Su cabeza iba a estallar, el sonido de las burbujas de la pastilla efervescente para el malestar disolviéndose en el vaso con agua qué le había preparado Hermione sólo aumentaron la jaqueca.

—Bebe esto, te hará sentir mejor —dijo Hermione.

—¿Por qué una pastilla hace tanto ruido? —se quejó el rubio.

Hermione rodó los ojos, afortunadamente Draco no se dio cuenta, pues tenía los párpados cerrados, y en su pálido rostro se formaba una mueca qué reflejaba el dolor físico.

—No seas dramático, anda toma —insistió la castaña.

Draco soltó un gruñido antes de aceptar la bebida qué fue ingiriendo lentamente con la ayuda de su amiga.

Con el pasar de los minutos y al culminar la bebida, Draco mejoró notablemente, su expresión era más neutra y el dolor de cabeza disminuyó, además no había vuelto a vomitar.

—Gracias —murmuró el rubio.

—Es un gusto ayudarte Draco, pero no vuelvas a beber así, no solucionará tu vida —aconsejó Hermione.

Draco analizó las palabras de su amiga, sabía qué tenía la razón, no obstante todo lo ocurrido la noche anterior lo llevaron a la pésima idea de embriagarse hasta olvidar su nombre, sin embargo recordaba parte de lo sucedido y dentro de sus borrosas memorias había una qué le llamaba mucho la atención.

En sus recuerdos aparecía Harry, el muchacho discutía con él y forcejeaban la botella de whisky, al parecer no quería qué bebiera una gota más, después todo era muy confuso, pero había algo dentro de todo lo ocurrido qué no lo dejaba tranquilo.

Harry y él estaban muy juntos, podía ver con claridad la tonalidad y el brillo en sus ojos, su aroma a lavanda impregnaba en sus fosas nasales y su calor envolvía su cuerpo…

Draco volvió a la realidad abruptamente, su corazón latía con frenesí, aquel recuerdo debía ser una simple alucinación, un deseo de su interior, pero no había pasado, no era posible…

—Hermione —llamó el rubio a su amiga, si había alguien qué recordara lo último qué hizo anoche era ella.

—¿Qué ocurre? —Hermione entró de prisa a la habitación de Draco con expresión de susto.

—¿Qué pasó anoche en la fiesta? —preguntó de pronto.

Para su sorpresa Hermione soltó una risa divertida antes de responder.

—Hubo varios acontecimientos —respondió Hermione—, ¿recuerdas algo en especial? —preguntó con una sonrisa pícara.

—No, es decir, es confuso hasta cierto punto —la piel de Draco ardía, su tono pálido fue sustituido por un carmesí intenso.

—Sí lo recuerdas ¿para qué me lo preguntas? o mejor dicho, ¿por qué no lo aceptas? —cuestionó la chica, observando a Draco con una ceja levantada.

—No me gusta Harry —remarcó el rubio.

—Repítelo hasta qué te lo creas —Hermione se río, pero Draco no le veía lo gracioso por ningún lado.

—Hermione tú sabes qué… —comenzó el rubio, pero Hermione lo interrumpió.

—Draco, ¿Hasta cuando vas a mantener el pasado en tú nuevo presente? ¿En qué momento te darás cuenta de todo lo bueno qué te ha dado la vida hasta ahora? —cuestionó Hermione.

La chica caminó hasta la orilla de la cama y se sentó a su lado antes de continuar:

—Eres el único qué no se ha dado cuenta de lo afortunado qué eres al comenzar de cero, empezando por la libertad qué tanto anhelabas y a pesar de lo ocurrido la vida te está dando una segunda oportunidad para ser feliz, sabes a lo qué me refiero —expresó Hermione.

—No sé si algún día logre superar todo el pasado…

—Sí no lo haces es por qué no quieres y entonces ¿Qué caso tiene qué estés lejos de tú familia y de tú padre si vas a seguir actuando cómo si continuaras atado a ellos? —cuestionó su amiga.

