・ Notas ・
Los eventos de este capítulo ocurren durante el episodio iSpeed Date (Cita relámpago en español latino). En este fanfic, habrá muchos detalles modificados, así que les recomiendo volver a ver el episodio para captar todas las diferencias. Y no se preocupen, ¡todo el capítulo será 100% Seddie!
Canciones que escuché mientras escribía / Lista de Spotify:
playlist/0o8M8uCzkZf3P7hB55glam?si=6b77a85ff1d440f0
Nota: Si estás leyendo esto fuera de Wattpad, puedes buscar la historia en esa app o en la web y encontrar el enlace en los comentarios. Otra opción es escuchar esta música instrumental que suelo poner en YouTube, especialmente cuando escribo o leo fanfics Seddie:
2 Hour Beautiful Piano Music for Studying and Sleeping 【BGM】
Canal: Sound of the Wind.
watch?v=HSOtku1j600&t=1222s
¡Por cierto! En este capítulo hay una referencia a un personaje de anime. Los primeros que comenten su nombre y el anime del que proviene recibirán una dedicación especial en el próximo capítulo. En mi opinión, no será tan difícil, así que espero sus respuestas.
Nota: Solo escogeré un usuario de cada plataforma en que publique el fanfic. Y las dedicaciones de la versión en inglés serán distintas a la del español. :)
De momento, quiero dedicar este capítulo a jennettepuckett, mi querida amiga de Brasil, que siempre me deja comentarios en Wattpad y me anima por mensajes cuando el bloqueo de escritor me golpea fuerte. ¡Saludos, chica!
Bendiciones, y espero que disfruten su lectura. ૮₍ᵔ ᵕ ᵔ ₎ა
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[ - iSpeed Date - ]
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Al día siguiente, Sam llegó a la escuela con el mismo buen humor que el día anterior. Aunque su muñeca aún le molestaba un poco, la medicina y las indicaciones de la enfermera—junto con los recordatorios ocasionales de Freddie—le habían sido de gran ayuda, al igual que la muñequera que llevaba puesta. Además, había coordinado con él algunos detalles sobre el baile a través de mensajes, específicamente, que dirían al respecto. Para suerte de ambos (en opinión de Sam), dos chicas un tanto raras habían invitado a Freddie al baile, así que no parecería tan fuera de lugar que él la hubiera invitado a ella tras haber sido 'rechazado' por su chica misteriosa. Hasta tendría sentido, considerando que sus otras opciones no eran muy favorables para él.
Por otro lado, Carly le había enviado un mensaje la noche anterior, contándole que finalmente se había armado de valor para invitar al chico que le gustaba al baile. Así que, cuando Sam la vio acercarse, cerró su casillero, esperando recibir buenas noticias de ella.
—¿Lo invitaste?
—Sí—respondió Carly, sin mucho ánimo, mientras abría su casillero.
Sam frunció el ceño, confundida. Esa no era la reacción que estaba esperando.
—¿Y?
—No.
—¿Por qué dijo no?
La indignación comenzó a burbujear dentro de Sam. ¿Cómo se atrevía ese chico a rechazar a su mejor amiga? ¡Carly tenía muchos admiradores! Debería sentirse afortunado de que ella quiera ir con él al baile.
—Dijo que ya tenía una invitación de alguien, pero tal vez fue porque le lancé saliva al ojo.
—¿Qué tú, qué? —preguntó Sam, divertida. Aquello era lo último que esperaba escuchar de alguien como Carly—. ¿Por qué?
—No lo sé, salió de mi labio volando. Obviamente fue un accidente.
—Bueno, ¿y ahora a quién vas a invitar?
—A nadie. No hay otro chico con el que quiera salir, al menos no como algo más que una amiga.
En ese momento, Freddie apareció y las saludó. Carly le devolvió el saludo, pero Sam no pudo dejar pasar la oportunidad de molestarlo un poco.
—Y hablando de chicos con quienes Carly no quiere salir: ¡Damas y caballeros, Freddie Benson! —anunció Sam, alzando su mano sana teatralmente.
Sam esperaba que Freddie se molestara al menos un poco, ya que hacía tiempo que no bromeaba sobre su antiguo crush por Carly. Para su sorpresa, él simplemente sacó una bolsa de tocino de su abrigo, sin verse afectado en lo más mínimo. Es más, estaba sonriendo, el muy idiota (lindo).
—Las chicas que son groseras conmigo no obtendrán tocino—replicó Freddie con descaro, agitando la bolsa de tocino justo como había hecho en su primera cita.
Ansiosa por conseguir ese tocino, decidió seguirle el juego… solo por esta vez.
—Vaya, jamás había notado lo increíblemente guapo que eres—elogió Sam en un tono suave, antes de tomar el tocino y alejarse rápidamente para evitar que alguien se lo quitara.
—Mejor.
Freddie tenía una sonrisa triunfal en el rostro que ella quería borrarle a besos. Sin embargo, como estaban en público, se limitó a rodar los ojos y se situó de nuevo junto a Carly.
—Entonces…—Freddie habló de nuevo—, ¿de qué hablaban? ¿Del baile?
—Aún mejor: sobre cómo Carly le escupió a Nate en el ojo y ahora él no quiere salir con ella—delató Sam con gracia, compartiendo el chismecito antes de que Carly pudiera intervenir; ganándose así una mirada divertida (léase: molesta), de su mejor amiga.
—¿Qué?
—Eso no fue así. —Carly le lanzó otra mirada de reproche a Sam antes de continuar—. Nate no aceptó porque ya tiene una cita—explicó, tratando de suavizar la situación. No obstante, los tres sabían que esa era solo una excusa para consolarse a sí misma.
—Entonces, no le escupiste.
—No, sí lo hice. Debe de estar lavando mi ADN de su córnea ahora mismo—admitió Carly, avergonzada—. ¿Y por qué nos concentramos en mí? Sam tampoco tiene a nadie. Bueno, si es que al final decidiste ir—añadió, mirándola con duda.
Sam y Freddie intercambiaron miradas. El momento que ambos habían esperado había llegado, y ninguno sabía cómo dar el primer paso. Mas no fue necesario; el silencio de Sam pareció hablar en su lugar, porque Carly la miró de inmediato con sorpresa.
—Entonces sí tienes a alguien—dijo Carly, más como una afirmación que como una pregunta. Aunque Sam ya lo sabía, no pudo evitar asentir, sintiéndose un poco perdida sobre qué decirle—. ¿Y a quién invitaste?
—Yo no diría que invité a alguien exactamente, sino que acepté una propuesta que no pude rechazar.
Al escuchar esto, la expresión de Carly pasó de curiosa a preocupada. Sam se pateó mentalmente; debió escoger mejor sus palabras.
—Solo es comida, nada serio. No tienes nada de que preocuparte.
—Más te vale. Sabes que no me gusta que hagas tratos extraños por comida—le advirtió Carly—. De todas formas, ¿quién es él? No es un chico que haya estado en prisión juvenil, ¿verdad?
Sam no respondió de inmediato. En lugar de eso, le lanzó una mirada significativa a Freddie, indicando que era su turno de hablar.
—No, porque ese chico… en realidad soy yo—confesó Freddie con timidez.
Carly suspiró aliviada y Sam la miró con extrañeza. ¿En serio no le importaba que el chico fuera Freddie o simplemente estaba feliz de que ella no fuera con un "delincuente juvenil"?
—Es un alivio oír eso, realmente no quiero que tú… Espera un momento. —Carly se detuvo de repente y miró a ambos, claramente desconcertada—. ¿Escuché mal o dijiste que ese chico eras tú?
—Escuchaste bien. Fui yo quien le propuso… quiero decir, quien la convenció de que me invitara al baile—se corrigió Freddie, ruborizándose levemente. Sam casi sonríe ante su pequeño desliz; su novio era realmente adorable cuando se ponía nervioso.
—Pero, ¿por qué? Sin ofender, Sam, eres increíble—aclaró Carly, mirándola. Sam se encogió de hombros e inconscientemente se acercó a Freddie. Tal vez para darle apoyo silencioso, quién sabe. Al ver que ella no decía nada, Carly centró su atención en Freddie, posiblemente esperando una respuesta más concreta—. Pensé que querías ser invitado por tu chica misteriosa.
—Sí quería, es solo que…
—Descubrió que ella ya había invitado a otro chico al baile y a salir—mintió Sam, con la esperanza de cerrar el tema para comer su tocino en paz—. Y como estaba tan desesperado, me ofreció tocino gratis por una semana para no terminar como un perdedor solitario ese día.
—Te recuerdo, Samantha, que no estaba tan desesperado, porque hay otras chicas que me invitaron—argumentó Freddie, fingiendo indignación.
—¿Y por qué no vas con alguna de ellas? —indagó Carly.
—Porque son un poco, ¿cómo decirlo respetuosamente…?
—¿Raras? ¿Estúpidas? —sugirió Sam, sin sarcasmo.
—Para nada, simplemente no son mi tipo. Quiero decir, las considero más como amigas—explicó Freddie—. Además, creo que será mucho más divertido si…
Antes de que Freddie pudiera terminar, una chica con una capa y un aire de "misterio" se acercó sigilosamente por detrás de él. Su saludo empalagoso incomodó a los tres: a Carly, porque la chica daba la impresión de no estar muy cuerda; a Freddie, porque era raro que le coquetearan cuando ya tenía novia; y a Sam, por ambas razones. También porque ella no soportaba que personas con las que no tenía mucha confianza se le acercaran demasiado. Irritada, optó por regresar al lado de Carly mientras la chica seguía hablando de cosas que ni se molestó en escuchar. Solo quería salir de ahí lo más pronto posible.
Freddie maldijo mentalmente cuando escuchó esa voz femenina que no pertenecía a ninguna de sus amigas. Era Malika, la chica de su escuela que se creía una maga. No es que a Freddie le importara en lo más mínimo; ella podía creer lo que quisiera, siempre y cuando no hiciera daño a nadie. El problema era lo mucho que se había acercado a él y sus claras intenciones hacia su persona. Entendía que era normal que chicas se le acercaran, considerando que no había hecho público que tenía novia, pero eso no hacía que la situación fuera menos incómoda.
—Hola, Malika. ¿Ya la conocen, cierto? —preguntó a sus amigas, intentando poner distancia entre ellos de manera discreta.
Carly la saludó con poco entusiasmo, y Sam apenas se tomó la molestia de asentir antes de regresar al lado de Carly, abriendo su bolsa de tocino con los dientes para sacar uno.
