-Estaba pensando quién podía ser el Pibe Mestizo, ¿viste? Así que fui…

-A la biblioteca, ¿no?

-Ay, ¿cómo supiste, Harry? Me re conocés.

-¡Sí, a la biblioteca! -saltó Ron al toque-. ¿No, Hermione?

-Sí, bueno…

-¡Viste! Te re conozco -dijo Ron re sonriente.

Harry revoleó los ojos. ¿Así se la quería coger?

-Bueno, Hermione, no me hinches las bolas -saltó Harry-. Que el Pibe esto, que el Pibe lo otro. Vos estás envidiosa porque ahora en Pociones soy el más capo… Y vos cerrá el orto, Ron, que ya te veo que estás por decir el máscaporongas. Ja, ja, pero qué gracioso, che.

Era el sábado a la mañana y estaban los tres sentados en la Sala Común de Gryffindor (una sala circular de la zona de las cisternas y los tanques de agua con las paredes sin revocar, piso de cemento y unos almohadones todos rotos largando goma espuma donde se sentaban en el piso) comiendo medialunas de LA VALIENTE, que Harry había ido a comprar con su escoba hasta CABA a la mañana.

(Nota del autor: ¿Sabías que Germán Torres desarrolló esta pastelería única, con un sabor inigualable, allá por los años donde vos te hacías la paja y te acababas en la mano? Esta medialuna ya alcanzó la categoría de leyenda, junto al chef Christian Petersen la clave está en los ingredientes de primera calidad. Disfrutalas en Av. Cabildo 4300, CABA).

-Qué buenas que están, che -Ron se metió una en la boca, miró a la cámara y guiñó un ojo.

-No, nada que ver, Harry -siguió Hermione-. En realidad estoy preocupada por lo del Pibe este…

-¿Preocupada? ¿Por? Porque te opaqué, por eso estás preocupada.

-¡Podría ser peligroso! Estás mezclando ingredientes de pociones según indicaciones que no tenés ni idea de quién pudo ser el que las inventó. ¿No te pusiste a pensar que capaz era un mago re oscuro, como Tinelli, Voldemort o Perón?

-Dale, Hermione, ¿qué te pensás, que esos fueron los únicos 3 alumnos que tuvo Hogwarts?

-¿Y si era algún otro mago oscuro?

-Sí, sí, sí, claro -Harry no tenía dudas de que Hermione decía eso cien por ciento porque tenía el ojete lleno de envidia de Harry, por ser el nuevo Messi de las pociones.

-¿Y encontraste algo? -le preguntó Ron-. En la biblioteca -le guiñó un ojo, como si el hecho de que supiera que ella fue a la biblioteca fuera motivo para que ella se sacara la tanga en ese momento y se le sentara encima.

-No, nada -se quejó ella, frustrada-. Obvio que hubo miles de "pibes" en Hogwarts en toda su historia, y que más de la mitad deben ser mestizos, es decir hijos de un padre o madre muggle y el otro mago. Además, podría ser una "piba"…

-¿Eh? -Harry tragó la medialuna y la miró con una ceja arqueada. Hermione cebó un mate y se lo pasó a Ron. -¿Cómo que piba? Ahí dice específicamente "pibe", Hermione. El Pibe Mestizo era hombre.

-No lo sabemos. Podría ser mujer biológicamente, y se puso "pibe" porque se autopercibía hombre en su época de Hogwarts. Además, "pibe" termina con "e", y en lenguaje inclusivo podría significar tanto hombre como mujer.

Harry se quedó en silencio unos segundos, con el culo lleno de preguntas.

-¿Eh? -parecía no haber entendido-. Estás loca, Hermione. Escuchame, ¿y cómo sabés vos que el antiguo dueño de mi libro se hacía llamar "Pibe Mestizo"? Si no te lo dije yo.

-No, pero te saqué el libro de la mochila y lo miré…

-¡Ehh! Qué te pasa, loca…

-¡Por tu propio bien, Harry! Además no fue nada lindo. Me salpicó semen en la cara.

Hermione dijo eso y al toque se quedó mirando a Harry fijamente, pero él no dijo nada. Tenía la boca medio curvada en una semi-sonrisa, pero no habló.

Entonces Hermione se puso re contenta.

-¿Qué te pasa?

-¡No dijiste nada! Pensé que ibas a tirar algún comentario machista o algún chiste pero no, no dijiste nada. ¿Ves cómo estás mejorando? Mi P.E.D.O. está empezando a cambiar la mentalidad del patriarcado.

"Menos mal que no llegué a decirlo", pensó Harry, que había estado a punto de decirle: "ese chorrazo de wasca es justo lo que venías necesitando".

-Yo tampoco dije nada -dijo Ron, re sonriente.

Hermione lo miró medio nerviosa y con una sonrisita débil mientras cebaba otro mate. Harry pensó en decirle que su pedo de mierda ya había fallado en su principio más básico: no comer nada de Harry, porque la mina no dejaba de atragantarse con las medialunas desde que él las llevó un rato atrás, pero decidió no decir nada. Esa semana Hermione había estado a punto de morir desnutrida con la dieta a base de polenta Prestá Pronto que les estaban dando en la escuela.

-Che, Harry, ¿vos quién pensás que es el Pibe? -preguntó Ron.

