Los personajes no me pertenecen son creación del gran Akira Toriyama. La trama e historia si son idea original mía.
Dime dónde has ido, dónde esperas en silencio, amigo. Quiero estar contigo y regalarte mi cariño, darte un beso y ver tus ojos, disfrutando con los míos hasta siempre ¡Adiós, mi corazón!
Ven, te quiero hablar, vuelve a caminar. Vamos a jugar al juego en el que yo era tu princesa, ven, hazlo por mí, vuelve siempre a mí... — París, La oreja de Van Gogh
Planeta vegetasei
Kakaroto llegó como cada día buscar al príncipe Vegeta desde hacia un año atrás cuando por fin había sido aceptado en el escuadrón de elite.
En un principio debido a su mediocre poder de pelea le habían informado que lo enviarían a una misión, sin embargo después de mucho entrenamiento por parte de Bardock su poder había ido incrementando considerablemente, su padre había sido bastante más duro con él de lo que había dijo con Radditz, debido no solo a que su nivel era mas bajo, y su poder de pelea inferior, sino también porque su carácter se asemejaba al de Gine y eso lo hacía a veces demasiado afable e incrédulo y en el mundo de los saiyajines eso no era bueno; Considerando que su padre era el capitán del equipo élite que custodiaban al rey; aun así debido al progreso constante que había tenido lo habían por fín asignado al escuadrón elite que practicaba con el joven príncipe.
Tocó la puerta de la habitación de Vegeta pero nadie contestó, —tiene mas de una hora que se ha levantado y ha comenzado a entrenar—comentó Caulifla mientras avanzaba acercándose a Kakaroto, él la saludó afable como siempre, muchos opinaban que ellos hacían linda pareja, aunque la realidad es que ningún de los dos había mostrado interés romántico por el otro, aunque en efecto a la hora de pelear ambos disfrutaban el combate contra el otro, eran bastantes buenos oponentes.
—Hoy el principe no está de buen humor— continuó Caulifla, y el hijo menor de Bardock se rió, — mejor dime cuando Vegeta está de buenas—
En efecto el carácter del principe saiyajin se había hecho mas agrio que antes, y todo había sido desde que hacía dos años había salido de excursión con Nappa y Radditz, desde entonces se había vuelto más temperamental y mas de un saiyan terminaba sumamente malherido por su humor cambiante, varios le temían.
Vegeta se hallaba en ese momento en combate salvaje con Radditz y Nappa, habían pasado 2 años desde la última vez que miró esos ojos azules y aun lo perseguían en sueños, dos malditos años sin saber de ella, y cada uno de esos días había sido una tortura, y eso lo enfurecía.
Ella era una criatura tan preciosa y frágil como una flor, pero sin ningún poder de pelea ni fuerza, y por tanto no pertenecía al tipo de razas en el universo que podrían gobernar, y aun así cada noche desde que se subió a la nave que lo trajo de regreso a su mundo no había dejado de ensar en ella, en esos grandes ojos azules y en la promesa que le hizo.
Tenía frente a él a los otros dos saiyans, Nappa quien le llevaba 6 años ahora tenia 19 y radditz que le llevaba 3, tenía ahora 16, y aun así sabía que podría llegar a vencerlos.
Su malhumor se hizo presente al volver por décima vez a pensar en ella en menos de una hora, realmente odiaba esa situación y mas al escuchar la voz de Kakaroto, el hermano menor de radditz y dos años menor que él, quién lo irritaba demasiado debido a el mocoso había ido mejorando a pasos agigantados y técnicamente estaba al nivel de su hermano mayor y de Nappa, y eso no le gustaba para nada, ahora tenía que soportarlo.
Siguió entrenando con ellos, pero su mente no estaba ahí, estaba en aquel insulso y bobo planeta llamado Tierra, y escuchar la voz de kakaroto interrumpiendo lo hizo salir de esa fantasía en donde quería estar, así que, harto de todo comenzó a golpear a Nappa y a Radditz duramente hasta dejarlos noqueados, y siguió con el causante de su malhumor.
—Vegeta espera esto solo es un entrenamiento amistoso— dijo el amable saiyan mientras recibía otro puñetazo bastante agresivo del principe saiyajin. Tooma que estaba supervisando el entrenamiento de los jóvenes detuvo al peliflama —Es suficiente alteza—
Pero éste se hallaba más que furioso, ese día se cumplían dos malditos años de no verla y ya no podía más, quería ver a la chiquilla que juraba que eran amigos, le intrigaba saber si ella había cambiado algo o seguía siendo tan adorable e irritante como siempre. Y eso le enfadaba, el era el príncipe de los saiyajines no debería querer verla, no debería pensar en ella.
