- . My Hero Academia 180 grados. -
14. Donde Izuku empieza a sentir más presión por el examen de ingreso a la UA y Bakugo se une a una banda
Izuku se acomodó en su lugar, sosteniendo los palillos con una mano mientras empezaba a comer su desayuno. A pesar de intentar disimular, una sonrisa ligera se formaba en sus labios, producto de un sueño agradable que apenas recordaba. Aunque no podía precisar los detalles, la sensación de bienestar permanecía con él, como si hubiese despertado con una energía renovada.
—Te ves muy contento esta mañana y con mucho apetito, Izuku —comentó su madre, colocando un tazón de arroz frente a él, observando a su hijo con cariño. Siempre había sido perceptiva cuando se trataba de él.
—¿En serio? —respondió con una risa suave, tratando de restar importancia—. Debes estar imaginándolo, mamá. No me pasa nada en especial.
A pesar de sus palabras, su buen humor era innegable. Tomó un bocado de arroz, disfrutando de la calidez del momento familiar. Sin embargo, esa sensación ligera fue interrumpida de repente cuando un anuncio en la televisión captó su atención. La voz del noticiero sonaba con seriedad.
—Últimas noticias. Esta mañana, en las instalaciones de la escuela de héroes UA...
Su madre, notando el cambio en el tono de la televisión, tomó el control remoto y subió el volumen. Ambos dejaron de comer por un momento para escuchar.
—La heroína Recovery Girl fue encontrada sin vida en su consultorio. Se le atribuyen causas naturales. Hoy se declara día de luto nacional para actividades no esenciales y en todas las escuelas del país.
El tazón de arroz quedó olvidado por un instante mientras Izuku y su madre compartían una mirada llena de tristeza. Recovery Girl había sido una figura clave en la UA, no solo por su habilidad única de curar, sino por el cuidado y dedicación que brindaba a todos los estudiantes de las UA y a los civiles en general.
—Oh, qué pena... —murmuró su madre con un suspiro, volviendo a mirar la pantalla—. Pero supongo que ya era una persona mayor...
La televisión continuó con la noticia, mostrando imágenes del campus de la UA y luego, un rostro apareció en pantalla. Izuku reconoció de inmediato que se trataba del nuevo director de la escuela, Shota Aizawa, alguien de quien había oído hablar pero nunca había visto públicamente hasta ese momento.
—A continuación, palabras del actual director de la UA —anunció el reportero.
El hombre que apareció usaba un traje formal, su cabello recogido en una cola de caballo. Su expresión era seria, con una mirada firme que irradiaba autoridad y disciplina. Izuku se sorprendió al ver lo severo que lucía, casi como si cada palabra que diría estuviera cargada de un peso abrumador.
—La pérdida de Recovery Girl es un duro golpe para los héroes y para la sociedad en general —comenzó el director, su tono grave y directo—. Su vida es un ejemplo de completa dedicación y sacrificio. Ser un héroe implica algo más que salvar vidas; es un compromiso total. Quien aspire a ser un héroe, a partir de ahora, tendrá que pensarlo dos veces. Ya no podemos depender de que alguien siempre esté ahí para sanarnos cuando caemos. Esto cambia muchas cosas, incluyendo el próximo examen de ingreso a la UA. Se implementarán más filtros, y solo los postulantes más aptos podrán ingresar. Esto es por su propio bien.
Mientras el director hablaba, Izuku sintió un escalofrío recorrerle la espalda. Era como si aquellas palabras estuvieran dirigidas a él específicamente.
Izuku bajó la mirada hacia su plato de arroz, el apetito que había sentido minutos antes ahora era reemplazado por una mezcla de ansiedad y determinación. Sabía que el camino del héroe siempre había sido duro, pero la ausencia de Recovery Girl haría ese trayecto aún más peligroso.
.
