- . My Hero Academia 180 grados. -

15. Donde Deku, Todoroki, Uraraka y Camie se encuentran en los baños públicos


Midoriya esperaba pacientemente en la esquina de una calle. El cielo ya se había despejado y la luna llena era visible. El clima en general era agradable, aunque ligeramente fresco después de haber estado lloviendo todo el día.

—Siento verte tan tarde Midoriya— dijo Todoroki llegando a su lado —Mi padre me pidió que lo acompañara a la ceremonia funeraria de Recovery Girl. No es que quisiera ir con él, pero mi hermana me recordó que ella me ayudó con la curación de mi herida— señaló su ojo.

—Entiendo. No te preocupes, Todoroki.

Ambos comenzaron a caminar por las calles mojadas.

—¿Y hay algún motivo en especial por el que quisieras venir a estos baños públicos? —preguntó Midoriya, rompiendo el silencio entre ellos.

Todoroki mantuvo la mirada al frente.

—Si, bueno, al menos aquí no seremos interrumpidos por mi padre de nuevo.

—Supongo que mi casa tampoco es ideal para una conversación tranquila. Con mi mamá entrando y saliendo, y ofreciéndote comida todo el tiempo— reconoció Midoriya justo llegando a la entrada del local —Además parece un lugar tranquilo.

—Es lo que dicen las reseñas— respondió Todoroki viendo su celular — Y leí en una pagina que esto es lo que hacen los amigos.

Sin más, ambos entraron.

Esperando que la mujer anciana, que parecía no escuchar del todo bien y que se movía lentamente, los atendiera, y viendo que no había nadie cerca para escuchar, Todoroki continuó su conversación.

—Hoy en la ceremonia... no vi a mi padre acercarse a All Might en ningún momento —comenzó Todoroki con su voz baja—. Tampoco noté ningún rastro de incomodidad entre ellos, lo que me lleva a pensar que mi padre aún no le ha hablado sobre las demandas de Dabi para devolver a mi madre.

Midoriya lo pensó un poco.

—Supongo que tiene sentido, dado que es imposible que tú padre acceda a hacerlo—señaló Midoriya.

—De cualquier manera te agradecería que mantuvieras todo este asunto en secreto a partir de ahora, y eso incluye a tu mamá, a tu amiga de la construcción y especialmente al señor Yagi.

—¿Por qué especialmente él?

El silencio se hizo entre ellos por un momento, roto solo por el sonido lejano del agua caliente corriendo en las tuberías del local. Todoroki recordó el momento en que le había cuestionado sobre su identidad a ese hombre y la luz del poste se había apagado y al volver a encenderse, había desaparecido.

—¿No te parece raro que ese hombre te preste tanta atención? —preguntó Todoroki, su voz llena de sospecha—. ¿No crees que podría tener algún motivo oculto?

Midoriya negó con la cabeza de inmediato.

—Lo dudo mucho. Creo que sólo tiene la fuerte convicción de ayudarme. De alguna forma, cuando lo he visto sonreír me transmite una sensación de confianza. Cómo si me dijera que todo estará bien y me diera ánimos.

Todoroki se quedó en silencio, reflexionando las palabras de Midoriya. Antes de que pudiera responder, la anciana encargada finalmente se acercó, disculpándose por la espera y guiándolos al área de los baños.

...


—No puedo creer que se hayan robado nuestros paraguas. ¿Quién haría algo así?— preguntó Uraraka algo incómoda por la ropa mojada.

—Tal algún chico travieso— respondió Camie sin darle demasiada importancia, pero igualmente escurriendo de agua —Y ese auto que paso no ayudo mucho. Tal vez podríamos darnos un baño— dijo señalando el local del otro lado de calle.

—Creo que será lo mejor antes de pescar un resfriado— estuvo de acuerdo Uraraka.


El vapor suave llenaba el aire, creando una sensación de tranquilidad mientras ambos entraban.

—Qué suerte, parece que somos los únicos aquí —comentó Midoriya, echando un vistazo alrededor. Su voz resonó ligeramente en las paredes de mármol, envolviéndolos en esa sensación de aislamiento acogedor. Se acomodó en uno de los asientos, listo para el ritual de aseo antes de entrar al agua.

Todoroki, que se había quedado en silencio un momento más, finalmente tomó asiento a su lado. El vapor parecía hacer que la seriedad en su rostro fuera aún más intensa. Había algo en la forma en que sus ojos se mantenían bajos, como si las palabras que estuviera a punto de decirle a Midoriya pesaran más de lo normal.

