Las muestras
El Potterverso es de Rowling
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Tabla nº1 Tiempo: prisa
Advertencia: Este capítulo contiene una escena de violencia sexual explícita. Si es un tema delicado para ti, no lo leas.
— ¿Quieres? — preguntó el carcelero tocándose el miembro, el cual había sacado de su bragueta. — ¿No? Pues hoy tampoco bebes ni comes, zorra. — Roger Davies se puso el pene dentro del pantalón y se fue con la ración de comida y agua de la mañana.
Pansy Parkinson se quedó sentada mirando al infinito.
Esa era la rutina que llevaba viviendo tres veces al día desde 1998. ¿En qué año estaba? Ni lo sabía. Lo único de lo que era consciente sobre el paso del tiempo era que no habían pasado diez años. Más que nada por su aspecto. Seguía delgada, mucho más delgada que antes, pero su aspecto seguía más cerca del de una mujer de dieciocho años, ahora en la veintena, que de una mujer de treinta. En cada celda, había un pequeño lavabo con un espejo, el nuevo régimen quería dar un poco de higiene y dignidad a los presos.
Cuando supo que no había carceleros cerca, se acercó al colchón de la cama roñosa donde dormía y sacó un pan mohoso que empezó a comer.
Los carceleros de Azkaban que sustituyeron a los dementores llevaban años abusando de las esposas, hijas, hermanas y sobrinas de mortífagos que fueron encarceladas tras la Segunda Guerra Mágica. Sus crímenes fueron no impedir crímenes que cometieron sus padres y tíos. Mientras fue juzgada, oyó que la nueva ley del Ministerio dictaba que cada prisionero debía recibir tres raciones de comida y agua diarias: al inicio del día, mediodía y por la noche. Pero los carceleros coaccionaban a las prisioneras para tener sexo con ellos, sino, no se la daban. Las que se negaban, como acababa de hacer ella, se quedaban sin comida. Así que, al final, acaban accediendo para no morir de hambre o de deshidratación. Algunas veces, los propios carceleros las obligaban a suplicar por comida, pero para recibirla tenían que tener sexo con el carcelero. Otras veces, los carceleros ni siquiera preguntaban. Entraban en la celda y violaban a la mujer y se iban. ¿Cómo se sabía que eso pasaba? Sólo hacía falta oír los gritos de esa mujer y sus lloros después. En esa última parte, Pansy había tenido suerte. Nunca fue una chica bonita. Demasiado baja, delgada y plana, la nariz chata y los ojos demasiado juntos. Pero esas partes de su cuerpo que antes odiaba y le llegaron a crear un complejo sobre su físico en sus años de adolescencia (y a envidiar la belleza de sus amigas Daphne Greengrass y Grace Black), la salvaron de ser tan abusada como otras prisioneras que eran más hermosas que ella. Pero la violación consiste en someter a la mujer y ni ella se libró, ni las mujeres de mediana o tercera edad encarcelada. De hecho, la propia Pansy se quedó embarazada de algunos carceleros, pero al estar tan delgada y en tan mal estado de salud (ya antes de entrar en Azkaban, sufría de anorexia) todos sus embarazos terminaban en abortos espontáneos. No habían tenido suerte otras mujeres que habían quedado encinta de sus violadores y sus embarazos habían seguido adelante. Los carceleros no consideraban a esos embriones hijos suyos, así que, ni se molestaban en mandar médicos a atenderlas y, sumado a su estado de salud o a su avanzada edad, muchas acababan muriendo en el alumbramiento.
¿Qué acababa pasando con esos bebés? Muchos también fallecían en el alumbramiento junto a sus madres. Los que sobrevivían eran llevados a orfanatos. Los carceleros de Azkaban no eran como los mortífagos, no asesinaban niños y bebés. Abusar de familiares mortífagos era hacer justicia por todas las hijas de muggles que habían sido violadas y asesinadas. Pero no mataban recién nacidos por mucho que llevaran sangre de mortífago y de las zorras de sus mujeres.
…
Harry y Ron se estaban dirigiendo con barco a Azkaban.
— Tenemos que investigar lo que nos pidió Kingsley sobre las muertes extrañas de mujeres prisioneras, extraer muestras de sangre de Parkinson y Selwyn… — enumeró Ron.
— Y quiero preguntarle a Selwyn sobre la gente que Verity no pudo reconocer en los camafeos. — susurró Harry.
— Sé nota que quieres resolver todas las incertidumbres que se ponen en tus manos. — rio Ron.
— No pienso justificarme. — sonrió Harry. — Ya me conoces.
Finalmente, el barco tocó las costas de la isla.