—¿Quién quiere ser testigo de un poco de magia? —cuestionó Malika emocionada. Sin pensarlo mucho, ambas chicas se excusaron rápidamente, dejando a Freddie a solas con ella. Bueno, tan solos como pudieran estar en un pasillo con otras personas.
Freddie intentó rechazar la oferta, pero Malika ya había comenzado su truco. Hizo desaparecer un papel en el aire y luego le pidió que revisara su bolsillo. Al hacerlo, encontró el mismo papel en su interior. Estaba a punto de felicitarla por lo bien que había realizado el truco cuando ella lo interrumpió.
—Ahora desarrúgalo—le pidió.
En ese momento, Freddie confirmó las intenciones de la chica. A pesar de su malestar interno, desdobló el papel y leyó en voz alta: "¿Quieres ir al baile conmigo?", sintiendo un peso en su corazón al ver la mirada esperanzada en el rostro de Malika.
«¿Era así como se sentía Carly conmigo?», pensó, sintiéndose tres veces peor que antes. Definitivamente, le debía a Carly una disculpa por todas las veces que la hizo sentir así, en lugar de haber respetado sus sentimientos y aceptado su primer 'no' sin insistir.
—¿Entonces? ¿Cuál es tu respuesta?
—Me siento halagado, pero no puedo aceptar. Ya tengo una cita.
—¿Con Sam Puckett, verdad?
Freddie se tensó. ¿Cómo lo sabía? ¿Acaso había descubierto que tenían una relación secreta? ¿O quizás…?
—¿Estuviste espiándonos hace un rato?
Si la respuesta era sí, no podía estar completamente molesto con ella. Habían estado conversando en los pasillos de la escuela, y no sería raro que alguien los hubiera oído. Lo que le hacía un poco de ruido era que, a pesar de saber que ya tenía una cita con Sam, Malika aún intentara invitarlo. ¿Acaso su relación, incluso siendo solo una amistad, se veía tan falsa y débil a los ojos de los demás? ¿De verdad otros pensaban que él dejaría de lado a Sam cuándo viera que tenía 'mejores opciones'?
No tuvo mucho tiempo para reflexionar en esto, porque Malika comenzó a dar una explicación bastante extraña. Aseguraba que su esfera mágica—que parecía sacada de una tienda de utilería—le había revelado con quién iría él al baile. Para preservar su cordura, Freddy decidió que lo mejor era cortar la conversación cuanto antes.
—Si ya sabes que iré con ella, ¿por qué insistes en invitarme?
—Porque quiero que tengamos una cita mágica juntos. Podríamos hacer trucos de magia, ver el futuro en mi bola de cristal y mucho más—explicó ella, como si fuera una oferta irresistible. Sacó una bolsa llena de brillos, lista para lanzarlos, pero él la detuvo a tiempo tomando su mano. Ella, lejos de enfadarse, se sonrojó y su sonrisa se hizo más amplia—. Además, los espíritus del más allá me dijeron que tu cita con Sam no es más que un plan de respaldo. Conmigo sería diferente. Podrías tener una cita de verdad con alguien que realmente está interesada en ti. ¿No te gustaría tener una oportunidad así?
A medida que Malika seguía hablando, Freddie se sentía cada vez peor. Realmente odiaba rechazar a las personas porque sabía bien lo que se siente ser rechazado. Quizás Malika era un poco rara, sí, pero sus sentimientos parecían genuinos. Sin embargo, los que él sentía por Sam también lo eran, y viceversa. Por otro lado, incluso si no estuvieran saliendo, él no dejaría a Sam de lado después de haber hecho un acuerdo. Primero, porque traicionaría su confianza, y segundo, porque ella le golpearía en lugares que jamás deberían ser golpeados.
—Aprecio mucho tu invitación, pero no me arrepiento de haber aceptado ir con Sam. Me divierto mucho con ella, y no creo que disfrutaría más del baile si fuera contigo, o con alguien más—agregó, por si acaso.
La expresión de Malika pasó de ser cariñosa a llena de sorpresa y decepción. Se acercó a Freddie, mirándolo fijamente durante diez largos segundos, mientras él retrocedía un par de pasos para mantener la sana distancia. Su mirada intensa parecía leer cada rincón de su alma. Justo cuando él pensó en decir algo, ella rompió el silencio.
—El reflejo en tus ojos no miente en absoluto, aunque no esperaba que tus sentimientos fueran tan genuinos. Supongo que tendré que admitir mi derrota. Buscaré otro acompañante para esa noche mística, y no te preocupes, tu secreto está a salvo conmigo.
Bien. Ahora sí, Freddie ya no entendía nada.
—¿Reflejo en mis ojos? ¿Secreto? ¿De qué hablas?
Malika no respondió. En lugar de eso, extendió su capa, y de repente, un denso humo los rodeó. Cuando el humo se disipó, Freddie se encontró frente a Gibby, quien estaba sosteniendo una banana con una expresión tan confundida como la suya.
Freddie suspiró profundamente, pasándose una mano por el cabello, mientras su mente se llenaba de preguntas sin respuesta. ¿Qué quería decir Malika con todo eso? ¿Sentimientos genuinos? ¿Secreto? ¿Acaso había descubierto por arte de magia sus sentimientos por Sam o solo estaba diciendo cosas sin sentido? ¿Por qué no podía decírselo sin tanto misterio? Y, por encima de todo, ¿¡por qué él no podía tener mañanas normales como cualquier otra persona normal!?
Definitivamente, algo le pasaba a Freddie. Sam no sabía exactamente qué era, porque no era nada que pudiera notarse a simple vista por su comportamiento. Era como si estuviera distraído pensando en algo y no pudiera concentrarse del todo. Eso, o tal vez ella estaba tan aburrida en clase que comenzaba a inventarse dramas en su cabeza solo para entretenerse.
Ya sea por una razón o por la otra, Sam comenzó a patear sigilosamente el asiento de Freddie para llamar su atención. Él se enderezó en su asiento, pero continuó trabajando en la asignación que les había dejado el maestro. Sam sonrió, sabiendo que ese gesto significaba que ahora él estaba pendiente de ella y su próximo movimiento.
En silencio, Sam arrancó una hoja de su cuaderno y escribió brevemente en la parte superior: "Estoy aburrida". Sin mucho cuidado, la dobló y, usando su lápiz, tocó tres veces la espalda de su novio. Freddie la miró de reojo y ella le mostró el papel. Él volvió su vista hacia su libro, como si estuviera ignorándola, pero en unos segundos bajó su otra mano disimuladamente para tomar el papel. Como Freddie siempre era cauteloso para que no le regañaran, Sam sabía que tendría que esperar un poco para que le regresaran la hoja de vuelta. Así que, para matar el tiempo, llenó los espacios en blancos de su tarea con lo primero que se le ocurrió. Al menos, así no recibiría un regaño del maestro al tener todo vacío.
Pasaron un par de minutos, cuando una maestra vino a buscar al maestro actual, para decirle algo sobre una reunión breve con otros maestros o algo así, según pudo ella escuchar. El maestro asintió a lo que ella dijo y les instruyó que continuarán trabajando con sus libros hasta completar ciertas páginas. Y que si se acababa la hora de clase antes de que volviera, que les corregiría en la próxima y bla, bla, bla. A Sam no le importaba mucho lo que dijera; lo único que le interesaba era que ahora tenía más tiempo libre.
El maestro, antes de salir, mencionó que podían trabajar en equipos si querían, pero que mantuvieran el volumen bajo. En cuanto se fue, muchos aprovecharon para moverse y cambiar de lugar. Sam hizo lo mismo y, cuando la persona que estaba sentada al lado de Freddie se movió, ella ocupó ese puesto con sus cosas.
Fue entonces cuando Freddie, por fin, se dignó a darle una respuesta. Le devolvió el mismo papel de antes, dejándolo sobre el escritorio de Sam antes de continuar trabajando en su libro. Sam rodó los ojos. Claro que el nerd que tenía por novio seguiría haciendo tarea, incluso cuando el maestro no estaba presente. (Viéndose muy lindo, responsable y respetable en el proceso.)
Sam desdobló el papel y sonrió al leer la respuesta.
Freddie: ¿Y eso qué tiene que ver conmigo?
Ella escribió una respuesta de vuelta, y, con el único propósito de molestarlo, puso el papel justo dónde él iba a escribir. Logró su cometido, ya que Freddie le echó una mirada aburrida antes de leerlo. Después él intentó disimular una sonrisa al leer lo que ella había escrito, pero Sam ya lo había visto.
Sam: Se supone que eres mi (n̶v̶) payaso personal, así que entretenme.
Freddie escribió en el papel. Sin embargo, se detuvo y borró todo antes de volver a escribir para pasarle la hoja.
Freddie: Primero que nada, NO soy un payaso. Así que no puedes pedirme que te entretenga solo porque quieres evadir tus responsabilidades.
Freddie: Y segundo, cómo sé que, si te digo que no, seguirás insistiendo, te seguiré respondiendo. Pero SOLO hasta que el maestro regrese. No quiero perder el tiempo en detención ̶p̶o̶r̶ otra vez.
Sam supuso que con ese 'por', Freddie había querido escribir "Por tu culpa", pero que lo pensó dos veces antes de borrarlo. No pudo evitar sonreír al pensar en eso. Él realmente se estaba esforzando para no hacerla sentir incómoda. (¿Cómo podía ser siempre tan considerado con sus sentimientos?). Si le quedaba algo de dinero, le invitaría a tomar un batido después de clases. No en los Licuados Locos, claro. Tenían que mantener el perfil bajo y sería muy sospechoso que ambos tomen un batido solos sin estar discutiendo.
Sam: Haré lo que yo quiera, pa-ya-so. Y sé que tú también piensas en el fondo que la tarea es aburrida, así que guarda tu tarjeta de "responsable" para después.
Sam: Yo solo entendí que seguirás respondiendo porque ̶m̶e̶̶q̶u̶i̶e̶r̶e̶s̶, estás igual de aburrido que yo.
Sam: En fin, ¡entretenme!
Freddie: Voy a ignorar lo primero que dijiste (¿escribiste?). En cuánto a lo segundo, existe una minúscula-gran posibilidad de que tengas razón.
Freddie: Por otro lado, ¿cómo quiere su alteza que la entretenga? ¿Le cuento un chiste o prefiere usted que hablemos de tecnología?
Sam: No, tus chistes probablemente son horribles y sacados de un libro para tontos, igual que tus trucos de conquista.
Sam: Y ni siquiera tengo que explicar por qué la otra razón no es válida.