Harry agarró el mate que le pasaba Hermione y se puso a tomarlo pensativo. Al final dijo:

-Mi viejo… Para mí que era mi viejo.

Hermione puso una cara como de tristeza o enternecida, mientras se agarraba el pecho con las dos manos.

-Ay, Harry…

-Sí, o sea, está medio atada con alambre tu teoría -dijo Ron, más insensible-. De los miles de pibes que pudieron haber pasado por el aula de Pociones y dejar su libro ahí en ese armario, ¿por qué juuuuuusto iba a ser tu viejo, no? La casuaalidááá. Ja, ja.

-Sí… Tenés razón.

Hermione miró a Ron con cara de culo y le dio un codazo.

-Bueno, hoy tenemos las pruebas de Quidditch -Harry se puso de pie y se sacudió las migas de la ropa-. ¿Vamos a entrenar?

-¿No van a hacer la tarea? -preguntó Hermione-. ¡Nos mandaron un montón de tarea de todas las materias esta semana!

-Me chupa la pija -dijo Harry-. Dale, Ron, vamos a buscar las escobas.

-¡Nos vemo', Hermione!

Y se fueron los dos.

Esa tarde tuvieron la prueba de selección. Harry, el capitán, estaba parado en medio del patio de cemento todo hecho mierda que eran los terrenos de Hogwarts, cerca de la alambrada que daba a la avenida Pasco, donde pasaban todos camiones tirándoles el humo negro y haciendo un re ruido. Ahí adelante de él estaban todos los candidatos. Harry los miraba con los ojos entrecerrados.

-Todos una manga de inútiles -le susurró a Ron en voz baja, que estaba al lado de él-. Entre todos no hacemos uno.

-¡Te escuché! -dijo Jack Sloper, que se iba a probar para Golpeador.

Vio a Ginny, que estaba sola con su escoba mirándolo fijamente.

-Andá a saludarla, Harry -le dijo Ron al oído-. Dale, no seas gil. Acaba de terminar con el novio.

-¿Cómo? -el pecho de Harry empezó a latir re rápido de los nervios.

-¡Sí, al final lo largó a la mierda! Se cansó de que la cague con otras.

-Bueno, ahí voy… -Harry estaba re nervioso mal-. Vos decile a los demás que empiecen a calentar.

-Dale, amigo.

Harry respiró hondo y estaba por ir a saludar a Ginny cuando apareció Dean Thomas de la nada, se acercó a la piba por atrás y le dio un cachetazo re fuerte en el orto con toda la mano abierta.

Harry se quedó duro. ¿Qué onda? Y entonces vio que la mina se giraba re sonriendo, miraba a Dean y empezaba a comerle toda la boca a besos re sacada, con toda la re lengua.

-¡Noooo! -Ron se había acercado a Harry de nuevo-. ¡Te ganó de mano el Dean!

-Bueno, se van todos a la mierda -Harry se amplificó la voz con la varita para que lo escuchen todos los candidatos-. ¡ESCUCHEN TODOS, LA RE PUTA QUE LOS PARIÓ! ¡SI QUIEREN ENTRAR A MI EQUIPO, SE SUBEN TODOS A LAS ESCOBAS Y SE VAN VOLANDO DE ACÁ HASTA EL COTO DE TEMPERLEY Y ME TRAEN UN DOBLE CUARTO DE MCDONALDS, ¿ESTAMOS?! ¡EL ÚLTIMO EN VOLVER QUEDA AUTOMÁTICAMENTE DESCALIFICADO!

Estaba re caliente. Se quedó mirando a Dean y tiró un escupitajo al piso mientras lo fulminaba con los ojos.

Se subieron todos a las escobas y se fueron volando para el Coto. El último en volver fue Jack Sloper.

-¡No fue mi culpa llegar último! -dijo, dándole la bolsa de McDonalds a Harry-. ¡Justo me tocó una caja donde estaban haciendo el cambio de turno los empleados y tardaron una banda!

-Estás descalificado, Jack -dijo Harry, comiéndose la hamburguesa en la cara del pibe mientras lo miraba fijo-. Andá pa' allá, bobo -y le señaló el edificio del colegio.

-¡LA CONCHA DE TU MADRE, POTTER! -Jack escupió el piso y se fue con su escoba, re caliente.

Harry lo miró irse, terminó de comerse las papas y volvió a dirigirse al grupo.

-Bueno, gente, ahora vamos con la segunda prueba -dijo, con la voz amplificada-. Vamos a probar la destreza física de ustedes, el poder de golpe que tienen. Consiste en que se tiren todos encima de Dean Thomas y lo caguen bien a piñas. Voy a evaluarlos y el que haya golpeado de la forma más débil va a quedar descalificado.

-¡¿QUÉ?! -Dean abrió los ojos re grandes-. ¡NO! ¡PARÁ! ¡NOOOOOOOOOO!

Una avalancha de candidatos de Gryffindor se le tiraron encima y empezaron a recontra re cagarlo a trompadas. El flaco tuvo que terminar hospitalizado en la enfermería. Harry seguía comiéndose todas las hamburguesas que le habían llevado mientras miraba todo re tranqui.

-Bueno, ya me decidí -dijo al final-. El que pegó más débil fue Andrew Kirke. Afuera, Kirke, andá pa' allá, bobo.

