Disclaimers: Harry Potter, los personajes, los nombres y los signos relacionados son marcas comerciales de Warner Bros. Entertainment Inc., los derechos de autor de la historia "Harry Potter", pertenecen a J.K. Rowling; por lo tanto, son usados sin intención de lucro alguno, la historia paralela, al igual que los personajes originales, me pertenece en su totalidad, y no pueden usarse sin mi autorización, cualquier tipo de adaptación de esta historia está prohibida.


Lysander sonrió divertido, por lo que le había dicho el chico a su lado, sin duda era algo que nunca se hubiese imaginado que sería capaz de decirle alguna vez en su vida, si para él lo más importante en su mundo, era la lealtad, la que él otorgaba, y la que el resto de la gente le daba, sin duda tenía pocas lealtades, pero era el rey, no podía ser leal con todo el mundo, pero sin duda lo era con sus creencias y eso hacía que el enorme reino que gobernaba se viera sumamente beneficiando con la más grande de sus lealtades, que era para con él mismo, observó al rey una vez más, viendo hacia el frente, con un gesto impasible y tranquilo, así que se quedó callado, apagando su risa.

—¿Me estás dando permiso para traicionarte? –lo cuestionó un poco sorprendido.

—He llegado a la conclusión, de que la única manera de que una persona es capaz de traicionar, es por algo que ama demasiado, o que anhela con el corazón, y honestamente –se burló.

—También por miedo se traiciona –le recordó el rubio.

—Te conozco desde niños, Lys, sé que tú, al menos, solo me traicionarías porque alguien a quien ames realmente, se interpone en tu lealtad para conmigo, ¿Me equivoco? –Lysander negó ante la pregunta.

—Hasta el momento, mi lealtad es solo para contigo, Jamie –ofreció.

—Jaime –sonrió el rey –Jaime –repitió –dime ¿Hace cuantos años no me llamas así?

—Desde que me pediste que no volviera a llamarte así, a los ocho, después de darme una paliza y dejarme en el suelo, por atreverme a derribarte.

—Cierto –suspiró –te quitaré el veto, pero solo en privado –le dio una palmada en el hombro y se puso de pie –iré a dormir, así temprano podre ponerme en marcha de nuevo a quitar títulos de traidores.

Ya que el rey le había dado los días de su estadía de libertad, no encontró razón alguna para no quedarse dormido, si podría dormir un rato por el día, cosa que no podía darse el lujo cuando estaba trabajando, el amanecer lo encontró más pronto de lo que podía haber pedido, la gente había comenzado con sus deberes, en cualquier en el que estuviese James, la gente se esmeraba de más por hacer que las cosas fuesen perfectas, aunque éste casi ni lo notara, la elegancia y la opulencia no eran algo que lo hicieran muy feliz, le agradaban, le hacían la vida más fácil, pero no quería ser el rey por ello, sino por todo lo que el poder le otorgaba, y no en lo material.

—Parece que mi esposo, le ha dado vacaciones, ser Scamander –habló la reina Druella, en un tono que pretendía ser juguetón, pero en realidad, era hostil.

—Tal parece, alteza –aceptó sin observarla.

—Dígame, ¿Al menos encuentra diferencia al castillo? ¿No se aburre en este lugar tan… sin nada que hacer? –Lysander la observó sobre su hombro.

—Alteza –se mofó de ella –para un soldado, la apacibilidad es un lujo que no se puede dar, vagamos por el reino y el castillo, o aguardamos horas de pie, para asegurándonos que todo marche bien, dormimos poco más de dos horas al día, esto para cualquier persona que tiene un día tan ocupado, sin duda es el paraíso.

—Claro, supongo que para alguien que no hace nada como yo, cualquier lugar da lo mismo, ¿Es a lo que te refieres?

—Sí, Druella –soltó James enfadado a sus espaldas –es a lo que mi guardia se refiere, para personas tan inútiles como tú, el castillo, o cualquier casa de campo, es igual de aburrido, para la gente que te atiende, la tranquilidad y el descanso, es lo que piden a gritos durante el día, que se termine para poder sentarse, descansar y poderse atender a ellos mismos, porque el día no se termina, después de atender a un montón de gente inútil, tienen que atender sus propios deberes.

—Pues en ese caso, querido, tú también entras en esa categoría ¿no lo crees?

