¡Hola!, quiero agradecer de haberme dejado sus comentarios y tomarse el tiempo de leer mi historia, con este capítulo llego a su fin. ¡Espero verlos en otra historia!, sé que hay cosas que mejorar pero espero ir puliéndolas con el tiempo.
Aimi observaba con desconfianza a la pareja que tenía frente a ella. Estaba sorprendida por su inesperada presencia, pero trató de disimular su estrés con una sonrisa forzada mientras las invitaba a pasar. La castaña se mantuvo reservada, aunque avanzó junto a la pelinegra, no tenía confianza de entrar en aquel lugar.
La de cabellera dorada logró mirarlas con intriga, ese mimetismo le hacía sospechar, sintiendo un aura de familiaridad, un cariño que aún no lograba comprender del todo, se supone que ellas dos ya habían terminado desde hace tiempo, algo habría pasado en estos días pensó para sí misma, después de meditarlo un poco, trató de despejar esa idea de sus pensamientos, caminó rumbo a la sala, aunque no quedaba duda la interacción, su cercanía al sentarse, sus miradas cómplices. Fue entonces cuando notó un leve moretón en el cuello de la castaña. La sangre de Aimi comenzó a hervir. Era probable que Tomoe le hubiera hecho esa marca, pero al ser descubierta por Natsuki, la pelinegra se sonrojó completamente. "Espera un momento", se dijo a sí misma, ¿acaso ellas dos andaban juntas nuevamente? sonrió irónicamente.
"¿Qué es tan gracioso?", mencionó la castaña, notando la sonrisa irónica de la rubia.
Pero solo dijo con burla, "La vida".
La ojirubi se encontraba nerviosa, algo le causaba incertidumbre. Se sentía ansiosa y deseaba salir de ahí. Observaba a la chica de ojos verdes de reojo y ella se mantenía calmada, así que respiró suavemente, intentando calmarse.
Fue entonces cuando Natsuki rompió el silencio. "Sabemos que Tomoe quiere matarte".
La muchacha de cabellera dorada se mantuvo en silencio unos minutos. Algo dentro de ella comenzaba a inquietarse, su tiempo se le acababa y tenía que marcharse cuanto antes. "¿Tomoe? ¿Quién es ella? No la conozco". Habló con indiferencia y su rostro mostraba confusión. Algo dentro de ella le decía que tenía que negarlo todo. Mientras más rápido las despidiera, menos cómplice sería.
La pelinegra se mordió la lengua, sabía que mentía. Ella la había visto en el hospital. ¿Cómo podía simplemente negarlo? Pasó el trago de saliva y volvió a mencionar de forma calmada: "No venimos a buscar problemas, solo queremos que tengas cuidado. No sabemos lo que ella es capaz de hacer".
Aimi las observó a las dos chicas que tenía enfrente. Se veían sinceras y sus palabras le causaban una molestia mayor. Pero desconocer a Tomoe ahora era lo mejor.
"No conozco a esa tal Tomoe que mencionas", dijo secamente.
"¿Por qué mentir? ¿Qué ganas con ello?", inició el ataque verbal Natsuki de manera más dura.
"No miento, solo no conozco a la chica que mencionas. Si eso es todo lo que viniste a decir, te has equivocado de persona. Si me permiten, tengo asuntos que atender", dijo Aimi caminando rumbo a la puerta.
"Aimi, te vi con ella en el hospital. ¿Por qué tratas de ocultar la verdad?", retó con la mirada la ojiverde.
"Estás confundiendo, Natsuki. Ese día estabas muy alterada, los tranquilizantes te han hecho ver cosas que no son. Y disculpa que las corra de mi casa, pero no somos tan cercanas para ser amables. Así que lárguense ahora", con la manija en su mano, Aimi abrió la puerta y les hizo una señal de que salieran.