Andrew se fue de vuelta al colegio a las puteadas. Harry siguió probando gente y eligió a los Cazadores y a los Golpeadores. Faltaba el Guardián y listo.

Había un flaco que se llamaba Cormac McLaggen que era uno castaño re sexy todo musculoso que se estaba haciendo las uñas con la varita mientras le tiraba onda a Hermione, que estaba ahí sentada mirando.

-Yo no pedí ser el mejor Guardián de Quidditch que haya existido -le decía el flaco, con toda la re cara de soberbio-. Solo pasó.

-Bueno, ahora vamos con las pruebas para Guardián -dijo Harry. Se acercó a Ron y le susurró: -No te preocupes, amigo, es una fachada nomás. Voy a arreglarlo para que ganes vos.

-No -dijo Ron entonces, que miraba a McLaggen re caliente-. Este pelotudo le tira onda a mi chica y quiere mi puesto. Voy a hacerlo mierda limpiamente.

-¿Limpiamente? -Harry se quedó mirando a su amigo preocupado-. ¿Estás seguro, Ron…?

-¿Qué? ¿Pensás que no puedo ganarle al pelotudo este la prueba?

-Eeehh… -Harry se quedó mirando la escoba de McLaggen, una Mercedez Turbo 9001 fabricada con madera de arrayanes de Bariloche, tratada con barniz de duendes de la colonia de El Bolsón durante la Campaña al Desierto y añejada en bodegas de Mendoza. Harry sabía que el chabón venía de una familia re de guita y había tenido tres entrenadores distintos durante el verano para prepararlo para estas pruebas: Ángel Di María, el Pocho Lavezzi y Julián Álvarez. Ron no tenía chances.

-Bueno, dale… Si eso querés.

Harry se fue al medio del campo de Quidditch, una parte de ese patio de cemento donde estaban los aros todos oxidados, uno medio partido a la mitad, y las tribunas de madera de la época de Alfonsín todas hechas re poronga.

-Bueno, Golpeadores, reúnanse todos.

Ron, McLaggen y un par más se acercaron a los aros. Harry vio que Ginny, que ya había quedado elegida como Cazadora, le tiraba ojitos de vez en cuando desde un costado mientras masticaba chicle. Parecía haberle importado una mierda que su nuevo novio hubiera quedado cuadripléjico. De hecho, lo más gracioso era que para quedar elegida de Cazadora Ginny también había tenido que cagarlo a piñas, y no había sido la que pegó de forma más débil.

Harry se hizo el poronga para llamar la atención de Ginny.

-Bueno, loco, súbanse a las escobas, esto es Quidditch. ¡Vamos, arriba! ¡Vamos!

Empezó a aplaudir, creyéndose el gran entrenador estrella.

-¿Quién se piensa que es este, Lionel Scaloni? -dijo McLaggen mientras se subía a la escoba. Harry le tiró una mirada ortiva.

-Ginny, ¿querés tirar las bolas? -dijo Harry, haciéndose el capo, y enseguida se dio cuenta de lo que acababa de decir. Todos se empezaron a cagar de risa de él. -Quiero decir… O sea… -se puso nervioso. ¡Qué pelotudo!

-Sí, Harry, no hay drama -re canchera, Ginny agarró una Quaffle del piso, se la puso abajo del brazo y caminó hasta donde estaba Harry mientras masticaba chicle. Entonces le susurró al oído: -Te las tiro cuando quieras.

Y se fue caminando por adelante de él meneando el culo re sexy, que estaba todo re marcado con unas calzas que se había puesto apretadísimas que le marcaban absolutamente todo.

-Uff… cómo comen esas calzas, loco -dijo Ron al lado de él.

-¡Es tu hermana, boludo!

-Uy, cierto.

Los candidatos a Golpeadores volaron sus escobas cerca de los aros y fueron atajando por turnos mientras Ginny les tiraba la Quaffle.

Ron atajaba de pedo. Una con la cabeza, re torpe, otra que de pedo la alcanzó con la punta del pie, otra que le pegó en las bolas por accidente… McLaggen, en cambio, era re profesional. Le dio un puñetazo a una y la metió en el aro de los contrincantes de un solo golpe; a otra la desvió con el codo mientras mandaba un mensaje de Whatsapp con el celular, sin mirar; y a otra la paró de pecho y empezó a hacerle jueguito con los pies, para mandársela después a Harry de una patada con una puntería perfecta. Harry la atrapó al vuelo y se quedó sin saber qué hacer.

-¿Ya estoy elegido? -preguntó McLaggen.

-Todavía no -dijo Harry-. El elegido va a ser el que más ataje, y hasta ahora Ron y vos vienen empatados.

-¿Weasley? -McLaggen miró a Ron cagándose de risa-. ¿El bolita? Ja, ja, ja, esto va a ser re fácil.

-¡¿Qué me decís bolita, gil?! -Ron se le tiró encima y Harry tuvo que salir volando en su escoba para separarlos.

-¡Bueno, paren! -Harry logró separarlos y se quedó ahí al lado de los aros-. Dale, Ginny, vamos con otro tiro. ¡Vamos a hacer tiros al arco hasta que a alguno le metan gol, y entonces ese queda afuera y el nuevo Guardián va a ser el otro! ¿Estamos?

