18 se despertó sobresaltada, su cuerpo reaccionando con una sacudida violenta cuando se dio cuenta de que se había quedado dormida. El terror la invadió de inmediato. "¿Cuánto tiempo pasó?" pensó con ansiedad. Miró a su alrededor desesperadamente hasta que sus ojos encontraron a Goku, sentado en una esquina de su celda. Estaba despierto, pero su mirada era distinta, opaca.
Se acercó rápidamente a las barras y lo llamó, su voz cargada de preocupación.
—¡Goku! —gritó, su tono casi suplicante. El levantó la vista y le ofreció una leve sonrisa, esa sonrisa que siempre parecía cargar con esperanza, aunque esta vez, la tristeza la teñía.
—Hola, 18... —respondió el saiyajin, intentando aparentar optimismo, pero sus palabras se quebraron por el peso de la realidad. —No pude evitarlo... Otra vez me inyectaron esa... —hizo una pausa, casi escupiendo la palabra— droga. No pude hacer nada. Me desvanecí. Y lo que hicieron mientras estuve inconsciente... ni siquiera quiero pensarlo—
La rubia apretó los puños con rabia contenida mientras miraba a Goku, tratando de procesar lo que él decía. Entonces, algo en su apariencia la golpeó como un puño al estómago. Goku se veía más delgado, debilitado, sus manos temblaban visiblemente.
—Goku... —dijo ella, con la voz temblorosa— Te ves... mal—
Él asintió lentamente, sus manos sacudidas apenas lograban mantenerse firmes mientras se recostaba contra la pared.
—Tengo hambre. Mucha hambre. No sé cuánto tiempo más pueda aguantar así. Es como si mi cuerpo estuviera... comiéndose a sí mismo —murmuró con un aire de desesperación en su tono. Sus músculos ya no estaban tan marcados, su piel lucía tirante en algunas áreas.
Los ojos de 18 se abrieron de par en par, su mente procesando rápidamente lo que esto significaba. Sabía que el metabolismo de los saiyajines era extremadamente rápido, y que Goku necesitaba enormes cantidades de comida para mantener su fuerza. Pero ahora, bajo el efecto de la droga y sin haber comido durante tanto tiempo, su cuerpo estaba empezando a devorarse a sí mismo para sobrevivir.
—¡No! —exclamó 18 con horror, agarrándose a las rejas con fuerza. —Maldita sea, te están matando lentamente... ¡No podemos permitir que eso siga!—
Goku la miró con una expresión agotada, sus labios formando una débil sonrisa mientras trataba de mantener la calma.
—No te preocupes... Solo necesito un poco de comida, y estaré bien. Puedo aguantar más, he pasado por situaciones peores... —intentó tranquilizarla, pero su voz apenas lograba esconder la preocupación real que sentía.
—No —replicó 18, su tono ahora más decidido—. Esto es diferente, Kakarotto. Esta droga no solo está debilitando tu mente, está agotando tus fuerzas. Si siguen haciéndolo, no quedará nada de ti antes de que podamos escapar—volvió a usar ese nombre que le daba un aire diferente al ambiente.
Ella lo observaba, su mente acelerada tratando de buscar una solución, pero la impotencia la abrumaba. La visión de Goku, uno de los guerreros más poderosos del universo, reducido a ese estado, encendía una rabia peligrosa dentro de ella.
—Tienes que resistir. No podemos dejarlos ganar —dijo, su tono cargado de determinación—. Pero también necesitamos encontrar una manera de sacarte de aquí, de alimentar tu cuerpo antes de que sea demasiado tarde—
Goku solo asintió, con sus ojos entrecerrados mientras la fatiga y el hambre lo dominaban. 18 entendía la gravedad de la situación.
Tenían que actuar rápido, pero con cada segundo que pasaba, el tiempo jugaba en su contra, cerró los ojos con fuerza, luchando contra las oleadas de terror que la invadían. Sabía que la idea que acababa de cruzar su mente era desesperada, vil, y profundamente humillante. Sentía su estómago retorcerse solo de considerarlo, pero no veía otra salida. Tenía que hacer algo. Si no lo hacía, ambos estaban condenados.
Tragando el nudo de vergüenza y odio que sentía hacia sí misma, se acercó lentamente a las rejas. Goku la observaba con una mezcla de confusión y preocupación en su mirada fatigada.
—Voy a tener que buscar comida —dijo ella, su voz temblorosa pero determinada.