Shizuru, que se había mantenido a la espera, observó cada rincón del departamento. Le causaba familiaridad. Desde que entró, le recordaba a otro lugar que ya conocía bien. Observó cada pintura, el acomodo de la sala y, efectivamente, era una copia exacta del departamento de Tomoe. ¿Por qué Aimi mentía? ¿Por qué, a pesar de estar en peligro, no quería que se le involucrara con ella? Esperaba atenta la interacción con Natsuki.
Pero la chica de cabellera negra se levantó y encaró a Aimi, tratando de que ella entrara en razón. "¿Lo haces porque no crees que ella sea capaz de matarte? o ¿por qué estás tratando de encubrirla?"
"Como te dije, no la conozco. No me hagas llamar a la policía por esta interrupción. Agradezco que me hayas salvado la vida, pero no te permitiré que me involucres con personas que no conozco", dijo Aimi, tratando de zanjar la conversación y haciendo gestos con sus manos para indicar que podían salir de su casa.
La castaña decidió intervenir al ver la poca sinceridad de Aimi. "Sé que estás mintiendo" haciendo una pausa, mirando fijamente a la chica de cabellera dorada, Dos sencillas razones, la primera y más importante tengo una pulsera igual que me regaló Tomoe en el primer aniversario que tuvimos. Esos aretes que traes, que son de mala calidad, a mí, me los regaló en el segundo aniversario", observaba con detenimiento a la chica de ojos azules y cabellera rubia. Algo en ella se desmoronó, sus ojos se volvieron rojos y la punta de su nariz también.
"Esa tonta", se agarró el tabique nasal tratando de no salir corriendo y dejar a esas dos en su departamento. Suspiró por su desesperación y cerró la puerta. "Tú ganas, Shizuru. ¿Qué quieren de mí?" con un tono de molestia.
"Se sincera, no venimos a juzgarte, solo queremos que nos digas la verdad", la voz de la castaña se mantuvo desafiante.
"¿Respuestas? Ya sabes que te engañó, déjalo atrás, llora con tus millones y sé feliz. ¿Por qué venir conmigo?", la voz de Aimi resonó con amargura.
"Quiero saber, ¿Lo planearon? ¿Fue algo que pasó? ¿Estuvieron jugando conmigo todo ese tiempo?", Shizuru estaba llena de dudas y resentimiento
La chica de ojos azules se quedó pensando unos momentos, recargada en el marco de la puerta, "Planearlo como tal no. Si lo hubiéramos planeado, no hubiera salido tan bien como fue. Dos chicas de barrio incursionando en las altas esferas de Japón, fue como un sueño. Tengo que agradecértelo. Haberte conocido fue como ganar la lotería", admitió Aimi con cierta nostalgia.
Natsuki, que se encontraba cerca de Aimi, quiso por un momento golpearla. Trataron a Shizuru como un mero objeto. ¿Cómo se atrevían?, sus nudillos se tornaron blancos del coraje.
"Fue por interés entonces?", mencionó la de ojos escarlata con curiosidad.
"¿Por qué más sería? Eres muy bella y más de una persona estaría encantada de estar contigo, pero lo que más llama la atención aparte de tu dinero, es el estatus que tienes entre la gente importante de Japon", respondió Aimi con cinismo.
Natsuki se acercó con zancadas rápidas y estaba a punto de golpear a Aimi cuando la mano de Shizuru la detuvo. "¡Cómo te atreves!", exclamó con indignación la pelinegra, mostrándose exaltada. "Estás hablando de una persona que es mucho mejor que ustedes dos".
La rubia se trató de ocultar entre la puerta y su agresora, "Oh, para eso querías sinceridad", murmuró Aimi, después de verse salvada por Shizuru, decidió cambiar de lugar, pasando de largo entre ambas y dirigiéndose a la sala.
"No vale la pena exaltarse", susurró Shizuru a la pelinegra.
