La llegada a la aldea no fue difícil.

Salir de su oficina y correr donde el Kazekage para solicitar un escolta y su permiso para viajar a Konoha supuso algunas quejas de parte de Gaara, que no quería permitirle regresara la Hoja después de lo sucedido. Pero lograron llegar a un acuerdo, Matsuri sería su escolta hasta que el caso fuera resuelto y Hinata aceptó.

Soportar la incertidumbre, la ansiedad, las dudas y temores que atacaban su corazón fue el verdadero desafío.

¿Sasuke la aceptaría?

¿Y si se había arrepentido?

¿Cómo siquiera iniciaba esa conversación?

No sabía como empezar, no sabía ni qué haría si él la rechazaba ¿Insistía?

No, no estaba en condiciones de insistir si no tenía claro lo que sentía por él, tampoco quería arrastrarlo a su problema con el clan, pero… había sido inevitable.

Sasuke había dado ese paso desde el primer momento, había decidido involucrarse aun cuando ella intentó alejarlo; se había hecho indispensable sin que ella lo hubiese notado y, ahora, era demasiado tarde para dar marcha atrás.

Así que aun cuando no quería arrastrarlo a sus problemas no había otra forma, ella tenía que intentarlo… ella quería intentarlo. Ella quería que fuera con él.

¿Sería capaz de seducirlo si él ya no quería?

Se sonrojó de solo pensar en la idea de intentar conquistarlo, y negó.

Si la rechazaba lo aceptaría, y si en el transcurso resultaba que sí estaba enamorada de él volvería a intentarlo.

Sí, ese parecía un camino a seguir que se adaptaba a los dos.

Pensar que la Hinata de antes jamás se hubiese imaginado estar pensando en conquistar a Sasuke…

Suspiró, se detuvo un momento y observó la entrada de la aldea de la Hoja que lucía imponente frente a ella.

Ya estaba ahí. Había, finalmente, decidido volver a enfrentar sus problemas. La visita de Sakura había acelerado un proceso que terminaría en ese mismo lugar, con ella regresando para enfrentar sus propios sentimientos, dar la cara al clan y responder a Sasuke.

Nerviosa y bastante asustada, decidió cruzar las puertas, asegurándose de portar esa máscara de seguridad que sabía utilizar para ocultar sus emociones.

Volver, ver su café en ruinas y comenzar de nuevo no sería fácil.

Pero antes de cualquier otra cosa, tenía que hablar con el Uchiha.

Caminó por las calles de la aldea rumbo a la torre del Hokage, con su escolta, mientras el atardecer inundaba el cielo. Se anunció en la recepción y pidió la audiencia con Kakashi. 20 minutos después, estaba en su despacho, enfrentando a ese hombre de mirada relajada.

—Tu caso—continuó Kakashi luego de darle la bienvenida—, sigue en investigación. El clan niega todos los cargos y estamos esperando el regreso de Hiashi y Hanabi para iniciar una audiencia.

Hinata mantuvo su mirada firme y continuó con la expresión calmada que se había obligado a mantener. Ella quería mucho a su hermana, y estaba segura de que no había sido su decisión, pero el clan debía pagar. Hiashi, el concejo de ancianos y todos aquellos que estuvieran involucrados no iban a salirse con la suya.

Asintió.

—Colaboraré en lo que se necesite—respondió.

Kakashi hizo una seña y un anbu se acercó, tomó un papel que le entregó y se marchó.

—Asignaré a Kiba como tu escolta por el tiempo que dure todo esto. —dijo y se dirigió al ninja que acompañaba a Hinata—puedes regresar a Suna, ella estará segura con él.

Hinata y Matsuri negaron al mismo tiempo, sorprendiendo al Hokage.

—Mi misión es mantenerme con la señorita Hyuga hasta que ella considere que no corra peligro—respondió.

Y Hinata añadió.

—Nuestro Kazekage autorizó mi viaje solo si Matsuri —dijo, refiriéndose al ninja que le acompañaba—se mantiene conmigo. Me haré responsable de cualquier inconveniente que esto pudiera provocar.

Suna, el Kazekage, no confiaban en Konoha. Gaara lo dejaba claro al enviar a su aprendiz como escolta de Hinata.

Kakashi asintió, entendiendo que el problema de Hinata con el clan había escalado mucho más de lo que esperaban.

Un ataque como ese, realizado por uno de los clanes más importantes de la aldea hacia los representantes comerciales de la Arena, sentaba un precedente para que cualquier otro pudiera hacer lo mismo sin sufrir consecuencias.

Debían solucionar eso pronto, tenían que demostrar que la inversión extranjera era bienvenida y se respetaba.