Sam pensó en añadir otro comentario sarcástico, pero pensó que quizás era una buena oportunidad para preguntarle qué le estaba molestando. Y así lo hizo.
Sam: Podrías hablar de, no sé, el clima, que hizo tu madre que te enfadó hoy, o por qué has estado distraído en clase. Preferiblemente la última opción.
Freddie levantó una ceja al leer esto. Pensó un momento antes de escribir su respuesta y pasarle el papel.
Freddie: ¿Soy muy obvio o tú eres muy inteligente?
Sam: Ambas.
Sam: Ahora cuenta el chisme. ¿Qué pasó?
Freddie: Es… un poco complicado. Si te lo digo, no te molestarás, ¿verdad?
Sam: Nop. Tienes mi palabra. Promesa del meñique mental, si quieres.
Aquello definitivamente le causó gracia a su novio, ya que se relajó y continuó escribiendo de manera más relajada. Para este punto, Sam había movido su silla hasta el escritorio de él, lo que le permitía ver lo que estaba escribiendo y responder directamente. Si el salón no hubiera estado lleno, probablemente se habría recostado en su hombro para estar más cómoda.
Freddie: Me gusta cómo suena eso.
Freddie: Bien… Lo que pasa es que, cuando tú y Carly se fueron, Malika hizo un truco de magia raro y me invitó al baile. Y sí, sé que estás pensando que eso es lo que me molesta, pero no es así. Lo que me incomoda es que ella me invitó habiendo escuchado nuestra conversación con Carly esta mañana…
Ya no había más espacio en la hoja.
—¿Continuamos en otra hoja o por mensaje? —inquirió Freddie en voz baja. Era la primera vez que alguno de ellos decía algo en voz alta durante todo ese rato.
—Por mensaje—respondió Sam, tomando la hoja en la que habían estado conversando. La rompió en pedazos y los arrojó en su propia mochila. En otro momento, los hubiera guardado en la mochila de Freddie como broma, pero sabía que ahora no era el momento.
Pronto, ambos retomaron la conversación.
Sam: Entonces, básicamente me estás diciendo que ella sabía que planeábamos ir juntos y aun así te invitó.
Freddie: Sí.
Freddie: Eso es lo que me incomodó un poco. No sé si me explico bien, pero… Me sienta mal que otros piensen que te cambiaría por 'otra opción mejor'. Algo que definitivamente yo no haría, aun si fuéramos solo amigos. Porque no quisiera traicionar tu confianza y realmente me divierto mucho contigo.
Freddie: Claro, a veces sufro, o sufría un poco de dolor físico, pero si no te hubiera considerado mi amiga primero, entonces no estaría a tu lado. Ni siquiera por Carly.
Sam: Entiendo lo que quieres decir, pero creo que te lo estás tomando muy a pecho. (Sin ofender, en serio.)
Sam: Tienes que pensar en que, de lejos, lo que casi siempre parece es que estamos discutiendo y que no nos llevamos bien. Es normal que otros piensen que quizás prefiramos estar con alguien más.
Sam: Así que ya no le des muchas vueltas a eso y relájate.
Cuando envió el mensaje, Sam sintió como Freddie se acercaba un poco más en su silla para estar más cerca de ella; al punto que sus hombros se rozaron. Sin pensarlo demasiado, ella se recostó en su hombro, y él apoyó su cabeza contra la de ella mientras seguía escribiendo en su teléfono. De fondo, algunos de sus compañeros notaron su cercanía y comenzaron a murmurar, pero ninguno se dio cuenta de esto.
Freddie: Gracias, princesa, pero eso no es todo.
Freddie: Verás, lo que pasa es que, después de que rechacé a Malika, ella me dijo cosas raras. Primero, me miró fijamente, como por qué sé yo, ocho o diez segundos, y luego empezó a decir cosas sobre el reflejo de mis ojos y la sinceridad de mis sentimientos y secretos.
Freddie: No entendí si se refería a que sabe que me gustas, a que si descubrió, ya sabes qué, o si simplemente estaba delirando con sus cosas mágicas.
Freddie: Ni siquiera pude preguntarle porque hizo un truco raro y desapareció. No pienso que sea buena idea preguntarle si la vuelvo a ver, ya que podrían hacerse ideas equivocadas. Así que no sé qué pensar.
Sam: Yo tampoco.
Freddie: Sammy :(
Sam: Es en serio. No sé qué podrías hacer.
Sam: Solo ignórala e intenta no darle razones para que piense… lo que sea que esté pensando. Es más, no hagas nada. No creo que alguien se tome en serio lo que dice, a menos que esté igual de loco que ella.
Y eso era algo que ella realmente creía. Después de todo, casi nadie en la escuela se tomaba a Malika en serio. Mucho menos lo harían si comenzara a decir que ambos están en una relación, o que él estaba enamorado de ella, o lo que fuera. Honestamente, Sam no podía pensar con claridad en ese momento. Aunque la conversación había disipado su aburrimiento por un rato, estaba tan cómoda en el hombro de Freddie (quizás por el abrigo que llevaba puesto), que el sueño empezaba a invadirla. Aun así, se esforzó por seguir respondiendo a sus mensajes, bostezando un poco en el proceso.
Freddie: Bien, lo intentaré.
Freddie: Seguiré con la tarea para terminarla. Cuanto antes, mejor.
Freddie: Así habrá más tiempo, para que, ya sabes, quizás salgamos juntos un rato…
Sam: Te odio.
Freddie: ¿Eh?
Sam: ¿Por qué siempre te me adelantas? No se vale :(
Sam: Quería invitarte a los batidos hoy, pero ya fue. ¿Qué tienes pensado?
Freddie: Oh, no tenía idea.
Freddie: Perdona, finge que no viste aquel mensaje.
Freddie: Y no tenía planeado nada, solo era una sugerencia espontánea.
Sam: No me mientas, Freduardo.
Freddie: No lo hago.
Sam: :(
Sam: ¿Promesa mental?
Freddie: Promesa mental :)
Sam sabía que, una vez más despierta, sentiría un poco de vergüenza por los mensajes que estaba enviando. Pero pedirle coherencia en ese momento era demasiado, con todo el sueño que tenía. Antes de responder, acercó su silla aún más a la de Freddie para sentirse más cómoda. Volvió a poner su cabeza en su hombro, conteniendo otro bostezo.
Sam: Bien. Iremos a un sitio distinto de Licuados Locos. En la salida te diré cuál es.
Sam: Por cierto, puedes darle un descanso a tu billetera por hoy.
Freddie: Ambas cosas suenan bien.
Sam: Aprovechadooo.
Freddie: Lo dice quien está utilizando mi hombro de almohada ahora mismo. ¿Piensas dormir ahí o qué?
Sam: Pensaba dormir en el escritorio, pero ahora tu hombro suena como mejor opción. Así que dime algo aburrido para que duerma.
Sin escribir nada más, Sam colocó su teléfono en el escritorio de Freddie, cerrando los ojos y acomodándose más. Aunque otros dirían que esa era una posición incómoda, ella tenía la capacidad de dormir en cualquier espacio y posición imaginada, así que eso no le afectaba.
Freddie no le hizo más preguntas y comenzó a contarle distintos datos sobre la tarea y temas relacionados con la tecnología. En pocos minutos, Sam se durmió, olvidándose de todo a su alrededor.
Freddie pensaba que Sam estaba bromeando con respecto a dormirse en su hombro, pero pronto descubrió que se equivocaba. Después de aquel mensaje, ella se recostó y se quedó inmóvil, respirando de manera suave y tranquila mientras se sumía en el sueño. Aunque no era la primera vez que Sam se dormía en posiciones extrañas, le resultaba curioso verla tan serena y relajada en su hombro, pero no le molestaba en lo más mínimo.
Siguiendo la petición de Sam, Freddie continuó hablándole de la tarea y de tecnología como si fuera una canción de cuna, hasta que ella se durmió por completo. En un momento, consideró moverla al escritorio para que estuviera más cómoda, pero ella estaba muy pegada a él y era un poco pesada. Al final, se rindió y decidió seguir con su tarea así. Solo la despertaría cuando llegara el maestro.
Mientras se concentraba en su tarea y se esforzaba por evitar que Sam se cayera hacia adelante, no se dio cuenta de que algunos compañeros los observaban y comentaban sobre ellos en voz baja.
El tiempo pasó, y cuando terminó la jornada escolar, se despidieron de Carly y se marcharon, diciendo que tenían un trabajo en equipo para otra clase (lo cual era cierto, ya que otro maestro se los había asignado). Sin embargo, decidieron dejarlo para después y disfrutar de su cita improvisada. Fueron a otro lugar donde vendían batidos y charlaron sobre temas sin importancia. Discutieron sobre si las donas de ese sitio eran tan buenas como las del otro local. Ambos coincidieron en que no lo eran y que deberían de pasar por aquella panadería en otro momento.
Al llegar al edificio Bushwell, se dirigieron a los departamentos de Freddie y Carly. Afortunadamente, Lewbert no estaba, por lo que entraron al elevador sin problemas. Aprovechando que estaban solos, compartieron un par de besos entre risas antes de continuar su conversación. Cuando llegaron frente a la puerta del apartamento de Freddie, se despidieron con un abrazo y beso en la mejilla, prometiendo verse pronto para la próxima transmisión de iCarly.
Después de despedirse de Freddie, Sam se dispuso a entrar en la casa de Carly más por costumbre que por un motivo real. Se sentía realmente feliz; cada día que pasaba notaba que las cosas fluían de manera más natural entre Freddie y ella. Aunque a veces sentía el impulso de borrar esa expresión tonta de su rostro, prefería hacerlo con besos en lugar de golpes. Además, mientras tomaban sus batidos, se le ocurrió una idea para ayudar a Carly a conseguir una cita para el baile. ¿A poco no es ella una buena novia y mejor amiga?
Con todo el entusiasmo del mundo, abrió la puerta del apartamento de los Shay de par en par.
—¡No disparen! ¡Soy yo! —exclamó, dejándose caer en el sofá. Inmediatamente, se arrepintió cuando su muñeca comenzó a palpitar. Afortunadamente, el dolor se desvaneció pronto, por lo que no había nada de que preocuparse.
En ese instante, Carly gritó algo mientras se acercaba a ella con una expresión molesta. Sam frunció el ceño, sin entender del todo lo que dijo su amiga.
—¿A dónde me vas a enviar? —preguntó. Carly no respondió de inmediato, sino que comenzó a moverse de un lado a otro.
—No dije eso, pero ese no es el asunto. El problema es que publicaste que escupí en el ojo de Nate. Wendy me dijo que lo vio en iCarly.
