.

Esta vez, estaba segura que el Sr. Bingley finalmente se iba a casar con su querida y hermosa Jane. ¡Jane iba a vivir a solo 3 millas de Longbourn!

Solo faltaba que Kitty y Mary se casaran..., aunque estaba convencida que Mary estaba destinada a ser solterona.

Después de vestirse con ayuda de la Sra. Hill, bajo al comedor. Con una sonrisa comprobó que, en uno de los sillones, estaba sentada su querida Jane al lado del Sr. Bingley conversando en voz baja.

Elizabeth y la Sra. Gardiner estaban en otro rincón de la habitación conversando entre ellas.

La Sra. Bennet observó a Jane con orgullo. Jane estaba sentada al lado del Sr. Bingley, conversando en voz baja. Frunció el ceño al notar que Jane estaba vestida de luto. Se dio cuenta que el color negro no le favoreciera, y decidió que era importante acompañar a Jane a la modista para que se hiciera un vestido negro más bonito y elegante.

Al mirar por la ventana, Fanny notó que el día estaba soleado, y le sugirió a Bingley y Jane que dieran un paseo por el jardín, para que pudieran hablar a solas. Enseguida, Elizabeth ofreció acompañar a la pareja, pero su madre le dijo que necesitaba hablar algo muy importante con ella en ese momento.

Con una sonrisa, Bingley ofreció el brazo a Jane y ambos salieron juntos a pasear por el jardín. Una vez que se alejaron varios pasos de la casa, Bingley se detuvo, la miró a los ojos y dijo.

"Srta. Bennet, Jane, sé que este no es el momento más adecuado para expresar lo que siento, pero ya no puedo seguir guardando mis sentimientos. He llegado a entender que he cometido un grave error."

Jane lo miró con curiosidad y preguntó. "¿Qué error cometió?"

"El gran error que cometí fue dejarme convencer por mis hermanas y por Darcy que usted no correspondía a mi afecto. Fue por eso que, con el corazón destrozado, decidí abandonar Netherfield Park y alejarme de usted."

Bingley tomó ambas manos de Jane entre las suyas, las besó con delicadeza y agregó, "Después de meses de angustia y reflexión, me he dado cuenta de lo equivocado que estuve. Debería haberme quedado y luchado por su cariño en lugar de irme. Me doy cuenta ahora que fui un tonto."

Los ojos de Jane se llenaron de lágrimas. Con un gesto solemne, Bingley se arrodilló ante ella y con voz clara le hizo la pregunta que ella tanto ansiaba. "Mi hermosa y adorada Jane, ¿me harías el honor de ser mi esposa?"

El corazón de Jane estaba desbordante de emoción; su sueño se había hecho realidad. Asintió levemente con la cabeza y, con una voz quebrada por la emoción, respondió con firmeza: "Sí, acepto."

Bingley sonrió ampliamente, miró a Jane a los labios y luego a sus ojos, buscando su confirmación. Jane, con una sonrisa tierna, asintió una vez más.

Bingley primero le besó suavemente los labios, y posteriormente la besó con más pasión.

Dado que Bingley era consciente que Jane por ser dueña de una hacienda, era probable que atrajera la atención de otros caballeros y no deseaba correr el riesgo que cambiara de idea. Después de conversar sobre los planes para el futuro, Bingley la convenció de casarse en un mes en una ceremonia familiar en la capilla de Longbourn. Después que terminará el periodo de luto, podrían hacer un baile en Netherfield Park para celebrar la boda.

Al principio, Jane protestó, ya que prefería esperar al menos tres meses. Pero finalmente, Bingley la convenció de las ventajas de casarse antes.

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Al enterarse de las noticias del compromiso de Jane, las reacciones de los familiares fueron diversas. La Sra. Bennet estaba muy feliz, y aunque prefería hacer una gran fiesta, Bingley fácilmente la convenció de las ventajas que se casaran pronto. Le explicó que, por ser parte de la familia, Bingley podría tomar un rol más preponderante y ayudar en la administración de Longbourn.

Kitty estaba contenta porque sabía que Jane estaba enamorada del Sr. Bingley y le pareció muy romántico que regresó a Netherfield por amor.

