serena tsukino chiba: Me alegra que te haya gustado. ¡Gracias por estar!
Astalina: Muchas gracias por tu comentario, también me pareció muy linda esta historia en particular. ¡Saludos!
Esta nueva mini historia tiene continuación.
Monstruo
Él se comió mi corazón.
Bueno, realmente no se lo comió. Pésima analogía, supongo. Pero había un agujero vacío allí donde mi corazón solía estar y sabía que tanto el vacío como el agujero, no habían estado allí antes de que él llegara. Dolía. Constantemente. Y allí iba yo; una chica sin corazón vagando por la ciudad en busca de lo que perdió.
Y luego se comió mi cerebro.
Bueno, tampoco se lo comió de manera literal. Pero no dejaba de pensar en él, así que era como si se lo hubiera comido. De todos modos, a estas alturas, estaría mejor así. No estaría pensando en él todo el tiempo si se hubiera llevado mi cerebro y mi corazón. Sería mejor así.
Porque ahora me la paso rememorando nuestros momentos juntos. Cómo nos conocimos. Había sido en el metro. Un lugar bastante extraño, pero también íntimo. Estás encerrada en un lugar pequeño con gente que apenas conoces, pero tienes que confiar en que no manipularán tu espacio personal para incomodarte.
De todos modos, nos habíamos sentado juntos. No solía hablarle a la gente en el metro ya que no lo consideraba un buen lugar para hacer amigos. Pero él me había atraído. Mágico desde el principio.
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"Me llamo Kaoru," le dije con una sonrisa.
"Kenshin," se presentó él, apenas mirándome. Tal vez era su actitud despreocupada lo que me hizo querer vencerlo. O, más bien, su apariencia. Nunca pude resistirme a un desafío. Y él había demostrado ser uno.
No le hablé más después de eso y las cosas progresaron naturalmente. Bueno, no tan natural. Tal vez era natural para él. Tal vez lo hacía a diario y yo sólo era una parada más, pero me hizo sentir muy especial haber sido la elegida. Cuando llegamos a mi parada, me di cuenta de que él también se bajaría allí. Cuando pasó a mi lado, tomó mi mano. Y de repente, me guio.
Y yo lo seguí, preguntándome qué sucedería a continuación. Lo seguí hasta un rincón un poco privado. Y luego me besó hasta dejarme sin sentido.
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Esa parte la recordaba vívidamente porque fue tan ardiente. Sus labios tenían talento, y sus manos. No sé si hay palabras apropiadas para describir la experiencia que me brindaron en ese rincón. Y no puedo ni mencionar su lengua.
Oh, bueno, no pasó nada sexual. Bueno, nada demasiado sexual. Tenía la ropa puesta. Él, también. El momento no duró mucho.
Pero, después de ese maravilloso encuentro (el recuerdo me mantuvo despierta por varias semanas), simplemente desapareció de mi vida. Supongo que era algo normal. Quiero decir, ¿acaso los extraños que te besaban hasta dejarte sin aliento se quedaban por ahí cerca? No tenía idea. Jamás había pasado por algo similar antes.
De todos modos, desapareció. Dejó de viajar en metro o algo así. No lo volví a ver por allí. Se podría decir que este fue el fin del cuento y que odiaba a este hombre porque me había enamorado de él en el metro. Pero no. No soy de entregar mi corazón tan fácilmente, aunque ese beso fue tan bueno como cualquier otro que había recibido en mi vida. Si yo hubiera sido cualquier otra chica, mi corazón estaría roto.
Menos mal que tengo más sentido común que esto.
Bueno, no tanto. Porque estoy segura de que le entregué mi corazón durante nuestro próximo encuentro. El cual fue estúpido. Porque lo que sucedió me confirmó que era un monstruo. Un monstruo sin corazón que se comía el corazón de las chicas.
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Nos volvimos a encontrar en la inauguración de un club. Estaba lleno. Todo el mundo quería ir al nuevo lugar de moda y yo no era la excepción. Disfrutaba de la vida nocturna. Iba conmigo. Mientras esperaba para entrar, noté un destello rojo. Mi mente pensó de inmediato en él. Él tenía el cabello rojo. Exótico y difícil de olvidar. Sin embargo, él no me vio. Lo ignoré y seguí con mi noche.
Arrastré a mi amiga y nos divertimos mucho juntas hasta que ella conoció a un tipo. Me susurró una disculpa y luego recordé que ella tenía cierta debilidad por los hombres altos, algo sombríos y callados. Lo entendí. Si ese rojo, como yo lo había nombrado en mi mente, se volviera a aparecer, también me iría. Aunque no parecía que las cosas fueran a irse por esa dirección.
Oh, cuán equivocada estaba.
Se apareció pocos minutos después de que mi amiga se fue. Me trajo una bebida, pero no me habló. Yo tenía muchas preguntas que hacerle, pero también la inteligencia suficiente como para quedarme callada. Bebí lo que me trajo, pero mis ojos estuvieron fijos en él todo el tiempo. Quería saber qué era lo que él quería realmente de mí. ¿Más besos robados? ¿Algo más? ¿Mi corazón? Quién sabe.
"Entonces, Kenshin," dije una vez que bajé mi vaso. "¿Qué te trae por aquí?"
"Tú," me respondió, y sonaba sincero.
"¿De verdad?" No pude evitar sonreír como boba. De verdad. Había pasado mucho tiempo desde que alguien había mostrado interés en mí. Lo estaba disfrutando.
"De verdad," reiteró él, dedicándome una sonrisa peligrosa. Era ese tipo de sonrisa diseñada para derretir a una mujer. Hizo efecto en mí.
"Qué... dulce," logré decir, transformando mi sonrisa tonta en otra, esperaba, más sexy que dijera 'Ven aquí y cómeme en una habitación, por favor.'
Supongo que funcionó, porque dejó su bebida y tomó mi mano para llevarme a la puerta. Rodeó mi cintura con un brazo y me guio hasta su auto. Me instalé en el asiento del acompañante mientras él se sentaba en el del conductor.
No arrancó el auto al subirse. No se abrochó el cinturón de seguridad ni hizo ningún comentario sobre el hecho de que yo aún no me había abrochado el mío. En lugar de eso, me atrajo hacia él y me besó con intensidad. Otra vez. Sin embargo, sólo duró unos segundos, y se alejó para poner en marcha el coche.
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No voy a fingir que ese encuentro no fue sexual, porque lo fue. Probablemente fue la mejor aventura de una noche que he tenido. No era como si fuera frecuente en mí ese tipo de comportamiento. Sólo que... en esta situación, no había vuelta atrás. No lo había planeado. Seguí adelante. Y, desde entonces, ha estado en mi mente.
Me desperté sola en la cama de hotel. Ninguna nota, nada. Bueno, había algo. Servicio de habitación. Panqueques. Jugo. Y tocino. Me quedé allí después de comer, preguntándome si volvería. Después de unas pocas horas, me rendí. Cuando salí, supe que él ya había pagado la habitación. Y no, la recepcionista no tenía idea de adónde había ido.
Y, tristemente, fue la última vez que lo vi. Hace casi seis meses. Y sólo recuerdo su primer nombre. Kenshin. Lo pronunciaba como si fuera familiar. Supongo que esto sólo demuestra que, sólo porque algo se sienta bien, no significa que lo esté.
Porque ese chico es un monstruo. Un monstruo del que estaba segura de que estaba enamorada, además. Un monstruo al que probablemente nunca más volvería a ver.
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