Ah, por eso estaba molesta.
No lo había hecho con malas intenciones… del todo, pero le pareció una anécdota demasiado divertida para guardársela. Lo publicó mientras Freddie estaba ocupado pidiendo los batidos. Y si se preguntan por qué no la regañó, la respuesta es sencilla: Sam se aseguró de que él no prestara atención a su teléfono. Así de fácil.
—¿Y? Eso era digno de publicarse. Era demasiado divertido para no hacerlo.
—Tal vez, pero te agradecería que no publicaras sobre mi saliva o cosas personales.
—Ay, por favor—dijo Sam, sabiendo que no era solo por eso—. No te engañes, solo estás molesta porque no tienes una cita para el baile.
—Ambas cosas me dan derecho a estar molesta—la reprendió Carly, pinchando su hombro para luego cruzarse de brazos.
—Anímate, porque sé cómo encontraremos al chico ideal.
—¿En serio?
—¡Con un concurso en iCarly! Dile a los chicos que buscas a alguien lindo para invitar al baile. Solo tienes que decir: "Y los chicos interesados, por favor llamen", como si fuera un anuncio de televisión.
—No, voy a parecer desesperada.
—¿No lo estás?
—Sí, pero no quiero ser tan obvia.
—¿Sabes cuántos chicos querían invitarte y…?
—No voy a usar iCarly para buscar pareja. Prefiero estar sola y compungida.
Sam se rio ligeramente, repitiendo la palabra "compungida", que realmente le parecía rara. Carly la miró divertida, y luego cambió de tema.
—Ya que estamos en el tema, ¿por qué no me dijiste que ibas a ir con Freddie?
—Fue algo que acordamos ayer en la noche. Pensaba decírtelo hoy, pero ya ves cómo son las cosas.
—¿Y estás segura de que quieres ir con él?
—Sí. No es gran cosa.
—¿No quieres ir con alguien más?
—No, todos los chicos de la escuela me dan ganas de vomitar—respondió Sam sin rodeos—. Incluido Freddie. La diferencia es que al menos tendré tocino durante una semana para soportarlo.
—Si tú lo dices.
Hubo un silencio cómodo por un rato hasta que Sam volvió a hablar.
—¿De verdad no tienes a nadie más con quién ir al baile?
—No. Y no sé qué hacer.
—Bueno, si no encuentras a alguien, puedes unirte a mí y a Freddie—ofreció Sam encogiéndose de hombros—. Así iremos los tres como amigos.
—Gracias, pero no quiero ser la tercera rueda en su cita romántica.
Sam iba a decir que no lo sería, pero entonces recordó que se supone que Carly no sabe nada, así que fingió una cara de desagrado.
—Iugh. No lo digas así.
—Ay, vamos, Sam. Técnicamente, tienes una cita romántica con Freddie.
—Es una cita por conveniencia, no una romántica.
—Pero sigue siendo una cita—debatió Carly con una sonrisa victoriosa.
Sam, sin más argumentos, tomó el control remoto y se acomodó en el sofá, ignorando a su amiga.
—¿No estás aburrida? Veamos qué hay en la televisión.
—¡Tienes una cita con Freddie! ¡Saldrás con él por una noche! —gritó Carly, quitándole el control remoto y subiendo el tono cada vez más. Claramente disfrutando de la situación.
—¡Qué asco, no! —se negó Sam, tomando un cojín del sofá con su mano más sana y cubriéndose el oído—. ¡Es una cita por conveniencia y ya!
Pero Carly siguió insistiendo, gritando aún más fuerte. La situación escaló rápidamente, y antes de que pudiera reaccionar, Sam la estaba correteando por todo el departamento para darle su merecido. Finalmente, se detuvieron, agotadas, y terminaron en la cocina buscando algo para comer.
Media hora antes del programa, Carly se encontraba en el estudio, observando cómo Freddie ajustaba el sonido y realizaba otros preparativos técnicos. Como siempre, él había llegado temprano para asegurarse de que todo estuviera en perfecto orden. Por su parte, ella ya había terminado de preparar lo que le correspondía, así que no estaba preocupada por el show. En realidad, no estaba preocupada por algo en específico, pero su mente había estado trayendo de tanto en tanto un tema que se supone que había cerrado con Sam: el baile y el porqué sus amigos habían acordado ser la cita del otro. Al menos, 'por conveniencia', citando las palabras de su amiga.
Por un lado, entendía perfectamente por qué Sam aceptó la invitación—o, más bien, la propuesta—, pero, ¿por qué Freddie había hecho la propuesta en primer lugar? Podría haber esperado otra invitación, o aceptar alguna de las chicas que ya le habían pedido ir al baile. Pero no, él eligió a Sam, algo que era un poco extraño considerando lo fácil que era para ambos envolverse en una discusión.
Además, ¿no era eso hacer trampa? Se supone que son las chicas que invitan en este baile, no los chicos, así que, ¿cuál sería el punto si Freddie invita a Sam? No es como si a alguien le importara…, pero, ¿acaso obtendrá algún beneficio de ello? Quizás ambos habían hecho otra de sus muchas apuestas y Carly ni siquiera estaba enterada.
Bueno, no iba a obtener respuestas solo pensando, así que se acercó a Freddie en silencio, buscando la manera de formular su pregunta de manera sutil.
—¿Ya está todo listo?
—Sí—contestó Freddie sin levantar la vista de la pantalla—. Solo me faltan un par de ajustes, pero estaremos listos con quince minutos de antelación.
—Mejor así, porque Sam todavía no ha llegado—dijo Carly, pensando en buscar su teléfono. Quizás sería mejor escribirle para saber si llegaría a tiempo ese día—. Le escribiré para saber si llegará tarde.
—No hace falta. Ya le pregunté y me dijo que viene de camino. Solo se distrajo en una tienda con ofertas de pollo frito. —Freddie sonrió levemente—. Nada raro viniendo de ella.
—Sí. Es típico de Sam.
Carly no dijo nada más, pero siguió observando a Freddie. Había algo diferente en él: un cambio de actitud. Normalmente, Freddie solía molestarse cuando Sam se retrasaba, pero hoy parecía más relajado y feliz. Y aunque a Carly le gustaba ver a sus amigos felices, no pudo evitar preguntarse: ¿por qué?
Iba a preguntarle cuando Freddie alzó la mirada del teclado, atrapando a Carly mirándole con una expresión seria. De inmediato, su expresión pasó de concentrada a confundida.
—¿Tengo algo en la cara? ¿O se me manchó el disfraz? —preguntó, mirando el disfraz que llevaba puesto para la obra tonta de ese día.
—No es eso. Te ves… bien, más o menos. Es solo que… —hizo una pausa, sin estar muy segura de cómo formular la pregunta—. Me estaba preguntando algunas cosas.
—¿Qué cosas?
Freddie había dejado de lado lo que hacía en la computadora y la estaba mirando con seriedad y una pizca de nerviosismo. Y de alguna manera, eso puso un poco nerviosa a Carly.
—Pues, no sé… Cosas como que estás de muy buen humor hoy. ¿Hay alguna razón para eso? Pensé que estarías un poco triste porque, ya sabes, tu chica misteriosa irá con alguien más.
—Ah, eso… —La tensión disminuyó en sus hombros, notó Carly—. Sí, me desanimó un poco ayer, pero supongo que no he pensado mucho en ello.
—Es raro que digas eso con lo mucho que dijiste que te gustaba. Pensé que no te darías por vencido tan pronto y que lucharías un poco más por ella.
«Cómo lo hiciste conmigo», pensó Carly, aunque no lo dijo en voz alta. Freddie pareció captar el mensaje, ya que se enderezó, mirándola con lo que parecía ser arrepentimiento en sus ojos.
—Me desilusioné un poco, sí, pero me di cuenta de que lo mejor era soltarlo y seguir adelante. Y ahora que estamos en el tema, quería decirte que siento mucho no haber hecho lo mismo contigo desde el principio.
Carly tenía que reconocerlo: esa respuesta la tomó por completo por sorpresa.
—¿Cómo dices?
—Digo que debí haber aceptado tu "no" desde el primer momento. No debí insistir tanto ni presionarte. Fuiste una buena amiga conmigo todo ese tiempo y yo no hacía nada más que incomodarte. Eso estuvo mal, y lo lamento.
—No me incomodaste—intentó defenderle, pero él negó con la cabeza, manteniéndose firme.
—No intentes hacerme sentir mejor. Sé que lo hice. Y aunque ya superé lo que sentía por ti, nunca quise admitir que estuve mal. Cielos, tuve que rechazar a alguien para darme cuenta.
—¿Qué? ¿A quién?
—A Malika y a otras chicas que intentaron invitarme. Cuando vi cómo estaban ilusionadas por ir conmigo, me sentí muy incómodo porque no compartía sus sentimientos. Fue entonces que comprendí que así te hice sentir todo ese tiempo, y lo siento mucho.
—No tienes que disculparte—respondió Carly suavemente, sintiendo un nudo en el estómago—. Tal vez yo podría haber sido un poco más clara…
Freddie alzó una ceja en incredulidad.
—Bien, tienes razón. Fue muy incómodo, pero quiero que sepas que ya te perdoné por eso. Solo espero que tú también puedas perdonarme.
—¿Perdonarte por qué?
—Por aprovecharme de tus sentimientos en más de una ocasión. Eso tampoco estuvo bien de mi parte—explicó, extendiendo su mano hacia él—. ¿Amigos?
Freddie sonrió.
—Amigos—aceptó él, estrechando su mano con respeto antes de volver a su computadora.
Carly, ya aliviada, recordó que aún tenía una pregunta pendiente por hacer.
—Oye, ya que estamos en esto de ser honestos, tengo algo más que preguntarte.
—Adelante—contestó sin apartar la vista de la pantalla.
—¿Por qué le hiciste la propuesta a Sam? —preguntó Carly, notando cómo él dejaba de escribir por un segundo para mirarla de reojo—. Pudiste haber aceptado las invitaciones de otras chicas. No es que me moleste que vayan juntos, es solo que… ¿Por qué ella?
Freddie, lejos de ponerse nervioso, esbozó una sonrisa relajada mientras se encogía de hombros.
—Porque sería divertido ir con ella—admitió, sorprendiéndola—. A veces puede ser un poco pesada con sus juegos, pero también es divertida. Prefiero hacer locuras con Sam que tener una cita aburrida de la que me arrepentiré todo el fin de semana.
Sí, eso tenía sentido.
