Disclaimers: Harry Potter, los personajes, los nombres y los signos relacionados son marcas comerciales de Warner Bros. Entertainment Inc., los derechos de autor de la historia "Harry Potter", pertenecen a J.K. Rowling; por lo tanto, son usados sin intención de lucro alguno, la historia paralela, al igual que los personajes originales, me pertenece en su totalidad, y no pueden usarse sin mi autorización, cualquier tipo de adaptación de esta historia está prohibida.
La reina observó el enorme castillo a sus espaldas, el silencio de la noche le dejaba claro que realmente todo lo que había esperado de esa nueva vida, en el reino del centro, siendo la esposa de James simplemente vivía en su imaginación, él nunca le iba a dar la oportunidad de demostrarle que no era como sus padres, que podía hacer por él todo y más de lo que él quisiera, solo tenía que simplemente pedírselo, la odiaba, y Druella no comprendía la razón.
—Alteza –un guardia le extendió la mano, sacándola da sus pensamientos –es hora de irnos, sino queremos llegar muy tarde a nuestro destino.
—Claro –suspiró y aceptó la ayuda para subir hasta el carruaje.
—Si algo se le ofrece, dígalo, a partir de hoy estoy a cargo de su seguridad –le hizo una reverencia.
El hecho de que algunas cosas cambiaran, le agradó, la gente —sin contar a la sirvienta irreverente que le informó del viaje repentino—, la comenzaba a tratar con más respeto, después de todo, ahora era la reina consorte, tenía el poder de mandar a todos en el castillo, le gustara a o no, a James Sirius, le gustara o no, a la tonta princesa Lily, y cualquier sirviente que estuviese en su contra, sin duda, muchas cosas iban a cambiar una vez que regresara de aquel viaje, que auguraba pasaría completamente sola, por mucho que el rey acudiera al lugar, por lo ocurrido, era obvio que no pensaba ni siquiera cruzarse en su camino por equivocación, a menos que fuese requerido por protocolo.
Druella abrió los ojos cuando el sol ya había salido, en algún momento, se había quedado dormida, el día pasado había sido bastante movido con la boda y no había estado durmiendo bien a causa de la emoción, sin embargo, no iba a mentir diciendo que ese sueño había sido bastante reparador por mucho que estuviese en un carruaje que se sacudía constantemente por el mal camino, suspiró, en algún momento de la madrugada, la parte soñadora y esperanzada de la joven se había desprendido de ella, era extraño como tan rápido la desilusión había hecho mella en ella, se sentía como un cascarón vacío, sin emoción alguna, solo quería regresar al castillo, pero era consciente de que tenían que pretender que eran un buen matrimonio delante del reino, con los hombres del consejo, con el resto del mundo, aunque ella fuese infeliz, comenzaba a creer que su destino no era para nada como siempre pensó que lo sería, no iba a cambiar las cosas para nada, su vida no sería fabulosa y jamás demostraría que era tan capaz como un hombre para reinar de buena manera como lo hacía su esposo, o incluso mejor que él y todos los reyes que le habían precedido.
—Alteza –habló su guardia –estamos a medio día de llegar ¿quiere tomar un descanso?
—No –respondió con solemnidad, como lo hacía su madre siempre –prefiero continuar el camino y llegar pronto, si es posible, claro.
—Desde luego, majestad, el camino está libre, así que sin contratiempos llegaremos a nuestro destino.
—Entonces continuemos el camino.
—X—
La casa de campo a la que llegaron, era muy bonita, por un momento, Druella creyó que la llevaría a algún lugar espantoso y mal cuidado solo para reafirmar su rechazo por ella, pero fue agradable ver que aquello no era así, al menos un poco de consideración tenía su esposo para ella, así que sonrió ante la inmensidad de la casa.
—Bienvenida a casa, alteza –dijo el mayordomo, haciendo una reverencia para ella.
La mirada gris de Druella se posó en el hombre que hizo reverencia, pero el resto del personal —que notablemente era mucho—, se hincó ante ella, causándole una sonrisa amplia al ser recibida de esa manera, que hubiese sido bastante opacada si su marido hubiese llegado con ella, toda esa escena habría estado enfocada en él, se irguió orgullosa de todo aquello, y esa pequeña muestra de atención llenó algo en su interior, provocando una sensación de inmensa satisfacción y quizás, un poco de felicidad.
—Gracias.
El mayordomo se irguió y con su brazo señaló el camino a la reina consorte, para que entrara a la propiedad, con un rostro bastante inexpresivo, las sirvientas evitaban verla a la cara, pero cuchicheaban un poco discretas y emocionadas, al parecer, era la primera vez que veían a alguien de la realeza, así que se pavoneó más al caminar hasta la casa, que estaba perfectamente oreada y ventilada, olía decente, al menos, pensó la reina.