Goku frunció el ceño, claramente desconcertado por sus palabras. —¿Qué quieres decir? ¿Cómo vas a hacerlo? No podemos salir de estas celdas —replicó, dando un paso hacia las rejas, su voz cargada de inquietud.
18 cerró los ojos de nuevo, tratando de juntar el valor necesario para decirlo. El solo hecho de poner su plan en palabras la hacía sentir sucia, pero no había otra opción. Si no lo hacía, Goku no sobreviviría.
—Tengo un plan... —comenzó, su tono de voz quebrado por la repulsión que sentía hacia lo que iba a decir—. Necesito que lo entiendas, y que no hagas nada para detenerme—
Goku, completamente alarmado, se acercó más a las rejas, sus manos extendiéndose para tocar las de 18. Ella lo miró con sorpresa, pero no pudo apartarse a tiempo. Las manos fuertes y cálidas del saiyajin rodearon las suyas, sosteniéndola firmemente.
—No quiero que vuelvas a arriesgarte —dijo Goku con un tono serio y lleno de preocupación. Sus ojos, normalmente llenos de energía, estaban oscurecidos por la desesperación. —Por favor... no lo hagas. No hagas nada peligroso. No quiero perderte—
18 sintió que una punzada de dolor la atravesaba al escuchar esas palabras. Lo que Goku no entendía era que, aunque odiaba lo que estaba a punto de hacer, aunque cada fibra de su ser lo repudiaba, no tenía otra opción. No era solo su vida la que estaba en juego. También estaba la suya.
Tomando una profunda respiración, intentó apartarse de sus manos, pero él no la dejaba ir. Ella lo miró directamente a los ojos, y con toda la fuerza que pudo reunir, habló con firmeza.
—Lo haré. A pesar de que lo odio. A pesar de que me repugna —dijo con amargura en su voz—. No tengo opción. Si no lo hago, no volveré a ver a mi familia... nunca. Y tú tampoco sobrevivirás si sigues así. ¡Mírate! —exclamó señalando su delgado cuerpo. —Necesitas comida o estarás muerto antes de que puedas siquiera intentar luchar—
Goku la soltó lentamente, su mirada confundida y llena de una mezcla de incredulidad y horror.
—¿Qué es lo que piensas hacer exactamente? —preguntó, su tono urgente.
18 respiró profundamente, odiándose a sí misma por lo que iba a decir. Bajó la voz, casi en un susurro.
—Voy a atraer a uno de los guardias... —dijo lentamente, sintiendo el nudo de la vergüenza cerrándose en su garganta—. Lo seduciré... y lo convenceré de que me traiga comida. Es la única forma. No tenemos otro recurso—
Goku retrocedió un paso, claramente horrorizado por la idea. Sacudió la cabeza, negándose a aceptar esa posibilidad.
—¡No! No puedes hacer eso. No quiero que te rebajes a... ¡No puedes! —exclamó, su voz llena de desesperación.
Pero 18 lo agarró por las manos a través de las barras, apretándolas con fuerza, tratando de transmitirle la necesidad y la gravedad de la situación.
—Escuchame, odio esto. Lo detesto más de lo que puedes imaginar. Pero no tenemos otra opción. Si consigo que me traiga algo de comida, por mínima que sea, tu cuerpo podrá usarla para resistir más. Incluso con esa maldita droga, podrás aguantar más tiempo. —Ella hizo una pausa, mirándolo a los ojos con una mezcla de resignación y determinación—. Si no hago esto, moriremos aquí. Los dos—
Goku cerró los ojos con fuerza, su cuerpo temblando por la mezcla de furia, impotencia y desesperación. Sabía que ella tenía razón. Sentía el hambre devorándolo por dentro, debilitando cada célula de su cuerpo. Pero la idea de que 18 se expusiera a algo tan indigno... algo tan repulsivo... le causaba un dolor profundo en el alma.
—No quiero que te sacrifiques de esa manera... —murmuró Goku, incapaz de mirarla.
—Ya no es una cuestión de querer o no querer —dijo 18, su tono decidido y firme. —Es una cuestión de sobrevivir. Y haré lo que sea necesario para asegurarme de que salimos de aquí... juntos.—
Goku finalmente abrió los ojos, llenos de una tristeza que ella no había visto antes. Sabía que las palabras de 18 eran ciertas. Pero eso no hacía que la situación fuera más fácil de aceptar.