Carly no pudo evitar sonreír ante la respuesta de su amigo. Le parecía lindo que tanto Freddie como Sam estuvieran dispuestos a llevarse mejor y a pasar tiempo juntos, pero le sorprendía en parte que él lo admitiera con tanta facilidad.
—Así que estás admitiendo abiertamente que disfrutas pasar tiempo con Sam.
—Sí. Después de todo, ella es mi amiga y le tengo mucho cariño. A ti también, claro, pero, ya sabes, no en ese sentido…
—Lo sé, yo también te tengo aprecio. Ahora ve y termina con lo que estabas haciendo—le indicó ella, riendo con suavidad. Freddie asintió y continuó trabajando en silencio, todavía sonriendo.
Carly no sabía si era solo su imaginación, pero parecía que la sonrisa de Freddie ahora era más dulce y su mirada más cariñosa. Pero, de nuevo, tal vez ella estaba leyendo demasiado donde no había nada.
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Cinco minutos después, Sam finalmente llegó, ya vestida con el disfraz para ese día. Dos minutos después, llegó Gibby, y entre todos repasaron el guion una vez más. Pronto comenzó la hora del webshow. Y todo marchó bien, hasta que no lo hizo. Porque Sam tuvo la excelente idea (léase: pésima), de amarrarla en una silla, ponerle cinta en la boca, y luego exponerla en iCarly; invitando a chicos de quién sabe dónde a animarse a conocerla para que Carly escoja a uno para ir al baile.
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Oficialmente, Carly iba a matar a su mejor amiga.
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—¡SAM, VEN AQUÍ! ¡Me la vas a pagar! —gritó Carly mientras bajaba las escaleras.
—¿Ah, sí? —preguntó Sam, sonriendo desde la cocina y tratando de evadirla. Lo cual no era muy difícil considerando la diferencia atlética entre ambas.
—¡Sí! ¿Cómo pudiste hacerme eso?
—Ay, yo solo quería ayudarte—se excusó Sam, sin realmente disculparse. Ambas continuaron peleando y girando alrededor de la mesa de la cocina hasta que Carly por fin 'atrapó' a Sam—. Ya, me atrapaste. ¿Ahora qué?
Sam la miró con diversión, esperando su próximo movimiento. Carly dudó un momento, miró su mano y le dio una palmada sin mucha fuerza.
—¿Estás mejor?
—No—contestó Carly—. No puedo creer que me avergonzarás ante toda la red.
—Si no querías que lo hiciera, ¿por qué no dijiste nada?
—¡Porque me tapaste la boca con cinta!
—Ay, pero tal vez conozcas a un chico jocoso—insistió Sam, haciendo un baile ridículo.
—O a un sociópata con una sierra—argumentó Carly, tratando de hacerle entrar en razón.
Sam parecía querer decir algo más, pero en ese momento la puerta se abrió, mostrando a Spencer. Él estaba utilizando unas muletas para caminar—y todavía tenía el otro yeso de su brazo—, al mismo tiempo que intentaba cargar las bolsas de compra sin perder el equilibrio. Carly suspiró; le había dicho a su hermano que ella podía encargarse de las compras. Pero no, parece que él prefirió esforzarse de más después de la cita médica que tenía ese día.
—¿Te ayudamos con eso? —preguntó Carly, acercándose a su hermano junto con Sam.
—No, tranquila. El doctor dijo que sería bueno si empiezo a moverme por mi cuen...
Ni siquiera terminó la oración cuando se tropezó. Sam y Carly lo ayudaron, guiándolo para que se sentara en el sofá. Sam tomó las bolsas de comida y las llevó a la cocina.
—Uy, trajiste grasitos. Iré a arrojarlos a los que se ejercitan afuera—dijo Sam, llevándose la bolsa de grasitos mientras se dirigía hacia la puerta.
—No, no lo harás—la detuvo Carly, tomándola de la muñeca.
—Son bajos en grasa, no les hará nada.
—No es eso lo que me molesta, sino lo del concurso.
—¿Qué concurso? —preguntó Spencer, curioso.
—Un concurso estúpido de iCarly que Sam inventó solo para conseguirme cita para el baile.
—Pensé que ya habías invitado a alguien.
—Lo intenté, pero…
—Le escupió en el ojo y ahora él no quiere saber nada de ella—contó Sam, sonriendo ante el recuerdo.
—No inventes—se rio Spencer, antes de ponerse serio de repente—. No lo hiciste porque te hizo algo malo, ¿verdad?
—¡No! Fue por error, estaba nerviosa y… ¡eso no importa ahora! —Carly respiró profundo, reorganizando sus ideas—. El punto es que sin mi permiso, Sam anunció por iCarly un concurso con chicos para que el ganador sea mi cita para el baile.
—Lo cual sería una gran oportunidad para que quizás conozcas a tu chico ideal—motivó Sam.
—O a un sociópata—replicó Carly, pensando en cómo podría solucionar este lío. Quizás podría hablar con Freddie para que publique que Sam solo estaba haciendo una broma pesada o algo por el estilo.
—¿Y de verdad no hay nadie más a quien quieras invitar? ¿Ni siquiera cómo amigo? —inquirió Spencer—. Tal vez puedas ir con Freddie. Sé que ya te supero, pero no creo que le moleste acompañarte.
—Lo que pasa es que él ya irá con…
—Con otra chica que lo invitó—interrumpió Sam.
Carly la miró confundida. ¿Por qué no quería que Spencer supiera? Sam notó su confusión, pero no dijo nada.
—¿Y qué hay de Gibby? ¿Él también tiene una cita?
—No, y estaba pensando en invitarlo hasta que Sam me comprometió con lo del concurso. Bueno, eso y que le dijo a Freddie que no iría. Así que no sé si puedo considerarlo como una opción.
—Y no deberías—dijo Sam.
—¿Por qué no? —cuestionó Spencer—. Puede ser muy… Gibby, pero no es mal chico.
—No, pero es demasiado tonto para ella. Además, Carly puede tener al chico que quiera si se lo propone. No necesita caer tan bajo.
—Dices eso como si no creaste un concurso tonto para conseguirme una cita—le recordó Carly, cruzándose de brazos.
—Es un atajo para que no tengas que pasar tanto trabajo—debatió Sam, encogiéndose de hombros—. Mira, si no quieres, simplemente avísalo por iCarly y ya está. Pero creo que estarías desperdiciando una gran oportunidad para conocer a alguien que te guste de verdad.
Carly quería seguir buscando excusas para negarse, pero sabía que, en el fondo, se había dejado convencer por Sam.
—¿Crees que valdrá la pena intentarlo?
—No lo habría sugerido si pensara lo contrario.
Miró a su hermano, esperando una segunda opinión, pero él ya había perdido el hilo de la conversación y estaba revisando algo en una de sus muletas.
Carly suspiró.
Definitivamente, se arrepentirá de esa decisión luego.
—Está bien, lo haré—aceptó, y al ver la sonrisa satisfecha de Sam, se le ocurrió algo para equilibrar la situación—, pero solo si prometes hacer algo que yo te pida.
—Claro, lo que quieras.
—Si yo participo en el concurso, tú tienes que prometerme que usarás un vestido y te arreglarás bien para el baile.
La sonrisa de Sam se desvaneció y fue reemplazada por una expresión de fastidio.
—¿Por qué?
—Porque si yo voy a pasar esa humillación, entonces tú tendrás que hacer algo que te incomode para estar a mano.
—Mejor mátame con esto—dijo Sam, ofreciéndole un paquete de grasitos. Carly lo tomó y lo lanzó al sofá.
—Por favor, Sam. Hazlo por mí, ¿sí? Si quieres, puedes usar uno de mis vestidos o pedirle dinero a Spencer para comprar uno—le sugirió. Sin embargo, Spencer estaba tan concentrado en lo suyo que ni siquiera las escuchó.
Sam bufó, pero asintió.
—Ay, ya qué. Lo haré.
—¿Juramento del tobillo? —preguntó Carly.
—Juramento del tobillo.
Ambas se dirigieron a un rincón para realizar la promesa del tobillo. Cuando terminaron, Carly vio a Freddie bajando las escaleras, todavía con el disfraz puesto. Parecía que iba a decir algo, pero justo en ese momento, Spencer exclamó un "¡Ajá!", y, sin querer, golpeó a Freddie con una de las muletas. Carly iba a agacharse para asegurarse de que estaba bien, pero, para su sorpresa, Sam se adelantó y se posicionó junto a él.
Carly tuvo que parpadear dos veces para asegurarse de que estaba viendo bien. ¿Cómo…? ¿Desde cuándo Sam externaba su preocupación por Freddie? Lo normal sería que ahora hiciera algún chiste o se burlara, pero ahora lo estaba ayudando a levantarse. Carly dejó de lado su confusión para ayudar. De todos modos, no sería bueno señalarle a Sam aquel comportamiento, ya que conociéndola, podría reaccionar mal.
Entre las dos, lograron ayudar a Freddie a sentarse en el sofá. Carly se apresuró a ir a la cocina por hielo, mientras que Sam se sentó a su lado.
—Lo siento, Freddie. No fue mi intención—se disculpó Spencer.
—Ajá… —fue la única respuesta que le dio Freddie, tomando el hielo que Carly le ofrecía para presionarlo suavemente contra su cabeza—. Ay…
Carly iba a preguntarle si le dolía mucho, pensando en buscar un analgésico, pero alguien más habló antes. Corrección: Sam se le adelantó. Otra vez.
—¿Te duele mucho?
—Más o menos. Solo espero que no se me haga un moretón. Mi mamá enloquecería. —Freddie suspiró, manteniendo su vista en Sam como si fuera la única persona en la sala—. ¿Crees que se haga uno?
—Déjame ver… —Sam tomó el rostro de Freddie con una delicadeza que Carly JAMÁS había visto en el tiempo que llevaba conociendo a ambos. Sam examinó su frente con cuidado—. Es posible que te quede uno, pero será entre la frente y la parte superior de la cabeza. Nada que no puedas ocultar con un poco de maquillaje o una gorra.
Cuando Sam terminó de evaluarlo, Freddie volvió a ponerse la compresa de hielo, moviéndose con una expresión de incomodidad.
—¿Quieres que me mueva para que te recuestes mejor?
—No hace falta.
—No te pregunté si hacía falta, te pregunté si querías recostarte.
—Bueno, no lo dijiste con esas palabras…
—¿Prefieres que te tire del sofá?
—Un poco de espacio sería bueno, gracias.
—Bien. Iré por algo de tomar—avisó Sam, parándose del sofá—. ¿Quieres una pastilla para el dolor o puedes soportarlo?