—Si algo no es de su agrado, puede modificarlo –informó el hombre.
—Todo esto es un poco anticuado –informó observando alrededor.
—Su alteza real, no ha mostrado demasiado interés en remodelar las propiedades grandes –informó –pero se nos ha dado la orden de hacerlo si así usted lo pide.
—Las cosas están bien así, por el momento –comentó observando a otro punto de la sala de estar –después de todo, solo pasaremos unos días aquí, no es como si fuese mi morada a partir de ahora –observó hasta el pasillo –ahora, quisiera tomar un baño y comer un poco, el camino ha sido sin descanso.
—Desde luego, majestad –el hombre hizo un movimiento de mano y las sirvientas salieron apresuradas –perdón mi pregunta, alteza, pero ¿El rey no ha venido con usted?
—Han surgido un par de cosas urgentes antes de la salida, ha tenido que quedarse, pero se unirá pronto –comentó educada.
—De acuerdo –volvió a señalar el camino con educación –sígame, alteza la llevaré a sus aposentos para que descanse un poco antes de su baño ¿el refrigerio lo prefiere antes o después?
—Después, está bien, un poco de té floral para acompañar –ordenó.
—¿Alguna otra preferencia, alteza?
—Por el momento no –informó.
La habitación era la principal, la cama era amplia para albergar a dos personas sin tener que estar muy cerca del otro, así que eso le daría libre escape a James, si quisiera un poco de acercamiento con él, que hubiese aceptado su desprecio, no hacía que no supiera que tenía que yacer con él, si quería que sus hijos reinaran todo aquello algún día.
Las sirvientas la bañaron sin percance alguno, no como cuando llegó al castillo del reino del centro y las inútiles le habían jalado el cabello mientras lo lavaban, o habían tallado demasiado fuerte sus extremidades, disfrutó demasiado poder relajarse, se quedó en la tina hasta que el agua se enfrió, la servidumbre la ayudó a salir y a secarse para que pudiese tomar su refrigerio aun con la bata, mientras veía hacia el bonito paisaje, que si bien le hacía falta un bonito jardín, no podía decir que era horrendo, como los alrededores del castillo.
Aprovechó un poco de la tranquilidad, para dedicarse a escribirle una carta a su padre y una a su madre, contándole los acontecimientos e informándoles como era que de la nada, Scorpius había ganado un poco de confianza de James, eso sin duda alegraría mucho a su padre, que tenía mucha fe puesta en su hijo varón, claro que ella veía las cosas que su padre se negaba, sino fuese porque el chico era idéntico a los Malfoy, dudaría de que realmente compartieran la misma sangre, le hacía falta ambición, si ella estuviese en su lugar, habría hecho de todo, para tomar el lugar de Lysander, como mano derecha del rey, pero no, se conformaba con ser el tonto guardia de la inútil princesa Lily, ¿qué podía tener de divertido cuidar a una campesina tonta e ignorante que el destino había favorecido con ser la hermana del rey?
El solo pensar en la joven le provocó mal humor, realmente no la toleraba, era consciente de que, si bien la pelirroja era bonita, no era nada, en comparación con ella, que realmente era hermosa, y la mayoría de las sirvientas lo decían, sin tener que ser presionadas a mentir al respecto, la corte también podía verlo, sin embargo, la detestaba, no soportaba que se paseara por el castillo como ama y señora de todo, cuando no tenía derecho a nada, absolutamente nada, navegando con su cara de mustia, de que era muy buena y humilde, pero realmente había algo en ella que le decía que no podía confiar en alguien así, sin duda ahora que se había casado con James, usaría toda su influencia para hacer que una vez que se casara con Edward Lupin, éstos fuesen enviados a las propiedades de los Lupin, a cuidar del legado familiar y así, ya no pudiese verla jamás en su vida.
Claro que primero tendría que comenzar a tener aliados dentro de la corte, pero tenía que ser muy astuta, porque después de su boda, le había quedado claro que no muchos se atreverían a estar en contra de los designios de James, y no los culpaba, ¿Quién querría morir por ser descubierto de traidor delante de los demás?
Sin duda, el castaño iba a despojar a todos los descendientes de aquellos traidores de toda su fortuna, títulos y propiedades, y bien merecido lo tenían, en eso estaba completamente de acuerdo, ella quería mayor influencia para poder hacer lo que quisiera con su estorbosa cuñada y tener más beneficios una vez que sus hijos vinieran al mundo, no para traicionar a su marido.