La lluvia caía con fuerza, pero a Izuku no parecía importarle. Corriendo bajo el aguacero, envuelto en su impermeable amarillo, sentía el ritmo constante de sus pasos resonar en la pista del parque. El agua salpicaba a su alrededor mientras su respiración acompasada se mezclaba con el sonido de las gotas al golpear el pavimento. Ya llevaba más de cinco horas corriendo, casi sin darse cuenta del tiempo que había pasado. La soledad de la pista vacía y el incesante ritmo de la lluvia lo mantenían en un estado casi meditativo, alejado de sus preocupaciones cotidianas.
Decidió detenerse un momento, sus piernas pidiendo un descanso. Caminó lentamente hasta un charco y miró su reflejo distorsionado en el agua. Su impermeable amarillo lo hacía parecer un héroe con capa, y por un instante, dejó volar su imaginación. Se vio a sí mismo como el héroe que siempre había querido ser, protegiendo a los demás con una fuerza imparable. Adoptó una pose heroica, pero la sensación de ridículo lo invadió de inmediato, haciéndolo sonrojar. Se enderezó rápidamente, rascándose la nuca.
—Esto es tan tonto... —se dijo a sí mismo, sonriendo de forma incómoda.
Fue entonces cuando una voz femenina interrumpió sus pensamientos.
—Disculpe, ¿me permite regalarle un volante?
Izuku giró la cabeza, notando a una mujer a unos metros de distancia. Ella sostenía un montón de papeles bajo el brazo, mientras un paraguas cubría apenas su enorme figura. Era imponente, pero de alguna manera su tono era suave, casi tímido.
Antes de que Izuku pudiera responder, un hombre que también estaba en el parque rechazó su ofrecimiento de manera brusca.
—¿Qué no ve que sigue lloviendo? ¿Quién se pone a repartir volantes con este clima? Qué rara —dijo el hombre, alejándose molesto.
El rechazo brusco pareció afectarla. Los volantes que llevaba se resbalaron de sus manos y cayeron al suelo mojado. Mientras intentaba agacharse para recogerlos, una ráfaga de viento le arrebató el paraguas de las manos.
Izuku reaccionó sin pensarlo. Con un ágil salto, atrapó el paraguas en el aire antes de que pudiera alejarse más y corrió hacia ella. Bajo la lluvia que empapaba todo a su alrededor, se acercó rápidamente para ayudarla a recoger los volantes esparcidos por el suelo.
—¿Está bien? —le preguntó con una sonrisa, cubriéndola con el paraguas que había recuperado y entregándole los volantes que había logrado juntar.
La mujer lo miró con sorpresa al principio, pero luego sonrió agradecida. Izuku se dio cuenta de lo alta que era de cerca, sus ojos verdes subiendo hasta encontrarse con el rostro de la mujer, que tenía facciones suaves pero inconfundiblemente parecidas a las de un zorro.
—Muchas gracias, pequeño héroe llorón —dijo ella con una risa suave, mientras le devolvía la capucha de su impermeable que había caído por la acción del viento.
—Ah, no. No son lágrimas. Es sólo la lluvia —se apresuró a aclarar Izuku, frotándose el rostro con el antebrazo. Luego, una sonrisa tímida apareció en sus labios—. Si está bien, me gustaría tener uno de sus volantes.
—Eres muy amable —respondió ella, entregándole uno de los papeles que aún tenía en la mano—. Pero, por desgracia, creo que aún eres demasiado joven para votar.
Izuku tomó el volante y le echó un vistazo. Era un panfleto de la campaña política del ex director de la UA, quien ahora aspiraba a convertirse en alcalde.
—No es que quiera darle la razón a ese hombre, pero... ¿no sería mejor repartirlos cuando termine de llover? —preguntó Izuku, intentando ser cortés pero curioso sobre por qué ella estaba ahí bajo ese clima tan inhóspito.
La mujer soltó una risa suave, pero su mirada se tornó algo triste.
