Ainz se encontraba en su oficina, revisando algunos informes que Albedo y Hikari habían preparado para él. Tras varios minutos de intentar comprenderlos sin éxito, decidió dejarlos a un lado y se recostó cómodamente en su silla. La oficina había sido remodelada recientemente, adoptando un aire más elegante y refinado gracias al esfuerzo de Albedo junto a Cixous y Foire. Al principio, Ainz no estaba convencido del cambio, pero tuvo que admitir que habían hecho un trabajo maravilloso.
Sus ojos se posaron en su orbe, el ítem que siempre lo había acompañado desde que había conquistado Nazarick. Desde el principio supo que era un objeto especial, pero fue en el Nuevo Mundo donde realmente se dio cuenta que tan útil era.
Ainz podía sentir la magia salvaje contenida dentro del orbe. En Yggdrazil, el orbe solo podía acumular experiencia, que Ainz podía utilizar temporalmente para aumentar sus estadísticas en su forma de dragonoid. Por eso no entendía como la magia salvaje pudo ser absorbida por el orbe.
Después de unos minutos de espera, Ainz finalmente escuchó un mensaje. Era Albedo, quien se había comunicado para informarle que lo que había ordenado crear estaba finalmente listo.
Hace unos días, Ainz había solicitado la creación de un objeto capaz de soportar su poder cuando se transformara. Para ello, necesitaba a las mentes más brillantes de Nazarick, lo que lo llevó a compartir su secreto con Hikari y Demiurge.
Al principio, ambos guardianes se sorprendieron por lo que su señor les reveló. Sin embargo, no tardaron en entender los planes de su señor. En especial Hikari, quien, al igual que Albedo, se volvió aún más intensa y cercana a su señor.
El lugar donde se crearía el ítem seria en La Forja de Nazarick, era uno de los secretos mejor guardados en las profundidades de la Gran Tumba. Aunque técnicamente cualquiera podría acceder al piso donde se encontraba, llegar a ella era otra historia. Estaba escondida en una de las zonas más inaccesibles. Solo los seres más poderosos y de mayor rango tenían el privilegio de cruzar sus puertas.
era uno de los secretos mejor guardados en las profundidades de la Gran Tumba. Aunque técnicamente cualquiera podría acceder al piso donde se encontraba, llegar a ella era otra historia. Estaba escondida en una de las zonas más inaccesibles. Solo los seres más poderosos y de mayor rango tenían el privilegio de cruzar sus puertas.
Situada en el noveno piso, la Forja no era solo un taller, sino un verdadero santuario donde la magia y la tecnología se fusionaban para crear artefactos de un poder inimaginable.
El lugar en sí era imponente: una vasta caverna artificial tallada en roca negra, oscura como la noche más profunda. Desde las fisuras en el suelo brotaba una luz mística, un resplandor que daba al ambiente una sensación irreal, como si el propio aire estuviera cargado de magia.
Colosales columnas de metal bruñido sostenían el techo abovedado, donde antiguas runas brillaban con un resplandor suave y constante. En el centro de la sala, imponente e intocable, se erguía el Yunque de Etherium, un bloque de metal celestial que reflejaba las estrellas, como si guardara dentro de sí la inmensidad del cosmos, a pesar de estar enterrado bajo toneladas de piedra.
Rodeando el yunque, ardía el Fuego Eterno, un fuego alimentado por la esencia del mismísimo núcleo de Nazarick. Sus llamas, de un púrpura profundo y dorado brillante, eran capaces de derretir los metales más resistentes y purificar cualquier material, sin importar cuán corrupto o impuro fuera.
Este era el lugar donde se forjarían los artefactos que el Supremo de Nazarick había solicitado. Cinco de los más hábiles NPC de la Gran Tumba habían sido seleccionados para la tarea, pero solo dos eran los verdaderos maestros capaces de llevar a cabo una obra de tal magnitud. Uno de ellos era el Actor de Pandora, y el otro, el Maestro Herrero, creación directa del Ser Supremo Amanomahitotsu.
