Peace could be an option

Capítulo 78


Steven apareció en medio de la pirámide recién creada por Apocalipsis, iba acompañando al poderoso mutante, y arrastrando a Charles por los aires. Disfrutó elevar al hombre cual títere, manipulando el líquido que recorría por sus venas y obligándolo a torcer sus extremidades de forma dolorosa. Se lo merecía por haberlo encerrado en lo más profundo de su mente por años, no iba a desaprovechar el aumento de poder que recibió sin al menos infligirle algo de dolor.

Sin mayor cuidado dejó que Charles cayera sobre un pedestal de piedra tallado y se ganó la mirada desaprobatoria de Apocalipsis. Iba a tomar el cuerpo del telépata, no deseaba que lo dañara. Claro que en la opinión de Steven el cuerpo ya estaba dañado, por algo era un paralítico.

La sonrisa de Steven se marcó con claridad sobre su rostro al ver la desesperación de Charles. Trataba de ocultarla bajo un manto de confianza mientras hablaba, pero podía sentir su corazón latir de forma acelerada. Se deleitó con la idea del caos que vendría e imaginó que no tendría que ocultarse más, podría hacer lo que quisiera sin que nadie lo detuviera, podría torturar a quien él eligiera en el nuevo mundo. Comenzaría con sus padres si es que sobrevivían la devastación, luego iría por su prima y cualquier otro pariente que aun estuviera vivo.

. .

Darryl dio un salto, adentrándose por entre las ruinas del Cairo, la ruta opuesta de la gente que huía con desesperación. En un primer momento su objetivo fue la gigantesca pirámide que apareció en medio de la ciudad, pero su atención cambió cuando reconoció a la persona que flotaba en sus cercanías. El metal lo rodeaba, y la trayectoria en la que se movía a su alrededor le recordaba alguna clase de ciencia en donde hablaron de los imanes. ¿Qué estaba haciendo ahí su papá? Vestido con atuendo similar al que usó en Washington años atrás, cuando lo vio en la televisión por primera vez.

―Mamá va a estar como una furia cuando se entere…―susurró, tratando de mantener su ánimo en alto, pero podía sentir que algo malo debía haber ocurrido. ¿Por qué otra razón Magneto aparecería?

Por encima de su cabeza una nave de apariencia militar se le adelantó con velocidad, avanzando en la misma dirección a la que él se dirigió inicialmente. Suponía que era una buena noticia que hubiera alguien interesado en controlar la situación, pero por lo poco que podía deducir, su papá estaba en el bando provocando el caos. El ejército era una pésima combinación cuando Magneto estaba cerca, demasiado metal en el armamento y los vehículos a menos que estuvieran diseñados en plástico pensando en él.

Siguió su avance hasta poder estar casi debajo de donde su padre se encontraba flotando. Hasta ese momento decidió que lo ideal era no usar sus poderes, pero ya no tenía más espacio por caminar y no es que Erik estuviera levitando frente a un balcón de fácil acceso.

Soltó un suspiro y cerró los ojos un instante, sintiendo el agua fluir en las tuberías y los pozos subterráneos, sólo a él se lo ocurría viajar a un sitio donde su don se ve presionado por limitaciones. El agua brotó de las cercanías y se acumuló a su alrededor. Una columna de hielo se comenzó a formar bajo los pies de Darryl, ganando altura mientras se alimentaba con más agua en su base.

Con un paso hacia los restos de una edificación en ruinas, Darryl trató de acercarse más a Magneto, pero un campo magnético se lo impidió. Notó con extrañeza unos trazos dorados decorando el rostro de su padre, aunque dudaba que se trataran de tatuajes.

―¡Papá! ―gritó para llamar su atención.

Erik se tensó al escuchar la voz de su hijo mayor. Su cerebro le hizo recordar que Darryl estaba en el Cairo, la misma ciudad a donde Apocalipsis lo trajo y donde comenzó el caos. Lo vio saludarlo con una mano y no tuvo más opción que desviar la mirada y cerrar los ojos. No podía hablarle, no podía decirle lo que ocurrió con su hermanita, cómo no fue capaz de protegerla, no podía decirle que tuvo una pelea con Abby, ni tampoco lo que pensaba hacer contra la humanidad, a pesar de lo obvio de sus acciones.

―¡Papá! ―insistió Darryl frunciendo las cejas―. ¿Me estás ignorando? ―cuestionó desconcertado, eso era algo que Erik jamás había hecho.