"Vaya, qué calladito se lo tenían. Pobre Tomoe, ha sido engañada", tratando de sonar triste y con sorna en sus palabras.
La pelinegra se soltó del agarre de la chica de ojos escarlata y corrió a golpear a Aimi.
A lo que ella con gracia dijo, "¡Hay, agarren al lobo!" escudándose entre los sillones.
"No lo hagas, Natsuki", exclamó la castaña preocupada por la seguridad de la ojiverde
"Si, no lo hagas Natsuki" decía entre risas la joven de cabellera dorada.
"No es una broma, Aimi. ¿Crees que puedes insultar a las personas y salirte con la tuya?", exclamó la morocha con indignación.
"¿No es irónico? Tomoe engañó a Shizuru y ahora Shizuru engaña a Tomoe. Es de película", su risa resonaba por todo el departamento, era estruendosa, pero la risa se convirtió en sollozos. "Esto es una comedia perversa", riendo y llorando, hasta que fue tomada por la pelinegra y empujada contra la pared. Pero Aimi no se defendió y no estaba burlándose como al principio, sus ojos demostraban tristeza, su voz se entrecortaba y su llanto corría a caudales.
"Estoy tan arrepentida. Vivíamos felices, pero mi ambición nos cegó a ambas. Tenía mi pastelería, ella tenía su negocio de exportaciones. No éramos millonarias, pero éramos felices. Pero ahí estaban ustedes, en las noticias, en las revistas, saturando las redes con su relación, siendo felices", lamentó Aimi entre sollozos.
La ojiverde, que tenía sujeta a Aimi, recordó esa época. Ella lo relata como si fuera glamur, pero para ella fueron los días más tormentosos de su existencia. Los fotógrafos las seguían, no podía salir de casa sin que alguien estuviera tomándole fotos. Ella huyó de ese lugar, se alejó de Shizuru. No se sentía a la altura y por su error, esas personas aparecieron en su vida. Las lágrimas que Aimi arrojaba de arrepentimiento, las había vivido hace un par de días atrás y pudo comprender un poco cómo se sentía. Aflojó el agarre y la dejó tranquila.
"Te equivocas", fue el susurro que se escapó de sus labios de la ojiverde.
"¿Qué? ¿A poco ser popular es cansado?, que todo el mundo te admire y quiera estar en tus zapatos ¡No digas mentiras!", exclamó Aimi con desesperación.
"Estás tan errada. Dijo con enojo la pelinegra. Era un infierno no poder salir a la calle con tranquilidad, los medios esperan a que te equivoques, no eres suficiente ante la hija de Japón, si la comida no era de restaurantes Michelín, eran considerados chatarra, mi carrera no era la más grandiosa, mis regalos no eran los más ostentosos ni los mejores, todo el tiempo éramos criticadas por personas que no nos conocían, que querían que actuáramos de cierta manera. Cuando no éramos objeto de nadie, Shizuru y yo éramos lo más felices. Al venir a Tokio fue el horror. Tú hablas desde tu burbuja, pero nosotros que lo vivimos puedo decirte que nos hizo mucho daño, nos destruyó y nos separó a ambas. Eso que viste en la televisión es ficción", dijo Natsuki, dando la espalda a Aimi y mirando fijamente a la de ojos granate.
La castaña observó a la pelinegra, sus miradas se encontraron. Ahora entendía mejor lo que había pasado aquella vez, y ella se había alejado dejando a Natsuki atrás, creyendo que Natsuki no la quería, que se avergonzaba de ella y de formalizar la relación, pero realmente lo que paso es que la ojiverde se sentía asfixiada del mundo que las había enjaulado.
"¡Ay, como lloran los ricos! Sin preocupaciones de dinero, ¡por favor! ¿Cuánto daño puede hacerte una foto? ¡Que te encuentren en la calle y te admiren! ¡Estás loca! ¡No has vivido el que te cierren puertas! ¡El rechazo, sin dejarte hablar! ¡Mira quién habla de burbuja!", exclamó Aimi con furia y rencor.
