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Algunas aclaraciones antes de empezar con esta historia.

Esto es una re-publicación. Si ya habías leído esta historia la primera vez que la publiqué, debo decir que lamento haberla borrado. La verdad es que llegué a un punto de la historia en que me bloqueé, así que decidí releer desde el comienzo para inspirarme, entonces me di cuenta de cómo el rumbo de la historia se desvirtuó por completo, la acción que quería meter quedó en la nada, por eso decidí borrarla para reescribir todos los capítulos para volver a subirla cuando tenga las cosas más definidas. Al día de hoy, y aunque aun la tengo en proceso, siento que esta historia está más encaminada, y que, por fin, le estoy dando un cierre (que, además, me esta gustando, cosa que no es poco), por eso he decidido resubir este primer capítulo, más que nada para que los que la estaban leyendo sepan que la historia aun existe y que tendrá un final. Sin embargo, por el momento solo subiré este capítulo, dado que, aunque ya voy alrededor del capitulo XX, sigo volviendo a los primeros capítulos al modificar algún detalle para que la historia tenga más sentido. Aun así, siento que la inspiración me está acompañando y quizás logre terminarla pronto.

Por cierto, recomiendo volver a leerla desde el comienzo, aunque la estuvieras siguiendo de antes, porque he modificado algunas cosas y quizás te pierdas un poco. Aun así, si recordás como iba la historia, debo decir que hasta el capítulo IX no he hecho grandes cambios, sólo pequeños detalles, quizás algún nombre o agregué unas líneas pequeñas para abrir un hilo de una historia que tendría lugar más tarde, por esa razón, si no querés empezar desde el comienzo, podrías empezar por el capítulo X. A partir de allí si cambie bastante la trama, incluso cambie el orden de los capítulos.

Claro, también le cambie el nombre, (por segunda vez), pero, ahora si, este nombre si me cierra. Lo que si he decidido dejar son las notas originales al pie de los capítulos, eso es más una cuestión mía, que tengo un problema para "soltar", pero eso ya es algo que debo hablar con mi psicólogo.

Sin más que decir, los dejo con "Para Siempre"


Capitulo I

"Minako"

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"La vida se mueve rápidamente. Nos precipita desde el cielo al infierno en cuestión de segundos". - Paulo Coelho

Llovía. En aquellos tiempos los cielos grises parecían reflejar mi estado de ánimo. La vida se había tornado gris y triste, como los días en Tokio en ese último tiempo. Nuestras vidas cambiaron en un abrir y cerrar de ojos, pasaron de aquellos días alegres en los que no teníamos la responsabilidad de luchar, a la pesadilla de la que no podíamos despertarnos.

Se cumplían dos meses de aquel día, de aquel fatídico accidente. Dos meses de sueño eterno. Comenzaba a pensar que ella nunca Iba a despertar. Pero ¿y entonces? ¿Qué será del futuro? ¿Acaso Tokio de Cristal dejaría de existir? ¿Y qué pasaría con Chibiusa? ¡Pero no! Eso no pasaría. Tokio de Cristal aún estaba allí, totalmente ajeno a su pasado, a nuestro presente. Pudimos contactar con Setsuna, a pesar de tener prohibido hablarnos del futuro, ellas nos dio la tranquilidad de que todo estaba bien, normal, como siempre. Aun había esperanzas, la línea del tiempo aún no se había alterado.

De todos modos, nosotras íbamos a encontrar el Cristal de Plata y, con su poder, ella volvería a la vida. Aunque a esas alturas, ya estaba dudando. Tanto tiempo buscando, meses de dudas y miedos. Sin ella, el Cristal Dorado había perdido su poder, del mismo modo que Mamoru había perdido sus deseos de vivir. Era sólo la sombra de que lo alguna vez fue. No dejaba de echarse la culpa de lo que pasó. Por haber estado con ella y no poder evitarlo, no poder protegerla. Como si uno tuviera el poder de cambiar el destino. Pero ¿acaso su destino no era estar juntos, para siempre? Las primeras semanas no se separaba de su lado, no quería dejarla un sólo minuto, quería estar con ella cuando despierte. Pero pasó demasiado tiempo, sus responsabilidades apremiaban, la vida sigue, el mundo no para de girar, ni siquiera por ella. Aun así, todos nos hacíamos un tiempo para acompañarla, para que nunca este sola, que no se sienta sola. Porque sabíamos que, aunque este en ese estado, perdida entre la vida y la muerte, ella nos sentía, estaba ahí de algún modo.