-Entendidísimo, papu -McLaggen se ajustó las hombreras y se sonó el cuello. Ron estaba pálido. Parecía que iba a vomitar.

Harry aterrizó en el piso para mirar. Sabía que Ron iba a perder, pero bue, él había querido jugar limpiamente…

Katie se le acercó con carpa.

-Che, Harry, llegó el momento, ¿no? Tirales un confundus.

-No, Ron quiere jugar limpio -le susurró él.

-Lo va a hacer moco -dijo Katie, viendo cómo McLaggen atajaba el tiro de Ginny con la chota. Lo había hecho a propósito. Se paró arriba de la escoba, puso las manos atrás de la nuca, re relajado, y meneó la chota cuando se acercó la Quaffle, desviándola a la mierda.

-Impresionante, amigo -dijo El Dibu, que pasaba por ahí cerca caminando y alcanzó a ver la atajada-. Sos groso, papá -y siguió de largo, saliendo de los terrenos por la alambrada.

McLaggen quedó subido al pony más alto del condado. El Dibu Martínez le había tirado un elogio.

-Ya está, no me queda otra -dijo Harry en voz baja-. Voy a tener que elegirlo…

Ron atajó la siguiente de recontra pedo, pero le pegó en la boca del estómago y lo dejó sin aire.

-¡Ja, ja! -se burló McLaggen-. Quedó sin aire. La próxima le pasa sí o sí.

Harry lo odiaba, pero sabía que tenía razón. Ron ya no iba a estar en condiciones de atajar la siguiente. ¿Qué hacía? ¿Le tiraba un confundus? Pero cruzó una mirada con Ron y él negó con la cabeza, como indicándole que no lo hiciera. ¡Tan orgulloso iba a ser el hijo de puta!

McLaggen se preparó para atajar el siguiente. Ginny estiró el brazo atrás para lanzar…

-Ya fue -dijo Hermione entonces en la tribuna, para sí misma-. No puedo dejar que este pajero pelotudo sea el nuevo Guardián. Además Ron va a hundirse en su auto-lástima como siempre y a empezar a hacerse la víctima y el pobre tipo el resto del año, va a ponerse infumable. Se lo tiro yo el confundus.

Hermione se metió la mano en el bolsillo para buscar su varita… pero no estaba.

¿Qué…? ¡Ay, no! ¡Se la había olvidado en la biblioteca!

Ginny ya tiraba la Quaffle…

¡Nooooo!

No quedaba otra. Iba a tener que tomar medidas drásticas.

-¡MIRÁ, CORMAC!

Con ese grito, Hermione se puso de pie en las tribunas, se levantó la remera que llevaba puesta y también el corpiño, y mostró todas las tetas en frente de todos los que estaban ahí.

Cormac giró la cabeza, sin poder evitarlo, y se quedó mirando como pelotudo las tetas de Hermione con los ojos bien abiertos.

-¡GOOOOL! -empezó a gritar Ginny-. ¡LE METÍ GOL!

Pero ni Harry ni Ron se habían dado cuenta de lo que había pasado, porque ellos dos también se habían quedado mirando las tetas de Hermione con cara de pelotudos.

-Fua, nunca pensé que Hermione tuviera tan buenas tetas -dijo Katie, al lado de Harry, mirándolas también-. Parecía re plana, pero debía ser por esa ropa toda holgada que usa.

-¡HARRY, PAJERO DE MIERDA! -gritó Ginny desde su escoba-. ¡LE METÍ GOL! ¡RON ES EL NUEVO GUARDIÁN!

-Ah, sí, sí, es verdad -Harry pestañeó varias veces y se aclaró la garganta mientras se dirigía al público-. ¡Ron es el nuevo Guardián del equipo!

-¡FUE TRAMPA! -gritó McLaggen, volando a toda velocidad hasta donde estaba Harry, bajándose de su escoba y reclamándole re caliente-. ¡ME HICIERON UNA CAMA! ¿CÓMO NO IBA A MIRARLA SI MUESTRA LAS TETAS ADELANTE DE TODOS?

-Es parte del deporte, McLaggen, no seas mal perdedor -le discutió Harry-. Podría pasarte tranquilamente en un partido y no podés distraerte, tenés que tener la capacidad para mantenerte concentrado. Estás descalificado.

McLaggen no dejó de putear y de reclamar, pero Harry declaró a Ron el nuevo Guardián y todos aplaudieron y lo cargaron en brazos para celebrar. Ron estaba re contento, saltando y gritando. Todos los demás lo ovacionaban y le inventaron un cantito de cancha:

-¡WEASLEY, TE SIGO A TODAS PARTEEEESSSS! -cantaban todos, saltando y cargándolo en brazos-. ¡A TU HERMANA, YO ME QUIERO CULIAAAAARRRR!

Cuando por fin lo bajaron, Harry se le acercó y la dio una palmada en la espalda.

-Te puso contento quedar elegido, ¿eh?

-¿Quedar elegido? Ah, sí, eso también -dijo Ron, sonriente-. ¿Pero viste ese par de tetas, Harry? ¡Estaban tremendas!