—Lo siento... —susurró él, más para sí mismo que para ella. Era la única opción que les quedaba, por más abominable que fuera.
18 tomó una respiración profunda, tratando de calmar los temblores que amenazaban con apoderarse de su cuerpo. Sabía que cada segundo que pasaba era un paso más hacia su propio abismo, pero también era un paso necesario para su supervivencia, para la de ambos. Cerró los ojos, intentando reprimir el miedo que la consumía y la repulsión hacia lo que estaba a punto de hacer.
Se apartó de las rejas lentamente, soltando las manos de Goku, sintiendo una distancia que no solo era física, sino también emocional. La conexión que habían forjado se veía ensombrecida por la realidad cruel y despiadada de su situación. Sin embargo, no tenía tiempo para dudar.
Goku, sentado ahora contra la pared, la miraba con una mezcla de tristeza y desolación. La impotencia lo invadía, sabiendo que no había nada que pudiera hacer para detenerla, para salvarla de ese sacrificio. Todo lo que le había prometido, protegerla y mantenerla a salvo, parecía inútil en ese momento. Y lo peor era que, aunque odiaba la idea, sabía que 18 tenía razón. No sobreviviría mucho más sin comida. Sentía cómo su cuerpo ya empezaba a consumir lo poco que quedaba de su energía, debilitándolo con cada segundo.
—Solo... —Goku titubeó, intentando encontrar las palabras correctas—. Solo prométeme que no te pondrás en más peligro del necesario—
18 lo miró con una expresión severa, intentando no dejarse llevar por la vulnerabilidad que él proyectaba. Ya había aceptado el peso de lo que iba a hacer, y no podía permitirse flaquear.
—Haré lo que tenga que hacer, Goku —respondió ella, con una frialdad que no sentía realmente, pero que necesitaba proyectar para mantener su mente enfocada.
Ella sabía que cada segundo que pasaba, el tiempo en el que podría conseguir ayuda disminuía. Se acercó a la puerta de la celda, moviéndose lentamente para no alertar a los guardias. De pie frente a la reja, exhaló profundamente, preparándose mentalmente para el próximo paso.
Goku observó en silencio mientras 18 llamaba la atención de un guardia con una mirada calculada, una que ella nunca habría usado en otra situación, una que hacía que su estómago se revolviera, pero que al mismo tiempo sabía que era necesaria. Sabía que era lo que ella debía hacer para mantenerse viva, y para mantenerlo a él con vida.
El guardia, al otro lado del pasillo, levantó la cabeza cuando notó que 18 lo observaba. Sus ojos se llenaron de una mezcla de interés y deseo. Al notar esto, 18 apretó los dientes, su resolución fortalecida por la repulsión que sentía hacia el hombre.
—Ven aquí... —le dijo ella en un tono suave, casi susurrante, tratando de sonar coqueta a pesar de que cada palabra la asqueaba profundamente—. Tengo una propuesta para ti.—
El guardia sonrió maliciosamente y se acercó con pasos lentos, como si estuviera disfrutando del poder que tenía sobre ella. Cuando llegó a su celda, se inclinó hacia las rejas, con una mirada depredadora en sus ojos.
—¿Y qué es lo que ofreces? —preguntó, su tono burlón.
18, sin flaquear en su postura, lo miró directamente a los ojos y le dijo: —Necesito comida. Y puedo darte algo a cambio—
El guardia rió entre dientes, claramente complacido con la propuesta. Estiró una mano hacia las rejas, rozando la mejilla de 18 con sus dedos ásperos.
—Eso suena... interesante —murmuró, sus ojos recorriendo su cuerpo de una manera que hizo que su piel se erizara por el disgusto—. Pero vas a tener que demostrarme qué tan dispuesta estás.—
Mientras todo esto sucedía, Goku, sentado en la esquina de su celda, luchaba con la impotencia y el enojo. Sabía que no podía hacer nada para detenerlo, pero cada segundo que pasaba sentía su corazón hundiéndose más en la desesperación. Observaba todo con una sensación de vacío, cada palabra del guardia y cada gesto de 18 lo llenaban de una rabia impotente.
Pero cuando el guardia finalmente dio un paso más cerca de las rejas, algo en Goku despertó. Un destello de furia pura se encendió en sus ojos. No podía dejar que esto siguiera así. Aunque su cuerpo estuviera débil, aunque la droga lo estuviera consumiendo desde dentro, no permitiría que esa situación se prolongara más.