Harry y Ron salieron de la barca, junto a Fay Dunbar, una antigua Gryffindor de un año superior a ellos, era una auror medimaga y quien tomaría las muestras de sangre de Parkinson y Selwyn. Algunos aurores también se hacían medimagos (o medimagos se hacían aurores) para atender heridas de emergencia de sus compañeros o víctimas antes de que los trasladaran al hospital.
Mientras subían hacia el edificio de la prisión, se fijaron en que la tierra estaba removida de forma reciente, como si hubieran cavado con palas.
— ¿Te has fijado en que cavaron en la tierra hacia poco? — le preguntó Ron a Harry al oído.
— Normalmente, cuando un prisionero fallece y nadie reclama el cuerpo son enterrados en los terrenos de la isla. — le contestó Harry.
— Ya, pero, ¿no es mucho?
— Piensa que ha habido muchas mujeres prisioneras que han fallecido en un periodo corto de tiempo y no hay familiares que puedan solicitar los cuerpos para enterrarlos porque también están encerrados o fugados. Pero sí, es sospechoso. Habrá que informar a Kingsley.
Cuando llegaron a las puertas de la prisión, un carcelero que estaba haciendo guardia los saludó.
— El auror Potter, el auror Weasley y la auror Dunbar. — se presentó Harry a sí mismo y a los suyos.
— Ya se nos ha informado de su llegada hoy. Les llevaré ante el auror Davies, el carcelero en jefe de Azkaban.
Abrió la puerta y entraron. Otro auror sustituyó a su compañero haciendo guardia.
Harry, Ron y Fan entraron a la prisión y cruzaron los diferentes pasadizos hasta llegar al despacho del carcelero en jefe. Harry y Ron se echaron una mirada. Debían investigar y estar alerta sin levantar sospechas.
— Auror Davies. — se presentó Roger cuando los visitantes entraron. Harry encajó la mano con él. — Auror Potter.
— Auror Weasley. — Ron estrechó la mano de Davies.
— Auror y medimaga Dunbar. — Roger le estrechó la mano a Fay y le sonrió.
— Ya me informaron de su llegada. Han dicho que necesitaban dos prisioneros.
— Sí — Harry le enseñó el pergamino donde estaba escrita la orden del Wizengamot sobre la muestra de sangre. — Tenemos que extraer muestras de sangre de Pansy Parkinson y Leon Selwyn para comparar su ADN con el de unos cadáveres que encontramos hace unas semanas.
Roger Davies asintió.
— ¿Y qué ocurrirá con Parkinson y Selwyn si los cadáveres coinciden en el ADN con ellos? — preguntó.
— Eso debe decidirlo el Wizengamot. — respondió Ron. — Nuestro trabajo es resolver el caso.
Roger Davies apretó los dientes y se tensó. No le gustó la respuesta del pelirrojo.
— ¿Tiene alguna habitación dónde pueda hacer la extracción de sangre? — se interesó Dunbar enseñando su maletín de sanadora.
— Claro, síganme.
Roger Davies encabezó la salida y los tres aurores le siguieron.
Les llevó a una especie de almacén, con algunas cajas.
— Está un poco desordenado y lleno de polvo, pero no tenemos ninguna sala esterilizada. — informó más que disculparse.
— No sé preocupe. Sé que esto es una cárcel, no un hospital. — contestó Fay. Entonces, la auror medimaga cayó en la cuenta de algo. — Entonces, si no tienen ninguna sala, ¿cómo lo hacen para hacer las revisiones anuales a los presos?
— Preparamos una sala para ellos. Pero el resto del año las necesitamos. — le contestó.
— ¿Y el sanador que tiene que atenderles?
— Al igual que usted, si ocurre algo, preparará la sala para ello. — respondió.
Fay no pareció del todo convencida, pero no tenía argumentos en contra. Quedó satisfecha con las respuestas y empezó a preparar su material y a esterilizar la sala con hechizos.
— Mientras la auror Dunbar prepara la habitación, ¿puede llevarnos hasta los prisioneros? — preguntó Harry. Así tenían una excusa para investigar sin levantar sospechas.
— No se preocupe. He mandado gente a buscarlos. — informó Roger. — Caminar por estos pasadizos no es un camino de rosas. Si no se está acostumbrado a vivir rodeado de mugre, puede no ser muy agradable deambular por ahí.
— Entiendo. Pero nosotros también somos aurores y nos enfrentamos a una guerra. Hemos visto cosas que nadie tendría que ver. — aclaró Harry con un tono medio en broma medio en serio.
….
Leon estaba tumbado en su celda.
Los días pasaban lentos, lo único que le hacía consciente del paso del tiempo eran los carceleros llevándole sus raciones y cuando oía los cerrojos de las celdas abriéndose cuando un carcelero quería violar a una mujer o los gritos y lloros de una durante y después de ser abusada. También sabía que habían pasado nueve meses cuando oía los gritos de una mujer al parir y luego los lloros de un bebé, en el mejor de los casos, o el olor a putrefacción. Los carceleros no se molestaban en quitar y enterrar los cuerpos hasta unos días después.