Draco no tenía idea de cómo responder, ella tenía razón, si quería avanzar tenía la obligación de olvidar todo suceso qué lo había llevado hasta ahí.

—Tengo miedo —confesó el rubio, y una lágrima rodó por su mejilla pero se apresuró a limpiarse.

—No lo dudo y sé qué no vas a olvidar lo qué pasó de la noche a la mañana pero deberías intentarlo, al menos haz un esfuerzo, no lo desperdicies Draco —aconsejó Hermione.

Draco sonrió con tristeza y abrazó a su mejor amiga qué consideraba su hermana de otra madre.

—Gracias, prometo qué lo intentaré —murmuró el rubio.

Al apartarse la chica le miró con una sonrisa comprensiva en los labios.

—Y dime, ¿Te gusta Harry? —preguntó.

Draco se ruborizó ante la repentina pregunta y desvió la mirada de su amiga. Si lo negaba sería peor, además no descansaría hasta sacarle la verdad y no tuvo más remedio qué mover la cabeza en un gesto afirmativo.

—¡Lo sabía! —dijo Hermione con entusiasmo.

—¿Y sí a él no le gustan los hombres? —preguntó ligeramente decepcionado.

—Draco, si estuvieras más atento a lo qué pasa a tú alrededor te habrías dado cuenta de cómo te mira y cómo actúa cuando está contigo —dijo.

—¿Y qué se hace en estos casos?

—Ustedes son amigos, ¿no? —preguntó la chica.

—Eso creo —mintió.

—Podrías llamarlo para agradecerle el habernos traído a casa, es un buen comienzo —sugirió.

Draco sonrió y observó a su amiga de mejor ánimo.

—Gracias

—Con mucho gusto —la chica se levantó de la cama, giró sobre sus talones y caminó hacía la salida, pero antes de abandonar la habitación se detuvo en el marco de la puerta y añadió—: Harry no ha parado de llamarme para preguntar por ti

—¿Y por qué no me lo habías dicho? —preguntó sintiéndose ofendido.

—Tenía qué estar segura de tus sentimientos por él —Hermione salió de la habitación soltando una sonora carcajada.

Draco no sabía cómo sentirse ahora qué Hermione estaba enterada de su repentino enamoramiento por Harry.

La mano de Harry temblaba, no recordaba haber sentido tal nerviosismo alguna vez, quizá por qué nunca se había enamorado de verdad, lo suyo con Romilda había sido intenso al principio, pero al pasar de los días la relación se basó en los éxitos de Harry, y él no sabía cómo hacerle entender a su novia qué su prioridad eran sus estudios, ya después vendría el trabajo, pero la chica era insistente con el tema, sobre todo cuando le contó qué su padre y su padrino serían socios de un nuevo negocio qué pensaban franquiciar, sin embargo al no obtener una respuesta clara de parte de Harry, Romilda lo dejó y nunca más volvió a saber de ella, cosa qué agradeció.

Pero ahora todo era diferente, Draco le causaba un montón de cosas qué eran nuevas para él, cómo el nerviosismo, la admiración, comprensión, atracción física, protección, y qué entre más conocía al rubio, más se hacían presentes.

Harry se preguntaba si le llamaba para aclarar sus dudas respecto a la noche anterior o ¿le reclamaría por eso?, ¿estaría furioso?, ¿le habría gustado besarlo sino los hubiera interrumpido Cedric?.

Con un sin fin de preguntas más y antes de qué el teléfono dejará de sonar, tomó la llamada.

—¿Hola? —contestó Harry.

—Hola Harry, llamo para agradecerte el haberme traído a casa anoche, estaba muy borracho y no lo habría logrado sin tu ayuda —dijo el rubio.

El corazón de Harry palpitaba con frenesí, su nerviosismo aumentaba con cada palabra dicha por Draco.

—Lo dice con todo gusto —respondió—, ¿cómo te sientes?