Se puso de pie con esfuerzo, tambaleándose ligeramente, y antes de que 18 pudiera hacer algo, gritó:
—¡Aléjate de ella!—
Su voz resonó en la prisión, y el guardia se giró para mirarlo, pero la furia en los ojos de Goku era suficiente para hacerle dudar por un segundo. Fue en ese momento cuando 18 supo que su plan, por muy necesario que fuera, estaba al borde del colapso.
18 se giró rápidamente hacia Goku, su rostro endurecido por la desesperación y el miedo a que todo su plan se desmoronara. Sabía que cada segundo era crucial, que si Goku seguía interviniendo, perdería la única oportunidad que tenían de obtener algo que los mantuviera con vida. Con una expresión fría y determinación férrea en sus ojos, gritó:
—¡Cállate, Goku! ¡No te metas! —La voz de 18 cortó el aire con una furia que hizo que incluso Goku se detuviera. Su siguiente frase fue como un cuchillo—. ¡Yo quiero esto!—
El saiyajin, atónito y con una mezcla de incredulidad y dolor en sus ojos, retrocedió. No entendía lo que estaba sucediendo, pero las palabras de 18 lo paralizaron. Aunque su instinto le decía que algo estaba mal, las palabras de ella lo hirieron profundamente.
El guardia, complacido y con una sonrisa maliciosa, se acercó aún más a las rejas, disfrutando de la escena. Su mirada recorrió nuevamente el cuerpo de 18, saboreando la idea de lo que pensaba obtener. Su mano se dirigió a la cerradura de la celda, listo para abrirla y tomar lo que creía que ya era suyo.
Pero antes de que pudiera hacerlo, 18 levantó una mano y lo detuvo.
—Primero... —dijo con voz suave, pero firme—. Primero, quiero ver la comida. Si realmente quieres algo de mí, quiero pruebas de que cumplirás.—
El guardia se detuvo por un momento, con una ceja levantada, claramente sorprendido por la petición. Su sonrisa se desvaneció ligeramente, pero la lujuria aún se veía en sus ojos.
—Eso está prohibido, y lo sabes. Kiora no nos ha autorizado a jugar con ustedes. —Su voz era una mezcla de amenaza y advertencia, pero la lujuria nublaba su juicio. Estaba ansioso por poseerla, y parecía dispuesto a correr ciertos riesgos.
18 lo miró fijamente, manteniendo su tono calmado, aunque por dentro luchaba con cada palabra que pronunciaba.
—Nadie tiene que enterarse —dijo, con la voz cargada de una seductora seguridad que la enfermaba—. Mientras me traigas algo de comer, será nuestro secreto.—
El guardia se quedó en silencio por un momento, sopesando sus opciones. Finalmente, una sonrisa torcida volvió a formarse en su rostro, y asintió.
—Está bien —dijo, relamiéndose los labios—. Volveré con lo que has pedido. Y luego... tú cumplirás tu parte del trato.—
Se dio la vuelta con una sonrisa perversa en su rostro, saliendo de la sala mientras el sonido de sus botas resonaba en el pasillo. 18 lo observó desaparecer, y su rostro, antes endurecido, se suavizó por un instante cuando la repulsión y el agotamiento la golpearon. Sabía lo que había hecho, y lo que estaba por venir, pero no tenía opción.
Goku, desde su celda, observaba todo con una expresión de impotencia. Su corazón estaba dividido entre la confusión, el enojo y la tristeza. No podía procesar completamente lo que acababa de suceder, pero sabía que algo profundo y oscuro se había desatado entre ellos.
—18... —murmuró Goku, con la voz quebrada por la culpa y la desesperación.
Ella, sin embargo, no lo miró. Sus manos temblaban ligeramente mientras se recostaba contra la fría pared de su celda, esperando lo inevitable.
El guardia regresó con un paquete de comida en la mano, sus pasos resonando pesados y seguros en el corredor. 18, con su corazón latiendo aceleradamente, intentó mantener la compostura mientras lo observaba acercarse. Goku, desde su celda, veía todo como en cámara lenta, incapaz de procesar lo que estaba por suceder. No podía soportarlo, esa situación lo aterraba. Se obligó a desviar la mirada, pero el terror estaba grabado en su rostro. Era como estar atrapado en su propia pesadilla, viendo cómo la pesadilla se hacía realidad ante sus ojos.