Dos personas aparecieron a su costado y se vio obligado a retroceder un par de pasos de la impresión. Se trataba de una mujer de piel azul, Mystique, la podía reconocer a pesar de no conocerla en persona. Sin embargo, su atención se concentró en el muchacho de cabello gris, a él también lo reconocía, aunque jamás hubiera esperado verlo ahí.

―¿Darryl? ―Mystique lo conoció de bebé, pero era imposible no notar las similitudes que su rostro tenía con Erik, ni los ojos azules que parecían una copia de los ojos de Abby. Trató de decir algo más, pero las palabras se quedaron en el aire. Sabía lo que había ocurrido en Alberta, Caliban se lo insinuó en Alemania, pero por la expresión del muchacho y el que estuviera en el Cairo no le costó deducir que no tenía idea del destino de su hermana menor.

―¿Hola? ―saludó Darryl, no muy seguro de qué más decir―. Alguien me quiere explicar por qué mi papá está en la mitad del Cairo ignorándome, y como diría mamá: Disfrazado de Magneto.

Peter cruzó miradas con Darryl ante el comentario y ambos quedaron en silencio, quizás comprendiendo que los dos sabían quién era el otro y la relación que tenían gracias a Erik. Sin embargo, era un pésimo momento para hablar, incluso en la mejor de las situaciones, iniciar esa charla no era algo sencillo.

―Necesitamos detener a Magneto ―declaró Mystique, y se giró para encarar al hombre―. ¡Erik!

Magneto abrió los ojos y vio que Darryl ya no se encontraba solo, Raven y Peter estaban con él. Su mente comenzó a crear mil escenarios en un intento por tratar de comprender qué estaba ocurriendo. Darryl debía estar en el Cairo, su presencia se lo recordó, ¿pero Peter? Mystique era una pieza más, aunque no una que lo hiciera estremecerse, ella no estaba emparentada con él.

―Aun tienes a tu familia, no los has perdido a todos ―habló Raven, tenía una idea de qué deseaba decir, pero la presencia de Darryl complicaba las cosas. No conocía al muchacho, no tenía idea si era como Abby o como Erik, no sabía cómo iba a reaccionar si se enteraba de la muerte de su hermanita menor―. También me tienes a mí y a Charles. Tienes una oportunidad de ayudarnos, no dejes que la traición te arrastre de regreso al camino del que luchaste tanto por salir, eso es lo que vine a decirte.

Darryl tomó una postura más seria. ¿Qué traición? ¿Qué había ocurrido para que su papá decidiera dejar la vida tranquila que llevaba?

―¿Y tú? ―preguntó Erik, dirigiendo la mirada a Peter.

―Soy tu… ―Peter dudó, su mirada saltando entre Magneto y el muchacho que era su medio hermano―. Yo vine para proteger a mi familia ―dijo, no mentía, y uno podía imaginarse que con el nivel de destrucción no estaba tan lejos de la realidad.

Erik no respondió, pero entendía lo que Peter trató de decir. En su momento pensó que sólo sospechaba, pero era obvio que sí tenía la certeza de que era su hijo. Era una discusión que no deseaba tener, menos con Darryl presente, sobre todo en un momento cómo en el que se encontraba. ¿Acaso el destino se estaba burlando de él? ¿Acercándolo a su hijo perdido luego de arrebatarle a su pequeña?

. .

En el interior de la pirámide, Apocalipsis se percató de la llegada de los aliados de Charles. No se sentía amenazado, pero no deseaba tener que retrasar sus planes enfrentándoles él mismo.

―Ve, únete a los otros ―indicó, dirigiéndose a Steven―. Protégeme hasta que la transferencia esté completa.

Steven asintió con una sonrisa descarada, lanzándole una última mirada a Charles antes de avanzar por los corredores, notando cómo detrás de él, los hilos dorados que decoraban los pedestales de la transferencia comenzaban a brillar. Pronto el telépata recibiría su karma por haberlo atrapado por tantos años.

Cuando estaba por alcanzar la entrada, el sonido de un trueno cercano le advirtió que la batalla estaba cerca. Un curioso muchacho de piel azul y cola apareció a unos metros frente a él, envuelto en una ligera capa de humo azulado.

―¿Y qué se supone que eres tú? ―preguntó con sorna, elevando una mano en su dirección para tomar control de su sangre.

Kurt sintió un intenso dolor, impidiéndole moverse. De inmediato reaccionó a transportarse, consiguiendo que el cambio lo liberara del control de Steven. Hubiera deseado alejarse más, pero no sólo debía mantenerse a salvo, sino también encontrar al profesor, Jean le estaba advirtiendo telepáticamente que se apresurara.