Ya no se trataba solo de Hinata y el clan Hyuga.

Asintió.

Tan pronto como salieron de la oficina encontraron a Kiba y Akamaru esperándola. Se saludaron y abandonaron la torre.

—¿Vamos a tu hotel? —preguntó Kiba, mientras esquivaba a un transeúnte.

—Necesito ver a Sasuke primero—respondió ella, sonrojándose un poco.

Con sorpresa, el Inuzuka la alcanzó para caminar a su lado nuevamente y la miró acusadoramente antes de volver su vista al frente y hablar.

—Algo pasa entre tú y él—dijo, y luego añadió—. He visto como te mira.

Hinata se detuvo de golpe y se sonrojó con violencia, mientras su amigo sonreía descaradamente. Miró de reojo a Matsuri, que la seguía poco más atrás y notó que también sonreía, pero más disimuladamente.

—¿C-como me mira? —repitió ella.

—No sabría explicar muy bien, pero es… diferente. Siempre te sigue con la mirada—comentó su amigo—, siempre te está prestando atención y se mantiene a máximo dos o tres metros de ti. Digamos que… no es para nada disimulado.

Ella se mordió el labio, con nerviosismo y desvió su mirada hacia el camino, volviendo a avanzar.

Pensó en lo que Kiba estaba diciendo, y la verdad es que no había notado todo eso, simplemente le parecía natural la presencia de Sasuke a su alrededor.

El Inuzuka la observó, algo enternecido por su actitud, y consciente de que ella de verdad, nunca había notado lo distinto que se volvía el Uchiha a su alrededor, incluso desde antes de que su relación con Naruto acabara. Pero ya había pasado bastante tiempo desde que Hinata volvió a la soltería y estaba seguro de que su corazón ya había sanado, era momento de que ella pensara la situación.

Era momento en que ella mirara a su alrededor y lo que había en su propio corazón.

—No me gusta mucho Sasuke—volvió a hablar Kiba, más serio—, pero debo admitir que se ha mantenido constante e incansable a tu lado durante todos estos años.

Ella asintió, ansiosa, sin saber muy bien qué decir.

No sabía realmente lo que sentía el Uchiha por ella, ni qué lo había llevado a proponerle el compromiso, pero las palabras de Kiba solo reafirmaban su decisión.

Sasuke siempre había estado a su lado, invariable, persistente, constante y estaba segura, que fuera cual fuera el resultado, no la haría sufrir con intensión. Y para ella, con eso bastaba.

—Le pediré que me acepte como su prometida.

Kiba sonrió, sin mostrarse demasiado sorprendido porque de alguna forma, se esperaba un desenlace como ese.

—No es solo por la actuación—dijo él y ella no lo negó—¿Lo quieres?

—No lo sé.

—¿Se lo aclararás?

—Él… él ya lo sabe.

No preguntó más detalles, no necesitaba saberlo, bastaba con asegurarse de que las cosas estaban claras y que ella estaba dispuesta a abrir su corazón.

—Debe estar en el mirador—soltó Kiba sonriendo y Hinata lo miró sorprendida—. Lo vi caminar en esa dirección cuando me dirigía a la torre.

Asintió y rápidamente echó a correr. Kiba y Matsuri la siguieron desde más atrás.

Llegar a la base del tremendo cerro no fue mayor problema, subir por ese bosque, guiándose por los senderos marcados para el ascenso tampoco lo fue, a pesar de la poca iluminación mientras caía completamente la noche y su equipaje.

Su corazón latía con fuerza… ansiosa, asustada.

Sus piernas, a pesar del cansancio de todo el trayecto recorrido, desde la Arena hacia la Hoja, no protestaron por el esfuerzo adicional.

El peso de su mochila, donde cargaba sus cosas, no le molestó.

El frío, que se colaba por las telas delgadas de su ropa, tradicionales del desierto, pero no de un clima como el de Konoha, no la logró detener.

El cansancio, la helada brisa, la ansiedad, los miedos e inseguridades podían esperar. Porque Sasuke estaba ahí, a un par de metros de distancia, dándole la espalda y observando las bonitas luces de la aldea.

Se detuvo, olvidándose de todo lo demás.

Inhaló, buscando sus fuerzas en el suave viento nocturno de la primavera.

Exhaló, controlando sus emociones.

Y avanzó.

Se conocían, en silencios y circunstancias que los llevaron por caminos separados;

en momentos y recuerdos que muy pocas veces los juntaron.

En ese tiempo, ella estaba en un lugar donde él jamás creyó que lograría llegar.

