Bueno... Digamos que la he liado...
La chica secreta
5
Sakura sostuvo la fotografía con manos temblorosas.
Una parte de ella quería soltar una carcajada y buscar la cámara oculta tras todo esto. Su otra parte, la que era consciente de su trabajo y cada noche veía lo que tanto ella como Hinata lograban con Sasuke, reafirmaba que lo que sus ojos esmeraldas estaban viendo.
El hombre que estaba de pie frente a ella era la misma persona que salía en la fotografía. Quizás fuera más fácil de reconocer gracias a que Itachi, como hombre, también llevaba algo largo el cabello, siempre sujeto en una coleta, y que sus características ojeras se marcaran de la misma forma. A menos que tuviera una hermana gemela y sabía que no era así.
—Imagino que tienes muchas preguntas —dijo sumamente tranquilo Itachi.
Era como si simplemente acabara de dar el parte meteorológico y no una revelación tan importante.
Por supuesto, Sakura tenía muchas preguntas volcándose en su mente. Tantas, que por un momento se sintió mareada.
Para su consternación, Itachi gruñó una risita, disculpándose a la par que cubría sus labios con el dedo índice arrugado.
—Mis disculpas, pero es que me has recordado mucho a ella.
—¿Ella? —cuestionó casi sin voz.
Itachi asintió mas no respondió. Se sentó lentamente frente a ella tras la mesa que los separaba y suspiró.
—Empezaré por responder una de las preguntas que seguramente te haces: ¿cómo es posible esto? Que los hombres Uchiha nos convirtamos en mujeres por la noche y de día seamos los varones que realmente somos al nacer.
Asintió, tragando nerviosa. Dejó la fotografía cuidadosamente en la mesa y él la observó un momento antes de continuar.
—No hay explicación.
Soltó el aire que había retenido.
—Si vas a mentirme…
—No, no pienso mentirte —aseguró—, simplemente ratifico algo que ya sé. Porque yo mismo investigué en base a mi tortura. Ni siquiera las madres saben por qué ocurre. Cuando se quedan embarazadas de nosotros, los resultados médicos siempre informan de un varón. Por supuesto, he de puntualizar, que esto ocurre en la rama familiar principal. La secundaria, sufre un caso parecido: solo nacen mujeres.
—Espera a ver si entiendo —suplicó frotándose el entrecejo—. Ustedes pertenecen a la rama principal.
—Sí.
—Y de ustedes, vuestras mujeres, mejor dicho, nacen hijos varones pero que por la noche se convierten en mujeres.
—Es correcto.
—Y del otro son mujeres.
—Sí —confirmó—. Además, otro detalle es que las mujeres con las que el clan siempre se ha realizado el matrimonio son ellas.
—Sangre pura.
—Exacto.
Se lamió los labios, dándose tiempo a sopesar la información. Respondía algunas de sus preguntas, por supuesto, pero ahora se crearon muchas más.
—¿Y de esas mujeres, las que sólo tienen niñas, sus hijas nacen con la misma situación? Es decir: por las noches se convierten en hombres.
—No. Como he dicho, es lago que sólo sucede en la rama principal. Es el único lugar donde nacen hombres.
—Entiendo…
—También te diré una cosa. Algo que es importante de cierta forma. Algo que te ayudará a comprender por qué mi padre "atesora" tanto a mi hermano, como anteriormente hiciera conmigo.
—¿Qué es? —cuestionó enderezando la espalda, muy atenta.
—Mientras haya uno en la familia que se convierta en mujer, ningún otro varón de la rama familiar, entre los doce y los veinte años, no cambiará. Es decir, cuando yo dejé de convertirme en mi versión femenina, Sasuke pasó a serlo automáticamente.
—¿Cómo es eso posible? —inquirió con la voz más chillona de lo que esperaba. Carraspeó—. Es decir: ¿médicamente es eso posible?
—Bueno, si lo pensamos: ¿cómo es siquiera posible que un hombre cambie de género de esa forma? De la nada, al llegar la noche —puntualizó encogiéndose de hombros—. Durante años los doctores Uchiha, porque el secreto no puede salir de esta mierda de familia, han buscado una razón que lo justifique, sin ningún tipo de resultado. Así que lo siento: no hay historial médico que lo explique. Sólo está en nuestros genes y, debido a la confiabilidad de esta familia, no tenemos otro tipo de posibilidad médica. Lo que conocemos como segunda opinión médica.