El peso del mundo caía sobre mis hombros. ¡Era yo quien debía protegerla! Siempre hemos estado atentas a los enemigos, a las fuerzas del mal. Jamás pensamos que algo así pudiera pasar.

La señora Ikuko tampoco perdía la esperanza. Iba a verla todos los días, con la esperanza de que algún día despertaría. Aunque los doctores ya no daban esperanza. Decían que el daño en su cerebro es grande, aunque despertara del coma, quizás tenga muchas secuelas. Tal vez no pueda volver a caminar, o a ver... Quizás tenga que aprender a hablar nuevamente, o haya perdido todos sus recuerdos. ¡Qué ironía de la vida! Tantas batallas ganadas, tantas entidades malignas derrotadas, ella ha salvado al mundo en muchas oportunidades, ha vencido, incluso, a la muerte, para encontrarla en una calle de Tokio, en las manos de automovilista que no reparó en conducir alcoholizado. ¡No! ¡Yo no podía creer que la muerte logre vencerla de esa forma! Tal vez me llevaría toda la vida, pero encontraría el Cristal de Plata y la traería de nuevo a la vida.

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Ingresé de prisa a la habitación, dejando mi paraguas mojado a un lado de la puerta, haciendo equilibrio entre mi bolso, las bolsas de las compras y el ramo de flores que llevaba en mis manos. Hice una pequeña reverencia dando los buenos días a la señora Ikuko, quien se encontraba sentada junto a la cama, leyéndole una novela romántica, de esas que tanto le gustaban. Me acerqué, en silencio a la mesa de noche y quité las flores, ya marchitas, del florero, para colocar las nuevas, unas hermosas rosas rojas. Sabía lo mucho que le gustaban y todo lo que ellas representaban, sabía que tendría un jardín repleto de ellas en el palacio de cristal. Lo tendría, claro que sí. Luego, me deshice de las flores marchitas. Suspiré. Volteé a verla. Seguía pálida, inmóvil, cual Bella Durmiente esperando por el beso de amor de su príncipe. Pero no se trataba de un cuento de hadas, era la cruel realidad, su realidad, aquella en la que el beso de amor no había funcionado. ¡Si fuera tan sencillo! Acaricié sus cabellos dorados, algunas lágrimas se escaparon de mis ojos.

-Mina. - dijo la señora Ikuko, colocándome la mano en mi hombro. Ella también sentía deseos de llorar. Sequé mis lágrimas con el puño de mí campera. Se suponía que yo era la fuerte. La que durante todo ese tiempo les había dado ánimos a las demás, como buena líder, la que había pasado días y noches en el centro de control junto a Luna y Artemis, buscando alguna señal, algún rastro de algún enemigo que no hayan notado, alguien que se haya llevado el Cristal de Plata.

-Estoy bien...- dije, quitándome el abrigo.

-No tienes por qué esconder tus lágrimas, Mina, ha sido muy difícil para todos...

-Estoy bien… Ya puede ir a descansar, señora Ikuko… - esbocé una sonrisa, lo mejor que pude. - Lo siento, me demoré comprando algunas cosas… quería comprarle esas rosas. – la señora Ikuko dejó su libro sobre la mesa de luz, con un señalador indicando el lugar en el que había quedado, observó las rosas en el florero.

-Son hermosas, ¡gracias! - dijo, mientras volteaba a verme. Me sorprendí. ¿Por qué ella me daba las gracias? Creo que ella notó mi sorpresa. Sonrió. - Gracias por todo lo que haces por ella, por lo que todas hacen... Significa mucho para mí...

-No tiene nada que agradecerme... Usagi es mi mejor amiga, haría lo que fuera por ella. - La señora Ikuko la miró, con lágrimas en los ojos.

-Sé que ha pasado mucho tiempo... no cualquiera haría lo que ustedes hacen, realmente son muy buenas amigas... Quizás hago mal en aferrarme a la esperanza de que ella se recupere... Tal vez debería...

-¡No!- dije, levantando mi tono de voz, casi sin darme cuenta. La sola idea de perder a Usagi me ponía los pelos de punta. La tomé de los hombros. Después de tantos años, ella era casi una madre para mí, y en los últimos meses nuestra relación se había hecho mucho más estrecha. - ¡Ella despertará! ¡Yo sé que despertará! Debe tener fe en ella.