Debió ser capaz de volar ese maldito planeta y matar a esa tonta niña... pero incluso pensarlo le hacía mal... y eso era demasiado vergonzoso de aceptar, que él Vegeta IV, el gran heredero del trono de Vegetasei se preocupaba por una criatura de raza inferior.
Así que siguió golpeando al otro saiyan y aunque Kakaroto había mejorado mucho sus artes, todavía no era lo suficientemente fuerte para ganarle y menos si se hallaba tan enojado.
Fue Tooma, el maestro de todos ellos y uno de los guerreros élite que era parte del mejor equipo y que era de los pocos afortunados que entrenaban con el rey quien lo detuvo — ¡He dicho suficiente alteza!—
En días recientes el príncipe saiyajin había estado más irritable de lo normal y eso ya había sido notificado por Tooma incluso por Bardock al rey, este día sin que el principe lo supiera su padre estaba ahí para observar su progreso.
Vegeta III vio con orgullo a su hijo, aun era joven pero era muy prometedor, — Basta Tooma suéltalo— comentó de pronto el rey, los compañeros de combate del príncipe en cuanto vieron al rey, a pesar de estar malheridos y en el suelo se esforzaron para pararse y hacer una apropiada reverencia — Majestad— dijeron todos.
Vegeta en ese momento volteó —Padre... que honor — fue todo lo que dijo, y con amargura pensó que en otro tiempo que su padre asistiera a verlo entrenar sería lo mejor que le podría pasar... pero ahora... ahora solo quería poder tener una excusa para salir de viaje y romper la promesa que se hizo así mismo: De cuidar de ella y para eso debía no volver a verla jamás... Por que el mundo de Vegeta era un mundo de guerra y de conquista, tan diferente de ese insulso planeta donde la paz reinaba, donde ella era feliz.
—Pelea conmigo cachorro, veamos cuanto has mejorado— decía su padre retándolo. El príncipe saiyajin era aun más orgulloso que su padre y que el rey todavía lo tratase como a un niño no le sentaba nada bien. Le dio una sonrisa torcida, aceptando así su reto y la pelea comenzó...
El monarca debía de aceptar que el crío peleaba bien, aun así le falta resistencia, si bien su desempeño había crecido bastante, aun no estaba en el nivel que él esperaba y en forma rápida y brutal se lo hizo saber, golpeado sin piedad hasta que su hijo no pudo levantarse mas y solo pudo escupir sangre mientras estaba bastante malherido en el suelo.
— Has avanzado bastante cachorro, pero aun eres un crío, debes mejorar tu resistencia aun más— fue todo lo que dijo su padre para darse la vuelta y comenzar a caminar a la salida de la zona de entrenamiento, antes de retirarse completamente dijo — Cuando hayas ido a que te te curen las heridas, ve a mis aposentos— y después de decir eso se retiró del sitio.
Bulma miraba como cada noche las estrellas, aun recordaba que en una de las noches que pasó con su amigo, Vegeta le había indicado las coordenadas donde se encontraba Vegetasei, a simple vista no se podía ver, pero con un telescopio lo hacía, últimamente la astronomía y desarrollar naves espaciales era su hobbie.
A los 10 años justo cuando el resto de las niñas de su edad seguían jugando con muñecas, ella se dedicaba en cuerpo y alma a intentar desarrollar una nave que le permitiera viajar. En su mente tenía una idea fija: Si Vegeta no venía en los próximos años, ella iría a buscarlo.
Él le había prometido que la iría a ver y eso aun no pasaba, así que la pequeña e hiperactiva niña prodigio estaba enfocada en desarrollar la aeronave perfecta. Sus padres que la veían tan decidida la apoyaban, sabían que era algo que tomaría años y tal vez para ese momento ella ya habría olvidado al extraño muchacho del espacio.
Vegeta llegó al recinto que era la habitación de su padre, quién desde que su madre había fallecido años atrás, había decidido no volver a casarse, prefirió mantener varias concubinas, todas ellas eran parte de un harén. Vegeta había preferido no opinar con respecto a la decisiones de su padre, después de todo ninguna e esas mujeres era sometida o violentada, todas ellas acudieron y aceptaron ser parte del harén del rey por propia voluntad.