—Ahora que lo pienso bien, debe parecer una actitud un tanto sospechosa —dijo, dejando caer un suspiro—. Es solo que, para nosotros, sería un gran logro que el nuevo alcalde sea uno de los nuestros.
Izuku notó cómo su mirada se perdía en el horizonte, mientras la lluvia seguía cayendo. Su voz cargaba un peso que él podía entender, un sentimiento de lucha y frustración acumulada.
—A pesar de que varios heteromorfos han alcanzado puestos importantes en la sociedad, de vez en cuando siguen tratándonos como ciudadanos de segunda. Me gustaría que eso cambiara... —continuó ella con voz suave, como si fuera un anhelo que llevaba en su corazón desde hacía mucho tiempo.
Izuku no dijo nada por un momento. Su mirada también se perdió en el horizonte, en las gotas de lluvia que caían interminablemente. Sabía exactamente a lo que se refería.
'A todos los hombres no los crearon iguales. Esa fue la verdad sobre la sociedad que aprendí a los cuatro años' se recordó.
—Lo entiendo —dijo finalmente, rompiendo el silencio.
La mujer lo miró con sorpresa y luego sonrió, una sonrisa genuina y cálida que parecía iluminar la grisácea escena bajo la lluvia.
Después de unos momentos más de compartir la lluvia en silencio, ella se despidió con un gesto amable, y él levantó una mano para agitarla cuando se alejó.
Observando cómo se perdía entre las calles del parque, Izuku se quedó un momento bajo la lluvia, sosteniendo el volante en su mano. La lluvia seguía cayendo, implacable, pero en su corazón sentía que, tal vez, algún día, el cambio que ambos deseaban llegaría.
...
—Ya estoy de regreso —anunció Izuku en voz alta mientras cerraba la puerta detrás de sí.
Las luces de la casa estaban apagadas, pero no le pareció extraño. Probablemente su mamá había salido a hacer algunas compras para la cena. Todo se sentía extrañamente tranquilo, un silencio que solo era roto por el suave golpeteo de la lluvia que seguía cayendo fuera.
Izuku se quitó el impermeable mojado, colgándolo en el balcón para que se secara. Después, se deshizo de su ropa empapada y la metió en la lavadora antes de dirigirse a la ducha. El agua caliente cayendo sobre su piel le ayudó a relajar los músculos tensos después de la larga carrera bajo la lluvia. Sentía cómo la tensión del día se disolvía poco a poco, dejándolo solo con sus pensamientos.
Una vez limpio y con ropa seca, fue a la cocina y sacó una botella de agua fría del refrigerador. Bebió un sorbo, su mirada vagando por la habitación vacía, hasta que recordó lo que quería hacer. Dejó la botella sobre la mesa y sacó su celular, buscando la página oficial de la UA. Sabía que el examen de ingreso estaba cada vez más cerca, y aunque ya había leído varias veces las especificaciones, una parte de él seguía esperando que tal vez hubieran publicado algo nuevo, algo que pudiera ayudarlo a prepararse mejor.
No pasó mucho tiempo antes de encontrar lo que buscaba. Se sentó en el sillón de la sala y comenzó a leer atentamente.
'Los postulantes serán sometidos a una breve entrevista sobre sus motivaciones para querer ser héroes profesionales, sobre el desarrollo de sus quirks y habilidades desarrolladas más allá de ellos. Además realizarán una ronda de pruebas físicas en que la tendrán permitido usar sus quirks con el objetivo de lograr el puntaje más alto. Por lo menos una persona de cada segmento que quede en último lugar será retirada y no se le permitirá continuar al examen de ingreso real. Sin embargo si los jueces lo consideran oportuno, bloques enteros también pueden ser retirados si no cumplen con las expectativas dispuestas por el director.'
Izuku bajó lentamente su celular, dejando que las palabras se asentaran en su mente. La presión del examen era evidente. La idea de que un solo error podría costarle su oportunidad de ingresar a la UA lo hacía sentir un nudo en el estómago. Quería ser un héroe, más que nada en el mundo, pero el camino era cada vez más difícil.
