Hola a todos!
Un nuevo capítulo!
Lo que si no entiendo es por que no tengo reviews por esta plataforma! ¿acaso no les esta gustando esta historia? jajajaj en fin.
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Goku despertó de golpe, su respiración acelerada mientras sus sentidos volvían por completo. La pesadez en su cuerpo había desaparecido, y por primera vez en lo que le parecía una eternidad, sentía su fuerza regresar. Pero ese alivio fue rápidamente reemplazado por el peso de los recuerdos de la noche anterior. Giró la cabeza hacia donde estaba 18 y lo que vio hizo que su corazón se detuviera.
Ella estaba tirada en el suelo frío, su cuerpo apenas cubierto por las prendas rasgadas, su cabello desordenado y su rostro pálido. No se movía. La angustia lo recorrió como una descarga eléctrica, y sin pensarlo dos veces, se arrastró hasta las rejas que los separaban, extendiendo su brazo hacia ella desesperadamente.
— ¡18! ¡18, despierta! —su voz, normalmente fuerte y segura, ahora temblaba con una mezcla de miedo y desesperación. Goku sacudió las rejas con frustración, tratando de llegar a ella, pero las rejas de hierro se mantenían firmes.
— ¡Maldita sea! —gruñó, golpeando el suelo con el puño. — ¡18! ¡Levántate! —gritó con más fuerza, el sonido de su voz resonando en el espacio vacío.
Poco a poco, ella comenzó a moverse. Un leve suspiro escapó de sus labios, y su cuerpo tembloroso reaccionó. Finalmente, 18 abrió los ojos, la confusión y el cansancio marcados en su mirada. Lentamente, giró su cabeza hacia él, su brazo estirándose débilmente, tratando de alcanzarlo a través de las rejas.
— Goku... —susurró con voz débil, su mano buscando desesperadamente la suya.
El Saiyajin se inclinó hacia adelante, sus dedos encontrando los de ella. En el instante en que sus manos se entrelazaron, una corriente de energía fluyó desde él hacia ella. Goku, sin pensarlo, comenzó a transferirle parte de su ki, con la esperanza de que eso la ayudara a recuperar sus fuerzas.
—No debiste hacerlo, 18... — murmuró Goku, su voz quebrada por el remordimiento. — Yo... no valía ese sacrificio. No tendrías que haber pasado por eso... por salvarme...—
18, todavía débil pero con una rabia creciente en sus ojos, apretó la mano de Goku con fuerza. —No digas estupideces — escupió, su voz llena de resentimiento. —No es solo por ti... —replicó ella, con esfuerzo. — Es por todos. Krilin... nuestra hija... por la Tierra. —Hizo una pausa, intentando mantener la calma a pesar de su voz entrecortada. — Tenemos que salir de aquí... Juntos.—
Los ojos de 18 se abrieron un poco más, aunque el dolor aún se reflejaba en su rostro, una pequeña sonrisa triste se dibujó en sus labios.
— Goku... —murmuró, apretando un poco más su mano. — Tú... eres la única esperanza que tenemos de salir de aquí. Si no hubiera hecho algo, si te hubieran destruido... no tendríamos ninguna oportunidad—
Goku apretó su mandíbula, sentía el dolor emocional mucho más fuerte que cualquier herida física que hubiera sufrido.
— No deberías haber tenido que sacrificarte de esa manera, son unos malditos—
—Ellos... me usaron, Goku. Lo que hicieron... fue por pura lujuria. — Una chispa de venganza se encendió en su mirada mientras recordaba cada acto de violencia y humillación que sufrió. — Pero te juro que esos malditos pagarán por cada segundo que me hicieron pasar—
El Saiyajin apretó los labios con tristeza. Sin decir más, se retiró el dogui y lo deslizó a través de las rejas, ofreciéndoselo para que se cubriera. Se giró para darle privacidad, su voz suave pero firme.
