Capítulo 3
"El mismo sueño", piensa Zero que, a pesar de sus esfuerzos, no puede concentrarse en nada de lo que sucede a su alrededor. En esos momentos para él pasa desapercibido el usual alboroto que crece como cada tarde; no obstante, a diferencia del lado contrario del camino adoquinado, el suyo permanece inmutable.
"¿Qué significan esos sueños?", se pregunta sin prestar atención a la habitual muestra de cariño que, como todas las tardes, Kuran Kaname le regala a Yuuki.
"Son simples sueños", se dice, mientras que con esfuerzo trata de olvidarlos, sin embargo, algo dentro le dice que no son simples sueños; pero ¿entonces qué son?
—Kiryuu-kun —lo llama Cross deteniéndose. Detrás de él también se detiene una mujer y junto a ella un hombre que tiene una belleza que bien puede competir con la de los alumnos de la clase nocturna. Sin embargo, Zero, todavía sumido en aquellos sueños, en aquellos ojos azules que cada noche parecen mirarlo como lo más bello y hermoso en el mundo, no presta atención.
—¡Zero! —grita Yuuki sobresaltándolo. Es entonces que se da cuenta, no solo la clase nocturna, también sus compañeros parecen debatirse a quienes mirar.
—¿Qué? —pregunta con el ceño fruncido. Pero la única respuesta que obtiene es a Yuuki señalando la dirección en donde Cross sigue de pie. Zero voltea, Cross está ahí, pero lo que más llama su atención es aquella mujer que pareciera despertar en el un profundo amor, tan parecido al que alguna vez compartió con su gemelo. No obstante, el sentimiento que comienza a sobreponerse es algo parecido a la traición y la decepción.
"Tú… tú le dijiste. Tú hiciste esto".
Zero se lleva una mano a la cabeza. De repente se siente mareado, y un dolor sordo y punzante comienza a extenderse desde sus sienes.
—¡Zero! —dice Yuuki ya a su lado preocupada, pero él ni caso le hace, su atención nuevamente se vuelve a centrar en aquella mujer.
—¿Quién eres? —pregunta en un susurro. No sabe por qué, pero está seguro de conocer a la mujer frente a él, aunque jamás la hubiera visto.
Athena sonríe, él también la ha reconocido y ese hecho no hace más que confirmar sus sospechas. Y a pesar de todas las miradas que tiene sobre ella da un paso hacia él.
—Mi nombre es Saori Kido —dice extendiendo su mano para que Zero la estreche—, y necesito hablar contigo.
La conmoción crece y los susurros comienzan a extenderse entre los alumnos. Es evidente que todos saben quién es la mujer que está ahí parada, y al igual que todos, Zero abre los ojos con sorpresa. Pero algo le dice que aquel sentimiento que se extiende dentro de su pecho, para nada tiene que ver con el tan aclamado nombre de Saori Kido.
No muy convencido, Zero estrecha la mano todavía extendida, y el suave apretón dispara una singular imagen dentro de su cabeza. Extraños edificios se levantan frente a él, antiguos y majestuosos que lo hacen sentir pequeño; después, como si hubiera parpadeado, ahora ve una gran estatua de una mujer con antiguas ropas que sujeta una figura alada en una de sus manos y en la otra un gran escudo.
El dolor en su cabeza crece.
Un rápido parpadeo, y de nuevo la realidad.
—Un gusto —dice Zero todavía confundido.
—No disponemos de mucho tiempo —habla el hombre que acompaña a Saori y que ahora está junto a ella—. Será rápido, así que si nos permites —dice Milo que, con porte orgulloso, se hace aún lado y señala la dirección por donde han llegado.
Zero asiente con cautela y comienza a caminar. Saori enseguida imita a Zero al mismo tiempo que intercambia una rápida mirada con Milo. Es ella, pareciera decirle, pero eso en vez de tranquilizar al santo de Escorpio como lo ha hecho con Athena, lo pone más alerta.
"Es nuestra única oportunidad", recuerda entonces que les dijo la diosa una tarde antes, cuando confesó, después de una larga semana, su verdadero interés por el chico.
¿Acaso estaba mal en no creer lo que su diosa le dijera una tarde antes? ¿Estaba mal en negarse a aceptar que ese chico podría prevenir la pérdida de incontables vidas incluyendo la suya?
¿Quién lo culparía? Desde la era del mito jamás se había escuchado que una diosa reencarnara en un hombre, o que un dios reencarnara en una mujer. Claro que había acepciones, Zeus era un claro ejemplo, pero a diferencia de aquel suceso, Zeus no reencarnaba, él simplemente tomaba prestada la apariencia para poder hacer de las suyas y que Hera no se enterara.
Aun así, Athena estaba convencida.
Ella sí, pero él no.
Se detienen frente a una casa, y Cross inusualmente emocionado, abre la puerta dándole el acceso a tan sublimes visitas para después guiarlos hasta la lujosa sala donde cada uno toma asiento. Cross desaparece, mientras que, en un incómodo silencio, Athena y Zero se miran.