—Entonces, ahora podré decirte lo que quería contarte anoche —dijo Todoroki, su tono bajo, casi distante. Se pasó una mano por el cabello húmedo, el agua resbalando por su frente antes de caer en el suelo. Midoriya lo miró de reojo, percibiendo la tensión que emanaba de su amigo—. No sé cómo vayas a tomarlo, pero... siéntete libre de decirme lo que quieras.

Midoriya dejó el jabón en su regazo, centrando su atención en Todoroki. Recordaba las palabras vagas de la noche anterior. Pero más allá de la curiosidad, lo que más sentía era preocupación por Todoroki, por cómo esto lo estaba afectando.

—Ayer dijiste que es sobre algo terrible que pudo haber hecho tu mamá —dijo Midoriya, con suavidad, intentando recapitular lo poco que sabía—. No me imagino qué pudo haber sido, pero... ¿no sería mejor esperar a que puedas corroborarlo con ella personalmente?

Por un momento el rostro de Todoroki denotó sorpresa, evidenciando que no había pensado en eso.

—¿Y si... nunca vuelvo a verla? — Todoroki hizo puños sobre sus piernas y se le vio afligido.

A Midoriya le impresionó ver que su amigo al fin mostrara indicios de quebrarse un poco, pero decidió no señalarlo y seguir tallándose con el jabón, aún sabiendo que ya estaba más que limpio.

—Tienes que creer que todo saldrá bien, Todoroki —dijo Midoriya, su voz cargada de esperanza y comprensión—. No sé si lo que tengas que contarme me afecta personalmente, pero el simple hecho de que quieras confiármelo me dice mucho. Me dice que eres un buen amigo.

Todoroki quedó pensativo.

...


Camie movía el jabón lentamente por su espalda, dejando que el agua tibia corriera suavemente por su piel. Con una mirada curiosa, se detuvo a contemplarse en el espejo que comenzaba a empañarse por el vapor. Sus dedos se detuvieron sobre su hombro, dejando caer el jabón sin siquiera darse cuenta, mientras observaba su reflejo.

Su cabello, su rostro... la expresión tranquila que había aprendido a dominar para que nadie viera lo que en verdad sentía. Se inclinó un poco hacia adelante, entrecerrando los ojos, intentando reconocer algo familiar en aquella imagen que le devolvía la mirada.

—Ochako —dijo, rompiendo el silencio con una voz suave, pero cargada de algo más profundo—. ¿Alguna vez has tenido la sensación de que no te sientes como tú misma?

Al otro lado del baño, Uraraka, sumergida hasta los hombros en el agua, sintió cómo esa pregunta resonaba en su interior. De repente, los recuerdos de sus recientes sueños volvieron a inundar su mente, especialmente aquellos donde Deku estaba muy cerca de ella.

—Sí —respondió finalmente—. De hecho, lo he sentido recientemente.

Camie desvió la mirada de su reflejo, una leve sonrisa asomándose en sus labios mientras se aclaraba el jabón con agua, dejando que la sensación fresca intentara disipar las emociones confusas que flotaban en su mente.

—Sabía que tú me entenderías —dijo con una sonrisa que parecía reflejar cierta calma en medio de la confusión—. Me alegra mucho que seamos amigas.

—Pero no sé si estamos hablando de lo mismo —dijo, con un rubor suave que se extendió por sus mejillas.

Camie arqueó una ceja, claramente intrigada. Con su habitual gracia, se acercó al borde del agua, inclinándose ligeramente.

—Entonces tú dímelo —le dijo, con un tono que bordeaba entre lo juguetón y lo curioso.

Uraraka sintió un nudo en la garganta. No era una conversación fácil de tener, ni siquiera con alguien como Camie, que siempre parecía tan abierta, pero había algo en el ambiente relajado del baño que le dio un poco más de valor para hablar.

—Camie, ¿tú alguna vez... has tenido un... con un chico...? —La pregunta salió con cierta vacilación, su rostro completamente encendido de vergüenza.

Camie no necesitó más que unos segundos para comprender lo que Uraraka estaba intentando decir. Sus labios se curvaron en una sonrisa pícara mientras se cruzaba de brazos, disfrutando un poco del titubeo de su amiga.

—¿Qué si he tenido un sueño erótico con un chico? —preguntó sin rodeos, dejando que las palabras fluyeran sin ninguna inhibición.

Uraraka abrió los ojos como platos impresionada.

—¡Ah! ¡Lo dijiste! —exclamó, su sorpresa clara en cada gesto.