La concubina favorita actual era de un planeta conocido por tener mujeres de belleza admirable, a donde muchos saiyan iba a divertirse, la mujer era preciosa, su tono de piel era de un verde suave casi pálido, y su cabello rubio era simplemente magnífico.
Se notaba que estaba mas que enamorada del rey de Vegetasei, pero éste aunque la trataba en una forma espléndida se notaba que no la amaba ni a ella ni a ninguna otra.
El principe Vegeta se sentó mientras esperaba a que su padre decidiera hablar, realmente no le importaba si dejaba a la mujer ahí... como se ¿llamaba la actual favorita? ¿Min? ¡Lin? Alleen... sí ese era el nombre de la mujer del planeta fez, planeta que estaba bajo el dominio de los saiyajines.
—Necesito hablar con mi hijo, vete a descasar— indicó en forma educada pero seca el rey, ella le sonrió y se acercó a despedirse, —Como ordenes majestad— mientras daba una reverencia.
—Buenas noches majestad, principe...— se despidió de ambos y la mujer se retiró. Y aun cuando no se metía en las relaciones de su padre le generaba un disgusto enorme.
Muchas de esas mujeres incluida esa mujer que acababa de salir, intentaban ganarse el favor a largo plazo del rey por medio de sus hijos, al menos lo intentaban con el pequeño Tarble, a él las que eran inteligentes lo dejaban en paz o terminaban llorando.
Jamás les había faltado el respeto, su padre a pesar de ser uno de los seres mas sanguinarios y salvajes en la pelea, le había inculcado el respeto por ellas, pues con las mujeres de su harén era bastante protector y era por eso que todas ellas estaban enamoradas de él, aun cuando él no amara a ninguna de ellas, todos los que lo conocían sabían que la lealtad por una mujer había muerto cuando la madre de los príncipes falleció.
—Ultimamente no has salido de viaje a entrenamientos y no entiendo porque... El año pasado saliste algunas pocas semanas pero regresaste muy pronto, si quieres mejorar deberás tener entrenamiento en el campo de batalla, irás a estos planetas— transfirió la informacion de los planetas y en que sectores de la galaxia estaban, —en varios de esos planetas hay cierto grupos rebeldes que necesitamos eliminar, una vez que acabes puedes ir a algunas otras misiones si así lo decides...—
El principe Saiyajin sabía que su padre tenía razón, pero odiaba aceptar que era cierto que estaba por debajo de donde debiera en su nivel —Aceptaré con la condición de que en este viaje vaya solo...— fue su simple propuesta.
Su padre lo miró y alzo una ceja, era extraño que su hijo no quisiera llevar a sus esbirros con él.
Suspiró cansado, su hijo empezaba a entrar poco a poco a la adolescencia y cada vez se le rebelaría más, era la ley de la vida.
—Puedes irte tu solo en una nave, y tus compañeros en otra nave, pero te acompañarán...— Decía cansado el rey intentando llegar a un acuerdo con su obstinado hijo.
Vegeta no era ningún tonto, su padre estaba de buenas y era mejor tomar el trato ahora a que al rato lo mandara junto con el resto de idiotas en la misma nave, así que aceptó.
Había evitado salir porque el año anterior que lo hizo, casi flaqueo en su determinación, estuvo a nada de ir a verla y eso no era algo propio de un ser como él... No.
Mientras viajaban Radditz no paraba de parlotear y Nappa solo se reía de sus tonterías, podía escucharlos desde el comunicador, así que lo apagó para no saber de ellos, solo les informó en que sitio se verían para planear la estrategia.
Llegaron a un asteroide de gran tamaño, cercano al planeta que debían de purgar de la rebelión, las órdenes de su padre eran claras: debían exterminar a los rebeldes, pero el resto de la población no deberían ser masacrados, ese era un importante pueblo minero, entendía la urgencia de su padre porque esos rebeldes fueran masacrados, sobre todo porque habían tomado como rehenes al pueblo que trabajaba uno de los yacimientos mineros mas grandes e importantes de dicho planeta. Ahí Vegeta hizo toda la estrategia:
— Porque siempre me toca estar alejado de todos— Se quejó Kakaroto, Vegeta le dio una mirada furibunda.
— Sigue quejándote y regresando te sacaré del
equipo—
Radditz solo se rió de su hermano, Vegeta podía ser muy malhumorado si lo fastidiaban demasiado y su hermano era experto en sacarlo de sus casillas.