—No te preocupes, 18... No vi nada.—
18 tomó la prenda en silencio, cubriéndose con ella mientras sus ojos seguían llenos de una furia contenida.
—Ambos tenemos que salir de aquí, pero antes de regresar a donde pertenecemos, vamos a matarlos, desaparecerlos uno a uno—mencionó ella con rabia contenida mientras se apoyaba contra la pared.
Goku se levantó, empezó a mirar a su alrededor y se puso a pensar con seria preocupación, no quería decirlo en voz alta, pero temia que a ese enfermo se le vuelva a ocurrir algo semejante.
—No debemos dormir, no quisiera que vuelvan a inyectarme, no se que me hicieron— mencionó el.
—Te drogaron— respondió 18 —Ellos saben que esa era la única forma para poder haber llegado a donde lo hicieron—
Ambos se quedaron en silencio y de pronto no pudieron evitar mirarse con real espanto, considerando por obvias razones que dentro de los planes de ese sujeto este repetir aquel escenario, ya que era la única forma de tenerlo a él tan vulnerable y sin capacidad de defensa.
—¡No puedes permitir que vuelvan a inyectarte nada!— mencionó alarmada la androide.
Goku asintió, su rostro endurecido por la preocupación. La determinación en sus ojos contrastaba con el temor silencioso que compartían. No podían permitirse otro ataque como ese.
—Haré todo lo posible para evitarlo, 18. Lo prometo. — dijo Goku, su voz seria y firme. —No voy a dejar que me vuelvan a atrapar desprevenido.
18 apretó los puños con tanta fuerza que sus nudillos se pusieron blancos. El simple pensamiento de volver a ser usada y humillada la llenaba de ira. Pero bajo esa rabia ardiente, había un dolor profundo, un miedo que ella se negaba a mostrar.
—No sé cómo... pero los voy a destruir — murmuró, sus palabras saliendo como un veneno cargado de odio. — Voy a hacer que se arrepientan de haberme tocado.
Goku la observó en silencio, con una mezcla de admiración y tristeza. Sabía que 18 era fuerte, tanto física como mentalmente, pero esto la había quebrado de una manera que él jamás hubiera imaginado.
—Lo sé — respondió él suavemente. —Y yo estaré... contigo cuando llegue ese momento, yo también los haré pedazos—
Los dos se quedaron callados, sabiendo que debían prepararse para lo peor. No había tiempo para el descanso; cualquier momento de debilidad podría ser su último.
Horas habían pasado desde que la última palabra había sido pronunciada. 18, con una expresión vacía, se recostó contra la pared, abrazando sus rodillas mientras su mirada se perdía en el suelo. Sus pensamientos eran un torbellino de dolor, rabia y desesperanza, pero su silencio era impenetrable.
Goku, por su parte, había pasado el tiempo frustrado, golpeando las paredes con todas sus fuerzas, intentando abrirse camino a través del acero resistente que parecía indestructible. Su energía chisporroteaba en el aire con cada intento, pero no importaba cuánto lo intentara; las paredes no cedían.
Con un suspiro pesado, Goku detuvo sus esfuerzos, respirando con dificultad. El hambre comenzaba a apoderarse de él, su estómago gruñendo después de tantas horas sin alimento. Se frotó el abdomen, incomodado por la creciente sensación de debilidad que empezaba a notarse en sus extremidades.
—Tengo hambre... —dijo, rompiendo el silencio con un tono cansado. —Nunca he pasado tanto tiempo sin comer, excepto una vez... y me debilitó bastante—
18 levantó la vista por un momento, su rostro casi sin emociones, pero con una leve chispa de preocupación en sus ojos.
—Cálmate, Goku. —dijo ella con frialdad, aunque su tono revelaba una leve preocupación. —No puedes permitirte perder energía.
