Nuevamente, aquí estamos. Algunas cosas han cambiado en este lado del fandom, pero tampoco es que me haya ceñido a él cuando escribía de forma más recurrente; honestamente, alrededor de los años, estas historias han menguado en mi cabeza desde que quise escribirlas hace taaaanto tiempo. Y aunque por una cosa u otra me ha resultado más difícil escribirlas, por fin las traigo para ustedes. Espero que me acompañen en este breve viaje, que quizá sea el último, quién sabe. Que lo disfruten.


1. Primer día de novios

Probablemente una de las cosas que más los limitaba, era la diferencia de edad. A diferencia de su hermano, Spike, aunque tenía 17 años, no daba la apariencia de ser mayor. Bueno, quizá un poco más que Apple Bloom, pero definitivamente no mayor a ella, por lo que ir al billar cercano a su granja no era una muy buena idea. No para una relación como la suya, y menos en un lugar que solían frecuentar algunos de sus familiares.

Por lo que decidieron visitar un local de arcades en el centro de Canterlot. Aunque a ella le dio mucha gracia entrar a un lugar donde sólo había festejado un cumpleaños suyo, cuando era niña. Al voltear, sin embargo, vio que el rostro se le iluminó a Spike. Aquello sí que no lo esperaba, y por lo mismo, no pudo sino sentirse un poco apenada.

—Twilight me traía mucho a este lugar cuando era niño —dijo con voz emocionada—. Bueno, sé que no estaba en los planes, pero siempre podemos divertirnos.

—Pues podrías empezar enseñándome cómo se juegan estos cachivaches, porque fuera del tiro al plato, nunca toqué una de estas cosas en toda mi vida.

—Será todo un placer, pero vamos a uno que te sea familiar.

Spike la tomó de la mano y la llevó hasta la mesa de air-hockey en medio del local. Por un momento AJ pensó lo ingenua que fue al suponer que Spike no tendría una tarjeta para poder jugar.

Aunque la granjera pensó que sería como caminar en el parque después de todas las competencias que tuvo con Rainbow Dash. No contaba con que el chico anotaría el primer punto. Y los dos siguientes.

—¡Oye, esto no es justo!

—No subestimes a los nerds, granjerita.

—Ah, ¿quieres que me ponga ruda?

—Avísame cuando lo hagas.

AJ definitivamente supuso que lo subestimó al mirar el aplomo con el que dijo aquello. Tras varios minutos incluso tenían a algunas personas viendo el juego, que finalmente la granjera terminó por empatar. Cuando estaban 9-9 se miraron con una sonrisa desafiante.

—¿Lista para rendirte?

—Ni pensarlo.

Y continuaron con su juego. Era todo o nada y ninguno se dejaría vencer.

Applejack sonó el claxon por tercera ocasión, y al cabo de unos segundos vio que Rarity salía de su departamento. La camioneta se puso en marcha mientras la modista le daba unos retoques a su maquillaje.

—Rarity, no quiero ser grosera, pero también debo pasar por Twi en un rato más y sabes lo maniática que es con el tiempo.

—No puedes apresurar la perfección, cariño. Y para triunfar hoy, debo tener un maquillaje per…

Aunque agradeció el silencio, no pudo evitar voltear a verla, pero desvió la mirada cuando notó el objeto de interés de su amiga.

—¿En serio, Applejack? ¿Unos dados de peluche en el retrovisor?

—Oh, eso —dijo aguantando la risa—. Son un regalo de consolación, me los dieron este fin de semana.

—¿En qué lugar te premian con unos dados de peluche?

Applejack no contestó, simplemente metió más su membresía del "Área Súper Súper Divertida" en el tarjetero de la camioneta. A veces le fascinaba la poca atención que Rarity le prestaba a esos detalles. Y todo estaba en la magia de las palabras. Era un bonito recuerdo de su primera cita con Spike.

—Es un buen regalo —dijo Applejack.