La rabia de Steven se hizo clara de forma rápida, deseaba poder matar a Kurt, pero el muchacho se teletransportaba, liberándose de su control temporalmente en cada ocasión. En medio de un arranque de cólera, Steven decidió usar sus poderes para lanzar su propio cuerpo contra el otro mutante y al fin poder sujetarlo como era debido. Iba a hervirlo vivo, y ya no importaba si se transportaba, mientras no lo soltara lo llevaría con él.

Kurt sintió pánico al verse en las garras de Steven, podía sentir la temperatura de su cuerpo subir. Se teletransportó en varias ocasiones, tratando de perder a su atacante, pero incluso al estar cayendo por el aire ya fuera de la pirámide, Steven se negaba a soltarse. Fue recién cuando Kurt decidió comenzar a golpearlo con desesperación que algo claro salió a la luz: Steven no sabía pelear.

El joven mutante azul no era un combatiente sobresaliente, pero sí sabía defenderse y con un par de golpes consiguió que Steven lo soltara casi por completo de no ser por su cola. Sin embargo, Kurt consiguió transportarse entre unos escombros, avanzando con tal fuerza que un bloque de cemento golpeó el rostro de Steven, dejándolo inconsciente.

A pesar del dolor que sentía, Kurt regresó a transportarse dentro de la pirámide y localizó a Charles a tiempo para poder liberarlo de los hilos dorados que lo envolvían y llevarlo a salvo a la nave en donde Moira esperaba. Con un último empuje hizo lo mismo con el resto del equipo, exceptuando a Mystique y Peter que no se encontraban en el área de la pelea.

Bestia tomó control sobre la nave e inició el despegue. Charles se encontraba inconsciente con Jean tratando de despertarlo. Sin embargo, no estaban a salvo.

Steven usó sus poderes para controlar el líquido de su cuerpo y elevarse por los aires, había despertado momentos antes y no pensaba dejar que escaparan. Vio a Psylocke en un techo y tomó control de su cuerpo también, provocando que gritara de dolor mientras la elevaba sin mayor cuidado por los aires, lanzándola contra la nave para que le ayudara a evitar el escape.

Los pasos de Psylocke y Steven sobre el techo metálico provocó pánico en el grupo de jóvenes mutantes. Con Jean instando a Kurt a teletransportarlos fuera cuando la energía rosa de Psylocke comenzó a abrirse paso por el techo de la nave.

―No van a ir a ningún lugar ―amenazó Steven con una sonrisa sádica, saltando al interior por la abertura que su compañera creó.

Kurt entró en pánico al ver al mutante y consiguió teletransportar lejos a todo el grupo, no deseaba volver a estar a merced del poder de Steven. Jean usó su telekinesis a último momento para forzar los controles y que la nave descendiera a toda velocidad en caída libre, atrapando a Steven en el interior de la explosión al estrellarse contra el suelo en las ruinas del Cairo.

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―¡Charles! ―Mystique gritó al ver la nave en la que llegaron caer en una explosión contra la tierra. Decida clavó la vista en Erik―. Voy a ir a pelear por lo que me queda, ¿y tú?

Erik no respondió, pero Darryl sonrió un poco ante las palabras. Notó que la mujer de piel azul lo miró, pero él quería aún convencer a su padre que detuviera lo que fuera que estaba haciendo. Peter tomó a Mystique y desapareció con ella con dirección a donde la nave cayó.

―No sé qué ha pasado, pero esto… ―dijo Darryl, señalando con las manos las ruinas del Cairo.

―Edie está luchando por el control ―interrumpió Erik, la mirada perdida en el horizonte. Abby lo había enfrentado, Edie lo estaba haciendo e incluso Darryl no estaba ahí para apoyarlo.

―Eso debería servir, ¿no crees? ―comentó Darryl―. Edie no suele intervenir sólo porque algo se le antojó, yo la uso como guía desde chico cuando tengo dudas, suele tener una cabeza clara.

―No entiendes lo que ha pasado…

―Claro que no, estoy atorado en el Cairo y sin acceso a un teléfono ―replicó, había un aire relajado en sus palabras, al menos de forma superficial―. Pero tú estás aquí, deberías decirme. No quiero perderte por otros diez años, o más.