—Lo sé —respondió Goku, mordiéndose el labio con frustración. —Pero no sé cuánto tiempo más podré mantenerme sin comer.—
El Saiyajin notó que 18 temblaba ligeramente. Bajó la mirada y vio que, aparte del dogui que le había dado, su ropa seguía hecha jirones, dejando sus piernas casi totalmente expuestas al frío.
—Tienes frío... —dijo, sintiendo una punzada de culpa.
—Estoy bien —replicó ella rápidamente, sin querer mostrar debilidad. Pero el temblor de su cuerpo era innegable.
—No, no lo estás —dijo Goku, preocupado. —Puedo transferirte algo de mi ki para generar calor.
18 lo miró con duda, pero asintió finalmente. Lentamente, se acercó a las rejas que los separaban, aunque sus movimientos eran cautelosos, como si aún no confiara plenamente en él.
Goku se acercó también, su corazón latiendo un poco más rápido de lo normal. Extendió su mano a través de las barras, esperando que ella hiciera lo mismo. Por un instante, 18 lo miró, como si estuviera calculando cada una de sus acciones. Finalmente, estiró su mano hacia él.
Cuando sus manos se entrelazaron, él comenzó a transmitir su ki, dejando que una suave calidez emanara desde su palma hacia el cuerpo de 18. Pero mientras lo hacía, algo en la mirada de ella lo perturbó. 18 lo observaba fijamente, con una intensidad que lo puso nervioso. No pestañeaba, no apartaba la mirada ni un segundo, y eso hizo que el saiyajin sintiera una incomodidad que no estaba acostumbrado a experimentar.
Tragó saliva, desviando la mirada por un momento, incapaz de mantener el contacto visual.
—¿Estás... mejor? —preguntó Goku con cierta torpeza, intentando romper el tenso silencio.
—Sí... —respondió 18, sin apartar sus ojos de él. Sus manos seguían unidas, y por un instante, Goku sintió ganas de preguntar, muchas veces el necesitaba respuestas al no entender ciertos comportamientos, pero esa vez vio por conveniente callar.
La incomodidad creció dentro de él, y finalmente soltó su mano, retrocediendo un poco mientras intentaba recomponerse. Pero esa sensación persistía, la de haber compartido algo más allá de simples palabras o energía. Algo que los conectaba de manera inquebrantable en esa cruel prisión.
18 comprendió la mirada de Goku, una mezcla de incomprensión y curiosidad, su necesidad inherente de entender el porqué de su conducta. Ella suspiró y, tras un breve silencio, habló con una seriedad que calaba en el aire.
—Te observo así porque ahora te veo como nuestra única salida, Kakarotto. —El uso de su nombre saiyajin le dio un tono más sever.—Para salir de aquí necesitamos una fuerza que va más allá de lo que jamás imaginé. No puedo hacerlo sola, y tú lo sabes. Ellos no van a detenerse. No nos van a dejar salir vivos... a menos que rompamos esos muros de contención. Por eso te observo. Porque no voy a permitir que nos maten aquí como si fuéramos animales. Tenemos que sobrevivir, y necesito que entiendas eso—
Goku asintió lentamente, procesando sus palabras. Sabía que ella tenía razón. Desde el principio había dependido de su fuerza, pero ahora había algo más en juego. Había algo en 18 que había cambiado, algo que también había cambiado dentro de él.
—Nunca te abandonaré —dijo Goku con una firmeza que hizo que las palabras resonaran en el aire como una promesa inquebrantable—. Lo que hiciste por mí, lo que pasaste... lo tendré marcado en mi mente para siempre. Tú... tú ahora significas algo más para mí. No sé cómo explicarlo, pero sé que no voy a dejar que vuelvas a pasar por eso—
18 frunció el ceño, desconcertada por sus palabras. Pero antes de que pudiera preguntar, una risa suave y cruel resonó en la celda. Ambos guerreros se tensaron al instante, poniéndose en guardia. La voz de Kairon inundó el espacio como una neblina oscura, llenando el aire de una presencia inquietante.