—Aléjate de la puerta —ordenó el guardia con una sonrisa perversa, y 18 obedeció, dando un par de pasos hacia atrás. El metal de la puerta crujió mientras se abría, y el hombre se adentró en la celda, depositando un mísero trozo de comida en el suelo. La cantidad era ínfima, pero al menos era algo. Sus ojos se desviaron hacia el techo, y con una expresión de satisfacción, dijo:
—Al parecer están en su descanso, nadie nos verá. —El guardia sonrió con un brillo lascivo en los ojos.
Goku cerró los ojos con fuerza. No podía, no quería presenciarlo, pero su oído captaba cada sonido, cada movimiento.
El guardia avanzó hacia 18 con prepotencia, intentando tomarla por la fuerza. Ella, con el control bien medido, lo detuvo suavemente, su voz cargada de falsa calma.
—Ve con calma... —susurró, acercándose a él lentamente, dejando que su cuerpo se moviera con una sensualidad calculada.
El hombre se detuvo, sorprendido por su reacción. Y entonces, sus labios se encontraron. 18 lo besó, sutilmente, pero lo suficientemente intenso como para que el guardia se relajara, creyendo que había ganado. Goku, sintiendo que el momento era inevitable, se giró hacia el muro, su expresión era de pura angustia, el terror interno consumiéndolo mientras trataba de ignorar lo que estaba sucediendo.
El guardia, completamente embriagado por el beso, suspiró complacido, cerrando los ojos en una falsa sensación de victoria. Fue entonces cuando 18 hizo su movimiento. Lentamente, dejó que sus labios se deslizaran hasta su cuello, besándolo suavemente. Todo parecía transcurrir con calma... hasta que se escuchó un ligero crujido, el sonido inconfundible de huesos quebrándose.
Goku, en estado de shock, se giró instintivamente hacia el sonido. Lo que vio lo dejó sin palabras.
El cuerpo del guardia cayó pesadamente al suelo. 18, con una fría y calculada precisión, le había roto el cuello con un movimiento seco y preciso. La cabeza del hombre colgaba sin vida, mientras su cuerpo aún intentaba procesar lo sucedido.
Sin dudarlo ni un segundo, 18 levantó su mano y liberó una pequeña pero poderosa explosión de ki, reduciendo el cuerpo del guardia a cenizas en un abrir y cerrar de ojos. La acción fue brutal, rápida y despiadada.
Goku se quedó paralizado, sin poder creer lo que acababa de presenciar. Por un momento, el horror de la situación lo abrumó... pero luego, algo inesperado sucedió. Una sonrisa genuina, oscura, se formó en sus labios. La satisfacción de ver que aquel ser despreciable había encontrado su final en manos de 18 le provocó un placer inesperado.
—Te dije que no volverían a tocarme. —18 se giró hacia él, arrojándole casi toda la comida que había conseguido. Su mirada era feroz, decidida. No había compasión en sus ojos, solo una voluntad de acero.
Goku la observó, asintiendo en silencio. No había necesidad de palabras en ese momento. Ella había hecho lo que tenía que hacer, y él, aunque aún impactado, lo aceptaba. 18 se quedó con una pequeña porción de comida, apenas lo suficiente para saborear algo, mientras Goku, sabiendo que necesitaba más para recuperar su fuerza, devoraba su porción sin pensarlo dos veces.
Devoró la comida con ansias, sintiendo cómo su cuerpo debilitado absorbía cada bocado con una urgencia desesperada. Los músculos de su cuerpo respondían al alimento, aunque de forma lenta, ya que la cantidad era mínima para lo que un Saiyajin necesitaba. Aún así, fue suficiente para calmar el temblor en sus manos y permitirle, al menos por un momento, dejar de pensar en el hambre voraz que lo estaba consumiendo.
El silencio entre ellos era espeso, pero no incómodo. Era como si ambos estuvieran procesando lo que acababa de ocurrir, cada uno a su manera.
—Gracias —dijo al final, con la boca seca y las palabras difíciles de sacar. Sabía que no había sido fácil para ella, pero ese simple "gracias" era lo único que podía decir en ese momento.
Los ojos de 18 se encontraron con los suyos, una mirada impenetrable pero vulnerable al mismo tiempo.
—Sobrevive —fue todo lo que dijo antes de volver a inclinarse hacia adelante, cubriendo su rostro con las manos, como si necesitara un momento para respirar después de lo que acababa de hacer.