Siguieron celebrando con el nuevo equipo de Gryffindor el resto de la tarde. Cuando terminaron de celebrar, casi todos los hombres que habían estado ahí fueron misteriosamente hacia los baños de hombres, donde se quedaron un buen rato por algún motivo misterioso…

Cuando ya se hacía de noche, se abrió la puerta de los vestuarios y Harry y Ron salieron caminando juntos, fumándose unos cigarros.

-Fue la mejor paja de mi vida -dijo Ron, que iba re relajado.

Esa noche, Ron se fue a la fiesta del Gran Salón con los otros chicos de la pieza, Hermione fue a la cena de Francella y Harry se fue solo para el lado del despacho del director Darín.

El ambiente no pudo cambiar más drásticamente. Toda la euforia y la celebración quedó atrás. Mientras Harry iba por los pasillos oscuros, desiertos, lúgubres, hacia el despacho del director, sintió una sombra que se cernía sobre él. Una especie de oscuridad que lo tragaba todo. Toda la felicidad parecía quedarse atrás, como si hubiera algún ser oscuro acechando ahí cerca…

Entonces la vio: Mirtha Legrand caminaba por el pasillo de ahí adelante con dos asistentes que la ayudaban a moverse, porque se ve que no podía sola, mientras ella caminaba con la mirada en alto para el lado del despacho de Francella. Al final sí la había invitado.

Harry siguió de largo, pero la sensación de oscuridad y amargura no se iba. No había nadie, todos estaban en la fiesta de abajo. Harry fue él solo por los pasillos oscuros y fríos hasta llegar a las dos estatuas que flanqueaban la entrada al despacho del director: una era de Diego Maradona, con una pelota abajo del pie, y la otra de Lionel Messi, cruzado de brazos y mirando serio para adelante.

Harry dijo la contraseña que Darín le había dejado anotada en la invitación:

-"Síganme, no los voy a defraudar".

Las dos estatuas se corrieron y apareció una escalera de caracol. Harry subió por ahí. La escalera subía sola mediante magia… aunque cuando iba por la mitad se frenó de golpe con un chirrido y Harry casi se cae a la mierda.

-Estas escaleras del orto… -apareció Darín ahí arriba, a las puteadas, donde terminaban enfrente a la puerta de su despacho-. Bancá un segundo, Harry, voy a ver si las puedo destrabar…

El tipo empezó a darle patadas al último peldaño re sacado, se escuchó un ruido a engranajes oxidados y empezó a sonar un chirrido metálico re fuerte, y después de unos segundos la escalera se destrabó y empezó a subir sola otra vez, mediante magia, hasta que Harry llegó arriba de todo.

-Ahora sí -el director le sonrió y le tendió la mano-. Hola, Harry, buenas noches.

-Buenas noches, director.

-Pasá por acá.

El director lo condujo dentro de su despacho y cerró la puerta con llave desde adentro. Le indicó que tomara asiento ante su escritorio.

Harry fue re nervioso, con las patas temblando. El despacho circular del director daba miedo. Estaba re oscuro, ni una vela tenía, nada. Todo era silencio y había un murciélago colgando boca abajo en la percha donde antes estaba el ave fénix de Dumbledore.

Darín se sentó en la silla del director, del otro lado de la mesa, y miró a Harry fijamente. A Harry le dio un escalofrío del cagazo.

-¿Trajiste el lubricante?

-Sí, acá está -Harry lo sacó, con las manos temblando, y lo dejó arriba de la mesa.

-Bien, bien… -Darín asentía lentamente-. Harry, quiero que me acompañes esta noche a un lugar que es lejano y cercano al mismo tiempo -hablaba en forma re misteriosa, todo con un aura de ocultismo, de secreto-. No vamos a salir de este despacho, y aun así vos y yo vamos a adentrarnos en un lugar oscuro, muy oscuro juntos…

-Sí, señor -Harry se puso de pie y empezó a bajarse los pantalones, resignado, pero Darín lo frenó.

-Pará loco, ¿qué hacés?

-¿No me va a culiar, profe?

-No, Harry, no te llamé acá esta noche para culiarte… Esto es otra cosa.

-Ahh, bueno -con un suspiro de alivio, Harry se cerró la cremallera de nuevo y se sentó, obediente.

-Como te decía, Harry, vamos a viajar a un lugar oscuro y lejano: los pensamientos, los recuerdos. Pero no recuerdos míos ni tuyos, sino de un mago distinto, uno que vos nunca conociste. Este recuerdo se remonta a la década de los sesenta, década de los Beatles y en la que Mirtha Legrand ya era vieja. Lo que vamos a ver, Harry, es un recuerdo del antiguo director de esa época, Jorge Guinzburg. Lo conseguí poco antes de su muerte, allá por el 2008. Quiero que me acompañes a verlo, Harry…

Harry obedeció. Vio que Darín ponía un pensadero arriba de la mesa y pasaba su varita todo por arriba. Miró a Harry fijamente por encima de la superficie de esa especie de líquido raro.

-El lubricante, Harry.

Harry abrió el frasco de lubricante, se puso un poco en la mano y se lo llevó lentamente al culo…

-No, Harry -dijo Darín, pacientemente-. No es para eso. Volcalo arriba del pensadero.

-Ah, claro.

Harry vació el lubricante en el pensadero, y entonces el director echó su recuerdo, que tenía en un frasquito, y todo el líquido ese empezó a girar.

