Sempiterno

En el sueño de Miya

Miya se encontraba vestida sólo con su piyama mientras caminaba por un sendero de cerámica que iba apareciendo como por arte de magia unos metros frente a ella a medida que caminaba. A su alrededor sólo veía una espesa neblina y ya se estaba cansando de caminar en línea recta cuando notó que adelante había unas anchas escaleras de concreto que reconoció como las que formaban parte del umbral de su casona. Al acercarse pudo divisar que frente al portón plateado había una figura aparentemente humana. Al llegar al portón pudo ver la figura en detalle y se sorprendió al notar que era ella misma, completamente desnuda y además estaba levitando.

Frente al portón se observó a sí misma levitando en posición erguida y completamente inmóvil. Ya antes vio que "aquella otra yo" tenía los párpados cerrados, pero no parecía dormir, más bien pareciera inerte. Como si lo que estuviera viendo no fuera un cuerpo humano sino una homúnculo en una probeta que no existía... De inmediato se fijó en la única diferencia entre ambas. La Miya levitante tenía tanto en su frente como en su estomago un dibujo de lo que parecía ser una luna en fase creciente cuyas dos puntas se cerraban con una delgada línea curva, dando lugar a un círculo. Sobre él, una espada de doble filo se superponía, adhiriéndose al marco circular de la luna. Miya no pudo reconocerlo, pero sabía que ya antes había visto ese dibujo.

Con mucha curiosidad decidió sortear a "la otra Miya" para abrir el portón y entrar en el patio delantero de su casa, en el centro había un camini de concreto que llegaba hasta el umbral de la gran puerta doble principal de su casa y a los lados había pasto corto verde casi brillante que terminaban donde se erigía a ambos lados el edificio de la mansión Ayase. Justamente a ambos lados había unos jardincitos… Sólo que Miya apenas podía llegar a ver todo esto por la neblina tan espesa. Tanto se distrajo observando el lugar que no se dio cuenta que su otra yo había abierto los párpados.

– Hola Miya, te estaba esperando.

Miya giró bruscamente. El mero hecho de que su otra yo le hablara ya era para asustarse pero había algo más: la otra persona que era su viva imagen y semejanza se le acercaba levitando lentamente.

–Pronto tu vida dará todo un vuelco. Un vuelco que involucrará a tu querida Risa. Vos, como tus antecesoras, no podrás deshacerte de "El Vacío", no mientras cargues con la Marca de la Luna Oscura.

– ¿La Luna Oscura? Ese es el nombre por el que se conoce la maldición que ha caído sobre mi familia. ¿Es eso lo que eres? ¿Eres una manifestación de la demonio que nos ha maldecido? Si es así, debo acabar contigo.

Miya miraba a la otra Miya con dureza.

– Ah, qué beligerante. Je, tienes el hálito de la juventud, pero ya se verá si tienes la suficiente audacia para vencerme.

Su otra yo desapareció en un instante y reapareció al fondo del escenario, delante de la puerta principal de la Mansión Ayase. Con toda la calma del mundo, abrió la puerta y entró al edificio. Ante tal situación la Miya "real" no tuvo más opción que seguirla. Sin embargo, al comenzar a avanzar, sintió un extraño pulso que la empujo hacía atrás, aunque sin suficiente fuerza como para hacerla caer. Lo que sí hizo eso fue obligarla a cerrar los párpados y al abrirlos no pudo creer lo que tenía ante sí. Como si se tratara de una proyección de sus memorias, allí estaban Risa y ella, tomadas de la mano y caminando hacía la puerta principal. Esperándolas en la entrada, la sirvienta de Miya sostenía la hebilla, lista para abrir en cuanto las señoritas pusieran pie en el pórtico. Pero de nuevo algo estaba mal, a diferencia de en sus recuerdos, ahora en la puerta estaba dibujado el mismo símbolo que en la demonio. La Marca de la Luna Oscura se hacía presente, como sentenciando la mansión y a todos aquellos que vivieran allí. La marca brillaba en un morado perturbador, y además iba aumentando su brillo entre más se acercaba Miya.

– Ha marcado mi casa con la Luna Oscura. También porta mi cuerpo con la misma marca. No me cabe duda de que es la demonio de la maldición.

Al acercase a la puerta, las proyecciones de Risa, la sirvienta y ella misma desaparecieron por el brillo de la marca. Tomo las hebillas de ambas puertas y las jaló con fuerza. El interior de la casa asomó, pero también algo brillante, algo que se movía rápidamente. Un tiro hacia su cabeza, tan cerca que le rozó el cabello, un tubo de metal cruzó a gran velocidad. La demonio se lo lanzó en cuanto pudo verle el rostro al abrirse las puertas.

–Si tan sólo pudieras ver tu rostro ahora… Esa expresión de miedo que tienes… ¿A dónde fue la joven beligerante de hace unos minutos?