En ese momento, Goku comprendió que las reglas de ese lugar no eran solo sobre fuerza bruta. Eran sobre lo que estaban dispuestos a sacrificar para seguir adelante. Y ambos habían sacrificado algo esa noche.
Las horas pasaron en un incómodo silencio, el aire cargado con el peso de la tensión que apenas podían soportar. De repente, un leve sonido comenzó a resonar en la celda, como un susurro apenas perceptible, el débil siseo de humo filtrándose a través de las rendijas en las paredes. La atmósfera se volvió densa, y 18 se levantó bruscamente, con los sentidos en alerta máxima.
—Otra vez... lo están haciendo otra vez —dijo con un tono de advertencia, mirando hacia Goku. Su mirada estaba llena de una mezcla de desesperación y preparación.
Goku apretó los dientes, reconociendo el peligro. Inhaló profundamente y luego contuvo la respiración, tratando de no dejar que el somnífero lo afectara. Sabía que era cuestión de tiempo antes de que sus cuerpos cedieran ante aquella trampa insidiosa.
La puerta amenazó con abrirse, el metal rechinando mientras los pasos pesados de los guardias resonaban en la oscuridad. Sin luz, Goku y 18 no podían ver, pero sus otros sentidos estaban en alerta. El Saiyajin, pese a estar debilitado, pudo sentir los movimientos de los guardias en la penumbra. Sintió sus presencias, escuchó el roce de sus pies contra el suelo y el sonido áspero de su respiración.
Cuando los guardias se acercaron lo suficiente, Goku actuó con una velocidad animal. Sus manos, grandes y callosas, se dispararon hacia el frente como garras, agarrando a dos de los guardias por el cuello. Con una fuerza inhumana, sus dedos se cerraron alrededor de sus gargantas, y sin pensarlo dos veces, los levantó del suelo.
De repente, las luces de la celda se encendieron, iluminando la escena con un destello crudo y despiadado. 18 miró con los ojos abiertos de par en par, sorprendida por la brutalidad con la que Goku manejaba a los guardias. Su rostro estaba lleno de una furia primitiva y descontrolada. La mirada en sus ojos no era la de un guerrero entrenado, sino la de una bestia acorralada.
Uno de los guardias, a quien Goku reconoció por su rostro marcado, era uno de los hombres que había ultrajado a 18. La sangre de Goku hirvió al recordarlo. Sin un segundo de duda, el Saiyajin tensó sus brazos y escuchó el crujido nauseabundo de los huesos que se rompían bajo su presión. Los guardias gritaban en agonía mientras sus cuerpos eran literalmente despedazados, sus articulaciones separándose bajo la fuerza implacable de Goku.
La celda se llenó con los sonidos grotescos de carne desgarrada y huesos astillados, el aire impregnado del hedor metálico de la sangre. 18 observaba la escena con una mezcla de admiración y una oscura satisfacción. Sabía que Goku no solo los estaba matando porque eran enemigos, sino porque él llevaba una furia incontenible por lo que le habían hecho a ella. Su ira no era solo por él mismo, sino por el ultraje que había presenciado, por el dolor que 18 había soportado. Era como si, en ese instante, ambos compartieran un lazo de ira y venganza que los unía más allá de las palabras.
Uno de los guardias, aún jadeante y tartamudeando en su último aliento, intentó hablar. Sus palabras eran confusas y llenas de terror.
—No... no entiendo... —murmuró entre espasmos— ¿Cómo es que el somnífero no hizo efecto... esta vez?
Goku lo miró, con una frialdad que helaba los huesos. El guardia no entendía que los Saiyajin, seres de naturaleza guerrera, eran adaptativos por esencia. El somnífero, aunque potente, había comenzado a perder parte de su efecto sobre Goku, quien, tras haber comido aunque fuera una pequeña cantidad, había ganado un mínimo de energía suficiente para resistir, aunque fuera momentáneamente.
Pero antes de que el guardia pudiera procesar su error, Goku lo destrozó sin piedad, lanzando su cuerpo contra la pared con un estruendo que hizo temblar la celda. Los ojos de 18 no se apartaban de él, y aunque lo que veía era brutal, sentía algo más profundo en su interior. Una especie de satisfacción, una sensación de justicia por lo que esos hombres le habían hecho. Era oscuro, pero no podía negarlo: verlo desatarse así le daba una sensación de seguridad que no había experimentado en mucho tiempo.