Aún cuando sus ojos estaban cerrados, disfrutando de la soledad que le entregaba el lugar, sus instintos finamente entrenados le advirtieron que su momento de tranquilidad había terminado. Alguien había llegado.

Levantó pesadamente sus párpados y contempló, una última vez, la maravillosa vista hacia la aldea, y se giró.

Y la vió.

Su largo y oscuro cabello se movía liviano con el viento.

Su vestido, en un tono claro y de caída suave, acentuaba aun más su clara piel a la luz de la luna.

Su mirada, sus ojos, concentrados solo en él, como si no existiese nada más.

Robó su aliento con solo su presencia y aceleró su corazón con esa tímida e insegura sonrisa que le entregó.

Y se quedó ahí, inmóvil, incapaz de realizar un solo movimiento, contemplándola sin creer que ella estuviera realmente frente a él.

Y ella se acercó lento, constante y segura.

Con un ritmo suave sus ligeras y silenciosas pisadas acortaron la distancia que los separaba.

Esa lejanía incansable que siempre parecía inquebrantable, en ese momento desaparecía.

Dio un paso más.

Su corazón, nervioso, ansioso, latía desesperadamente al notar que él no dejaba de mirarla.

La vio acercarse un paso más.

Las palabras se perdieron en alguna parte ante la emoción de verla ahí, avanzando hacia él. Hinata se había robado su voz con su presencia, su corazón con su sola mirada, sus pensamientos mientras se acercaba.

Y cuando estuvo a un metro de distancia, se detuvo. Llevó sus claros ojos al suelo, a sus nerviosas manos que jugaban enredándose delante de su cintura, se mordió los labios ansiosamente y volvió su mirada hacia él.

Él quería acercase, quería acortar toda la maldita distancia que aún quedaba, pero se contuvo. No quería espantarla, no podía permitirse que ella volviera a escapar.

A esas alturas, estaba tan hundido en sus sentimientos que estaba dispuesto a retractarse si con eso ella se quedaba, así que espero a que ella comenzara.

—Si… tu ofrecimiento aun está disponible — comenzó, y de un momento a otro, su expresión que se había mostrado algo indecisa se volvió segura y casi desafiante—. Quisiera ser tu prometida.

La miró un instante con sorpresa, sin entender muy bien qué estaba pasando, porque de todas las posibilidades, jamás había pensado que ella regresaría y le daría una respuesta.

En todos los posibles escenarios, él le pedía que olvidara lo que había dicho.

En algún momento, había perdido las esperanzas de obtener una respuesta.

—Sasuke—volvió a decir, asustada de no verlo reaccionar, de haber perdido la oportunidad—, m-me gustaría intentarlo contigo.

"Intentarlo"

Ella quería intentar armar algo con él.

Ella le estaba pidiendo empezar algo entre los dos.

Ella estaba aceptándolo.

Su piel se erizó.

Su estómago se apretó de una manera agradable y desconocida.

Su corazón saltó inmediatamente de emoción al escucharla decir esas palabras.

Y supo, que era la primera vez que se sentía tan…feliz.

¿Cómo se lo decía?

¿Cómo le explicaba lo mucho que esperaba por ese momento? Por esas simples palabras.

¿Cómo se podía contener las emociones en un momento así?

Ella lo miraba… él no le era indiferente, Hinata no se embarcaría en algo así si no sintiera algo por él.

Quería abrazarla en ese mismo instante, tomarla, elevarla en un abrazo y girar estúpidamente mientras reía.

Porque era SU prometida, porque Hinata lo había elegido, porque ella aceptaba que algo más comenzaría entre ellos.

Sonrió.

Y ella, que esperaba alguna respuesta de su parte, se sorprendió al encontrar la sonrisa más suave y a la vez más traviesa y ligera que él le había mostrado. La expresión más dulce que él tenía se acababa de revelar en ese mismo instante dejándola aturdida.

"¿C-como me mira?" recordó su conversación con Kiba "Siempre te sigue con la mirada, siempre te está prestando atención y se mantiene a máximo dos o tres metros de ti. Digamos que… no es para nada disimulado."

Las palabras de su amigo hicieron eco en cabeza al observar la expresión de Sasuke y comprender que él siempre se había mostrado sin miedos, sin ninguna máscara, ante ella.

Leer sus emociones siempre había sido sencillo, normal, tan natural que ella no lo había notado.

Y él, en ese momento, se encontraba contento por su respuesta, porque ella le había pedido intentarlo.

El hombre frente a ella estaba feliz por algo que ella había provocado, y el sentimiento era abrumador. Tener tal certeza sobre eso encendió algo en ella que jamás había sentido, como un fuego suave y agradable que se expandía llenándola de una fuerza desconocida.