—Uau.
Se pasó las manos por los cabellos, echándolos hacia atrás entre sus dedos. Era demasiada información. Quizás si hubiera tomado la rama de medicina como quería su tía Tsunade lo habría entendido mejor. Estaba arrepintiéndose un poco de seguir su sueño.
Sin embargo, estaba segura de que hasta eso sería incomprensible para ella.
—Entiendo que es mucha información…—continuó Itachi—, pero…
—¿Por qué me lo has contado? —interrumpió.
Itachi la estudió un momento con la mirada. Lo suficiente como para que un escalofría de advertencia le recorriera la espalda.
—Venganza.
—¿Venganza? —Cuestionó sorprendida.
—Sí. Puedes creer que es la mía y podría decirte que es así, pero estaría mintiéndote.
Sakura esperó cuando él hizo una pausa que parecía necesitar. Sus facciones se tensaron y repentinamente, parecía mucho más viejo y cansado.
—Sasuke.
Él asintió.
—No puedo… perdonarme que esté así por mi culpa.
—Pero por lo que me estás contando no es culpa tuya. Es algo genético.
El hombre frente a ella esbozó una sonrisa lastimera. Incluso parecía un gesto que no encajaba en él, como si se saliera de algún guion. Lo notó cuando se enderezó y cambió de postura.
—No puedo explicarte mucho más —dijo repentinamente nervioso—. Y vas a tener que perdonarme.
—¿Por qué?
—Porque te necesitaba.
Sakura no comprendía para qué o por qué hasta que la puerta se abrió.
Fugaku Uchiha estaba en el lindel de la puerta y los observaba a ambos furiosos. Itachi se levantó lentamente y metió las manos en los bolsillos.
—Siempre dije que no podríamos mantener esto en secreto por mucho tiempo, papá.
Fugaku caminó lentamente hasta la altura de su hijo y antes de que ambos tuvieran tiempo de reaccionar, lo abofeteó. Itachi ni siquiera se movió, sin embargo, si las miradas mataran, su padre estaría calcinado ahí mismo.
Sakura se levantó con miedo.
—Espere… Señor…
Fugaku ni siquiera se movió. Levantó una mano y gesticuló algo que ella no entendió. Un segundo después, Naruto estaba sobre ella, presionando su mano contra su cuello. Lo último que vio fue su boca moverse en una disculpa antes de desmayarse.
.
.
Cuando llegó empezó a notar algo extraño y lo que terminaba de confirmarlo era ver a Naruto esperando en la puerta de su dormitorio. Su gesto era tenso y claramente, no traía buenas noticias.
—¿Ha ocurrido algo?
—Sí. Tengo que informarte de algo —anunció tomándola del codo y adentrándola en su dormitorio.
Su primer instinto fue soltarse del agarre, sin embargo, intentó controlar sus instintos ante la sensación de alerta de que algo más estaba ocurriendo. Además, Naruto no tardó en soltarla para alejarse y detenerse frente a las puertas que daban al jardín, como si quisiera asegurarse de que realmente estaban a solas.
—¿Qué ocurre? —preguntó esa vez—. Claramente, sucede algo, así que no vayas a responderme con evasivas.
—No pensaba hacerlo —aseguró él mirándola—. Sólo vengo a informarte de algo.
Esperó a que él continuara, pero Naruto volvió a caminar hacia la puerta y después, a las del patio de nuevo.
—¿Es que nos espían? —cuestionó algo irritada. Tomó aire al percatarse de ello. Él ya sabía que la cosa no era fácil cuando estaban juntos y aunque se había hecho a la idea de que aceptar sus entrenamientos conllevaría un peligro que él mismo había aceptado. Pero pensaba tener el resto del día para poder mentalizarse.
—No exactamente eso… —descartó sacudiendo la cabeza—, simplemente me aseguro de que nadie sea testigo de mi vergüenza en caso de que tu actitud sea… peligrosa.
Hinata entrecerró los ojos, desconfiada.
—¿Qué has hecho?
—Nada —negó encogiéndose de hombros—, pero a veces las personas suelen pagar con el mensajero cuando reciben cartas o noticias que no desean escuchar o que les resultan extrañas pese a que sean realidad.
—No me conoces.