Erik observó a su hijo sin saber qué hacer, él se prometió nunca más hacer nada que lo alejara de su familia y ahí estaba nuevamente cegado por el dolor. Recordó las palabras que Charles le dijo muchos años atrás: "Hay mucho más en ti de lo que sabes, no sólo dolor y odio. Hay bien también, lo sentí". Y había vivido con ello, logró pelear contra sus demonios y tener una vida feliz. La traición de su primo y por extensión de su tío y prima calaron profundo, cobrando la vida de Nina. Pero aún había más, no estaba solo.

La atención de Darryl se desvió, Apocalipsis gritaba por Charles y en el proceso había capturado a Peter por la pierna y estaba cerca de deshacerse de Raven.

―¿Quién es ese tipo? ―susurró Darryl, su mirada clavada sobre el mutante azul, más serio de lo usual. No conocería oficialmente a Peter, pero era su hermano.

Con un ligero movimiento de la muñeca dirigió el agua que usó previamente para elevarse hasta donde su padre, serpenteando a gran velocidad por el suelo, entre los edificios derruidos. Era una acción peligrosa, su madre le recriminaría por interferir y exponerse, pero no podía dejar que siguiera lastimando a Peter o incluso a Raven, era amiga de la familia, a fin de cuentas.

Una mano lo tomó por el hombro, apretando fuerte. A su alrededor, el metal que flotaba comenzó a caer con suavidad.

―No lo hagas, sólo vas a llamar su atención ―dijo Erik, había descendido al lado de su hijo.

―¿Y vamos a dejar que los mate? ―cuestionó, aunque el avance del agua se detuvo―. ¿Qué tienes en la cara? ―agregó, notando que los dibujos dorados sobre su rostro sobresalían ligeramente, emitiendo una tenue luz casi imperceptible.

Erik gruño un poco y con su don comenzó a jalar las decoraciones doradas, podía sentir pequeños hilos tratando de asirse a su piel. Haló con fuerza, arrancando las extensiones sobre su rostro y brazos y en ese momento obtuvo silencio. Sus emociones disminuyeron al instante, permitiéndole pensar, calmarse cómo no había podido hacerlo desde que encontró a Nina. Sintió a Darryl tratando de ayudarlo a mantenerse de pie.

―¡Papá! ―susurró, viendo hilos de sangre brotar del rostro de Erik, como si hubiera sido atacado por múltiples agujas.

―Quédate aquí ―indicó Erik, elevándose al aire nuevamente, pero con dirección hacia Apocalipsis.

Darryl asintió con una sonrisa, pero no pensaba obedecer. Aun así, él no poder volar era un problema real al moverse en medio de una ciudad devastada y no era momento para improvisar algo riesgoso como envolverse en agua y llevarse por los aires cual burbuja.

Cuando logró llegar a la escena, pudo ver a un hombre de piel azul siendo atacado de forma constante por su padre, pero mantenía algún tipo de barrera que cubría los ataques. Al menos Peter y Raven ya no se encontraban cerca y esperaba que estuvieran a salvo, al menos por el momento.

Decidió no acercarse demasiado, no había necesidad real. Manipulando el agua subterránea logró colarse a través del suelo dentro del campo de energía, sujetando a Apocalipsis por las piernas. La maniobra no funcionó más de unos instantes, el mutante se percató que debía envolverse por completo en la barrera y las energías en juego evaporaron con rapidez el agua que quedó dentro en un momento.

Darryl observó con cuidado los alrededores, buscando otras opciones, y notó que oculta en un edificio se encontraba Ororo. Se veía un tanto diferente con el cabello blanco, pero aun así pudo reconocerla. No tuvo oportunidad de tratar de llamar su atención, ya que dese una edificación desmoronada una joven pelirroja envuelta en una potente energía roja lanzó un ataque que logró penetrar y destruir las defensas del mutante azul.

Era el momento perfecto para atacar y Magneto lo aprovechó, atravesando el cuerpo de Apocalipsis con el metal que controlaba.

En medio de lo que se veía como una derrota, Apocalipsis optó por tratar de huir, generando una energía morada como la que usaba para su teletransportación. Pero no pudo terminar su escape, Ororo decidió sumarse a la ofensiva, invocando rayos desde el cielo, desmoronando la nueva barrera, dejándolo a merced de la potente energía de la pelirroja, hasta que nada quedó de su cuerpo.

Darryl se acercó a su padre cuando descendió y le sonrió a Ororo, notando que las decoraciones doradas de su rostro se veían extrañas, casi como si colgaran inertes de su piel tras ser golpeadas por una poderosa descarga.