Mary comentó que no le parecía correcto que Jane se casara antes que se cumplieran tres meses de la muerte de su padre. Pero como su madre la amonestó por su comentario, decidió no decir más nada al respecto.

El Sr. Gardiner y en menor medida su esposa, no estaban muy convencidos de la sinceridad del afecto de Bingley. Parte de los motivos de su desconfianza eran porque había abandonado a Jane el año anterior, y reapareció en Netherfield cuando Jane era una heredera.

Elizabeth estaba contenta al ver que los ojos de Jane tenían un brillo especial. Estaba segura que el retorno del Sr. Bingley se debía a la influencia del Sr. Darcy. Pero, por otro lado, no estaba de acuerdo que Jane se casara tres meses antes de la muerte de su padre.

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Esa misma noche, después de cenar, el Sr. Gardiner se reunió con Jane y Fanny en el despacho del Sr. Bennet para discutir varios puntos sobre el futuro. Sin preámbulo, el Sr. Gardiner dijo, "Hoy leí nuevamente el testamento de Bennet y conversé con Phillips sobre el futuro de ustedes." Miró puntualmente a Jane, "Jane, ¿sabes que tus hermanas solo van a heredar 1250 libras, y solo después que mi hermana muera?"

"Si, tío. Hablé con mamá al respecto y decidimos que vamos a vender varios libros y objetos de valor de papá para adicionar dinero para la dote de mis hermanas, salvo Lydia que ya recibió 5.000 libras en su contrato matrimonial. Además, después que me case con el Sr. Bingley, mamá y mis hermanas van a quedarse a vivir en Longbourn. El dinero que se recaude en Longbourn va a ser para solventar los gastos y aumentar sus dotes."

El Sr. Gardiner asintió levemente, pero igualmente comentó, "¿No preferirías vender Longbourn y repartir el dinero con tus hermanas en forma más equitativa?"

Sorprendida, Jane lo quedó mirando, pero antes que pudiera contestar, Fanny gritó, "No, ¡definitivamente no! No quiero mudarme de Longbourn. Además, Jane es la hija mayor y merece ser la dueña. Lizzy tuvo la oportunidad de casarse con el Sr. Collins y salvar a la familia, y me desobedeció. ¡Jamás se lo voy a perdonar!"

El Sr. Gardiner, suspiró. Su hermana nunca iba a cambiar, siempre pensaba primero en su bienestar, y tampoco valía la pena recordarle que el Sr. Collins había muerto. Con frustración agregó, "Fanny, si tus hijas tienen una mejor dote, seguramente van a poder hacer un mejor matrimonio."

"Estás equivocado, Edward. Mi querida Lydia se casó muy bien y Lizzy está comprometida. Estoy segura que el Sr. Bingley va a presentarle a Kitty y a Mary a varios de sus amigos ricos."

"Fanny, más allá que discrepo con tu noción de buen matrimonio, hay otros aspectos que deberían considerar," Miró a los ojos a su hermana y después a Jane, "¿quién va a hacerse cargo de la administración de Longboun?"

Fanny frunció el ceño, y después de unos instantes, Jane respondió, "El Sr. Bingley va a hablar con el administrador de Netherfield, el Sr. Tilk, para que también se haga cargo de la administración de Longbourn."

"Es una excelente idea, Jane. El Sr. Bingley es tan considerado. Nunca vi un hombre tan enamorado..."

Los tres siguieron discutiendo, hasta que el Sr. Gardiner llegó a la conclusión que no iba a lograr convencerlos de vender Longbourn y que su ayuda no era necesaria ni deseada.

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Desde hacía más de diez años, Elizabeth y Jane dormían en el mismo dormitorio. Era muy común que ambas conversaron antes de acostarse sobre sus sueños y esperanzas, y esa noche no fue la excepción.

Elizabeth escuchó pacientemente a su hermana alabar las buenas cualidades del Sr. Bingley – varias de ellas exageradas - y lo mucho que la había ayudado y apoyado en los días más difíciles de su vida. Poco antes de medianoche, Jane se durmió con una sonrisa en el rostro.