Camie se rio con suavidad.

—Jajaja, eres muy linda, Ochako —respondió con un brillo divertido en sus ojos mientras entraba al agua con ella, haciendo que pequeñas ondas recorrieran la superficie.

El agua, tibia y reconfortante, envolvió a ambas, pero para Uraraka, la temperatura parecía haberse elevado un par de grados. Su rostro, que ya estaba ruborizado, se intensificó aún más con cada palabra que seguía.

—¿Es la primera vez que te pasa? —preguntó Camie, esta vez con un tono más suave y curioso, como si realmente quisiera entender a su amiga.

Uraraka negó lentamente, su mirada evitando el contacto directo mientras se hundía un poco más en el agua, esperando que esta lograra calmar el ardor en sus mejillas.

—¿Pero es con el chico que te gusta? —insistió Camie, inclinando la cabeza ligeramente hacia un lado, su sonrisa ahora más comprensiva.

Uraraka, sin poder contenerse, asintió. Las palabras se le atragantaban en la garganta, pero no era necesario decir más. El silencio y la expresión en su rostro lo decían todo.

—Pues no le veo nada de malo —Camie cerró los ojos, recostándose contra el borde de la bañera con una actitud despreocupada, como si estuvieran hablando de algo trivial—. Con el primer chico que me gustaba, tuve un sueño en el que usaba un traje negro muy ajustado... lo inmovilizaba en el suelo, me le pegaba mucho por la espalda y le susurraba cosas al oído. Aunque... —se detuvo un momento, soltando una risita— él no se veía muy contento. Eso fue hace un tiempo, así que creo que siempre he sido un poco precoz.

La sinceridad con la que lo dijo sorprendió a Uraraka, quien no pudo evitar ruborizarse aún más al imaginar aquella escena. Camie parecía hablar con una naturalidad que le resultaba desconcertante, pero al mismo tiempo reconfortante, como si ese tipo de confesiones no fueran algo vergonzoso. Era un alivio, una forma de decirle que no estaba sola en esas emociones, aunque sus experiencias fueran diferentes.

Uraraka, sin embargo, meditó un poco antes de responder, buscando las palabras adecuadas, esas que pudieran expresar lo que realmente sentía.

—Gracias por no hacerme sentir rara con esto —dijo finalmente, con una sonrisa suave que se dibujó en sus labios, pero sus ojos mostraban un dejo de vulnerabilidad—. Me tranquiliza saber que no soy la única que tiene estos... sueños extraños. Te agradezco que compartas algo tan personal conmigo.

Se llevó una mano al pecho, tratando de calmar la agitación que aún sentía, pero no pudo evitar que una expresión un tanto triste cruzara su rostro.

—Es solo que... —continuó, su voz ahora más baja— antes creía conocerme. Pensé que, cuando me gustara alguien, los pensamientos que tendría sobre esa persona serían más... nobles. Siento como si no fuera yo misma cuando pienso en él de esa manera, cuando tengo esos sueños. Especialmente porque... —sus ojos se entrecerraron mientras miraba al techo, intentando ocultar lo mucho que le afectaba— él es alguien demasiado dulce y adorable.

—Un chico adorable?—dijo Camie con un tono juguetón— Pues suelen decir que son los que se reprimen más y terminan siendo los más pervertidos.

—¡Deku nunca sería un pervertido! —la voz de Uraraka salió casi sin pensar, un reproche rápido, mientras su rostro se teñía aún más de rojo. La simple idea de imaginar a Deku de esa manera le resultaba completamente imposible.

—¿Deku? —repitió Camie, su sonrisa ampliándose con curiosidad— Qué lindo apodo... —se quedó en silencio un segundo, procesando—. Pero si es un chico normal de quince o dieciséis años y es cercano a ti, seguro que él también tiene bochornos de adolescente.

—¡Imposible! —exclamó Uraraka, incapaz de contener la negación inmediata que brotó de sus labios.

Camie soltó una risa suave, no burlona, sino divertida por la reacción exagerada de su amiga.

—Se ve que le tienes mucha confianza —comentó Camie, mientras miraba sus uñas, como si sus palabras no fueran más que un comentario casual, pero con un trasfondo mucho más agudo.

—Así es —respondió Uraraka con firmeza, aunque su corazón latía con fuerza, como si su confesión de confianza también revelara algo más profundo.

—Está bien. Olvida lo que dije —Camie levantó las manos en un gesto de rendición amistosa antes de comenzar a tirarle agua en la espalda a Uraraka, quien cerró los ojos ante el chorro de agua, agradeciendo el pequeño cambio en la dinámica de la conversación.