Fue entonces cuando el sonido de unas llaves girando en la cerradura lo sacó de sus pensamientos.
—izuku. Qué bueno que ya regresaste, pero... ¿por qué estás a oscuras? —preguntó su mamá, entrando al apartamento y encendiendo la luz de la sala.
Izuku parpadeó, sorprendiendo por lo cómodo que se había sentido en la penumbra.
—Debí olvidarlo —dijo, esbozando una sonrisa un poco torpe—. Estaba leyendo el nuevo proceso para el examen de ingreso de la UA.
Su mamá dejó las bolsas de compras en la mesa y se acercó, interesada.
—¿Son esos? —preguntó señalando el celular de Izuku.
Izuku asintió, entregándole el dispositivo. Observó cómo su madre comenzaba a leer la misma información que él acababa de revisar. A medida que ella absorbía el contenido, Izuku bajó la mirada. Sabía que su madre siempre había estado preocupada por él, especialmente ahora que había retomado su sueño de ser un héroe. Sin embargo, cada nueva complicación en el proceso de ingreso solo hacía que las dudas sobre su capacidad para alcanzar su sueño se hicieran más grandes.
—¿Eso es todo? —preguntó su madre de repente, su voz suave pero cargada de una determinación que sorprendió a Izuku.
Cuando levantó la mirada, la vio al borde de las lágrimas, pero con una expresión firme, de completa resolución. Sus manos temblaban ligeramente, pero la fuerza en su voz era inconfundible.
—Tú puedes hacerlo, Izuku. —Su madre lo miró directamente a los ojos, como si quisiera transmitirle toda la confianza que sentía por él.
Izuku sintió un nudo formarse en su garganta. Las emociones lo embargaban rápidamente, y también tuvo que luchar para contener las lágrimas que amenazaban con brotar. Pero, al final, no pudo evitar sonreír, profundamente conmovido por las palabras de su madre.
—¡Sí! —exclamó, la energía recorriendo su cuerpo—. ¡Pase lo que pase, lo intentaré!
Ambos asintieron, compartiendo una mirada llena de comprensión. En ese momento, las dudas de Izuku se desvanecieron un poco, reemplazadas por una sensación de certeza. Sabía que el camino sería difícil, pero ya no estaba solo.
—Sabes que estaré asustada y preocupada por ti todo el tiempo —dijo ella, tomando una profunda respiración antes de continuar—, pero a partir de ahora te apoyaré en todo lo que te propongas.
Izuku la observó con admiración. Sabía que ella siempre había querido protegerlo, pero también entendía que era hora de que él luchara por su propio camino.
Entonces, su madre comenzó a rebuscar en una de las bolsas que había traído.
—Sé que es un poco precipitado y planeaba envolverlo, pero no veo un mejor momento para dártelo —dijo, sacando un conjunto deportivo verde oscuro con algunas franjas amarillas—. Es para que lo uses el día del examen.
Izuku miró el conjunto por un momento, sorprendido. Era exactamente su talla, y los colores, aunque sencillos, tenían un significado especial.
Una cálida sensación llenó su pecho mientras tomaba el conjunto en sus manos.
—Es perfecto, mamá —dijo sinceramente, mirándola con gratitud—. Gracias.
La sonrisa de su madre fue todo lo que necesitaba para sentir que, sin importar los obstáculos, seguiría adelante.
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Bakugo caminaba por la calle, con cada paso haciendo salpicar los pequeños charcos que cubrían la acera. Su ceño fruncido y los puños apretados dejaban claro su mal humor. En una mano, sostenía un volante arrugado, apretándolo con tanta fuerza que parecía que en cualquier momento lo rompería. Recordaba claramente la última conversación que había escuchado, aquella que su madre tuvo en altavoz con la doctora.