Ya habían acabado con otras tres misiones y esta era la más grande de todas, Nappa, Radditz y Kakaroto, descendieron a ese planeta de tonos de un azul cobalto, la misma tierra era de color azul y el pasto era de un rojo fosforescente, dándole una apariencia siniestra al lugar, rápidamente sobrevolaron el lugar sin que los vieran los rebeldes.
Los rebeldes habían arribado una semana atrás y la milicia del lugar había sido ineficaz en erradicarlos, Vegeta les enseño rápidamente donde debían ir cada uno de su equipo, seria un ataque coordinado, debían ser efectivos para evitar que los rebeldes ocasionaran demasiadas bajas, que se perdieran demasiadas vidas de civiles.
Kakaroto a pesar de ser el más pequeño de ellos era bastante letal para su edad, en otras culturas ajenas a la cultura guerrera saiyajin se vería como algo inapropiado que un niño como lo era kakaroto se viera inmiscuido en ese tipo de masacres, pero eso era lo que usualmente pensaban las razas más débiles, la otras razas guerreras como a la que él pertenecía, sabía que entre más jovenes se entrenaran era mejor.
Y así fue como el menor de los hijos de Bardock comenzó el ataque letal, siendo su hermano el que le siguió, Nappa ejecutaba a quienes intentaban escapar, Mientras Vegeta pretendía acabar con el líder de la resistencia, quién como un buen cobarde, decidió morir llevándose a una gran cantidad de población civil con él.
La guerra y sus consecuencias siempre fueron algo con lo que el principe saiyajin tuvo que lidiar, no era algo que le impactase, hasta ahora, que ese cobarde que se hacía pasar por el cabecilla se había inmolado y asesinado junto con él a varios de los pobladores.
Entre las víctimas había malherida una chiquilla de unos 10 años, de piel tan blanca como la leche, y ojos de un azul suave, no eran tan profundos ni tan hermosos como la de aquella pequeña niña que vivía en sus sueños cada noche, pero le recordó demasiado a ella, si bien su rostro era mas alargado y no tan parecido al saiyain o al humano, esa mirada le había hecho acordarse de ella.
Principalmente porque no había nada que hacer, la pobre pequeña estaba tan grave que se hallaba a las puertas de la muete, agonizaba con una enorme herida que le había perforado el estómago, ella lo miró suplicante, le pedía con esa mirada que le ayudara a descansar, la sangre escurría de su boca y escapaba de su estómago, manchando la pálida piel.
Él lo supo, no había opción, salvo darle una muerte rápida para ayudarla, y eso hizo...Y con eso su voluntad se quebró. Tan pronto estuvo el sitio controlado miró el mapa, la ruta para llegar a aquel sistema solar donde estaba ese planeta perdido no era demasiado lejos de esa locación, iría solo.
No dio justificaciones de su actuar ni dijo a donde iría, simplemente le ordenó a los otros tres quedarse en ese sitio, tomó su nave y se marchó.
De acuerdo a la ruta asignada estaba a 1 día de camino... sabía que estaba mal lo que hacia, pero después de haber tenido que acabar la vida de esa criatura que tenía un aspecto que le recordaba de alguna forma al de ella, debía ir y asegurarse que Bulma estaría bien.
"Será solo una vez" se dijo así mismo usando una excusa para justificar su actuar impulsivo... llegó a una montaña cercana a la ubicación de la corporación cápsula, dejó ahí su nave y voló de inmediato, lo más rápido que pudo, como si de eso dependiera su vida, y no entendía porque se sentía así, ¿Emocionado? ¿A la expectativa? ¡Ella si quiera lo recordaría? ¿Y que le diría al verla? Y... ¿Y si ella no deseaba hablar con él?
Aterrizó en el jardín, llamando la atención de las personas que estaban ahi, miró como quien está en su casa, y avanzó con paso seguro. Le tenía sin cuidado lo que pensaran de él, ahí vestido con su traje de realeza de Vegetasei, la madre de Bulma que iba caminando en ese momento en compañía de una de las empleadas, miró sorprendida al recién llegado, de inmediato fue a saludarlo.
—Joven Vegeta, nos da gusto que haya vuelto a visitarnos— dijo amable la mujer, pero el principe no estaba para saludos formales ni etiqueta, — ¿Donde está?— preguntó serio, la hermosa mujer sonrió amable. —En los laboratorios con su padre— fue todo lo que dijo cuando él avanzó a buscarla.