—Veo que han soportado bien el primer encuentro —dijo Kairon, su tono goteando con veneno—. Me sorprenden. Aunque, debo decir... no pensé que lograrían llegar tan lejos, ni mucho menos mantener esa conexión especial. Es casi... conmovedor.
El corazón de 18 empezó a latir más rápido, su respiración se aceleró de manera involuntaria al escuchar su voz. Sus puños se apretaron con furia mientras intentaba mantener la calma, pero su cuerpo estaba alerta, listo para cualquier cosa.
—Tranquila, mi querida androide —continuó Kairon con una burla en sus palabras—. Hoy te dejaré recuperarte un poco. No soy tan cruel como piensas. No después de haberte mostrado tanta... hospitalidad—
Goku dio un paso adelante, sus ojos ardiendo con furia.
—¡Jamás lo permitiré! —gruñó él, su ki fluctuando con la intensidad de su enojo.
Kairon soltó una carcajada profunda, su tono lleno de satisfacción.
—¿Mi regalo no fue de tu agrado, Goku? No te preocupes. Lo que viste... fue solo el principio. Habrá mucho más. Tal vez hasta te guste, al final. Después de todo, los instintos más bajos son los más difíciles de resistir, ¿no crees?—
El cuerpo de Goku se tensó, la furia le recorrió cada fibra del ser, pero sabía que no podía actuar sin antes entender cómo salir de esa trampa. 18 lo miraba fijamente, intentando mantener su propia compostura, pero sabía que cada palabra de Kairon era como una daga envenenada, destinada a desgarrar su voluntad.
—Esto no ha terminado, y lo sabes —dijo Kairon en un susurro escalofriante, antes de que su presencia desapareciera tan súbitamente como había llegado.
Las palabras de Kairon resonaban en la cabeza de Goku como martillazos, cada sílaba cargada de burla alimentaba un enojo que crecía como una llama descontrolada en su pecho. Su respiración se volvió errática, y los músculos de su mandíbula se tensaron hasta el punto de doler. El rostro del saiyajin comenzó a desfigurarse en una mueca de rabia mientras su ki fluctuaba de manera violenta a su alrededor. Todo lo que quería en ese instante era derribar esas malditas paredes y destrozar a Kairon con sus propias manos.
—¡Bastardo! —gruñó, su voz cargada de furia creciente.
Pero antes de que pudiera actuar, las luces se apagaron de golpe, sumiendo el lugar en una oscuridad profunda. El aire en la celda se volvió frío de inmediato, un frío estremecedor que parecía calar en los huesos. El silencio se rompió con un sonido seco, como si algo o alguien hubiera caído pesadamente al suelo. 18, alarmada, buscó a Goku con la mirada a través de la penumbra.
—¡Goku! —exclamó con preocupación, temiendo lo peor.
De pronto, unos pasos resonaron en el suelo, acercándose cada vez más hacia la celda del saiyajin.
El sonido de las botas contra el metal del suelo hacía eco en la oscuridad, creando una atmósfera inquietante y opresiva. 18 se tensó, sus ojos buscaban desesperadamente cualquier pista de lo que estaba ocurriendo, pero la oscuridad era impenetrable.
Las luces se encendieron de golpe, cegándolos momentáneamente. Cuando su vista se ajustó, 18 vio cómo las figuras salían de la celda de Goku, cerrando la puerta detrás de ellos con una frialdad mecánica. Goku estaba en el suelo, pero esta vez no era como antes. Su cuerpo convulsionaba levemente, su mirada estaba perdida, clavada en el vacío mientras una sonrisa inquietante se formaba en sus labios.
—¡Goku! —gritó 18 desesperada, tratando de alcanzarlo a través de las rejas, pero sus esfuerzos eran en vano. Sus dedos apenas rozaban el aire entre ellos.