"¡Es inútil hablar contigo!" Soltando la ojiverde a la rubia y se acercó a la castaña.
¿Inútil?, solo porque te digo la verdad, lo tenías todo, alguien que te quería, una empresa que iba en aumento, de la noche en la mañana desapareciste, tu sí que no sabes valorar lo que tenías, pero era de esperarse una niña viviendo una vida de adulto.
¡Tú quién eres para criticarme!, no sabes lo que estaba viviendo en ese momento, la voz de Natsuki se escuchaba estruendosa por el departamento. Tú que vendiste a tu novia por dinero, que vas a poder entenderme.
Aimi paró de llorar y su rabia fue en incremento, trató de tranquilizarse y no arrojarle la vasija que tenía aun costado de ella, eso no podía quedarse así, cuando estaba a punto de tomar el jarrón, una voz familiar las sacudió.
"Detente, ya no hagas más daño", una malherida Tomoe se encontraba con tirones de tela en la cabeza y abrazada a un hombre que era familiar para todas.
"¡Tomoe! ¿Qué te pasó?", fue lo primero que dijo la de ojos bermellón.
La joven de ojos purpura sonrió e ironizó: "Consecuencias de mis actos".
El oficial, con la vista nublada por el hilo de sangre que le corría en la cabeza, indicó a Aimi que bajara el jarrón que tenía en sus manos y que se arrodillara.
Aimi, que observaba la escena, sabía que, si salía corriendo, ahora nadie podría detenerla. El oficial estaba herido y las demás estaban inmersas en sus discusiones internas. Y así lo hizo, arrojó el jarrón hacia donde se encontraba la multitud.
Natsuki protegió a Shizuru haciéndola a un lado, y el jarrón que iba directo a ellas siguió su curso hacia Tomoe y el policía, pero este fue destruido por un disparo que había ejecutado Tomoe. Sin embargo, la bala atravesó el jarrón y golpeó a Natsuki en el brazo, mientras que impactó de lleno a Aimi mientras intentó correr
"¡Qué has hecho!", gritó el oficial. Tomoe le había quitado el arma al oficial y había disparado sin su consentimiento.
Aimi cayó al suelo, el disparo había entrado limpio en su cuerpo.
En cambio, Natsuki se dejó caer en el sillón, su brazo ardía horriblemente.
"Natsuki", fue el grito ahogado que dijo Shizuru al ver el flujo de sangre correr por su hombro, mencionó con angustia, "¡llamaré a una ambulancia!" y sacó el teléfono de entre sus ropas.
El oficial reprendía a Tomoe y le indicó que estaba en graves problemas.
"Era nuestra vida o la de ella. ¿Qué querías que hiciera? "exclamó Tomoe con desesperación.
"Ese jarrón no nos hubiera hecho daño, esa fuerza estuvo desmedida", argumentó el oficial.
"Pues mis abogados dirán lo contrario, fue lo justo y necesario", respondió Tomoe.
"Y el daño que le hizo a Natsuki" mencionando el oficial.
Un daño colateral. Ella estaba ahí", dijo con orgullo.
"¡Ay, querida, lamento haber lastimado a tu amiga Natsuki!", se acercó a las dos chicas.
"Alejate, Tomoe. No respondo si vuelves a dañar a Natsuki", advirtió Shizuru.
"Vaya, qué rápido se te fue el amor. Apenas llevo dos días fuera y ya no me quieres", replicó Tomoe.
"Tomoe, no es el lugar", insistió Shizuru.
"¿Cómo que no es el lugar? Apenas desaparecí y ya te andas revolcando con otra", señalando la marca en el cuello de Shizuru.
Shizuru se levantó y propinó una cachetada a Tomoe, cuyo sonido resonó en toda la habitación. El oficial se quedó observando expectante, preparado para intervenir en caso de un intercambio más violento. Pero Tomoe se quedó inmóvil, con la cara marcada, mirando incrédula a Shizuru.