Dos lunas habían pasado desde que había llegado a la propiedad, la verdad era que había comenzado a creer que no había ninguna diferencia el estar ahí o en el palacio, los días eran igual de aburridos y monótonos, salvo que el lugar apartado era más aburrido, ni siquiera tenía los chismes que las sirvientas le contaban mientras ayudaban a que se arreglara o paseaba por los alrededores del castillo.
Una sonrisa involuntaria apareció en su rostro cuando vio un par de hombres acercándose a galope hasta la casa de campo, sin duda no sería más que su esposo y su siempre fiel guardián, Lysander Scamander, por fin se había dignado a aparecer, claramente no era tan idiota como para hacer semejante comentario delante de él o a sus espaldas, después de todo, no tenía a nadie que le fuera leal en ese reino.
Los hombres llegaron de manera rápida hasta el lugar, el mayordomo salió apresurado a recibir al rey, gritando a la servidumbre para que se reuniera para darle la bienvenida, pero el castaño simplemente levantó una mano y la movió de forma negativa, diciéndole que no era necesario que reuniera a todo el personal para saludarlo, simplemente dejó que los sirvientes sujetaran las riendas de su semental, mientras él se despojaba de los guantes y el poco armamento que lo protegía, y es que era cierto, ¿quién en su sano juicio se atrevería a atentar contra el rey? Eso sin duda tenía solo un destino, que era la muerte.
—Majestad, su alteza está en el jardín, tomando el té…
—Claro –comentó restando importancia –dime, ¿el estudio está en buenas condiciones?
—Sí, alteza –informó.
—Bien, tengo muchas cosas que hacer, no me molesten, salvo para la cena.
—¿No quiere que se le sirva algo en este momento?
—No –soltó tranquilo –comimos algo en el camino –mi guardia tendrá una habitación de huéspedes, no estará aquí de servicio.
—Majestad –soltó inconforme Lysander.
—Agradécelo a mi hermana, que dijo que te vendrían bien unos días libres en la naturaleza.
James no dijo nada más, dio media vuelta y avanzó hasta el estudio, una vez que le quitó el saco con los documentos que necesitaba revisar, era el pretexto perfecto, para que pudiese evitar a Druella, que sin duda, conociendo el linaje del que provenía, no tardaría mucho en estar molestándolo pidiéndole que le engendrara un heredero, y aunque pudiese hacerlo, no tenía problema alguno en la intimidad, tratase de quien se tratase, simplemente desde el inicio no quería, y ahora más, que había jurado a su hermana, que no tocaría a su esposa de esa manera, y no es que la joven princesa se lo hubiese pedido, no, fue algo que meramente nació de él, si algo que podía hacer, era asegurarse de solo pertenecerle a una persona en cuerpo, y esa sería a Lily Luna Potter.
Se concentró tanto, en los documentos que tenía que revisar, después de todo, la idea de Elisheva sobre los traidores le había dado más trabajo del que había pensado que le ocasionaría, quitar títulos, propiedades y nombrar nuevos nobles, obviamente, hacía que la gente menos esperada subiera a esos puestos, ocasionando disgustos a los otros nobles, pero le agradaba hacer lo que su voluntad respecto a eso, y el resto, no tenía más que aceptarlo y aguantarse.
—Majestad –la chica tímida lo nombró.
Ya la había notado, pero siguió haciendo lo suyo, no es que no quisiera terminar eso pronto, aunque pretendiera que no era así, asintió a la joven que colocó la bandeja sobre el escritorio una vez que él hizo las cosas a un lado.
—Dime, ¿mi guardia está ocupando la mesa principal? –La observó.
—No, alteza, mencionó que quizás la reina se sentiría incómoda con su presencia y prefirió cenar en la cocina, junto con nosotros.
—Bien, que abra un buen vino, sino lo termina, pueden repartirlo entre ustedes.
—Gracias, majestad –hizo una reverencia con una sonrisa entusiasta y salió del lugar.
No tardó en regresar con una copa para él, que no se opuso, aunque no estaba en sus planes beber, no es que se emborrachara fácilmente, pero no estaba en sus planes alcoholizarse, eso atrasaría su interés por terminar pronto sus deberes, si los terminaba, una vez que volvieran al castillo, podría pasar ese tiempo con su hermana, y no en labores que encontraba realmente aburridas.
Bastante entrada la madrugada, decidió ir a dormir un poco, para levantarse pronto y ponerse a trabajar, se burló cuando notó a Lysander en el jardín, con ropa ligera, observando a la nada, mientras bebía tranquilamente.
—Vaya, vaya, tomaste muy en serio eso de relajarte –se burló.