El saiyajin, sin embargo, no reaccionaba a sus llamados. Su cuerpo estaba echado en el suelo, su rostro desencajado, mientras una risa suave, casi infantil, escapaba de sus labios. Era como si estuviera en otro mundo, completamente ajeno a la realidad que los rodeaba. Sus ojos, vidriosos y desenfocados, no reflejaban nada más que locura y confusión.
—Mierda... —murmuró 18 con horror en su voz. La desesperación y el enojo comenzaron a fusionarse en su interior, creando una furia imparable. Sabía lo que estaba pasando. Kairon estaba jugando con ellos, rompiéndolos desde dentro. Y lo peor era que ahora entendía el plan: debilitar a Goku con esas malditas drogas hasta convertirlo en una sombra de sí mismo. Sin Goku, no había esperanza de salir de allí.
—¡Goku, tienes que resistir! —gritó, tratando de llegar a él, sus manos apretando las rejas hasta que los nudillos se le pusieron blancos.
Goku se giró lentamente hacia ella, pero su mirada seguía vacía, perdida en alguna alucinación que lo mantenía prisionero en su propia mente. 18 apretó los dientes con frustración, el dolor de verlo en ese estado era insoportable.
—¡Maldición! —rugió, lanzando una ráfaga de energía contra la pared de la celda, pero el acero absorbió el impacto sin siquiera rasguñarse. La rabia de 18 creció exponencialmente. Cada segundo que pasaba, su cuerpo temblaba más, lleno de una ira venenosa. No podía soportar la impotencia, no podía aceptar que ese bastardo los estuviera destrozando de esa manera.
—¡Nos se los permitiré, malditos! —gritó 18 mientras lanzaba más y más energía, tratando desesperadamente de romper la prisión.
Cada golpe resonaba con un eco metálico, pero las paredes seguían resistiendo, burlándose de sus esfuerzos.
Goku seguía tumbado en el suelo, riéndose entre jadeos irregulares, sus manos temblorosas extendidas hacia el vacío, como si intentara alcanzar algo que solo él podía ver en su retorcida alucinación. De repente, dejó de reírse, su respiración se volvió más pesada, más irregular. Giró su cabeza hacia 18, pero aún así su mirada estaba lejos.
—Ellos... no... pueden... —murmuró Goku, su voz apenas audible, antes de soltar una carcajada rota. Estaba perdido, atrapado en un bucle de horror que lo debilitaba con cada segundo que pasaba.
—¡No puede ser! —gritó 18, desesperada. Las lágrimas amenazaban con brotar, pero las contuvo con furia—. ¡No otra vez!—!
Pero Goku apenas reaccionaba, su mente estaba demasiado afectada. 18 retrocedió unos pasos, jadeando, su cuerpo temblando por la ira y el horror de lo que presenciaba. Sabía que Kairon estaba disfrutando cada segundo de esa tortura, saboreando su sufrimiento.
Los minutos pasaron y él, aún atrapado en su trance, empezó a murmurar palabras al aire, como si estuviera solo en un espacio sin tiempo, desconectado de la realidad pero impulsado por fragmentos de recuerdos, sueños y deseos que una vez lo habían definido.
—Yo... yo solo quería... seguir peleando. —Su voz era vacilante, rota, como si cada palabra costara un esfuerzo titánico—. Quería... ser el más fuerte. Proteger a todos... Milk... Trunks, Goten, ¡Bulma! Y... y seguir entrenando, volar libre... Pero... —De repente, su voz se quebró, y Goku cerró los ojos con fuerza, como si estuviera viendo algo que no deseaba recordar—. Pero ya no... ya no puedo...—
Sus palabras se volvieron incoherentes por un momento, mientras las lágrimas comenzaron a correr por su rostro. Era una imagen que 18 nunca pensó que vería: el gran Goku, siempre el optimista, siempre el inquebrantable, derrumbándose ante sus propios miedos y tormentos.