Uraraka dejó que su mente divagara por un momento. En su mente apareció la imagen de Deku sonriendo, esa sonrisa dulce y genuina que siempre había admirado. Recordó el momento en que notó por primera vez lo hermosa que era su sonrisa. No. Era imposible que alguien con esa cara tuviera ese tipo de pensamientos, se repitió a sí misma, tratando de disipar cualquier duda que Camie hubiera plantado.

—Si lo piensas bien... —comentó Camie de repente, con una seriedad inusitada— es un poco como deben sentirse algunos villanos. Teniendo deseos o ideas que los perturban, que los llevan a cometer crímenes.

Las palabras de Camie resonaron en la mente de Uraraka, y abrió los ojos, un poco sorprendida por el cambio de tono.

—Pero si alguien no es capaz de contenerse a sí mismo y termina cometiendo un crimen, tendrá que atenerse a las consecuencias —respondió Uraraka, su voz sonaba más firme ahora, con un toque de determinación. Había algo en lo que decía que sentía profundamente.

Camie dejó de tirar agua en su espalda, quedándose en silencio por un momento. Su mirada se posó en su propia mano, que comenzaba a derretirse de manera extraña, como si la textura de su piel se desvaneciera ante sus ojos. Sin embargo, no parecía perturbada, simplemente observaba el fenómeno con una leve sonrisa.

—Solo alguien que haya experimentado algo con suficiente fuerza podría entender lo difícil que es contenerse a uno mismo —susurró Camie, su voz volviéndose un poco más aguda, con un tono que le erizó la piel a Uraraka—. Creo que tú no lo has entendido del todo, Ochako.

La manera en que Camie pronunció su nombre, con esa inflexión peculiar, fue lo que hizo que Uraraka sintiera un escalofrío recorrer su espalda. Giró lentamente, sintiendo una inquietud repentina en el aire.

—¿Camie...?


Midoriya y Todoroki acababan de meterse al agua cuando de pronto escucharon un grito.

—¿Qué fue eso? —preguntó Midoriya, con una mezcla de preocupación y alerta en su voz.

Todoroki levantó la mirada hacia la pared que separaba las áreas, frunciendo el ceño.

—No lo sé —respondió, con su habitual calma, aunque había un brillo de sospecha en sus ojos—. Creo que vino del lado de las mujeres. Escuché algo como "To-ga".

El nombre hizo eco en la mente de Midoriya como una campanada resonante, tan familiar que casi le paralizó por un segundo. Y entonces, como si el tiempo se ralentizara, un recuerdo específico se materializó en su mente: aquella vez en la que caía de cabeza y cuando escuchó a Uraraka gritar el nombre de Toga con desesperación.

—¡Uraraka! —exclamó Midoriya, sus ojos se abrieron de par en par y se lanzó fuera del agua, salpicando con fuerza a su alrededor.

...


El sonido suave del goteo de agua contrastaba siniestramente con el escenario tenso junto a la piscina. Uraraka yacía inconsciente, su rostro pálido, el cuerpo inmóvil como si el alma hubiera abandonado temporalmente su forma. Toga, agachada junto a ella, manipulaba con precisión una pequeña ampolleta conectada a la pierna de Uraraka, su líquido vital fluyendo lentamente hacia el recipiente de vidrio. La sonrisa en el rostro de Toga, llena de satisfacción y una retorcida alegría, era inquietante.

—Lo siento —murmuró Toga en voz baja, casi como si de verdad sintiera la disculpa—. Creo que no le quité suficiente sangre a esa chica la última vez... pero no cometeré ese error dos veces.

La ampolleta continuaba drenando, succionando la esencia de Uraraka, quien no se movía, atrapada en la inconsciencia que la mantenía ajena al peligro mortal en el que se encontraba.

Los ojos de Toga brillaron al observar el flujo constante de sangre, fascinada por el color rojo intenso que se acumulaba en el contenedor de vidrio. Esa conexión con la vida de Uraraka, la emoción que la llenaba al sentirla tan cerca, era una mezcla extraña de afecto y obsesión.

Pero entonces, un ruido desde fuera rompió su concentración. Una voz masculina, llena de preocupación, resonó en el ambiente tranquilo del onsen.

—¿Están bien? —preguntó el chico desde el otro lado —. Escuchamos gritos.