—Mejor tráela—respondió Freddie, cerrando los ojos mientras se acomodaba en el sofá, recogiendo bien sus piernas para no molestar a Spencer.
—Bien. Yo iré por la bebida y tú por la pastilla—mandó Sam.
Carly duró dos segundos para darse cuenta de que le hablaba a ella y no a otra persona. Asintió torpemente y fue en busca de la pastilla al cuarto de Spencer, al mismo tiempo que Sam se dirigía a la cocina. Mientras pasaba por detrás del sofá, miró a Spencer y se sintió aliviada al ver que él también parecía igual de confundido que ella. Tal vez hablaría con él al respecto cuando ambos regresaran a sus casas.
Después de darle la pastilla a Freddie (y ponerle una pomada que encontró), todo se volvió un poco más 'normal'. Los cuatro terminaron viendo un programa de televisión divertido. No obstante, lo raro era que ambos continuaban actuando de manera extraña. Sam era más cuidadosa con el volumen de su voz para no molestar a Freddie, y él no hacía comentarios hirientes para provocarla. Casi parecían amigos normales y corrientes.
Estas acciones despertaron un sinfín de preguntas en Carly que podía resumir en: ¿desde cuándo se llevaban tan bien? ¿Estaban comenzando a llevarse bien? ¿O tenían algún trato de 'no molestarse' durante esa semana porque irían al baile juntos? Tenía muchas ganas de preguntarles, pero decidió que lo mejor sería esperar. No quería ponerlos de mal humor o a discutir, preguntándoles porque no están discutiendo. Puede que eso no tenga sentido para otros, pero tiene sentido para Carly, así que qué más da.
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Carly observó atentamente el pasillo, asegurándose de que sus amigos ya se hubieran ido. Cuando se sintió segura, cerró la puerta con el pestillo y se giró hacia Spencer, que ya la miraba con una mezcla de sorpresa e incredulidad en el rostro.
—Dime que tú también viste eso, por favor—le pidió Carly.
—Si por 'eso' te refieres a Sam y Freddie conviviendo sin discutir por más treinta minutos, pues sí. Yo también vi eso.
Carly se sentó junto con su hermano.
—Menos mal, porque ya estaba pensando que me estaba volviendo paranoica—respondió ella, aliviada—. Me pregunto por qué estarán actuando así.
—¿De verdad no tienes ni idea?
—Lo único que se me ocurre es que están actuando así porque irán al baile juntos.
Spencer se quedó paralizado por un momento; sus ojos se abrieron de par en par.
—¿¡Irán al baile juntos!? —Spencer gritó mientras se inclinaba hacia adelante, incrédulo—. ¡No puede ser, cuenta los detalles!
—¡Shh! Baja la voz, no quiero que el edificio se entere. En especial la mamá de ya sabes quién—lo reprendió, mirando hacia la puerta y luego a Spencer. Carly continuó hablando en un tono más bajo—. Y no, no tengo tantos detalles… o al menos, no los detalles que esperas. Solo sé que hicieron un acuerdo: Freddie le dará tocino a Sam por una semana si ella le acompaña al baile.
—Pero me dijeron que él iba a ir con otra chica.
—Bueno, eso pensaba yo. Había alguien que le gustaba, pero al final esa chica terminó invitando a otro. Y luego estaban esas dos chicas que no le interesaban mucho… Así que las rechazó para hacerle la 'propuesta' a Sam.
—¿Rechazó a dos chicas para invitar a Sam? —repitió, sin poder creérselo—. ¿Por qué?
—Me dijo que lo hizo porque piensa que sería más divertido ir con Sam, que tener una cita aburrida con una chica que apenas conoce. Tengo que admitir que, aunque me sorprendió, me pareció lindo. Es raro que alguno de ellos admita abiertamente que disfrutan pasar tiempo juntos, mucho menos para ser la 'cita de conveniencia' del otro en un baile. Pero no esperaba verlos tan… armoniosos.
—Quizás sea parte de su acuerdo—sugirió Spencer, aunque su tono indicaba que tampoco estaba convencido de su propia teoría.
—No lo creo. Esta mañana, cuando nos encontramos en la escuela, estaban actuando normal. También durante las clases que compartimos y el almuerzo—comentó, su mirada vagando mientras intentaba recordar todos los detalles—. Aunque, ahora que lo pienso, el otro día Freddie estuvo extrañamente amable con Sam, pero también con otras personas, así que no sé si cuenta. ¿Tú qué piensas?
—Creo que le estás dando demasiadas vueltas al asunto, hermanita.
—¿De verdad?
—Sí. Tal vez ninguno de los dos quería ir solo al baile y ya. Quién sabe, tal vez lo del tocino haya sido solo una excusa para ambos.
—Puede ser… —Carly jugó distraídamente con el dobladillo de su camisa, sus pensamientos derivando en otra dirección—. Me pregunto si debí haber hecho lo mismo e invitar a Gibby para ir como amigos.
Spencer la miró con una sonrisa comprensiva y le palmeó el hombro.
—Bueno, hiciste una promesa del tobillo. Ahora tienes que cumplirla—le recordó.
—Lo sé—admitió Carly, sonriendo ligeramente—. Por cierto, ¿de verdad no te molesta lo del concurso?
—Claro que me molesta un poco. Eres mi hermanita y me preocupa que estés en medio de muchachos desconocidos. Pero también quiero que tengas una cita y seas feliz. Así que trato de no darle demasiada importancia—explicó. Entonces señaló su muleta con una sonrisa cómplice—. Además, estaré ahí para espantar a los chicos malos con esto para que te sientas segura.
—Gracias.
—Para eso están los hermanos, ¿no?
Carly asintió, y durante un momento, ambos quedaron en silencio, cómodamente sentados en el sofá.
—Oye, ¿quieres ir a soplar burbujas un rato? —propuso Spencer de repente.
Carly lo miró con sorpresa, pero su sonrisa pronto igualó la de su hermano.
—Claro—dijo, levantándose para buscar el frasco de burbujas.
Poco después, ambos estaban soplando burbujas en la sala, quejándose cuando accidentalmente una burbuja explotaba en sus caras o se colaba en sus ojos. Después de limpiarse, ambos decidieron dejar las burbujas por un tiempo, sentándose juntos en el sofá para ver alguna serie. El tema de Sam y Freddie, ya olvidado.
Carly es su mejor amiga, pero, a veces, Sam simplemente no lograba entenderla. Por ejemplo, ¿por qué tenía que ponerse ella un vestido si Carly aceptaba lo del concurso? ¿Qué tenía que ver una cosa con la otra? Hubiera comprendido si le pidiera que la ayudara a entrevistar a los chicos o que la acompañara si se sentía insegura, pero… ¿Un vestido? ¿En serio?
De todas formas, una promesa del tobillo es una promesa del tobillo, y Sam la respetaba mucho para no cumplirla. Así que, sí, se pondría un vestido. La gran pregunta era, ¿cuál? Ya conocía bien lo que había en el armario de Carly, pero no quería usar nada de ahí. Todo era demasiado "Carly" y muy poco "Sam"; si es que eso tenía sentido. Por eso, antes de irse, aceptó la oferta del dinero de Spencer. La pregunta ahora era cuándo y dónde iba a comprar ese vestido. Preguntarle a Carly parecía la opción obvia, pero también sabía que estaría ocupada con el concurso y las tareas. Sam cerró su casillero con más fuerza de lo normal. Agh. Por estas cosas no le gustaba preocuparse por su apariencia; era demasiado tiempo perdido en cosas inútiles que solo la estresaban.
Hablando de estresarse, Freddie estaba pasando a su lado con una expresión aburrida. Bueno, siempre la tenía, pero Sam sabía que había querido llamar su atención cuando dijo 'Qué deprimente', al pasar a su lado. Como era de esperarse, Sam se giró para encararlo.
—¿Qué te pasó? —Y cómo no podía pasar un día sin que ella lo molestara sobre su rostro o lo tocara, Sam le palmeó ligeramente ambas mejillas, diciendo—: Aparte de esto, claro.
Freddie cerró los ojos, como si intentara reunir paciencia, y luego volvió a mirarla.
—Haría una broma sobre cómo te encanta besar "esto", pero no estoy de humor, Puckett—murmuró Freddie en voz baja mientras se acercaba más a ella.
Sam asintió. Quiso tomarle la mano para darle apoyo, pero sabía que eso no sería lo más razonable.
—¿Quieres ir a otro lugar para hablarlo o…?
—Aquí está bien. No es tan grave, y además no tengo mucho tiempo—respondió él, anticipándose a lo que Sam iba a decir. Ella guardó silencio, dándole espacio para que continuara—. Verás, lo que pasa es que mi mamá se dio cuenta del moretón y armó un escándalo queriendo saber cómo me 'lastimé'. Para evitar otra lección sobre seguridad y salud, intenté distraerla mencionando otras cosas. Por accidente, mencioné la palabra baile y ella explotó. Quejándose de por qué se enteró del baile por el grupo de padres y no por mí, bla, bla, bla. También me preguntó si ya tenía pareja.
—¿Y qué le dijiste?
—Que sí, no tuve de otra. Aunque, obviamente, no le dije que eras tú, sino una chica de intercambio que me inventé. El problema es que ahora quiere que use un traje ridículo del "país tradicional" de esa chica. Traje que, en mi opinión, debería estar encerrado y aislado de la humanidad.
Con una madre como la de Freddie, Sam ya tenía una idea de que tipo de traje era aquel y por qué él estaba estresado.
—¿Y qué harás, entonces?
—Estaba pensando en usar algunos de mis ahorros para comprar una camisa decente. Tengo un pantalón y unos zapatos adecuados para la ocasión, pero si no quieres andar con un payaso, tendré que hacer paradas para cambiarme antes de ir a recogerte. O, ¿quieres que nos reunamos en otro lugar? No sé, todo esto me está dando dolor de cabeza. Y para colmo, entre el baile, el concurso y los clubs, no tengo tiempo para…
—Oye, tranquilo—lo interrumpió Sam, acariciando su mejilla con su mano sana. Cuando Freddie la miró, ella bajó su mano a su hombro y le pidió que respirara con ella. Él lo hizo, cerrando los ojos lentamente mientras se calmaba—. ¿Te sientes mejor?
—Sí. Perdona, creo que me estaba ahogando en un vaso de agua.
—No pasa nada. Tienes razón con lo del tiempo; debieron haber anunciado el baile antes. Y tal vez yo debí haber pensado dos veces antes de sugerir lo del concurso. Pero no te agobies y trata de dejar que las cosas fluyan, ¿sí?