Miya retrocedió rápido agarrando la tubería y aunque no estaba particularmente prepararada para la batalla supuse que tendría que matar o ser asesinada. Si así era la situación Miya prefería matar dentro de su sueño… La demonio hizo aparecer en su mano un cuchillo de cocina. La batalla fue breve porque Miya apenas pudo desplazarse por el miedo… y aunque pegó dos tubazos la otra Miya se los esquivó con facilidad y le clavó sin piedad el cuchillo en la panza plana hacieno que Miya se doblara hacia adelante empezando a chorrear sangre… La otra Miya se apartó con el cuchillo ensangrentado sonriendo de oreja a oreja. La joven Miya cayó hacia adelante gimiendo mientras se sostenía la herida "mortal"… Y poco después todo se volvió oscuridad para la heredera Ayase…

Ya en el mundo real de la vigilia

Miya se desperó de golpe aquella noche y comenzó a pasar sus manos por todo su cuerpo (sobre todo en la panza). Todo estaba donde se suponía que debía estar. No había heridas ni golpes. Estaba viva y estaba bien, pero no estaba incólume. En su estómago, en el mismo lugar que en la demonio le había asestado aquel cuchillado "letal" la marca de la Luna Oscura se había dibujado.

Ahora que estaba despierta podía procesar todo con más eficiencia. Mientras dormía era como si sus facultades mentales estuvieran diezmadas. No estaba en completo control de sí misma y no pensaba con claridad, pero ahora sí, ahora lo recuerda todo. La Luna Oscura, la maldición que había caído sobre su familia y que hace que a cada varias generaciones se manifieste en el cuerpo de una niña del linaje una demonio. La Maldición dicta que la demonio se apropiará del cuerpo de la chica en cuanto ella pierda su virginidad y la poseerá hasta que muera, tras lo cual reencarnará eventualmente en otra niña de la familia. Miya había escuchado esa historia tantas veces... Desde pequeña la habían estado preparando, pues sus padres daban por hecho que la demonio finalmente volvería a aparecer, esta vez en el cuerpo de su hija. Y al parece habían tenido razón. A Miya le temblaban las manos y no podía hablar. Era verdad, estaba pasando. La marca en su cuerpo era la prueba. Una demonio estaba esperando la oportunidad para arrebatarle su cuerpo y para ello sólo ocupaba que Miya cediera al deseo de la carne.

La abstención es una carga pesada, pero en principio no mortal. El problema era que aunque ella pudiera tener la fortaleza mental para olvidarse para siempre de las relaciones sexuales, había alguien más que no, alguien a la que amaba desde el fondo de su corazón y a la que desde hace mucho que quería entregarle su cuerpo como una prueba más de cuánto le quiere y la desea: Su novia Risa. Se habían conocido desde que tenía memoria allá en el jardín de infantes y desde entonces fueron inseparables. Jugaban y se divertían juntas en su infancia y pubertdad. Ya en su adolescencia la historia fue más complicada porque Risa se le insinuaba sexualmente en los últimos años de la secundaria alta (preparatoria) pero Miya siempre le inventaba excusas para mantener su himen intacto. Risa era muy comprensiva y paciente y Miya le estaba agradecida por ello pero ya ambas estaban empezando a cansarse demasiado de la situación a lo largo de los años. Sólo una vez antes Risa le rogó que se permitieran ir más allá de simple abrazos , besos y manoseos en las tetas. Pero Miya como siempre no podía contarle lo de la maldición familiar sin parecer que inventaba alguna excusa muy tonta aunque más elaborada que de costumbre. Ese día Miya notó que su novia se fue de su casa sumamente decepcionada… y Miya se odiaba por ello… Pero según su familia no se había descubierto en el último medio milenio algún método eficaz para desterrar o derrotar a La Demonio de la Maldición… Sólo manteniéndose virgen podía evitar la posesión…

Esa misma tarde

Las dos chicas se juntaron a estudiar materias de la universidad en casa de Miya. Como eran planes que ya tenían desde antes Miya no se atrevió a cancelarlos pero se sentía bastante indispuesta. ¿Cómo haces para asistir a tu novia a estudiar mientras piensas en que un demonio vive dentro de ti? Pero desde el punto de vista de Risa el estudio era secundario. Las condiciones estaban dadas, tenían la casa sola, el resto de la tarde libre y un amor que las unía profundamente. Hasta la fecha Miya había estado cortando el paso, pero esta vez venía dispuesta a presionar más que de costumbre. Risa dio su primer paso: besó a Miya en los labios y cuando notó que su contraparte le respondía hizo más fogoso el contacto apretándole una teta a la pelinegra. Risa no pudo evitar su alegría cuando la otra también empezó a manosearle una teta.