-El lubricante ayuda a que no nos duela tanto la caída -explicó el director, inclinando la cara hacia la superficie del pensadero. Harry lo imitó, acercando la cara también.

-¿Cuál caíííííííííííídaaaaaaaaaaaaaaaaa?

La pregunta de Harry se alargó en un grito mientras los dos caían por un precipicio terrible, tragados por una especie de agujero negro a toda velocidad dentro del recuerdo.

Cayeron de cabeza en un piso re duro y Harry casi se desnuca. Le dolían todos los huesos del cuerpo, pero sentía como si el lubricante de alguna forma aflojara un poco el dolor.

-Esa caída -dijo Darín, poniéndose de pie.

Harry miró alrededor. Estaban en un lugar todavía más feo y hecho mierda que Hogwarts.

-Es un orfanato -explicó el director-. Uno que había en esa época por Adrogué. Vení, vamos por acá.

Se notaba que estaban en los sesenta porque mientras caminaban por ese pasillo todo viejo y lúgubre se cruzaron como a cinco personas y ninguna tenía un celular en la mano. Iban siguiendo a un tipo gordito y con bigote que debía ser Jorge Guinzburg. Nadie ahí podía verlos a ellos dos, era como si estuvieran metidos en el recuerdo de él… Ah, re que estaban justamente ahí, era re obvia la aclaración :'D

Entraron en una habitación donde no había nada excepto un camastro de metal viejo y oxidado y un armario. La señora que había acompañado a Guinzburg hasta ahí lo dejó y se tomó el palo.

Entonces fue que Harry lo vio, sentado sobre el camastro: el nene más oscuro, sombrío, lúgubre, tenebroso y todos los sinónimos de esas palabras que se te ocurran, ni ganas de buscarlos.

-Hola, klsdfhisfhgsiuh -dijo Guinzburg, saludando al nene.

Harry se metió un dedo en el oído y se trató de sacar la cera. ¿Qué carajo había sido eso? Cuando el tipo dijo el nombre del nene, en vez de escucharlo fue como si escuchara todas letras sin sentido.

-¿Usted es un psiquiatra? -dijo el nene, que tenía una re cara de loquito-. ¿Va a llevarme a que me internen?

-No, no vine a eso -le dijo Guinzburg, con mucha paciencia-. Vine a decirte que sos un mago, ijafhsdkjhbsiud.

Otra vez lo mismo. Cuando Guinzburg decía el nombre del nene, Harry escuchaba todas unas sílabas sin sentido, como distorsionadas.

-Prúebelo -dijo el nene, abriendo mucho los ojos.

Entonces Guinzburg miró al armario fijamente y este se abrió mediante magia. Empezaron a salir consoladores, calzones de cuero con tachas, bolas sexuales atadas con una soga y mordazas.

-Sé todo sobre tus fechorías en este orfanato -dijo Guinzburg, con tranquilidad-. Si vas a venir a nuestra escuela de magia, amiguito, tenés que saber que no toleramos ningún tipo de abuso sexual ahí… Al menos por parte de los nenes. Los profes sí podemos.

-Yo no fui -dijo el nene al toque-. ¡Martina siempre se pasea con esa pollerita corta, y Ludmila come las bananas que nos dan de postre con toda la boca re abierta, ellas prácticamente están rogando ser violadas!

-Tenés once años, pendejo, calmate un poco -dijo Guinzburg-. Bueno, hacé las valijas y vení conmigo. Vamos a empezar tu educación mágica.

-Pero no tengo plata, señor.

-No te preocupes, la escuela es pública… Eso sí, la comida es una mierda, pero vos que venís de un orfanato ya vas a estar acostumbrado.

Guinzburg se dio la vuelta y estaba por irse, cuando el nene dijo:

-Profesor, ¿es normal que las serpientes hablen conmigo?

Guinzburg se quedó quieto, con cara de miedo. Se dio vuelta, muy despacio…

-Puede ser… No es común, pero puede ser…

-¿Y es normal que el fantasma de Salazar Slytherin me hable en sueños y me ordene que los mate a todos a cuchillazos mientras duermen? -la cara del nene era re de loquito mal.

-Ehhh… Eso es un poco más raro…

-¿Y es porque soy un mago que siempre quiero matar y torturar nenes, y que maté al bebé de cinco meses de la señorita Gutiérrez ahogándolo con una almohada y después bailé sobre su cadáver mientras me cortaba las muñecas con un cuchillo y cantaba re contento la canción de Manuelita que vivía en Pehuajó?

Tenía una cara de enfermo mental tremenda, re psicópata el nene.

-Ehhh… Bueno, nene, me voy al re carajo, me estás dando un miedo de la concha de la lora.

Guinzburg se fue a las chapas de ese orfanato, el recuerdo se puso todo borroso y lo siguiente que supo Harry es que estaba de vuelta sentado en el despacho de Darín, en la mesa, delante de él.

Darín se prendió un pucho y se quedó pensativo, reclinado en su silla, mirando a la oscuridad de esa habitación sombría.

-Todos estos años estuve dándole vueltas a este recuerdo -dijo el tipo, negando con la cabeza despacio, re sumido en pensamientos-. El misterio de ese nene no me deja dormir… ¿En quién se convirtió de grande? ¿Por qué nunca supimos más de él? ¿Quién es hoy en día? ¿Está entre nosotros? Podría estar acá mismo, en este colegio, en este momento… No lo sabemos.