La señora Brief llamó por teléfono a su esposo indicándole que él joven Vegeta había regresado. El buen doctor sonrió mas tranquilo ahora, pues su hija lo había pasado muy mal desde que él se había ido y se había recluido más en sus inventos.
Miró a la pequeña quien estaba en ese momento analizando un motor que había desarmado, tenía la cara ligeramente llena de hollín por lo mismo, pero aun con eso se veía encantadora.
La puerta del laboratorio se abrió y el principe saiyajin apareció. Sabía que la pequeña humana era un torbellino y uno bastante prodigioso, que podría hallarla haciendo mil cosas, pero jamás imaginó encontrarla jugando al mecánico con piezas de motor reales, y unas bastante complejas.
La pequeña Bulma sintió esa mirada negra penetrante que la hizo voltear a buscarlo incluso desde antes de saber que era él. — ¡Vegeta volviste!— Corrió emocionada a verlo, no importándole la facha en la estaba se lanzó sobre él para abrazarlo, y después de la imagen tan cruenta de la guerra en la que había estado, después de ver la fealdad de la muerte en alguien que le recordaba de alguna forma a ella, verla viva y llena de vida lo hizo respirar, y por primera vez no la riñó por abrazarlo así.
El buen científico decidió darle a su joven hija y a su amigo privacidad así que se fue tranquilamente a ver a su querida esposa.
— Tardaste mucho en volver— Recriminó ella mientras lloraba de felicidad.
— ¿Tsk te dije que volvería no? ¡Ya deja de llorar y suéltame!— Decía abochornado, había olvida lo intenso que podía sentirse todo estando al lado de ella, y eso lo hacía avergonzarse de lo que comenzaba a sentir.
— ¿Te quedarás varias semanas? Tengo varias cosas que contarte y enseñarte, ¡Vamos para que comas!— Y así ella sin darle un tiempo de respiro se lo llevó de la mano, como si nada hubiera cambiado y esos dos años de ausencia no hubiesen existido.
Y fue así que Vegeta decidió que la iría a ver cada que pudiera a escondidas para no ponerla en peligro, así podría ver que ese lugar se mantuviera seguro, y el científico padre de su amiga lo podría ayudar a entrenar con esa extraña pero efectiva cámara de gravedad, pues debía reconocer ese artefacto le había ayudando bastante en su entrenamiento.
El príncipe saiyajin jamás le hablaba demasiado de su planeta a la pequeña niña y Bulmita tampoco preguntaba demasiado, y desde la primera vez que volvió después de su primer encuentro, pudo notar los cambios en ella, y de ahí se juró no dejar tanto tiempo para verla, y ella con la inocencia que la infancia da, lo hacía dormir a su lado, mientras ella lo abrazaba y el simplemente se dejaba querer, aunque claro como cada noche la reñía para salvar un poco de su orgullo.
— ¡No voy a dormir contigo hoy!— Exasperado decía.
— ¡Pero lo prometiste!— decía ella insistente, y él la mirada exasperado — ¡Yo jamás hice una promesa así humana revoltosa, déjame en paz!—
Y justo cuando él creía haber ganado ella comenzaba a llorar, poniéndolo en una situación incómoda — Tsch, ¡Ya cállate, dormiré contigo!—
Y tras esas mágicas palabras las lágrimas de Bulma desaparecían... cada noche era igual mientras los padres de la peliazul se reían de la escena día a día.
No lo admitiría a nadie nunca, pero esas noches durmiendo al lado de la pequeña y débil humana eran las mejores.
Por las mañanas comenzaba a ayudarle en sus experimentos, uno de esos días miró con cara de duda el motor desarmado, —¿Que pretendes hacer?— con curiosidad le preguntó, ella emocionada contestó —Estoy armando una nave espacial, cuando acabe de construirla iré a verte...—
Y eso realmente lo alarmó y puso en guardia —Prométeme que jamas harás tal cosa —Serio comentó el joven príncipe.
Aquello dolió a la peliazul — ¿T-tu no quieres que te visite? P-pero a mi también me encantaría conocer tu planeta—
Vegeta en eso fue tajante —El universo es un lugar muy peligroso, no llegarías a Vegetasei antes de que los mercenarios ataquen tu nave, te harían daño— Serio comentó, y la forma tan falta de humor con lo que lo dijo le erizó la piel a la pequeña, quien supo que él no exageraba.