—No pude... No los salvé... No te salvé a ti... —continuó Goku, su voz volviéndose más aguda, desesperada—. Ellos... ¡Ellos te lastimaron por mi culpa! —exclamó entre sollozos—. Y yo... yo estaba ahí, sin poder hacer nada... ¡Nada! —Su respiración se volvió errática mientras las imágenes de lo que le habían hecho a 18 volvieron a su mente como un golpe brutal.
—Yo... vi... vi lo que te hicieron... vi cómo... —Sus palabras se ahogaron entre sollozos, y Goku se cubrió la cara con las manos, como si intentara borrar las imágenes que lo atormentaban—. Ellos... se rieron... ¡Ellos disfrutaron cada segundo!—
El llanto del saiyajin llenaba la celda, sus palabras cada vez más desconectadas de la realidad, pero impactantes como cuchillos que se clavaban en el alma de 18. La androide, quien había mantenido su altivez y orgullo aún en las peores circunstancias, ahora sentía cómo todo eso se desmoronaba.
Cada palabra que Goku exclamaba era como un golpe directo a su corazón, destrozando lo poco que le quedaba de su dignidad.
La vergüenza la invadió, aplastándola con una fuerza devastadora. Saber que Goku, su compañero en esa pesadilla, había visto todo, había sido testigo de su humillación, la hacía sentir pequeña, desprotegida.
Se llevó una mano al pecho, apretando el dogui que cubría su torso. Quería gritar, quería destrozar esas rejas y escapar, pero no había escape de esa verdad, de lo que ambos sabían. Su espíritu de guerrera, ese orgullo que la había definido durante tanto tiempo, ahora parecía una mentira insignificante frente a lo que habían presenciado.
—Ya... no soy... —murmuró 18 para sí misma, casi en un susurro—. Ya no soy lo que era...—
La vergüenza se apoderó de su ser. Se sentía desnuda, expuesta, no solo físicamente sino emocionalmente. Goku sabía. Y eso lo cambiaba todo. Las lágrimas amenazaron con salir, pero las reprimió, mordiéndose el labio con tanta fuerza que casi se hizo sangrar.
Él, sin embargo, no podía detenerse. Estaba atrapado en su propio dolor, en el horror de lo que había visto y lo que no había podido evitar.
—¡Lo vi todo! —gritó, su voz quebrada por la angustia—. ¡Vi cómo te lastimaron, cómo se burlaron de ti...! ¡Vi... todo! —Su cuerpo se sacudía con cada palabra, y las lágrimas seguían fluyendo, mientras su mente revivía una y otra vez esas escenas de horror.
18 lo miró, sus ojos llenos de una mezcla de dolor, ira y vergüenza. Quería que se callara, que dejara de hablar de eso, pero sabía que Goku estaba siendo consumido por lo mismo que la estaba destruyendo a ella. El hecho de que alguien como él, alguien que siempre había sido tan inocente, tan puro, estuviera ahora atrapado en la misma pesadilla, la hacía sentir aún más derrotada.
—No puedo... —Goku susurró, su voz finalmente agotada por el dolor—. No puedo perdonarme... No puedo dejarlo ir...—
Sus palabras flotaron en el aire, mientras él seguía tumbado en el suelo, mirando al techo con los ojos llenos de lágrimas. Todo lo que alguna vez fue su esencia parecía desmoronarse frente a sus propios ojos, y con ello, arrastraba a 18 hacia el abismo de su propia desesperación.
Ella se quedó allí, recostada contra la pared, mirando al suelo, sintiéndose más sola y rota que nunca. 18, atrapada en el torbellino de emociones que las palabras de Goku habían desatado, respiró profundamente mientras luchaba contra su propio dolor. El trance de su propio tormento cedió ante la necesidad de hacer algo, cualquier cosa, para detener el sufrimiento de él. Se arrodilló en el suelo frío y áspero, sintiendo cómo sus rodillas se raspaban contra el rocoso suelo. Pero eso no importaba ahora.