El Actor de Pandora, con su clase única de Doppelganger Divino, poseía la capacidad de cambiar cien niveles y transformarse en cualquier ser que conociera. Era algo único, que lo hacía indispensable para llevar a cabo las complejas tareas que el Supremo Señor había imaginado. Solo él y el Maestro Herrero podían transformar las ideas en las mejores creaciones que Nazarick jamás hubiera visto.
El primer día de trabajo fue algo peculiar para el Jefe Herrero. Al ver a su creador Amanomahitotsu, por un breve momento pensó que su creador había regresado, pero rápidamente entendió que no era así. Aun así, la emoción no desapareció, pues tener la oportunidad de trabajar junto a alguien que tenía la apariencia del ser que lo había creado era un honor indescriptible. Especialmente sabiendo que estaban cumpliendo un encargo directo de su señor.
Durante días, los dos martillearon sin descanso, moldeando el metal bajo un calor sofocante que elevaba las temperaturas a niveles imposibles. Los martillos, gigantescos en tamaño y peso, chocaban una y otra vez contra el valioso metal, provocando una lluvia de chispas y ondas de energía que iluminaban el taller en cada golpe.
Por otro lado, Albedo, Hikari y Demiurge se encargaron de los aspectos técnicos, analizando cada material para aprovechar sus propiedades mágicas al máximo. Además, interrogaron a Ainz sobre el dolor que experimentó durante la transformación, buscando desarrollar soluciones para evitar que vuelva a sufrir en el futuro.
Ainz se teletransportó a las afueras de la forja de Nazarick, un lugar especial donde se podían fabricar todo tipo de ítems, siempre que se contara con los materiales necesarios. Al llegar, fue recibido por Albedo, Hikari, Demiurge y Pandora, quienes lo esperaban impacientemente. Sin embargo, las más emocionadas eran Albedo y Hikari.
Albedo: Bienvenido, Ainz-sama
Hace unos días, Ainz había destinado uno de los materiales más preciados de Nazarick: unos cristales raros capaces de forjar una armadura al nivel de un Campeón Mundial. Estos minerales los había obtenido al derrotar a varios jefes de Piso y Enemigos Mundiales antes de llegar al nuevo mundo. Este metal único, era Égida Estelar. Ahora, en manos de los artesanos más talentosos de Nazarick, había sido transformado en algo aún más grandioso.
Al notar su llegada, el jefe herrero no perdió tiempo. Corrió hacia su señor con rapidez, arrodillándose ante él, casi con devoción.
Chief: Buenos días, Ainz-sama …..Es un honor tenerlo aquí.
Ainz, con su habitual tono tranquilo respondió.
Ainz: Buenos días Chief. No es necesario que te arrodilles.
El jefe herrero se levantó de inmediato, sin perder tiempo, y preparó una silla lujosa para su señor. Los guardianes que lo acompañaban también tomaron asiento junto a él, ocupando sus lugares en otras sillas que ellos habían preparado.
Ainz: Bueno... Antes de recibir lo que han construido, ¿querían decirme algo?
Preguntó Ainz. Demiurge se puso de pie de inmediato.
Demiurge: Ainz-sama, quería informarle que el informe estará listo mañana
Ainz:" Qué informe?" Excelente, Demiurge.
Demiurge: Además, me gustaría solicitar permiso para convocar una reunión con la mayoría de los residentes de Nazarick. Me gustaría explicarles la parte de su plan que logre descifrar.
Ainz:" ¿Qué plan?". Está bien, Demiurge. Pero asegúrate de informar a todos los NPC.
Demiurge: Muchas gracias, Ainz-sama. No lo decepcionaré.
Ainz:Si no hay más, me gustaría ver lo que han construido.
En ese momento, Pandora se levantó de su asiento, con su estilo exagerado y teatral que lo caracterizaba. Sacó de su inventario una pequeña caja y avanzó hacia Ainz.
Pandora: Mein Schöpfer [Mi creador]
Ainz: Gra... ci... as, Pandora.
Ainz recibió la cajita que Pandora le ofrecía con ambas manos. La caja era finamente trabajada, con grabados intrincados y un diseño que irradiaba elegancia. Al abrirla, Ainz finalmente vio lo que tanto había deseado: dos anillos de piedra oscura. Los anillos eran de un material que parecía absorber la luz. Tenían un brillo profundo, como si una galaxia entera estuviera atrapada en su superficie
Ainz: Excelente, mis guardianes.