―Voy a ver cómo está Peter ―dijo Darryl, aun sin saber si tocarían el tema incómodo o no.

Iba a ser un regreso complicado a Estados Unidos, no sólo por la logística, sino también por la gente que viajaría junta. Y, además, no se le olvidaba que alguna razón de peso debía tener su papá para haber decidido actuar como lo hizo y esa parte le estremecía.

. .

Abby observó desde la distancia cómo la mansión de Charles era reconstruida gracias a los poderes de Erik y Jean. Había alquilado una camioneta a su regreso a Nueva York tras el entierro de Nina, Ruthie y Erich, trató de no dejar que su mente regresara a esos momentos, había aún cosas que debía discutir con su esposo. El reencuentro inicial con Erik fue extraño, casi no hablaron, simplemente les dieron la noticia a sus hijos mayores y viajaron a Montana para las sepulturas.

En la radio escuchó el nombre de Erik, cómo se le mencionaba como parte del grupo de mutantes que ayudó a detener a Apocalipsis. Apagó la radio y cerró los ojos, reposando en el asiento de la camioneta. Pero al sentir otro vehículo aparcar a su lado y ver a una mujer vestida con un sastre elegante descender, supo que su momento de tranquilidad había acabado.

―Es bueno poder conocerte en persona. Margaret Carter ―Se introdujo, extendiendo la mano.

―Nicholas me dijo que vendría ―dijo Abby, tras el saludo―. Aunque no comprendo por qué.

―Una cortesía, considerando que estuvimos observando a tu familia por tanto tiempo pensando que Magneto podría resurgir y la realidad fue mucho más complicada y trágica.

―¿Debó preocuparme por eso?

―¿Por grupos anti mutantes? No. Las células de Wide Awake, los Amigos de la Humanidad y otros grupos menores se encuentran inactivas. Algunos aún se reúnen a difundir odio dentro de sus cuatro paredes, pero no hay indicios de que vayan a actuar.

―Eso es lo que estaban haciendo los que mataron a… ―Abby sintió una chispa de cólera encenderse, pero la apagó con rapidez.

―Lo que ocurrió en Canadá fue algo improvisado, ni siquiera lo comunicaron a las otras células de la organización previo a actuar.

―¿Y qué va a pasar ahora? Las noticias ponen a Erik casi como un héroe, pero sabemos que él fue quien causó el daño masivo fuera del Cairo.

―Las circunstancias son complicadas ciertamente. Lo ocurrido en Canadá puede ignorarse, creo que muchos padres perderían el control momentáneamente bajo la situación en la que se encontró tu esposo.

―Y muchos no dejarían a su esposa en medio de eso ―agregó ella negando con la cabeza por las palabras que soltó, era una puerta que ya no podía cerrar, aunque lo tratara―. Es como si aún lo tuviera dentro de la cabeza.

―¿Apocalipsis? Según los informes parece que presentaba algún tipo de influencia mental, más fuerte aún para los que otorgó el metal dorado sobre sus cuerpos, aún estamos analizándolo.

―No es una excusa. Las cosas que sentí, las que Erik sintió, no es que fueran implantadas por él, estaban dentro de nosotros.

―Todos llevamos demonios dentro, unos más que otros ―dijo Peggy―. S.H.I.E.L.D. tenía conocimiento de Magneto y su paradero contigo, pero lo dejamos ser. Las circunstancias entre mutantes y humanos son delicadas, Magneto no actuó por mera paranoia en muchas ocasiones. Además, teníamos conocimiento que no fue él quien trató de asesinar al presidente Kennedy y aun así permitimos que fuera capturado en su momento pensando que era la acción correcta para controlarlo. Cuando se liberó Trask y sus Centinelas no fueron más que una afirmación a que la visión de Magneto no era completamente sin fundamentos, así que consideramos dejarlo ir.

―¿Por qué? ―No se quejaba de haber tenido a Erik de vuelta con ella y sus hijos, pero no veía el sentido.

―Magneto no es un oponente sencillo de capturar. Luego de Kennedy, él se entregó, pero lanzarnos a la ofensiva contra él sin dudas consumiría recursos y vidas. Ya teníamos contacto con Xavier para esos momentos y apeló por él. Si realmente pensaba llevar una vida tranquila, era la mejor opción dejarlo ir. Y lo hizo por años. ¿Para qué molestar a un dragón dormido? Tu presencia lo influenció a llevar una vida normal.

―¿Influenciar? ―repitió Abby, negando con la cabeza―. Luego de la pelea que tuvimos siento que en algún nivel resiente haberse quedado conmigo y nuestros hijos.

