Jane Bingley suspiró. La última vez que había tenido su período había sido una semana antes de su boda, y había estado mareada durante varias mañanas en los últimos dos meses. Todo indicaba que era probable que estuviera esperando su primer hijo. Si bien desde que había entrado en sociedad había soñado con casarse y tener varios hijos, no estaba feliz. De hecho, se sentía muy triste y desilusionada.

Hacía casi una semana que había discutido con su esposo, y desde ese entonces, había trancado la puerta de su habitación. Lamentablemente no podía volver el tiempo atrás, y se sentía cada día más culpable por la situación de su madre y hermanas.

Según su contrato matrimonial, Jane tenía a su disposición 400 libras al año para sus gastos personales – Bingley le daba 100 libras cada tres meses y además pagaba el salario de su sirvienta personal. Desde que se había casado, como estaba de luto no había gastado ese dinero.

El día anterior, Jane fue a visitar a su tío Phillips a Meryton. Su tío le informó que un caballero conocido del Sr. Bingley, había visitado Longbourn y hecho una oferta para comprar la propiedad. Al principio, le sorprendió que Elizabeth no le había contado, pero con vergüenza se dio cuenta que le había dejado claro que no podía hacer nada al respecto. Antes de irse, le dio 100 libras a su tío para que las usara para el alquiler de la casa de su madre y hermanas.

Sabía que, por el bienestar de su futuro hijo, el suyo propio, e incluso el de su madre y hermanas, debía hacer las paces con su esposo. Estaba en una situación muy vulnerable, y necesitaba disponer de la mayor cantidad posible de dinero para poder ayudar a su madre y hermanas.

Suspiró nuevamente, y con determinación, destrancó la puerta de su habitación.

Fines de diciembre 1812

Preocupada, la Sra. Gardiner comentó, "Por la expresión de tu rostro, deduzco que algo malo sucedió en Meryton."

El Sr. Gardiner suspiró, y le dio la carta a su esposa y agregó, "Lee la nota, y por favor, dime tu honesta opinión. Prometo hacer lo que tu decidas."

27 de diciembre 1812

Edward,

El día de hoy formalmente se vendió Longbourn. La compró un rico comerciante oriundo de Londres, llamado Nelson Harris. El Sr. Harris y su familia desean mudarse antes del 15 de marzo. Nuestra hermana y sobrinas deben desalojar la propiedad antes de esa fecha.

Es imperativo que comencemos cuanto antes los preparativos para que nuestra hermana y sobrinas tengan un nuevo hogar. Las 5.000 libras del contrato matrimonial están a disposición de nuestra hermana. Si estás de acuerdo, voy a usar los intereses de ese dinero para alquilar una pequeña casa en los alrededores de Meryton.

Además, hemos decidido hospedar a una de nuestras sobrinas en nuestra casa en forma permanente. Probablemente a Kitty, ya que es la sobrina favorita de tu hermana. Sería un gran alivio si puedes hospedar a otra de nuestras sobrinas en Londres.

Por último, dado que nuestra hermana aún requiere cuidados especiales, quizás sea necesario agregar dinero para contratar una enfermera.

Espero tu respuesta.

Saludos,

John Phillips

La Sra. Gardiner suspiró; tenía esperanzas que Jane convenciera a Bingley para que no vendiera Longbourn, o que la venta se pospusiera por varios meses más. Estaban atravesando un difícil momento económico, y no se sabía cuándo iban a mejorar los conflictos en el continente y en América. Además, estaba molesta con la Sra. Bennet, y en especial, con Jane, Elizabeth y Lydia. La Sra. Bennet no había sabido ahorrar en todos los años que estuvo casada, Jane tuvo la oportunidad de vender Longbourn y repartir el dinero con sus hermanas, pero optó por regalárselo a su esposo, Elizabeth optó por terminar el incipiente compromiso con su hermano, y por último el accidente que tuvieron en Derbyshire, y la deuda de Longbourn, fue a causa que Lydia huyó con un oficial.