Lamentablemente, Elizabeth no pudo conciliar el sueño hasta pocas horas antes del alba.

Cuando su madre la felicitó por su compromiso, Elizabeth sintió una profunda tristeza y vergüenza. Recordaba fragmentos de lo que había pasado las semanas previas al accidente, y aunque trataba de pensar en el coronel Weston, sus pensamientos giraban en torno al Sr. Darcy.

Para su frustración desde que se había ido de Pemberley, había soñado con el Sr. Darcy en tres ocasiones. Los sueños fueron similares: estaban caminando por un sendero muy hermoso rodeado de árboles y flores. Iban tomados del brazo, conversando y riendo.

Se despertó con una sonrisa en el rostro, pero al recordar que su padre había muerto y además estaba comprometida con otro caballero, sentía una profunda tristeza y culpa.

No sabía que hacer, ni podía hablar con nadie sobre lo que estaba pensando y sintiendo. Muchas preguntas que acudían a su mente la atormentaban: ¿debía casarse con el coronel Weston cuando pensaba constantemente en el Sr. Darcy?

Si decidía seguir con el compromiso, ¿podría olvidarse del Sr. Darcy con el correr del tiempo?

Si terminaba el compromiso con el coronel Weston, ¿qué pasaría con la relación con los Gardiner? Era probable que su Tía Gardiner se enojara con ella e incluso, tenía sobrados motivos para acusarla de ser una coqueta.

¿Podría ser feliz con el Sr. Darcy sabiendo que el coronel Weston iba a sufrir por su culpa?

No tenía respuestas claras, y era consciente que la situación en que estaba era su culpa.

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Unos diez días después de su llegada a Longbourn, Elizabeth recibió dos cartas; una de ellas de la Srta. Darcy y la otra del coronel Weston. La primera que abrió fue la de Georgiana. Era una carta larga y afectuosa. Al leer uno de los pasajes, el corazón de Elizabeth comenzó a latir con más fuerza.

... a fines de noviembre mi hermano y yo vamos a viajar a Londres a pasar el invierno. Si estás de acuerdo, nos gustaría ir unos días a visitarte a Hertfordshire. Mi hermano manda saludos para ti y tu familia..."

Deseaba ver nuevamente a Georgiana, pero sobre todo, deseaba ver al Sr. Darcy. Era consciente que, si los invitaba a visitarla, había una alta chance que el Sr. Darcy interpretará que ella correspondía a su afecto.

Después de caminar por el jardín, con ambas cartas en la mano, se sentó en un banco alejado de la casa y abrió la carta del coronel Weston.

Mi querida Elizabeth,

Estas últimas semanas han sido muy difíciles, pero afortunadamente, hemos logrado controlar la ola de violencia en el norte del país. Recién ayer recibí ordenes de mis superiores, informándome que debo quedarme aquí, con mi regimiento, por al menos los próximos tres meses. Por favor, escríbeme a la dirección del remitente.

En cuanto tenga licencia, espero poder ir a Longbourn para pedir el permiso y la bendición de tu padre para casarnos.

Con cariño,

Patrick Weston

Al leer la carta, Elizabeth se dio cuenta que hacía más de un mes que el coronel Weston no tenía noticias de ella. No sabía lo que había pasado con Lydia, no sabía que ella había tenido un grave accidente, y tampoco sabía que su padre había muerto.

Cerró los ojos, y trató en vano de pensar en el Coronel Weston. Trato de recordar los días que pasaron juntos en Escocia y Lambton; trato de recordar la propuesta de matrimonio y en su primer beso. Pero lamentablemente todo seguía siendo muy borroso, a su mente acudían imágenes del Sr. Darcy.

Tenía que tomar una resolución cuanto antes. La situación no era justa para ninguno de los dos caballeros. Afortunadamente, su madre no había tenido ocasión de contarle a los vecinos que estaba comprometida..., pero era solo cuestión de tiempo.

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Después de otra noche sin poder dormir, atormentada por sus pensamientos, Elizabeth salió al alba a caminar por los alrededores de Longbourn. Sin darse cuenta, sus pasos la llevaron al pequeño cementerio donde estaban enterrado sus ancestros. Se sentó en un pequeño banco, miró la lápida de su padre, y comenzó a llorar desconsoladamente.