Esas pocas palabras llenaron de felicidad a los guardianes. Demiurge comenzó a agitar su cola con entusiasmo, mientras que Hikari y Albedo sonrieron y movieron ligeramente sus majestuosas alas.
Ainz sostuvo el anillo en sus manos y lo observó detenidamente.
Ainz: Eres más especial de lo que tu creador me había contado. Gracias por crear este anillo, me será de gran utilidad.
Las palabras hicieron que los ojos de Chief comenzaran a llenarse de lágrimas. Que el gobernante supremo, el ser que más veneraba, le dirigiera palabras tan humildes lo conmovió profundamente.
Chief: No, Ainz-sama... soy yo quien debería darle las gracias. Vivo para servirle. Y tampoco fui el único que ayudó. Sin Pandora y el apoyo de los demás guardianes, nunca habría podido completarlo.
Ainz: Es cierto, mis guardianes. A todos, muchas gracias.
Los demás guardianes no sabían qué decir. Simplemente se arrodillaron aún más, agradecidos de tener a un señor tan humilde.
Ainz se quitó de inmediato el primer anillo, el anillo contra la Alteración del Comportamiento. Y luego se puso el nuevo anillo de datos falsos. Sintió cómo este funcionaba incluso mejor que el anterior que había tenido.
Sus estadísticas se volvieron erráticas, cambiando constantemente, y su poder disminuyó notablemente, haciendo que su presencia fuera mucho menos imponente de lo habitual. Luego, se quitó el anillo de datos falsos y se colocó el anillo que cumplía la misma función que el anillo contra la Alteración de Comportamiento pero que también se le había agregado una función adicional, y era la de suprimir el dolor cuando uno estaba sufriendo ataques mentales. Al llevar ambos anillos, sintió cómo su poder era contenido de manera más eficiente.
Ainz: Parece que funciona mejor de lo que esperaba.
Los guardianes, al escuchar eso, se miraron entre sí, estaban muy felices y satisfechos de haber cumplido con las expectativas de su maestro.
De repente, Ainz activó su transformación una vez más. Al igual que la primera vez, su energía se descontroló por un momento, pero en un instante fue contenida por el anillo. Aunque el anillo comenzó a agrietarse, el dolor que sintió fue rápidamente calmado. Su carne se formó en un abrir y cerrar de ojos, y en cuestión de solo instantes, se encontró en su forma de Dragonoid. Aún sentía un leve dolor, pero era algo soportable. Al abrir los ojos, se encontró con los guardianes mirándolo, fascinados por la transformación.
Ainz: Bueno... parece que funcionó.
Apenas terminó de decir eso. En un abrir y cerrar de ojos, Albedo y Hikari se lanzaron hacia él, cada una aferrándose a uno de sus brazos. Sin dejarle tiempo para reaccionar, comenzaron a guiarlo hacia lo que habían preparado.
Ainz: ¿A dónde me llevan?
Hikari: Hemos preparado algo muy especial para usted, Ainz-sama
Respondió Hikari mientras se lo llevaba.
Ainz no supo cómo responder. Miró hacia Demiurge y Pandora buscando ayuda. Demiurge simplemente sonrió, mientras Pandora se limitó a mirarlo, aunque solo Ainz podía decir que estaba feliz.
Ainz: Ya veo... todo esto fue planeado.
Después de unos segundos, ambos fueron teletransportados.
Pandora: Parece que voy a tener un hermanito más pronto de lo que imaginé.
Demiurge: Tienes razón, Pandora ….Nunca pensé que Ainz-sama tendría un cuerpo de carne y hueso.
Pandora: Yo ya lo sabía.
Esas pocas palabras lograron desconectar un poco a Demiurge. Una pequeña arruga se formó en su ceño mientras uno de sus ojos se entrecerraba ligeramente. Le daba cierta envidia que Pandora fuera el único con un creador propio.
Demiurge: En fin…esperemos que Ainz-sama nos bendiga con un príncipe. Al menos así tendríamos a alguien que se quedara con nosotros si Ainz-sama decide marcharse algún día.