Finalmente, la Sra. Gardiner respondió, "Me parece una buena idea que se usen los intereses de la dote de tu hermana para alquilar una casa en Meryton. Además, si mal no recuerdo, tus sobrinas tienen una dote de unas 400 libras cada una de ellas. Estoy segura que con 250 libras van a poder vivir relativamente cómodas."

El Sr. Gardiner asintió levemente. Aunque estaba casi seguro de la respuesta, preguntó, "¿Qué opinas sobre la posibilidad que una de nuestras sobrinas viva con nosotros?"

La Sra Gardiner suspiró nuevamente. "Estamos atravesando dificultades económicas, Edward. Tuve que despedir a Peter y seguramente tenga que despedir a Magi." Lo miró a los ojos y agregó, "En este momento no estamos en condiciones de mantener a una de tus sobrinas. Lo que podríamos hacer, cuando termine el período de luto, es invitar a Kitty o a Mary, y presentarle a posibles pretendientes que estén interesados en casarse con la hija de un caballero."

El Sr. Gardiner asintió, no pasó desapercibido que su esposa no incluyó a Elizabeth en la invitación. Sabía que Madeleine aún estaba molesta con ella, y entendía sus motivos. Quería ayudar más a su hermana y sobrinas, pero era consciente que había perdido mucho dinero en los últimos meses, y su prioridad era su familia. Con cierto dejo de tristeza contestó, "Estoy de acuerdo contigo, Maddy. Voy a escribirle hoy a Phillips para que alquile la casa, y voy a aclararle que no dispongo de dinero para complementar el ingreso de mi hermana y sobrinas …"

Si bien le costaba mucho hablar porque tenía la mitad de la cara paralizada, Fanny Bennet mostró claramente su descontento cuando Elizabeth le dio la noticia que el tío Phillips iba a alquilar una pequeña casa en Meryton.

"No quiero."

"Mamá, sé que tu deseo era quedarte a vivir en Longbourn, pero sabes que lamentablemente eso ya no es posible. La buena noticia es que vamos a vivir cerca de la casa de la tía Phillips…"

Fanny la interrumpió, negó con la cabeza y con dificultad respondió, "No quiero."

Elizabeth se sorprendió ante la respuesta de su madre, y después de unos instantes preguntó con precaución, "¿No quieres vivir cerca de la casa de la tía?"

"No! Lejos Mer… ton"

Más sorprendida aún, Elizabeth preguntó nuevamente, "¿Quieres vivir lejos de Meryton?"

Con dificultad, Fanny asintió. "Lejos…"

Elizabeth asintió. Estaba perpleja por la reacción de su madre. Al igual que Kitty y Mary, pensó que su madre quería quedarse a vivir en Meryton para estar cerca de su hermana. Al ver que su madre estaba agitada, Elizabeth le apretó levemente la mano y afirmó, "No te preocupes, Mamá. Si no quieres vivir en Meryton, voy a hablar con el tío Phillips para que alquile una casa en otro lado."

Fanny apretó suavemente la mano de Elizabeth y trató de sonreír.

Esa misma tarde, Elizabeth fue a la oficina de su tío Phillips, y le contó los detalles de la conversación con su madre.

Para su sorpresa, su tío comentó, "Entiendo muy bien la reacción de tu madre. Sería muy difícil para ella vivir en forma tan reducida tanto física como económicamente en Meryton. Los vecinos la van a mirar con lástima, o incluso a ignorar."

Elizabeth asintió. "No había pensado en eso, tío. Pensé que iba a querer estar cerca de su hermana."

"A tu madre le cuesta mucho hablar, Lizzy. Se cansa mucho cuando conversa, y es probable que mi esposa la aturde con su incesante conversación y preguntas."

En ese momento, Elizabeth recordó que las veces que la tía Phillips fue de visita a Longbourn, su madre se había retirado a los pocos minutos con un fuerte dolor de cabeza. Suspiró y contestó, "Tienes razón, tío. Quizás podrías buscar una propiedad que quede a menos de 50 millas de Meryton."

El Sr. Phillips asintió, y prometió mandar cartas a algunos de sus conocidos. Descartaron vivir en Londres, ya que la idea de vivir en la gran ciudad aterraba a su madre.