—Bueno, tomando en cuenta que soy un inútil a tu lado –se encogió de hombros –si alguien nos viera, en alguna villa, sin ropa tan… llamativa y estuviésemos peleando, todos creerían que tú eres el encargado de protegerme y no al revés –negó, dándole un enorme trago al vino.
—Claro, ¿y eso te molesta? ¿Preferirías servir a un rey inútil o un noble gordo que no puede ni ponerse a sí mismo los zapatos? –Elevó una ceja.
—Haría el trabajo más fácil –se encogió de hombros.
—Acabas de decir que me sé cuidar solo, ¿cómo eso haría las cosas difíciles?
—Malfoy dice…
—Malfoy –rodó los ojos –dime ¿aparte de ti, a quién demonios le interesa su opinión?
—Creo, que cuando cuestiona mi lealtad, a todo el mundo –gruñó.
—Te dijo algo sobre la mujer que me enviaste –se burló –sí, admito que quise hacerte algo más que un simple castigo sencillo que tuviste, quise desollarte vivo yo mismo, vamos, sabes lo meticuloso que soy al respecto –se burló –desde lo que pasó con esa chica en esa villa, algo en tu actitud… no sé, cambió bastante.
—Como la tuya, después de la boda de mi hermano, y no digo que, con el resto, sino con ella, en específico, creo que una versión de ti, que supongo que el resto amaría todavía más, si la mostraras en público.
—Es eso –se burló James, negando –es la esposa de tu hermano, lo que te tiene tan distraído, supongo que por algo la tomaste a la fuerza, sin duda no esperabas lo que pasó, una chica más en un lugar tan lejano, que no volverías a ver, sin embargo, por vengarme un poco de tu hermano, la metí en su vida, en su cama, y si tú fuiste brusco… Lorcan es un enfermo, y eso es lo que te tiene así, ¿no?
—La chica es una pueblerina –comentó –bien lo dices, pero, creo que nadie merece una vida tan atroz como la que ella está destinada a vivir por ¿cuántos años?
—Muchos, quizás –admitió –sumando el hecho, de que Lorcan jamás va a perdonarle que fueras, precisamente tú, quien la desvirgara –bufó –lo único que tiene que hacer, es darle un primogénito varón, y él la dejará en paz –comentó tranquilo.
—Lo sé –admitió Lysander.
—Sin embargo, es tu hermano, el mediocre de la familia, sin duda le hará una mujer –se rio James, aunque aquello no era divertido, era irónico que la tortura de la joven siguiese por ello –y posiblemente sus primeros ¿cinco hijos lo sean? –Observó a su guardia.
—La mala suerte de Lorcan, a veces creo que es ocasionada por ti –aceptó.
—Puede ser –se encogió de hombros –o de su propia idiotez –le quitó la botella y bebió directamente un gran trago de vino –pero te estas torturando por algo que no puedes solucionar, eres juramentado, y aunque cuelgues la capa, sabes, que una deserción de la guardia real, más siendo el capitán, serías acreedor a la decapitación.
—¿Ves? Como no haces las cosas más sencillas.
—Entonces qué, dime ¿quieres que te descienda del cargo y ponga a Malfoy? Solo porque dijo que no me eras leal.
—Es complicado –le recordó.
—No, no lo es, Lysander, simplemente te estás haciendo la víctima, cuando en realidad lo es ella –lo observó –y sabes que las mujeres, mejor que nosotros, saben cómo manejar el juego.
—Así que dices que Audrey, manejará a Lorcan a su antojo.
—No, digo que Lorcan creerá lo que ella quiera que crea, es amiga de Lily por alguna razón, y por muy tonta e indefensa que la veas, estando en la corte, encontrará las armas y las garras para defenderse, aún más, cuando el rumor se expandió de que tiene el favor de la princesa.
—No sabía que eso se decía en la corte.
—Casi no vas a la corte –le recordó bufando –si las cosas suben de escala con ella –observó a su acompañante –la servidumbre está ordenada para informarme, haré de la vida de tu hermano un infierno más grande, del que le ocasione a esa chica, y él lo sabe.
—Lo dices, como si tuvieses todo controlado.
—Pero si él acude a ti –comentó observando las estrellas, aburrido –tienes mi permiso de actuar de la manera en que quieras hacerlo.
—¿Y si ese actuar incluye sacarle las entrañas? –Cuestionó.
—Te haré un maldito festival que dure un año entero –aceptó alegre –te daré este único favor –lo observó –solo porque has estado conmigo desde antes incluso, de que fuera rey, y tú decidirás qué y cuándo, no me quejaré, ni preguntaré, lo concederé, así me traiciones.
