Capitulo 2: La vida es cruel

—Entonces tú eres mi nuevo vecino— dijo la voz de una niña vestida con un short naranja y una sudadera verde con naranja.

Al otro lado de una mesa pequeña, sentado con los ojos serios y tomando café en una taza. Un niño de la misma edad que la niña habla — Así es, soy tu nuevo vecino y lo lamento tanto. No quería lastimarte, no fue mi intención hacerte daño— dijo la voz del niño con un claro índice de culpa.

La niña lo desestimó con una sonrisa radiante que hizo que sus mejillas marcadas con cicatrices en forma de bigotes de gato se profundizaran.

—No importa, me curo muy rápido y nunca me enfermo. Soy así de increíble— dijo la niña con una sonrisa radiante, pero para Kofa un hombre observador logro ver la soledad inmensa en esos ojos azules que por un momento perdieron todo indicio de claridad, volviéndose opacos.

Kofa al ver esta situación decidió preguntar — ¿Puedo vivir contigo? — preguntó con cierta forma descuidada. No se olvidó de darle un sorbo a la taza de café y mirar por el rabillo del ojo la reacción de la niña.

Naruko cuando escucho está pregunta, sintió que un trueno la atravesó de la cabeza a los pies. No podía moverse de la felicidad, en todos los años tenía que tener uso de razón, nunca. Nadie se había tomado la molestia de vivir con ella.

Naruko vio como Kofa baja la taza y se prepara para levantarse, asustada y sin querer que se vaya. Se acercó de manera veloz sin importarle derramar el café caliente sobre sí misma y de un salto tomo con fuerza la mano de Kofa.

Kofa se asustó por la repentina acción de la niña y en su corazón se estaba preparando para un repentino ataque asesino. Lo que nunca esperaba fue bajar la cabeza y ver unos ojos muy solos, sin vida. Vacíos que lo miran con un deseo de tener una fortaleza o alguien a quien recurrir.

Kofa se sintió increíble, nunca había visto en toda su vida unos ojos que mostrarán este tipo de emociones extremas de soledad y entonces lo escucho.

—No me abandones— La voz débil sin resistencia, solo un suspiro triste. Como si la voz feliz y llena de energía de la niña fuera solo un eco.

Kofa apretó la mano pequeña de la niña y se acercó, la rodeo en un abrazo lleno de verdadera calidez y coraje. En lo más profundo de su alma quería con este abrazo mostrarle todos los sentimientos de ánimos que rondan en su cabeza.

Naruko sintió los delgados brazos de Kofa rodeándola en un abrazo, no sabía que era este sentimiento extraño. Un calor muy tímido comenzó a iniciar por su corazón y sin darse cuenta unas gotas saladas se deslizaron por sus mejillas y cayeron al suelo.

Kofa vio esto, Naruko está llorando con su cabeza enterrada completamente en su pecho. Queriendo sentir este cálido sentimiento.

Naruko hablo — Y-yo-yo no estoy llorando, soy fuerte y me convertiré en hokage. -Dattebayo- — dijo con una voz entrecortada.

Kofa al ver esto sólo se acercó aún más y le dijo — Ya no estás sola, me tienes. No escondas detrás de una sonrisa toda tu soledad. Deja de cargar todo el peso sobre tus hombros, te estás dañando y van a quedar en escombros tus sueños—