"¡Cómo te atreviste a levantarme la mano!", exclamó la chica de ojos violeta, sintiendo que la furia crecía en su interior. Sabía que lo que más le dolería a la castaña sería la pérdida de su "adorada Natsuki". En un movimiento repentino, se arrojó sobre la ojiverde, sus manos buscaron el cuello de la pelinegra.
Natsuki se asustó al ver a Tomoe sobre ella, pero no pudo defenderse. La acción fue tan rápida que quedó vulnerable, las manos de Tomoe eran demasiado fuertes. Empezó a faltarle el oxígeno y luchó por quitársela de encima, pero sus fuerzas estaban debilitándose.
La joven castaña empujaba a Tomoe lejos de la ojiverde, pero no cedía, el agarre de la chica de ojos violeta era demasiado enérgico. Fue entonces cuando el oficial intervino y golpeó a Tomoe en la nuca, dejándola inconsciente.
La pelinegra se desvaneció, y la castaña corrió a auxiliarla, pero la joven no reaccionaba. Por más que la movía, no despertaba ni respiraba. Observó al oficial, quien le indicó que comenzara a hacer compresiones en el pecho para tratar de oxigenar sus vías.
Con manos temblorosas, Shizuru acostó a Natsuki en el suelo y comenzó con lo que le indicaba el oficial. Pero estaba sumamente nerviosa, la palidez de Natsuki la asustaba, y sus lágrimas caían por todo el rostro de la ojiverde.
"No te vayas, Natsuki. Por favor, no me dejes", suplicó Shizuru, con la voz quebrada por la angustia y el miedo a la pérdida.
Cuando el oficial estaba a punto de ordenarle más fuerza en sus compresiones, la puerta del departamento fue tirada abajo llegaron un escuadrón de oficiales y detrás de ellos los paramédicos, corrieron auxiliar a la joven que se encontraba en el suelo.
Shizuru se hizo a un lado y dejó trabajar a los expertos.
Los minutos se hicieron eternos, hasta que por fin respondió Natsuki, las marcas de las manos de Tomoe estaban marcadas en el cuello de la ojiverde como una señal de la violencia que había recibido.
Shizuru corrió abrazarla, pero Natsuki no pudo hablar, solo un carraspeo sonó en su garganta, afirmando que se encontraba bien.
"Lo siento señorita, pero tenemos que llevarla a un hospital, está perdiendo sangre". Tratando de quitar a la castaña de la joven pelinegra.
"Si oficial", dijo la ojirubi suspirando por todo lo acontecido.
Uno de los paramédicos, que se encontraba atendiendo a la joven de cabellera dorada trataba inútilmente de detener el sangrado que había entrado al cuello y había atravesado, pero la sangre se había desbordado por toda la sala, la palidez de Aimi era evidente. Los paramédicos volteaban a verse entre sí, sabían que era demasiado tarde.
Shizuru se sorprendió ante la noticia. Tomoe lo había hecho con intención quería matar a las dos, Natsuki y Aimi. ¿Qué clase de monstruo era? Por un momento, observó el arma que se encontraba en el sillón, pero se encontró con la mirada del oficial.
El detective, que estaba recostado en uno de los sillones, mencionó: "No vale la pena, señorita Fujino. Haré todo lo que esté a mi alcance para que Tomoe no salga libre y no haga más daño".
La joven de ojos escarlata asintió y acompaño a los paramédicos al hospital.
La castaña se encontraba en la habitación privada que la clínica les había otorgado. Sentada en el borde de la cama, miraba el reloj con impaciencia. Natsuki había sido llevada a hacerse unos estudios, pero ya se estaban tardando demasiado. Shizuru se mordía el labio inferior, sintiendo cómo la ansiedad crecía en su pecho.
