Disclaimer: Nada de esto me pertenece, la saga crepúsculo es propiedad de Stephenie Meyer y la trama es del webtoon y la novela "La emperatriz divorciada" de Alphatart y con arte de Sumpul, yo solo busco entretener y que más personas conozcan esta historia.
Capítulo 288. Rescate (1)
Edward parecía un poco sorprendido. ¿Por qué se sorprendió? ¿Dije algo que no debía?
—¿Qué ocurre?
No creo haber dicho nada que no debía.
—¿Qué tiene de extraño?
Ante la pregunta directa, Edward levantó una ceja y respondió con una sonrisa,
—Nada. Sólo me sorprende que Reina quiera tomar medidas personalmente.
¿Qué tiene de sorprendente? Nadie se quedaría de brazos cruzados si alguien tratara de tocar a un miembro de su familia. Incluso una persona extremadamente moderada daría un paso al frente para proteger a su familia, pero yo no era una persona tan moderada.
Edward se apresuró a añadir.
—Cuando estaba en el Imperio Oriental, Reina parecía no querer lidiar adecuadamente con esa mujer. Pensaba que ni siquiera quería involucrarse con ella.
—Así es. No quería involucrarme con ella.
Cada vez que me involucraba con Irina, Jasper me culpaba de todo. Al final, no quería ni acercarme a Irina.
Además, mi dignidad tampoco me permitía intimidar a Irina lejos de la mirada de Jasper.
—Pero ahora las cosas han cambiado.
Las cosas han cambiado mucho. Si antes Irina era una concubina sin poder que dependía totalmente del favor de Jasper, ahora era una emperatriz que podía vivir perfectamente sin su favor. Siendo la emperatriz, podía hacer tanto daño como quisiera a mis padres.
Incluso cuando pensaba que era una concubina sin poder, ¿no contribuyó en gran medida para que mi hermano fuera expulsado y Jasper se divorciara de mí? No podía ignorarla.
Edward preguntó.
—¿Tienes alguna idea de qué hacer?
—Haré que no pueda prestar atención a nada más. La mantendré ocupada con sus propios asuntos.
Después de que Edward se fuera, llamé a un ayudante y le ordené
—Encuentra un equipo de comercio que interactúe con la Corporación Oso del Imperio Oriental y trae a la persona a cargo.
—¿Debo traerla de un equipo pequeño o grande?
—De un equipo grande sería mejor.
El ayudante no tardó en traer al líder del equipo adecuado.
—Tengo entendido que interactúas regularmente con la Corporación Oso del Imperio Oriental.
El líder del equipo respondió con cautela porque no sabía la razón por la que había sido llamado.
—Sí, Su Majestad la Emperatriz.
—Tengo un encargo para ti.
—Estoy a sus órdenes, Su Majestad.
—No es nada difícil, así que puedes relajarte.
Cuando le dije que podía relajarse, el líder del equipo se puso más nervioso y apretó las manos con fuerza. Parecía pensar que iba a hacer una petición poco razonable.
Pero realmente no tenía por qué estar nervioso. Tenía un plan en la cabeza para que Irina no pudiera pensar en nada más, y ese plan no perjudicaba en absoluto al líder del equipo.
—Qué debo hacer...
—Cuando comercies con la Corporación Oso, indúcelos a comprobar con detenimiento que los pagarés estén siendo emitidos correctamente y se estén utilizando de forma adecuada. Eso es todo.
Sencillo, ¿no?
—¿Los pagarés?
—Así es. Cualquier excusa que utilices está bien. Puedes decir que has escuchado que las estafas con pagarés falsos se han puesto de moda, o que un equipo de comercio ha sufrido pérdidas significativas a causa de pagarés falsos, puedes asustarlos inventado algo así.
El comerciante tragó fuertemente.
—¿Eso es realmente todo lo que quiere que haga?
—Eso es todo.
El comerciante no esperaba que fuera tan fácil, así que respondió aliviado que lo haría.
El funcionario enviado a Whitemond había regresado al Imperio Occidental e inmediatamente fue a ver a Edward a su oficina para informar de los resultados de su visita sin siquiera ir a tomar un baño,
—Los miembros del equipo están bien. Ellos no causaron ningún problema.
—Entonces ¿por qué fueron detenidos?
Preguntó Edward, apoyando los brazos en el escritorio. Aunque tenía una leve sonrisa, tomó esto como una ofensa.
De hecho, Edward se preguntaba si un pequeño reino como éste habría actuado así incluso si fuera un equipo del Imperio Oriental. La respuesta fue 'no'.
Mirando a Edward a los ojos, el funcionario dijo,
—Desde Whitemond, parece que consideran como una amenaza a Occidente por haberse auto-proclamado un imperio.
Edward frunció el ceño, y sonrió.
—¿Una amenaza?
Era una voz imponente.
El funcionario asintió y explicó cuidadosamente con rapidez.
—Sí. Pensaron que nuestros soldados los invadirían mientras fingían pasar por el puerto disfrazados de comerciantes.
McKenna, que estaba escuchando a su lado, chasqueó la lengua y dijo.
—Ahora que nos hemos convertido en un imperio, debieron pensar que buscaríamos establecer estados vasallos.
Edward murmuró con pesar.
—Hemos sido países aliados durante mucho tiempo, pero actuaron de esta manera con el pretexto de que estaban preocupados. Es realmente una pena.
Los ojos de Edward estaban puestos en el Ministro de Asuntos Exteriores de Whitemond que había venido al Imperio Occidental. El Ministro de Asuntos Exteriores de Whitemond estaba desconcertado y se inclinó rápidamente para disculparse.
—Me disculpo, Su Majestad.
En esta situación, el Ministro de Whitemond se sintió tan incómodo como si estuviera sentado sobre púas, por lo que no pudo evitar juntar las manos con fuerza.
Edward se dirigió directamente a dicho ministro.
—Vuelve a tu país ahora mismo, y asegúrate de que sepan que no dudaremos en tomar nuestras espadas, si Whitemond vuelve a actuar 'de esta manera' hacia el Imperio Occidental.
—Sí. Así lo haré.
Una vez que el Ministro de Whitemond asintió profundamente y salió de la oficina junto al funcionario, Edward se sentó cómodamente con las piernas cruzadas y entrecerró los ojos. Parecía que estaba pensando en algo, pero tenía una mirada de felicidad que no concordaba con la situación.
—¿Qué ocurre, Edward?
—Es difícil volver a confiar como antes en un país aliado que nos ha traicionado. ¿No lo crees, McKenna?
—¿Quieres decir que es difícil confiar en ellos incluso si reabren para nosotros el puerto de Whitemond?
—Así es.
—¿Pero por qué sigues sonriendo, Edward? Parece feliz de que Whitemond nos haya apuñalado por la espalda.
—En serio me veo feliz. —Dijo Edward, mientras presionaba con su mano las comisuras de su boca que se elevaban.
—Sólo pensaba que sería bueno que tuviéramos nuestro propio puerto.
—¿Estás pensando en invadir Whitemond?
—Como te dije. Fueron ellos quienes se asustaron y nos apuñalaron por la espalda. Incluso si esta vez cambian de opinión, ¿qué sucederá la próxima? ¿Cuánto daño podríamos sufrir si nos traicionan de nuevo en un momento más importante?
—Eso es cierto.
—... Por ahora, tendré que hacer los cálculos.
