Soy el secuaz del Duque Demonio
¡Hola! Antes que nada, Batman, el universo DC y todas las historias isekai o parecidas donde la (o el) protagonista termina en una novela y cambia el curso de la historia, NO PERTENECEN (sólo por si quedaba alguna duda), esta historia se escribe con fines de entretenimiento y sin lucro alguno. Las marcas que lleguen a ser mencionadas, así como las descaradas versiones baratas de las mismas, no me patrocinan para seguir haciendo esto. Lo contenido en este archivo es ficticio y surrealista, no tiene ni una pizca de realidad y no, sigue sin agradarme Tim Drake, pero la historia original necesita un protagonista.
Sobre tu comentario, Banshi, quizás en un reinicio. Y en el peor de los casos, bromance. Gracias por tu comentario.
Gracias también a todas las personas que están al pendiente de esta historia.
Sumario:-Buenos días para ti también, Drake, asumo que desconoces la existencia de la madurez emocional.
-¿La qué? -Preguntó confundido Tim, ya que no tenía argumento contra esas palabras.
Capítulo dos: Atrapado en un argumento sin trama.
Cuando abrió los ojos, lo primero que Damian hizo fue sorprenderse con el espacio desconocido que lo rodeaba. La habitación tenía un estilo vintage, similar al victoriano, pero sin la marca del tiempo, como si éste se hubiera detenido. Notó sus ropas, que eran de estilo antiguo pero hechas con materiales de alta calidad, y los enormes retratos familiares y pinturas que colgaban de las paredes de su habitación.
Se incorporó de inmediato, acercándose a una palangana de plata que estaba situada en un extremo cercano a una puerta, misma que daba a un espacioso cuarto de baño. Dedujo que el agua contenida sería para su aseo, por lo que tomó un baño rápido, tras examinar cada objeto y buscar una toalla, ropa para vestirse, y se encargó de dejar el sitio tan limpio como era posible.
-Ese *kikirimiau* de Super Boy… -Sin perder más tiempo, se puso a inspeccionar el pequeño escritorio y cada cajón, visible y oculto, que estuviera a su alcance.- Esto...
No tardó en hallar lo que buscaba, y al analizarlo detenidamente, se dio cuenta que no solo estaba en un plano muy distinto al de Ciudad Gótica o el mundo conocido, sino que estaba en el interior de una obra de ficción.
-Tt. Estoy atrapado en un argumento sin trama.
Esa "novela rosita" que tenía loco a medio mundo, y que él odiaba por lo absurda que era.
Todos los documentos que tenían su letra, y que eran parte del "Duque Demonio" original, sólo eran planes de actos vandálicos y un rezo sin fin de cuánto odiaba a Drake, sus irritantes lamebotas, su relación con la "princesa oculta" y sus logros. Nada podía ser más lejano de la realidad, con excepción de un par de opiniones sobre el tercer Robin.
Y si quería sobrevivir, todo ese papel no le iba a ayudar, por lo que diario, planes, y hasta cartas para contactar a tales y cuales secuaces de poca monta, terminaron en la chimenea que jamás apagaba de su habitación. Mantuvo sus ojos en el fuego hasta que cada objeto quedara irreconocible, y regresó a su escritorio, revisando sus finanzas personales, propiedades, información de familiares y uno que otro plan que parecían copias de los ideales de Tim Drake -que también terminaron en las flamas-, hasta que llamaron a su puerta.
-Adelante. -Dijo el joven Wayne sin quitar la vista de sus documentos.
-Buenos días, amo Damian, vine a ver si requería de mis servicios.
Damian alzó la cabeza. El hombre que había entrado era la copia de Alfred Pennyworth, aunque en su rostro sólo existía un gesto de desdén hacia el menor.
-Gracias, pero tus servicios no son requeridos.
-¿Ha dicho 'Gracias'? Me parece que aún está enfermo.
Damian repasó en su mente la información que conocía de esa obra de mal gusto, inspirada en sus primeros meses como hijo legítimo de Bruce Wayne, y guardó cada documento de forma ordenada antes de acercarse al mayordomo.
-Le he dado las gracias porque es lo que usted merece, sea que lo crea o no. Pero si quiero pedirle algo, guíeme al comedor, me imagino que es hora del desayuno.
Alfred alzó una ceja. El joven Damian que conocía era sarcástico y siempre estaba de mal humor. La fiebre que lo atacó durante días parecía haber cambiado algo en el joven. Sus movimientos tenían una gracia que jamás mostraba y sus ojos tenían fuego y determinación.
Esto iba a ser muy interesante.
-Iba a preguntarle si traía su desayuno como todas las mañanas, pero en vista de que desea interactuar con la familia, sígame joven amo.
Cruzaron algunos pasillos y bajaron escaleras hasta el segundo piso, dirigiéndose a un cuarto donde el comedor y su "familia" estaban reunidos.
-Buenos días. -Damian ocupó un lugar de inmediato.
Todos se sorprendieron de ver al problemático joven entrar sin armar un escándalo o agredir verbalmente a los demás. Mientras Alfred susurraba algo al oído del personaje idéntico a Bruce, los demás interrogaron al joven.