De repente, la puerta se abrió. Shizuru se levantó de golpe, esperando ver a Natsuki junto a la enfermera que la había acompañado. Pero, en lugar de eso, una melena verde y conocida apareció por el umbral.
"¿Qué haces aquí, Tomoe? ¿Cuándo te dejaron libre?" Mencionó la castaña retrocediendo un paso, sus ojos buscando desesperadamente algo con qué defenderse.
"Qué te puedo decir, gracias a ti, tengo bastante poder ahora", contestó Tomoe, sonriendo de lado, una sonrisa que no alcanzaba sus fríos ojos.
Shizuru tragó saliva, el corazón latiéndole con fuerza en el pecho. Esta no era la Tomoe que conocía, la chica jovial y cariñosa. Esta era una sombra de lo que alguna vez fue, un monstruo que la miraba con una mezcla de deseo y locura.
"Este engaño me ha dolido, Shizuru, pero estoy dispuesta a perdonarte si vienes conmigo" dijo Tomoe, avanzando un paso hacia ella. Sus ojos púrpuras destellaban con intensidad.
"Tomoe, lo que tú tienes es una obsesión, no es amor" replicó Shizuru, tratando de mantener la calma.
"Para mí, es amor" insistió Tomoe con voz firme. "Así que vendrás conmigo por las buenas, o tendré que matar a más personas".
Shizuru sintió un escalofrío recorrerle la columna. "¿Más personas?" su voz comenzó a quebrarse"¿Qué le pasó al detective?"
"Un obstáculo menor" contestó Tomoe con indiferencia, extendiendo una mano hacia Shizuru. "Ven, tenemos que irnos. Nos espera una mejor vida".
Shizuru se quedó paralizada, el terror reflejado en sus ojos color carmesí. La chica a la que había conocido estaba completamente perdida. No podía dejar que Tomoe se saliera con la suya.
"No quiero" dijo Shizuru con firmeza, sus ojos fijos en los de Tomoe.
Los ojos de Tomoe se oscurecieron, su expresión se volvió aún más amenazante. "Si no vienes conmigo por las buenas, cuando llegue Natsuki la verás morir con tus propios ojos. ¿Es eso lo que quieres que haga?"
"No, no, no..." la voz de Shizuru temblaba mientras las lágrimas amenazaban con derramarse por sus mejillas. No le hagas daño a Natsuki.
"Muy bien "dijo Tomoe con una sonrisa triunfante, sus labios curvándose en una mueca de satisfacción "Me gusta cuando eres razonable".
Tomoe dio un paso más hacia Shizuru, sus ojos púrpuras brillando con una peligrosa determinación. Justo en ese instante, la puerta se abrió de golpe, chocando con la pared con un estruendo. Natsuki apareció en el umbral, con el rostro pálido, sus ojos verdes llenos de una mezcla de miedo y coraje. El sonido de la puerta al abrirse causó un breve instante de distracción, suficiente para que Shizuru reaccionara.
Aprovechando el momento, Shizuru alargó la mano hacia la lámpara de noche que descansaba sobre la mesa junto a la cama. Sin dudarlo, la agarró y, con todas sus fuerzas, la estrelló contra la nuca de Tomoe. El sonido del golpe resonó en la habitación, un eco sordo que hizo que todo pareciera detenerse por un segundo.
Tomoe se tambaleó hacia adelante, y en su confusión, apretó el gatillo del arma que sostenía. Un disparo resonó en la habitación, un estruendo ensordecedor que hizo que el corazón de Shizuru se detuviera por un instante. Sin embargo, el golpe había desviado la mano de Tomoe, y la bala pasó silbando justo por encima de la cabeza de Natsuki, incrustándose en el marco de la puerta. Natsuki se quedó paralizada, sus ojos verdes muy abiertos, sintiendo el frío del metal rozar su piel.