—Sé cómo pegas —gruñó rozándose el lugar donde le golpeara. Luego metió la mano en el bolsillo para sacar una tableta de chocolate que lanzó hacia ella—. Tengo un mensaje de Sakura para ti.
Dejó que la chocolatina se deslizara hacia el suelo entre sus dedos y centró sus ojos en él. Naruto silbó y dio un paso atrás.
—Hasta tus ojos cambian un poco de color. Como si de blancos pasaran a un suave morado o lila, yo qué. Pero las venas a su alrededor… dan miedo.
Sacudió la cabeza, parpadeando, intentando controlarse.
—Dime que no ha pasado nada malo.
Levantó las manos en son de paz.
—Nada malo. ¿Puedo hablar con la serena y no con la que quiere matarme, por favor?
Que lo que parecía ser una muletilla de nervios saliera de sus labios después consiguió convencerla en cierto modo. Aunque algo en ella continuara palpitando con ciertas dudas.
—¿Qué mensaje? —exigió.
Él cabeceó una afirmación.
—Va a estar unos días trabajando para una persona especial en la otra casa familiar. Fugaku, vuestro jefe, lo ha dispuesto repentinamente.
—¿Y qué pasa conmigo? ¡Somos un equipo!
—En el párrafo diez de vuestro contrato hay una cláusula que os advertía que era posible que en algún momento tuvierais que trabajar de vez en cuando en otros casos que no fueran Sasuke. ¿No lo recuerdas?
—Sí, sí —rememoró—. Es sólo que… ¿Por qué Sakura no me ha dicho nada? —cuestionó rebuscando su móvil algún mensaje que pudiera habérsele escapado.
—No habrá tenido tiempo. Como digo; fue de improviso.
—Entiendo… —Le miró elevando una ceja—. ¿Por qué iba a enfadarme contigo por eso?
Naruto se encogió de hombros.
—Como dije, los receptores a veces lo pagan con el mensajero.
Se acercó hasta ella y su corazón dio un vuelco cuando le vio agacharse a su lado. Tomó la chocolatina y luego, su mano, posando encima de esta el dulce.
—Me alegra que no te hayas enfadado. Que aproveche.
Sonrió abiertamente y, por un momento, Hinata pensó que esa sonrisa debería de estar prohibida.
—Oh, por cierto —añadió deteniéndose cuando se dirigía hacia la puerta de salida—. Tendrás que encargarte sola de Sasuke durante un tiempo. Me gustaría decir que será fácil, pero te mentiría. Lo que espero es que eso no se convierta en una batalla campal.
—Intentaré que no —dijo, suspirando repentinamente agotada—, aunque no prometo nada.
—Me lo imaginaba —gruñó antes de salir—. Tendré doble trabajo con ustedes, mujeres.
Aunque Hinata abrió la boca con enfado, Naruto sonreía, divertido. Aunque le pareció alcanzar a atisbar cómo se borraba esa sonrisa antes de que se cerrara la puerta.
—Ese hombre realmente necesita poner en orden si está serio, enfadado o simplemente feliz. Y también… —Se miró la chocolatina en su mano—, también debería de dejar de alborotarme como si fuera un saco de hormonas, por dios.
Se tocó las mejillas, calientes y enrojecidas, demasiado avergonzada con que él fuera capaz de modificar sus acciones de esa forma.
Definitivamente, entrenar iba a ser duro.
Peligroso.
Por muchas, muchas razones.
.
.
Naruto golpeó la pared con el puño justo antes de maldecir. Odiaba mentir y llevaba haciéndolo toda su vida. Fingir se le daba ya demasiado bien. Hasta a veces se miraba al espejo y le costaba reconocerse. Incluso muchas veces sentía que estaba fuera de su cuerpo mientras hablaba con otros y mentía como si tuviera un premio especial en eso.
«Un mentiroso de primera, chico»
Sacudió la cabeza y enderezó la espalda a medida que los pasos se acercaban hasta su posición. La espalda le cosquilleó como advertencia.
—¿Has hablado ya con la chica?
La voz autoritaria de Fugaku siempre le provocaba malestar. Desde niño le daba miedo y a la vez, angustia. A medida que creció el desprecio creció de cierta forma y fingir que no deseaba arrancarle la cabeza la gran mayoría de veces.
—Sí. Le he dicho justo lo que quería.