-Wow… -susurró Harry, admirando las caras que ponía Darín, re serias y profundas, mientras hablaba-. Sos un actorazo, chabón… Estás dando una actuación de la re puta madre. Re serio, todo misterioso. Por cierto, te amé en Nueve Reinas.

Darín le sonrió y le guiñó un ojo.

-Pero profe, ¿por qué cuando Guinzburg decía el nombre del nene se escuchaba todo así distorsionado?

-Muy bien, Harry -dijo Darín, asintiendo despacio-. Acabás de decir lo más importante de todo. Eso, justamente, es la prueba de que el recuerdo que acabamos de ver está alterado. No es el recuerdo real. Lamentablemente, Guinzburg murió y nunca vamos a poder ver el verdadero.

-¿Por qué Guinzburg tapó el nombre del nene en su recuerdo?

-Justamente, Harry. ¿Por qué lo haría? Es un gran misterio… -Darín volvió a poner esa cara de misterio y oscuridad, re actorazo mal el chabón, ponía la piel de gallina solo verlo. -Yo creo que fue por vergüenza… Le daba vergüenza haberlo dejado estudiar en esta escuela, a pesar de que estaba claro que el nene estaba maldito. Fue el gran secreto que Guinzburg se llevó a la tumba. La identidad del nene. Logré sacarle este recuerdo en sus últimos días de vida, pero no quiso revelar nunca la identidad del wachín.

-¿Por qué no?

-Justamente, Harry. ¿Por qué no…? -otra vez la cara esa de misterio. ¡Pero qué actorazo, la puta madre! -Yo creo que ese nene es el anti-messias de la Argentina. Todos los indicios apuntan a eso.

-¿Qué es eso del anti-messias, profe?

-En los albores de la historia de la magia argentina, cuando San Martín y Belgrano jugaban al truco en Plaza de Mayo tomándose unas birras bien frías, se creó una Profecía que hoy en día está guardada en lo más profundo del Departamento de Misterios del Ministerio de la Magia… cerca de Congreso, agarrando a la izquierda por Hipólito Yrigoyen. La Profecía decía que algún día nacerían dos fuerzas en este país, una del bien y otra del mal. Todo apunta a que la fuerza del bien es Lionel Messi, que como sabemos derrotó a Perón y lo dejó en una prisión en España hace más de un año. Y la fuerza del mal…

-¿La fuerza del mal no sería Perón?

-No, no. Perón era un político nada más. Un hijo de puta, pero no creo que fuera más que eso. Y Cristina también.

-¿Y Tinelli?

-Bueno, sí, ese era bastante más oscuro, pero no era el anti-messias.

-¿Y Voldemort?

-Ese era un sicario nomás.

-Mierda que tenemos magos oscuros en Argentina.

-Sí, son una banda. Pero lo importante, Harry, es que este nene es el anti-messias, el peor de todos, el que la Profecía dice que está destinado a destruir a todo el país… O sea, posta, ya sé que está hecho mierda el país, pero este tipo en teoría va a hacerlo mierda mierda mal. O sea, ponele que tenemos ochenta por ciento de pobreza y todo eso, pero este tipo directamente va a matarnos a todos, ¿entendés? Baño de sangre y todos muertos, una onda así.

-¿Como en la dictadura?

-Sí, ponele. Bueno, pasa que en Argentina es difícil imaginar que pase algo más malo que todo lo que ya nos pasó, pero según la Profecía esto va a ser peor todavía.

-La verdad que no me lo imagino.

-Bueno, no importa, Harry, el tema es que hay que hacer algo. Este nene fue nacido del mal, poseído por la peor magia negra de todas, destinado a esparcir el terror en toda la Nación, y hoy en día ya debe ser un mago adulto. No sabemos quién es. Podría ser cualquiera. Según mis cálculos, basándome en este recuerdo que vimos, hoy debe tener entre sesenta y siete y setenta y dos años. Más o menos.

-Ah, está re viejo ya.

-Yo tengo sesenta y siete años, la concha de tu madre, ¿me estás diciendo viejo?

-¿No será usted el nene este, profesor Darín? Su edad da justo.

-¡Pero…! ¡Yo soy el que está contándote todo esto, pelotudo! ¿Cómo voy a ser yo?

-Ah, claro -pero Harry se lo quedó mirando de forma sospechosa-. ¿Y por qué en todos estos años todavía no esparció su mal por toda la Nación? ¿A qué está esperando ya con esa edad? No le va a dar la ciática ya para hacerlo.

-Otra de las grandes preguntas detrás de todo esto -Darín puso otra vez la cara de misterio, fumándose el cigarro-. Eso es lo que más se me escapa, Harry. ¿Por qué? ¿Por qué, justamente, no atacó en todos estos años? Si estudió en Hogwarts durante los sesenta, y se graduó hace ya cincuenta años, ¿qué está esperando para cumplir la Profecía? Yo creo que se fue al extranjero a aprender magia negra…

-¿A Mendoza?

-A… ¿Cómo? ¿A Men…? -Darín se dio una palmada en la cara-. No, Harry, yo pensaba en Paraguay o Perú. Para mí estuvo ahí. Sino no se explica su desaparición. Y todo apunta a que este año va a tratar de cumplir su terrible plan…

-¿Por?