Toga frunció ligeramente el ceño, con una chispa de molestia en sus ojos. Sabía que su tiempo estaba a punto de agotarse. Se levantó lentamente, dándole una última mirada a la sangre que había conseguido.

—Parece que esto tendrá que ser suficiente —murmuró para sí misma, complacida con su cosecha. El frasco brillaba con el líquido carmesí, y una sonrisa se estiró por su rostro.

Luego, giró su atención hacia Uraraka, su expresión cambiando a una mezcla de tristeza y travesura.

—Tal vez... —murmuró, inclinándose hacia el cuerpo inerte de Uraraka— tal vez un poco de desesperación por respirar te haga sentir lo que yo siento, Ochako. Siento que haya tenido que ser así, pero me divertí mucho siendo amigas de nuevo, aunque solo fuera por un tiempo. Bye bye —canturreó, alzando su pierna con una frialdad escalofriante y pateó a Uraraka hacia la piscina con una fuerza precisa.

...


—Nadie responde— confirmó Todoroki.

—Tengo un mal presentimiento. Entraré— dijo Midoriya, apretando los puños.

Cubriendo parcialmente su vista, Midoriya corrió hacia adentro y Todoroki lo siguió.

Los recibió el grito de una chica muy estridente.

—¡LO SIENTO, LO SIENTO! ¡Sólo queríamos saber si estaban bien! — se disculpó Midoriya al momento.

Censurando las partes que no debía ver con sus dedos sobre los ojos, le extrañó ver que la chica que había gritado ahora estaba sonriendo de una forma que le pareció poco natural

—¿Qué veo?! Uno con una cicatriz y otro con moretones! Debe ser un sueño!

—Midorya mira el piso— le susurró Todoroki.

Eran manchas de sangre.

Sumado a la actitud extraña de la chica, Midoriya se olvidó momentáneamente de su pena y se descubrió el rostro.

—¡¿Dónde está Uraraka?!— exigió saber.

—Oh, eres tu! Deku!

—¿La conoces?— preguntó Todoroki y Midoriya negó con la cabeza molesto. El hecho de que lo llamara por su apodo terminaba de confirmar que Uraraka debía de estar por ahí en alguna parte pero no la encontraba con la vista.

—Realmente te le pareces mucho a mi primer amor. Incluso tal vez eres más apuesto, pero creo que te verías más genial si sangraras!— exclamó Toga corriendo hacia ellos con una navaja..

Fue Todoroki quien reaccionó rápidamente, golpeando la muñeca de Toga para desarmarla, pero la chica parecía haber anticipado el movimiento. Con un giro ágil, se deslizó entre ellos, escapando de su alcance.

—Es rápida —reconoció Todoroki, observando cómo se alejaba.

—¡Llámame! —gritó Toga mientras corría desnuda, llevando su ropa en una mano.

—Yo iré tras ella, tú busca aquí a tu amiga— planeó rápidamente Todoroki.

Sintiendo que su corazón corría a mil por hora, Deku siguió observando al rededor hasta que notó las burbujas de aire saliendo del agua.

Sin pensarlo saltó al agua y sacó rápidamente a Uraraka inconsciente y la colocó a lado de la alberca.

—¡Uraraka! ¡Uraraka!— intentó llamarla pero no obtuvo respuesta.

Recordando las notas que tenía sobre resucitación en uno de sus cuadernos, procedió a presionar su pecho, apenas percibiendo que ella estaba completamente desnuda y luego procedió a darle respiración de boca lo mejor que pudo.

—¡Uraraka! — llamó de nuevo casi desesperado al tercer intento.

'No. No podía perderla...porque...!'

Fue entonces que ella sacó el agua que se había depositado en sus pulmones y tosió intentando volver a respirar.

—¡Uraraka! — se alegró Midoriya casi emocionado hasta las lágrimas y procedió a abrazarla

Empezando a recuperar la conciencia, desde el punto de vista de Uraraka, lo primero que vio fue a Deku separándose de ella y recostándola en el suelo. Por supuesto no tardo en percatarse de que ella estaba completamente desnuda y Deku sólo usaba una toalla para cubrirse por debajo de la cintura..

Ambos se miraron a los ojos por un momento.

Desde afuera del local Todoroki miraba en todas direcciones.

—Es demasiado rápida— reconoció de nuevo Todoroki intentando recuperar el aliento, cuando de pronto escuchó el sonido de una fuerte cachetada viniendo del interior.


Notas de la autora.

Listo el capitulo quince. Sus comentarios siempre son bienvenidos! Muchas gracias por leer, seguir y darle like. Saludos!