―¿Tú también lo haces, no es así? ¿Resentirlo? El tener que siempre tener más cuidado porque él hizo demasiados enemigos.

Abby desvió la mirada sin responder. Era cierto, durante el enfrentamiento con Erik lo sintió emerger de lo más profundo, sabía que, si él hubiera sido un mutante como ella, que evitaba atraer la atención, jamás hubieran perdido a Nina.

―¿Qué va a suceder con Fabian? ―preguntó Abby luego de unos momentos en silencio, buscando cambiar el tema.

―Nuestro arreglo con él sigue en pie. Más que un colaborador es un preso con libertades, no puede ir a donde desee, pero podemos darle concesiones y un mejor estilo de vida que una prisión ―respondió Peggy, Fabián era un hombre difícil de tratar, incluso desde su posición carente de poder era altanero, pero su utilidad no era debatible.

Las voces alegres de los estudiantes de Charles vitoreando al ver la mansión reconstruida hizo que ambas mujeres se distrajeran.

―Sé que estás planeando mudarte a Nueva York de forma permanente, cerca de tus hijos mayores ―habló Peggy tras unos momentos y sonriendo―. Te ofrecería un trabajo, pero sé que lo rechazarías.

―Tengo mis propios planes, sólo necesito algo de tiempo.

―Phil se ha ofrecido como punto de contacto en caso requieras ayuda con algún tema de Canadá, aunque todo debería estar manejado.

―¿Encubierto? ―cuestionó Abby, aunque no estaba juzgándola.

―Es mejor así, que se sepa lo que realmente ocurrió haría las cosas más complicadas para que ustedes sigan con sus vidas.

Abby volvió la mirada a los alegres jóvenes y notó entre ellos a Peter con muletas. Darryl había firmado el yeso de su pierna y aunque no tenía idea exactamente de qué conversaron, sabía que dejaron en claro que eran medio hermanos y estaban interesados en conocerse más. Lo que no entendía era por qué Peter no se había acercado a Erik para hablar, ambos sabían que el otro sabía y aun así es conversación no se llegó a dar.

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Erik avanzó por los corredores de la mansión luego de despedirse de Charles. Qué deparaba el futuro era algo incierto para él, pero quedarse no era una opción.

Cerca de la entrada se detuvo, notando a Abby esperándolo. Casi no habían cruzado palabras desde que falleció Nina y aunque quería hablarle con desesperación, no encontraba las palabras para hacerlo.

―Si no hubiera visto la reconstrucción no creería que no se trata de la misma mansión a la que me trajiste tantos años atrás ―dijo ella, acercándosele―. Te vez bien ―agregó sonriendo un poco, el traje gris le quedaba bien, aunque era una pista de dónde se encontraba mentalmente, ya que tenía un aire más similar a sus momentos en Las Vegas que a la vida tranquila que tuvieron hasta hace poco.

―¿Vas a quedarte en Nueva York? ―preguntó, quedando de pie en frente de ella.

―Edie y Darryl van a estar en la ciudad por un buen par de años mientras estudian así que creo que es lo mejor.

―¿Vas a vender la casa en Cochrane?

―No lo sé. ¿Quieres venderla?

―Supongo que puede esperar.

―Esto es ridículo ―soltó Abby con fastidio―. Deberíamos poder hablar como siempre lo hemos hecho.

―Han pasado muchas cosas ―intervino él con prontitud, no quería que se sintiera incómoda―. Necesitamos tiempo y espacio.

―¡No quiero tiempo y espacio!

―Pero lo necesitas, los dos lo necesitamos.

―Lo que necesito es a mi esposo ―dijo Abby mirándolo con intensidad.

―Lo sé. Y te fallé, sólo voy a hundirte y herirte si me quedo.

―Eso fue influencia de Apocalipsis.

―No lo fue, no realmente ―interrumpió sin desviar la mirada―. No sabía lo que guardaba en el fondo, ni lo que tú guardabas. Pero no debería ser una sorpresa luego de lo que hemos vivido, más sabiendo que hemos tenido desacuerdos.

―Erik…

―Puedo culpar a Apocalipsis por la pelea, pero no por las emociones que brotaron. Jamás te hubiera atacado en otras condiciones y sé que tú tampoco lo hubieras hecho, pero eso no cambia la razón por la que pudo influenciarnos a llegar a ese extremo.

―Hemos perdido a Nina, no quiero perderte a ti también ―susurró Abby, controlándose para no llorar.