El saiyan continuó, —Además mi mundo no es como el tuyo Bulma, el poder y la fuerza son lo primero, alguien tan débil como tu no cabe en un sitio así... — Se hallaba bastante tenso, y agradeció haber ido, conocía lo inteligente que ella era y sería capaz de hacer esa nave, ¡No! Ella no debía salir de ese planeta.
—Prométeme que jamás intentarás ir sola al espacio—presionó.
Ella sabía que lo decía en serio, su negra mirada la miraba tan intensamente, jamás le había hablado con esa forma tan urgente y formal, y aunque quería desobedecer, sabía que él solo se preocupaba por ella.
— Lo prometo— Contestó a regañadientes ella.
El resto de los días fueron más sencillos, simplemente se dedicaban a discutir por todo, ella jugaba juegos tontos y él solo refunfuñaba por la ocurrencias de la peliazul pero jamás se negaba a participar de ellas, hasta que nuevamente el momento de partir llegó.
El doctor Briefs y su esposa estuvieron de nueva cuenta en la despedida, pero esta vez había sido un poco más fácil para la pequeña, con la promesa de que él volvería pronto, no lloró,
Nuevamente al regresar a su nave para marcharse de ahí, pudo verla despidiéndose de él, la mirada amable y pura de la joven Bulma se volvió a meter en su alma; Y aunque sabía que esos momentos no eran su realidad, no podía evitar sentirse feliz de haberla conocido.
Cuando el joven príncipe regresó al planeta donde dejó al resto de su escuadrón, habían pasado dos semanas y a pesar de los constantes cuestionamientos de sus compañeros no reveló nada. Y fue así que los constantes viajes del príncipe saiyajin a la tierra comenzaron.
Pasaron así 3 años de constantes visitas, donde al menos cada 2 meses el príncipe Vegeta regresaba al planeta Tierra, pero conforme comenzaba a crecer más, él dejó de permitir tanta cercanía en espacio corporal, Bulma ya estaba dejando de ser una niña, comenzaba a ser una señorita, su cuerpo en forma incipiente se comenzaba a desarrollar, así que le asignaron la habitación al lado de la peliazul, pues él ya era todo un adolescente y a pesar de los cambios que operaban entre ambos, la extraña amistad entre ella y el príncipe de los saiyajines no variaba.
El rey Vegeta últimamente había estado más curioso de lo normal, no lo hacía por entrometerse en las actividades de su hijo, pero últimamente el emperador Freezer se estaba volviendo más difícil de tratar y pronto deberían declararle la guerra, así que estaba sobre exigiendo a su primogénito, para prepararlo en la batalla.
Vegeta había tenido una discusión muy fuerte con su padre, pues el monarca exigía saber a donde se iba su hijo esas semanas que desaparecía:
—Vegeta no te estoy preguntado como tu monarca sino como tu padre, Freezer tiene demasiados vigías y pueden tomarte desprevenido, esta vez no te irás solo—
El principe de ahora 16 años se hallaba más que irritado pues su padre lo cuestionaba más duro cada día, pero él no pensaba hablar de ese lugar, después de todo esta sería su ultima visita a la Tierra por algún tiempo, al menos hasta que las cosas se calmasen.
—¿Me dirás que ahora te has vuelto sentimental padre?— Con una sonrisa burlona dijo el príncipe saiyajin.
—Mucho cuidado con tu tono cachorro irrespetuoso— dijo molesto el rey más serio —Si no quieres que te de una nueva paliza, será mejor que me respetes.— decía mientras taladraba a su hijo con esa mirada severa, misma que ponía nerviosos a todos menos a él, que se la respondía con la misma intensidad.
Y aun así el obstinado príncipe no dijo nada, pero sabía que debía detener sus visitas al menos por un tiempo o su padre terminaría descubriendo la Tierra.
Durante las semanas que pasaría ahí celebrarían el cumpleaños de Bulma y es por eso que había ido, ella acababa de cumplir los trece.
Vegeta jamás fue bueno para decir cosas con tacto, cuando ella era más pequeña en el primer año que la visitó él se esforzó por ser un poco menos directo, pero ahora que ella había crecido decidió decir las cosas como eran.
—No podré venir en un tiempo, la situación con el emperador Freezer no es buena— decía en forma solemne el saiyajin.
—¿Pero si volverás?— preguntó dudosa Bulma.
Ella no quería aceptarlo pero con el pasar del tiempo cada vez se iba desarrollando con más fuerza un sentimiento por el príncipe de todos los saiyajines, diferente a la amistad, él asintió con la cabeza, y le entregó una cajita, adentro venía un localizador como el suyo.