Quería verlo sonreír así más seguido y solo para ella, que sus miradas dulces le pertenecieran, que…

No, no estaba bien, no podía querer que… Sí, sí podía. Ella era libre para enamorarse de él, libre para explorar, avanzar y descubrir a donde los llevaría todo eso.

Ella era libre para reconocer que en ese momento se sentía segura, contenta, y de alguna forma, un nuevo deseo que hacer a Sasuke feliz inundó su corazón.

Y él, sin encontrar las palabras, sin saber qué tenía que hacer en ese momento, dejó que sus emociones guiaran su respuesta y se acercó. Porque no había forma de rechazar lo único que había estado esperando.

Se inclinó, mientras sus miradas se mantenían conectadas y juntó sus frentes, cerrando sus ojos para calmarse. Sonrojándose un poco.

—Haré todo lo posible para que no te arrepientas de tu decisión.

"Haré todo lo que tenga que hacer para que te enamores de mi" prometió, en el silencio de un suspiro, en un pensamiento que ella todavía no podía saber.

Ella, al sentir su cercanía, ese contacto tan particular, cerró sus ojos también, dejando ir la tensión.

—Haré todo lo que posible para que quieras mantenerte a mi lado —le respondió Hinata.

Se mantuvieron un momento en silencio, procesando toda la situación, disfrutando de la cercanía mientras bajaban la ansiedad hasta que un forzado carraspeo los interrumpió.

—Lamento interrumpir el romántico momento—dijo Kiba, acercándose a paso lento mientras recogía la mochila que Hinata había dejado tirada.

Sasuke y la ex Hyuga se separaron rápidamente y se giraron en la dirección del Inuzuka que venía seguido de Matsuri mientras sonreía.

—Pero todavía estamos a tiempo para que llegues al hotel a registrarte—continuó Kiba y Matsuri asintió— y necesito revisar la seguridad del lugar.

Ella asintió y volvió su mirada para despedirse de su, ahora, novio, pero se encontró con que Sasuke tenía un clon preparado y miraba a Kiba.

—No es necesario—dijo—se quedará en mi casa.

Ella lo miró con sorpresa y Kiba sonrió, para luego lanzarle un pergamino a Sasuke.

—Supongo que también querrás tomar la misión de escolta.

El Uchiha asintió y le pasó el pergamino a su clon, indicándole que fuera donde el Hokage para solicitar la reasignación.

Hinata pensó en decir algo al respecto, pero se contuvo, quedarse con Sasuke era lo mejor en ese momento, los Hyugas no se atreverían a acercarse a su casa y a su vez, le daría la posibilidad a Matsuri de descansar.

—Matsuri—llamó Hinata mientras Kiba y Sasuke hablaban—, estaré segura en la casa de Sasuke, puedes retirarte a descansar. Nos encontraremos mañana a las 10 en el café.

La ninja de la arena asintió, sabiendo que Hinata tenía razón y el Inuzuka se acercó para decirle que la llevaría al Hotel.

Mientras la pequeña empresaria miraba como sus amigos se marchaban, sintió como algo grueso caía sobre sus hombros y la cubría. Se giró, notando que lo que llevaba era la chaqueta de Sasuke e hizo un intento de devolvérsela, pero él con solo una mirada le dejó en claro que no la aceptaría.

Caminaron en silencio, escuchando los murmullos del viento, de las pequeñas hojas que se movían, y de sus propias pisadas en el verdoso suelo.

Las palabras no eran necesarias, su ausencia se sentía extrañamente acogedora cuando ambos todavía intentaban comprender como debían actuar ahora.

Ya no eran amigos, sino algo más.

Todavía no eran amantes, pero debían aparentar serlo.

Ella tenía que descubrir lo que realmente sentía; él tenía que ocultar lo que había en su corazón un poco más.

Y, aun así, ambos habían llegado a un punto en común: querían intentarlo.

Él quería estar con ella, ella quería estar con él.

Y aquella distancia, esa terrible lejanía, ya casi no existía.

Ella lo había encontrado, él la había alcanzado.

Bajaron, por el sendero que llevaba de regreso a la zona urbana de la aldea, uno al lado del otro, manteniendo un mismo ritmo en sus pasos.

Sus miradas se buscaban inquietas, tímidas, disimuladas.

Sus brazos se rozaban.

Y sus dedos, en ese suave vaivén en el que danzaban sus brazos con cada paso que daban, se tocaron…

Lento, y sin prisas, sus dedos se alcanzaron.

Y con una intensión que ya no necesitaba de disimulo, Sasuke la buscó.