Milo, por su parte, escanea con la mirada el espacio, confundido por aquellos cosmos amenazantes y oscuros que no ha dejado de sentir desde que él y Athena pusieran un pie en aquel colegio tan diferente, pero al mismo tiempo tan idéntico a los anteriores que han visitado.
—Y bien, ¿a qué se debe tan agradable visita? —pregunta Cross que entra a la estancia cargando una bandeja con tazas de fina porcelana y una tetera.
A su lado, Zero levanta una ceja ante tal comportamiento. Si bien, Cross siempre es educado y amable, esta vez raya de esto.
—Pues verá —dice Saori mientras acepta la taza que en ese momento Cross le ofrece—, he venido a ofrecerle mi ayuda a Zero. —Kaien termina de darle su respectiva taza a Milo y voltea a ver a Saori desconcertado, pero Saori ahora se dirige únicamente a Zero—. Verás, Zero, una vez cada dos años la Fundación Kido se encarga de recolectar la información académica de los estudiantes de aquellas escuelas que están registradas en un proyecto de apoyo para estudiantes sobresalientes, ya sea en lo académico, en el arte o en algún deporte. En pocas palabras, la Fundación se encarga de apoyar, según lo requiera el estudiante, para que siga desarrollando aquel talento que posee. Y Este año, tu expediente fue seleccionado.
—Eso es imposible —dice Kaien sentándose en el sillón, completamente abrumado. Saori voltea a verlo al mismo tiempo que deja la taza sobre la mesa frente a ella.
—No lo es, usted mejor que nadie debería de saberlo, pues su academia es una de las que están registradas para este proyecto.
—Bueno, sí, pero hay estudiantes más sobresalientes. Sin ir más lejos, mis estudiantes de la clase nocturna, son incluso mejor opción para ser seleccionados en este proyecto.
Saori niega.
—Esta academia está registrada por el estatus académico que ofrece. Si bien, los estudiantes de la clase nocturna sobresalen en deportes, comprenderá que no es el registro por el cual la Academia Cross ha sido seleccionada.
Kaien aprieta los labios al no saber cómo refutar aquello, pues en algo Saori Kido tiene razón, el único estudiante sobresaliente de la academia en el aspecto académico, pese a todas las obligaciones que tiene como cazador o guardián de la academia, es Zero. Bueno, también están Kuran Kaname e Ichijo Takuma, sin embargo, conociendo a Kaname como lo conoce y más aún sabiendo sobre la pronta llegada de María Kurenai, duda que este quiera aceptar tan prestigioso reconocimiento, pero sobre todo tan ventajosa ayuda.
No obstante, Kaien levanta el rostro con esperanza.
—Hay otro estudiante, Takuma Ichijo.
"Sí, Takuma será una gran opción, así los planes que Kaname tiene para Zero no se arruinarán".
Pero mientras Kaien piensa, esperanzado, en poder convencer a Saori para que se interese en Takuma, Saori intercambia una mirada con Milo; aquello iba a ser más complicado de lo que parecía.
—Hemos estudiado su expediente también —dice esta vez Milo—, el de Takuma Ichijo y el de Kuran Kaname, sin embargo, el que nos interesa en este momento es Zero. Creemos que tiene potencial para ser uno de los eruditos en nuestra academia en Grecia.
—¿Grecia? Creí que los estudiantes seleccionados eran trasladados a Tokio.
Milo niega.
—Cada estudiante seleccionado es enviado a una de las más prestigiosas escuelas del mundo, sin embargo, esta escuela se localiza en Grecia —responde ahora Saori.
Kaien sacude la cabeza.
—Sigo pensando que la mejor opción es Takuma.
Saori suspira y se levanta para después voltear a ver a Zero.
—Me gustaría hablar a solas contigo, si no tienes inconveniente.
Zero asiente para después levantarse y seguir a Saori a las afueras de la casa mientras que Kaien y Milo se quedan en la sala en un penetrante silencio.
—Verás Zero —comienza diciendo cuando ya se encuentran fuera de la casa, y donde Saori piensa, Kaien Cross no podrá escucharlos—, el interés que tengo en ti, va más allá de lo académico. Sí, es verdad que la Fundación Kido se encarga de apoyar a los jóvenes con un talento especial, sin embargo, estos talentos van más allá de los que les mencioné hace un momento. —Saori se detiene y mira a Zero que, con el ceño fruncido y brazos cruzados, le presta atención—. Cada persona nace con un poder especial al que nosotros denominamos cosmos. Todos lo tienen, sin embargo, solo unos son capaces de desarrollarlo, y son a esos jóvenes a los que les damos la oportunidad de entrenarlo para… —Saori suspira, consciente de lo fantasioso que sonarán sus palabras —… Volverse santos al servicio de la diosa Athena.
Zero levanta una ceja, incrédulo ante estas palabras.
—Entonces, ¿quieren que me vuelva guerrero al servicio de una diosa mitológica? ¿Si sabes que esto que me estás diciendo suena…?
—¿Absurdo?, lo sé. No obstante, no es por eso que tenemos interés en ti.
—¿Entonces?
Saori suspira.
—Si me permites, Zero, me gustaría contarte una historia.
Zero aún más confundido, asiente despacio.