—Está configurado para solo tener acceso a enlazarse a mi comunicador y puedas hablar conmigo. Intentaré comunicarme cuando sea posible.—
La despedida no fue sentimental, después de todo ella ya lo conocía y sabía cuánto él odiaba verla llorar así que se esforzó por estar ahí dándole su mejor sonrisa.
Para Vegeta siempre era confuso dejarla, ella era importante para él, Bulma siempre lo llamó su amigo, pero él se consideraba más su guardián, esta vez tardaría más tiempo en volver, lo que lo motivaba para mantenerse alejado, era evitar que Freezer y sus esbirros encontraran el sitio, a pesar de todo le daba la
razón a su padre, el tirano usaría cualquier arma para intentar socavar la voluntad de los saiyajines.
La madre de Bulma estaba preocupada por su hija quien se centró en seguir con su nave espacial que hacía mucho había dejado de construir, no rompería la promesa hecha al saiyan, simplemente era su forma de mantenerse en pie.
La rubia mujer se acercó a ella, —hoy será un día de celebrar en el nuevo instituto al que comenzaste a asistir —
A pesar de ser joven la habían inscrito en un colegio destinado a niños prodigios como ella, y si bien había sido más fácil hacer amigos, aún así ella se hallaba en cursos adelantados, donde iba con compañeros mayores, la única chica de su edad que le hablaba era la hija del director Ox- Satán: Milk, con quién tenía buena amistad.
Deberías is a celebrar con tus compañeros, Bulma resignada aceptó, no quería ponerle nombre a lo que sentía por el saiyan pero sabía que su amistad estaba evolucionando a algo más, y cada día conforme crecía eso iba generando más y más inseguridades en ella y eran sentimientos que nunca había experimentado.
Había días en que soñaba con él y despertaba teniendo todo el día con el saiyan en la mente, y cada vez que el venía solo quería verse hermosa, ella siempre desde pequeña fue vanidosa, pero cuando él estaba se cuidaba aún más, a su forma intentaba que él solo la mirase a ella... pero ahora... se arregló hermosa solo para intentar no extrañarlo tanto, iría a esa reunión, su madre tenía razón debía conocer más personas y aún así nadie lo sacaría ni de su memoria ni de su corazón, él era su mejor amigo... y así seguiría.
Durante dos años ellos no se vieron, y aún así ella se mantenía en la mente del saiyajin, pues cada de terminado tiempo el hablaba, no podía evitarlo, por la voz de la peliazul siempre le hacía bien.
— Estaré en una misión — El había dicho y ella entendió, no podría casi hablarle.
— ¿Me contarás que hiciste en ella cuando termines?—
Curiosa preguntó mientras platicaban cómo hacían cada que el podía por el localizador.
— La guerra no es para ti, ya te lo dije—
El evitaba hablarle de lo que hacía, aún así ella no era ninguna tonta, conocía la naturaleza más cruel de la cultura de su amigo, pero ella lo aceptaba, al final no eran solo los saiyajines, incluso en la naturaleza en la
Tierra había depredadores más fuertes que otros, era el ciclo de la vida.
La llamada fue corta, siempre que salía a una misión le llamaba, así ella entendería porque no la contactaría en varios días o semanas.
El príncipe saiyajin y su equipo, justamente se hallaban ahora en el cuadrante donde el planeta Tierra se encontraba, pero aún estaban lejos de él, su padre el rey le había dado instrucciones claras, además de su escuadrón había enviado a otros saiyans, entre ellos Pepper, la hija de uno de los consejeros de su padre.
Ella era hermosa de acuerdo a los estándares saiyajines, de cabello negro frondoso, un cuerpo bastante bien desarrollado para su edad y un nivel de pelea bastante elevado; sabía lo mucho que a ella le gustaba, nunca lo ocultó, su padre lo impulsaba a fomentar esa relación, para la mayoría Pepper era la pareja adecuada para el príncipe, para él que sus hormonas comenzaban a hacer estragos, estar con ella se volvió una forma de descubrimiento en su despertar sexual.
No podía negarlo, ella le gustaba, era hermosa, era el
sueño de todo saiyajin adolescente y estaba deseosa de complacerlo.
Radditz lo sacó de su ensimismamiento — Ya vamos llegando al lugar, prepararé el ataque coordinado —Comentaba mientras enviaba las instrucciones, para todos los que iban en esa misión, esto no era más que otro ejercicio de rutina, no esperaban mayor retraso, no contaban con que los aliados que habían pedido su ayuda los había traicionado y en ese lugar no los esperaba una resistencia mal formada sino uno de los escuadrones más fuertes del ejército de freezer.