―No vas a perderme, a menos que eso sea lo que quieras ―aseguró él, su idea no era mantenerse lejos de ella por el resto de su vida―. Los dos tenemos que encontrar la manera de aceptar lo que pasó con Nina y sabes que eso no es algo que vayamos a poder hacer juntos. No sólo perdí una hija, no fui capaz de defenderla, es el resultado de mis acciones pasadas y de mi propia familia a la que le abrí las puertas.

―Erik, no es tu culpa… ―dijo de inmediato.

―Quizás no, pero se siente como si lo fuera y de alguna manera te resiento a ti por ello ―reveló, acariciando la mejilla de Abby―. Tú pudiste mantener a salvo a Darryl el día que nació, en medio de todo ese caos, pero yo… Yo no pude, no pude proteger a mi familia de niño, ni pude hacerlo ahora.

―Dios, no puedes pensar así. ¿Crees que hubiera sido diferente si hubiera sido yo la que estaba con Nina? Que Darryl sobreviviera no fue sólo por mí, tú nos encontraste luego. ¿O acaso crees que hubiera podido salir caminando de ahí con un recién nacido en brazos?

Abby sabía que los resultados de esos dos eventos habían sido en buena medida mera buena y mala suerte. Cualquier cosa podía suceder cuando uno se veía envuelto en momentos tan peligrosos. El hombre que disparó y mató a Nina pudo haber movido el brazo un centímetro en otra dirección y la pequeña seguiría con vida.

―La mente a veces es el peor enemigo de uno ―aclaró Erik. Sabía que culparse no tenía sentido a esas alturas, pero no por eso las emociones desaparecían―. Esto no cambia lo que siento por ti, aunque esté decidiendo tomar espacio.

―Darryl y Edie no van a estar felices ―dijo ella, sus hijos ya se encontraban devastados por la pérdida de su hermana menor, ver a sus padres separándose sólo empeoraba las cosas.

―Lo sé, no es que no hayan intentado convencerme de buscar otra alternativa, pero en el fondo entienden, así como tú lo haces. ―Abby bufó por el comentario, pero él sólo sonrió―. Yo sé que lo entiendes, aunque no es lo que quieres.

―Esto es ridículo, no puedo ni preguntarte por cuanto tiempo porque no vas a darme una respuesta.

―No va a ser cómo sucedió antes ―explicó casi en un susurró―. Si realmente necesitas hablar o verme no voy a estar desaparecido en una prisión debajo del pentágono. Soy yo quien debería preocuparme de no poder verte si lo necesito, Edie me comentó que tienes una oferta tentadora.

―No lo he pensado aún, la Antártida está al lado opuesto de dónde amenazaba nos íbamos a ir si algo ocurría ―replicó, dejando escapar una sonrisa genuina por un instante.

―Toma la oferta. No creo que mencionaras la Antártida antes, pero sé que es algo que disfrutarías.

―Es muy pronto aún, no siento que sea correcto ―Abby quería aceptar la oferta, no todos los días uno tenía una oportunidad de ir a realizar investigación en la Antártida, pero sentía que de alguna manera estaba aprovechando el ya no tener una hija dependiente amarrándola a casa y eso le dolía.

―Quizás el lanzarnos en nuestros sueños personales sea lo que necesitamos ―opinó él, no se trataba de olvidarse de sus hijos, pero era un momento en el que podían hacer lo que deseaban sin responsabilidades atándolos―. Siempre disfrutaste los viajes de investigación, pero eran periodos cortos, esta es una oportunidad para algo más extenso, estoy seguro de que te hará bien.

Abby asintió y sonrió. No era la imagen de alguien convencido en el fondo, sino más bien la de alguien que se forzaría a avanzar, esperando estar tomando la decisión adecuada.

Erik la abrazó con fuerza, no era una despedida, pronto volverían a juntarse, o al menos eso deseaba. Ella se sujetó con fuerza por un largo momento, no deseando soltarse.

. .

Erik caminó hasta la entrada de los terrenos de la mansión, despejando su mente antes de entablar la siguiente conversación. Sabía que la directora de S.H.I.E.L.D. lo estaba esperando, podía sentir su automóvil a unos cuantos metros de distancia.

Había tenido una conversación en cuanto puso pie de regreso en los Estados Unidos y ahí mismo recibió un ofrecimiento tras una corta conversación. Si todo había salido bien, podría comenzar sus planes, así como Abby tenía al frente de ella una gran oportunidad, él también estaba a puertas de una propia.