Freddie suspiró, todavía algo estresado.
—Lo sé, linda, pero quiero que todo salga bien. Todavía no hemos acordado si iremos combinados, dónde nos encontraremos, ni qué haremos si mi mamá insiste en tomar fotos con mi pareja…
—Entonces reunámonos luego para aclarar esas dudas.
—Como te dije, no tengo mucho tiempo. Tendría que ser después del concurso o por mensaje hoy mismo, porque mañana tengo que resolver algo en el club rápido antes de ir a comprar la camisa y todo lo demás.
Sam lo observó por un momento, pensativa, antes de responder.
—En ese caso, ¿qué te parece si te acompaño a comprar lo que necesitas? Así podemos arreglar todo sobre la marcha.
Freddie la miró con sorpresa, como si no pudiera creer que Sam realmente quisiera acompañarlo solo para comprar ropa.
—Le prometí a Carly que usaría un vestido si ella hacía lo del concurso—aclaró Sam.
—Ah, ya. ¿Juramento del tobillo?
—Ajá—Sam asintió con desánimo—. Incluso me dio dinero para comprarlo. Así que… vayamos juntos.
—Me parece bien.
—¿Bien? —preguntó Sam, arqueando una ceja.
—Sí, bien—repitió Freddie, sin saber qué más decir.
Como ninguno de los dos sabía cómo continuar la conversación, Sam hizo lo que le pareció más lógico: golpear a Freddie en el hombro. De inmediato, Freddie soltó un quejido y se sujetó el brazo.
—¡Eso dolió! ¿Por qué lo hiciste?
—No lo sé, se puso raro el ambiente por un momento.
—¿¡Y por eso tenías que golpearme!?
—Relájate. No lo volveré a hacer.
—¡Ni siquiera tenías que hacerlo en primer lugar!
Como Sam sabía que iba a seguir reclamando, decidió detenerlo. Lo tomó del rostro con suavidad y le plantó un beso rápido en la mejilla. Freddie se quedó paralizado, sus mejillas enrojeciendo, mientras aún tenía el ceño fruncido. Sam contuvo la risa. Parecía como si él fuera una computadora y ella le hubiera reiniciado el sistema. Y si eso no era la broma del siglo, Sam no sabía qué rayos lo era.
—¿Y eso por qué fue? —preguntó él, esta vez con más calma.
Sam no respondió. En lugar de eso, se encogió de hombros justo cuando la campana sonó, anunciando el fin de la jornada escolar.
—Bueno, ya es hora de irse a casa. ¡Adiós! —se despidió con rapidez, caminando más rápido por el pasillo. Freddie la siguió sin pensar.
—¡Sam, espera! No hemos acordado la hora ni el lugar donde nos encontraremos. ¡Y no puedes irte, tenemos que ir a ayudar a Carly con lo del concurso! ¡SAM!
Sam sonrió para sí misma y aceleró el paso, disfrutando de ver a Freddie tan confundido y sonrojado. Tal vez había sido un poco impulsiva al besarlo, pero sin duda había valido la pena solo por verlo así.
Y, como era de esperarse, varios estudiantes se habían quedado boquiabiertos al presenciar la escena, alimentando un poco más los rumores que circulaban esos últimos días. Entre ellos estaba Gibby, que tenía los ojos bien abiertos, claramente impactado por la interacción entre sus amigos.
Freddie alcanzó a Sam y tuvieron una breve guerra de cosquillas frente a Batidos Locos. Solo se detuvieron cuando Carly llegó junto con Spencer, quien estaba usando muletas. Los cuatro entraron al local que habían reservado el día anterior con permiso de T-Bo, quien les permitió hacer el concurso con la expectativa de atraer más clientes. Afuera ya esperaban algunos chicos, pero no eran más de veinte, lo cual era normal, ya que todavía faltaba una hora para el concurso.
Cuando entraron, terminaron de acordar los últimos detalles con T-Bo. Al principio, el plan era simple: Carly tendría una mini-cita con cada chico durante 2 minutos, mientras los demás se encargaban de mantener el orden. Además, Freddie había hecho una encuesta en iCarly para confirmar cuántos chicos asistirían. Al principio, se esperaban entre 30 y 40 chicos, lo cual era un número grande, pero manejable. Sin embargo, a medida que se acercaba la hora de inicio, el número de chicos comenzó a aumentar de manera alarmante. Y cuando quisieron darse cuenta, el local de T-Bo estaba repleto de personas, sin contar las que estaban fuera del establecimiento.
—Son más chicos de los que esperaba—comentó Spencer, que estaba sentado en una silla delante del mostrador. A su lado, estaba Sam de pie, que se veía igual de confundida.
Freddie los entendía a ambos. Los tres sabían que Carly tenía muchos admiradores por su apariencia y personalidad, pero ninguno pensaba que tantos chicos fueran a la entrevista para el concurso.
—¿Cuántos confirmaron en la encuesta? —cuestionó Freddie a Carly. Afortunadamente, había puesto un límite de tiempo para las confirmaciones, por lo que no deberían llegar más chicos una vez empezada la hora. Además, sería bueno saber la cantidad exacta con la que estarían lidiando.
—Déjame revisar. —Carly desbloqueó la tablet y Freddie se asomó para ver la pantalla. Sus ojos se abrieron de par en par al mismo tiempo que ella exclamó—: ¿¡Setecientos cincuenta y dos!?
Freddie se cruzó de brazos. Definitivamente, esto iba a ser complicado.
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Los minutos pasaron y los murmullos en el local empezaron a aumentar más y más. Lograron organizar a los chicos de modo que tuvieran una distancia entre el mostrador y un espacio donde pudieran caminar. Aunque, sin contar a los que estaban fuera de la tienda esperando, todavía seguía habiendo poco espacio.
Lo bueno es que mientras iban organizando a todos, Freddie tuvo una idea que podría ayudar. Iba a comentársela a Carly, quien se había resguardado detrás del mostrador, cuando Sam apareció de entre el mar de personas. (¿En qué momento se había ido?)
—Hola. ¿Ves a alguien que te guste? —preguntó Sam a Carly, apoyándose en el mostrador para no caer y casi chocando con Spencer, que continuaba sentado y estaba tomando un batido.
—¿Y cómo voy a hacerlo con tanta gente? Es como si hubiera un océano gigante de cabezas —respondió Carly, ansiosa.
—Oigan, tengo un plan—intervino él.
—¿Qué? —preguntó Carly.
—Citas relámpago.
Los tres lo miraron con confusión.
—¿Citas qué? —cuestionó Carly.
—Relámpago—repitió—. Haremos una fila en frente de ti y les daremos quince segundos a cada uno para impresionarte.
—¿Cómo puedo conocer a alguien en quince segundos?
—Las mejores relaciones de mi mamá empezaron en quince segundos—comentó Sam, lo que en vez de aliviar a Carly, la preocupó y la confundió más. Después de todo, la mamá de Sam constantemente cambiaba de pareja.
—Incluso con quince segundos por cada uno—intervino Spencer, que continuaba sentado con sus muletas al lado—, le llevará horas conocer a todos los candidatos.
—Entonces pondremos cuatro mesas—sugirió Sam—. Tú, Carly, Freddie y yo. Nosotros tres les pasamos los decentes a Carly y eliminamos a los demás. ¿Qué dicen?
—Podría funcionar—dijo Freddie.
—Estoy de acuerdo—agregó Spencer.
—Yo también, pero será mejor que acomodemos las mesas rápido o nunca terminaremos con las entrevistas—señaló Carly. Los cuatro, o más bien, tres de ellos se pusieron en acción mientras Spencer daba las órdenes con un megáfono que encontraron para calmar los murmullos de la multitud.
En poco tiempo, el plan estaba en marcha. Freddie observó cómo Sam le daba palabras de aliento a Carly antes de que ella pitara un silbato, dando inicio al concurso de 'Citas Relámpago' con un animado: ¡Comiencen! De inmediato, los primeros cuatro candidatos se acercaron a las mesas y comenzaron las entrevistas.
Freddie hizo algunas preguntas y anotó datos del primer chico, que le contaba cosas mientras él asentía y tachaba ítems de su lista. No parecía un mal muchacho, pero no estaba seguro de si Carly podría interesarse en él. Una vez se acabó el tiempo, entrevistó a otro chico. Uno de ellos llamó especialmente su atención por lo extraño que era desde el momento en que se sentó frente a él. Habló sobre pesca, su rutina de acostarse temprano y su peculiar aroma a pescado. Aunque le parecía un poco mayor para Carly, el chico era valiente por admitir sus defectos, pero sabía que no sería escogido. Le dio un mensaje alentador para no desanimarlo.
Pasaron más chicos, y otro que captó su atención dijo ser modelo de ropa, lo cual sorprendió a Freddie. ¿Realmente había modelos que veían iCarly? ¿Quién diría que su programa tuviera un público tan variado?
—¿Eres modelo de ropa? —preguntó Freddie para estar seguro.
—Era, pero ya dejé el modelaje —aclaró el chico—. Ahora soy vocalista de una banda increíble que está ganando popularidad poco a poco.
Freddie asintió, tomando apuntes. Sabía que Carly podría sentirse atraída por ese tipo de chicos, pero también era consciente de que esas personas a menudo se involucraban en escándalos. Si la banda se volvía realmente popular, podría afectar la imagen de Carly en iCarly. Así que, en lugar de agregarlo a la lista de 'Posibles elecciones', subrayó su nombre y número. Aunque no ganara el concurso, podría ser una buena oportunidad para colaborar con él y su banda en iCarly, beneficiando tanto al programa como a la banda. Hizo lo mismo con otros chicos que, aunque no los consideraba como futuras citas para Carly, pensó que podrían ser contactados para otra ocasión.
Aunque no tenía sentido, ya que prácticamente esa fue su idea; para el décimo chico, Sam se había aburrido de las entrevistas. Todos parecían venir del mismo molde: 'Mi nombre es tal y tal, hago esto y esto, quiero salir con Carly porque es bonita y graciosa, blah, blah, blah'. Nada nuevo. Nada interesante. Quizás había uno que otro chico que llamaba su atención por lo raro o lindo que era, pero luego decían cosas como 'No estoy interesado en una relación duradera' o 'Soy tan encantador que Carly tiene que elegirme sí o sí', entre otras tonterías que le daban ganas de darles un sillazo. Parece que no solo le pasó a ella, ya que en un momento, Spencer alzó una de sus muletas para espantar al chico que tenía enfrente. Sam se imaginó que debía haber dicho alguna tontería sobre besuquearse a Carly, lo cual solo aumentó el disgusto de Sam. Precisamente por eso es que hay muchos chicos que le dan asco y ganas de vomitar.