— ¿Pepper estás lista?— Preguntó serio Vegeta.
— Para ti siempre majestad — Dijo en tono insinuante la saiyan haciendo que más de uno se riera en forma pícara, haciendo entender que habían captado el mensaje sugerente de ella al peliflama.
La relación tan física que tenían, no era algo que escondieran, desde la primera vez que habían estado juntos ella lo presumió a todas las demás guerreras, de alguna forma marcando territorio, y más de una quería entrar en la cama del príncipe saiyajin así que a él le daba igual si ellas querían alardear de sus encuentros sexuales con él. Nunca se había detenido a pensar que realmente no le importaba lo que ellas hicieran, porque ellas no eran importantes para él.
A Vegeta le daba igual, había sido claro con Pepper, esto solo era sexo para él, y a nadie le diría que últimamente mientras yacía a su lado, un par de ojos azules e inocentes se venían a su mente, cada vez que se descubría pensando en ella, se castigaba de inmediato pues ese pensamiento era un error no podía pensar en la terrícola de esa manera, algo así no podría ser.
En cuanto llegaron al sitio, comenzaron a atacar, pero pronto se dieron cuenta de su error.
— ¡Maldita sea! Esto es una emboscada! — Exclamó Nappa, se veía furioso, y aún así no era ningún insensato sabía que el enemigo frente a ellos era demasiado poderoso.
El equipo Ginyū se hallaba ahí, y no entendían porqué de pronto comenzaron a atacarlos, el tirano jamás había hecho un movimiento tan directo, eso solo declaraba la guerra entre ambos reinos.
Vegeta estaba frustrado mientras peleaban, ellos no sería rivales para esos sujetos, aún no. Miró a Jeice estaba ahora atacando a Radditz, y el saiyan llevaba la desventaja, de no hacer algo, Jeice lo mataría.
Se acercó para ayudarlo, pero no se percató que Reecome se acercó por detrás e iba a golpearlo, fue Kakaroto quien quien se interpuso en el camino y lo enfrentó.
En algún punto Nappa aceptó con amargura que de seguir así morirían, algunos saiyans del escuadrón donde pertenecía Pepper, estaban muy gravemente heridos, así que usó la tecnología que los tsufur había desarrollado para ellos, con eso lograría paralizar unos minutos a la gente de freezer ganarían tiempo suficiente para huir y lo hizo.
Su primera reacción fue socorrer a Vegeta, quien se hallaba bastante malherido, el resto de los saiyans hicieron lo mismo: Comenzaron a ayudarse unos a los otros. Kakaroto quien sabía que Vegeta no estaba en condiciones de viajar, tomó la nave individual que solía usar del príncipe saiyajin, pues éste se iría en la nave mayor, realmente necesitaba ayuda.
Ni bien se vieron en el espacio, libres del ataque a traición, todos se dirigieron de regreso a Vegetasei, este acto de guerra cambiaba todo.
Todos menos Kakaroto, quien al estar herido también seleccionó la ruta creyendo que iba a casa, sin saber que era la ruta incorrecta, no pudo hacer nada para corregir su error pues los gases que se usaban para que hibernaran mientras viajaban se activaron, lo último que escuchó fue: Destino Planeta Tierra.
Desde que Vegeta había llegado por segunda vez a la tierra, el Dr. Briefs había lanzado satélites que orbitaran la tierra, mismos que le avisarían si alguna presencia externa aterrizaba en su planeta.
Ellos conocían la nave del príncipe Vegeta así que cuando la alerta fue dada por la inteligencia artificial, Bulma salió de inmediato rumbo al lugar indicado para ir a su encuentro.
Esta vez no iba sola, Milk, su nueva amiga iba con ella. Su sorpresa fue muy grande al abrirse la compuerta de la nave individual y percatarse que quién venía en esta no era el príncipe saiyajin sino alguien más...
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¡Hola todos!
Esta es la parte dos de este fic corto... y bueno Vegeta intenta mantener a Bulma alejada de su cultura, pero creo que no podrá hacerlo por más tiempo.
Ese Goku siempre causando problemas jajaja
¿Qué creen que pasará?
un saludo a Vicky2219, me alegra saber que te va gustando y mim gracias x comentas :)
y gracias aquellos que le dan favorito a la historia, espero la disfruten mucho.