―Directora Carter ―saludó Erik abriendo la puerta del vehículo, sentándose en el asiento del copiloto, al lado de la mujer.

―Aún hay muchos detalles por conversar, pero estos son los documentos iniciales con la oferta ―habló Peggy, extendiéndole un pesado sobre―. Una isla frente a la costa Este, no tan lejos de Nueva York.

―Perfecto para visitas familiares ―comentó él sin sonreír, revisando la documentación.

―Tu familia puede llegar con facilidad si desean visitarte ―replicó ella con un dejo de precaución―. Sabes que parte del acuerdo es que no salgas de la isla.

―Una prisión a cielo abierto.

―Puedes no aceptar.

Erik la observó sin responder. No, esa no era una opción, ese acuerdo le serviría para poder hacer lo que había deseado por décadas: crear un espacio seguro para los mutantes. Al tener un acuerdo con el gobierno el lugar era aún más seguro que cualquier otro sitio que el pudiera tratar de establecer por su cuenta.

―Hay mucho que conversar aún, especialmente en cómo se manejaría el abastecimiento de la isla.

―Nada es gratis en esta vida ―comentó él. No se trataba sólo de la logística, sino de los costos de mantener a una población en una isla.

―¿Le has dicho a tu familia?

―Aún no, quiero tener todo finalizado antes de hacerlo. ―Erik sabía que la cláusula que lo ataba a la isla no sería bien recibida y quería todos los detalles zanjados antes de explicar cómo sería la siguiente etapa de su vida y las complicaciones que traería.

―Revisa la documentación y prepara los puntos que deseas revisar y agregar ―agregó Peggy―. Considera también que puede que en un futuro no tan lejano la isla sea innecesaria. Instituciones como la de Charles y la academia de Massachusetts están generando cambios.

―¿Esa es la academia que Frost dirige ahora no es así?

―Lo es. Si bien su don o el de sus estudiantes no pudieron apoyar de forma masiva a contrarrestar el caos, si ayudaron en las labores de rescate y el público es consciente de ello.

―Siempre van a existir mutantes que necesiten su propio espacio alejados ―intervino Erik―. Muchos, en especial cuando son jóvenes, no poseen suficiente control. O simplemente no se ven lo suficientemente humanos para poder vivir sin ser acosados.

Peggy asintió, no podía negar la realidad de esas observaciones. Cerrar un trato con Magneto era algo positivo, les otorgaba cierto grado de control sobre él, no de forma directa, pero sí para poder mantener sus operaciones confinadas a un espacio determinado. Sólo esperaba que fuera el camino correcto, y no acabar con una isla llena de humanos con poderes resentidos, listos a atacar ante la menor provocación.


Notas de autora: Y tercera película terminada. Estos han sido capítulos bastante más grandes que los usuales al menos, pero no los quería partir, siento que los cortes han sido en buenos lugares como los decidí. Hubiera sido más sencillo no matar a Angel y no usar a Steven, pero de verdad que no me gustaba esta versión de Angel.

Ya lo he comentado bastante, no voy a usar la pelí de Dark Phoenix de forma directa, existirá, pero sólo será mencionada como algo que ocurrió. No hay nada ahí que me interese tocar o cambiar, en especial viendo cómo han terminado Erik y Abby aquí.

Cerrar etapas es difícil porque siempre trato de que no me queden cosas sueltas, aunque no llegue a desarrollarlas en detalle me gusta al menos mencionar qué sucedió y que no quede como total interrogante. La muerte de Nina es un tema que no he podido manejar como hubiera querido, las reacciones las he mostrado pocas y no directas porque honestamente el sólo imaginar cómo los personajes se sienten hace que sea demasiado difícil de encontrar las palabras adecuadas para siquiera tratar de acercarme a expresarlo correctamente.

Genosha en el canon de las películas es algo que se concreta en 1988 en un acuerdo con el gobierno americano, aquí me he tomado libertades y lo he puesto al final de Apocalipsis de frente, o sea en 1983… sí es a inicios de año o finales no lo sé, no tengo idea cuándo es la escena de la reconstrucción de la mansión, presumo que al menos un par de semanas luego de la pelea contra Apocalipsis y eso fue a inicios de año. Dark Phoenix supuestamente debería ocurrir en 1992, pero para no estirar edades, esos hechos ocurrirán un par de años después de Apocalipsis nada más, así que aún en los 80s. Y sólo dos capítulos más para arreglar esto y ser fiel a que el fic sea de la categoría romance y no tragedia xD