Cuando llegó el doceavo chico, en lugar de dejarles hablar, comenzó a quejarse de todo. Decía que todo esto había sido un error, que debió haber dejado que Carly invitara a Gibby en lugar de pasar por esto, etc. No obstante, sí hubo un chico que llamó su atención, ya que mencionó trabajar a medio tiempo en una tienda de ropa de un centro comercial. Sam aprovechó para preguntarle si tenían ropa bonita para fiesta, tanto para chicos como para chicas. El chico dijo que sí y ambos intercambiaron contactos. Sam le dio treinta segundos más—y falsas esperanzas—, preguntando si conocía otros lugares baratos y de buena calidad. Después de un minuto y medio, cuando Sam había anotado toda la información en su cuaderno, se despidió de él, anotando su nombre y número en otro apartado para incluirlo en un episodio de iCarly en caso de que no fuera escogido.
El tiempo pasó volando y, poco a poco, el local comenzó a despejarse hasta que solo quedaron algunos que se habían quedado para comprar batidos. Los cuatro agradecieron a T-Bo y compraron batidos para disfrutar juntos en una mesa.
—Entonces, ¿encontraron algún candidato interesante que no fuera un idiota? —preguntó Spencer, menos enfadado que antes.
—Como una cita, no estoy seguro —dijo Freddie—, pero hay algunos que podrían participar en algún segmento del Webshow más adelante.
—Lo mismo digo. La mayoría eran idiotas, aunque hay algunas excepciones—concordó Sam, tomando un sorbo de su batido antes de mirar a su amiga—. ¿Qué hay de ti, Carls? ¿Tuviste suerte?
—No solo suerte, creo que encontré al indicado.
Spencer hizo un sonido de victoria, chocando puños con ella, y Freddie comentó excelente mientras asentía, pero Sam quería saber más.
—¿Y quién es? ¿Es lindo? ¿Interesante?
—Ambos. Bueno, no es el chico más lindo de toda la existencia, pero es interesante y tiene anécdotas muy divertidas—dijo Carly—. Creo que podríamos pasar un buen rato juntos, aunque me siento mal por los otros que gastaron tiempo y dinero al venir aquí.
—Pues no deberías—le dijo Sam—. Ellos accedieron al concurso sabiendo que podrían perder ante toda la competencia que tendrían.
—Lo sé, pero…
—Sam tiene razón, Carly—dijo Spencer—. No tienes que sentirte mal por nada.
—Pero si sientes que no estás siendo justa—intervino Freddie—, podemos pasarte las notas de los mejores para que las revises y luego publiques el ganador en la página.
—Gracias por la sugerencia, Freddie. Es probable que haga eso—respondió Carly, su sonrisa ampliándose un poco—. Aunque, en el fondo, ya hay un ganador.
De inmediato, los tres hicieron un coro de 'uy', pinchándola con el dedo en el estómago o el brazo, y rieron suavemente. Quizás había sido una tarde agitada, pero al menos estaban disfrutando como amigos.
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Estuvieron discutiendo el perfil de los otros candidatos entre los cuatro, hasta que un sonido los interrumpió.
—Creo que es mi alarma—murmuró Freddie, sacando su celular. Al revisar la pantalla, sus ojos se abrieron con sorpresa. Inmediatamente, empezó a recoger todas sus cosas.
—¿Por qué la prisa, Alfredo? —inquirió Spencer.
—Tengo algo pendiente que hacer y estoy tarde, así que será mejor que me vaya. Nos vemos luego—explicó, guardando todo con rapidez y, una vez se dio la vuelta para irse, terminó devolviéndose para decirles algo más—. Carly, si necesitas ayuda para publicar el resultado final, avísame a la hora que acordamos. Y, Sam, hablaremos luego sobre lo que teníamos pendiente.
—¿Qué cosa? —preguntó Sam. Honestamente, ya se había olvidado.
—Lo de la ropa—le recordó.
—Ah, eso. Está bien. Si quieres, llévate esto para que lo revises luego. —Sam buscó en su cuaderno la hoja en que anotó los lugares que le había mencionado el chico. Sin mucho cuidado, la arrancó para ofrecérsela a Freddie—. Tiene distintas tiendas y sugerencias en lugares cercanos. Quizás nos sirva.
—Déjame ver. —Freddie le dio una ojeada rápida y sonrió antes de acomodarlo con cuidado con otros papeles en su carpeta—. Está perfecto, gracias. Ya aclaramos lo demás luego. Adiós, chicos.
Y tan pronto como se despidió, se marchó.
Sam tenía que admitirlo: era un poco extraño despedirse de esta forma tan… seca de él. Aunque no lo dijera en voz alta, estaba empezando a acostumbrarse a sus muestras de cariño espontáneas y besos rápidos en la mejilla. Pero habría tiempo para eso luego.
Los tres continuaron conversando, aunque con menos entusiasmo y más cansancio que antes. Había sido agotador hablar con tantas personas. Cuando Spencer fue a pagar la cuenta con T-Bo, Sam estaba pensando en despedirse para ir a descansar en casa y prepararse mentalmente para el día siguiente, cuando Carly la llamó.
—¿Pasa algo, Sam?
—No. ¿Por qué preguntas?
—Te veías un poco distraída hace un momento.
—Solo estoy cansada—y como si la vida quisiera probarlo, se le escapó un bostezo—. Estaba pensando en volver a casa pronto.
—Está bien, pero antes de que te vayas, si no estoy siendo metiche claro…
—Solo dilo, Shay.
—¿A qué se refería Freddie con lo de la ropa?
Sam bostezó de nuevo.
—Lo que pasa es que su madre quería obligarlo a utilizar ropa fea, así que irá a comprarse una camisa y otras cosas que necesita. Y como estoy obligada a ir con vestido por ti, entonces me le uní. Así de paso hablamos con otras cosas y eso.
—Entiendo. ¿Quieres que les acompañe? Ya sabes, para darte una mano.
Sam lo pensó. Sería bueno, pero no quería sobrecargar más a Carly y también quería pasar un poco de tiempo a solas con Freddie. Así que negó con la cabeza.
—Nah, así estamos bien. Además, es mejor que intentemos convivir un poco a solas de vez en cuando. Ya sabes, para hacer el ejercicio de no matarnos mutuamente.
—Eso espero. Solo intenten no discutir mucho para que no los baneen del lugar.
Sam iba a contestar cuando un chico abrió la puerta del local con fuerza, todo sudado y transpirado, acercándose a la mesa de ellas con una sonrisa triunfante.
Decir que ambas estaban confundidas era el eufemismo del año.
—¿Se te ofrece algo? —le preguntó Carly con educación, mientras que Sam le miró con una ceja alzada.
—Vine al concurso para la cita con Carly. ¿Llegue a tiempo, verdad? ¿Todavía no han iniciado? Salí tan pronto como lo escuché para llegar a tiempo.
Sam intercambió una mirada con Carly y luego desvió la vista hacia otro lado, conteniendo la risa. Oh, cielos. ¿Acaso dijo que salió desde que escuchó el anuncio? ¿Dónde diantres vivía para llegar tan tarde? Además, el chico extranjero (quizás chino o japonés) se vestía de forma extraña. Llevaba ropa japonesa amarilla—como de samurái o de artes marciales, algo así—, con cabello oscuro, un pañuelo en la cabeza y una sombrilla roja extraña.
—Lo siento, pero me temo que ya ha terminado el concurso y ya tenemos un ganador—le explicó Carly, mirando al chico con pena.
El chico asintió con decepción, y estaba a punto de darse la vuelta para irse, pero Carly le invitó un batido para compensárselo. El chico les contó sobre cómo estuvo haciendo un largo viaje a pie solo para llegar hasta allí. Por algún motivo, a Sam le recordaba a un personaje, aunque no podía decir exactamente cuál. Aun así, tenía que admitir que su presencia había sido entretenida. Lo suficiente para que a Sam se le fuera el sueño, al menos.
Quizás la idea del concurso no había sido tan mala después de todo. Su amiga tenía una cita para el baile y solo faltaba que todo fuera arreglado para que esa noche todo saliera bien.
✧[ - Fin del capítulo -]✧
Seddie: Tenemos que ser discretos cuando estemos en público.
También, Seddie: *Se olvidan de que tienen que ser discretos y muestran preocupación por el otro; se sientan muy juntos en clase, y actúan sospechosamente cariñosos en los pasillos de la escuela…*
✧[ - Dato curioso -]✧
El próximo capítulo habrá una aparición especial de un personaje de iCarly. ¿Quiénes ustedes creen que sea? ¡Los leo!
✧[- Nota -]✧
¡Bendiciones! Espero que todos estén bien. Siento mucho la demora. Había planeado este capítulo con antelación, por lo que pensé que sería rápido de escribir, pero no fue así. Terminé quitando y añadiendo ideas para evitar redundancias (como notaron, hay escenas del episodio que no incluí, aunque sí ocurrieron, y también algunos cambios). Además, también he estado trabajando en otros borradores de diferentes fandoms… ¡Todo un lío!
De todas formas, espero que hayan disfrutado del capítulo. Quedó más largo de lo que esperaba, pero estoy muy contenta con el resultado. No puedo prometer que el próximo capítulo salga pronto, ya que estoy comenzando un nuevo cuatrimestre en la universidad, pero seguiré escribiendo y editando los borradores que ya tengo. El próximo capítulo será fantástico y cerrará el segundo arco de este fanfic. ¡Yay!
Pregunta random: ¿No les pasa que leen o escriben un fanfic y, cuando vuelven a ver la serie, tienen un déjà vu o un efecto Mandela porque lo recuerdan de otra manera?
¡Pues a mí me ha pasado!
Después de escribir escenas adicionales, volví a ver "iSpeed Date" para refrescar la memoria. Me sorprendió lo que ocurre en el capítulo, porque para mí, en ese episodio, Sam y Freddie terminan yendo juntos al baile, tal como lo escribí aquí. También, cuando volví a ver "Creo que se besaron", me dio gracia el diálogo de Carly y Spencer sobre el beso secreto de Seddie porque había olvidado que eso era lo que había pasado. Me ocurre lo mismo al leer otros fanfics y luego volver al canon…
Pero bueno, no los retengo más. Si tienen alguna pregunta, me dejan saber en los comentarios. Que tengan un bonito día, tarde o noche. ¡Nos leemos pronto!
(づ๑•ᴗ•๑)づ