Oyó las puertas de la celda abriéndose. Pero era extraño. Si traían la comida, siempre oía los cerrojos de las celdas anteriores a la suya abrirse y cerrarse o los carceleros gemir de placer al violar a una prisionera a cambio de darle comida.
El carcelero entró sin avisarle, le cogió de los codos y lo levantó sin costarle demasiado. Leon había adelgazado mucho.
— ¡OIGA! ¡ADÓNDE ME LLEVAN! — gritó. — ¡¿QUÉ VAN A HACERME?! — recordaba que se había prohibido la pena de muerte, pero nunca se sabía con esos desgraciados.
El auror le estampó la cara contra la pared y le rompió la nariz provocando que le saliera sangre a chorros y ensuciara su cara y su uniforme de preso. Pero el carcelero consiguió su objetivo, hacer callar a ese molesto y asqueroso mortífago.
— ¿Qué haces? — le regañó otro carcelero. — Recuerda que tenemos visitas. Y el nuevo régimen son unos blandengues, preocupándose por los presos. Esa escoria merece todo lo que le hacemos. — escupió a Leon. — Pero no queremos causar que nuestras visitas se quejen de nosotros.
El carcelero que llevaba a Leon le curó la nariz rota, pero le susurró al oído.
— Espero que esas visitas se vayan pronto. Así podremos seguir violando a la fea de tu prima.
Leon estaba demasiado débil físicamente y tenía la cabeza embotada para meterle un puñetazo. Pero apretó los puños de rabia.
El auror avanzó con demasiada prisa para que un Leon mareado pudiera seguirle el paso. Así que, algunas veces, Leon se caía al suelo. Entonces, el auror lo levantaba, le daba una bofetada y lo seguía llevando a rastras.
Abrieron una puerta y Leon consiguió ver a tres personas a parte del carcelero en jefe.
— Traigo a Leon Selwyn, señor. — informó el auror tras saludar.
— Bien, siéntenlo en la silla que ha preparado la auror Dunbar. — le ordenó.
El carcelero caminó con Leon hasta la silla y lo sentó de forma brusca mal disimulada.
Harry y Ron se miraron sorprendidos. El uniforme de preso estaba sucio de sangre.
— Señor Selwyn, debo sacarle muestras de sangre. Por favor, relaje el brazo. — Fay Dunbar le cogió la muñeca derecha y colocó el brazo del prisionero sobre una superficie donde estuviera apoyado.
— ¿Para qué me extraen sangre? — preguntó.
— Necesitamos su ADN. Sólo puedo decirle eso por ahora.
Entonces, Fay posó ambas manos sobre su codo y tras hacer un hechizo de magia ancestral, tuvo un pequeño círculo de sangre en sus manos que depositó en un botecito donde escribió las iniciales L y S.
— Antes de que se lo lleven, señor Selwyn, me gustaría que me respondiera a una pregunta. — Harry se acercó a él y sacó una fotografía. La de las personas con pelo albino que Verity no pudo identificar. — Encontramos esta fotografía en Selwyn Manor. ¿Podría identificarlas?
Leon miró a Harry y luego a la fotografía. No pensaba colaborar después de lo que los aurores les habían hecho a él y a su prima.
— Si colabora, informaremos al Wizengamot de que ha colaborado con el caso que llevamos entre manos y eso le beneficiará. — intentó convencerle Harry.
Leon no se lo creyó. Cuando lo encarcelaron, el Wizengamot ni siquiera le hizo un juicio justo permitiéndole tener un abogado de oficio.
— Si colabora, es muy posible que su caso y el de su prima se abran. — siguió convenciéndole Ron ayudando a Harry.
— ¿Por qué? — preguntó Leon dudoso.
— Por ahora no podemos decirlo, es información confidencial. Pero es muy posible que se reabran su caso y el de su prima. — siguió insistiendo Harry.
Esa vez sí, convencieron a Leon. Miró con más detenimiento a la fotografía.
— Si lo han encontrado en Selwyn Manor y son personas de pelo albino, puede que sea de mi madre. Ella es rusa. Aunque imagino que eso ya lo habrán investigado. Pero ella no sale en la foto. Ese es su hermano. Borys se llama. Pero nunca lo conocí en persona. Padre no quería que madre siguiera manteniendo contacto con su familia tras casarse y mi abuelo materno lo permitió tras estar informado sobre mi nacimiento, el motivo por el que mis padres se casaron. Pero, el tío Borys no estaba conforme y siguió carteándose con mi madre a escondidas. Y cuando yo entré en Hogwarts me escribí con él. Estos son sus hijos, mis primos, Vasilisa y Fyodor, son gemelos dos años menores que yo. No los conozco en persona, pero nos enviábamos cartas cuando yo estaba en Hogwarts y ellos en Koldovstoretz. También salen sus padres, el tío Borys y su esposa, Cyzarine.