-Me lo dijo Trelawney, Harry, lo vio en la bola de cristal. Sí, ya sé, la mina siempre habla gansadas, pero esta vez parecía posta. Lo dijo con la voz toda grave, así como poseída.

-¡Ah, sí! Cuando habla así es porque está diciendo la posta.

-¿Viste? Sí, te re das cuenta -Darín le dio otra pitada al pucho, pensativo.

-¿Y por qué me trajo a mí a ver este recuerdo, profe?

-Porque vos, Harry, fuiste el mago que derrotó a Voldemort cuando eras solo un wachín, y después a Tinelli en tu primer año en Hogwarts, y después a Cristina cuando solo tenías catorce años. Por eso mismo, creo que vos sos el indicado para detener al anti-messias. El Elegido.

-¿Pero y Messi? ¿No era él la fuerza del bien?

-Na, Messi está en otra. Está en Miami con Antonela y los nenes y mepa que van a hacer un viaje a Bahamas dentro de poco. ¿Viste cómo está mejorando de la lesión del tobillo que se agarró en la Copa América?

-¡Zarpado! -Harry sonrió-. Ya fue al entrenamiento con el Inter, ¿viste?

-¡Maaal! Parece que juega el otro sábado. ¿Quién va de titular de nueve?

-Me parece que Suárez. Para mí una decisión de mierda.

-Tal cual, Harry, ya fue Suárez… En fin, no le quería romper las bolas, por eso te llamé a vos.

-¿Y qué tengo que hacer?

-Bueno, Harry, como ya te habrás dado cuenta, no es casualidad que haya cambiado a todo el staff de Hogwarts después de que me nombraron director. Bueno, a la mayoría de los nuevos profes los metí porque son amigos míos o porque les debía favores, como hacemos todos en Argentina, pero hubo un caso particular de una persona que no está acá por favores… ¿Se te ocurre quién puede ser?

-¿El Kun Agüero? Todavía no lo vi hacer nada en lo que va del fic.

-Cerca, pero no -Darín le dio una pitada a su cigarro mientras miraba fijamente los cuadros de los ex directores de Hogwarts. Había uno con la cara de Guinzburg, otro con la cara de Dumbledore y uno con la cara de Mirko, el hijo de Marley, que fue nombrado director por un día para cumplirle el capricho al padre y que tuviera su cuadro también. -No es casualidad que Julieta Prandi haya vuelto a Hogwarts este año, Harry -dijo el director, dándole otra pitada al pucho.

-¿Julieta Prandi?

-Ella esconde un terrible secreto, Harry -dijo Darín-. Ella era una alumna brillante en los noventa, cuando estudió en Hogwarts. Pero supe que algo terrible le pasó, algo que no quiere decir, algo oscuro y secreto. Muy, muy secreto. Y estoy seguro de que tuvo algo que ver con el anti-messias. Sí, Harry, ella lo conoció. Lo conoció y sabe algo de él, capaz que hasta su identidad. Pero no quiere decirlo. Creo que le da miedo, muchísimo miedo. Traté de sacarle la información varias veces pero no lo logré. Por eso la traje este año como profesora…

-¿Quiere que me acerque a ella, profe?

-Exacto.

-Pero yo no soy favorito de ella ni nada así. Al que le caigo bien es a Francella. ¿Cómo hago para acercarme a Julieta Prandi?

-Va a ser difícil, Harry, muy difícil. Pero quiero que te acerques a Julieta Prandi, que te hagas íntimo con ella. Algo terrible le pasó a Julieta Prandi en los noventa que la vincula directamente con el nene este, y vos tenés que averiguar qué fue. Según mis cálculos, el anti-messias debía tener unos treinta años en ese momento. No pudo ser compañero de ella, pero capaz estuvo acá como profesor. O capaz nada que ver, pero por algún motivo ella lo conoció, y no quiere contar qué fue lo que pasó con él… Tenemos que conseguir ese recuerdo cueste lo que cueste, Harry, o el destino de nuestro país va a quedar librado al azar. Todo depende de vos.

-Fuuaa… -Harry tenía la piel de gallina-. Qué actorazo, la re putísima madre…

-Quiero que te la garches, Harry.

-¿Quéééé? ¿Qué me garche a Julieta Pran…? Bueno, sí, me encantaría, ¡pero va a ser re difícil!

-No tenés opción. Julieta Prandi no confía en nadie, es muy recelosa. La única forma de que entres en confianza con ella lo suficiente para sacarle ese recuerdo va a ser que te la encames. Vas a tener que encontrar la forma, Harry. No sé cómo, pero vas a tener que hacerlo. Ahora ándate de acá, me estoy aguantando un pedo hace una hora y me lo quiero tirar tranquilo.

Harry se despidió del director y se fue del despacho, con el culo lleno de preguntas. ¿Cómo iba a lograrlo? No se animaba a hablarle ni a Ginny, que era más fácil que la tabla del dos, ¿y se iba a coger a una súper-modelo como Julieta Prandi? Era totalmente imposible.

Mientras escuchaba los pasos de Harry alejándose, Darín se rajó un terrible pedo encima de la silla del director, con una cara de recontra placer.

-Ufff… Qué alivio -dijo, sonriente.