—Contrario de ti, puedo bañarme solo, sin que los mozos tengan que hacerlo por mí, para las cosas básicas, sí, los ocupo, pero para lo demás, me son imprescindibles, si es lo que te refieres –observó a Lysander.

—La mayoría de los nobles somos inútiles –le informó la mujer enfadada –incluso tu hermana, aunque tenga la pinta de criada, más tardó en ser presentada ante el consejo, que tomar su papel de frágil princesa, y ser una inútil cualquiera, más inútil, que otros, que por lo menos conocemos lo básico, como leer y escribir, no solo ignorantes…

Retrocedió un paso cuando notó que Lysander no había sido tan rápido como para alcanzar por completo a James, el collar de perlas se reventó cuando el rey fue alejado para evitar que la alcanzara.

—Majestad –intervino Lysander.

—No creas que voy a detenerme porque seas una mujer –amenazó a Druella –si quieres tu seguridad y seguir siendo la inútil que eres, con todas tus extremidades, dos ojos y rostro intacto –sonrió enfadado –vas a mantener tu sucio hocico cerrado ante mí ¿lo entiendes? Y si alguna otra vez, te atreves si quiera a referirte a ella de esa manera otra vez, no va a quedar nada en el mundo que amas, que te haga sentir tranquila de nuevo.

—Ahora soy tu esposa –soltó histérica –deberías…

—Una esposa impuesta, sí, que jamás he querido, estás aquí, porque la corte me convenció de firmar un acuerdo, porque créeme, quería quemar tu reino hasta los cimientos, porque no tolero a tu padre, ni tu maldita estirpe –bufó.

—Mi hermano parece ser la excepción…

—No lo es –se burló –es bueno haciendo lo que le ordenan, y cuidando de la seguridad de mi hermana –hizo que Lysander lo soltara –pero ahora que lo dices así, haré que quiera sacarse los ojos, cortarse las orejas y la lengua, será el encargado de cuidarte –sonrió –al final, no lo vi mover ni un solo dedo, cuando atacaron a los nobles en la boda, por defenderte –supongo que también le ha de ser insoportable tolerarte un poco –se dio media vuelta –y ya que estoy obligado a su presencia, por lo menos tener al nido de víboras junto.

Lysander negó para sí mismo cuando el rey entró al lugar, bastante despreocupado, como si no hubiese estado a punto de asesinar a su esposa en un acto bastante impulsivo, jamás lo había visto tan furioso porque alguien insultara a otra persona, pero suponía que ahora comprendía más sus palabras de la noche, Lily tendría que ser la razón por la cual, él si quiera pensara en algo como traición, esa palabra nunca había sido parte de su vocabulario.

¿Podría ser acaso, que se hubiese enamorado realmente de ella y no solo fuese algo pasajero por mera lujuria como había dicho antes? Bueno, al final no le sorprendía para nada, la capacidad que tenía el amor, de cambiar a alguien, por muy despiadado que éste fuese anteriormente, había personas con la capacidad de hacer cambiar a alguien, para bien, aunque no sabía si el cambio del rey, lo era.

Observó de reojo a la mujer rubia, su respiración era un poco agitada, no la culpaba, jamás le había tocado ver ese tipo de explosiones de su ahora esposo, y conocía muy bien que si él, no hubiese estado ahí y medio alcanzado a detenerlo, su cuerpo estaría sobre el piso, sin vida y no le importaría nada, porque sabía que Draco Malfoy no podría ser capaz de nada por vengar aquella humillación, no porque le importara ella y su seguridad, sino porque lo tomaría como una burla a su persona y a su reino.

—Es mejor que se relaje, majestad –habló Lysander.

—Sí, eso haré –respondió mecánicamente la rubia.

El día fue tranquilo, al igual que el resto de los que estarían ahí presentes, James no salía de su despacho salvo cuando era consciente de que Druella ya se hubiese ido a dormir, tomaba un par de copas con él y se marchaba sin decir nada más, no estaba inquieto, pero podía ver en su forma de actuar, que sin duda preferiría estar en la comodidad del castillo, escabulléndose hasta el cuarto de la princesa Lily.

—Tal parece que es nuestra luna de miel, en lugar que la tuya y Druella –se burló Lysander.

—Oh, ¿es acaso que quieres un poco de amor? –Se burló James de él –deberías buscar en otro lado, en algún burdel cerca, si eso te deja más tranquilo.

—Con su permiso, alteza, es usted un imbécil –se burló.