Varios recuerdos de su padre acudieron a su mente, la mayoría de ellos eran muy bonitos, y los iba a atesorar durante toda su vida. En particular, recordó el día que el Sr. Collins le propuso matrimonio. La discusión que tuvo con su madre, y la reacción de su padre cuando le contó que había rechazado al Sr. Collins.

Con vergüenza, se preguntó a sí misma ¿qué pensaría su padre ahora de ella? Estaba segura que estaría muy desilusionado por su comportamiento. Pese a sus defectos, su padre había sido un hombre honesto y honorable. Se quedó sentada recordando el pasado, y pensando seriamente en el presente y en su comportamiento hasta que comenzó a llover copiosamente. Lentamente se levantó del banco y regresó a Longbourn.

Dado que faltaba casi una hora para desayunar, su madre estaba aún en su habitación, y Elizabeth decidió que era momento de tener una franca conversación con ella. Necesitaba tiempo. Tiempo para pensar, antes de tomar una decisión que iba a alterar para siempre su futuro, y quizás el de sus hermanas.

Si bien Fanny Bennet no tenía una relación muy cercana con Elizabeth, ni la entendía, la quería casi tanto como al resto de sus hijas. Sumado a ello, había estado muy preocupada por ella cuando se enteró que había tenido un accidente. Al verla a Elizabeth en su habitación, muy pálida y con los ojos rojos por el llanto, con preocupación preguntó, "Lizzy, ¿te sientes bien?"

"No me siento muy bien, Mamá. Necesito hablar algo muy importante contigo..."

Antes que Elizabeth pudiera seguir hablando, muy nerviosa, Fanny la interrumpió, "Voy a llamar ahora mismo a Hill para que llamé al Sr. Jones." Fanny tomó la campanilla de su mesita de noche, pero Elizabeth le suplicó, "No, Mamá. Por favor, no llames a la Sra. Hill. Solo necesito hablar contigo de algo muy importante."

Fanny la miró con curiosidad, "¿Qué sucede, Lizzy? ¿Qué quieres hablar conmigo?"

"Es muy difícil lo que voy a decirte…" Elizabeth respiró hondo, "pero tengo muchas dudas si debo continuar mi compromiso con el coronel Weston."

Fanny abrió muy grande los ojos por la sorpresa y la quedó mirando estupefacta. Elizabeth agregó, "Nuestro compromiso nunca fue oficial, y nuestros vecinos nos saben nada al respecto. Por favor, Mamá, no digas nada a la Tía Phillips."

"Lizzy estás diciendo tonterías. El coronel Weston es muy guapo y tiene un buen ingreso. Estoy segura que solo estas nerviosa y triste por la muerte de tu padre. Estoy segura que en pocos días vas a estar mejor…." Fanny siguió hablando sobre las virtudes reales y las imaginarias del Ccoronel Weston, hasta que finalmente agregó, "¿Cuándo va a venir a visitarte a Longbourn?"

"El coronel Weston está en el norte del país, y no puede ausentarse de su regimiento por varios meses…"

Después de una larga conversación, Elizabeth logró convencer a su madre que no dijera nada sobre el compromiso. Influyó muchísimo que el coronel Weston no iba a poder visitar Longbourn por varios meses. Elizabeth le recordó que, si el coronel Weston moría, los vecinos iban a mirarla con lástima; y si cambiaba de idea, los vecinos iban a mirarla con recelo.

Esa misma tarde, Elizabeth se encerró en su dormitorio para responder la carta del coronel Weston. Después de más de una hora, y varios intentos, quedó relativamente conforme con lo que había escrito.

Estimado coronel Weston,

Recibí su carta. Lamentablemente varios tristes acontecimientos ocurrieron en las últimas semanas, entre ellos la muerte de mi padre.

El motivo principal por el que le escribo es porque deseo liberarlo de todo compromiso que piense y sienta que tiene conmigo.

Le deseo lo mejor, y espero que algún día pueda perdonarme.

Lo siento mucho.

E.B.