—Aumentaremos la dosis para disminuir los niveles de testosterona de Katsuki de nuevo —había dicho la doctora con tono profesional—, pero esta vez también recomendaré que practique una actividad al menos tres veces por semana que no tenga nada que ver con pelear. Algo que lo haga relajarse. Tal vez tocar un instrumento musical.
"¡Tonterías!" había sido su único pensamiento en ese momento, y lo seguía siendo ahora mientras empujaba la puerta de un local de instrumentos musicales con una fuerza innecesaria.
La puerta se cerró de golpe detrás de él, llamando la atención de la chica encargada, quien, al verlo entrar, se retiró los audífonos.
—Bienve... —intentó saludar, pero Bakugo no le dio tiempo a terminar.
Sin decir una palabra, él lanzó el volante arrugado sobre el mostrador, aplastándolo frente a ella con una energía que irradiaba determinación. Jiro Kyoka lo miró, visiblemente sorprendida por la actitud del joven rubio.
—Aquí dice que buscas un baterista para tu banda —dijo Bakugo con los ojos encendidos de desafío—. ¡Pues bien, aquí me tienes!
La chica parpadeó varias veces, sorprendida por su agresividad. Sin embargo, en lugar de retroceder, mantuvo la calma y dejó que su sorpresa se desvaneciera lentamente.
—¿Te importaría hacer una prueba? —preguntó, señalando la batería de exhibición que estaba convenientemente dispuesta en la esquina de la tienda.
Bakugo asintió de mala gana, como si todo el proceso le pareciera una pérdida de tiempo. Se dirigió a la batería con pasos decididos, y sin más preámbulos, se sentó y tomó las baquetas con fuerza, listo para demostrar lo que podía hacer.
Con un par de respiraciones rápidas, comenzó a tocar, y el sonido de los tambores resonó por toda la tienda. Sus movimientos eran fluidos y precisos, como si hubiera nacido para tocar. Los ritmos que sacaba de la batería no solo eran intensos, sino que tenían una energía controlada, como si estuviera canalizando toda su frustración en cada golpe. Era claro que no era un principiante; Bakugo tocaba como si la música fuera una extensión de su propio carácter explosivo.
Después de unos minutos que parecieron más largos de lo que realmente eran, Bakugo se detuvo, con los músculos tensos y respirando algo agitado. Se levantó y extendió las baquetas hacia Jiro quien estaba visiblemente impactada.
—Eres... ¡asombroso! —exclamó, casi sin poder creer lo que acababa de escuchar.
—Como si alguien tuviera que decirmelo —respondió Bakugo con arrogancia, dejando las baquetas en el mostrador.
Jiro sonrió, aún sorprendida, pero también divertida por la actitud del joven. Rápidamente, sacó un pedazo de papel y escribió una dirección.
—Lunes, miércoles y viernes, de tres a cinco —dijo, extendiéndole el papel.
Bakugo lo tomó con brusquedad, sin siquiera molestarse en agradecer.
—¡Bien! —gruñó, girándose para marcharse. Sin embargo, antes de salir, se detuvo en la puerta y la miró de perfil, con una sonrisa ladeada y algo petulante.
—Y por cierto, procura no enamorarte de mí. Al primer indicio de una declaración me largo.
Jiro lo miró, completamente desconcertada por el comentario, y frunció el ceño, algo irritada.
—Claro que no. Esta banda es sobre la música, no para buscar pareja —respondió con firmeza, cruzándose de brazos.
—¡Bien! —replicó Bakugo, satisfecho con la respuesta. Sin más, salió del local con la misma determinación con la que había entrado, el papel arrugado en su mano.
Jiro lo observó desaparecer en la calle antes de volver a ponerse los audífonos y regresó a su revista, sonriendo ligeramente ante la extraña pero intensa interacción.
Notas de la autora
Listo el capitulo catorce. Sus comentarios siempre son bienvenidos! Muchas gracias por leer, seguir y darle like. Saludos!