—Bueno, fuiste tú, quién dijo que parecemos algo más allá, no lo haces a menos que quieras follar –le recordó.

—Como sea –cambió el tema –dime ¿cuándo regresaremos?

—Voy a darle un tiempo encerrada en este lugar alejado de los privilegios y el cotilleo –se burló –Remus quedó de enviarme los pendientes si no podía él con ellos, de cualquier forma, estoy pensando en ir al castillo unos días.

—Ya no puedes estar sin ella ¿no?

—No lo digo por ella –gruñó.

—Jamie –se burló Lysander –para nadie en la corte ha pasado desapercibido que no has vuelto a hacer tus fiestas recurrentes, y claramente se preguntan la razón.

—¿Y cuál es la que más resuena? –Lo observó.

—Obviamente, tuve que decirles que, de todos tus súbditos, quien mejor te complace es ella, Elisheva, para nadie era un secreto que a quien buscabas más que a cualquier otra cortesana.

Elisheva es de sangre real –le recordó –y con una mente de una plebeya que ha servido a los mejores hombres en los burdeles.

—Aun así, cuando la tomaste tú, sin duda te diste cuenta que era doncella.

—Así es, pero no hay nada mejor que tu pareja sin duda disfrute de lo que le haces, hasta que se olvide si realmente es él… o no –le sonrió divertido.

—Bueno, digamos que sabes lo que haces, en cada aspecto de tu vida.

—No siempre –rió divertido –a veces no sé si ser tan piadoso realmente resulte algo bueno.

Druella regresó corriendo hasta su habitación una vez que el rey se puso de pie, dispuesto a marcharse a dormir un poco, tenía días espiando sus charlas, para saber si por su boca salía su nombre con algo más que odio, la manera en que fuera a usarla a ella y a ese matrimonio a favor, pero cuando el nombre de esa mujerzuela salió, no le bastó más que jurar que sin duda se desharía de ella a como diera lugar, si él no iba a amarla a ella, sin duda lo dejaría sin nadie que amara realmente.

—LHR—

Druella despertó al tercer día después de escuchar la charla del rey y Lysander, sobre que volvería unos días al castillo para revisar algunas cosas del castillo, ya que tenían varios días ahí, no como ella los hubiese deseado claro, pero sin duda, aprovecharía para estar con esa mujerzuela.

Asintió a la información de una de las sirvientas de que el rey se había marchado por asuntos urgentes, aunque la gente se había dado cuenta de que James no la toleraba y que claramente no la amaba, no le impedían absolutamente nada, entró al despacho unos días después de que se marchó, buscando entre un montón de pergaminos de destituciones y nuevos nombramientos, hasta que encontró una carta, que suponía había sido escrita por esa tal Elisheva, donde le decía que realmente necesitaba verlo.

Sin duda la odiaba, con una sola frase, él había dejado todo atrás, y vuelto hasta ella, sin duda tenía que hacerles pagar todos esos espantosos sentimientos que iban creciendo cada vez con más fuerza en su interior, odiaba esa sensación de no poder ser suficiente para nadie.

Fingió lo mejor que pudo estar disfrutando sus días, y habló de lo bueno que era no tener que ser ultrajada por un hombre, después de todo, las sirvientas decían que lo peor de ser esposa, era tener que cumplir con su obligación por las noches con sus maridos, tenía que engañarse a sí misma también, aunque realmente creía que yacer con su marido sería todo, menos un acto espantoso, y que Elisheva le echara en cara que aunque se hubiese casado con él, seguiría siendo la única con la que compartiría la cama.

Si James no le provocara esa inexplicable sensación, sin duda le habría agradecido por mantenerlo lejos de ella, si… por ejemplo, su padre la hubiese obligado a casarse con Nott, hubiese rogado al cielo, que su amante lo mantuviera alejado de ella.

Pero, en lugar de tener a Nott como esposo, tenía al hombre más guapo, valiente y capaz del reino, que no quería verla ni en pintura, aquello sin duda la frustraba, su madre siempre le había hecho creer, que cualquier hombre caería rendido a sus pies, pero ni siquiera Lysander Scamander, había caído ante sus encantos.

El único recurso que le quedaba, era volver al castillo y encontrar todos los aliados que necesitara para deshacerse de Elisheva, sin que James se diera cuenta de que había sido ella, pero necesitaba buscar quien podría ser un aliado leal.