Pandora: Ainz-sama nunca nos abandonará.
Demiurge: ¿Cómo puedes estar tan seguro?
Pandora: Porqué lo conozco.
Demiurge ajustó sus lentes, un gesto que hacía cada vez que descubría algo interesante. Era evidente que Pandora's Actor sabía cosas que nadie más en Nazarick conocía, tal vez incluso más que Albedo.
Albedo y Hikari lo llevaron hasta la habitación de Albedo. El lugar estaba impecablemente ordenado. En el centro de la habitación había una mesa preparada para tres personas, con tres sillas bellamente talladas. Sobre la mesa descansaban platillos exquisitos, presentados con una estética digna de los banquetes de los dioses. El aroma que emanaba de la comida era tan embriagador que parecía llenar la habitación de una calidez, provocando que los sentidos de Ainz se despertaran al máximo. Cada inhalación hacía que pareciera estar ya saboreando las delicias que se encontraban ante él.
El deseo de disfrutar de las delicias que Nazarick podía ofrecer se encendió con fuerza en su interior. Ainz se sentó en la silla principal. Albedo tomó el asiento a su derecha y Hikari el asiento a su izquierda.
Albedo: Espero que sea de su agrado, Ainz-sama.
Dijo Albedo con una sonrisa radiante mientras levantaba la tapa del platillo principal.
Bajo la cubierta, apareció un corte de carne perfectamente cocinado, su exterior dorado resplandeciendo bajo la luz de las velas. El aroma que emanaba de la carne llenó el aire de una fragancia irresistible, tan intensa que parecía prometer un sabor igual de celestial. La carne tenía un color perfecto, un tono que oscilaba entre el dorado y el carmesí, mientras los jugos brillaban tentadoramente en su superficie.
Albedo y Hikari, con una elegancia que rivalizaba con la de los más prestigiosos chefs de Nazarick, se dispusieron a servir a su señor. Los minutos pasaron rápidamente mientras ellas preparaban la mesa, y pronto comenzaron los tres a disfrutar de los maravillosos platillos.
Cada bocado era una explosión de sabor para Ainz, quien cerraba los ojos, deleitándose con los ricos sabores como si estuviera en el cielo. Albedo y Hikari lo observaban, complacidas por haberlo satisfecho, mientras el tiempo transcurría en una atmósfera de placer.
Casi al final de la comida, los platos fueron retirados, y Ainz, satisfecho, saboreaba la experiencia que tanto había deseado. Probar la comida de Nazarick era algo que había anhelado, especialmente cuando acompañaba a Rubedo al comedor, donde las 41 sirvientas también almorzaban y cenaban, cuando lo veían siempre le ofrecían los manjares más exquisitos. Aunque Ainz, como no-muerto, no podía disfrutarlos.
Ainz: Muchas gracias por la comida.
Albedo: ¿Le ha gustado, Ainz-sama?
Ainz: Ha sido más delicioso de lo que imaginé, gracias, Albedo... Hikari.
Hikari: Ainz-sama, ¿cuánto tiempo durará su transformación?
Ainz: Al principio solo diez minutos, pero desde que llegué al nuevo mundo, parece durar más.
Albedo: Ya veo... Ya veo...
De repente, Albedo liberó un suave humo rosado, sus feromonas sexuales, llenando la habitación con un aire pesado y embriagador. Ainz, sin saber qué era, lo inhaló profundamente. En cuestión de segundos, sintió cómo su cuerpo se calentaba, una ola de deseo inexplicable recorrió cada fibra de su ser. Y algo dentro de él comenzaba a despertar.
Albedo y Hikari se acercaron aún más, presionando sus cuerpos contra su señor. Los pechos suaves de ambas se apretaban contra los brazos de su señor, provocando una sensación de que hacía descontrolar Ainz.
Justo cuando Albedo y Hikari estaban a punto de entregarse a sus deseos, abalanzándose sobre su señor, la transformación de Ainz desapareció de golpe. Su cuerpo de carne y hueso volvió a convertirse en un esqueleto de huesos de un blanco puro.