Pero entonces, la calma antes de la tormenta se rompió. Se escuchó un clic metálico y el siseo del gas volvió a aumentar en intensidad. Kairo, observando la situación a través de las cámaras, había dado la orden de liberar una cantidad mayor de somnífero en la celda, esta vez no dejándoles tiempo para resistir. Goku, aún intentando recuperar el aliento tras su frenesí de violencia, no pudo evitar inhalar profundamente.
Su cuerpo se tambaleó, y sus ojos, que antes brillaban con rabia, comenzaron a nublarse. Cayó de rodillas, su respiración volviéndose pesada y torpe. 18 lo vio colapsar, su cuerpo finalmente cediendo a la droga. Los otros guardias, sabiendo que era su oportunidad, se precipitaron dentro de la celda, administrando inyecciones de refuerzo mientras lo inmovilizaban.
Goku, apenas consciente, sintió el pinchazo de las agujas y trató de resistir, pero sus fuerzas lo traicionaron. Los sonidos se desvanecían en su mente mientras su vista se volvía borrosa. La última imagen que vio fue la figura de 18, observándolo desde las rejas, con una mirada de impotencia y determinación, antes de que todo se volviera negro.
La celda quedó en silencio nuevamente, pero esta vez impregnada de una amenaza aún más oscura. 18 sabía que Kairo no iba a detenerse, que seguiría empujándolos hasta el límite. Pero una cosa estaba clara: la rabia que ardía dentro de ellos ahora era una chispa que, eventualmente, prendería un incendio imposible de contener.
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Goku despertó de golpe, su cuerpo sacudido por un temblor incontrolable. El hambre lo devoraba desde adentro, como una bestia insaciable que suplicaba ser alimentada. El instinto Saiyajin, esa urgencia primitiva por la supervivencia, lo golpeaba una y otra vez. Sabía que la energía que había utilizado para asesinar a aquellos guardias lo había dejado vacío, consumiendo lo poco que había ganado. El hambre era insoportable, pero no quiso decirle nada a 18.
Ella lo observó atentamente, comprendiendo de inmediato lo que le ocurría. Después de haber visto las alucinaciones y risas desbordantes que lo atormentaban tras las drogas, entendía que la ansiedad por comer ahora lo consumía. El tiempo había pasado sin tregua en esa prisión, cada día más desesperado que el anterior.
Finalmente, 18 tomó una decisión. Sabía lo que tenía que hacer, aunque le repugnara hasta lo más profundo. Llamó a un guardia, susurrando su plan a Goku mientras él temblaba tras las rejas, incapaz de detenerla. Cuando el guardia llegó, ella lo sedujo con esa habilidad fría que había desarrollado, logrando su plan siniestro una vez más. Y aunque el alimento que recibió fue mísero, esta vez se lo dio todo al saiyajin.
Goku, al sentir la comida restaurando mínimamente sus fuerzas, se apoyó contra las rejas y dejó escapar un suspiro de alivio. 18 se acercó también, manteniéndose lo más cerca posible. Sus miradas se cruzaron, y Goku, consciente de todo lo que ella había hecho por él, sintió una profunda admiración crecer en su interior.
—Nadie... —Goku susurró, su voz cargada de una sinceridad rara en él— Nadie nunca había hecho algo así por mí. Todo lo que has hecho... me deja en deuda contigo—
Sus palabras eran simples, pero llenas de gratitud. Había un brillo en sus ojos que dejaba claro que lo que 18 estaba haciendo lo tocaba de una manera profunda y sincera.
—Matar a esos guardias me da satisfacción —respondió 18 con una sonrisa torcida— No me importa lo que tenga que hacer para sobrevivir aquí. Si eso incluye manipularlos y verlos caer, pues que así sea—
Goku sonrió ante su respuesta. No era la clase de humor que estaba acostumbrado a manejar, pero en ese momento, en medio de la desesperación, encontraron una pequeña chispa de alivio.
—Eres increíble... —dijo Goku, su voz entrecortada por la debilidad— Nunca pensé que alguien pudiera ser tan fuerte y decidida, a pesar de algo así—
Ambos soltaron una breve carcajada, una risa inesperada en medio de tanto horror. Aunque el peligro no había desaparecido y la situación seguía siendo crítica, en ese instante, lograron una conexión extraña, nacida de la necesidad.