—LHR—

James avanzó a grandes zancadas por los largos pasillos del castillo, se detuvo ante la gran habitación de la persona a quien había ido a ver, los guardias le abrieron la puerta y cerraron a sus espaldas sin decir absolutamente nada.

—Ya estoy aquí –gruñó –así que dime ¿para qué demonios me hiciste volver?

—No creo que estuvieses pasándola muy bien, ¿o es acaso que si te revolcaste con la insípida de tu esposa? –Sonrió.

—No es nada de lo que te interese, Elisheva, dime ¿para qué demonios enviaste esa nota?

—Porque como dice, me urge verte –informó.

—Claro ¿sobre qué?

—Mis cuervos vieron cosas muy interesantes –levantó la vista hasta él.

—Claro ¿y qué es?

—Sin duda algo que no va a gustarte para nada.

James resopló, avanzó hasta uno de los sofás y se dejó caer un poco harto, sabía la razón por la cual Elisheva lo mandaría traer sabiendo que la corte tenía que creer que esa luna de miel estaba siendo exitosa, y que realmente estaba intentando poner un heredero en el vientre de su inútil esposa.

—Tal parece que no te avisó.

—No lo hizo, pero dime ¿es eso o realmente estás buscando que la ejecute por traición?

—Yo no tengo nada, en contra de Pansy Parkinson, y lo sabes ¿por qué haría tretas para que la ejecutes?

—Hablaré con ella –murmuró.

—James –habló la joven, haciendo que la observara –su existencia, es un augurio de lo que te dijo en su profecía ¿lo has pensado?

—Dices que en realidad nada le fue revelado ese día y solo fue para salvarse.

—Todo hijo, buscaría venganza por el asesinato de su padre, y creo que lo sabes, por eso mataste a tu hermano Albus, y al resto de tu familia, dejas a uno vivir, y no lo pensará dos veces, para apuñalarte en la espalda, no era una traición, era una venganza.

La mujer observó la tranquilidad del regente, sin duda en un momento en el pasado, eso lo habría enfurecido y no la hubiese dejado terminar, habría ido hasta donde estuviera Pansy Parkinson y él mismo le habría separado la cabeza del cuerpo, para después ir hasta esa propiedad alejada de los Parkinson, a deshacerse de cada hombre, mujer y niño, que hubiese ahí, sin importar si era sirviente o noble.

—Tienes que matarlo, personalmente, no quieres que pase lo mismo que pasó con Lily, y alguien se arrepienta y lo deje vivir.

James Sirius Potter, se puso de pie, salió del lugar y avanzó hasta su despacho, para revisar la lista de propiedades de los Parkinson, si lo que Elisheva le acababa de decir, iba a ser lo más discreta que pudiese, era demasiado inteligente como para manipular a su padre, y, por lo tanto, al resto por todos esos años, no iba a dejarlo tan fácil.

—Majestad.

James levantó la mirada hasta Edward Lupin, si su humor ya era un poco confuso, aquello terminó por arruinar su maldito día, y su cara lo dejó ver, que no le agradaba verlo, que no era un buen momento, y que cualquier estupidez —o al menos que él la considerara así— podría ocasionarle que lo partiera en dos en cualquier segundo.

—Sí –respondió.

—Me informaron que vino por un asunto importante, así que podrá llevarse personalmente algunos asuntos –comentó.

—Si solo es eso, largo.

—No lo es todo.

—No tengo tiempo para perderlo contigo, largo ya.

—Me gustaría hablar con usted de algunas cosas.

—Te dije, que no tengo tiempo y no me interesa…

Edward avanzó más, tragó saliva cuando lo vio observarlo con suma atención, quería que se atreviera a hacer un solo movimiento —que incluía abrir la boca—, para desenfundar y matarlo, sus manos estaban en los pergaminos, pero era tan rápido, que incluso en un parpadeó podría estar muerto en el piso.

—Sé lo de usted y la princesa Lily –informó.

James se irguió ante las palabras del hombre frente a él, amusgó la mirada, interpretando la actitud del hombre, si él, estuviese en el lugar de Lupin, sin duda enfrentaría al hombre que se hubiese atrevido a desvirgar a su prometida, y seguir manteniendo una relación amorosa-sexual, con ella.

—Y… tiene que saber, que… -hizo una pausa para secarse las palmas de las manos en sus pantalones –no voy a decir absolutamente nada, seré la cubierta que necesitan.