-Claro que tengo fe en ella. - dijo, con una sonrisa en su rostro, pero una profunda tristeza en sus ojos. - Siempre he tenido fe en ella... Sé que ha librado batallas aún más difíciles que esta y ha salido victoriosa, que la he perdido y la he recuperado muchas veces... Y también la recuperaré esta vez. Ella sigue ahí, brillando como siempre... Sé que le espera un futuro brillante...

La observé en silencio durante algunos segundos. Sus ojos tomaron un brillo especial. No supe que contestar. ¿Acaso ella lo sabía? ¿Ella sabía sobre Usagi, sobre Sailor Moon, sobre Serena? Preferí no responder. No estaba segura de que así fuera. A decir verdad, no estaba segura de nada. Ella me abrazó con fuerza. Sentí como si fuera mi propia madre la que me estaba abrazando. Algún día, Usagi se convertiría en la reina del planeta. Pero, entonces, ¿qué pasaría con su familia? ¿Qué pasaría con mi familia, la familia de las demás? Creo que esas fueron preguntas que nunca nos hicimos. ¿Acaso nuestras familias sabrían toda la verdad? ¿Formarían parte del nuevo mundo? Tomó sus cosas y salió de la habitación.

Entonces me encontré a solas en aquella fría habitación, con el sonido de los monitores que interrumpían el sombrío silencio. Tenías muchas ganas de llorar. Todo ese tiempo me había estado haciendo la fuerte, había escondido mis lágrimas bajo una sonrisa, para después descargarlas durante la noche, en mí cuarto, con Artemis como único testigo. Pero ya no podía más, ya no soportaba el dolor y la incertidumbre. Necesitaba saber que estaba pasando. Necesitaba saber que todo estaría bien, que todo volvería a ser como antes.

La lluvia comenzó a caer con mayor intensidad. La ventana del cuarto estaba entreabierta, el agua comenzaba a colarse a la habitación, así que me acerque para cerrarla. Entonces pude ver esa sombra en la vereda del sanatorio. Me pregunté quién podría estar a la intemperie con semejante lluvia. Pero una extraña sensación me invadió. Por alguna razón, sentía conocer a esa persona, aunque sólo podía distinguir su silueta. Oscurecía, no podía ver su rostro, pero pude notar que era un hombre de imponente físico y cabellos largos. Se movió como una ráfaga y desapareció ante mis ojos. ¿Qué era esa sensación? ¿por qué sentía esa energía tan extraña y, a la vez, tan familiar?

Hacía ya unos cuantos días que me sentía perseguida, que sentía una presencia similar, que tenía esa sensación de que alguien me seguía. Lo había atribuido a mí paranoia por todo lo sucedido, a las muchas noches sin dormir. Pero aquella sensación, aquella presencia… era tan intensa, tan poderosa, pero no se sentía como un enemigo, no era una presencia maligna… Era algo más… tal vez era solo mí imaginación, pero esa energía se sentía tan parecida a la de Mamoru, a la de ellos…

Sacudí mi cabeza, intentando alejar mis pensamientos. ¿Quién podría estar siguiéndome? Si fuera un enemigo, ya lo sabríamos. Luna y Artemis trabajaban sin descanso, sin dudas ya lo hubieran detectado. ¿O no? La realidad era que, con el Cristal de Plata desaparecido, sus poderes y los nuestros se veían disminuidos. Ni siquiera estaba segura de que aun pudiera transformarme. Después de todo, ella y el Cristal de Plata eran la verdadera razón de nuestro poder, nuestra razón de existir, de luchar. Si ella y el Cristal de Plata no existían, ¿qué sería de nosotras? El miedo volvió a invadirme. No podía permitirlo, debía ser fuerte. Esta batalla no estaba terminada. No aún.

Me alejé de la ventana y volví a mirarla. Metí la mano en el bolsillo de mi pantalón y saqué mi pluma de transformación. La observé en silencio durante algunos minutos. Pensé en usarla, en probar volver a ser Sailor Venus. Pero sentí temor de hacerlo. Temí que no funcionara. Temí no volver a ser Sailor Venus nunca más. Volví a guardar la pluma en mi bolsillo.