Goku se apoyó más fuerte contra las rejas, mirando a 18 con una mezcla de admiración y alivio en sus ojos oscuros. Sentía que su cuerpo estaba al límite, pero su mente, aunque debilitada, seguía enfocada en algo que no era solo sobrevivir. La presencia de 18 se había convertido en una constante, un refugio en medio de toda esa locura.
—Sabes... —Goku rompió el silencio, su voz más suave de lo habitual, como si las palabras se le escaparan sin pensar— Si no estuvieras aquí... no sé si seguiría vivo. De alguna forma... aunque todo es una locura, tenerte aquí lo hace menos... horrible—
18 parpadeó, sorprendida por lo que estaba escuchando. Era raro oír a Goku hablar así, no solo porque rara vez era consciente de sus emociones, sino porque en medio de todo, parecía encontrar algo de consuelo en su presencia. Ella lo miró, y por primera vez en mucho tiempo, no encontró la necesidad de mantenerse fría y distante.
—¿Alivio? —repitió, entrecerrando los ojos, intentando entender lo que él realmente quería decir.
Goku asintió lentamente, como si estuviera reafirmando su propio pensamiento.
—Sí, alivio —contestó—. Sé que suena raro viniendo de mí, pero... solo pensar en todo esto sin ti... no sé si lo aguantaría. Estoy acostumbrado a las peleas, a enfrentarme a lo imposible, pero esto... esto no es lo mismo. No puedo ganar solo con golpes y energía. Necesito algo más, y ese 'algo'... eres tú—.
18 permaneció en silencio por un momento, dejando que las palabras se hundieran. Ella siempre había sido una guerrera fría y calculadora, pero en ese momento sintió que algo dentro de ella se aflojaba. A pesar de todo el horror que los rodeaba, había algo en la forma en que Goku la miraba, en la sinceridad de sus palabras, tan directas y frías que la hacía sentir... diferente.
—No pensé que llegaríamos a esto —dijo finalmente, acercándose más a las rejas hasta que ambos estuvieron lo suficientemente cerca como para que sus manos se tocaran. El acero entre ellos seguía siendo una barrera física, pero parecía casi simbólica en ese momento—. Siempre pensé que este tipo de situaciones eran para los débiles... y ahora míranos—
—Eso no tiene nada de débil —Goku respondió, tocando sus manos con suavidad, permitiéndose sentir la textura de sus dedos, como si aquello fuera lo único bueno que podía sentir en ese horrendo lugar. —. Lo que estás haciendo, lo que haremos, será para sobrevivir y no debe existir el arrepentimiento, el objetivo es protegernos uno al otro como lo estás haciendo ahora conmigo y... estoy agradecido—
Ella soltó una breve risa, casi sin querer, como si la idea de que Goku estuviera agradecido por algo fuera difícil de procesar. Luego, su rostro se suavizó, y habló con una honestidad que rara vez dejaba salir.
—Yo tampoco sé si hubiera aguantado todo esto sin ti —confesó, su tono más bajo, casi íntimo—. Me da rabia admitirlo, pero... me alivia que estés aquí. Aunque sea todo horrible, no me siento sola. Es... extraño—
Goku la miró, sorprendido, pero a la vez, comprendiendo. Estaban en una situación en la que la vida misma se volvía irreconocible, y en medio de todo, habían encontrado una extraña alianza, una conexión que iba más allá de lo superficial.
—No eres extraña, 18 —dijo Goku, con una media sonrisa—. Solo... humana—
Ella lo miró fijamente por un momento antes de sacudir la cabeza con una sonrisa apenas perceptible.
—Humana, ¿eh? No había pensado en eso hace mucho tiempo—
—Tal vez no sea tan malo recordarlo de vez en cuando —agregó Goku con una pequeña chispa de su humor, aunque su tono seguía siendo suave y serio.
Ambos se quedaron en silencio, apoyados uno contra el otro a través de las rejas, como si aquel momento de calidez fuera todo lo que tenían para sostenerse. No necesitaban más palabras, porque en ese breve intercambio habían encontrado algo que les daba la fuerza para seguir adelante.
La brutalidad de la situación aún existía, pero por un momento, al menos, encontraron un pequeño refugio en la compañía mutua.
Y en ese instante, el dolor y la desesperación se sintieron un poco más soportables, porque, al menos por ahora, no estaban solos.
CONTINUARÁ...
¿Qué les pareció este capítulo?
Por cierto; ¿qué otra de mis historias leen?
Que capítulo de otra historia les gustaría que sea el siguiente?
Nos vemos
AMAPOL
