Pareja: Draco y Ron
Tropo: Amnesia
— ¿Qué hacemos aquí?
Ron extendió con gestos seguros una vieja manta y se sentó en ella. Esperó, con paciencia.
— ¿Que hacemos aquí, comadreja? —insistió Draco con los brazos cruzados sobre el pecho y la barbilla alta.
— Es curioso que tu amnesia sea selectiva y puedas recordar que me odias.
— Eso lo llevo en la sangre. ¿Me lo explicas de una vez?
Soltó aire por la nariz y palmeó la manta para que se sentara. Draco bufó, alzando la nariz como cuando eran niños, pero acabó por sentarse con cuidado a medio metro del otro auror.
— Vale, ya me he sentado. ¿Qué demonios hacemos aquí, Weasley?
— El sanador dice que necesitas volver a lugares donde han ocurrido cosas importantes.
— Eso ya lo sé, lo dijiste ayer cuando me llevaste a mi casa y luego a ese sitio que no reconocí. ¿Debería sonarme este lugar?
Con una sonrisa triste, Ron cabeceó afirmativamente.
— ¿Y no me dirás por qué?
— No —respondió con voz ronca.
— ¿Me dirás al menos donde estamos?
— Hampstead Heath, los muggles llaman a esto la colina del Parlamento.
— ¿Un parque?
— Algo así. Un barrio pijo, pero dicen que tiene el mejor atardecer de Londres.
Draco guardó silencio y miró al infinito. A lo lejos, el sol comenzaba a ponerse sobre la ciudad.
— ¿Por qué ver atardecer contigo debería despertarme recuerdos? —preguntó con más suavidad.
— Porque has estado aquí antes.
— ¿Contigo?
— Sí.
— ¿Y te entristece que no lo recuerde?
Ron guardó silencio y contempló también el atardecer. Parpadeó varias veces, pero aún así no pudo evitar que se le escapara una lágrima traidora.
— Me pone furioso que recuerdes todo lo malo que ocurrió cuando éramos críos y hayas borrado lo que has conseguido en los últimos cinco años.
— Y a ti.
— Tu ya no eres esta persona. —Se giró hacia él y le sujetó del brazo con fuerza— Eres una buena persona, Draco. Alguien a quien le gusta hacer picnic aquí y contemplar el atardecer. Alguien que cree en la familia y al que le gusta quedar en el pub a tomar cervezas con sus amigos. Hace mucho que no eres alguien que me llamaría comadreja o se sentaría a medio metro de mí.
— ¿Somos amigos?
Con una risa amarga, Ron se secó los ojos de un manotazo.
— Odio tener que responder a esa pregunta.
— ¿Porque amigo es una palabra pequeña para ti y para mí?
El pelirrojo se giró a mirarlo, estupefacto. Draco sonreía como había comenzado a sonreír en la Academia. Sonreía como la primera vez que habían visto atardecer allí y le había dicho esas mismas palabras.
— ¿Lo recuerdas? —preguntó con la voz rota por la emoción.
Asintió y estiró la mano para limpiarle con el pulgar las mejillas húmedas.
— Lo siento.
— No es tu culpa. ¿Recuerdas lo que pasó?
— No con claridad. Supongo que tardará en aclararse. Pero te recuerdo, Ron. Al menos recuerdo ese día aquí y lo que sentía, los detalles ya volverán.
Con un sollozo atravesado, los largos brazos de Ron lo atrajeron para abrazarlo. Draco pegó la nariz a su cuello y aspiró, confortado por fin por primera vez desde que le habían hechizado en una refriega cuatro días antes. Porque Ron olía a casa.