— ¿Cómo sabe con certeza que son ellos? — preguntó Harry dudoso.
— Mi tío Borys me mandó varias fotografías de mis primos, desde bebés hasta con su uniforme del colegio. Esta es una de las que me mandó.
— Entiendo, gracias, señor Selwyn. — agradeció Harry.
El auror levantó a Leon con muy poco tacto y se lo llevó.
…..
Pansy estaba completamente paralizada mientras el carcelero se retorcía encima de ella gimiendo de placer. Finalmente, el hombre irguió su espalda corriéndose dentro del cuerpo de la joven, quien se tragaba sus lágrimas. No permitiría que esos desgraciados la vieran llorar. Mientras tanto, el hombre metió su miembro dentro del pantalón con prisa. Davies había dado órdenes de que no violaran a las prisioneras hoy para no causar una mala imagen a las visitas. Pero él pensaba que los aurores del Ministerio eran unos blandos; con los mortífagos no había que tener piedad alguna y había que devolverles la misma mierda que ellos dieron. Ellos no eran como los mortífagos, ellos hacían justicia por todas las hijas de muggles violadas y asesinadas haciendo pagar a los mortífagos con la misma moneda.
Se oyó la puerta de la celda abriéndose. Era otro compañero. Al ver la escena, supo lo que había pasado.
— El jefe ha dicho que nada de follarse prisioneras hoy por las visitas.
— Me la suda. Lo único que merecen estas zorras es que todos los familiares cuyas familias destrozó la suya se pongan a violarla uno por uno.
— Tienes razón, pero tengo que llevármela. Hay una orden del Wizengamot que dice que tienen que extraerle sangre.
El auror que acababa de violar a Pansy, la levantó por el brazo y le gritó.
— ¡Vamos, ponte las bragas, zorra! ¡Ya lo has oído! ¡RÁPIDO!
La tiró al suelo y Pansy se subió las bragas con prisa, más porque no la lastimaran que porque se lo ordenaran.
El otro carcelero la cogió del brazo y la sacó de ahí. Caminaron deprisa hacia el almacén.
Cuando Fay vio a Pansy entrar, tragó saliva. Veía sudor en la falda de su uniforme de prisionera y vio que la mujer tenía los ojos vacíos. Y le dio muy mala espina. Tanto que un escalofrío le recorrió toda la espalda. Pero estaba trabajando y esas muestras de sangre eran muy importante para la investigación que se estaba llevando a cabo. Así que, disimuló y mantuvo una actitud profesional.
— Señorita Parkinson, tengo que tomarle muestras de sangre, por favor, relaje el brazo derecho. — le informó después de que ella fuera sentada con los mismos malos modos que su primo. A partir de ahí, realizó los mismos hechizos con los mismos resultados. Después de obtener su sangre, escribió dos P en el frasquito.
Finalmente, Pansy también fue sacada de la habitación con malos modos y con prisa.
…..
Harry, Ron y Fay estaban de vuelta en el barco.
— Ya tenemos las muestras. Podemos seguir investigando el caso. — celebró Ron.
— ¿No os ha dado la impresión de que Davies no quería que viéramos la prisión? — preguntó Harry.
— Sí — respondió Fay. — Y también qué tenía prisa por sacarnos de ahí. También me parecía raro que no tuvieran una enfermería habilitada para los presos. Entiendo que necesiten almacenes, pero, una enfermería es esencial. Si hace falta, construyes un cobertizo fuera de los terrenos de la prisión para poner todo lo que necesites. Toda la isla está habilitada para lo necesario para Azkaban. Y el uniforme de Selwyn manchado de sangre… pero lo que me ha dado escalofríos fueron los ojos vacíos en la cara de Parkinson. — Fay tuvo otro escalofrío.
— ¿Qué quieres decir? — preguntó Ron.
— No sé, es como si fuera un cuerpo muerto sin más. Pero de solo verla, me ha entrado un escalofrío. No puedo explicarlo con palabras, es instinto. Pero el sudor del uniforme en las piernas mientras que no había nada en las axilas, no me parecía normal. Ni estamos en verano, ni hace tanto calor. — se explicó Fay.
Harry y Ron se miraron. No habían podido resolver el caso que les pidió Kingsley, pero le transferirían todos los detalles extraños que habían vivido y notado.
Finalmente, Pansy y Leon entran en escena tras ser mencionados durante tantos capítulos. Sobre todo, Pansy.
Fay Dunbar es un personaje de los videojuegos. Toda la información la he sacado de las wikis, siento si la personalidad del fic de la chica no coincide con la del videojuego. No he jugado a ninguno.
Hasta la próxima