—Terrible, la cruda me está haciendo efecto pero Hermione me está cuidando muy bien —comentó Draco.

—Me alegra, estaba muy preocupada, fue una suerte qué Ron y yo los ayudáramos a llegar —dijo Harry.

—No me siento orgulloso y quiero ofrecerte una disculpa por tan bochornoso momento —Draco soltó una risa y Harry le siguió.

—No pasa nada, no te preocupes —aseguró Harry—. Deberías comer algo y tomar un café bien cargado

—Lo haré en cuanto me sienta mejor —dijo—, oye, ¿discutí con Diggory?

Harry no sabía cómo responder, todo lo relacionado con la pelea había resultado poco favorecedor para él, además si Cedric comentaba algo estaría perdido, sus sentimientos saldrían a la luz y seguramente Draco no lo querría volver a ver, pero era un riesgo qué estaba dispuesto a enfrentar, no tenía muchas opciones.

—La verdad sí —confesó el azabache.

—No recuerdo qué pasó exactamente, sólo qué lo insulté —dijo.

—Sí, pero es mejor qué hablemos de esto cuando te recuperes, además no creo qué Cedric deje las cosas así, y tienes qué saber por mí lo qué ocurrió —dijo Harry.

Harry tenía sentimientos encontrados, no quería romper su extraña amistad con Draco pero su estabilidad emocional estaba en juego, no obstante si tenía qué confesar lo qué sentía por él, lo haría, no le importaba no ser correspondido.

—Me estás asustando —confesó Draco.

—Es complicado, pero hablaremos del tema cuando sea el momento, por ahora es mejor qué descanses —dijo Harry.

—Está bien, te busco el Lunes, cuídate y gracias por todo

—Gracias a ti por llamar —contestó Harry con nerviosismo—, nos vemos, hasta luego

Y colgó.

—Sí qué eres un idiota Harry Potter —se lamentó Harry.

A un par de kilómetros del hogar de Harry, un chico rubio sonreía ampliamente, tal vez el nerviosismo de Harry al hablar con él le confirmaban qué sus sentimientos eran correspondidos.

Harry no había logrado pegar el ojo durante un buen rato, la última vez qué había visto el reloj sobre la mesita de noche marcaban las 2:40 de la madrugada. Decidió no mirar más la hora y se quedó observando el techo blanco de su habitación, dejando fluir sus pensamientos hasta qué sus párpados se cerraron y al fin se quedó dormido.

Un estrépito sonido fue lo qué le obligó a abrir los ojos, sentía los párpados amarrados a dos piedras qué le impedían abrirlos.

Harry giró sobre sí mismo para apagar la alarma qué sonaba cada vez más fuerte, una vez logrado el objetivo dejó caer su brazo en la orilla de la cama, sus dedos rozaban con el suelo, el muchacho no tenía intención de abrir los ojos, mucho menos de levantarse. Transcurrieron varios minutos cuando volvió a ser consciente de lo qué pasaba a su alrededor y escuchó una voz masculina diciendo su nombre con preocupación.

—Harry, despierta, se te hará tarde —dijo su padre zarandeándolo del hombro.

El muchacho soltó un gruñido y volvió a girarse, quedando boca arriba.

—Tienes poco tiempo hijo, es hora de ir a la universidad.

Harry abrió los ojos de golpe, intentó levantarse pero se mareó y volvió a recostarse.

—¿No dormiste bien? —preguntó James.

—No —murmuró.

El chico se tomó cinco minutos para respirar y lograr despertar, su reloj marcaba las 6:35 AM, lo único qué podía hacer en ese instante era tomar una ducha y cambiarse antes de partir al campus.

—Te llevaré a la universidad, Sirius te dará tú coche mañana, anda, vamos —alentó su padre.

Harry se levantó y fue directo a la ducha, siendo guiado por su padre. Después de recibir el agua fría en su rostro y el resto de su cuerpo se sintió mejor, se arregló rápidamente y a las 7:00 AM estaba colgándose la mochila en el hombro y despidiéndose de su madre mientras ella le decía qué no olvidará ponerse suéter.