Tomé el libro que la señora Ikuko había dejado sobre la mesa de luz y me senté, dispuesta a continuar la lectura. Pero sólo logre abrir el libro en donde marcaba el señalador. Mi celular sonó, así que me acerqué a mi bolso para tomarlo. Era un mensaje de mi mamá, preguntando a qué hora llegaría, nada del otro mundo. Le conteste enseguida. Pero luego me quedé como hipnotizada con la foto que tenía de fondo de pantalla. Era la última foto que habíamos tomado todas juntas. Fue el día en que le hicimos la fiesta de despedida a Ami, hacía ya un año de eso. Aún recuerdo cuando a Ami le salió esa beca para terminar sus estudios en Londres. Todas estuvimos de acuerdo en que era lo mejor para ella, realmente era lo que ella deseaba, por eso le insistimos en que esta vez sí viaje. Los tiempos de paz por fin habían llegado a nuestras vidas, después de que Usagi derrotara a Caos en el Caldero Primordial, así que no había razones para que ella se quedara aquí.

Otra vez esas ganas de llorar. Las lágrimas simplemente cayeron de mis ojos. Ami ni siquiera había podido volver cuando ocurrió el accidente, pero estaba al tanto de todo. Seguíamos en contacto como siempre, hablábamos todos los días, la conexión entre todas nosotras no se había perdido. Jamás se perdería. No importaba en que parte del mundo pudiéramos estar, siempre seríamos amigas, siempre seriamos sailor senshis.

Pero, aunque todas estuviéramos ahí, aunque visitáramos a Usagi cada día, y nos turnáramos de acuerdo a lo que nos permitían nuestras actividades, la vida seguía. Yo estaba terminando mis estudios de moda y, hacía muy poco había empezado con un trabajo de medio tiempo como diseñadora, al mismo tiempo que empezaba a crear mi propia marca de ropa, vendiendo mis diseños por internet. Ami cursaba tercer año de medicina en Inglaterra y planeaba especializarse en el estudio de las enfermedades y sus tratamientos. Makoto estaba por recibirse de chef profesional, mientras trabajaba arduamente en un importante bar del centro de Tokio, muy popular entre los jóvenes. Casi no tenía descanso, estaba ahorrando para ponerse su propio restaurante cuando tenga su título. Rei, por su parte, estaba a cargo del templo junto a Yuichiro. Desde la muerte de su abuelo, Yuichiro había ocupado el lugar de sacerdote del templo. Juntos habían hecho un gran trabajo, el templo era visitado por cientos de personas al día. Ellos tenían una relación realmente admirable, llevaban tres años de novios y hasta se habían comprometido. Reí había tenido suerte en el amor, yo, en cambio, parecía olvidada por Cupido. He tenido tantas desilusiones amorosas en mí vida que he llegado a pensar que el amor no es lo mío. Que ironía de la vida que la diosa del amor, la descendiente de Artemisa, no pueda conseguir el amor para sí misma.

Pero más irónico era el hecho de que la vida continúe aun cuando la persona más importante del mundo se encontrará en ese estado. Ella ha salvado a la humanidad y al universo entero tantas veces, ella será quien garantice la paz en el futuro, quien nos asegure un mundo sin maldad, sin destrucción. Y, aun así, el mundo parece no notar el estado desesperante en que se encuentra. Porque, a pesar de todo, el mundo sigue girando…

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N/A:

Confieso que siempre quise escribir una historia en primera persona, pero, al final terminó desistiendo porque me complico sola. Pero con este capítulo, me di un pequeño gusto. Un gusto que creo que no continuará en los siguientes, la razón es simple, me encanta ahondar en los sentimientos y pensamientos de los personajes, en sus miedos y temores, y con un narrador en primera persona eso no es algo muy factible. Claro, podré hablar a fondo de los sentimientos de quien narra, no así del resto. Así que, pues, creo que aquí abandono este tipo de narración, pero me pareció una buena idea para este primer capitulo.

Aquí Minako nos dio un pantallazo del panorama, pero en el siguiente capítulo conoceremos más a fondo que es de la vida de nuestras queridas Sailor Iners. Y bueno, como los detalles de la historia lo detallan, en esta historia no será Usagi la protagonista. Es decir ¡amo a Usagi! Pero también a las demás, y me pareció interesante enfocarme en una historia que las tenga a ellas como protagonistas. En especial a mi segunda Sailor favorita, Venus, con quien siento que Toei fue un poco injusto al quitarle el papel de líder que tenía originalmente.