—¿Y no ha preguntado nada? —cuestionó Fugaku.
—Le extraño que Sakura no haya enviado un mensaje para avisarla. Acepta ser ella quien se encargue de Sasuke en la función de esta noche, pero eso va a ser una bomba, como anuncié. Sakura es lo que suele mantener a raya a Hinata.
El rostro del Uchiha se contrajo en molestia.
—Esa mujer es sólo… —Apretó los labios con irritación—. Si no fuera una Hyûga… Por su culpa tengo a Toneri dando vueltas en las presentaciones en busca del secreto oculto de esta familia. Y ahora, Itachi provoca que tenga que tomar una decisión sobre una mujer que nadie más que una Hyûga echaría de menos, lo que ocasionaría que una de las más grandes familias junto a las nuestra se me echara encima. Antaño sólo tendría que darte una orden… —murmuró con cierto aire soñador que le revolvió el estómago—, pero ahora no puedo hacer eso y Itachi me ha llevado a un punto en el que sólo puedo tomar una decisión y ella tiene acceder.
—No es una Uchiha —le recordó—. Eso rompería por completo el ciclo.
—No lo haría —descartó Fugaku—, sólo necesito que guarde el secreto, nada más. Seguirás encargándote de mantenerlos alejados.
—¿Cómo voy a hacer eso? —cuestionó sorprendido—. Si tomas la decisión que Itachi expuso, no podré intervenir… Además, Sasuke no lo aceptará.
—Cuento con ello —asintió Uchiha acariciándose los labios—. Cuento totalmente con ello. Así que la próxima vez que suceda algo entre ellas, no te interpondrás.
Naruto gruñó.
—Mi deber es proteger a esta familia —recordó.
—Exacto —recalcó Fugaku levantando el mentón—. Y más vale que no lo olvides nunca.
Luego, se alejó, altivo.
Naruto apretó los dientes mientras clavaba una mirada helada en su espalda.
—Oh, no lo olvidaré. Nunca lo olvidaré.
.
.
La puerta de la habitación se abrió dejando escapar sólo un hilo de luz antes de permitir que la figura de un hombre se adentrara en ella. No tardó en reconocerla. Era el décimo día que venía a hacerle la misma pregunta.
—Y bien. ¿Cuál es tu respuesta?
Negó lentamente con la cabeza, sintiendo la madera pegarse a sus sienes. Él chasqueó la lengua y mostró en su mano un aparato que no tardó en reconocer.
—Tu amiga empieza a preocuparse por ti, muchacha. ¿Qué es lo que quieres que encuentre? ¿Tu cadáver?
Los ojos se le llenaron de lágrimas.
Pensar en Hinata, en cuántas mentiras estaría tragándose le dolían hasta el alma.
—Son diez —dijo repentinamente la voz masculina—. Las heridas que tengo que dejar en Sasuke. Cada vez que te niegues. Puede que me canse de él, al fin y al cabo, es mi ser más querido, y pase mi látigo a otra persona. Al fin y al cabo, mi jefe de seguridad se ha hecho muy amigo de ella. Puede hasta que se hayan acostado ya. ¿Quién sabe?
Apretó los labios con dolor. Imaginarse a Sasuke sufriendo aún más era doloroso.
—En fin, deberías de darle las gracias a Itachi. Gracias a él estás aquí. ¿Lo recuerdas? Confiar en ese chico… No eres muy lista. ¿Verdad? Aunque ya puedo imaginármelo. Te doy la oportunidad de vivir libre y la única condición es que guardes el secreto. Sencillo. ¿Por qué eres tan testaruda?
El hombre suspiró y se incorporó dispuesto a alejarse.
Sakura entonces habló.
—Lo haré.
Él se detuvo.
—Eso suena mejor. Pero te falta algo…
Hizo un ademán con la mano para invitarla a hablar. La voz se le rompió.
—Padre…
—Bien, eso está mejor. —Dio una palmada—. Kakashi, por favor —llamó—, que se encarguen de ella. Oh, y vuelve a enterrar a mi difunta en su tumba. Esto ya apesta.
Sakura cerró los ojos de nuevo, aterrorizada.
Cuando Kakashi le quitó el cadáver de Mikoto Uchiha de encima, de tener algo de comida en el estómago, habría vomitado.
—Lo siento, muchacha.
Nunca bastarían las disculpas.
Continuará…