De camino a la universidad Harry texteo a Ron, pidiéndole de favor pasar por sus cafés habituales y qué él los invitaba.

—Un capuchino y un latte de vainilla grandes, por favor —ordenó Ron.

—¿Y ese milagro qué vienes sólo? —preguntó Ginny registrando el pedido.

—Harry viene tarde, llegará directo al salón —informó el pelirrojo.

—Qué raro siempre es muy puntual, más qué tú —puntualizó Ginny con intención.

El pelirrojo rodó los ojos y se limitó a bufar.

—Tengo prioridades —se defendió Ron.

—Seguir roncando como tractor —se burló Ginny—, deberías de aprender a mi, todos los días mi despertador suena a las 5:30 AM y salgo de casa después de las 6:00 de la mañana

—Es por qué Bill pasa por ti, en cambio papá tiene qué traerme —puntualizó Ron.

—Si te levantaras más temprano nos traería a los dos —objetó Ginny recibiendo los billetes qué le tendía Ron para realizar el cobro.

—Eso no va conmigo —dijo Ron.

Ginny se río y Hermione no pudo evitar reírse también, no obstante no hizo ningún comentario.

Draco fue quién había prestado suma atención a los motivos por los cuales Harry no había llegado en compañía de su mejor amigo por el habitual latte de vainilla. Por un instante creyó qué lo evitaba, y al haber recordado que estuvieron a punto de besarse, todo le encajaba, tal vez de eso quería hablar con él pero al último momento se había arrepentido, no obstante no dejó de preocuparse cuando supo qué venía tarde, pues cómo bien dijo Ginny: el chico de ojos verde brillante era muy responsable y puntual.

—¿Preocupado por Harry? —preguntó Hermione, dejando el pedido para Ron.

—No —mintió Draco.

Hermione soltó una risa falsa y le ayudó a su mejor amigo a preparar los cafés.

Al entregarle el pedido en una charola de cartón, Ron observó a Draco con vergüenza al recordar lo sucedido en el pub el fin de semana.

—Quiero disculparme por mi actitud contigo —dijo Ron, su piel blanquecina tomó un fuerte color carmesí.

—No pienso recordarlo así qué, queda olvidado —respondió Draco.

—No debí comportarme así, fui un idiota —se disculpó de nuevo.

—En eso estamos de acuerdo —musitó Draco, no obstante Ron no respondió, sabía qué merecía el insulto.

—Bien, eso era todo, con permiso —dijo Ron, tomando la charola de cartón, dispuesto a irse, sin embargo Draco le detuvo.

—Espera, ¿Podrías decirle a Harry qué nos veamos al terminar mi turno para hablar…? —dijo—, del proyecto, es qué no puedo usar mi celular ahora —añadió medio segundo después, tratando de disimular.

—Con eso quedamos a mano —respondió Ron con los cafés ya en sus manos y se despidió de las chicas.

—De actor te mueres de hambre Draco —dijo Hermione.

Draco la miró mal pero aceptó el ticket con el siguiente pedido.

Harry esperaba junto a la salida de los empleados de la cafetería en compañía de Ron a Draco, mientras le contaba el por qué no había llegado puntual cómo siempre.

—No podía dormir y cuando al fin lo hice no faltaba mucho para levantarme —comentó Harry.

—El insomnio es horrible —musitó Ron.

Harry asintió, no tenía idea de cómo continuar aquella conversación sin ocultar lo qué le estaba pasando, Ron era su mejor amigo desde su primer año en la Universidad central de Londres y tenía dudas sobre cómo tomaría los recientes sucesos en su vida, específicamente de sus sentimientos por Draco, mentiría si no aceptara qué tenía miedo a su reacción, pero eso lo aclararía después, necesitaba hablar con el rubio y poner las cartas sobre la mesa, lo cuál podría resultar positivo o negativo para él, y tenía la impresión de no soportar un dolor tan abrumante.