El cuerpo de Tomoe cayó al suelo con un ruido seco, el arma rodando fuera de su alcance. Shizuru respiró con dificultad, sus manos temblando mientras dejaba caer la lámpara al suelo. Natsuki corrió hacia ella, rodeándola con sus brazos, asegurándose de que estaba a salvo. Shizuru se aferró a Natsuki con fuerza, enterrando su rostro en el cuello de su amada, permitiéndose por fin liberar las lágrimas contenidas.
"Todo ha terminado, Shizuru" susurró Natsuki, acariciándole el cabello con ternura. "Estás a salvo, estoy aquí contigo"
Shizuru sollozó suavemente, sintiendo el calor del abrazo de Natsuki envolviéndola, disipando el miedo y la angustia que había sentido. La pesadilla que Tomoe había representado se desvanecía, dejando solo la realidad del amor y la seguridad que compartía con Natsuki.
"Gracias por salvarme" murmuró Shizuru, levantando el rostro para encontrarse con los ojos de Natsuki. La mirada que compartieron estaba cargada de emociones, un entendimiento silencioso que solo ellas podían comprender.
La ojirubí sonrió, y la ojiverde depositó un suave beso en los labios de Shizuru, dejando atrás a una Tomoe inconsciente.
Los guardias de seguridad entraron y observaron la escena. Se llevaron a la peliverde, que yacía inconsciente en un charco de sangre.
"Es extremadamente peligrosa" indicó Shizuru con voz firme. "Será mejor que la esposen. Ha matado a varios agentes antes".
Los policías no podían creer que alguien tan pequeña pudiera cometer semejantes atrocidades, pero prefirieron no correr riesgos. Obedecieron a Shizuru, esposando a Tomoe y llevándosela del lugar.
"Perdóname. Si yo no hubiera sido una cobarde, esto no estaría pasando" dijo Natsuki con voz quebrada, mientras las lágrimas comenzaban a rodar por sus mejillas. "Este tipo de gente no se te habría acercado".
"Déjalo atrás" respondió Shizuru suavemente. "Lo importante es que estemos juntas, que tú estés bien".
Meses después.
"¿Qué te parece mejor, los manteles de color blanco marfil o blanco perla?", la voz de Shizuru se escuchaba a lo lejos.
Natsuki, que se encontraba observando el lago, recordando los acontecimientos pasados, apenas podía creer que ahora estuvieran planeando una boda.
"Ara, ara, mi Natsuki estará pensando en eso y aquello mientras estoy con ella" dijo Shizuru con una sonrisa traviesa.
El color rojo carmesí subió por el rostro de Natsuki, quien gritó:
¡Baka, Shizuru!
A cientos de kilómetros de distancia, una joven de cabellera verde recibía sus medicamentos mientras permanecía sentada en una silla de ruedas. Inmóvil, no podía comer por sí misma, así que una enfermera le daba de comer. Tomoe observaba la pantalla de televisión, donde podía ver a una joven pareja apareciendo en las noticias. El vestido de Shizuru era hermoso, y Natsuki, aunque parecía arisca, mostraba en su mirada una felicidad evidente. Los reporteros las rodeaban, Shizuru era la que atendía las entrevistas, mientras Natsuki se mantenía unos centímetros detrás de ella, sin soltarle el brazo.
Tomoe suspiró y, por un momento, deseó atragantarse con la cuchara. El silencio fue interrumpido cuando la enfermera comentó:
"Hacen bonita pareja. Ojalá yo tuviera a alguien que me mirase como Natsuki mira a Shizuru". Suspiro la enfermera.
Tomoe deseó poder matarla en ese instante, pero en lugar de eso, las lágrimas corrieron por sus mejillas. Hacía meses que su voz se había dañado de tanto gritar, ahora su garganta no podía emitir sonido alguno. No podía moverse y se encontraba atrapada en ese hospital.
Fin!
Los espero en otra de mis historias!