– Miya… Miya…

– Ay Risa…

En un rápido movimiento Risa bajó la mano hasta la ingle de su novia pero entonces Miya se apartó y cuando Risa intentó volver sobre el beso Miya le puso las manos sobre los hombros con los brazos estirados.

– No debemos, Risa… Todavía no…

– ¿Por qué…?

Risa empezaba a lagrimear y a Miya se le estrujaba el corazón… Las cartas estaban echadas… Ya sentía que debía decirle la verdad o podría llegar a perderla de por vida por causa indirecta de la demonio de la maldición… Así lo hizo MIya: le contó todo sin tapujos desde el principio hasta el final.

– Lo que me dices no puede ser cierto… ¿Acaso te parece que no voy en serio contigo, Miya…?

Risa se levantó del sillón doble donde estaban sentadas las novias. Miya también se levantó y le dio una mirada severa a Risa.

– Créeme que yo también quisiera hacer el amor con vos porque yo ya estoy cansada de abracitos y besitos… ¡Cuánto quisiera llegar al orgasmo junto a vos! Pero no podemos hacerlo, aún no. Te pido que esperes un poco más.

Los demonios son cosas de fantasía. Cosas que no deberían existir y que la mayor parte de la gente asumen que efectivamente no existen. Ya le dijo que simplemente hay una dentro de ella. Aunque en efecto ya la hizo ver como una loca que crea la excusa más estúpida jamás creada para no tener sexo con su novia. Está segura de eso, porque si fuera ella la que estaría en el lugar de Risa definitivamente eso sería lo que pensaría.

– Si no sos capaz de aceptar una espera tal vez lo mejor sería que no nos veamos por un tiempo.

Mencionó Miya con un principio de lagrimeo. Risa supo que había tocado una fibra sensible para Miya y quiso acercarse para abrazar y limpiarle las lágrimas a la morena… pero Miya no se lo permitió porque no se sentía digna de cariño en ese momento.

– Andate.

– ¿Miya?

– ¡Te dije que te vayas!

Hacer a su novia esperar le dolía, pero le dolía aun más no poder expresar por completo su amor. Cuando dice que también quiere hacerlo no está solo siguiéndole la corriente a Risa, es la verdad, en serio quiere hacerlo. No hay nada que más quisiera que poder dar placer a la persona que más ama y a la vez también recibirlo. Por eso está decidida a no hacerla esperar más. Esta noche enfrentaría a la demonio una vez más, pero para ganar. Tenía que hacerlo.

Ya luego Risa se retiró pidiéndole disculpas a Miya y esta a su vez también se disculpó y hasta la acompañó hasta el portón de su casona. Ambas se despidieron con un abrazo… Cuánto les dolía a ambas esta situación aunque por motivos ligeramente diferentes.

Aquella noche…

Miya antes de dormirse buscó información sobre maldiciones en su celular en alguna que otra página de Internet y si bien ya se sabe que sobre un tema tan vago habrá mucha inforrmación falsa ya en la segunda página que visitó pareció encontrar una pista de lo que debía hacer para librarse de la otra Miya demoníaca. Era algo que la propia familai Ayase nunca había intentado… No le gustaba nada el método pero era eso o terminar poseída. Se durmió sobre su cama a la hora habitual y al poco rato de cerrar los párpados entró en el reino de los sueños… O mejor dicho en este caso en ese extraño espacio que La Demonio denominó como el El Vacío. Otra vez se formaba un camino de cerámica frente a Miya a medida que avanzaba pero esta vez no llegó a unas escaleras sino un parque público en el cual se podía distinguir un cielo despejado y sobre un banco estaban Risa y ella de nuevo como congeladas en el tiempo… Miya recordaba que aquella era una de sus citas pero de pronto su propia figura se levantó, la miró con una sonrisa siniestra y agarró los cachetes de Risa mientras se inclinaba un poco para darle un beso.

– ¡Aléjate de Risa!

– Pronto Risa como todo lo demás que es tuyo me pertenecerá.

Miya sabía que no debía caer ante las provocaciones de La Demonio pero le estaba resultando difícil controlar su ira. La otra Miya por su parte dejó de lado a la inmóvil Risa, extendió el brazo derecho en dirección a la Miya original para lanzarle una "flecha del alma" que la última apenas pudo esquivar.

– Pronto caerás ante la tentación del sexo carnal… ¿o cuánto más crees que vas a aguantar…? Ja ja ja.