Ante la batalla de pensamientos de Harry, vio salir al rubio en compañía de Hermione y en ese instante Ron miró en su dirección, percatándose de lo mismo.

El rubio platicaba sobre algo con su amiga muy de cerca y en voz baja, evitando así ser escuchados y no es qué él fuera entrometido, sólo quería calmar sus dudas.

Draco y Hermione guardaron silencio al llegar con ellos, la castaña le pidió a Ron un momento a solas para hablar sobre el proyecto, el chico se despidió de Harry y Draco antes de alejarse con Hermione.

—¿Vamos a las palapas? —preguntó Harry.

—No, mejor a un lugar más privado —dijo el rubio.

Harry asintió un poco confundido y lo siguió.

Caminaron por el amplio campus hasta llegar al edificio abandonado qué nadie pisaba, a menos qué desearan arrumbar cosas viejas.

—Aquí nos molestarán —dijo Draco.

—Bien, lo qué necesito decirte es qué… —comenzó Harry.

Las manos de Harry sudaban, su corazón martilleaba velozmente, no sabía por dónde empezar, optó por ordenar un poco sus ideas en cuanto al recuento de los hechos antes de continuar:

—...el día de la fiesta todos estábamos por nuestro lado, y cómo es costumbre estuve con Ron, luego se nos unió Neville, Luna y Ginny —comenzó Harry—, bebimos un poco y cuando la ronda de cervezas se acabó Ginny fue a pedir más pero ella no regresó pronto, en ese rato Luna insinuó qué Ginny estaba interesada en ti, después los vimos besándose y antes de qué hiciéramos algo para impedirlo, Ron se fue directo hacía ustedes hecho una furia…

Draco soltó una risa irónica tras recordar el momento.

—...Neville corrió a separarlos, después llegó mi primo junto a Theo para ayudar y decidí no meterme por qué al fin y al cabo ya habían controlado la situación, y no me necesitaban, después salí a tomar aire y terminé en el balcón debatiendo con mis pensamientos —explicó Harry.

—¿Sabes lo qué le dije a Ginny cuando hablé con ella? —preguntó Draco, interrumpiendo el relato.

Los nervios de Harry se crisparon, él conocía la respuesta pero no sabía si quería exponerla.

—Mencionaste algo cuando hablamos en el balcón pero estabas muy tomado —respondió Harry.

Draco tomó aire y se dio valor para decir lo siguiente:

—Le confesé qué no podía tener algo con ella porque soy gay —confesó el rubio.

A pesar de qué Harry ya lo había escuchado de su propia voz, esta vez era diferente por qué Draco no estaba borracho.

Pero antes de qué Harry dijera nada, una voz ya familiar para el rubio se escuchó a espaldas de Harry, Draco no tuvo más qué apartar la vista del azabache para encontrarse frente a frente con Cedric.

—¿Ya se están declarando su amor? ¿ese estúpido sentimiento qué dicen tener uno por el otro? —reclamó Cedric—, Harry, ¿Cuándo vas a entender qué debes amarme a mi y no a él…

Harry giró sobre sus talones, encarando al idiota de Diggory, por el contrario Draco no se quedó en su lugar y rodeó a Harry, quedando en medio de los dos, era hora de hablar de frente con Cedric y decirle sus verdades, sin importar las consecuencias qué tendría.

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¡Hola! estamos aquí un día más publicando, muchas gracias por el apoyo brindado, es muy importante para mi, además es un placer qué me lean 3 La situación va tomando forma pero cómo vemos parece qué Draco y Harry no tendrán el camino fácil ni libre para ser felices, ¿o sí? ¿creen qué Cedric se quede de brazos cruzados?, además nos falta un poquito más de drama ¿no creen?, todavía faltan cosas qué aclarar y sentimientos por exponer qué ya veremos cómo va tomando su curso la situación. Muchas gracias por leer, nos vemos en la próxima 3 Ale 3