Su meñique encontró el suyo en un suave y pequeño roce.

Y ella lo imitó.

Torpe, y asustado, avanzó un poco más en ese pequeño contacto cuando sus miradas se encontraron; ella se sonrojó y desvió la mirada con timidez, pero no se alejó.

—¿Lo nuestro… es de verdad?

La voz de Sasuke se escuchó suave, como un susurro indeciso.

Ella volvió su mirada hacia él, tiró suavemente del débil agarre que él había iniciado con sus meñiques y enredó sus delgados dedos con los de él, sin sujetarlo completamente. Tomando, como nunca creyó que lo haría, la iniciativa.

—Sí—le respondió ella, volviendo su mirada al frente, mientras caminaban—. No jugaré con esto.

Sintió como esos tibios dedos del Uchiha respondían a su avance y se enredaban con los suyos con timidez.

—Hinata—llamó.

Se volvió, al escuchar su nombre, y observó como esos ojos la miraban como si buscaran algo más.

Se tensó de tan solo darse cuenta de todos esos detalles y su estómago se apretó en anticipación mientras la mano de su novio cerraba el enlace, uniéndola completamente.

—¿Está bien…—continuó el Uchiha—tomar tu mano? ¿Puedo…acercarme de esta manera?

Ella lo miró con sorpresa, notando como sus sentimientos se arremolinaban de una forma agradable ante esa simple pregunta que implicaba muchas cosas.

No era la primera vez que lo hacían, ya habían caminado de la mano, pero ahora… ahora era distinto.

Él no solo pedía tomar su mano, Sasuke buscaba su consentimiento para acercarse un poco más. Era una petición más formal, a una acción que no buscaba ser secreta; él quería su aprobación, su opinión. El Uchiha quería saber si ella aceptaría sus avances.

Y ella, a quien muy pocas veces le habían preguntado lo que quería, no pudo más que terminar derritiéndose ante su solicitud.

—Tú…—comenzó—no necesitas pedir mi permiso para acercarte.

Él, sin ser capaz de ocultar la emoción que sentía ante su respuesta, se quedó en silencio y asintió mientras se sonrojaba.

—Puedes hacer lo que quieras—continuó ella—somos novios.

Y tan pronto como terminó de decirlo, sintió como su rostro se volvía rojo por la vergüenza de escucharse tan atrevida, pero no se corrigió.

Sasuke sonrió, mientras una sensación de alegría y alivio lo invadía y respondió.

—Entonces… siéntete libre de acercarte a mi, tanto como quieras.

Ella lo miró, dentro de toda su vergüenza y asintió también.

Caminaron con tranquilidad por las calles de la aldea se encontraban casi desiertas a esas horas, mientras conversaban de las cosas que ambos habían estado haciendo durante ese tiempo.

Ingresaron a su casa por el portón de la entrada principal, mientras Sasuke le decía que ya era tiempo de comenzar a trabajar en construir un jardín y ella asintió.

Abrió la puerta de la casa, sin soltarla y la guió al interior, mientras le preguntaba si quería algo de cenar y ella negó.

La guió, en silencio por la casa, hacia la habitación de invitados y luego de dejar su mochila en la cama, se giró hacia ella y la miró.

No la había soltado, no se había permitido alejarse de ella desde el momento en que la tomó.

Ella lo observaba en silencio, con una expresión suave y completamente ajena a todo lo que ella provocaba en él. Hinata no sabía lo nervioso que Sasuke se sentía, ni lo alteradas que se encontraban sus emociones, mucho menos intuía como la ansiedad lo estaba devorando.

—T..te veo mañana—logró decir él.

Ella asintió.

Poco a poco, se fueron soltando y Sasuke abandonó el lugar, cerrando la puerta al salir.

Y el silencio, inundó la habitación.

Dio un paso atrás, se sentó en la cama y llevó las manos a su rostro para cubrirse.

"Sasuke… es mi novio" se dijo mientras sentía como sus latidos continuaban disparados, y sonrió.

Subió las escaleras en piloto automático luego de despedirse de Hinata e ingresó a su propia habitación cerrando la puerta.

Se apoyó en la puerta con pesadez.

Cerró sus ojos mientas trataba de regular su alocado corazón.

Llevó sus manos a su rostro como si quisiera ocultar su timidez.

Y ahí, en la soledad de su dormitorio, donde nadie lo podía ver, se permitió sonreír tontamente con total libertad.

Hinata era su novia.

Ella lo había elegido.

Ella quería estar con él.

Y existían posibilidades de que fuera correspondido.

Esta era la oportunidad que tanto había buscado.

Ahora, solo tenía que intentar conquistar su corazón.