En gran medida era cierto porque cada vez que Miya se masturbaba (pero sin meter demasiado profundo los dedos) notaba cada vez más insatisfacción. Pero Miya dedujo que quizás aquella no era la única vía por la que la demonio podía poseerla… Quizás lo que la otra no le decía era que si perdía bastantes batallas contra su demonio interior la otra Miya conquistaría su cuerpo dejándola a ella atrapada en El Vacío. ¿Pero cómo vencerla? Claramente la otra Miya al menos en el El Vacío era superior en la lucha. Debía haber algo para evitar su funesto destino… Si la otra la poseía no sólo ella se vería atrapada aquí sino que Risa estaría en peligro y ni siquiera se daría cuenta hasta que no fuese demasiado tarde. De sólo pensar en lo que la demonio podría hacerle a Risa la atemorizaba…

– Llegó la hora de mi revancha.

Dijo Miya casi completamente convencida de que su plan le serviría para desterrar a la otra Mya demoníaca. Todo se reducía a la deducción a la que había llegado… y si se equivocaba sería su fin… El fin de todo lo que había conocido hasta entonces... Miya corrió hacia la demonio de la maldición y esta última extrañada pegó un salto hacia atrás pero Miya no se detuvo llegando a asirla por los hombros, la empujó hacia abajo haciéndola caer. La demonio Ayase la agarró a Miya de los antebrazos pero esta última ya tenía una rodilla frotándole la ingle. Ambas forcejearon, la demonio intentó darle un cabezazo pero Miya hizo para atrás su frente justo a tiempo y aunque le desagradaba desde antes la idea la Miya original le plantó un beso a la demonio pero sin llegar a profundizarlo aunque lo que sí hizo fue morderle el labio superior a su otra yo. Cuando se separaron (sin en ningún momento dejar de forcejear) un fino hilo de saliva aún unía sus labios…

–Ah… Agh…

La demonio seguía forcejeando pero con menos fuerza mientras su mirada se volvía vidriosa. Miya en ningún momento dejó de chocar de frente la rondilla contra la entrada de la concha de su otra yo. Luego Miya se las arregló para sujetar con una mano ambas muñecas de la demonio y con la mano libre le empezó a frotar la teta y a pellizcar el pezón izquierdo.

– No… No, basta…

Miya, aunque de verdad no quería (como en serio no quería hacer nada de esto con su otra yo), le mordisqueó la teta y el pezón derecho.

– ¡No…! ¡No se supone… que lo… supieras…!

Aquellas palabras parecían ser la prueba de que Miya tenía razón en su deducción: la demonio estaba tan frustrada sexualmente como ella misma porque sentía lo mismo que Miya.

– ¡Aaah…!

Finalmente la otra Miya tuvo un orgasmo que produjo que lanzara su wasca impregnando la frotante rodilla de Miya. La marca de la Luna Oscura que Miya tenía en la panza brilló por un segundo para luego desaparecer de la epidermis de la pelinegra original. Miya se levantó pegando un rápido saltito hacia atrás sin dejar de vigilar lo que hacía o lo que podía hacer la demonio… Pero esta estaba ya derrotada ahí tirada y jadeando fuerte sobre el piso de cemento. ¿Podría ser que en efecto con esos frotes y forcejeos le haya desgarrado el himen a la demonio…?

La otra Miya gemía lastimeramente y la Miya original no sabía si lo que había hecho daba fin a la maldición de la familia Ayase o sólo la libraba a ella por esta generación… Pero el hecho era que la demonio empezaba a convertirse en piedra empezando por la cintura hasta extenderse arriba y abajo por toda la extensión de su cuerpo. La demonio iba a decir algo más pero justo la petrificación le llegó a la boca para pocos segundos después a todo al cráneo. Miya cayó de rodillas, estaba muy cansada y un poco excitada combinaba con repulsión… Al fin y al cabo sólo quería intercambiar fluidos corporales con Risa… Pero parecía que su victoria fue rotunda. Y de pronto todo el espacio de El Vacío (entiéndase la imagen del parque) se desplomaba a su alrededor…

De nuevo en la vigilia

Justo en ese instante Miya se despertó sobre su cama, en su habitación, en su casa… No se notaba orgullosa en más de un sentido por lo que había hecho pero se había liberado de un mal mayor para ella… y quizás para toda su familia…

– Risa…

Apenas susurró el nombre de su amada vio en su celular que eran las seis de la mañana, le envió un mensaje de texto diciéndole que la iría a ver dentro de una hora a la residencia Azumi y le pidió disculpas por todo lo que le dijo e hizo ayer. Miya tenía toda la voluntad de recomponer su relación de amor con Risa… ¿Y Risa? Ella era siempre comprensiva así que tenía una buena oportunidad de seguir siendo su pareja como correspondía. Al fin y al cabo se amaban de verdad.

FIN

Notas del Autor: Aunque de nuevo no me salió una gran historia de sus géneros por lo menos gracias a la asistencia técnica de "Morfonifan" el fic fue bastante mejorado. Y bueno, me encanta la fantasía y el dramón (no los puedo evitar en mis obras textuales) jaja xddd. ¡Saludos, buenos lectores yuristas! Atte: Saizoh.