Estiró sus brazos a través de las rejas, forzando su cuerpo hacia adelante, hasta que logró tocarlo. Goku estaba ahí, tan cerca, pero aún tan distante, perdido en su dolor. Lo agarró con fuerza, sintiendo la resistencia inicial de su cuerpo rígido por la droga. Apretó más fuerte, usando toda su fuerza para tirar de él, acercándolo a las barras de acero. Sus manos temblaban mientras lo obligaba a inclinarse hacia ella, y finalmente, su rostro estuvo lo suficientemente cerca como para que sus palabras alcanzaran sus oídos.
—Goku... —susurró, con una voz cargada de una mezcla de desesperación y resolución—. No... No puedes seguir así. Mírame.—
Pero él no respondió de inmediato, su cuerpo aún temblaba, su mente atrapada en los recuerdos que lo atormentaban. Ella apretó los dientes, acercando su rostro más al de él, obligándolo a sentir su presencia.
—Mírame, maldita sea —insistió con más fuerza, su voz ahora cargada de una determinación feroz. Finalmente, Goku giró lentamente su mirada hacia ella, sus ojos enrojecidos y perdidos en la tormenta de sus pensamientos.
Ella tragó saliva, sintiendo un nudo en la garganta, pero sabía que debía ser fuerte. Por él.
—Escucha... —empezó, suavizando su tono—. No estás solo en esto. No te voy a dejar hundirte en ese abismo. Somos guerreros, Goku. —Las lágrimas luchaban por salir, pero las contuvo—. Yo soy fuerte, tú eres fuerte... Y aunque intenten destruirnos... no vamos a dejarlos ganar. No puedes dejar que te destruyan así—.
Goku cerró los ojos, su cuerpo se relajó un poco, pero ella notaba cómo su respiración aún era irregular, su pecho subiendo y bajando de manera errática.
—Esto no fue culpa tuya... —continuó 18, su voz ahora más suave pero aún decidida—. Lo que pasó... lo que me hicieron... no fue por tu culpa. No puedes seguir castigándote por algo que no controlaste.¿entiendes?—
Goku abrió los ojos, mirándola ahora con una expresión de dolor profundo, pero también de una creciente claridad.
—No voy a dejar que esto nos consuma, ¿me oyes? —dijo 18 con más convicción—. Lo que hicieron... —sus labios temblaron al recordar—... no me define. No va a ser el final de esto. Vamos a salir de aquí, Goku, ¡te necesito! —Sus palabras eran como un faro en la oscuridad, intentando guiarlo de vuelta a la realidad.
Goku, aún temblando, cerró sus ojos nuevamente, pero esta vez no era para escapar. Era como si buscara procesar sus palabras, sentirlas. Su respiración, aunque todavía pesada, comenzó a calmarse poco a poco.
—Estoy aquí... —susurró ella una última vez, apretando su mano, deseando poder romper esas malditas barras y sostenerlo de verdad—. Estoy aquí, estoy contigo—
Goku apretó sus labios, sintiendo como su cuerpo se adecuaba a aquella nueva sensación de delirio y reflexión, asintiendo mientras las palabras de 18 resonaban en él. Podía sentir esa conexión entre ellos, algo más profundo que cualquier cosa que hubiera sentido antes, una unión forjada por el dolor, la desesperación y la supervivencia.
—No dejaré que esto sea en vano —dijo él finalmente, con determinación volviendo a su consciencia — Krilin... algún día entenderá. Pero lo que tú hiciste por mí... siempre lo llevaré conmigo, 18. Y no dejaré que eso te destruya. No después de todo esto—
Los ojos de 18 se suavizaron por un breve momento antes de volverse a endurecer. Sabía que, aunque el camino delante de ellos sería difícil, esa conexión entre ambos podría ser su única esperanza de salir con vida.
—Entonces no falles, Goku —murmuró ella, apretando su mano una última vez antes de soltarla—. Porque yo no lo haré—esto último como un susurro muy cerca a su oído.
continuara...
Espero sus comentarios!
Amapol