-¿Qué haces aquí? -Preguntó sin reparo en las apariencias la copia de Tim Drake.- Pensé que no querías compartir la mesa con una familia tan vulgar.
-Buenos días para ti también, Drake, asumo que desconoces la existencia de la madurez emocional.
-¿La qué? -Preguntó confundido Tim, ya que no tenía argumento contra esas palabras.
-Te lo diré en palabras sencillas, ya que estamos en la mesa y tengo asuntos importantes que atender. Es cansado discutir todo el tiempo, en especial sobre trivialidades que no benefician a nadie.
Los jóvenes que estaban reunidos en la mesa no sabían si el pequeño demonio aún estaba enfermo o posiblemente estaba poseído.
-Dime algo que sólo yo sepa, mocoso. -Lo retó el doble literal de Jason Todd.
-Siempre le dices las buenas noches a tu almohada. -Respondió sin inmutarse el joven Wayne.
Jason se puso tan rojo como su camisa y se alzó de un salto, mientras Tim abría la boca sorprendido y el otro Dick Grayson estallaba en carcajadas.
-¡Eso es personal! ¿Acaso me estabas espiando, mocoso del demonio?
-Es suficiente. -Dijo con su imponente voz el duque.- ¿Por qué has salido de tu habitación, Damian? Aún estás enfermo.
El joven cruzó su pierna bajo la mesa, manteniendo la mitad superior de su cuerpo en perfecto orden.
-No es saludable estar en una habitación poco ventilada. Tomaré unas monedas y daré un paseo corto en la proximidad de la casa ducal.
Bruce iba a replicar, pero Alfred lo detuvo.
-Joven amo, le recuerdo que pronto terminarán las vacaciones y debe acudir a la academia.
-Lo comprendo perfectamente, pero es algo que necesito hacer hoy. -Damian tomó los cubiertos y empezó a desayunar.
Una constante que Damian notó entre los sirvientes, era que éstos lo miraban con miedo y rencor, y no era de extrañarse, considerando el contenido de esa estúpida novela. Bruce le dio alcance antes de llegar al establo, y a una seña, todos los sirvientes se retiraron.
-¿Ahora qué es lo que vas a hacer?
-Lo dije en el desayuno, padre. necesito aire fresco para recuperarme, y planeo dar una vuelta por el ducado. Tengo que encontrar a una persona.
-Si se trata de tus antiguos sirvientes, ellos jamás van a regresar. No después de la forma en la que los trataste.
-Estoy consciente de ello, padre. Ya pedí a Pennyworth que les envíe una carta de disculpas junto a una compensación. No creo que olviden el daño que mi conducta y caprichos les haya ocasionado, pero es mejor que pretender que no sucedió.
El duque no podía creer lo que estaba viendo y escuchando. Su hijo, quien había crecido con la instrucción de sus infames familiares maternos, estaba hablando de compensación por daños, y lidió con sus hermanos mayores de una manera casi civilizada. Se preguntó qué tanto estaba ocultando.
-¿Exactamente a quién buscas?
Damian sonrió, puesto que Bruce había mordido el anzuelo.
-Me parece que lo conoces. Estoy buscando a un noble de clase baja que trabaja como campesino, llamado...
Un tic se manifestó en la cara del jefe de la familia al intuir de quién se trataba.
-¿Qué asuntos tienes con él?
-Necesito hablar con él ya que necesito un sirviente personal, y creo que su hijo sería el candidato perfecto.
Sin esperar respuesta alguna de su padre, Damian montó el caballo con destreza, para sorpresa de los que estaban cerca, puesto que ningún animal lo quería, y se dirigió al pueblo.
Continuará.
¡Extra! ¡Extra!
Stephanie entró corriendo a la torre del reloj, hasta dar con Bárbara Gordon.
-¿¡Por qué aceptaste una secuela!? -La rubia estaba descompuesta en muchos sentidos, y ver la notificación en la que le depositaban un adelanto, no la hacía sentir mejor.
Bárbara, sin quitar la mirada de los monitores, se enfocó en una pantalla que mostraba a Batman buscar por todos los medios disponibles al joven Robin y a Super Boy. Ella misma no se explicaba cómo desaparecieron en un segundo, y las distintas cámaras especializadas no mostraban lecturas anormales alrededor de los desaparecidos chicos.
-Te dije que era una venganza. -Dijo tras unos segundos.- Cuando mandé tu fantasía animada a la casa editorial, pensé que la rechazarían por su contenido cliché, mismo que tuve que editar casi una decena de veces hasta dejarlo legible, pero debería alegrarte tu éxito. No todos lo consiguen.
-¡No lo entiendes, Bárbara! ¡Si Damian lo lee...!
-Ya lo sabe. -Respondió de manera monótona la pelirroja.- Lo leyó hace mucho y no le impresionó. -Bárbara giró su silla para ver de frente a la rubia.- Ayuda dentro de tus posibilidades, y continúa con esa novela. Te servirá para canalizar el estrés en tus ratos libres.
